De improviso, sintió una respiración lenta pero pausada cerca de su cuello. Al girarse, casi se llevo un infarto al toparse de frente con el rostro del rubio a unos cuantos centímetros del suyo, sin lograr entender cuando ni como había logrado llegar a su lado sin que lo hubiese notado.
Inevitablemente, al cruzar sus miradas, se vio en una especie de trance, hipnotizado por su rostro pero, por sobre todo, sus brillantes ojos carmesí tan diferentes a sus orbes de color azul cielo habitual…
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Sin poder resistir más, el peli verde corto la distancia que les separaba y unió suavemente sus labios con los del contrario, en un tosco pero delicado beso. Cientos de emociones y sensaciones explotaron en su pecho con ese simple contacto, que con cada roce su cuerpo exigía aun mas, pidiéndole a gritos tocar esa piel tan blanca y marcarla como suya.
Era delicioso, simplemente un cumulo de sensaciones desencadenadas, sensaciones que ni siquiera el mismo sabia que existían… y todo por el cocinero del barco…
Y quizás ahí fue, mientras devoraba los labios del rubio, cuando se dio cuenta de sus verdaderos sentimientos que, por tanto tiempo, había negado y ocultado de los demás y de sí mismo. Porque necesitaba a Sanji casi o aun mas que respirar, la adicción que habían desencadenado aquel sabor tan delicioso y exquisito de sus labios de fumador que se había convertido prácticamente en su esclavo.
¿Y que si era un hombre? ¿Y que si era el mayor mujeriego de todo el Grand Line?
Ya le daban igual aquellos motivos tan ridículos, todo lo que le importaba en aquellos momentos era seguir disfrutando de aquel primer beso que, por muchos años, guardaría como tesoro en su memoria. Ya luego verían como arreglar sus diferencias, ya luego podrían ver qué hacer con las posibles burlas de sus nakama y de todo aquel que se enterase de su relación. Solo quería disfrutar aquel momento tanto como fuese posible…
Sabía que nunca más volvería a ocultar sus sentimientos, a poner en duda lo que su corazón le dictaba solo por hacerle caso a su cabeza. Lucharía porque el cocinero le aceptase, no podría soportar un segundo más alejado de él, de su calor y de sus besos…
Lentamente el beso, que en un inicio había sido suave y delicado, había acabado por convertirse en apasionado y fogoso. Un quejido broto de los labios de Zoro luego de sentir una ligera mordedura por parte de Sanji quien, aprovechando la oportunidad, había recogido sin demora el fino rio de sangre que corría por su barbilla con la lengua, relamiendo su sabor sin apartar de él sus hipnotizantes ojos carmesí.
El espadachín se perdió una vez más en aquellos preciosos orbes, hasta que su vista se topo con un detalle en el que no había reparado antes. Intentaba convencerse de lo que veía era real, pero era totalmente irrefutable que, de los labios de Sanji, sobresalían unos afilados colmillos teñidos de sus propios restos de sangre…delatando la naturaleza del chico que se encontraba a su lado…
Ahora todo encajaba a la perfección, sobretodo su rapidez y aquellos ojos…
No sabía si sentir miedo por su descubrimiento, quizás curiosidad por saber como Sanji había logrado mantener ese secreto intacto por tanto tiempo. No sabía si salir huyendo quedarse a su lado, pro le extraña mirada que le dirigió el rubio cocinero logro darle la respuesta necesaria.
Le veía intrigado y algo asustado, esperando un poco a la defensiva una respuesta o acción de parte del peli verde. Ahora lo entendía, ahora entendía lo que el rubio había hecho…le había confesado el mayor de sus secretos, con mucha valentía y confianza, esperando no sin cierta esperanza las siguientes palabras del espadachín…porque Sanji tenía el anhelo de que Zoro le aceptase, sus sentimientos y su condición, aferrándose aquella idea con una mano en el corazón, mostrándole que sus sentimientos eran verdaderos como no lo habían sido con ninguna chica en su pasado…
…porque desde que se había convertido en lo que era ya nadie le trataba como un igual, solo tenía desprecio y odio, era tratado como un monstruo pero…tenia la corazonada de que el peli verde era diferente, de que algo esta vez podría cambiar…
Enternecido hasta lo más profundo de su corazón, el espadachín le abrazo firmemente por sus caderas, obligándole a apoyar su dorada cabellera en su musculoso pecho mientras acariciaba tierna y rítmicamente su delgada espalda.
-quédate conmigo…-susurro Zoro a modo de respuesta, sonriéndole abiertamente al atónito rubio que no acababa de creer sus palabras…-
Tsusuku (o tal vez no xD)