Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor contra promesa por Dragon no Shiryu

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, aquí esta la segunda parte, muchas gracias por leer, un beso, saludos!!! :)

Bajé la vista y sentí como un par de lágrimas corrían por mis mejillas, y me quedé un momento en el árbol, para asimilar lo que estaba a punto de suceder, iba a perder a Ryoga para siempre y a casarme con una persona que no amaba, dejé que el dolor me recorriera por completo y dejé que mis lágrimas corrieran silenciosas por mis mejillas hasta desaparecer, hasta que sentí que no podía llorar más y tuve que asimilar que Ryoga ya no estaría más en mi vida, ¿cómo podía haberme enamorado de el en una noche?, o tal vez no fué desde hacía una noche, sino mucho antes, y yo no tenía la menor idea. Me limpié el rostro lo mejor que pude y caminé directo a la escuela, aún estaba a tiempo, faltaba poco menos de media hora para entrar.

Iba a medio camino, completamente distraído y absorto en la noche anterior, que a pesar de causarme dolor, nunca me arrepentiría de haber tenido. Caminaba con las manos en los bolsillos mirando al frente, por encima de esa reja color verde, cuando escuché un débil sollozo que provenía detrás de un pequeño edificio. Esa voz me parecía demasiado conocida. Me bajé de la barda apresuradamente y llegué rápidamente al lugar de donde provenían esos sollozos, no podía dar crédito a lo que mis ojos veían.

-¿Akane?-

-¡Ranma!- ella pareció sobresaltarse, me miró tan sorprendida como yo a ella, jamás en mi vida la había visto llorar

-¿Qué pasa, Akane? ¿por qué lloras?-

Ella sólo bajó la vista

-Vete Ranma- a pesar de todo, era la primera vez que no me lo decía gritando, ni parecía molesta, sólo estaba avergonzada

-Me iré, pero dime primero qué te sucede-

-¡Nada! ¡te dije que te fueras!-

-Akane...- suspiré tratando de entender sus reacciones, pero era inútil, la única forma de comprender era que ella misma me explicara por qué estaba actuando así -escucha, no te entiendo... desde hace tres semanas que ya no peleo contigo para poder tener una plática normal, o al menos para que estemos tranquilos, ayer me dijiste que extrañabas pelear conmigo porque te dolía mi indiferencia, me golpeaste y desapareciste, después te metiste a mi recámara dispuesta a todo, y hoy...-

-¡Ya basta Ranma! ¡sé lo que hice!- me tomó por los hombros y me besó de sorpresa, tan de sorpresa que no pude corresponder, y tampoco sentí el deseo de hacerlo, sólo era con Ryoga con quien era capaz de dejarme llevar sentimentalmente, y ahora lo confirmaba, era por eso que ninguna chica, por linda que fuera, podía hacerme llenar el vacío que sólo él había llenado una noche antes, y que ahora, a pesar de sentir que tenía un hueco en el alma, podía al menos aferrarme a ese amor imposible, aunque doliera, y repetiría mil veces lo de la noche anterior, que sería el único recuerdo que llevaría de Ryoga para siempre. 

Cuando Akane terminó de besarme, suspiró con derrota y bajó la vista

-Es por eso que lloro, Ranma... anoche me di cuenta, a pesar de que me correspondiste, de que no sientes nada por mi-

-No Akane, eso no es cierto yo... yo te quiero...-

-No Ranma, no te equivoques, me quieres quizás como a una hermana o una amiga, pero no como mujer... no me amas como yo a ti-

Ya no cabía duda, era ella quien me lo había dicho, de sus labios había salido, y por mucho que me sorprendiera o me pareciera imposible, era verdad.

-¿Estás diciendo que...?-

-Si, Ranma...- suspiró -preferiría tener tu amor aunque no pudiéramos casarnos, que casarme contigo sabiendo que no me amas-

-Pero Akane...-

-Shhh... es mejor dejarlo así, y no trates de negarlo, porque yo misma lo he sentido, que no eres capaz de corresponderme- suspiró abatida y tomó su mochila -es mejor que nos vayamos o llegaremos tarde a clase-

-Akane lo siento mucho...-

-No digas más Ranma, yo sabía que tal vez amabas a otra chica... o quizás a nadie, pero siempre supe que tu amor no era para mi, y no puedo hacer nada al respecto, mas que evitar el tema- fueron sus últimas palabras y después se fué corriendo a la escuela. Yo sabía, por mi parte, que era mejor dejar las cosas como estaban, y que no hablara con ella en unos días, al menos en lo que su dolor se apaciguaba. Me sentía culpable, culpable por no poder corresponderla, pero no había nada que pudiera hacer al respecto, mi amor estaba con otra persona para siempre, aunque nadie en este mundo debía saberlo jamás.

Llegamos a tiempo a la escuela, ella llego unos minutos antes que yo, y ahora tomábamos clases sin prestar mucha atención, ella sentada en la ventana que daba al patio trasero y yo en la ventana que daba a la entrada de la escuela.

Estaba mirando distraídamente hacia la calle, cuando de pronto me di cuenta de que había alguien ahí. Era Ryoga, estaba recargado en sus brazos, que a su vez estaban sobre la barda de la entrada, justo en la posición en la que había estado la noche anterior adentro de la tina. Suspiré un poco agitado, podía sentir cómo se encendía de nuevo una chispa dentro de mi solamente con mirarlo, sabía que mientras continuara cerca de él o viéndolo continuamente no iba a poder olvidarlo, pero algo en sus ojos me había dicho que no me buscaría más, quizás solo estaba despidiéndose de forma indirecta, pues seguramente no tenía la menor idea de que yo estaba observándolo desde mi salón. Y cuando enfoqué mejor pude ver su tristeza, estaba recargado mirando hacia ninguna parte, sentí que mi dolor se incrementaba, me dolía verlo sufrir, y peor aún que fuera por mi causa, compartíamos la misma pena, y fue cuando maldije más el hecho de que mi padre m hubiera comprometido a casarme con una persona sin siquiera conocerla antes, tan joven, sin siquiera darme cuenta de mis preferencias. En ése momento, él miró directamente hacia donde estaba yo, no sé como decirlo, era como si pudiera verme a pesar de la distancia y a través de los cristales de la escuela, lo cual me resultaba difícil de creer, pues la luz del exterior les daba de tal forma que se perdía toda visibilidad desde afuera, y ahora que estaba nublado y amenazaba lluvia, los vidrios se opacaban casi totalmente. Me sorprendí tanto que me hice un poco hacia atrás y me fui de espaldas con todo y silla. El profesor me miró contrariado, al igual que todos mis compañeros de clase. 

-Lo siento...- me disculpé avergonzado mientras me levantaba y levantaba mi silla -esque... estaba tratando de... enderezarme-

-¿Esta bien, Saotome?- preguntó el profesor y yo sólo asentí -si quiere puede ir a ver al doctor Tofu-

-No...- me apresuré a responder -estoy bien-

-Bien, entonces continuemos-

No quería salir, si lo hacía, seguramente Ryoga se escondería, o quizás se iría para siempre y ya no podría verlo, al menos quería observar su imagen a través de la ventana durante el resto del día, antes de que se fuera y no supiera cuándo volvería a verlo, quizá jamás.

Suspiré y miré de nuevo a la ventana, ahí seguía, mirando justamente a donde yo estaba, pensé que tal vez no estaba mirándome a mi, sino al aula, sabía en qué salón me tocaba clase.

Todo el día estuvo recargado en la barda, mirando hacia mi lugar, a mí me gustaba creer que podía verme a través de la ventana, pero no podía tener la certeza de eso, de cualquier forma, sabía que él estaba ahí por mi y eso era suficiente para tenerme un poco contento, aunque también me dolía ver su expresión triste y sin ánimo alguno. De vez en cuando, él miraba hacia otra parte, como si no pudiera soportar tanta tristeza de ver el lugar en el que estaba yo. Así transcurrieron el resto de las horas y finalmente llegó la hora de ir a casa. Cuando el profesor abrió las puertas del aula, pude ver a Ryoga esconderse detrás de la barda. Y justo en ése momento, empezó a llover. Yo llevaba paraguas, para no tener que mojarme y convertirme en una chica enfrente de toda la escuela, pero ¿y Ryoga?, esperaba que no se hubiera olvidado de llevar el suyo.

-¿Nos vamos Ranma?- me preguntó Akane con voz suave.

-Si...- íbamos bajo el mismo paraguas, salimos de la escuela rápidamente y entonces vi las ropas de Ryoga tiradas a un lado de la escuela. Todo iba de mal en peor, seguramente no se había movido de ese lugar por temor a ser descubierto y el agua, que ahora caía a torrentes, lo había mojado. Y confirmé mis sospechas cuando alcancé a ver al pobre "Pechan" tratando de refugiarse en un techo diminuto, y lo peor del caso fue que Akane también lo vio y salió corriendo para recogerlo. Me sentí aliviado en cierta forma, porque yo no hubiera permitido que Ryoga se mojara debajo de la lluvia ni un segundo más, pero ahora ¿qué sucedería? ¿qué pasaría si Ryoga decidía quedarse a vivir en la casa? o si Akane decidía mantenerlo, ¿cómo se suponía que iba a soportar eso? tener al hombre que amaba a unos cuantos pasos y sin poder hacer nada, seguramente sería la tentación más tortuosa que podía existir, si volvía a involucrarme con él como la noche anterior, difícilmente podría apartarme ahora de su lado.

Durante todo el camino, "Pechan" estuvo mirándome directo a los ojos, y yo a él. Incluso Akane parecía confundida de que el cerdito me hiciera más caso a mi que a ella.

-Akane... ¿me dejarías llevar a Pechan?- le pregunté sin dejar de mirar al cerdito.

-Ahh... claro, Ranma- tomé al animalito entre mis manos y lo abracé con mucho cariño. Akane se sorprendió por mi gesto, yo siempre me había quejado de tener que bañar a su mascota o de que estuviera tanto tiempo en casa, pero ahora esa mascota era lo que yo más quería en el mundo. Lo abracé y me quité el suéter negro que llevaba para envolverlo y protegerlo de la lluvia.

Llegamos a casa y Akane dijo que iría a bañar al cerdito con agua tibia. Yo me apresuré a decirle que era mejor que sólo lo secara, pero cuando "Pechan" estornudó, lo tomé en mis brazos y le dije que yo lo bañaría. Ella accedió y me metí al baño rápidamente, antes de que aquella criatura se enfermara.

-Ryoga...- murmuré al ver a ese hermoso muchacho de nuevo, desnudo frente a mi en la bañera.

-Ranma...- bajó la vista un poco apenado -te juro que no fue mi intención...-

-Lo sé... shhh- acaricié su cabello mientras con un cántaro mojaba su espalda descubierta y sus hombros.

-Te quiero- me dijo con una mirada tan triste que cualquiera diría que me lo decía en el lecho de muerte

-Y yo a ti, Ryoga, te quiero tanto- me acerqué a él y le di un beso muy suave -perdóname, pero no pude evitarlo... eres una debilidad para a mi-

El sonrió y dejó escapar una risa

-¿Y qué puedo decirle yo, joven Saotome? si estoy más enamorado de lo que puedo alcanzar a comprender... al menos pude verte una vez más, mañana me iré a otro lado-

-¿A dónde?- no pensé que la confirmación de su partida me doliera tanto, de una forma u otra yo ya lo veía venir.

-A China- me respondió y sacó su mano mojada para acariciar mi rostro -es mejor así, Ranma-

Yo le sonreí con tristeza también y nos besamos por última vez, según lo acordamos con nuestras miradas. En ese momento escuché pasos y me dirigí a cerrar la puerta.

-Ésta vez no hay escape, Ranma, es mejor que me convierta en Pechan- cuando volví el rostro, lo vi completamente desnudo frente a mi, se veía increíble, pero el gusto me duró poco, pues se había mojado con agua fría y rápidamente se convirtió en Pechan de nuevo. Lo sostuve entre mis brazos y lo sequé con una toalla, después, salí del baño rápidamente y Akane se acercó corriendo hasta mí

-¡Pechan!- exclamó al tiempo que lo abrazaba -ven, es hora de dormir... buenas noches Ranma- de nuevo noté la tristeza en su voz y en su mirada, la que me dirigió antes de darse media vuelta para irse a su recámara con "Pechan".

Esa noche no podía dormir, estaba dando vueltas en mi cama y recordando los sentimientos que se habían avivado en mi como el fuego, Ryoga, sólo con tenerlo cerca era capaz de despertar en mi sensaciones extrañas, y al día siguiente se iría a China y no volvería a verlo. Fue entonces cuando decidí plantearme una pregunta que sabía que el me haría, de tenerme enfrente ahora, ¿de verdad era tan importante una promesa? en especial una que no había sido mi elección. Ahora lo veía fácil porque él estaba cerca, porque no me había casado aún, ¿y cuando se fuera?, algo en mi interior me decía que no importaba si conocía a otros hombres, nadie me haría sentir como Ryoga, no me enamoraría de nadie nunca más, y aunque fuera así, viviría atado a una mujer que yo no amaba, por el resto de mi vida, con el único consuelo del recuerdo de un hombre, un muchacho que aún estaba ahí y que pronto ya no lo estaría, y entonces fue cuando me di cuenta, que una promesa era nada en comparación con el amor correspondido que sentía por él, tenía la suerte de que me amara tanto como yo, el resto dependía de mi, nadie dijo que no debíamos luchar por la felicidad.

Me escabullí en el cuarto de Akane un poco antes medianoche y tomé a "Pechan" entre mis brazos, dormía profundamente. Lo llevé a mi recámara y cerré con seguro, y atranqué la puerta con una silla, además. Acosté al cerdito en mi cama y con una tetera que tomé de la cocina, con agua tibia, mojé un poco al animalito, que en un instante se convirtió en el hombre que yo quería a mi lado, de nuevo estaba desnudo. 

Me desnudé también yo y muy despacio, lo abracé por la espalda, recostándome a su lado también, quería despertarlo sutilmente pero mis movimientos lo sobresaltaron. Abrió los ojos y miró hacia abajo, donde pudo contemplar su cuerpo humano abrazado por unas manos desconocidas, en ese instante, se volvió hacia mi.

-¿Ranma?-

-Perdóname Ryoga- murmuré a su oído y lo besé, sin reprimirme ni un segundo, importándome un comino lo que vendría después de mi decisión. Sé que lo sorprendí, pero en pocos segundos él estaba correspondiéndome de la misma forma, apasionadamente y con sus manos sobre mis hombros. En ese momento, se dio cuenta de que yo también estaba desnudo y se sonrojó, debo decir que mucho, y se veía mucho más atractivo de esa forma. Lo abracé por la cintura y en un movimiento lo hice quedar debajo de mi, ambos entrelazando nuestras piernas y profundizando el beso, cubriéndonos con innumerables caricias, respirando cada vez más agitados, se que jamás olvidaré cada detalle de esa noche. Sentí sus manos aferrarse a mi espalda y nuestros cuerpos despertaron casi al mismo tiempo yo rozaba su erección con la mía, de él se escapaban suaves gemidos inquietos y el sonrojo en su rostro aumentaba. Después de un rato, ya no pude aguantar más, y me separé de sus labios para besar su cuello y descender por su torso, mientras mis manos acariciaban los fuertes músculos de sus brazos. 

-Ranma...- escuchaba cómo repetía mi nombre entre gemidos y yo me sentía tan excitado que apenas pude contenerme. Finalmente, después de besar su torso y recorrer la parte interna de sus muslos, me detuve ante aquella zona que tanto deseaba desde el principio, que se levantaba con fuerza, delatando todo el placer que Ryoga deseaba sentir, y no quise hacerlo esperar más, suficiente tortura había sido el día de hoy para ambos, y estaba dispuesto a no hacerlo sufrir nunca más, sin importar qué clase de sufrimiento fuera, ésa posibilidad estaba completamente descartada, porque yo lo amaba. No podía creer lo que estaba haciendo, pero pronto me vi lamiendo aquella zona debajo de su cuerpo y deleitándome con los gemidos que Ryoga dejaba escapar de sus labios, se había cubierto el rostro con el brazo y estaba más sonrojado que nunca. Yo no pude esperar más para succionar con fuerza esa parte exquisita que me estaba volviendo loco. Lo escuché gemir con más fuerza y sentí cómo se arqueaba su espalda, me de cuenta de que Ryoga trataba de ser silencioso para que nadie se despertara, pero le costaba trabajo, y yo no le negué el permiso para que demostrara su placer de esa forma, porque no quería que fuera de otra manera.

-Ranma... ya no puedo, detente...- como respuesta a sus súplicas, en vez de detenerme continué con más fuerza y mis manos comenzaron a masajear el cálido bulto debajo de su hombría, hasta que sucedió lo inevitable y su cálida esencia llenó por completo mi boca. La bebí en un instante y luego regresé a sus labios, él respiraba agitado y estaba sonrojado por completo. Fuí paciente, decidí esperar a que se recobrara, mientras tanto, lo llené de besos en los labios y en el cuello, y comencé a juguetear con su oreja hasta que lo sentí reaccionar de nuevo debajo de mi cuerpo. Descendí de nuevo por su pecho, mientras dos de mis dedos aterrizaban en su boca, él sabía lo que vendría así que los lamió dedicadamente hasta que estuvieron completamente húmedos. 

Ambos dedos se dirigieron a su entrada y comenzaron a abrirse paso en aquella cavidad, vaya que era estrecha, podía escucharlo gemir débilmente por el dolor, pero continué un momento hasta que sentí que estaba completamente preparado para lo que venía, y que yo tanto deseaba, más que cualquier otra cosa en el mundo. Cuando llegó el momento me sentí aún más nervioso, pero no lo demostré. Le ayudé a darse la vuelta, así le dolería menos. Comencé a adentrarme poco a poco, él estaba recostado en la cama boca abajo y yo encima de él, lo penetré muy despacio, pero aún así escuchaba sus gemidos dolorosos que trataba de reprimir. Una vez dentro de él, esperé un momento a que se acostumbrara, lo veía arrugar la sábana con una mano y la almohada con otra. Sonreí un poco y comencé a moverme muy despacio en su interior, pude ver cómo mordía la almohada y fruncía el ceño, tratando de acostumbrarse a mi intromisión, sabía que le dolía pero no me dejaba detenerme, cada vez que lo hacía me lanzaba una mirada insistente para que continuara, y así lo hice, poco a poco lo sentí más relajado y  sus gemidos de dolor se convirtieron en gemidos de placer y de nuevo mordía la almohada pero para evitar que sus gritos apasionados se escucharan en toda la casa, estaba sonrojado de nuevo, y a pesar de la tela que mordía, yo era capaz de escuchar que gritaba mi nombre

-Ryoga...- gemí muy cerca de su oído y continué con los movimientos, hubiera podido seguir así toda la noche, era delicioso, me estaba apoderando de su cuerpo por completo y era exquisito en todo sentido, suspiraba y jadeaba por el placer y por los movimientos que tenía que hacer.

Llevábamos casi una hora en el vaivén, Ryoga me suplicaba ir cada vez más rápido, gemía mi nombre y me decía "te amo" cada que podía, y yo le respondía con las mismas palabras. Nuestro movimiento hacía que su entrepierna frotara contra la cama y de ésta manera el disfrutaba tanto como yo. Unos minutos más tarde sentí como me hinchaba de más en el interior de mi amante y sin previo aviso me corrí adentro de él de una manera tan increíble que solté un gemido placentero tan alto que me atemoricé de que se hubiera escuchado. Un momento después, Ryoga se corrió también en las sábanas, gimiendo casi tan fuerte como yo, pero el sonido de su voz era amortiguado por la almohada. Cuando me hube recuperado un poco, me levanté y lo vi aferrado a la almohada con las manos y con los dientes, todavía sonrojado y con los ojos cerrados con fuerza, respirando agitado, sabía que esa imagen, tan bella y sensual al mismo tiempo, no se borraría jamás de mi memoria.

Salí de su interior despacio y me acomodé a su lado. Era extraño, ambos nos quedamos mirando sin saber qué decir o qué hacer ahora, sólo nos sonreíamos. Yo acariciaba su cabello, apartando los mechones mojados de su frente, y fuí el primero en romper el silencio.

-Te amo Ryoga- le dije mirándolo directo a los ojos, me dedicó la más linda de sus sonrisas, estaba seguro de que lo amaba más de lo que pensé amar a alguien agún día -y... estuviste increíble- añadí un poco avergonzado de mis palabras. Él sólo sonrió y se sonrojó.

-Podría decirte lo mismo cien veces, Ranma- acercó su rostro al mío y pude notar un poco de inquietud en sus ojos, él tampoco podría alejarse de mi después de lo que habíamos hecho, y claro, irme de su lado ya no era mi intención, y aunque lo hubiera sido, no podía hacerlo, ya era muy tarde. Bajó un poco la vista y decidió de una vez preguntarme lo que tanto lo estaba atormentando  -no piensas abandonarme después de esto ¿verdad?-

Le sonreí con gentileza y acaricié su rostro.

-Claro que no Ryoga, seremos tu y yo-

-¿Entonces me dejarás hablar con la familia Tendo y con Saotome?-

-No, es mejor que ahora no lo sepan... vamonos a China en la madrugada, antes de que el sol salga-

El no parecía creer mis palabras, una encantadora sonrisa invadió su rostro y sus manos acariciaron mi cabello.

-¿De verdad?-

-Claro, no podremos continuar viviendo aquí, cuando el señor Tendo sepa que ya no me casaré con su hija me echará de la casa y no creo que quiera que vaya al mismo colegio que ella, entonces, si de todas formas he de empezar otra vez, pues que sea desde cero y a tu lado-

Me alegró darme cuenta de lo feliz que se puso, decidimos dormir un par de horas antes de partir a las cuatro de la mañana de la casa, directo a China. Salimos apresuradamente enmedio de la noche y corrimos sin detenernos, hasta encontrar el transporte que nos llevaría, y fué así como nos fugamos de Japón, por un amor que había surgido saben los dioses cuándo, y que habíamos descubierto una noche antes, por un error.

 

 

--------

Han pasado casi dos meses desde ese momento hasta hoy, que estoy aquí, justo detrás de los estanques hechizados que me dieron la maldición eterna de ser mujer cuando el agua fría me toque, y a Ryoga la de ser un cerdito negro, aunque si he de ser sincero, agradezco esa maldición que fue la que me llevó hasta él y su cariño. Ryoga estuvo al borde de la muerte por una enfermedad, pero ahora está bien, está sano y vivo, y he de asegurar que jamás me sentí tan perdido como esas dos semanas infernales en que creí que se me iba de las manos, pero hoy... ese vacío que sentía antes de descubrir mis sentimientos por él, ha desaparecido.

Acabo de terminar una carta para mi padre y la familia Tendo, en la que explico el por qué de mi fuga, sé que mi padre lo entenderá, a fin de cuentas es mi padre, aunque no puedo decir lo mismo del resto. 

Puedo ver que cae la tarde, mientras nosotros estamos en la roca más alta de la montaña, el leyó mi carta y añadió algunos escritos en donde se disculpa profundamente, sabemos que lo que hicimos le causó o le causará tristeza a muchos, pero no nos arrepentimos de nada porque somos felices, y estamos juntos. Puedo ver también su sonrisa consoladora al ver mi titubeo con la carta en las manos, nunca le he dicho cuánto me gustan esos colmillitos afilados que tiene, pero creo que lo sabe. 

No podía controlar la situación a mi alrededor, pero si pude decidir por mi cuenta que el amor era lo que yo quería y no iba a hallarlo al lado de Akane, ni de Shampoo, ni de Ukyo, ni de nadie que no fuera él. Le doy un beso justo cuando los últimos rayos del sol están cayendo y él toma mi mano.

-¿La enviarás hoy?-

-Mañana...- le acaricio el cabello, un poco más largo, se ve tan bien así -me cuesta creer que nuestra historia empezó por que la mascota de la familia estaba sucia-

-¿Estás seguro, Ranma? yo creo que empezó desde mucho antes-

Sólo sonrío, tiene razón, el siempre tiene razón, y yo no puedo mas que asentir y amar todos los días que estoy con él y todas las noches que me regala en sus brazos. Y al parecer, ésta noche será una de esas. 

 FIN

Notas finales:

Ahora si el fin, gracias por leerlo, un saludo y un abrazo cuidense!! ºuº comenten si quieren, para que conozca su opinión


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).