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88 Días por Ms Aria

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Notas del capitulo:

Estos días ando falta de tiempo porque en menos de un mes me mudo :'D Pero por fin me las he arreglado para acabar el capítulo 12 :DD

¡A leer, y espero que os guste!

Notas al final de la página y blablabla

Capítulo 13. Día 81 (jueves).

 

Baekhyun no supo cuánto tiempo pasó en aquel baño, acurrucado sobre sí mismo y sollozando como un niño pequeño en el mismo punto donde Kai lo había dejado caer. Le hubiera gustado levantarse, le hubiera gustado gritar, le hubiera gustado abrazar a Kyungsoo y darle las gracias por no dejarlo total y absolutamente solo allí, pero lo cierto era que se sentía cansado, vacío por dentro e infinitamente triste, hasta el punto de no poder ni siquiera moverse.

En un momento dado, Kyungsoo, que había permanecido sus buenos diez minutos sentado a su lado, se excusó y se levantó, móvil en mano, antes de salir un momento. Un período indefinido de tiempo después, volvía acompañado de Jongdae, que se había quedado parado en el umbral como si no pudiera acabar de creerse lo que estaba viendo.

—Por dios, Baekhyun —había dicho, y el chico creía haberlo oído sonar genuinamente alarmado por primera vez en toda su vida de maldad ininterrumpida. Tras una pausa, cruzó el baño y se arrodilló frente a él, como si no supiera muy bien qué hacer. Probablemente, Kyungsoo ya le habría informado de todo lo que pasaba, porque no preguntó por qué estaba llorando—. Soy un bocazas, lo siento. Si no te hubiera presionado en la cafetería, todo esto…

—El que dijo lo que dijo fui yo —replicó él con voz suave, cortándolo—. Haga lo que haga, siempre acabo haciéndole daño a Chanyeol. No es culpa tuya. El problema soy yo.

Jongdae dijo algo más, pero Baekhyun ya no escuchaba. Apenas reaccionó cuando sus dos amigos lo hicieron levantarse, ni cuando lo sacaron del instituto aprovechando el caos de la hora de comer, arrastrándolo hasta su parada de autobús de siempre.

—¿Hay alguien en tu casa, Baek? —le preguntó Kyungsoo, hablándole casi al oído—. ¿Está allí tu madre? —cuando Baekhyun murmuró una negativa, frunció el ceño con un aire sorprendentemente resuelto para alguien de apariencia tan suave como la suya—. Está bien. Jongdae, vuélvete a clase y avisa a Luhan de lo que ha pasado. Yo voy a acompañar a Baek a casa.

Jongdae se rió en voz baja durante un momento, como si quisiera reducir la tensión que reinaba en el ambiente.

—Wow, ¿nuestro perfecto Do Kyungsoo saltándose las clases de la tarde? Que alguien llame a la prensa —tras una carcajada, sonrió, esta vez con sinceridad—. Quédate con él, ¿vale? Alguien tiene que hacerlo.

—Sí.

Lo siguiente que supo Baekhyun fue que Jongdae se había despedido de ellos y que Kyungsoo y él estaban sentados en su autobús de siempre, que a aquella hora iba prácticamente vacío, camino a su barrio, a su calle, a su casa, a la que llegaron en unos cuarenta minutos que al chico se le hicieron eternos. 

Fue Kyungsoo quien le quitó las llaves de las manos y abrió la puerta, y quien lo guió hasta su habitación a través de una casa que, con su madre trabajando de nuevo, parecía enorme, y absolutamente vacía. Por primera vez desde que las había pintado de aquel color, las paredes de su habitación le parecieron frías y asépticas, como las de un hospital y, tan pronto como Kyungsoo lo hizo sentarse en la cama, Baekhyun lo aferró por la parte baja de la chaqueta del uniforme.

—¿Vas a volver al instituto? —murmuró—. ¿Puedes… quedarte aquí un poco más?

Kyungsoo permaneció donde estaba, con los brazos en jarras y el ceño fruncido, como si una parte de él todavía se debatiera entre gritarle y abrazarlo.

—Me quedaré con una condición —dijo finalmente—. Vas a contarme lo que te pasa con Chanyeol; lo que te pasa de verdad. ¿Cómo has llegado a esto? Me suponía que te gustaba, Baekhyun, pero no porque tú me hayas dicho nada. ¿Qué es lo que ha pasado durante estos últimos meses para que estéis así?

Sinceramente, el chico no se sentía capaz de responder a aquello, y separó los labios para decírselo a su amigo, pero, en cuanto pronunció la primera palabra, ya no pudo dejar de hablar. Le contó a Kyungsoo cómo habían pasado aquella primera tarde juntos en el centro comercial, cómo Chanyeol lo había ayudado a ensayar cuando él no había sabido a quién acudir y cómo, poco a poco, había pasado de detestarlo a necesitarlo para ser feliz sin darse casi ni cuenta de lo que pasaba.

Le explicó cómo, cuando lo habían rechazado en la última audición, él había intentado huir de todo y había sido precisamente Chanyeol quien lo había encontrado, como si apenas le hubiese costado esfuerzo hacerlo. Y tal vez hubiera sido en aquel mismo instante, admitió, abrazado a él en el banco sucio de un parque, cuando se había enamorado absoluta e irremediablemente de Park Chanyeol, pero había estado demasiado asustado ante la idea de que su vecino pudiera marcharse como para darse cuenta de nada antes de que fuera demasiado tarde.

—Y ahora sí que va a irse, Kyungsoo —murmuró—. Va a irse y es mejor porque se merece ser feliz y todo lo que hago yo es hacerle daño.

Su amigo no dijo nada, pero se quedó con él toda la tarde, hasta que el sol se puso y él hubo dejado de llorar y simplemente se quedó quieto, tumbado en la cama, observando con aire ausente una grieta que había resquebrajado la pintura blanca del techo.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Kyungsoo cuando, por fin, se puso la chaqueta para marcharse. Estaba todavía sentado en el borde de la cama, con el ceño fruncido en una expresión pensativa—. Tienes el examen de economía el lunes que viene, ya lo sabes. ¿Vas a… hacer algo con la copia de las preguntas que te ha dado Chanyeol?

Baekhyun, que había estado hecho un ovillo sobre su costado, levantó la cabeza como si ésta hubiera sido accionada por un resorte.

—¿Qué? ¡No! ¿Cómo iba a…? Ni siquiera sé por qué me lo ha dado.

—Para darte donde duele, supongo. Por despecho —Kyungsoo ahogó un suspiro al ver que Baekhyun empezaba a negar con la cabeza, tratando de protestar—. Tú prácticamente lo rechazaste en medio del comedor, Baek. Su forma de contraatacar ha sido esa, y lo del examen ha sido un golpe de efecto. Un “por no poner, seguro que no ponías ni esfuerzo en las clases que dábamos juntos, así que toma esto y que te vaya bien”.

Baekhyun cerró los ojos.

—No tenía por qué —murmuró—. Sí que ponía esfuerzo. Se suponía que él tenía que saberlo.

—Lo cual no quita que ahora tengas el examen —repuso Kyungsoo—. ¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Vas a mirarlo?

Baekhyun se llevó una mano a la frente y, finalmente, se incorporó. Le habría gustado poder mostrarse sorprendido, indignado incluso, pero todo lo que sintió al ver la carpeta con el examen sobre su escritorio fue cansancio, y una pizca de resolución; apenas una chispa a la que intentó aferrarse.

—No —contestó—, Chanyeol me ayudó con las clases y yo no… No voy a acabar de arruinarlo todo haciendo trampas. Tengo que hacer las cosas bien. Voy a sentarme y a estudiar, ¿sabes? Estudiar en serio.

Y, a partir de aquel instante, fue lo que hizo.

Empezó cuando Kyungsoo se fue, diciéndole que no se sobreesforzara, y continuó aún cuando su madre llegó y lo llamó para cenar, diciéndole que le había preparado su comida favorita. No era sencillo porque, a pesar de todas las clases, el temario seguía siendo extenso y complejo y las hojas de su libro y de su libreta estaban llenos de garabatos y dibujitos con la letra desastrosa de Chanyeol, pero procuró no pensar en ello y concentrarse – y por primera vez en su vida, lo logró.

Mantuvo el horario de estudio al día siguiente, y al otro, y durante toda la semana, con las mañanas ocupadas en atender en clase y las tardes en una mesa en la biblioteca, con la cabeza hundida en el libro y la calculadora en la mano. Y, de alguna manera, aquello era más fácil, porque así se mantenía ocupado y evitaba pensar.

Porque, después de todo, no es que Baekhyun hubiese arruinado solamente las cosas entre Chanyeol y él: desde el incidente del baño, Kai se negaba a comer en la misma mesa – o prácticamente estar en la misma habitación – que él, al mismo tiempo que Kyungsoo parecía decidido a quedarse a su lado, lo que había desencadenado que los dos, que hasta entonces habían tenido una relación casi perfecta, se pasasen los días enfadados y discutiendo por los pasillos. Cuando Baekhyun había entrado al comedor por primera vez desde el espectáculo que había montado el lunes, oculto detrás de todos sus libros de economía, sólo había encontrado en su mesa de siempre a un Kyungsoo que había vuelto a renunciar a su comida casera a favor del menú horrible del instituto, a un Luhan que parecía considerablemente incómodo y a Jongdae, que fue el único que lo miró.

—Hola, Baek —lo saludó, suspirando sonoramente al ver que el chico dejaba todos sus libros en la silla de al lado y se sentaba sin ni siquiera hacer amago de coger algo para comer—. Vaya, veo que la alegría reina hoy en esta mesa.

—No estamos de humor —contestó Luhan, que tenía un plato de algo rojo delante y lo estaba removiendo con aire meditabundo con el tenedor. Baekhyun se giró hacia él.

—¿A ti te ha ocurrido algo?

Luhan negó con la cabeza, pero Jongdae lo interrumpió, en un tono muy alegre que, tal vez, sonaba un poquito forzado.

—Lo de siempre, ya sabes. Oh Sehun vuelve a probar suerte y Luhan vuelve a mandarlo al cuerno. Es ya todo un clásico.

Luhan levantó la cabeza de su plato el tiempo suficiente como para mirarlo mal.

—Nadie te ha pedido que expliques nada, Jongdae —protestó, pero su interlocutor simplemente sonrió con una mueca extrañamente felina.

—Míralo, está ahí —indicó, señalando un punto al otro lado del comedor con un dedo. Cuando Baekhyun miró, deseó no haberlo hecho, porque Oh Sehun se había sentado con Kai y Chanyeol en una mesa pequeña y redonda, y ninguno de ellos parecía especialmente contento con cómo les estaban yendo las cosas—. Me pregunto si esos tres se han unido para hacer un club de fracasados amorosos. Teniendo en cuenta la suerte que han tenido con vosotros tres, sería muy propio.

Esta vez fue Kyungsoo quien lo miró, con los labios apretados.

—Jongdae, no tiene gracia —lo interrumpió, y el chico se cortó en seco, apoyando los codos en la mesa, con aspecto un tanto arrepentido.

—De acuerdo, de acuerdo. Yo sólo estaba tratando de animar esto un poco, pero puede que me haya pasado. Supongo que yo tampoco he estado nunca en vuestra situación, así que tampoco puedo entenderlo.

A Baekhyun no le hubiera costado comprender que, después de aquel día, Jongdae decidiera buscarse una mesa más animada para pasar los mediodías, pero su amigo se quedó con ellos toda la semana, comiendo en relativo silencio y tratando de animarlos a pesar de que todos ellos habían pasado a hablar casi exclusivamente del final de economía, al que tanto Luhan como Kyungsoo se presentaban para subir nota. Al otro lado del comedor, Chanyeol, Sehun y Kai seguían comiendo solos, aunque, al menos, parecían reírse y bromear más que ellos, lo cual era un alivio.

Para el viernes, Baekhyun estaba agotado de memorizar tantas definiciones y fórmulas, y se había arrastrado fuera de la cama después de una noche de estudio particularmente dura sólo porque no podía faltar a clase. Había recuperado el apetito, por lo menos hasta el punto de poder comerse el menú de la cafetería entero para tener energía por la tarde, y ya podía mirar a Chanyeol a la cara sin sentir ganas de salir corriendo y darse cabezazos contra la pared – o al menos era capaz de hacerlo cuando el otro chico no lo estaba mirando. Según habían ido pasando los días, su vecino había dejado de tener que esforzarse para no ir a todas partes con un rictus serio en la cara y había vuelto a reírse y a sonreír con naturalidad, saludando a todos como siempre y bromeando con Kai durante la hora de comer.

El único momento en el que Chanyeol no sonreía era cuando, por algún motivo, tenía que establecer contacto visual con Baekhyun, pero el chico suponía que tendría que vivir con aquello por ahora.

De todas formas, era él quien se lo había buscado, y ni siquiera sabía por dónde empezar para arreglarlo, así que quizá lo mejor fuera dejarle algo de tiempo a Chanyeol. Lo cual no quitaba para que lo persiguiese con la mirada cada vez que su vecino no estaba atento, que lo observara reírse con Kai como si algo en él se estuviese ahogando y aquello fuera lo único que pudiera mantenerlo a flote y que, aún así, se diese cuenta de que había podido tener todo y lo había echado a perder para siempre. 

El fin de semana pasó entre un lío de papeles y apuntes, y llegó el lunes, y Baekhyun apareció en el instituto más dormido que despierto y con un termo de café de un litro en la mano, pero más resuelto que nunca a empezar a hacer las cosas bien de una vez por todas.

Cuando el examen comenzó y Baekhyun dio la vuelta a la hoja de preguntas, se sorprendió porque, a pesar de ser complejas, le parecieron increíblemente fáciles. Y, mientras los compañeros a su alrededor que no se presentaban para subir nota parecían absolutamente perdidos, él fue capaz de acabar el examen en apenas cuarenta minutos, casi tan pronto como Chanyeol e incluso antes que Kyungsoo.

No sabía qué nota acabaría sacando, pero estaba seguro de que no solamente había aprobado, sino de que sería buena, Podría, después de todo, optar a entrar en una escuela de música si superaba la última audición.

Era casi un consuelo, después de todo lo que había ocurrido. Quería decir que al menos podía hacer algo bien.

Y los días siguieron pasando, a un ritmo monótono en el que Baekhyun se esforzaba por atender en clase e ignorar los comentarios que algunos de los otros estudiantes todavía hacían sobre él de día y clavaba las uñas en la almohada de noche, tratando de no pensar y quedarse dormido pronto, a pesar de no conseguirlo nunca.

El lunes siguiente repartieron los resultados de los exámenes de economía. Chanyeol obtuvo un 9’6 sobre diez puntos; Kyungsoo, un 8’2. La profesora Kim felicitó a Baekhyun en alto porque, después de haber suspendido el examen inicial, había logrado no solamente aprobar el examen, sino sacar un 8’8, lo que convertía su clasificación final en la segunda más alta de todo el curso.

Sus amigos se pasaron la hora de la comida entera felicitándolo y, cuando llegó a casa, su madre lo abrazó tan fuerte que lo dejó sin aire por un segundo, pero, si bien Baekhyun se sentía como si se hubiera quitado un peso de encima, había algo en aquel asunto que le dolía, aunque fuera un poco. 

Se había cruzado con Chanyeol aquella tarde, en un momento en el que él estaba volviendo a su aula y su vecino probablemente iba a clase de Kai y, cuando Baekhyun lo había llamado para darle las gracias por las lecciones de los últimos dos meses, el otro chico le había sonreído y lo había felicitado por su nota. Y Baekhyun se había quedado congelado en el sitio, queriendo que se lo tragara la tierra, porque aquella sonrisa era tan absolutamente falsa que casi le dolía físicamente verla allí.

No quería saber lo que pensaría de él Chanyeol ahora. No quería ni imaginar que el otro chico pudiera creer que Baekhyun estaba bien con aquello, o que había mirado el examen que le había dado el último día que habían hablado. A decir verdad, había sido incapaz de romperlo o tirarlo – se lo había dado Chanyeol, después de todo – pero lo había guardado bajo una pila de cuadernos en el fondo de su armario, rogando por no tener que verlo nunca más. Probablemente, a aquellas alturas sería difícil que Chanyeol volviese a pensar bien de él alguna vez, pero no podría soportar que, a pesar de todo, creyese que era un tramposo.

Eso y que además había decidido que tenía que hacer las cosas de modo correcto, en más de un sentido. Chanyeol iba a marcharse a América en unos meses, y Baekhyun no quería, no podía dejar cuentas pendientes, heridas abiertas entre los dos.

—Debería decírselo —murmuró el mediodía del martes, por encima del estruendo reinante en el comedor. Luhan, Kyungsoo y Jongdae se giraron hacia él, sin comprender de qué estaba hablando—. A Chanyeol, digo.

—¿Decirle lo que creo que quieres decirle? —preguntó Kyungsoo en voz baja.

Baekhyun asintió, mordiéndose el labio, y Jongdae, que era quien más cerca estaba de él, lo miró como si se hubiera vuelto loco.

—Ahm… No es por meter el dedo en la herida, Baek, ¿pero eres consciente de que eso no puede salir bien? —protestó—. Es decir, dudo que, después de llevar desde que yo lo conozco persiguiéndote por el instituto, se haya olvidado completamente de ti en dos semanas, pero estoy seguro de que, con todo lo que ha pasado, tampoco va a abrazarte y decirte que todo está bien por mucho que tú te hayas dado cuenta ahora de que estás enamorado de él. Parecía algo imposible, pero has hecho que el mismísimo Park Chanyeol se harte de ti. Debe de ser un nuevo récord en tu historial de fracaso amoroso. 

—Aún así —Baekhyun trató de aguantar el golpe con expresión firme pero aún así dolía, porque sabía que lo que su amigo decía era cierto—. Tú lo has dicho, estuvo años enteros intentando que yo… Creo que, después de todo este tiempo, al menos merece saber que sus esfuerzos sirvieron para algo.

Luhan, frente a él, suspiró.

—Va a rechazarte. Va a rechazarte y a marcharse a América, Baekhyun. ¿No sería mejor no arriesgarte y dejarlo estar? 

—Yo… Supongo que lo he pensado, pero no. No puedo hacer eso —el chico sonrió. Todavía recordaba a Chanyeol de pie frente a él en una clase vacía, diciéndole que había llegado a considerar el tirar todo su futuro por la borda por él, y preguntándose cómo había podido llegar a pensarlo siquiera—. Va a rechazarme y a marcharse, sí, pero yo no voy a pedirle que se quede. Sólo quiero que sepa la verdad.

—Pero…

—Luhan —su amigo lo miró con una ojos que eran todo pupila, y Baekhyun quiso reírse, porque era como él hace dos meses—. Sé que me meto donde no me llaman, pero tal vez yo no sea el único que deba arriesgarse —sus ojos viajaron hasta la mesa redonda que se había acostumbrado a observar sin que lo vieran durante aquella última semana—. Quizá deberías darle una oportunidad a Oh Sehun, comer con él algún día o algo así. Tengo experiencia con los idiotas persistentes, y a lo mejor acabas arrepintiéndote de no haberle hecho caso cuando deje de insistir. 

Luhan no respondió, y Baekhyun se olvidó de que estaba allí durante un momento, concentrándose en su lugar en la cara de disgusto (adorable) que había puesto Chanyeol al meterse una cucharada de sopa marrón en la boca, al otro lado del comedor.

—¿Así que estás seguro de hacerlo? —intervino Kyungsoo—. ¿Vas a hablar con él? ¿Cuándo?

Baekhyun tomó aire. O lo hacía pronto o no lo haría nunca.

—Mañana. 

--

Baekhyun llegó pronto al instituto aquella mañana, con la camisa del uniforme recién planchada y el pelo oliéndole a champú. La noche anterior había estado tan nervioso que apenas había podido dormir pero, a las seis y media de la mañana (justo cuando por fin había logrado conciliar el sueño, por dios) la alerta de mensajes de su móvil lo había despertado, revelando un bonito mensaje de Kyungsoo en el que simplemente ponía “levántate y ponte guapo, Baekhyun. A nadie le gusta que se le declare un zombie”. 

Teniendo en cuenta que ya estaba completamente desvelado, el chico había decidido salir de la cama y hacer caso al consejo. Y dudaba que el quitaojeras que le había robado a su madre del tocador hubiese servido de mucha ayuda para disimular las bolsas que tenía bajo los ojos, pero al menos se había puesto un uniforme planchado, se había peinado bien y volvía a parecer un ser humano relativamente respetable.

Iba a necesitarlo, si quería reunir el suficiente valor como para hacer aquello.

En teoría, aquel tendría que haber sido un día como cualquier otro y, sin embargo, en cuanto cruzó las puertas, Baekhyun tuvo la sensación de que en la escuela estaba ocurriendo algo extraño. El bedel, que normalmente siempre estaba en su puesto junto a la entrada, parecía estar reunido con alguien en su pequeño despacho y, cuando Baekhyun pasó junto a la puerta cerrada, creyó oír voces que discutían a gritos. 

Al principio, creyó que aquello sólo sería una especie de mal presentimiento sin fundamento y trató de sacudírselo de los hombros y olvidarse de él de camino a clase – a la que, por cierto, llegaba tarde. Cuando llegó al aula y descubrió que la diligente señora Kim, que nunca faltaba y siempre estaba allí puntual como un reloj, les había dejado la hora de economía libre, la sensación de inquietud en su estómago se multiplicó. 

—¿Y la profesora, ‘Soo? —preguntó tan pronto como se hubo sentado en su sitio—. ¿No ha venido?

—Estaban diciendo que está enferma. Pensé que te parecería una buena noticia. 

—Supongo que debería —parte de los compañeros de Baekhyun seguían de pie en medio de la clase, hablando, y el chico los observó por el rabillo del ojo, sin saber muy bien qué pensar. Unos cinco minutos después, uno de los bedeles entraba en el aula para pedirles silencio y se quedaba a vigilarlos, sentado en la mesa del profesor, y todos los alumnos se dirigieron a sus sitios, aplicándose en estudiar, o en hacer tarea pendiente, o en mandar mensajes con el móvil por debajo de la mesa. Sentado en su sitio en el fondo, Chanyeol tenía la cabeza inclinada sobre uno de sus libros y ni siquiera se percató de que Baekhyun lo miraba, así que el chico se mordió el labio y volvió la vista al frente. 

Las manecillas del reloj de pared avanzaron lentamente y, conforme el tiempo pasaba, Baekhyun fue calmando su respiración, tranquilizándose, convenciéndose de que todo habían sido imaginaciones suyas y que no pasaba nada. Quedaban diez minutos para el final de la clase cuando la puerta del aula se abrió. 

Según había ido transcurriendo el tiempo, los estudiantes habían ido concentrándose cada vez menos en estudiar y, a aquellas alturas, la mayoría de ellos estaban vueltos hacia otros alumnos de su zona, hablando en voz baja. Todos enmudecieron, sin embargo, al ver que quien había cruzado la puerta era la profesora Kim, seguida por nada más y nada menos que el mismísimo director Lee, que se detuvo con aire circunspecto delante de la pizarra.

Kyungsoo y Baekhyun cruzaron una mirada.

—¿Por qué…? —comenzó a susurrar este último. El director del instituto nunca iba a verlos a clase. Nunca.

—Park Chanyeol —dijo entonces el señor Lee, su voz extraordinariamente firme y grave sobre el silencio reinante—. ¿Podría usted acompañarnos a mi despacho un momento?

Alarmado, Baekhyun clavó primero la vista en la parte frontal del aula, luego se giró hacia el fondo. Absolutamente todos los alumnos de la clase se habían vuelto hacia Chanyeol, que se estaba levantando, tan confuso como si no supiera qué estaba pasando allí. Teniendo en cuenta su historial, Baekhyun estaba seguro de que nunca antes lo habían enviado a la oficina del director en todos sus años de estudiante. 

—¿Qué es esto? —murmuró el chico, apretando los puños sobre la mesa y mirando a Kyungsoo de nuevo. Su amigo tenía los labios fruncidos, convertidos en una línea blanca, y negó con la cabeza, pero no dijo nada—. Chanyeol. 

El otro chico debió de oírlo decir su nombre, porque, mientras avanzaba a través del pasillo central, sus ojos se cruzaron con los de Baekhyun durante un segundo. Por primera vez en semanas, no parecía disgustado con él, sino simplemente confuso, y el chico quiso levantarse, preguntarle al director qué estaba pasando allí, coger a Chanyeol de la mano y llevárselo de aquella clase. 

Sin embargo, todo lo que pudo hacer fue quedarse sentado mientras el señor Lee y la profesora Kim se llevaban a su vecino del aula, cerrando la puerta después de salir.

Tan pronto como se quedaron de nuevo solos con el bedel, los estudiantes comenzaron a hablar en susurros de nuevo, ahora más alto que antes, comentando lo que acababa de ocurrir en tono intrigado. Baekhyun, sin embargo, se sentía incapaz de hablar, como si una mano muy negra le estuviera oprimiendo el pecho. Chanyeol era un alumno de excelencia, podría haber sido normal que tuviera que ir al despacho del director para algo. Lo que no era normal había sido la seriedad reinante en el ambiente, la tensión.

—Tengo que ir a ver qué pasa, Kyungsoo —dijo, cerrando el libro que había estado leyendo de un golpe. Su amigo, sin embargo, se inclinó sobre su mesa y lo aferró por la muñeca.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Levantarte y salir corriendo de clase cuando en teoría no puedes levantarte de tu sitio? Quedan tres minutos para que suene el timbre, Baek. Tranquilízate. 

El chico sabía que Kyungsoo tenía razón – Kyungsoo solía tener razón casi siempre – pero aquellos fueron los tres minutos más largos de su vida. Cuando, por fin, sonó el timbre, ya había recogido todas sus cosas y no tardó ni diez segundos en estar corriendo pasillo abajo, en dirección a las escaleras con su mejor amigo a la zaga.

El despacho del director estaba en un pasillo normalmente desierto, en el primer piso. Baekhyun había estado allí un par de veces antes – una o dos por llegar tarde y otra relacionada con un proyecto de ciencias que no había entregado a tiempo – así que conocía el camino. Al llegar, con Kyungsoo todavía resoplando tras él, se encontró el pasillo tan vacío como siempre y la puerta del despacho cerrada.

—Baek —Kyungsoo miró a su alrededor con el ceño fruncido, y ahogó una exclamación al ver que su amigo se acercaba a la puerta y colocaba los dedos con suavidad sobre el picaporte—. ¡Baekhyun! —repitió, corriendo hacia él—. ¿Qué haces?

—No oigo —susurró el chico, presionando el picaporte levemente hacia abajo. Podía intuir el sonido de voces en el interior del despacho, voces enfadadas, que gritaban, pero no podía entender qué decían. Y sabía que se la cargaría si alguien lo descubría allí, espiando, pero tenía que correr el riesgo—. Esto no me gusta, ‘Soo. Tengo que saber qué pasa.

Si había alguien que parecía estar en profundo desacuerdo con todo aquello, ese era el propio Kyungsoo pero, aún así, no dijo nada mientras Baekhyun entreabría la puerta con cuidado y se pegaba al hueco que acababa de abrir, tratando de escuchar. El chico dio gracias al cielo internamente por tener un amigo como aquel, pero luego frunció el ceño ante la escena ante él, al otro lado del umbral.

Chanyeol estaba de espaldas a la puerta, sentado con los hombros hundidos en una silla. Tenía las manos en el regazo y la cabeza gacha, sin mirar al director Lee, que estaba de pie, alto y amenazante, al otro lado de su escritorio, frente a él. 

—¿De verdad creyó usted que no nos daríamos cuenta? —le estaba diciendo el hombre en tono duro—. Todo el instituto cuenta con un sistema de cámaras de vigilancia. ¿En serio pensó que podría robar la llave del bedel y colarse en el despacho de la profesora Kim a fotocopiar un examen sin que nosotros nos acabáramos enterando, señor Park? ¿Es que tantos años de enseñanza de élite no le han enseñado nada? 

Baekhyun se llevó una mano a los labios, tratando de ahogar la exclamación de sorpresa y horror que pugnaba por salir de su garganta. Detrás de él, Kyungsoo suspiró, murmurando en voz baja algo que sonó extrañamente similar a un “lo sabía”. Sus manos aferraron a Baekhyun por los hombros, y el chico se percató de que estaba temblando como un niño asustado. 

—Para su inforación, revisamos las grabaciones de seguridad una vez por semana. Y le aseguro que encontramos muchas cosas lamentables, pero no habíamos visto ninguna como esta. ¿Qué tiene usted que decir al respecto?

Chanyeol alzó la cabeza, sólo un momento, y Baekhyun tuvo la esperanza de que tuviera pensada una excusa, algo creíble, y que todo quedara en un susto. 

—Yo… —comenzó con una voz tan baja que apenas se lo oía desde la puerta—. Lo siento muchísimo, fui yo, sí.

—Pero, ¿por qué lo has hecho, Chanyeol? —esta vez, fue la profesora Kim la que habló, desde un punto del despacho desde el cual Baekhyun no podía verla. Parecía más afligida que enfadada, prácticamente triste—. Podría haberme esperado esto de cualquier persona menos de ti; tú eras uno de los mejores alumnos que he tenido en años. ¿Qué necesidad había de copiar en el examen final? Ya tenías la asignatura aprobada.

Chanyeol volvió a bajar la cabeza, la hundió en las palmas de las manos.

—Lo siento —repitió—. Lo siento.

—Nos decepciona usted, señor Park —continuó el director del instituto, dejándose caer con pesadez sobre la silla de cuero tras el escritorio—. Nos decepciona profundamente. ¿Todos estos años de formación de excelencia, tanto tiempo y recursos invertidos para que usted decida tirarlo todo por la borda en un examen de subir nota? En esta escuela no nos gustan los tramposos. Es una actitud lamentable.

—No podemos saber si es la primera vez, Chanyeol —añadió la profesora Kim—. Después de esto, no podemos saber si has copiado antes.

¿Qué? —esta vez, Chanyeol giró la cabeza para mirarla como impulsado por un resorte, y Baekhyun pudo verle la cara, con los ojos muy abiertos y el rostro lívido como el de un fantasma. Hizo amago de moverse, pero Kyungsoo lo retuvo donde estaba, hundiéndole los dedos en los hombros a través de la tela del uniforme—. ¡Yo jamás copiaría! ¡No he robado ningún otro examen, nunca! Yo sólo…

—¿Y de verdad piensa que alguien va a creerle después de esto?

Chanyeol respondió con una especie de sonido ahogado y, esta vez sí, Baekhyun trató de soltarse del agarre de su amigo, abrir la puerta y entrar al despacho, porque aquello no era justo. Kyungsoo, sin embargo, debía de estar preparado, porque lo sujetó más fuerte, ahora por los brazos, y tiró de él hacia atrás para separarlo de la puerta. No lo soltó hasta que estuvieron en medio del pasillo, lo suficientemente lejos del despacho del director como para que no pudiera escuchárselos desde dentro.

—¿Se puede saber qué haces, Kyungsoo? —protestó el chico tan pronto como se vio libre—. ¿Es que no has visto lo que estaba pasando? ¡Tengo que entrar ahí! Si no hago nada, van a castigarlo, o a expulsarlo, o…

Su amigo negó con la cabeza.

—Va a ser peor si entras, Baek. En teoría, tú no deberías estar aquí. Si apareces en el despacho hecho una fiera, todo lo que vas a conseguir es que las cosas se pongan aún peor para Yeol. Cálmate.

Baekhyun se apoyó contra la pared, mordiéndose el labio tan fuerte que no tardó en sentir el sabor metálico de la sangre contra la lengua. Tal vez Kyungsoo tuviera razón y no fuera prudente entrar gritando al despacho, pero tenía que hacer algo, algo, lo que fuera. Atrás había quedado el momento en el que su mayor preocupación era que Chanyeol se marchase a América sin saber que Baekhyun estaba enamorado de él; ahora habían pasado a palabras mayores. 

—Me quedo aquí —decidió—. Tiene que haber algo que… Me quedo aquí.

Kyungsoo lo observó un momento en silencio, pero acabó asintiendo y apoyándose en la pared junto a él. Las voces al otro lado de la puerta crecieron en volumen, continuaron oyéndose durante algunos minutos más y, por fin, se acallaron.

Chanyeol salió del despacho, con los ojos clavados en el suelo, apenas unos segundos después. Ni siquiera pareció verlos allí cuando pasó casi corriendo a su lado.

--

Para la mañana siguiente, todo el mundo sabía que a Park Chanyeol lo habían expulsado de su programa de becas por robar exámenes.

El único paso que le había quedado para marcharse a Estados Unidos había sido una carta de recomendación del instituto, que estaba en proceso de tramitación. Después del fiasco con el examen de economía, el director Lee se había negado a firmarla – no se podía recomendar a un tramposo para un programa de excelencia, había dicho – lo cual había dejado a Chanyeol fuera de la lista final de elegidos para ir a San Francisco. Baekhyun se había enterado porque Kai, más enfadado que nunca, se lo había dicho a Kyungsoo, dejándole muy claro, además, de quién creía él que era la culpa, pero lo cierto era que todo el instituto estaba hablando de ello.

Aquello era como una maldita pesadilla. Baekhyun llevaba más de dos semanas escuchando comentarios poco agradables sobre su persona, y había dado lo mejor de sí para ignorarlos porque, mientras lo insultaran a él, no hablarían de Chanyeol y todo estaría bien, pero toda aquella historia había vuelto a dar un nuevo giro y, de repente, el asunto de Chanyeol era lo único de lo que se hablaba. 

Algunos parecían completamente incrédulos – ¿Park Chanyeol robando exámenes? Tenía que ser un error – y otros se negaban a opinar, pero la mayoría susurraba por los pasillos que tenía que habérselo supuesto, que tal vez Chanyeol sacara tan buenas notas porque había hecho trampas desde el principio, y Baekhyun, que se sentía al borde de un ataque de nervios, apenas se veía capaz de soportar todos aquellos comentarios, aquella manera de juzgar, aquella injusticia. 

—¿Habéis oído lo de Park Chanyeol? —oyó decir a alguien cuando iba con Jongdae y Kyungsoo a clase de coro. Cuando se giró, entornando los ojos, vio la silueta familiar de un joven alto con el pelo decolorado; un chico con el que había salido un par de semanas el año anterior y que ahora estaba detenido junto a las escaleras, riéndose con sus amigos como si aquello fuera divertido—. Ahora resulta que no sólo es idiota, sino que además hace trampas en los exámenes. ¿Sabéis que me han dicho que van a expulsarlo dos días? Se lo tiene bien merecido, por tramposo… ¡Eh!

Volviendo a anticipar sus acciones, Kyungsoo trató de sujetarlo para que siguiera andando pero, antes de poder hacer nada, Baekhyun ya se había librado de él y se había plantado frente a su flamante ex-novio, que tras la sorpresa inicial, le sonrió con gesto petulante.

—¿Estás diciendo que han expulsado a Park Chanyeol? 

—Ah, pero si es Baekhyun. ¿Qué…?

—Te he hecho una pregunta, ¿no?

—Baek… —Kyungsoo y Jongdae se acercaron a él por la espalda, pero su ex-novio no pareció ofendido por la brusquedad de su tono. En lugar de eso, se rió.

—Sí, eso es lo que me han dicho. Dos días enteros, a partir del lunes, para que piense en lo que ha hecho. Valiente imbécil, ¿no? Se lo merece, por dejarse grabar así mientras robaba.

Baekhyun parpadeó.

—¿Que se lo merece? —repitió, incrédulo.

—Por supuesto que sí, ¿no crees? Siempre va por ahí, con esos aires de niño prodigio, llamando la atención como si fuera alguien muy especial cuando en el fondo no es nada. Tú de entre todas las personas deberías entenderlo, ¿no? Me alegré cuando lo pusiste en su sitio en el comedor; fue algo digno de verse.

Baekhyun sintió un latigazo de rabia, clavándole las garras en el estómago, haciéndole apretar los puños.

—¿Te alegraste? —volvió a repetir, con voz engañosamente suave.

—Claro, y pensaba que tú…

—No tienes ni idea. No tienes idea de lo que estás diciendo —lo cortó Baekhyun, su voz una mezcla de furia y horror—. Ni siquiera lo conoces, no sabes lo que ha pasado, ¿y te dedicas a soltar mierda de él? ¿Así, porque sí?

Su ex lo observó, rodeado por sus amigos y con el rotro convertido en una mueca sorprendida y estúpida.

—¿Baekhyun? —dijo, y el chico se preguntó cómo demonios había podido parecerle aquel idiota remotamente atractivo alguna vez.

—Baekhyun —una mano lo aferró por la muñeca y, al girarse, el chico vio a Kyungsoo mirándolo con el ceño fruncido—. Baek, vámonos.

—Pero, ¿estás oyendo lo que dice? ¿Cómo demonios se atreve, si no le llega a Chanyeol ni por la suela de los zapatos? ¿Cómo se atreve...?

—No merece la pena. Vamos.

El chico le lanzó una nueva mirada a su ex-novio y, tras apartar de su brazo los dedos de Kyungsoo, bufó y dio media vuelta, prácticamente corriendo escaleras abajo. Conforme descendía, la furia comenzó a evaporarse, dejando paso al cansancio y a un extraño sentimiento de pérdida. No dejó que sus amigos lo alcanzaran, sin embargo, hasta que llegó a la sucesión de corredores que llevaban al auditorio. 

—¡Byun Baekhyun! —oyó que lo llamaba Kyungsoo, con tono de infinita paciencia y, muy a pesar suyo, dejó de andar. Al llegar a su lado, su amigo parecía preocupado, inquieto—. ¿Qué se supone que haces gritándole a la gente? Lo único que vas a lograr así es que alguien te parta la cara.

—¿Pero es que no has visto lo que estaban diciendo? —replicó el chico, girándose—. ¡Hablan de él como si llevase años robando exámenes de los despachos, cuando, en realidad, todo lo que ha hecho ha sido llevarse el de economía para dármelo a mí! ¿Y sabes qué es lo peor?

Jongdae chasqueó la lengua, y Kyungsoo puso los brazos en jarras.

—Baek…

—No, ‘Soo, no. Lo peor de todo es que yo me hubiera alegrado por esto hace dos meses y medio y que, para rematarlo, todo esto es culpa mía y ahora no sé qué hacer.

Jongdae lo miró como si se hubiera vuelto loco.

—¿Culpa tuya?

—Baekhyun, todo este asunto con la beca y el examen es lo único de todo lo que ha pasado con Chanyeol que no ha sido culpa tuya —repuso Kyungsoo, parándose a su lado y aferrándolo por los hombros una vez más para hacerlo mirarlo a los ojos.

—¿Cómo que no? Chanyeol robó ese examen para mí y lo descubrieron haciéndolo. Si no lo hubiese hecho, aún tendría beca. Si no fuera por mí… 

—No —Kyungsoo suspiró—. No es así. ¿Tú en algún momento le pediste que robara ese examen?

—Bromeé con él sobre ello, muchas veces. Tal vez pensó que…

—Chanyeol tiene las mejores notas del curso y te conoce perfectamente. Es lo suficientemente inteligente como para ser capaz de distinguir cuándo hablas en serio y cuándo no —su amigo hizo una pausa, meditando sus palabras—. Ya te lo dije, Baekhyun. Chanyeol se llevó ese examen del despacho porque quiso, como golpe de efecto contra ti pero porque quiso, y si su propia idea se ha vuelto contra él es triste, pero tampoco es tu culpa. Tú nunca le pediste esto, y estoy seguro de que él lo sabe. Tienes muchas cosas de las que responsabilizarte, pero esta no es una de ellas, así que deja de hacer el idiota y cálmate. 

Baekhyun clavó los ojos en sus zapatos.

—Se ha quedado sin beca, Kyungsoo. Llevaba estudiando meses para conseguir la plaza. 

—Bueno, todo tiene su lado bueno —intervino Jongdae—. Al menos va a tener mucho tiempo para perdonarte ahora que ya no se marcha a San Francisco. 

—¿Se supone que eso tiene que hacerme sentir mejor? Porque no lo hace.

Jongdae se encogió de hombros.

—Supongo que no —admitió—. Pero tampoco puedes hacer nada para ayudarlo ahora. Y sospecho que es lo que Chanyeol cree también porque, que yo sepa, tampoco le ha dicho nada al director o a la profesora Kim sobre ti. 

La campana que anunciaba el comienzo de la segunda hora de clase sonó sobre sus cabezas, y Baekhyun la miró casi con odio. Le parecía inmoral ir a clase de coro ahora, ensayar para su audición del jueves que viene, mientras Chanyeol se pasaba la mañana en el despacho del director, con economía suspensa y una expulsión de dos días a partir del lunes.

—Puede que me esté tapando, pero eso no quita que lo que ha pasado sea culpa mía —volvió a susurrar. 

Sus amigos se miraron entre sí, pero no dijeron nada. Y era mejor así, porque no habrían logrado convencerlo de todas formas. 

-- 

Cuando Baekhyun llegó a casa por la noche – después de que Kyungsoo lo obligara a ensayar toda la tarde con él para la audición – lo primero que hizo fue sentarse a hacer una lista.

La lista, en una página en blanco de su cuaderno de economía, comenzaba en el punto en el que él, con siete años, había ido con su madre a conocer a los nuevos vecinos, y acababa con Chanyeol en el despacho del director, acusado de copiar en un examen y sin beca para el año siguiente. Sentado en su silla, Baekhyun había tratado de estrujarse el cerebro, de no olvidarse de nada. De recordar, asumir y poner por escrito todas las veces que, queriendo o sin querer, había acabado haciéndole daño a Park Chanyeol.

El resultado final ocupaba dos páginas enteras, dos páginas horribles que a Baekhyun le hubiera gustado borrar para siempre de su vida, pero que estaban ahí después de todo. Era casi cruel que, de los dos, él fuera quien hubiera recibido la carta de confirmación para presentarse a su audición final – el último billete hacia el sueño de su vida – aquella tarde mientras que Chanyeol, que nunca había hecho nada mal, tuviera que renunciar al suyo.

Y aún así, él no podía hacer nada.

Le había dicho a su madre que no quería cenar nada al llegar a casa e, instantáneamente después, se había encerrado en su habitación. Cuando, con los miembros entumecidos, se levantó de su escritorio y abrió la puerta de su dormitorio para salir al pasillo, descubrió que su madre estaba en el salón, con el televisor puesto, y agradeció que no lo viera entrar en el cuarto vacío de su hermano en silencio, echando el pestillo por dentro. 

Hacía semanas que Baekhyun no entraba en aquel lugar – no desde que había visto a Chanyeol volver a su habitación desde allí, el día que había salido a buscarlo y no había podido encontrarlo – y la sensación se le hizo extraña. Ni siquiera sabía por qué había venido, pero había luz al otro lado del patio, y aquel tenue resplandor anaranjado, la idea de ver cómo estaba Chanyeol, si estaba triste, si estaba remotamente bien, pudo con él y lo hizo acercarse a mirar.

Quizás no tendría que haberlo hecho. Quizás tendría que haberse apartado. Porque era cierto que Chanyeol estaba en su habitación, pero no estaba solo.

Su vecino estaba sentado en la silla de su escritorio, de modo que él podía verlo de perfil, y parecía muy cansado y extrañamente pequeño en comparación a las figuras de sus padres, que estaban de pie, muy tensas y muy serias, delante de él.

El padre de Chanyeol estaba diciendo algo; algo que, desde donde estaba, Baekhyun no podía escuchar, pero, a juzgar por cómo cruzaba los brazos, por el rictus serio en su rostro, el chico estaba casi seguro de saber lo que era. Su madre, a su lado, estaba callada y pálida, leyendo una y otra vez un papel que había sacado de un sobre y que a todas luces era alguna clase de carta del instituto. Los dos parecían enfadados, descompuestos y, sobre todo, muy decepcionados, y Chanyeol estaba blanco como el papel y se inclinaba una vez tras otra con una disculpa en los labios.

A aquellas alturas, Baekhyun estaba seguro de que habría podido soportar cualquier cosa, pero aquello, no. Recordaba a los padres de Chanyeol y siempre los había visto como personas alegres, siempre sonriendo y, sobre todo absolutamente orgullosos de su hijo. Chanyeol siempre había hablado de su familia con cariño, adoración incluso, y Baekhyun no quería ni imaginarse cómo tendría que ser para él estar sentado allí, escuchando aquella reprimenda, la decepción en sus voces. 

El chico permaneció donde estaba, junto a la ventana, hasta que los padres de Chanyeol se cansaron de gritar y lo dejaron solo, saliendo de un portazo de su habitación. Y, en aquel momento, Baekhyun habría esperado cualquier cosa – que su vecino gritara, que golpeara la mesa, que se echara a llorar – pero todo lo que hizo Chanyeol fue quedarse total y absolutamente quieto, como una estatua de arcilla, con el rostro apoyado en las manos y los ojos clavados en la pared, vacíos como los de un muerto.

Baekhyun había creído, a aquellas alturas, que el corazón ya no podía rompérsele más. Al parecer, se equivocaba, porque el dolor que le atravesó el pecho aquella vez fue el más profundo que había sentido en toda su vida.

En un momento anterior del curso, no mucho tiempo atrás, recordaba haberles dicho a sus amigos que le irritaba que Chanyeol estuviera sonriendo todo el tiempo. Ahora, habría dado cualquier cosa, lo que fuera, sólo para verlo remotamente feliz. 

Pero Kyungsoo le había dicho que no podía hacer nada. Y tal vez no pudiera, porque en un instante concreto del tiempo lo había tenido todo en las manos y lo había dejado escapar.

Recordaba lo que le había dicho a Luhan en el comedor dos días atrás, sobre las oportunidades. Tal vez, si él le hubiera dado una segunda oportunidad – una de verdad – a Chanyeol de niños, las cosas habrían sido diferentes. Quizás habrían crecido como mejores amigos, y luego se habrían enamorado, y ahora él estaría orgulloso, ayudando a prepararse a Chanyeol para su gran viaje a América, tal vez yendo con él, quizá esperando a que regresase a su lado, pero en ningún caso viéndolo tan triste al otro lado de un cristal, sin poder tocarlo, sin poder decirle que todo estaba bien. Sin poder hacer nada.

“Tiene que haber algo, lo que sea, que yo pueda hacer. Cualquier cosa, cualquier cosa. Yo…”

Y entonces supo que sí que había algo.

Kyungsoo había dicho que aquello no tenía remedio, pero tal vez sí que hubiera una solución. Una solución que no iba a ser bonita, que no iba a ser fácil y que ni siquiera tenía garantía de éxito, pero que era la única opción que le quedaba. 

Él había causado todo aquello y él iba a arreglarlo, fuera como fuera y costase lo que costase. Sin que importase en absoluto lo que tuviera que sacrificar para que fuese así.

Si podía ayudar a Chanyeol, daba igual lo que le sucediese a él.

Eso fue lo que se dijo mientras salía del cuarto de su hermano y cruzaba el pasillo, mientras entraba en su dormitorio, abría el armario y se ponía un jersey y el abrigo sobre la ropa que utilizaba para dormir.

—¿A dónde vas a estas horas, Baekkie? —le preguntó su madre, sorprendida, al verlo cruzar el salón.

—Tengo que salir un momento; prometo que no llegaré tarde. Es importante, muy importante, mamá. Por favor. 

Aquel era sólo el primer paso, el más fácil, pero ya se había decidido, y recorrería aquel camino hasta el final, conllevara lo que conllevase.

—Pero hijo, estás pálido como un muerto. ¿No deberías meterte en la cama? ¿A dónde vas?

Muy a su pesar, Baekhyun sonrió.

—A casa de los Park, mamá. A casa de los Park.

Notas finales:

Y afú, aquí está el capítulo 12. ¡Sólo dos más y el epílogo y habremos acabado!

Me quedan tres reviews por contestar (lo sieeeento, pero quería actualizar ;;), así que me pondré con ello ahora para que estén respondidos antes de irme a dormir :D

Y para todo el mundo en general, recordad que los comentarios son amor y que me alimento de ellos para escribir, así que, ¿review, pls? :D


Oh, y para los que tengáis preguntas sobre este o alguno de mis otros AUs, os dejo la dirección de este Ask tan bonito que me he hecho http://ask.fm/Rust_and_stardust En sí, está pensado para que preguntéis lo que queráis de 88D, Reminiscencia (aka mi siguiente proyecto), esos oneshots malvados que me pedís que escriba o cualquier cosa relacionada con mi faceta escritoril :D

Y dicho esto, ahora ando un poco liada de acá para allá, pero intentaré esforzarme para actualizar la semana que viene.

¡Un abrazo a todo el mundo y hasta el siguiente capítulo!


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