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88 Días por Ms Aria

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Notas del capitulo:

Ufufufu, hola de nuevo, y aquí os traigo un nuevo capítulo.

Este ha acabado siendo LARGO, así que espero que estéis preparad@s, y las notas de autor, como siempre, al final del capítulo :3

Capítulo 4. Día 14 

Si Baekhyun hubiera tenido que escoger una única palabra para definir la primera semana en la que Kai y Chanyeol decidieron autoinvitarse a comer en su mesa del comedor, ésta habría sido, sin duda, “desconcertante”.

De repente, ya no solamente tenía que ver a Chanyeol durante sus dos sesiones semanales de clases particulares, o todos los días, en clase, sino que lo tenía sentado al lado diariamente a la hora del almuerzo, bromeando con Luhan y con Jongdae y riéndose y dando palmas como una especie de foca demente. En condiciones normales – y a pesar de tener que admitir que los comentarios de Chanyeol eran demasiado buenos como para no reírse con ellos algunas veces – Baekhyun se habría sentido considerablemente irritado y se habría dedicado a ponerse de morros y a comerse su comida sin pronunciar palabra para mostrar su disconformidad con todo el asunto. Aquellos días, sin embargo, había estado demasiado preocupado por otros temas como para acordarse de que se suponía que Chanyeol y él no se llevaban bien, así que lo había dejado estar.

Porque Kyungsoo, el perfecto, responsable y organizado Kyungsoo, se había convertido en un desastre andante por culpa de Kai, y Baekhyun no tenía ni idea de qué hacer para arreglarlo.

Todo había empezado el lunes, en el mismo momento en el que Kai había aparecido con Chanyeol en su mesa y les había informado de que comerían con ellos a partir de entonces. Normalmente, habría sido el propio Kyungsoo quien les habría dicho que no – su mesa de siempre era sagrada; la hora de la comida era más sagrada todavía, y bastante tenía él ya con Jongdae y Baekhyun hablando alto como para tener que dejar que más gente lo distrajera, o eso decía siempre – pero, en lugar de protestar, había mirado a Kai con unos ojos enormes y abiertos como platos y le había dado su permiso tartamudeando como una colegiala.

Baekhyun, que se había encontrado de repente viéndose obligado a comer con Chanyeol sentado al lado, se había sentido traicionado durante los primeros dos minutos. Después, había levantado la cara de su plato y se había quedado con la boca abierta al ver a su amigo – que nunca decía prácticamente nada durante la comida; nunca – sumido en lo que parecía una conversación interesantísima con Kai que, de repente, era todo atención, amabilidad y sonrisas.

“Debo de estar imaginándome cosas” se había dicho, decidiendo ignorar todo el asunto y desviar su atención hacia Chanyeol y Jongdae, que estaban muy ocupados discutiendo sobre cómo se las apañaba el personal de la cafetería para lograr que el arroz de los menús pareciera una pasta acuosa, pegajosa e incomestible cuando se suponía que todo lo que tenían que hacer era cocerlo.

Al día siguiente, cuando Kyungsoo había llegado a clase en el mismo momento en el que sonaba el timbre y se había lamentado en voz baja porque se había dejado en casa el cuaderno y la agenda, Baekhyun había tenido que admitir que a su amigo le estaba pasando algo serio. Cuando, un día después, Kyungsoo dijo que había quemado su almuerzo cocinando la noche anterior e hizo la cola con Luhan y él para comprar uno de los menús que siempre miraba con el más absoluto de los desprecios, el chico empezó a creer que alguien había secuestrado a su amigo y había dejado a un clon en su lugar.

Un clon que, según pasaban los días, estaba más y más nervioso, y parecía debatirse entre ignorar a Kai, que lo seguía a todas partes, y correr a su encuentro cada vez que lo veía aparecer por uno de los pasillos.

Y Baekhyun podía haberse esperado algo así de Kai – el Rey del instituto tenía una reputación que estaba ahí por una razón, después de todo – pero jamás de los jamases habría supuesto que Kyungsoo fuese a alterarse tanto, ni mucho menos en tan poco tiempo, y no sabía qué hacer, ni si aquello era bueno o no.

Por eso, y tras considerar que ya había tenido suficiente al ver a Kyungsoo dar un respingo y prácticamente tirar su colección de apuntes clasificados por colores al suelo cuando Kai le propuso acompañarlo a casa después de las clases del jueves, Baekhyun decidió que necesitaba ponerse manos a la obra y hacer algo antes de que a su mejor amigo le diera un ataque y acabara lanzándose por la ventana. Y necesitaba hablar con alguien, y teniendo en cuenta que a Jongdae todo el asunto le hacía mucha gracia y que Luhan era el rey de los rechazos de la escuela, sólo le quedaba una persona a la que poder recurrir. Su última, últimísima opción, pero una opción después de todo.

—¿Qué es lo que se supone que pasa con Kai?

Chanyeol, que había estado en proceso de explicarle algo relacionado con el PIB, levantó la cabeza de sus apuntes y lo miró, confuso. Como todos los jueves a aquella hora, la madre de Baekhyun estaba trabajando, y Chanyeol y él estaban solos en el salón de su casa, en el medio de una de sus terribles clases de economía bisemanales. Según habían ido avanzando los días, el chico había ido dejando de mirar mal a su profesor particular – después de todo, no dejaba de estarlo ayudando – pero eso no quería decir que hablaran con regularidad. Cada martes y jueves, Chanyeol llegaba, daba su clase y se iba, y cada intento de conversación que no tuviera que ver con el temario era inmediatamente interrumpido por Baekhyun, que todavía estaba seguro de que tenía que fijar los límites entre ellos en alguna parte y había decidido que las charlas sobre su vida diaria estaban fuera de ellos. Al principio, y como era de esperar, Chanyeol había intentado hablar con él, pero no había tardado mucho en comprender que lo que tuviera que decir no era bien recibido y se había limitado a centrarse en la economía y quedarse callado.

Tal vez por eso, y al ver que era Baekhyun quien iniciaba la conversación esta vez, su cara adoptó una expresión de sorpresa tan absoluta que el chico se hubiera reído de ser las circunstancias distintas.

—¿Eh? —fue todo lo que dijo, como si aún no entendiera qué tenía que ver Kai con la economía.

Baekhyun suspiró.

—Kai —repitió—. Kim Jongin, ya sabes. Tu amigo. ¿Se puede saber qué le ocurre con Kyungsoo?

Chanyeol tamborileó con el lápiz sobre la mesa y pareció pensar en ello un momento, pero finalmente se encogió de hombros y le dirigió una sonrisa tan luminosa que podría haberlo dejado ciego.

—¿No es obvio? Le gusta; los dos se gustan. Es... no sé, ¿bonito?

—¿Bonito? —el adjetivo era tan estúpido que Baekhyun bufó—. Puedo entender que a Kai le guste buscar a alguien nuevo cada semana, pero, ¿Kyungsoo? Está en el coro de la escuela, por el amor de dios, y saca notas perfectas, y se levanta cada día a las seis de la mañana para poder traer al comedor sus espaguetis hechos en casa. No es el tipo de persona a la que Kai esté acostumbrado, ¿entiendes? Tiene la vida organizada desde que se levanta hasta que se acuesta; es totalmente distinto a las divas de clase con las que tu querido amigo haya podido salir antes.

Chanyeol se encogió de hombros.

—¿Y?

—¿Cómo qué “y”? ¿No lo ves? Pasa que Kai, amorosamente hablando, es incluso peor que yo, y la gente a la que no rechaza directamente nunca le dura más de, ¿qué? ¿Dos semanas? Y ahora anda por ahí, persiguiendo a mi mejor amigo y mirándolo como si fuera un lobo y Kyungsoo fuese una especie de Caperucita.

A Chanyeol su modo de explicarse debió de parecerle divertido, porque se llevó el lápiz a los labios y se rió en voz baja.

—Estás preocupado por él —declaró, y Baekhyun se sintió ruborizarse.

—Es mi mejor amigo, ya te lo he dicho —murmuró atropelladamente—, y si está así solamente porque Kai lo anda persiguiendo, no puedo imaginarme lo que pasará si empieza algo con él y luego lo rechaza.

—Ya, pero, ¿y qué ocurre si eso no pasa?

De entre todas las cosas que Chanyeol hubiera podido decir, Baekhyun, sinceramente, no se esperaba aquella. Sorprendido, miró al otro chico, que volvió a encogerse de hombros con una sonrisa de disculpa en los labios.

—Conozco a Kai desde hace dos años —declaró—. Y es divertido, porque en todo este tiempo la élite del instituto al completo se ha peleado por bailarle el agua y él se ha aburrido de todos en un par de días; pero el fin de semana pasado estuvo hablándome durante cuatro horas del único chico que conozco que se ha atrevido a ponérsele delante y prácticamente llamarlo estúpido a la cara por querer irse a clase después de que el idiota de su amigo le estrellase una puerta en las narices. Así que, no sé, tal vez lo que Kai necesite sea a un chico del coro que le discuta y lo llame por su nombre real, y no a una de las divas de clase que lo tratan como si fuera perfecto, ¿no?

Baekhyun trató de tragarse la réplica, pero no pudo evitar que las palabras salieran de sus labios antes de poder detenerlas.

—Yo también soy uno de los chicos del coro, y a mí me rechazó miserablemente el curso pasado.

Su interlocutor lo miró con los ojos como platos un segundo, pero no tardó en echarse a reír, con esa risa suya que hacía que se le arrugara la nariz y se le abriera la boca como un idiota.

—¡Ah, eso! Me lo contó.

¿Qué?

La situación había ocurrido hacía alrededor de un año, cuando Kai había entrado en bachillerato y él estaba en segundo curso. El encaprichamiento le había durado una semana, en la que Baekhyun había decidido que Kai era demasiado guapo como para ser normal y que, por tanto, tenía que ser el novio perfecto para alguien de su categoría, así que había ido hasta las clases de primero, se había plantado ante él en un descanso y había tratado de deslumbrarlo con su mejor sonrisa. Kai, tal y como él había esperado, se había detenido en seco y lo había mirado de arriba a abajo. Sin embargo, y contra todo pronóstico, cuando Baekhyun le había pedido hablar en privado aquella tarde, se había encogido de hombros y le había dicho que no.

Y nadie, jamás, le había dicho que no así antes a Byun Baekhyun, que, a día de hoy, aún no sabía muy bien si considerar aquello como el primer y único rechazo amoroso directo de su vida o no, teniendo en cuenta que Kai ni siquiera le había dejado tiempo para decirle nada. Era un tanto humillante, en cierto modo. Y que Chanyeol lo supiera y se estuviera riendo mientras el propio Kai le ponía ojitos de dormitorio a su mejor amigo no es que ayudara demasiado, precisamente.

—¿Qué demonios fue lo que te contó? —musitó, y Chanyeol debió de darse cuenta de que la sangre se le estaba arremolinando en las mejillas por segunda vez consecutiva en apenas un par de minutos, porque paró de reírse y le sonrió de un modo suave, diferente a su sonrisa estúpida habitual.

—Dijo que eras guapo, Baekhyunnie, pero nunca te consideró como a una opción.

—¿Eh? —el chico decidió ignorar aquel “Baekhyunnie” y dirigirle a Chanyeol una mirada entre inquisitiva y confusa—. ¿Cómo que nunca me consideró como a una opción? ¿Qué quieres decir con eso?

Si Chanyeol lo escuchó, estaba demasiado ocupado dedicándose a dibujar garabatos en una esquina de su libro con una expresión de concentración absoluta como para hacerle caso, y no lo miró, con los ojos muy abiertos, hasta que Baekhyun le quitó el lapicero de entre los dedos y lo apartó de su alcance.

—¿No me merezco saberlo? Si Kai ni siquiera me gusta desde hace muchísimo. Es sólo curiosidad.

El silencio se prolongó durante unos segundos en los que los ojos de Chanyeol viajaron desde las páginas llenas de dibujos de su libro hasta el lápiz en la mano de Baekhyun, y luego a su rostro.

—Los amigos no se traicionan los unos a los otros —acabó diciendo en tono cómicamente firme, tendiendo hacia él la mano con la palma abierta y guiñándole un ojo. Baekhyun bufó, pero se dio por aludido y le devolvió el lapicero, colocándoselo entre los dedos casi con desgana.

—¿Así que vas a quedarte callado y ponerte de parte de Kai?

—Algo así. Y, además, quiero que sepas que yo los apoyo.

—¿Eh?

—A Kyungsoo y Kai. Bastante complicadas son ya las relaciones a nuestra edad como para que encima sus amigos se dediquen a creer que lo que quiera que esté pasando entre ellos no va a salir bien. Muy posiblemente, yo estaría hecho un lío si fuese cualquiera de los dos.

Durante un instante, Baekhyun se sintió tentado a mostrarse de acuerdo. Después, se percató de que, siendo él quien era, y considerando el historial romántico de cada uno de ellos, el recibir consejo amoroso de alguien como Park Chanyeol era, cuanto menos, irónico.

—¿Qué es lo que sabes tú de relaciones, de todas formas? —murmuró, más para sí mismo que para el otro chico—. ¿Alguna vez has salido en serio con alguien?

La pregunta había sido demasiado íntima, y una parte de Baekhyun se autoregañó mentalmente por haberla hecho, pero a Chanyeol no pareció importarle. Cerrando los ojos, se llevó dos dedos al mentón en actitud pensativa y se movió en la silla para poder mirarlo. Las rodillas de los dos se rozaron bajo el mantel, y Baekhyun dio un respingo, pero su interlocutor, ajeno a su súbito escalofrío, se acomodó con el codo contra la mesa, y el contacto desapareció de modo tan súbito como había llegado.

—¿Salir con alguien? ¿En serio, serio? No, no lo he hecho nunca— Chanyeol sonó casi divertido, y Baekhyun no supo muy bien qué pensar—Pero sí que me ha gustado alguien. Mucho.

—Ya. Y a quien quiera que fuese no le gustabas tú, ¿no?

La sonrisa de Chanyeol le tembló un instante en los labios y Baekhyun fue consciente de que, esta vez sí, se había metido donde no lo llamaban y había acabado yendo demasiado lejos. Sintiéndose repentinamente muy culpable, trató de cambiar de tema, pero Chanyeol contestó a su pregunta antes de que él pudiera decir nada, su voz tan tranquila y tenue cuando habló que ni siquiera parecía la suya propia.

—Obviamente, no.

Baekhyun ni siquiera supo qué contestar a aquello.

A los pocos segundos, Chanyeol había suspirado, se había reído y, tras tamborilear con el lápiz sobre la mesa un par de veces, se había vuelto hacia el libro abierto delante de él y había proseguido con la lección que habían dejado a medias unos minutos atrás. Baekhyun lo había dejado hacer y se lo había quedado mirando mientras le hablaba sobre el PIB y gesticulaba con el entusiasmo de un colegial, sin darse demasiada cuenta de que su alumno lo estaba observando sin prestar atención a lo que decía.

Parecía feliz, tan feliz como de costumbre y, sin embargo, Baekhyun todavía tenía presente el modo en el que su expresión había cambiado, apenas imperceptiblemente, cuando él se había pasado de la raya – la manera en la que su voz había sonado demasiado resignada, demasiado suave.

Y se preguntó quién de los dos sabría más: si él mismo, con su larguísima lista de ex-novios, sobre el amor, o Chanyeol, con su lista vacía, sobre el rechazo.

--

Baekhyun había empezado a pensar que tal vez, tal vez, podría seguir el consejo de Chanyeol y apoyar a Kai y a Kyungsoo en su floreciente relación – o lo que quiera que fuese aquello – cuando, al día siguiente, descubrió que se habían peleado.

Esta vez, Kyungsoo ya estaba allí cuando él llegó a clase, con los libros abiertos, el rostro apoyado en la palma de una de las manos y una expresión tan confusa y desolada como si alguien le hubiera dicho que acababan de atropellar a su anciana abuela. Baekhyun, tratando de ser un buen amigo, le había preguntado si estaba todo bien, pero Kyungsoo simplemente había asentido y le había dicho que estaba cansado porque no había podido dormir mucho aquella noche. Tras insistir sin éxito un par de veces, Baekhyun había tenido que callarse y admitir que, tal vez, su amigo no quisiera contarle qué le pasaba, pero, según pasaban las horas y el comportamiento de Kyungsoo no variaba, su preocupación iba en aumento.

Tan pronto como sonó el timbre que señalaba la hora de la comida y Kyungsoo, Jongdae y él hubieron salido de clase de coro y llegado al comedor del instituto, Baekhyun clavó la mirada en su mesa habitual, y suspiró con alivio al ver allí a las figuras familiares de Chanyeol y Kai, que estaba sentado en el mismo sitio que había ocupado toda la semana con el ceño fruncido y la espalda muy recta.

Su plan inicial había sido dejar a Kyungsoo en la cola de la comida con Jongdae, llevarse a Chanyeol aparte un momento y preguntarle qué ocurría – porque, a juzgar cómo había llegado a clase aquella mañana, justo en el mismo instante en el que sonaba la campana y con una expresión inusualmente preocupada en la cara, su vecino sabía algo – pero no había tenido tiempo de hacer absolutamente nada, porque Kyungsoo había decidido que Jongdae podía apañárselas solito en la cola y prácticamente había echado a correr hacia la mesa, llegando a su destino incluso antes que él.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó a Kai. La pregunta hubiera podido parecer perfectamente informal si no fuera por el deje de acusación implícita en su tono, que a nadie se le pasó por alto. Casi a cámara lenta, Kai se giró en su silla, y se tomó su tiempo en mirar a Kyungsoo de arriba abajo, con una ceja arqueada, hasta que el otro chico carraspeó, visiblemente incómodo.

—Ah, así que ahora sí que quieres hablar —murmuró, levantándose—. ¿No vas a salir huyendo, como hiciste ayer?

Ahí, parado enfrente de Kai y con la vista clavada en el suelo, Kyungsoo parecía casi diminuto. Baekhyun, a su lado, lo sintió temblar, y, durante un instante, se sintió absolutamente alarmado, porque creyó que su mejor amigo iba a empezar a gritar, o a llorar, o a sufrir una especie de ataque de pánico ahí mismo. Iba a pasarle una mano por los hombros y a pedirle a Kai que hiciera el favor de retroceder cuando Kyungsoo apretó los puños y subió la vista.

—No estoy huyendo —declaró, y había furia contenida en sus ojos—. ¿Qué es lo que piensas? ¿Que puedes entrar en mi vida, ponerla patas arriba, esperar que lo acepte sin más y luego acusarme de estarme escapando cuando veo que todo esto me supera? ¿Quién te crees que eres, eh? ¿Quién te crees que soy yo?

Kai tardó un segundo en contestar pero, cuando lo hizo, ya no parecía tan seguro de sí mismo.

—Kyungsoo...

—Fuera de mi mesa. Ya.

—Antes quiero que me escuches.

—No. Por favor. Largo de mi mesa. Ahora.

Por un instante, Kai pareció tentado a seguir discutiendo, pero no tardó en sacudir la cabeza y girar sobre sus talones.

—Como Su Majestad quiera —murmuró, cogiendo su bandeja de la mesa sin mirar atrás—. ¿Vienes, Chanyeol?

El chico dirigió una mirada preocupada a Kyungsoo y otra a Baekhyun, que seguía ahí parado sin saber muy bien qué hacer, pero terminó asintiendo y levantándose tan deprisa que tropezó con la silla en la que estaba sentado. Mientras se alejaba en pos de su amigo, se giró para vocalizar algo sospechosamente similar a “ya verás como todo se arregla”, y Baekhyun no pudo evitar resoplar y tratar de indicarle por gestos que hiciera el favor de mirar por dónde andaba si no quería empotrarse de bruces contra una papelera. Después, se giró hacia Kyungsoo, que se había apoyado sobre la mesa y tenía los nudillos blancos de tanto apretarlos contra la superficie de madera pintada de verde.

—¿Estás bien? —preguntó, sin saber muy bien qué más decir.

—Claro —su amigo sonrió—. ¿Por qué no iba a estarlo? Estoy muy bien.

—Porque... Acabas de, no sé, ¿echar a Kai y a Chanyeol de nuestra mesa?

Los dedos de Kyungsoo se crisparon con más fuerza sobre la madera y, finalmente, el muchacho se dejó caer sobre la silla directamente delante de él, con los ojos cerrados y la cabeza baja.

—Kai te da igual y a Chanyeol no puedes ni verlo, así que déjalo estar, Baek. Por favor.

—Si necesitas hablar o algo así...

—No —Kyungsoo sacudió la cabeza con fuerza al mismo tiempo que llegaba Jongdae, cargando precariamente con dos bandejas de comida de aspecto más que dudoso. Cuando dejó una de ellas delante de él, Kyungsoo buscó los palillos desechables a tientas y, tras desenvolverlos, los hundió en el arroz sin mirar siquiera qué se estaba metiendo en la boca—. Yo sólo quiero comer tranquilamente y volver a clase.

Jongdae observó la escena ante él con las cejas arqueadas y retrocedió hasta donde estaba Baekhyun.

—¿Qué le pasa? —murmuró—. No sólo es que haya vuelto a pedirme que le compre un menú cuando no soporta la comida de la escuela, sino que se lo está comiendo sin rechistar como si estuviera bueno. ¿Es verdad que se ha peleado con Kai?

—Acaba de echarlo de la mesa. Literalmente.

—Vaya, ¿y yo me lo he perdido?

Baekhyun se mordió el labio.

—No sé yo si deberías reírte —musitó a modo de protesta—. Kyungsoo lleva echado a perder toda la semana por todo este asunto.

El modo en el que Jongdae frunció levemente los labios pareció denotar una pizca de preocupación, pero no tardó en introducirse las manos en los bolsillos del pantalón y esbozar una sonrisa felina.

—A Kyungsoo le ha golpeado el amor en la cara en forma de puerta. Cualquiera perdería un poco la cabeza después de eso, ¿no crees? —Baekhyun quiso protestar y decir que, técnicamente, el que le había dado el portazo en las narices a su amigo había sido Chanyeol, pero Jongdae le pudo una mano en el hombro y le dirigió una sonrisa de ánimo—. No te preocupes, Baek, seguro que lo arreglan por su cuenta. Y si no lo consiguen, para eso estamos aquí nosotros, ¿no?

Baekhyun ladeó la cabeza y observó a Kyungsoo comer con la cabeza prácticamente metida en el plato.

—Por supuesto que sí —murmuró—, para eso estamos aquí.

--

Baekhyun le había dicho a Kyungsoo que estaría allí para hablar si lo necesitaba, y su mejor amigo aceptó su propuesta la tarde del sábado, en un momento en el que Baekhyun estaba tumbado sobre la cama inmerso en una partida de DS y empezando a sentirse considerablemente aburrido.

Kyungsoo no llamaba por teléfono normalmente, y mucho menos a aquellas horas, así que el chico no dudó en cerrar la consola y aceptar la llamada cuando sintió que su móvil vibraba y vio el nombre de su amigo en la pantalla.

—¿Kyungsoo? —lo llamó, y la voz del otro chico le llegó distorsionada desde el otro lado de la línea—. ¿Estás bien?

Hubo una pausa, luego un quedo “no” y, apenas diez segundos después, Baekhyun tenía la espalda apoyada contra la pared más cercana y Kyungsoo le estaba diciendo que todo era un desastre y que él no sabía muy bien cómo afrontar todo aquello.

—Siempre he sabido lo que tenía que hacer con mi vida, ¿entiendes? —le confesó—. Aprobar, sacar buenas notas, pasar de curso, apuntarme al coro, conseguir una beca, entrar en la universidad... Todo estaba siempre planeado, bajo control; cada cosa tenía su momento. Y de repente llega él y, ¿qué?

Baekhyun parpadeó.

—¿Qué de qué? No entiendo.

—Tendría que estarme concentrando en estudiar, en los exámenes. Y todo lo que hago, todo lo que he estado haciendo esta semana, desde que me levanto hasta que me acuesto, ha sido pensar en él. Y no ayuda que estudiemos en el mismo instituto porque, aunque intente pensar en otra cosa, siempre me lo acabo encontrando, y siempre, siempre, acabamos sentándonos, y hablando, y...

—¿Hablando? —a Baekhyun le costaba imaginarse a Kai sumido en profundas conversaciones con nadie. Durante los dos años que habían pasado desde que había entrado en el instituto, lo había visto salir con unos y con otros, y la rutina siempre había sido la misma: el chico o chica popular de turno presumía de lo guapo que era su novio y Kai simplemente se sentaba a su lado, con cara de sueño y expresión de estar totalmente aburrido (lo cual, por supuesto, lo hacía más misterioso y más sexy a ojos de todo el mundo). A nadie, nunca, jamás, se le había ocurrido que Kai pudiera querer hablar de nada. Salvo, por lo que parecía, a Kyungsoo—. ¿Y de qué habláis, si puede saberse?

—De cosas. ¿Qué más da? Puede ser encantador si quiere. Y divertido. Pero todo va demasiado deprisa, y yo no puedo. Es desesperante; no sé qué hacer. Yo...

—¿Qué pasó para que os pelearais el jueves?

Todo lo que hubo al otro lado de la línea fue más silencio, y Baekhyun se cambió el teléfono de oreja, mordiéndose el labio. Definitivamente, y por mucho que quisiera ayudar a su amigo fuera como fuera, estaba empezando a temer que aquello de escuchar sus problemas y darle el consejo adecuado lo superaba, especialmente porque ni siquiera sabía muy bien cómo dirigir la conversación.

—¿’Soo? ¿Sigues ahí?

Silencio de nuevo. Y, después, el murmullo sordo de alguien tomando aire en el otro terminal.

—No pasó nada. Nada grave. Sólo... cosas.

Cosas —Baekhyun suspiró, decidiendo que, definitivamente, aquello no era lo suyo. Pensó en lo que, de estar en su lugar, diría Jongdae. En lo que diría Luhan. En lo que, tal vez, y teniendo en cuenta su exagerado optimismo, diría Chanyeol—. No puedo ayudarte si no me cuentas qué cosas son, ¿sabes?

—De acuerdo —la voz de Kyungsoo sonó inusualmente débil. Luego se lo volvió a escuchar tomar aire, aunque finalmente habló, tan deprisa que a Baekhyun le costó entender las palabras —. Meacompañóacasaeintentóbesarmeperoyomeasustéylecerrélapuertadelportalenlasnaricesyluegosubíamicasaynolecogíelmóvildurantetodalanoche. Baek...

¿...Qué? ¿Que Kai, Kai, hizo qué?

—No me hagas repetirlo, ¿quieres?

—¿Pero qué os pasa a vosotros dos con las puertas? ¿Por qué siempre tiene que haber una de por medio? ¿Qué...?

Baekhyun.

—Vale, de acuerdo. Espera —tratando de poner en orden sus pensamientos, el chico se llevó dos dedos a la barbilla—. En resumen: a ti te gusta Kai, él ha intentado besarte y tú lo has dejado plantado como un idiota en la puerta de tu casa. ¿Es eso?

Desde el altavoz le llegó una especie de quejido estrangulado y afirmativo, y Baekhyun sintió ganas de golpearse la cabeza contra la pared repetidas veces. En lugar de eso, optó por dejarla caer sobre la almohada y clavar la vista en el techo pintado de blanco de su habitación.

—Con razón Kai estaba enfadado. ¿Pero por qué has hecho eso?

—Porque está muy bien dejar que las cosas pasen, pero, ¿y luego?

—¿Luego?

—Yo no soy como tú, Baek; yo pienso en las consecuencias de lo que hago —replicó Kyungsoo, y su voz recuperó la fuerza perdida, con un deje de pánico, mientras iba hablando—. Y está muy bien que lo deje besarme, pero luego, ¿qué? ¿Se supone que eso significa algo? Y si significa, ¿qué es? ¿Que ya tiene lo que quiere y va a irse por donde ha venido o qué? ¿Que vamos a empezar a salir? Y, si pasa eso, ¿por cuánto tiempo va a ser? Porque él es peor que tú, y tu relación más larga no ha pasado de las tres semanas. Y yo no sé si quiero un novio así. O, en realidad, no sé si quiero un novio, sea el que sea, porque...

Baekhyun giró sobre sí mismo en el colchón hasta quedarse de cara a la mesilla de noche.

—¿Por qué no le cuentas todo esto a Kai? —dijo de repente. Su amigo dejó de hablar y soltó una exclamación frustrada.

¿Qué? ¿Estás loco? ¡No puedo hacer eso!

—Por poder, claro que puedes.

—¡No! —exclamó Kyungsoo—. Párate a pensar en ello. Piensa en qué pasaría si...

Baekhyun cerró los ojos. Sabía que lo que su amigo había dicho era cierto, y que a veces pensaba demasiado poco en las consecuencias de lo que hacía, pero también era verdad que Kyungsoo solía pensar de más, y aquello tampoco era bueno. Los problemas se acababan agrandando si se les daba demasiadas vueltas, y eso siempre terminaba en una pérdida de perspectiva.

—Lo que tú necesitas es que te dé el aire —declaró, pensando que sacarlo a pasear tal vez no fuese el mejor modo de animar a su amigo, pero sí el único que se le ocurría—. Tal vez así se te aclaren las ideas. ¿Por qué no sales conmigo mañana?

La respiración de Kyungsoo siguió sonando ligeramente agitada al otro lado de la línea, pero al menos pareció planteárselo.

—¿Mañana? ¿Es que necesitas ir a alguna parte?

—Uhm... —Baekhyun se cambió el teléfono de oreja de nuevo, intentando ganar tiempo. El objetivo principal de sacar a Kyungsoo de casa era obligarlo a dejar de pensar en su desastrosa situación amorosa, pero muy posiblemente su amigo optaría por quedarse estudiando en su habitación o algo así si no pensaba que tenía que salir de ella para algo útil. Normalmente, los que salían a divertirse los fines de semana eran Jongdae, Luhan y él; Kyungsoo siempre había sido el responsable del grupo—. Pues, la verdad, quería que vinieses conmigo al centro comercial que hay cerca de mi casa. Uh... Digamos que la próxima audición de canto que tengo se me está echando encima, y necesito el consejo del gran Do Kyungsoo. Eso y ropa nueva.

El otro chico bufó, y Baekhyun pudo sentirlo dejar atrás el modo depresión y entrar en modo madre tan claramente como si lo tuviera delante.

—¿Más ropa? Baek, tienes un armario lleno. Y, de todas formas, ¿cuándo es la audición? Creí que aún te quedaba tiempo.

Baekhyun tanteó la superficie de su mesilla de noche con la mano hasta encontrar un papel arrugado y lleno de garabatos al lado de su despertador. En una de sus clases, Chanyeol había tenido la genial ocurrencia de hacerle una especie de calendario en el que le había marcado con su letra horrible cuáles eran los eventos más importantes en su horario los próximos meses – su primera audición, el examen de economía, su segunda audición – y cuántos días quedaban para cada uno de ellos, y, si bien a Baekhyun la idea le había parecido un tanto infantil en un principio, había acabado guardando el papel cuando el otro chico se había ido a su casa. Tenía que admitir que tener todo aquello escrito en alguna parte era útil, y que la letra de Chanyeol era tan mala que llegaba a resultar divertida.

—Me quedan veintiocho días —aclaró, echando un vistazo a la hoja—, pero estoy un poco nervioso, ¿sabes? Y me gustaría hablar contigo de ello para poder concentrarme en los ensayos.

—¿Y no puede ser el lunes en clase? —Kyungsoo sonó dudoso, y Baekhyun contuvo una sonrisa.

—‘Soo, por favor.

Y así, finalmente, su amigo se rindió y aceptó su destino.

—Está bien, iré contigo. Pero te juro que me marcharé a casa como solamente me quieras para tener ahí a alguien que te dé su opinión mientras te pruebas cazadoras.

--

El domingo amaneció soleado así que, por suerte, el centro comercial no estaba tan lleno como lo habría estado un día de lluvia. Por primera vez en su mucho tiempo – especialmente si se tenía en cuenta que aquel no era un día de escuela y, por lo tanto, no necesitaba estrictamente ser puntual – Baekhyun se encontró caminando anormalmente pronto hacia el punto en el que Kyungsoo y él habían quedado, y tuvo que contener la risa al darse cuenta de que, a pesar de que todavía faltaban quince minutos para la hora a la que habían acordado verse, su amigo ya estaba allí.

Esbozando su sonrisa más encantadora, Baekhyun corrió a saludarlo y, en menos de cinco minutos, los dos se hallaban inmersos en una conversación sobre partituras, audiciones y entrenamiento vocal que se alargó durante toda la mañana.

Baekhyun no pudo evitar sentirse satisfecho consigo mismo mientras arrastraba a Kyungsoo de una tienda a otra y lo hacía hablar, hablar y hablar más. A su amigo le cambiaba la cara cuando salía el tema de la música; dejaba de comportarse como si todo en su vida tuviese que ser perfecto y se permitía reírse y gesticular como el estudiante de instituto que era en realidad. Atrás habían quedado, aunque sólo fuera por un momento, los exámenes, su inminente entrada al mundo universitario y, sobre todo, Kai, las discusiones en el medio del comedor y los intentos de beso frustrados ante la puerta de entrada a un portal.

Para cuando llegó la hora de comer, Baekhyun ya pensaba que aquel iba a ser un día absolutamente perfecto. Luego, y como siempre ocurría, llegaron los problemas.

Al principio, el chico creyó que su imaginación le había jugado una mala pasada. Habían terminado de echar un vistazo a las tiendas de toda la primera planta y habían acabado yendo a parar a la enorme plaza cubierta en el centro del recinto, y allí había mucha, muchísima gente. Lo que había creído ver, unos metros por delante de él, tenía que haber sido un error, pensó, una especie de personificación de alguna paranoia interna y un tanto masoquista suya, porque no podía ser que, de entre todos los lugares a los que alguien podía ir a divertirse un domingo en la ciudad, él tuviera que estar precisamente allí. Probablemente, sí, se estuviera equivocando.

No obstante, y sólo por confirmarlo, había entornado los ojos y había recorrido con ellos los grupos de gente a su alrededor... sólo para encontrarse la cabeza de cierto individuo anormalmente alto sobresaliendo entre la multitud.

—Genial —murmuró entre dientes. Aquello debía de ser su karma o algo así: tener a Chanyeol en clase, como profesor y ahora, también encontrárselo los domingos, en compensación por todos los años de primaria y secundaria durante los que lo había ignorado y los todos los años de universidad en los que ya no tendría que verlo más—. ¿Qué está haciendo aquí?

La respuesta le llegó tan pronto como el grupo de mujeres de mediana edad que habían estado paradas entre Chanyeol y él se apartó, dejándole vía libre para ver lo que estaba ocurriendo. Su vecino estaba a unos cien metros, vestido con vaqueros y una sudadera enorme y riéndose por algo que había dicho la persona a su lado.

Una persona a la que, incluso vestido de calle, cualquiera que estudiara en su instituto habría podido reconocer en menos de un segundo.

Kai.

“Oh, no, no, no. Ahora no. Por favor, esto no”

Sintiendo como algo muy parecido al pánico empezaba a acumulársele en la boca del estómago, Baekhyun miró a su alrededor, tratando de buscar un modo de salir de allí, el que fuera, antes de que Kyungsoo se diese cuenta de a quién tenían delante. Su amigo, que estaba hablando sobre las pruebas de acceso a la universidad, parecía completamente ignorante de que la persona a la que había echado de su mesa el viernes estaba a cien metros escasos de él, y Baekhyun pretendía que todo siguiese siendo así, así que lo agarró por el brazo y trató de arrastrarlo dentro de una de las muchas cafeterías que había en la plaza, murmurando que estaba muerto de hambre.

Una nueva mirada atrás lo hizo quedarse quieto en el sitio, sin embargo, al ver que Chanyeol ya no se estaba riendo y que, en lugar de eso, lo estaba mirando directamente, con los ojos abiertos como platos y la expresión del que ha visto un fantasma plasmada en el rostro.

Al menos, Baekhyun podía estar seguro de que no había aparecido allí con Kai para fastidiarlo. A juzgar por su cara, más bien, parecía que el verlo allí le hubiese dado un susto mortal. Así que, decidiendo que era mejor resolver aquella situación cuanto antes, el chico intentó indicarle a Chanyeol por gestos que se marchara en dirección contraria y tironeó del brazo de Kyungsoo con más fuerza, tratando de llegar a la cafetería antes de que fuera tarde.

Lo habrían conseguido si no fuera porque Kai escogió ese mismo momento para girarse y los vio de pleno. Y la cara le cambió de tal modo al hacerlo que Baekhyun se sintió incapaz de seguir caminando.

¡Kyungsoo! —la exclamación sonó inusualmente desesperada, y Baekhyun sintió cómo el cuerpo de su amigo se tensaba por completo bajo sus dedos al escucharla. Sin saber muy bien qué hacer, le soltó el brazo y trató de decir algo, de intentar tranquilizarlo, pero Kai ya estaba allí antes de que él hubiera podido abrir la boca.

Tenía la respiración agitada. Había venido corriendo.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Kyungsoo en un susurró. Frenético, se giró hacia Baekhyun—. ¿Por qué...?

El chico negó con la cabeza.

—Yo no lo sabía.

—Ha venido conmigo —Chanyeol, que acababa de llegar junto a ellos, parecía mucho menos feliz y más preocupado que de costumbre, y su tono fue casi de disculpa—. No sabíamos que ibais a estar aquí, de verdad.

—Bueno —comenzó Baekhyun—, entonces tal vez deberíamos...

Kai no le dejó acabar.

—No, espera. Tengo que hablar contigo —dijo. La petición, obviamente, iba dirigida hacia Kyungsoo, que abrió los ojos todavía más y retrocedió un paso, tal vez porque Kai sonaba casi furioso—. Te invito a comer.

—No sé si eso será muy buena idea —volvió a intentar decir Baekhyun, pero se quedó callado, muy posiblemente con una expresión altamente estúpida en la cara, cuando Kyungsoo le posó una mano en el hombro para indicarle que guardara silencio.

—Está bien —murmuró—, creo que te lo debo.

A Baekhyun le hubiera gustado protestar otra vez, pero una sola mirada a Kai le bastó para confirmar que hacía mejor no metiéndose donde no lo llamaban. Kyungsoo parecía nervioso, de todas formas, pero no asustado o triste, así que el chico optó por sonreír mientras se despedían y observarlos marcharse hasta que hubieron desaparecido de su campo de visión.

Fue entonces cuando se percató de que su mejor amigo acababa de dejarlo involuntariamente plantado, y de que Chanyeol seguía allí, con él.

—Dime que hemos hecho bien en dejarlos marchar y que esto no se va a convertir en el desencadenante de la Tercera Guerra Mundial o algo así —susurró.

Chanyeol se encogió de hombros, y se rió en voz baja, y Baekhyun quiso señalarlo acusadoramente con el dedo y preguntarle a santo de qué, de repente, parecía tan poco preocupado y tan contento otra vez.

—No creo que vaya a pasar nada malo, Baek —el chico ignoró a conciencia que Chanyeol hubiera vuelto a tomarse licencias con su nombre por segunda vez en aquella semana y simplemente lo escuchó hablar con la cabeza ladeada—. De hecho, sólo pueden pasar dos cosas, ¿no?

—Sorpréndeme. ¿Cuáles?

—Bueno, tienen que hablar —señaló Chanyeol, que parecía tan animado como si fuese a empezar a dar palmas y saltar de un momento a otro—, así que, o acaban arreglándolo todo, o definitivamente dejan de hablarse para siempre.

Baekhyun alzó una ceja.

—¿Y eso te parece algo bueno?

—Al menos implica que habrá un desenlace —replicó Chanyeol.

Los dos guardaron silencio durante unos segundos más y, de repente, Baekhyun se percató de que el hecho de que Kyungsoo y Kai se hubieran marchado dejándolos a ellos atrás implicaba que, ahora, Chanyeol y él estaban parados en el medio de un centro comercial, rodeados de gente pero, básicamente, a solas. Y aquello no era el instituto, no era su casa los martes y jueves por la tarde, donde el estar los dos solos en su salón tenía un propósito, una razón de ser.

Aquel era su día libre, la tarde de la semana que tenía solamente para él. Y allí estaba, lejos de su casa y de sus amigos y con una persona a la que decía no soportar. Sencillamente estupendo.

—Ah, Baekhyun —al parecer, Chanyeol también se había dado cuenta de que la situación no era precisamente cómoda y el silencio se estaba prolongando demasiado, porque no tardó en esbozar una especie de sonrisa incómoda y mirar a su alrededor como si buscara algo—. Creo que nos hemos quedado sin plan. Yo había venido con Kai, y Kai no está, así que... Tal vez debería...

Baekhyun asintió distraídamente. Podía sentir el peso de su teléfono móvil en el bolsillo de la chaqueta, y casi estaba esperando sentirlo vibrar, como si Kyungsoo fuera a llamarlo de un momento a otro, diciéndole que su conversación con Kai había salido mal, que necesitaba que fuera a buscarlo.

—¿Tú vas a casa? —la voz de Chanyeol lo sacó de sus pensamientos, y Baekhyun lo miró, confuso—. Es decir, sé que nos han dejado solos, pero supongo que lo último que te apetecerá es quedarte aquí conmigo, así que, en fin...

—¿Tú te quedas? —Baekhyun parpadeó, y Chanyeol asintió con aire decidido.

—Kai es mi amigo, y sé que todo va a salir bien. Pero por si acaso, no puedo irme.

Baekhyun suspiró: los dos habían pensado lo mismo, y no sabía si saberlo le gustaba o no. Y le diría a cualquier persona que se tomara la molestia de preguntarle que preferiría pasar su domingo con cualquier persona que no fuese Chanyeol, pero, considerando sus opciones, no pensaba marcharse a casa dejando a Kyungsoo ahí, y no quería estar esperando toda la tarde por si pasaba algo sentado solo en un banco. Por eso, se abofeteó mentalmente por lo que iba a hacer pero, aún así, lo hizo.

—¿Te importa si me quedo contigo?

Chanyeol lo miró con una expresión tan exageradamente estupefacta como si acabara de salirle un tercer ojo en la cara.

—¿Lo dices en serio? —preguntó, y Baekhyun empezó a plantearse si aquello había sido tan buena idea después de todo. Sintiéndose algo estúpido, asintió, y Chanyeol abrió y cerró la boca un par de veces, pero luego sonrió; no con un gesto suave, como cuando había hablado de rechazo en su casa el jueves pasado, sino con aquella sonrisa enorme suya que parecía partirle la cara en dos. Tomado por sorpresa ante el gesto, todo en lo que Baekhyun pudo pensar fue en que era ridículamente sencillo hacer felices a algunas personas—. Es... ¡ah! Es estupendo que te quedes. ¿Qué quieres que hagamos? Deberíamos comer, ¿no? Es hora de comer.

—Supongo —Baekhyun apenas tuvo tiempo de terminar la palabra antes de que Chanyeol lo hubiera agarrado por el brazo, un par de centímetros por encima del codo, y lo estuviera arrastrando a través del patio, visiblemente contento.

—Kai quería obligarme a invitarlo, pero ahora que no está supongo que puedo invitarte a ti —indicó, prácticamente atropellando a un grupo de quinceañeras frente a las que se disculpó con una sonrisa—. ¿Dónde quieres comer? ¿Alguna preferencia?

Baekhyun no supo si sentirse sorprendido ante la oferta, cohibido ante toda la situación o molesto por el modo en el que se habían reído las chicas cuando su acompañante les había hablado, todo él voz grave, ojos grandes y altura sobrehumana.

—He traído mi propio dinero, Chanyeol, y se supone que estoy aquí por si Kyungsoo me necesita —protestó, aunque su tono fue más divertido que enfadado—. No hace falta que me invites a comer.

El otro chico se giró y sonrió aún más.

—Ya lo sé —dijo.

Y Baekhyun supo que, hiciera lo que hiciera, muy probablemente acabara comiendo gratis aquel día.

--

Al principio, Baekhyun había tenido sus reservas con respecto a pasar la tarde con el que era algo así como su némesis, pero pronto, y contra todas sus expectativas, se encontró pasándoselo bien.

Una vez asimilado el hecho de que hablaba alto, tenía una cara demasiado expresiva como para que resultase humanamente posible y que de vez en cuando hacía cosas raras, hablar con Chanyeol era sorprendentemente... fácil.

Durante las dos horas durante las que estuvieron sentados en la terraza de un restaurante de comida rápida – ya que Chanyeol se había empeñado en pagar, pero, a pesar insistir en ello, la cara de pena al mirar cómo su dinero se iba según lo iba sacando de la cartera había sido evidente, y Baekhyun no había podido proponer un sitio más caro después de aquello – los dos habían hablado prácticamente de todo. Chanyeol le había contado que él solía venir con su hermana de compras al centro comercial, y era curioso, porque Baekhyun había pasado tardes enteras allí con su propio hermano antes de que éste se hubiera ido a trabajar fuera de la ciudad.

Al parecer, también, y siendo niños, los dos se habían enamorado del mismo perrito de la tienda de mascotas de la segunda planta y, al caer en la cuenta se dedicaron a hacer conjeturas sobre quién lo habría comprado y dónde estaría después de todos aquellos años.

Por último, y cuando ya habían acabado de comer hacía rato y la joven que se encargaba de su sección había empezado ya a lanzarles miraditas de odio mal disimulado por todo el tiempo que habían estado acaparando la misma mesa sin consumir apenas nada, comenzaron a hablar de videojuegos.

En un ala de la primera planta había un arcade enorme, y tanto el uno como el otro habían pasado tardes enteras tratando de introducir sus iniciales – sin mucho éxito – en la pantalla de puntuaciones récord de uno de los shooters que, también por pura coincidencia, era uno de los favoritos de los dos.

—Estoy seguro de que podría lograrlo hoy, si lo intentara —había comentado Chanyeol, con una sonrisa brillante, imitando la forma de una pistola con los dedos y haciendo como que disparaba—. Soy más mayor ahora, debería tener mejor coordinación.

En otra ocasión, Baekhyun lo habría mirado raro, pero el comentario le hizo gracia y estaba de un inusual buen humor, así que se rió.

—¿Coordinación? ¿Tú? Estoy seguro de que podría ganarte con los ojos cerrados.

Chanyeol alzó una ceja.

—¿Quieres probar?

Momentos después – y para el alivio de la camarera – los dos se habían levantado de sus sillas de un salto y habían echado a correr hacia el arcade, que, después de tanto tiempo, seguía estando como cuando Baekhyun tenía trece y catorce años. La máquina que estaban buscando estaba al fondo, en el mismo sitio de siempre y, tras unas cuantas monedas y dos o tres amenazas en tono de broma, Chanyeol y él se sumieron de lleno en un frenesí de disparos y exclamaciones ahogadas que, finalmente los llevó de un videojuego a otro del arcade, hasta que hubieron acabado con todos.

Esa tarde, Baekhyun descubrió dos cosas. La primera fue que Chanyeol, a pesar de su legendaria falta de coordinación para su vida diaria, parecía tener un talento especial para los videojuegos, porque no solamente le ganó el noventa por ciento de las partidas – menos en el DDR, donde Baekhyun tenía un talento innato – sino que la diferencia de puntuaciones normalmente era tal que el chico se sentía como si a su yo virtual acabase de pasarle por encima un tornado. La segunda, y la que lo sorprendió más, fue que una parte de su mente le decía que debería estar irritado con Chanyeol por haberlo machacado de modo tan vil en todos los videojuegos a los que habían estado jugando, pero que lo más cercano a ello que había logrado había sido el caerse al suelo en medio de un ataque de risa cuando su vecino había fallado miserablemente al tratar de pasarse End of the Century en nivel standard en el DDR y le había dedicado a la pobre máquina una mirada de odio mal disimulada porque “se suponía que todavía tenía que haber podido bailar una canción más”.

Cuando por fin salieron del arcade, sudorosos y todavía riéndose, era prácticamente de noche, y los pasillos del centro comercial estaban considerablemente menos llenos de gente. Estaban cruzando un corredor lleno de tiendas que ya habían cerrado cuando Chanyeol se detuvo en seco, y Baekhyun, sintiendo que se había quedado solo, se giró a mirarlo.

—¿Qué haces? —preguntó, y sin dejarle tiempo a decir nada más, Chanyeol cruzó en dos zancadas la distancia que los separaba, lo sujetó con fuerza del antebrazo y tiró de él hasta obligarlo a entrar en un pasillo secundario a su derecha, que desembocaba en lo que parecían unos baños fuera de servicio—. ¿Qué pasa contigo?

—Chst —Chanyeol negó con la cabeza y le cubrió la boca con una mano enorme. Durante un momento, Baekhyun creyó que se había vuelto loco del todo e iba a secuestrarlo o algo así hasta que miró hacia arriba y vio que le estaba señalando algo con la cabeza—. Mira —le indicó en voz baja, y Baekhyun obedeció y recordó, de repente, la razón por la que se suponía que Chanyeol y él se habían quedado en el centro comercial aquella tarde.

En algún punto de su duelo fallido a videojuegos con Chanyeol, se había olvidado completamente de Kyungsoo. Pero, súbitamente, su mejor amigo estaba allí, en medio del pasillo y con Kai, sin verlos ni tener ni idea de que estaban allí, poco menos que espiándolos. Kai estaba diciendo algo que el chico no pudo oír, y Kyungsoo primero pareció inseguro, pero luego asintió, y Baekhyun dio las gracias mentalmente a Chanyeol por estarle tapando la boca todavía, porque de pronto Kai se había inclinado hacia delante y Kyungsoo y él se estaban besando y él habría gritado de la sorpresa de no haber tenido una mano gigantesca tapándole media cara.

Los segundos pasaron, y todo lo que Baekhyun pudo hacer fue tratar de no mirar mucho, intentar ruborizarse poco y pegarse más contra Chanyeol como si así pudiera hacer que los dos desaparecieran en las sombras del pasillo y Kyungsoo no pudiera verlos por mucho que se le ocurriera mirar hacia donde estaban.

Cuando por fin se separaron, sin embargo, todo lo que hicieron Kai y él fue sonreírse como dos tontos, mirarse un rato a los ojos y marcharse en dirección a la salida, dejando el pasillo desierto de nuevo. Aliviado, Baekhyun suspiró y, dejando que la tensión acumulada abandonara su cuerpo, se recostó contra lo que tenía detrás antes de darse cuenta de que lo que tenía detrás era, precisamente, Chanyeol. El otro chico ahogó una especie de jadeo sorprendido al sentirlo apoyarse contra él, y Baekhyun lo sintió tensarse antes de apartarse su mano de la boca y separarse de él todo lo rápidamente que pudo.

Su piel había estado cálida, incluso a pesar de todas las capas de ropa que los separaban, y sus dedos habían sido apenas una presencia levemente áspera contra sus mejillas, y Baekhyun se encontró pensando que ahora tenía frío antes de obligarse a sí mismo a volver a la realidad y decir algo, por muy estúpido que fuera.

—¿Qué ha sido eso? —murmuró, y Chanyeol parpadeó con unos ojos muy grandes y muy oscuros, como un animal paralizado ante los faros de un coche.

—¿El qué?

Baekhyun abrió la boca y la cerró. Luego volvió a abrirla.

—Mi mejor amigo tiene novio.

—Eso parece. Creo que el mío también,

—¿Y qué se supone que le voy a decir yo a Kyungsoo cuando me lo cuente mañana? —replicó Baekhyun, sin saber muy bien si reírse o sentirse como una especie de espía rastrero e indigno—. ¿”Muchas gracias por informarme, ‘Soo, pero ya lo sabía”?

Chanyeol apoyó la cabeza contra la pared y sonrió con aire incómodo, visiblemente más relajado a pesar de todo.

—Puedes decirle que los viste a Kai y a él mientras te escondías conmigo en el pasillo que lleva a los baños —propuso—. No estarías mintiendo, y sería imposible que te crea.

Muy a pesar suyo, Baekhyun se rió.

—Puede que lo haga, sí. Es una opción razonable.

--

Cuando llegaron a casa, era noche cerrada, y Baekhyun, inusualmente cansado, no tardó en cenar e irse a la cama. Al día siguiente, se levantó más pronto de lo normal y, a pesar de tomarse su tiempo en vestirse, peinarse y desayunar, salió de casa tan temprano que muy posiblemente tendría que esperar en el instituto media hora antes de que empezaran las clases.

Acababa de bajar a la calle principal cuando se topó de bruces con una figura familiar que caminaba tan inmersa en la contemplación de la pantalla de su móvil que ni siquiera lo vio acercarse.

—¿Chanyeol?

El chico bajó el teléfono y alzó la cara como si alguien acabara de darle una descarga eléctrica. Como de costumbre, llevaba la camisa por fuera de los pantalones, la americana del uniforme desabrochada y la corbata mal puesta. La mitad de veces parecía que se hubiese vestido en su habitación a oscuras. Curiosamente, el llevar la mitad de la ropa fuera de lugar no le quedaba mal.

—¿Baekhyun? ¿Qué haces aquí? Pensé que nunca salías de casa tan pronto.

El chico se sintió tentado de decir que, normalmente, él siempre estaba en clase ya antes de que Chanyeol apareciera, pero en lugar de eso se encogió de hombros y comenzó a andar calle abajo. Su vecino pareció dudar, pero lo siguió cuando Baekhyun se giró a mirarlo.

—¿Estamos yendo juntos a clase? —preguntó, y Baekhyun se dijo que bueno, ya que se lo había encontrado, por un día podía hacer una excepción. Sólo por uno.

—Estamos aquí los dos y vamos en la misma dirección, ¿no? —declaró—. De todas formas, y no sé por qué, me da la impresión de que Kyungsoo va a volver a recibiros a Kai y a ti en su amada mesa de la cafetería, así que creo que voy a tener que verte todos los días más de lo que ya lo hago. ¿Qué más da si hoy vamos juntos o no?

Chanyeol le dirigió una sonrisa que probablemente pretendiera ser arrepentida, pero que acabó resultando demasiado brillante como para resultar creíble.

—¿Lo siento? —probó a decir, casi riéndose, y Baekhyun intentó sentirse molesto con él. Sólo un poquito.

—Sea como sea, a mis amigos les gustas. Creo que a Jongdae le haces gracia. Parece que el único que no ha caído rendido a tus pies he sido yo.

Chanyeol hizo una mueca antes de responder.

—Bueno, el no gustarte a ti es algo constante. Supongo que ya estoy acostumbrado —su tono de voz fue perfectamente informal, divertido incluso, y su sonrisa pareció hacerse incluso más amplia. Poco después, se llevaba una mano a la frente, a modo de visera, y señalaba algo en la distancia—. Eh, espera, ¿no es ese nuestro autobús? ¡Vamos, Baek, o se va a ir sin nosotros!

Sin esperarlo, Chanyeol echó a correr hacia la parada varios metros por delante de ellos, y Baekhyun tardó unos minutos en reaccionar y seguirlo. De pronto, en su cabeza había aparecido un pensamiento raro, muy feo, y no pudo evitar darle vueltas mientras le enseñaba al conductor su abono de transportes, mientras seguía a Chanyeol por el pasillo y lo escuchaba saludar a un estudiante de primero sentado junto a la puerta – ¿no era Oh Sehun, por cierto? – y lo observaba prácticamente derrumbarse en un asiento al fondo, donde los respaldos estaban más desvencijados y había pintadas en los cristales.

—He metido el pie en un charco —lo oyó quejarse con una mueca que era sólo un poco molesta, sólo un poco culpable, pero principalmente despreocupada—, se me ha empapado el calcetín.

Baekhyun asintió, pero no dijo nada más y observó en silencio a Chanyeol en el momento en el que éste desvió su atención al paisaje al otro lado de la ventana.

No pudo evitar preguntarse cómo podía existir alguien que pudiera utilizar exactamente la misma sonrisa para protestar porque le había entrado agua en el zapato que para decir que estaba acostumbrado a que alguien lo hubiera odiado durante diez años.

Notas finales:

Sinceramente, he estado tentada de dividir este capítulo y colgarlo en dos partes, pero, finalmente, he pensado que no quiero haceros sufrir y que era mejor subirlo entero. Espero que no os canséis mucho al leer :'D En el primer borrador, la conversación por teléfono de BaekSoo no estaba, pero finalmente la he añadido también, so...

Y, de momento, aquí está la segunda parte de KaiSoo y sus problemas lol. A partir del capítulo siguiente, y teniendo en cuenta que KaiSoo ya están juntos y felices, tendremos más avances BaekYeol.

So stay tuned, y dadme amor y comentarios, que nos leemos en el próximo capítulo :DDD

PD: Hay algo así como dos frases de las que se puede leer entre líneas en este capítulo para saber lo que va a ir pasando. No voy a decir cuáles son, though, pero ahí están.

PD2: A fecha de publicar este capítulo, todavía me quedan por contestar un par de reviews del capítulo pasado. Si aún no os he respondido nada al vuestro, que sepáis que estoy en ello, y que tendréis vuestra contestación a lo largo de esta noche ^__^


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