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La Diosa Athena debe de estar loca por Marbius

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3.- La casa de Virgo tiene un guardián que…




Fue cuestión de segundos. Un ramalazo de calor, el golpe eléctrico de una descarga y luego una ventisca fría que los recorrió de pies a cabeza. Sin soltar la mano de su gemelo, Tom precisó el segundo exacto en que sus pies volvieron a tocar el suelo y abrió los ojos de golpe, convencido de que acababan de pasar por una experiencia sobrenatural de algún tipo, si es que no un viaje tipo ciencia ficción en el que sus moléculas se habían desintegrado para reaparecer en otro sitio del universo.
Cualquiera que fuera, no cambiaba el hecho irrevocable de que habían sido teletransportados sin esfuerzo aparente por un hombre sin cejas y vestido como si tal cosa con una armadura de oro.
—¿Está bien todos? —Preguntó David, al tiempo que se llevaba las manos al pecho y se palpaba en búsqueda de algún miembro faltante—. ¿Enteros? ¿Todos completos? Cuenten dedos en los pies si es necesario.
—Woah, ¿qué fue eso? —Exclamó Bill mesándose el cabello—. ¿De verdad pasó lo que creo que pasó?
—Define tus impresiones, yo me siento agotado —se arrodilló Gustav y apoyó las palmas sobre el suelo de mármol—. No estoy hecho para este tipo de esfuerzo.
Frente a ellos, una nueva construcción se alzaba imponente a la vista. Similar a la primera casa, la edificación (que ellos esperaban fuera la guarida del sexto guardián, y por ende su parada final) estaba construida de piedra marmórea y decorada en columnas al estilo griego. La única diferencia estribaba en la presencia de dos esculturas de piedra que asemejaban al Buda procedente de la India y que coronaban la fachada a la espera de cualquier individuo que quisiera cruzar por ahí.
—Supongo que llegamos a nuestro destino… No sé cómo, y tampoco quiero averiguarlo, pero henos aquí de una vez por todas —suspiró David.
—Hasta aquí los acompaño, mi trabajo ha terminado —se despidió Tatsumi del grupo, enfilando en dirección contraria antes de que los gemelos, Gustav o David pudieran impedírselo.
—Vaya con su espíritu de servicio… —Murmuró Tom.
—Olvídalo —lo instó su gemelo—. Ya estamos aquí. No lo necesitamos.
—En marcha pues, porque quiero estar de regresa antes de que baje el sol, y no creo que tengamos la misma suerte que antes cuando se trate de bajar escaleras —les recordó Gustav, subiendo los últimos peldaños que los llevarían a su destino—. ¡Hola! ¿Hay alguien aquí? —Llamó al interior del templo.
—No tienes que ser tan formal —se burló Tom al pasar por su lado y poner el primer pie dentro de la construcción; al instante, se paralizó—. ¿Qué demon-…?
—Es una gran descortesía invadir un espacio que no les pertenece, ¿no lo creen así? —Preguntó una voz que parecía proceder de todas direcciones al mismo tiempo—. Digan su nombre y qué hacen aquí ahora mismo.
—Disculpe la omisión —dijo David hablando lo más alto posible, si acaso porque no estaba seguro de a quién se dirigía—, estamos aquí por órdenes de Saori Kido. Ella nos pidió asistir al sexto templo del Santuario. Buscamos al…
—Guardián —suplió Bill la palabra faltante.
—Eso, buscamos al guardián de la casa. ¿No sabrá ustedes si se encuentra aquí o volvemos más tarde? No queremos causar molestias. Podríamos pedir una cita para otra ocasión.
—Venimos a una audición para la armadura de Virgo, ¿sabe? —Agregó el baterista—. En lo personal, creo que ha habido un error tremendo, pero usted sabe, papelería y burocracia. Yo preferiría haberme quedado con el señor Mu, pero-…
—¿Así que conocieron a Mu? —Preguntó la voz un tanto divertida—. ¿Fue él quien los envió conmigo?
—Sí —afirmó Tom, aún petrificado en la postura de antes—. Siento mucho si entramos como si nada, pero todo esto es tan nuevo para nosotros como para usted.
—Está bien, puede pasar —concedió la voz, y al instante se vio Tom libre del hechizo que parecía tenerlo inmóvil.
—Tomi, tengo miedo… —Susurró Bill, tomando la mano de su gemelo y juntos encabezando la marcha que se adentraba dentro de la casa de Virgo.
Sin admitirlo porque entonces sí que rompería a llorar, Tom tragó saliva. …l también tenía miedo. Lo que había dado inicio como una enorme equivocación, de pronto parecía haber cobrado un cariz terrorífico.
—No te preocupes, no va a pasar nada —le prometió a Bill, pese a que su sexto sentido lo decía lo contrario.
Tom aprendería cuál era la verdadera importancia de las intuiciones…

—Espere, ¿de verdad? —Abrió Georg grande la boca, incrédulo de las leyendas con las que Mu lo estaba deleitando—. ¿Y dice que ese tal dios Hades viene cada tanto siglos a armar una guerra final que siempre termina perdiendo?
Mu soltó una risita poco propia de él. —Algo así.
Georg sopesó un par de segundos sus palabras antes de volver a hablar. —Entonces ser Caballero de Athena no es cualquier trabajo, ¿no? ¿Es como pertenecer a la Guardia Real de la Reina de Inglaterra, o me equivoco?
—Similar. Nuestra prioridad es Athena, pero también el bienestar de la humanidad, y Hades no es nuestro único enemigo a luchar, pero básicamente, sí, en eso consiste nuestro trabajo.
—Wow… —Asintió Georg—. Creo que jamás podría dedicar mi vida a eso. No me malentienda —se apresuró a explicarse—, debe ser muy noble llevar una vida tan avocada a la protección del mundo, pero me sigue gustando más esto de ser rockstar. Viajar por el mundo, conocer gente nueva, todo eso. Digo, ¿tienen al menos electricidad en estos templos?
El guardián de la primera casa dejó salir una sonora carcajada. —Lo admito, no siempre tuve que bajar al pueblo a pagar mi recibo de electricidad como cualquier persona, pero desde la reencarnación de la nueva Athena hemos modernizado un poco las doce casas. La semana pasada incluso, adquirí por consejo de un amigo, un televisor de pantalla plana en el que me gusta ver los canales de cocina cuando tengo tiempo libre.
—La recepción del satélite debe ser genial por la altura —observó Georg—. Pero sigue sin parecerme del todo una razón de peso para vivir aquí.
—La armadura de Aries se vería bien en ti —le dijo Mu, y fue el turno de Georg en reírse hasta que le dolió el estómago.
—No lo creo. El dorado no es mi color, creo que me veo mejor de plata por eso del verde en mis ojos. O al menos eso me han dicho.
—También hay guardianes de plata que protege a Athena…
—Ya, pero no sé si podría soportar la armadura en los días de verano. O en invierno, ya que estamos… Tengo piel sensible y por eso no llevo ninguna perforación. El metal y yo sólo no nos llevamos, pero gracias por considerarme.
Callados en un silencio que no tenía nada de incómodo, Mu y Georg viraron al mismo tiempo la cabeza en dirección hacia donde la casa de Virgo se encontraba.
—Shaka les ha permitido la entrada a su templo —anunció el guardián de la primera casa—, y se va a llevar una sorpresa mayúscula cuando conozca a tus amigos.
—Seh… —Sonrió Georg para sí—. Pueden ser de lo más… impertinentes sin siquiera proponérselo. Al menos en el caso de los gemelos, porque Gustav es el típico Virgo respetuoso y quisquilloso por mantener las formalidades al límite.
—¿Gemelos dices? —Se sorprendió Mu, una línea de tensión apareciendo en el centro de su frente—. ¿A quienes te refieres?
—Oh, es cierto —se golpeó Georg la mano contra la frente—. Aunque no lo parezcan, Tom y Bill son gemelos idénticos. Tom es mayor por diez minutos, pero no lo menciones porque jamás te harán olvidar lo especial de su lazo.
—Pero su apariencia… No lo habría adivinado nunca…
—Es porque se empeñan en ser diferentes, pero al final del día sólo son la copia al carbón del otro. Debajo de los piercings, los tatuajes, el maquillaje y el tinte barato para el cabello, sin idénticos e imposibles de distinguir entre sí.
—No suena a la pareja habitual de gemelos…
—Bueno, ellos nunca fueron lo que se dice ‘normales’ —se encogió Georg de hombros—. La verdad es que son la única pareja de gemelos que he conocido en la vida, no estoy seguro que es lo normal para ellos.
—Mmm, lo cierto es que yo también sólo conozco a un par… Pero es un par de gemelos que… En fin… Cada pareja debe ser diferente.
Georg se frotó la barbilla. —Es cierto, ¿qué ocurriría si uno de ellos gana la armadura de Virgo? ¿Qué pasa con el otro? ¿O la comparten días alternados? ¿Un sorteo, tal vez?
Mu suspiró. —Es una pregunta con una respuesta interesante.
—Quizá pudieran ir a Géminis, ¿no? —Propuso Georg sin tomar en cuenta la mirada sombría de Mu—. ¿Ahí tienen dos armaduras?
El guardián de la primera casa murmuró un par de frases apresuradas. —Mejor no entrar en detalles. Es la primera vez que sé de un par de gemelos que no sean Géminis y que compitan por otra armadura diferente a la que por derecho les corresponde.
—Tanto así que competir… Estoy seguro que van a declinar ‘el gran honor’ —marcó en el aire las comillas— y regresar antes de que baje el sol. Gustav no tenía mucho interés desde el inicio, y lo que son Bill y Tom, bueno… Ellos menos.
—Eso espero —susurró Mu, tan enigmático que Georg no se atrevió a indagar más. En su lugar, dirigió la vista a la tercera casa del Santuario y se preguntó qué clase de guardianes habría ahí.
Gemelos… ¿Acaso otra de las rarezas de Tom y Bill era haber nacido bajo el signo zodiacal equivocado? Si eso los descartaba como candidatos a la armadura de Virgo, Georg no quería pensar en Gustav como próximo caballero de la sexta casa. ¿Qué clase de locura sería ésa? El bajista no pensaba dejar a su novio, amigo y compañero de banda en Grecia sólo porque de la nada lo habían elegido para cuidar de Athena y la humanidad.
Apartándolo de sus pensamientos, un haz de luz que emanó desde la casa de Virgo y se dirigió a la de Géminis hizo que Mu y él se pusieran de pie y contemplaran asombrados lo que parecía un nuevo viaje.
—Shaka envió a tus amigos a Géminis, tal y como me lo temía.
—¿Eso es malo? —Preguntó Georg, temiendo por la integridad de Bill y Tom.
Mu volvió a suspirar. —Seré honesto: No lo sé.
—¿Cómo es el guardián de géminis?
Los guardianes —enfatizó Mu—, son dos. Gemelos, por supuesto, y son… Un par de lo más interesante. Una pareja única en más de un sentido…
—También Bill y Tom.
—Entonces lo mejor será esperar —dictaminó Mu—. Shaka ha tomado su decisión, y ahora dependerá de tu amigo Gustav para demostrar su valía como futuro guardián.
Anhelante, Georg miró en dirección a la casa de Virgo, y en su fuero interno, pidió porque Gustav regresara a su lado sano y salvo.

Sobrepasada la sorpresa de encontrarse cara a cara con el guardián de Virgo (todos entendieron claramente por qué Tatsumi tenía envidia de su cabello) y de que éste les explicara su razón para mantener los ojos cerrados, llegó el momento de entrar en materia y solucionar la cuestión que los tenía ahí.
—Ustedes dos de ahí… son gemelos —apuntó Shaka a Bill a Tom con la mano que llevaba envuelta por un rosario—, no son candidatos para la armadura de Virgo.
—Eso pude deducirlo desde las escaleras —masculló Tom a causa del dolor que le causaba el flato.
—¡Silencio! ¿Es que acaso querían engañarme? —Cuestionó Shaka sus intenciones para presentarse en su templo como candidatos a los ropajes sagrados—. Sólo hay una armadura en este Santuario que permitiría ser compartida por la naturaleza de su signo.
—No sé si compartir sea buena idea… —Apuntó Tom.
—Seh, tenemos gustos muy diferentes al vestir —agregó Bill—. ¿No podríamos sólo usar la mitad? ¿Tomi la pechera y yo la faldita?
La tensión en el aire creció, y alrededor de la figura de Shaka se empezaron a formar chispas de color dorado que centelleaban en fogonazos de luz hasta desaparecer al caer en contacto con su reluciente armadura.
—Tendrá que disculpar a mis amigos, ellos no saben cuándo callarse la maldita boca —se apresuró Gustav a justificar la impertinencia innata de los gemelos—. Nosotros entendemos que haber sido convocados al Santuario es un gran honor, pero preferiríamos retirarnos.
—Sí, no nos gustaría hacerle perder su tiempo —intervino su manager—. No se moleste, nosotros sabemos dónde se encuentra la salida y-…
—No —dijo Shaka—, ustedes tres irán a la casa que les corresponde…
David y los gemelos compartieron una mirada de aprehensión.
—En cuanto a ti… —Giró Shaka la cabeza en dirección a Gustav y el baterista se sintió paralizado en la postura que se encontraba—. Tú tendrás que demostrar las cualidades de un nacido bajo el signo de Virgo y probar que la armadura es tuya por derecho propio.
—Pero es que yo no la quiero… —Musitó Gustav antes de salir expelido por la fuerza varios metros hacia atrás.
Incorporándose a medias, Gustav apreció que el lugar donde antes se encontraban sus compañeros de banda y manager se encontraba ahora completamente vacío. Nada, ni un rastro de ellos.
—¿Pero qué…?
—Ahora… —Abrió Shaka los ojos, revelando un intenso color azul que parecía barrer todo a su alrededor—, que la prueba dé comienzo.

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Notas finales: Insisto que mi género es el humor, disfruto mucho incluir de ese tipo de crack donde el lector/a piensa en la falta de sanidad de la autora.
Graxie por leer. B&B~!

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