Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reuniendo al equipo. por Seiren

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, hola :)

Este es, prácticamente, el último capítulo. Falta un extra que subiré el próximo sábado (si no es que lo olvido).

Más en las notas al final :)

V







Makoto caminaba de regreso a su casa, pensativo. Había decidido darle espacio a Haru pero no era algo que pudiera implementar de buenas a primeras. Y se había dejado la práctica tan abruptamente... ¿qué estaría pensando Haru? “Pues en nada, seguramente estaría feliz porque tendría la piscina para él sólo”. Sonrió.

Cerca veía la playa, el sol que se ocultaba. Suspiró.

Cuando Haru dejó el instituto, había una ligera sensación de vacío incomodando su pecho. Estaba preocupado por Makoto. No sabía qué pensar. Caminó todo el trayecto hasta su casa con la cabeza gacha, como derrotado, porque eso sentía también. Su inhabilidad para reconocer o inmiscuirse en los asuntos de los demás lo hacía sentirse como un mal amigo. Y Makoto siempre estaba ahí para él, ¿por qué él no podía estar ahí para Makoto? Cuando levantó la cabeza, decidido, para acelerar el paso e ir a buscar a Makoto, una silueta que se dibujaba cada vez más claramente en la distancia lo distrajo.

— ¿Rin?

Haru se detuvo. Del otro lado de la acera, en uniforme deportivo, Rin corría. Llevaba el cabello amarrado y la expresión seria, competitiva y amenazadora de siempre. Rin se detuvo. Con la calle de por medio, ambos se vieron, sin decir nada, casi sin parpadear.

—Rin —repitió Haru. Nombre familiar y ajeno a la vez. Recordó las palabras después de la competencia, el sentimiento de vacío, la desesperación... “Makoto”. ¿Por qué pensaba en Makoto precisamente en ese momento? Cuando reaccionó, Rin había desaparecido. Ese era el nuevo Rin. En realidad, no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo, o por lo menos, para hacer que las cosas fueran como antes. Honestamente, ya no sabía qué era lo que sentía con respecto a Rin o si en verdad quería que las cosas fueran como antes.

Haru llegó a casa de Makoto justo después de la cena. Saludó y se dirigió de una buena vez a su habitación. Makoto estaba con sus hermanos, jugando vídeojuegos. Todos reían, pero Makoto dejó de hacerlo cuando vio a Haru.

—Hola.

Los hermanos de Makoto corrieron a recibir a Haru, lo abrazaron y luego lo invitaron a jugar. Sin saber qué sucedía, hicieron que se sentara justo al lado de Makoto, y después de tenderle el control, jugaron los cuatro. Y estuvieron así hasta bien entrada la noche. Los dos menores se quedaron dormidos entre Haru y Makoto y de pronto ellos ya no sabían qué decir, o qué hacer.

—Será mejor que me vaya a casa.

—Ya es tarde, Haru.

Haru le ayudó a Makoto a acostar a sus hermanos. Luego regresaron a la habitación, apagaron la consola y el televisor. Makoto le tendió una camiseta y un pantalón a Haru, y le dijo que mejor se bañara antes de dormir, porque seguía oliendo a cloro.

—Y no te vayas a quedar mucho tiempo en el agua —dijo Makoto, sonriendo. Makoto siempre le sonreía así.

Sus sonrisas son...”

Haru se ruborizó segundos después de tener este pensamiento. Su pecho ardía, como si se estuviera sofocando, como si el agua lo estuviera ahogando, como si el mar lo devorara con una inmensa ola que lo sumergía hasta perderlo. Salió del agua abruptamente con la respiración entrecortada y profunda. Makoto lo estaba esperando en su habitación. ¿Cuántas veces se había quedado en casa de Makoto? ¿Por qué estaba nervioso?

Salió de la tina y se secó adecuadamente para luego vestirse, pero a pesar de esto, su pelo seguía mojado. Buscó la secadora de cabello y la conectó. Generalmente se iba a dormir así, sin más, sobre todo cuando tenía mucho sueño, pero si llegaba a la habitación con el cabello así de empapado, Makoto lo reñiría.

Sonrió.

Regresó a la habitación y notó la expresión de sorpresa en el rostro de Makoto. Supo que era porque llevaba el cabello seco. No dijo nada, sólo regresó la sonrisa.

—El futón... —comenzó a hablar Makoto, entonces Haru notó que el futón no estaba propiamente arreglado al lado de la cama de Makoto.

—Ah.

—Te dejo la cama, dormiré en el suelo.

—De ninguna manera —replicó Haru —. Todavía puedo regresar a casa, queda cerca y...

—Es tarde.

—Entonces durmamos juntos.

Lo había dicho por impulso, pero no habían ninguna segunda intención, ¿acaso no habían compartido cama innumerables ocasiones cuando eran niños? La cama era pequeña pero se las arreglarían.

Se acomodaron como pudieron. Haru contra la pared, Makoto en la orilla. Ambos descasaban boca arriba y compartían una única sábana.

— ¿Ya te sientes mejor?

— ¿Eh?

—Esta tarde, durante el entrenamiento...

—Ah... claro. Gracias por preocuparte, Haru.

—No estaba preocupado.

—Hai, hai.

Makoto se movió y se acomodó de lado, de esa manera veía el perfil de Haru, o por lo menos veía lo que la falta de luz le permitía.

— ¿Y tú ya estás bien, Haru?

Haru también se volteó y encaró a Makoto.

—Gracias a ti.

Y sonrió, y por dentro Makoto se deshizo, no supo que hacer más que voltearse y darle la espalda.

—No me des la espalda —bufó Haru. Makoto no contestó —. ¿Makoto?

Silencio. Haru continuó:

—Hoy vi a Rin.

Silencio otra vez.

—Sólo lo vi, y él me vio, pero no nos dijimos nada. Creo que todo ha terminado.

Más silencio.

Makoto a veces no sabía qué hacer con el Haru parlanchín.

—Deberías hablar con él —dijo al fin —. Deberías hacerlo, para ver si en realidad todo ha terminado.

Haru se quedó pensativo un momento. Sí, debería hacer eso, un último intento, esa amistad, a pesar de todo, aún lo valía ¿no?

—Gracias, Makoto —sonrió Haru para luego colocar la palma de su mano contra la espalda de Makoto. Esa espalda amplia y dura que se sentía cálida y lo reconfortaba —. Buenas noches, Makoto.





La práctica de esa tarde fue incluso más extraña que la anterior. Haru y Makoto estaban animados, pero Rei y Nagisa apenas pronunciaban palabra, apenas se miraban. Kou se preocupó, ¿acaso no acababan de arreglar las cosas? Fue más severa con todos, los puso a calentar más tiempo del acostumbrado y a intentar superar su tiempo en los ejercicios de respiración. Tenían que trabajar la patada y el braceo, así como regular su respiración y manejar su energía. Kou había leído lo suficiente para darse una idea y, aunque sólo fuera en lo teórico, a veces Rei le aportaba algún dato relevante. Necesitaban un entrenador de verdad pero mientras no pudieran darse ese lujo tenían que dejar las niñerías y dar todo de sí.

Ese día fue una tremenda decepción.

Después de que Kou los regañara se fueron directo a las duchas. Se bañaron y se vistieron y sin más, se fueron a sus casas. Resultaba extraño, al menos para Nagisa y Rei, porque les tocaba tomar la misma línea de tren, pero esta vez no se sentaron ni remotamente cerca, a pesar de que Rei lo había intentado. Veía a Nagisa desde su asiento, nervioso, temeroso, arrepentido.

¿Nerviosismo o algo más? Se pasó toda la noche pensando en eso. Le gustaba Nagisa, por supuesto, ¿pero no estaba todo avanzando demasiado rápido? “No te quedarás solo, Nagisa” ¿Por qué pensó esto?

El tren seguía en movimiento y a pesar de siempre ser bueno acatando las órdenes, Rei se levantó de su asiento y se dirigió hacia donde Nagisa estaba sentado. Y Nagisa estaba tan concentrado intentando ignorarlo, que no sintió su presencia sino hasta que ya lo tenía al lado.

Había un par de personas en el vagón: dos estudiantes, una señora con varias bolsas de supermercado, un hombre con un maletín de trabajo, otros dos chicos que parecían estar en sus veinte. Rei los vio a todos, pero no le importó. Tomó la mano de Nagisa con fuerza y no la soltó a pesar de que Nagisa lo intentó una y mil veces. Al final, rindiéndose por completo ante la fuerza de Rei, Nagisa no supo hacer otra cosa que disculparse.

—Hice mal, Rei-chan.

—Nagisa-kun...

—Deja el -kun, Rei-chan.

—Hai —respondió entusiasmado —. Entonces tú deja el -chan.

Nagisa sólo sonrió.

—Me gustas, Rei. Mucho.

Rei sintió como si algo se atorara en su garganta, ese algo luego descendió lentamente, hasta quedarse por siempre atorado en su pecho. Y pesaba. Y ardía. Pero se sentía bien.

—También me gustas, Nagisa.

De pronto la escena de la tarde anterior se repetía, sólo que la habitación de Rei ahora parecía tan grande, y Nagisa sabía que sólo se encogería cuando Rei por fin estuviera todo lo cerca de él que jamás podría estar. La boca de Rei ahora se movía con más habilidad sobre la suya, las pausas, los arranques, la delicadeza, Rei llevaba todo a cabo de manera adecuada, como si hubiera estudiado sus antiguas sesiones de besos y por fin se hubiera dado cuenta de cómo quería Nagisa que lo besara.

—Tengo que prepararme para hacerlo bien —masculló Rei de repente, acomodándose los lentes.

Nagisa soltó inmensa carcajada.

—Por ahora los besos están bien, Rei. —Se apoyó sobre sus codos para alcanzar los labios de Rei. La seguridad con la que estos lo recibieron volvió a sorprenderlo —. Me gustas, Rei.

Rei se ruborizó.

—Te quiero, Rei.

Escuchar su nombre, sin el -chan, lo avergonzaba como no creía capaz. ¿Era la forma cómo Nagisa lo pronunciaba?

— ¿Sucede algo, Rei?

—Nada.

Y esta vez Rei inició el jugueteo. Esto tomó desprevenido a Nagisa, después de todo, estaba tan acostumbrado a ser el primero en actuar. Pero el que ahora Rei no sólo lo besara, sino que también deslizara las yemas de sus dedos por todo su cuello, sus brazos; o sus manos aferrándose a sus hombres fuertemente en un anhelo de acercarlo más y al mismo tiempo mantener cierta distancia. Porque la distancia seguía reduciéndose, y era peligros, placentero, peligrosamente placentero y todas las combinaciones posibles. Porque, por más que quisiera racionalizar la situación, tomar las riendas del juego de una forma más calculadora, simplemente no podía. Le piel de Nagisa era suave. Blanca. Casi tierna, como la de un niño pequeño. Lo tentaba. Quería morderlo ahí donde se veía más suave, en su cuello, incluso el tono rosáceo de sus labios, arrancárselo, devorarlo para después volverle a dar forma con sus labios... “Este no soy yo”, se dijo Rei a sí mismo, ¿pero quién era él en realidad?

Detuvo sus caricias y sus besos, escondió su rostro en el huequito entre el hombro y el cuello de Nagisa. Olía bien y estaba caliente.

—¿Reí?

Los abrazó con fuerza. Con tanta fuerza que sus brazos pronto se rindieron. Con tanta fuerza que incluso su mandíbula dolía. Todo su cuerpo se había reducido a eso: una fuerza desconocida que lo guiaba, a veces lo manipulaba, pero que sobre todo luchaba por fundirse con él y formar ese todo que constituía su ser. El ser que ni él mismo había tenido la paciencia de estudiar y comprender.

—Te quiero, Nagisa.

Una calidez extrañamente reconfortante desplazó por un momento, y sólo por un momento, la excitación que ya se había adueñado del cuerpo de Nagisa. Sus mejillas casi afiebradas se calentaron incluso más, al tiempo que trataba que el calor que envolvía su pecho se disipara. No es que no le gustara sentirse así, era que la sensación lo paralizaba. Todavía no le había devuelto el abrazo a Rei, ese abrazo tan doloroso e inquietante; y mucho menos había respondido. Su voz había desaparecido. Estaba... no, apenado no, era diferente.

Rei encontró raro el que Nagisa todavía no le hubiera respondido de ninguna manera. Se separó de él un poco, lo quedó viendo, se perdió un minuto en sus ojos, en sus labios, en su nariz respingona... y entonces Nagisa reaccionó. Se abalanzó sobre él y lo abrazó bruscamente. Y así ya no era Rei quien se encontraba encima de Nagisa. Los papeles se habían invertido.

Sentado ahora a horcajadas sobre Rei, Negisa seguía sin pronunciar palabra. Rei lo veía, estaba cómodo, no había nada que temer.

—Me alegro de haberte conocido, Rei —habló Nagisa al fin.

—Me alegro que hayas insistido tanto para que yo ingresara en el equipo.

—Y todo porque tenemos nombres de chicas.

Rei sonrió.

—Y todo porque eres endemoniadamente insistente.

Nagisa sonrió.

—Y todo porque... porque sí, y ya.

—Y ya...

Rei se levantó para alcanzar los labios de Nagisa. Le gustaba besarlo y que Nagisa lo besara de vuelta. Y tocarlo, y que Nagisa lo tocara. O algo tan simple como verlo y ser visto. Jamás imaginó que llegaría sentirse así, con tan poco control sobre sí mismo. Pero no todo era leyes y fórmulas físicas, a veces sólo era un incómodo revoloteo en el estómago, o unas manos inquietas, a veces sólo era un chico bullicioso e insistente que no te sacabas de encima de ninguna manera. A veces las cosas sólo eran y ya.



***

Haru no se sentía intimidado ni temeroso, no podía definirlo, pero no se sentía mal. Recordó de pronto todas las veces que había competido con Rin, pero el Rin que tenía en frente no se parecía en nada al Rin que tanto había querido. Makoto tenía razón: esta era la prueba definitiva.

El árbol que de niños había atestiguado no sólo su compañerismo sino también su amistad nuevamente estaba presente. En medio de ambos, como referí, como confidente, como amigo. El viento sopló levemente y sus ramas se mecieron. Haru levantó la vista y vio las hojas bailar de un lado a otro, pacíficas. Cerró los ojos y suspiró.

—Creo haberte dicho que no volveré a competir contigo.

—No he venido para eso.

Rin chasqueó los dientes, luego torció los labios, desvió su mirada. Por dentro temblaba, temía. Haru siempre le había hecho y le hacía sentir tantas cosas, que se reprendía a sí mismo por jamás haber sido capaz de manejarse cerca de él. Haru no era la fuente primaria de sus frustraciones, y sin embargo, era el único en quién podía liberarlas. No era justo, pero él más que nadie sabía que el mundo jamás lo es. “Por poco te gané, entreno el doble, no, el triple que tú, y aun así...”

—No tengo todo el tiempo del mundo.

—No sé si deba disculparme —dijo Haru —. Dime, Rin, ¿debo hacerlo?

—¡Já! —bufó el otro cruzándose de brazos —. ¿De qué demonios estás hablando?

Haru no dijo nada por un momento, trataba de ordenar sus pensamientos dentro de su cabeza. No lo había pensado mucho porque en realidad esa no era su manera de hacer las cosas, pero la verdad era que no entendía del todo todo el asunto de la rivalidad de Rin.

—Me afectó —continuó Haru —, cuando me dijiste que no volverías a nadar conmigo... Recordé de pronto lo mucho que insististe para que participáramos en el relevo cuando éramos pequeños... Pero ya no estamos pequeños y tú ya no eres ese Rin.

Rin permaneció en silencio. Las líneas de su rostro ya no podían disimular la incomodidad que sentía por dentro, pero en lugar de arrepentirse se encolerizó más. Por supuesto sabía que ya no era el niño que solía ser, ¿cómo podía ser Haru tan denso para apenas notarlo? Ese era el problema con Haru, estaba demasiado encerrado en sí mismo para ver más allá de su propia nariz.

—Eres molesto —bufó Rin.

— ¿Me dirás qué te pasa, Rin?

—No me pasa nada —volvió a bufar, cuando se encontraba con Haru no hacía otra cosa.

—Rin...

— ¡Qué no me pasa nada! —estalló, y lo gritó con tanta furia que sintió como si el aire se le escapara por completo.

—Jamás comprenderé si no me lo dices, Rin.

— ¿Y desde cuándo me interesa que me comprendas? No te creas tanto, Haru. No eres nadie.

Haru pensó que, en otros tiempos, en otras circunstancias, las palabras de Rin lo habrían lastimado, y no es que no lo hubieran hecho, pero la opresión en su pecho ya no era la misma. No sintió que el mundo se le viniese encima o que el aire comenzara a desaparecer. Su respiración estaba un poco agitada y sentía calor, estaba sudando, incluso su corazón latía con un poco más de fuerza, pero... “pero no es como si no pudiera sobrellevarlo”.

—Sé que a veces parece como si las personas no me importaran... No, lo que quiero decir es que jamás fue mi intención lastimarte y... Sigo sin comprender pero...

— ¡Te dije que no te creas tanto! —gritó Rin —. Puede que la constante presencia de Makoto y Nagisa te haya hecho olvidar que el mundo no gira al rededor de ti. ¡Mi mundo no gira al rededor tuyo, Haru!

—Pero tú...

—Sólo eras un escalón más en mi camino, Haru. Una prueba inconclusa. Una tarea que realizar. Y ya te superé, puedo seguir avanzando. Y yo no tengo la costumbre de ver atrás.

—Comprendo.

No dijo más nada, no sabía qué decir y no quería seguir dándole vueltas al asunto. Rin era un inconstante y un mentiroso. Si no tenía esa costumbre, ¿entonces por qué se empecinó tanto en derrotarlo al punto de humillarlo con su celebración? Haru no comprendía, pero si Rin decía que él ya no tenía que ver con él, entonces no había razón en que siguiera quebrándose la cabeza.

Se despidió de Rin educadamente, soltó, aunque con dificultad, unas cuantas palabras de aliento. No se sentía del todo bien, pero al menos había enfrentado la situación, no se había quedado estático esperando que la corriente lo arrastrara, había hecho algo, y eso valía mucho. Se reconfortó pensando en Makoto, en como éste lo estaría esperando sentado, jugueteando con algún minino encontrado en la calle... Haru hizo una pequeña reverencia, miró a Rin un último momento y se marchó. Rin había significado tanto para él, pero ya era momento de seguir avanzando.

Makoto lo estaba esperando justo en las gradas que dirigían a su hogar. Jugueteaba, tal cómo lo había imaginado, con un pequeño gatito, y Haru no supo descifrar quién se veía más adorable en ese momento... aunque seguramente el gatito amaba la caballa. Ese era un determinante punto a favor.

Okaeri, Haru —los recibió Makoto con una sonrisa.

Tadaima, Makoto.

Haru se sentó al lado de Makoto, se dedicó a ver cómo su amigo acariciaba al minino. Las manos de Makoto tan grandes, rudas y dulces al mismo tiempo.

—Makoto...

— ¿Sí, Haru?

—Estoy bien.

—Lo supe desde que te vi, Haru.

Haru se dejó ir, ya menos abrumado pero igualmente afectado por el encuentro con Rin, dejó que su cuerpo descansara contra la amplia espalda de Makoto. Makoto siempre había estado ahí para él.

Pensó entonces en Nagisa, en lo bullicioso que era pero cómo incluso así no era capaz de reprocharle nada, siempre parecía ser débil cuando se trataba de él. Pensó también en Rei, en como poco a poco se había hecho parte del grupo. Ese era el equipo. Habría sido mejor si Rin estuviera con ellos, pero Rin, silencioso, tosco, rudo, pero sobre todo, incomprensible, ya había fijado su vista en una nueva meta, con un estilo de vida muy diferente al que compartía con sus amigos. Pensar en esto hizo que, sin darse cuenta, algo se abriera en su interior, como si los misterios de toda una vida de pronto fuesen revelados.

—Creo que me gustaba Rin —susurró, sus labios casi rozando la camisa de Makoto.

—Eres lento, Haru —lo reprendió el otro. Haru sintió contra sus mejillas el cálido vibrar de la voz de Makoto.

—Es extraño —continuó Haru. Se apartó de Makoto y llevó la mano hasta su pecho, en donde su corazón latía con calma.

Jamás los había comparado hasta ahora. Al estar más cercanos en edad, durante su infancia, Rin y Makoto representaron para él la amistad tal y cómo se suponía debía ser: cariñosa y sincera, intensa y competitiva. Por un lado el mar, violento e indomable; por el otro, un enorme lago, sereno, sobre el cual las nubes son bocetos que se cortan con el rozar del viento. La incomprensible vastedad del primero, la eterna quietud del segundo. Rin y Makoto eran así. Y pudiera ser que las personas siempre se decidieran por lo más grande, por lo más intenso; pero él, su estilo de vida, su forma de pensar...

— ¿Makoto?

— ¿Dime, Haru?

—Mmm. No es nada —masculló —. Tengo hambre. Prepararé caballa, ¿quieres comer?

—Me encantaría, Haru.



***

Kou estaba, por decir poco, desconcertada. De pronto la dinámica del grupo había cambiado por completo. La incomodidad de los días anteriores se había desvanecido.

A Nagisa y a Rei los envolvía un aire de confidencialidad que más que extraño resultaba inexplicable. Por supuesto Nagisa seguía divirtiéndose a costa de Rei pero, ¿acaso Rei no se mostraba menos molesto y más cooperativo? Como si de repente hubiera aceptado la personalidad de Nagisa, consciente del hecho de que jamás dejaría de ser su conejillo de indias y por lo tanto lo mejor era divertirse para no pasarse la vida molesto.

Estaban más “físicos” de lo normal. De Nagisa era algo común, como siempre, tirándose a los hombros de los demás, incluso nalgueándolos como parte de un tipo de ritual masculino presente en todos los deportes. “Si lo hace todo el mundo por algo ha de ser”, argumentó en una ocasión en la que se propasó en el jugueteo con Rei. Pero ahora, cada vez que Nagisa se le tiraba a Rei o dentro de la piscina se aferraba a su brazo o simplemente bromeaba mientras intentaba sumergirlo del todo, Rei no hacía más que cooperar y reír, e incluso devolvía el ataque siempre que podía. Estaban más amistosos de lo normal, y como siempre, en Nagisa era algo habitual pero en Rei, en los demás...

¿Esa sonrisa se había dibujado en el rostro de Haru? Y Makoto parecía más... ¿feliz? ¿Acaso era posible? Había una sutil distancia entre ellos, lo había notado desde días anteriores, pero ahora ese distanciamiento parecía estar impregnado de cierta complicidad. “¿Qué estarán tramando?” Recordó que había recibido un mensaje de texto por parte de su hermano, preguntando si había algo extraño con Haru. Y ciertamente lo había, el comportamiento de Haru era un tanto más amigable, pero eso no era para nada malo, y su hermano se lo había insinuado de tal manera. Tendría que contestarle que no, que sí había algo raro con Haru pero ese raro no podía definirse como algo negativo. No sabía qué tipo de respuesta esperaba Rin, pero por alguna razón pensó que no le gustaría.

Terminarán volviéndome loca” se dijo Kou a sí misma. Tomó el cronómetro que pendía de su cuello y luego vio sus notas. Estaban mejorando. Sonó el silbato anunciando que el tiempo de descanso había terminado. Los chicos, al escucharlo, dejaron lo que estaban haciendo y se dirigieron a ella.

Kou no mencionó ni una de las cosas que había observado en el grupo por temor a estropear la dinámica. Y después de asignarles los ejercicios que faltaban por realizar, los dejó a sus anchas. Lo que fuera que estuviera sucediendo estaba bien, al menos por el momento.

 
Notas finales:

Y... ¿qué tal? ¿Les gustó? ¿No les provocó diabetes? ¿Se empalagaron? jajajajajaj

El capi lo subí como desde el viernes a mi blog pero olvidé actualizar aquí entre expos y lecturas obligatorias se me va la vida... Oh, vacaciones, tan cerca y tan lejos XD

Los comentarios siempre son bienvenidos. 

Ah, y como dije al inicio, falta un extra para así completar el fanfic. No soy de fanfic así que no tiendo a prolongarlos, pero igual agradezco el que hayan leído este. Soy feliz :)

Cuidense mucho. Hasta pronto :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).