Ruka Hatake
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No te extraño
Realmente no lo extrañaba; la mayoría de los días pasaba su vida sobreviviendo a la misma rutina diaria de matar monstruos de una ciudad a otra. La misma cosa antes de conocerlo, de saber que existían ángeles o de que el podía enamorarse de uno; una sola vez de verdad y para toda la vida por muy cursi que sonara.
Así que no, no lo extrañaba.
Era solo que había momentos en que los recuerdos se amotinaban dentro y fuera de su cabeza, y todo su cuerpo se estremecía recordando la esencia del ángel que aún le perseguía como un tatuaje. Le golpeaba de tal manera que su sangre hervía de coraje y le odiaba por haberlo dejado tirado en el camino como siempre sin siquiera despedirse; sin promesas a las cuales sujetarse.
No, no le extrañaba.
Simplemente que la esperanza secreta de un nuevo milagro se asomaba a cada vuelta de carretera, en cada habitación de motel a la que llegaba o se marchaba. Porque el reencuentro siempre era una posibilidad entre ellos, un nuevo hola en medio de la batalla o del descanso; incluso dentro de los sueños donde ahora le rehuía.
Así que nuevamente lo afirmaba, no, no lo extrañaba.
Porque aceptar que lo hacia sería también aceptar el hecho de que no regresaría, que esta vez no habría continuación para algo que carecía incluso de un comienzo como lo era aquel amor.
Ruka Hatake
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Pastel
Cuando Dean le había llamado imagino que sería como de costumbre para alguna consulta sobre algún ser que estaban casando, que les ayudara a encontrar algo; curar heridas de gravedado que redujeran su movimiento por un periodo largo; en realidad imagino muchos panoramas totalmente diferentes a este.
Cuando llego a la vieja casa de Bobby, Dean se encontraba especialmente relajado y feliz con una botella de cerveza en la mano a medio tomar mientras las voces de Sam y Bobby se escuchaban desde la sala en leves murmullos de tonos alegres.
-Hola Dean.- Saludo dudoso esperando se tratara de alguna trampa u hechizo en los cazadores que los hiciera actuar extraño, tan felices.
-Hola Cas, pasa amigo.-
Dean fue hacia él llevando su mano hacia el hombro de Cas ha cercandolo en una mueca de cariño.
-¿Qué pasa Dean, para qué me llamaron?-
En vez de contestarle el cazador apretó el abrazo y acelero el paso hacia la sala aún con un poco de desconfianza del ángel, al llegar vio una mesa puesta con un enorme pastel en el centro con su sobrenombre. Dean lo soltó y fue rápido del otro lado de la mesa con su hermano y su casi padre adoptivo.
-Feliz cumpleaños Cas.- dijeron a coro.
-No entiendo Dean.-
-Veras Cas, hace poco fue el cumpleaños de Dean y bueno nosotros apenas nos celebramos, pero al menos nos acordamos y nos damos algo, una felicitación, entonces...-
-Es triste que no tengas un cumpleaños.- acorto Dean.- pudimos hacerlo en la fecha que me resucitaste pero falta mucho y quien sabe si estemos vivos, además parece un buen momento para festejar, relajarnos tu sabes tío, para comer pastel.-
-Gracias, yo... en realidad no se...-
-Bobby prende la vela.- interrumpió Sam- Y ven a apagarla, para que pidas un deseo. Es tradición y lo más común que debas hacer en un cumpleaños Cas.-
Nervioso y sin saber muy bien que hacer se acerco como Sam y Bobby le indicaban.
-Quizás sea bueno que pidas dejar de ser virgen Cas.- le dijo Dean en tono de burla.
-¡Dean!- amonesto el hermano mayor con el entrecejo fruncido.
Castiel sonrió mientras apagaba la vela pidiendo ese deseo con el añadido de que fuera precisamente Dean quien le ayudara a cumplirlo.