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88 Días por Ms Aria

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Notas del capitulo:

Waaaaah, en primer lugar, perdón por la espera ;-;

Mi ordenador se estropeó de pronto hace un par de semanas, y no sólo se borró lo que llevaba ya hecho, sino que he estado hasta hace un par de días sin poder escribir :___D

Pero, bueno, aquí tenéis el capítulo nuevo de 88D, así que espero que os guste, y más comentarios en las notas al pie ^^

Capítulo 6. Día 38 (miércoles).

 

Chanyeol comenzó con lo que él entendía como entrenamiento aquel mismo lunes, cuando finalizaron las clases. 

Tan pronto como hubo terminado de recoger sus cosas después de una hora de matemáticas especialmente soporífera, Baekhyun se vio empujado, casi secuestrado y prácticamente arrastrado camino a casa por unas manos enormes que, cómo no, pertenecían a un Park Chanyeol que parecía especialmente contento aquel día.

-Ya verás, Baekhyunnie, he tenido una idea estupenda -le dijo en cuanto llegaron a su portal-. Vete subiendo a tu casa, ¿quieres? Yo voy a la mía a por una cosa y te sigo.

Baekhyun quiso decir que no le importaba subir con él o esperar en la calle a que volviera, pero, antes de poder siquiera abrir la boca, Chanyeol ya se había marchado. Decidiendo que era mucho mejor no pararse a pensar lo que le pasaba por la mente a su vecino en momentos como aquel, Baekhyun llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era hacerle caso y, buscando las llaves en las profundidades de su cartera del instituto, se dispuso a subir a su apartamento.

Tan pronto como llegó – y después de decirle a su madre que no, no quería nada para merendar y que sí, sí tenía planes para la tarde – cruzó el pasillo y entró casi corriendo en la habitación vacía de su hermano. Como de costumbre, Chanyeol se había dejado las cortinas descorridas al otro lado del patio, por lo que, desde allí, Baekhyun tenía unas vistas privilegiadas a más o menos la mitad de su dormitorio, pero, para cuando quiso asomarse para ver qué demonios había ido a buscar a su casa, Chanyeol ya había salido de su cuarto y estaba cerrando la puerta del pasillo tras de sí. 

“¿Qué pretenderá hacer?” se dijo, caminando hacia su propio dormitorio y tirando su cartera y la chaqueta del uniforme sobre la silla del escritorio.

No tardó mucho en averiguarlo, porque apenas cinco minutos después sonó el timbre, y, cuando el chico suspiró y fue a abrir, se encontró allí a Chanyeol vestido con vaqueros y una camiseta vieja, unas gafas enormes de pasta negra resbalándosele por la nariz y lo que a todas luces era una funda de guitarra en las manos.

Baekhyun parpadeó, sin apartarse del umbral.

-Llevas gafas -murmuró. Y no es que aquello fuera una novedad, porque había tenido que llevarlas desde que Baekhyun lo había conocido y, además, solía utilizarlas para estudiar por las tardes (no es que él se hubiera asomado a la ventana de su hermano en un par de ocasiones más porque tuviese curiosidad, no, ni que pensase que aquellas gafas le quedaban extrañamente bien), pero nunca lo había visto con ellas puestas fuera de su casa desde que había alcanzado la pubertad.

-Me estaba molestando una lentilla -le explicó el otro chico, con una sonrisa ligeramente incómoda, antes de gesticular hacia la puerta-.  Ahm… Ya sé que tengo un aspecto bastante ridículo con estas gafas tan grandes en la cara, pero, ¿me dejas pasar?

Maldiciéndose a sí mismo por haberse quedado ahí plantado como un idiota, Baekhyun se apartó de un salto de la puerta, buscando algo inteligente que decir. Fue entonces cuando se percató del detalle que tendría que haberle llamado la atención en primer lugar.

-¿Por qué has traído una guitarra? -quiso saber, y Chanyeol sonrió.

-Para ayudarte, claro. Necesitas acompañamiento.

-¿Desde cuándo tocas la guitarra? 

-No sé, ¿desde hace años? -Chanyeol se encogió de hombros y se rió y, por segunda vez consecutiva en los últimos dos minutos, Baekhyun se sintió como un imbécil integral. Por supuesto, él no podría haber sabido si Chanyeol tocaba o no tocaba la guitarra, especialmente porque hasta hacía unas semanas se había esforzado en ignorarlo como si le fuera la vida en ello, pero aún así le pareció un dato relevante, otra de esas muchas cosas que empezaban a obligarlo a darse cuenta de lo poco que, en realidad, había sabido de aquel chico hasta entonces-. La verdad es que no soy muy bueno; me pongo nervioso si tengo que tocar delante de otra gente, pero supongo que esto es por una buena causa.

-¿Y cómo se supone que me va a ayudar esto?

-Ya verás.

-Oh.

Durante un momento, Baekhyun trató de encontrar algo más inteligente que decir, pero, cuando estaba empezando a pensar que su cabeza iba a quedarse perpetuamente en blanco, la voz de su madre le llegó desde el pasillo.

-Baekkie, cariño, ¿quién es? 

Chanyeol, a su lado, esbozó una sonrisa de niño ilusionado en el mismo segundo en el que su madre entraba en el salón.

-Buenas tardes, señora Byun -saludó.

-¡Ah, pero si es Chanyeol! ¡Hola! ¿Tienes clase con Baekkie hoy?

-Uh-uh, no -el chico, que parecía tremendamente orgulloso de sí mismo, señaló la funda de su guitarra con un movimiento de cabeza-. Venía a ayudarlo, para lo de la audición, ya sabe.

Su madre asintió con la cabeza como si aquello fuera perfectamente lógico. Parecía tan contenta por verlo allí que Baekhyun se encontró volviendo a confirmar su teoría de que quería más a Chanyeol de lo que nunca lo había querido a él. 

-Eres un encanto -le dijo, y Baekhyun contuvo una mueca, primero porque la palabra “encanto” era especialmente ridícula y, segundo, porque su madre nunca trataba tan bien a nadie que no fuera de la familia-. ¿Quieres algo para merendar? ¿Un té? Yo trabajo en el turno de noche hoy, pero tú puedes quedarte a cenar con Baekkie si quieres. A veces me preocupa, el pobrecillo. Siempre está solo a esta hora.

Baekhyun contuvo un gemido de protesta.

-No tengo cinco años, mamá. Estoy bien -murmuró, y Chanyeol se rió.

-No se moleste, señora Byun. A mí me esperan para cenar en mi casa.

Su madre murmuró algo que sonó peligrosamente similar a “es una pena”, pero no tardó en girar sobre sus talones y volver a lo que quiera que estuviese haciendo en la cocina antes de que sonara el timbre, dejándolos solos y en silencio de nuevo. Con una sonrisa entre algo tonta y un tanto incómoda en los labios, Chanyeol se encogió de hombros y le dirigió a Baekhyun una mirada expectante, como si esperara instrucciones por parte del otro chico, y éste no pudo menos que rendirse. Seguía sin entender cómo pretendía ayudarlo Chanyeol con su audición con solamente una guitarra y lo que parecía un caudal eterno de su energía positiva habitual, pero, considerando lo ilusionado que parecía estar, se sintió incapaz de decirle que no, así que le señaló el pasillo con una mano.

-Vamos a mi habitación, ¿quieres?

Chanyeol pareció sorprendido por la idea durante una centésima de segundo, pero no tardó en asentir con la cabeza y seguirlo. Fue cuando, por fin, hubieron entrado en su dormitorio cuando Baekhyun se dio cuenta de que, siempre que su vecino había venido a su casa a darle clases, los dos se habían quedado estudiando en el salón, por lo que, técnicamente, aquella era la primera vez que Chanyeol ponía un pie en su habitación.

Cuando su madre había decidido redecorar toda la casa hacía año y medio, Baekhyun le había rogado que le dejase pintar las paredes de su cuarto de blanco. Su madre se había quejado – “¿sabes lo fácil que es que algo de ese color se manche, Baekkie? – pero, finalmente había acabado cediendo, tal y como siempre solía hacer. Como resultado, el dormitorio de Baekhyun, en su totalidad, había terminado siendo muy blanco, blanco y marrón, con las paredes, la alfombra, las cortinas y la colcha de la cama absolutamente prístinas, y el resto de los muebles de madera clara. El chico no podía evitarlo: le gustaba la luz, casi le fascinaba, y el efecto que tenía la claridad del sol al entrar por su ventana le recordaba a uno de aquellos días de invierno en los que el suelo y los árboles estaban cubiertos por una capa de nieve. Parecía curioso, teniendo en cuenta lo impersonal que, de media, la gente solía considerar el color blanco, pero la sensación que tenía él al entrar a su dormitorio, el único espacio de toda su casa que era sólo para él, era de una indescriptible calidez. Tal vez, por eso, normalmente se sintiera reacio a compartir aquel lugar con nadie.

Aunque con Chanyeol irrumpiendo de pronto en su casa con aquella sonrisa enorme y su desgastada funda de guitarra en las manos, ¿qué se suponía que iba a hacer, salvo dejarlo entrar?

El muy idiota… En ocasiones como aquella ni siquiera sabía que hacer con él. No cuando lo tenía parado en medio de su habitación, con la cabeza alzada y los ojos muy abiertos, observándolo todo como si acabase de entrar a la sala de espejos de un parque de atracciones y estuviese preguntándose si algo así podía ser real.

-Wow -fue todo lo que dijo cuando se decidió a hablar. Baekhyun empezó a plantearse si aquel era un wow bueno o malo, pero Chanyeol, que estaba echando un  nuevo vistazo a su alrededor, no tardó mucho en mirarlo como si algo le hiciera mucha gracia-. Todo es… muy blanco. Hasta tu DS es blanca -observó-, pero eso… -conteniendo una risita, señaló el póster que estaba colgado con cello de una de las paredes; la única línea de color en un cuarto que era casi completamente monocromático-. ¿Girls Generation? Hasta casi duelen los ojos de ver algo de un color tan chillón entre toda esta claridad.

En otra ocasión, Baekhyun se hubiera molestado, pero también estaba empezando a comprobar que cada vez le resultaba más difícil permanecer tan eternamente enfadado con Chanyeol como antes, especialmente cuando el otro chico lo hacía todo con tan buena intención.

-Qué le voy a hacer, si soy un fan. ¿No lo sabías?

Chanyeol negó con la cabeza.

-¿Creo que nunca me lo habías dicho? -murmuró, con una ligera sombra de duda inocente en la voz. Baekhyun se encogió de hombros, pero no pudo evitar sonreír para sí. No es que soliera airear mucho aquella faceta de su personalidad en la que, él, estudiante de música con altas aspiraciones y cantante extraordinario, tenía todos y cada uno de los CDs de una girlband, pero, seguramente, a alguien tan conceptualmente extraño como Park Chanyeol aquello no le parecería raro en absoluto-. De todas formas, deberíamos empezar.

Baekhyun sacudió una mano para darle luz verde, y volvió a contemplar el póster en la pared con aire abstraído mientras sentía a Chanyeol, a su espalda, sentarse con suavidad en la cama y empezar a sacar la guitarra de su funda. Se giró cuando escuchó el primer acorde, un sonido suave y un tanto discordante, y llegó justo a tiempo de ver a su vecino parpadear y arrugar la nariz en aquel mohín característico suyo, que siempre hacía cada vez que no entendía algo del todo.

-Desafinada -murmuró, casi como si no se lo creyera, y Baekhyun se encontró conteniendo la risa.

-¿Tienes un afinador? -preguntó.

-No, pero creo que puedo hacerlo de oído. Espera un momento.

Baekhyun decidió mantenerse a sí mismo ocupado quitando todo lo que había lanzado a la silla del escritorio al llegar a casa del respaldo y tirándolo sobre la mesa en su lugar mientras Chanyeol hacía lo que tenía que hacer, pero, para cuando hubo terminado y se hubo sentado en ella, mirando hacia la cama, el otro chico seguía teniendo los ojos cerrados y los dedos sobre las clavijas, tan concentrado en afinar su vieja guitarra que ni siquiera parecía percatarse de que había alguien mirándolo.

La escena tenía algo de agradable, algo de encantadora, con Chanyeol tratando de hacer que el instrumento sobre el que estaba inclinado sonase bien con toda la torpeza del mundo, y fallando miserablemente a la hora de girar las clavijas en su justa medida. En un momento dado, y tras pelearse con la guitarra durante sus buenos tres minutos, rasgó las cuerdas distraídamente y comenzó a tararear algo en voz baja como si tratase de comprobar cómo sonaba todo en su conjunto, ajeno a Baekhyun y al mundo por un instante.

El chico dejó escapar un suspiro sin proponérselo. Allí, sentado en mitad de su habitación, con su vieja sudadera gris y aquellas gafas negras monstruosamente enormes que se le resbalaban por la nariz según iba ladeando la cabeza, Chanyeol estaba… guapo. Era la luz otra vez, que se filtraba a través de las cortinas y le fundía un lado del rostro en sombras, como si perteneciese a aquel lugar, como si tuviese que estar allí, murmurando las notas de una canción con una voz grave que no era la de un estudiante de música, pero que no sonaba del todo mal.

Eso y aquellas malditas gafas, y el impulso que estaba empezando a sentir Baekhyun de cruzar la habitación en dos pasos y empujárselas sobre la nariz con un dedo para volvérselas a colocar en su sitio. Cosa que no iba a hacer porque era rara. No.

-Lo tengo -la voz extraordinariamente animada de Chanyeol lo sacó de un golpe del mundo de estupideces que se estaba imaginando y, para cuando parpadeó y lo miró, recuperando por completo su compostura perdida, se percató de que su vecino había dado por terminada su sesión de afinación y lo estaba mirando, un tanto extrañado-. ¿Baek? 

-Es… Lo siento; estaba distraído -se disculpó, maldiciéndose por su pérdida de concentración momentánea-. Pero, ¿y bien? Todo esto ha sido idea tuya. ¿Cómo se supone que vamos a practicar ahora?

-Enséñame lo que tienes, lo que estés ensayando -Chanyeol parecía muy seguro de sí mismo, más lleno de energía incluso de lo habitual, y Baekhyun se encontró obedeciendo sin cuestionarlo, y poniéndose de puntillas para rescatar una de sus carpetas de partituras de lo alto de una estantería de madera clara-. ¿No me lo vas a cantar?

-¿Eh? Es… yo sólo… -ante lo súbito de la pregunta, Baekhyun se encontró tropezándose con sus propias palabras. Estaba claro que tendría que cantar si el propósito de todo aquello era ayudarlo con su audición, pero normalmente no tenía la costumbre de hacerlo para nadie fuera del coro; Kyungsoo, tal vez, y los profesores. Jongdae, en otra ocasión, pero su amigo se había reído de él y le había dicho que sonaba como una especie de gato a quien alguien le hubiera cortado el rabo. Las sesiones nocturnas de Singstar eran una cosa, y cantar para Chanyeol era otra muy distinta, por mucho que el otro chico le hubiera dicho dos veces que le gustaba su voz. Y tomar la decisión más fácil siempre era mucho más sencillo, así que, ignorando la mirada entre preocupada y divertida de su vecino ante su ataque de vergüenza, se sentó en la cama junto a él y le tendió una de las partituras de su carpeta con actitud derrotada-. Échale un vistazo primero a esto, ¿vale? 

Chanyeol parecía claramente dispuesto a lanzar alguna clase de pulla en relación a su súbita timidez, pero a última hora se lo pensó mejor y todo lo que hizo fue reírse entre dientes, sacudiendo los hombros y haciendo temblar levemente el colchón. Alargando una mano, cogió la partitura y le echó un vistazo, murmurando algo ininteligible mientras seguía las notas en los pentagramas con los ojos. Hasta hacía apenas cinco minutos, a Baekhyun no se le hubiera podido ocurrir pensar que supiera leer partituras.

-Suena difícil -dijo tras un rato-. ¿Puedes llegar tan alto?

-Eso intento.

-Uhm… -Chanyeol volvió a rasgar las cuerdas de su guitarra con aire abstraído, y el acorde que llenó la habitación fue extrañamente armónico-. Está bien que cantes cosas difíciles, porque en tu audición habrá un jurado, y ese jurado querrá ver cuánto talento tienes, pero… ¿Recuerdas lo que te dije? ¿Sobre ser especial?

-Sí. ¿Que ser especial es subjetivo, era?

-Sí, y eso es cierto en parte, y en parte no. Es decir… lo que te hace especial es lo que, para esta gente, te tiene que hacer distinto al resto de gente con talento. Es algo subjetivo, pero es concreto, y es lo que les tienes que enseñar. No tienes que demostrarles que eres bueno, sino que eres distinto a todos los demás que son buenos, y para eso estamos aquí.

Baekhyun no hubiera podido decir que estuviese seguro de haber entendido aquel razonamiento, pero aún así asintió.

-¿Soy diferente a los otros? -replicó sin acabar de creérselo. 

-¡Claro que sí! Diferente y mejor.

-Ah -Baekhyun suspiró-. ¿Y en qué?

Chanyeol dio una especie de palmada, increíblemente contento y probablemente mucho más ilusionado que él mismo. Cuando se giró hacia él, sus ojos parecían mucho más grandes de lo normal, y brillaban como los de un perrito al que acabaran de sacar a jugar al parque.

-Aún no estoy seguro al cien por cien -exclamó, y Baekhyun contuvo las ganas de llamarlo idiota porque, ¿a qué venía todo aquello si ni siquiera la persona que había tenido la idea estaba segura de que valiese para algo?-. Pero sé que hay algo y lo encontraré, si dejas de mirarme con esa cara y cantas para mí.

-No voy a cantar para ti, imbécil -protestó el chico, alargando la mano para agarrar uno de los blancos y refulgentes cojines que había sobre el edredón y golpear a Chanyeol en el brazo con él antes de levantarse-. Voy a cantar en general. No te hagas ilusiones por ser el único que está aquí para escucharlo.

No había pretendido reñirle en serio, y Chanyeol se dio perfecta cuenta, porque le costó ocultar la sonrisa que se le había formado en los labios cuando intentó hacerse el ofendido.

-Ow, Baekhyunnie, eres cruel.

-Cállate y tócame el acompañamiento.

-¿Así, tal cual?

-¿No querías venir para eso? Estamos haciendo lo que tú querías, así que no te quejes.

Chanyeol intentó hacer el amago de protestar en tono de broma durante un par de ocasiones más, pero finalmente acabó rindiéndose, alzando los brazos como señal de cómica derrota y murmurando un “a quién quiero engañar” antes de volver a concentrarse en su guitarra y esforzarse en ayudarlo.

Tal y como le había dicho el propio Chanyeol que ocurriría el domingo, en la terraza de la cocina de Jongdae, el contar con la presencia de alguien más durante los ensayos lo ayudó más de lo que él había creído. En cuanto hubo superado la vergüenza inicial por tener que cantar en privado para otra persona – alguien que no era un profesor, ni un compañero de clase de coro, ni su mejor amigo – el modo en el que su vecino lo escuchaba, acompañándolo con la guitarra a veces y en completo silencio en otras ocasiones, solamente para darle su opinión sobre los puntos fuertes y débiles que había escuchado después, sirvió para hacerle darse cuenta de muchas cosas que había estado haciendo mal, y otras tantas que podía mejorar.

-Subes demasiado, al principio y al final -le dijo-. ¿No quedaría más natural si bajaras un poco?

Y a Baekhyun nunca le habían gustado demasiado las críticas, aunque fueran constructivas, pero, en aquella ocasión y a lo largo de aquella tarde, no pudo menos que darle a Chanyeol la razón.

Las horas pasaron, el sol se ocultó tras el horizonte, y la luz de la luna comenzó a colarse entre las cortinas, volviendo a hacer lo que quiera que hiciera la maldita luz con los ángulos del rostro de Chanyeol cada vez que estaban solos. La hora de la merienda quedó total y absolutamente atrás sin que ninguno de los dos hubiera comido nada y, cuando por fin llegó la hora de la cena y el estómago de Baekhyun soltó una especie de gruñido raro, su vecino seguía allí, sin haber vuelto a su casa para estudiar, hacer la tarea o lo que fuera que hiciesen los genios de su calibre por las tardes en los días entre semana.

-¿No se ha hecho tarde? -acabó diciendo en alto Baekhyun, sorprendiéndose por lo rápido que se le habían pasado las horas, y por todo lo que había parecido mejorar su canción en un único día gracias a los consejos de una persona a la que no había prestado atención alguna hasta hacía un mes. Chanyeol simplemente se encogió de hombros.

-Vivo aquí al lado. Si mi madre estuviese preocupada, me habría llamado al móvil, o habría venido hasta aquí. Aunque tal vez debería irme, de todas formas. 

Baekhyun se frotó la garganta con una mano y le dirigió a su vecino una sonrisa. Ni siquiera supo por qué iba a decir lo que iba a decir, pero hizo la pregunta de todas formas.

-¿No quieres quedarte a cenar? Mi madre me matará si vuelve y descubre que no te he insistido.

Chanyeol parpadeó.

-¿Estás seguro?

-Sé que tu madre te estará esperando en casa, pero siempre podías llamarla y… Es decir, si quieres.

Durante un instante, Chanyeol lo miró con una expresión tan absolutamente en blanco que Baekhyun creyó que iba a decirle que no, pero, en apenas un segundo, aquella sonrisa enorme y estúpida suya le invadió toda la cara, y el chico se levantó de un salto, apenas girándose a mirar cuando su querida guitarra impactó contra el edredón con un clonc.

-¿De verdad me invitas a cenar, Baek? -preguntó, y sonrió aún más cuando su interlocutor asintió, ligeramente avergonzado-. ¡Genial! Hoy es el día de la semana en el que mi madre se empeña en que tenemos que comer sano y nos pone una cena horrible. ¡Me has salvado la vida!

-No será para tanto -protestó Baekhyun, pero estaba de demasiado buen humor como para decir más, así que simplemente lo dejó correr.

Y así fue como, casi por casualidad, Park Chanyeol se quedó por primera vez a cenar con Byun Baekhyun mientras su madre trabajaba.

Al día siguiente, y tan pronto como hubieron acabado las clases, Chanyeol apareció en su puerta cargando precariamente con los libros de economía y la guitarra, anunciando alegremente que aquella tarde podrían seguir con los ensayos tan pronto como hubieran acabado con la hora de clases particulares que daban los martes.

-¿Ni siquiera ahora voy a poderme librar de hacer gráficas? -protestó Baekhyun con un suspiro cuando lo dejó entrar. Chanyeol se volvió hacia él con una mueca traviesa, y estuvo a punto de tropezar con la alfombra por no mirar a dónde estaba yendo en el proceso.

-No -dijo, mientras se las apañaba para dejar todo en la mesa sin caerse de morros en el intento-. Todo esto no valdrá de nada si no apruebas el examen. Es importante, Baekhyunnie, importante. 

-Todavía estás a tiempo de colarte en el despacho de la profesora y robar el examen para mi -gruñó Baekhyun, en parte porque seguía detestando economía más que nada, y en parte porque le divertía la cara de horror y reprobación absolutos que ponía Chanyeol cada vez que él proponía la idea-. Ya sabes, la señora Kim nunca sospecharía de ti, así que si algún día quieres hacerme el favor…

Como era de esperar, Chanyeol puso la misma cara que muy probablemente habría puesto si Baekhyun le hubiese dicho que le gustaba asesinar gatitos con una katana.

-Baekhyun, no. No vale para nada si no te esfuerzas tú. 

-Aish. Eres un aburrido, Yeol.

-Lo que tú digas, Baek, pero tienes que estudiar. No seguirás diciendo que no lo entiendes, después de todo lo que te he explicado, ¿no?

Baekhyun bufó.

-Es imposible que yo entienda las incoherencias que explica esa mujer, por mucho que tú intentes aclarármelas. Imposible.

Chanyeol sacudió la cabeza y chasqueó la lengua, y Baekhyun esbozó su mejor sonrisa de disculpa, aquella que solía permitirle salirse con la suya en un ochenta por ciento de las ocasiones y que funcionaba especialmente bien con su vecino. Y, como de costumbre, Chanyeol lo dejó pasar y se dedicó a aclarar todas sus dudas durante la siguiente hora y media, aún con el ceño fruncido y un tanto más reprobador de lo normal. Sin embargo, al día siguiente, y cuando, por primera vez en semanas, Baekhyun decidió seguir los consejos de Kyungsoo y tratar de atender a lo que la profesora estaba diciendo con las notas aclaratorias de Chanyeol al lado, no pudo evitar sorprenderse porque, por primera vez en todo el curso, era perfectamente capaz de seguir la clase y entender.

--

Para Baekhyun, fue sorprendentemente sencillo caer en una agradable rutina aquellos días. El tiempo pasaba, y Kyungsoo seguía empleando todo su tiempo libre en pasarlo con Kai, lo cual seguía dejándolos a Chanyeol y a él solos, y con varias horas al día que pasar juntos.

Todo era siempre igual: la comida junto a todos los demás en la cafetería del instituto, las clases de mañana y las de tarde, la vuelta juntos a casa, Chanyeol y él, y las tardes de ensayos y clases particulares, rematadas por paseos por el parque o salidas al arcade cuando uno de los dos – normalmente Baekhyun – tenía la cabeza demasiado cargada como para seguir estudiando. En ocasiones, incluso, Chanyeol se quedaba a cenar para ayudarlo con la tarea, y muchas veces se quedaban hablando casi hasta media noche, cuando, normalmente, la señora Park solía llamar a su hijo al móvil para recordarle que tenía clase al día siguiente y que haría mejor en volver a casa de una vez si no quería que fuera ella a buscarlo personalmente. 

Hacía un mes, Baekhyun habría pensado que todo aquello era estúpido, porque Chanyeol seguía siendo la misma persona – extremadamente alto (¿cuánto medía, por dios?), con la manía de hablar muy alto y gesticular más que nadie y extremadamente dado a las demostraciones de afecto público – pero ahora todo era distinto. De niño, Baekhyun había (literalmente) huido la primera de las pocas ocasiones en las que su vecino se había atrevido a colocarle una mano en el hombro o a tironearle de la manga para llamar su atención, pero ahora, y después de todo lo que había pasado, no podía decir que le importara si ocurría, especialmente porque a Chanyeol parecía encantarle el contacto físico y todo aquello no dejaba de ser algo inocente, de todas formas.

De repente, casi hubiera podido decirse que los dos se llevaban bien, que eran algo así como casi amigos, y aunque algo en la cabeza de Baekhyun todavía parecía protestar un poco, sólo un poquito, el chico no podía negar que estaba empezando a cogerle el gusto a aquella rutina en la que los dos cruzaban el parque juntos y se apropiaban de la parte trasera del autobús de camino a casa.

Incluso fue capaz de olvidarse por un momento que casi tenía su próxima audición encima, y se centró en pensar que su canción sonaba mucho más bonita si Chanyeol lo ayudaba en los ensayos con aquella vieja guitarra suya. Incluso se permitió sentirse genuinamente contento cuando, al confesar en un murmullo que estaba empezando a ponerse nervioso, su vecino le dijo que lo acompañaría el día de la audición si se lo pedía. Y Baekhyun no aceptó su oferta directamente, pero tampoco la rechazó, y le prometió que lo pensaría.

Lo cierto era que estaba cómodo en aquella rutina, aprovechándose de lo que implicaba ser y no ser amigo de Park Chanyeol al mismo tiempo. Del pasar todas las horas del mundo con él, pero seguir convencido, en una pequeña parte de su cabeza, de que Chanyeol seguía siendo su vecino el irritante y que aquello eran pequeñas excepciones a una regla de tratamiento frío que se había extendido a lo largo de diez años, y que no acabaría hasta que el otro chico se marchase, de una vez por todas, a Estados Unidos. 

Si no se pensaba en ello, era fácil cerrar los ojos y dejarse llevar, porque, ahora que lo conocía, Chanyeol era tan sencillo de tratar como si llevasen hablando toda una vida. Y tal vez Baekhyun hubiera podido seguir así para siempre, volviendo con él a casa, ensayando y maravillándose momentáneamente por lo bien que le sentaba la luz cada vez que cruzaba las piernas encima de su cama para tocar la guitarra, hasta que el curso acabara y los dos se separasen como si nunca se hubieran conocido, como si nunca hubiera pasado nada; pero estaba visto que todo aquello no podía ser tan sencillo.

Porque nada, nunca era tan sencillo. Y las cosas perfectas y frágiles siempre, siempre tenían que estallar; desaparecer para revelar todo lo que se escondía debajo.

Todo comenzó un día como cualquier otro, un miércoles normal, a sólo cuatro días de su audición, en medio de un pasillo desierto, en el que, cuando Baekhyun estaba buscando a Chanyeol para ir a casa, acabó encontrándose con Jongdae, rodeado por un trío de chicas de la clase de al lado, que lo miraron, todo ellas ojos grandes y risitas, cuando se detuvo al lado de su amigo.

-Jongdae, hola -saludó, decidiendo ignorar a las muchachas y centrarse en lo que tenía que hacer, aunque sólo fuera porque tenía mucho que ensayar aquella tarde y no quería perder el tiempo-. ¿Has visto a Chanyeol por aquí? Habíamos quedado hace cinco minutos y no lo he visto por ninguna parte. ¿Tú te has cruzado con él?

Jongdae comenzó a negar con la cabeza, pero una de las chicas soltó una risita y se quedó mirando a Baekhyun con una sonrisa en la cara que no podía presagiar nada bueno. 

-¿Chanyeol? ¿Park Chanyeol, dices? -murmuró-. Vaya, y yo que pensaba que últimamente siempre sabías dónde estaba, Baekhyun.

El chico se giró hacia ella, confuso. Tenía una vaga noción de que aquella era una de las chicas más populares de la clase de Jongdae, aunque no hubiera sabido decir cuál era su nombre. Por supuesto, no le sorprendió que ella sí que supiera el suyo, porque todo el mundo en aquel instituto sabía quién era él, pero sí que le pareció chocante que una desconocida se dirigiera a él con tanta familiaridad, como si supiera algo de lo que él no tenía ni idea, y que le pareciera muy divertido.

-¿Lo dices por algo? -preguntó, y todo lo que hizo ella fue sonreírle como un gato debajo de su flequillo decolorado.

-Oh, no, es sólo que la gente ha estado hablando. Diciendo cosas, ya sabes. Sobre Park Chanyeol y tú.

-¿Cosas? -repitió Baekhyun, confuso-. ¿Qué cosas?

La chica se rió, secundada por sus dos amigas, que la flanqueaban como dos guardaespaldas vestidos con uniformes de colegiala. Al parecer, todas ellas encontraban sumamente divertido poder llegar a reírse en la cara de alguien tan popular como él, porque ni siquiera se dignaron a ofrecerle una respuesta decente. 

-Ya sabes, cosas. Piénsalo -replicó la jefa, antes de girarse hacia Jongdae-. Nos vemos mañana en clase, ¿eh? Creo que tu amigo necesita que lo ayudes a buscar a su vecinito. 

Todavía soltando risitas, las tres chicas echaron a correr pasillo abajo, dejando a Baekhyun solo con Jongdae y un buen palmo de narices. Salvo ellos dos, el pasillo estaba absolutamente desierto, tanto que el silencio pareció invadirlo todo en apenas unos segundos, pesado y asfixiante.

-¿La gente dice cosas? -repitió el chico, girándose hacia Jongdae lentamente, casi como si le diera miedo preguntar-. ¿Sobre Chanyeol y yo? ¿Qué cosas pueden estar diciendo? 

Su amigo entornó los ojos, como si estuviera tratando de dilucidar si Baekhyun hablaba en serio o no.

-¿De verdad no te lo supones? -quiso saber-. Son tonterías, pero la base de donde las sacan parece bastante clara.

-¿Eh?

-Chanyeol y tú -empezó Jongdae tras una pequeña pausa-, de repente sois súper amiguitos, Baek. Coméis en la misma mesa, vais juntos a todas partes, llegáis y os vais a la vez del instituto. Y la gente habla, ya sabes, habla mucho. Ya sabes cómo funciona esto.

Sí, Baekhyun había pasado los últimos años de su vida en aquel instituto, sabía cómo funcionaba todo. Y tenía una ligerísima y pequeña idea de lo que probablemente estuviera tratando de decirle Jongdae, pero la mera ocurrencia era tan estúpida que no quería ni siquiera considerarla.

-No entiendo qué tiene eso que ver con nada -dijo en su lugar, esperando haber pensado mal y que su amigo lo sacara de dudas y le hablara de algo totalmente distinto.

Jongdae parecía reacio a contestar, pero, cuando lo hizo, confirmó sus peores temores.

-Es sabido universalmente que Chanyeol te hace ojitos, Baek, y al ver que ahora no hay quien os despegue, la gente está empezando a pensar que el pobre chico ha logrado cumplir su objetivo vital y ha conseguido que te fijes en él, si entiendes lo que quiero decir con eso.

Baekhyun observó a su amigo con la boca abierta, sintiendo que las mejillas le ardían y maldiciéndose por ello. Aquello era absurdo, totalmente absurdo. Tanto que no sabía cómo a alguien podía habérsele ocurrido siquiera pensarlo.

-Pero, ¿qué? ¿Es que la gente está mal de la cabeza? -protestó-. En primer lugar, a Chanyeol no le gusto yo. Te lo he dicho mil veces: lleva siguiéndome por ahí desde antes de tener edad suficiente para saber escribir la palabra “amor”, y lo único que ha querido siempre es ser mi amigo. Y a mí Kyungsoo me ha abandonado por ese novio que se ha buscado, con todos mis respetos hacia Kai, así que con alguien tendré que pasar el tiempo, ¿no? 

Jongdae abrió la boca para protestar, pero la volvió a cerrar. En apenas unos segundos, una sonrisa divertida le había cubierto el rostro.

-Lo que tú digas, Baek -contestó.

-¿Qué pasa? ¿Es que no me crees?

-Yo sólo te voy a decir que puede que Chanyeol no sea, como eres tú, parte de la élite absoluta de popularidad de este instituto, pero a todo el mundo le gusta, y a todo el mundo, salvo a ti, le cae bien. Y me encantan tus sesiones de autoengaño, Baek, y me alegro de que te las tomes tan en serio, pero no creo que Yeol vaya a seguir aguantándolas para siempre. Tenlo en cuenta.

-¿Qué se supone que intentas decir con eso?

Jongdae se encogió de hombros, esbozando una sonrisa burlona.

-Ya te lo ha dicho esa chica antes. Piénsalo -y, tras saludarlo con una mano, se fue, dejándolo solo en mitad del pasillo.

Durante un par de minutos, Baekhyun permaneció allí, quieto, donde estaba. Si Jongdae había tratado de ayudarlo dedicándose a ser misterioso y a soltarle sermones filosóficos, se había equivocado, porque todo lo que había logrado había sido molestarlo y hacer que su buen humor se disipara hasta convertirse en una nube de disgusto, irritación y descontento que se le quedó, flotando, sobre la boca del estómago.

¿Se podía saber qué hacía la gente hablando, diciendo tonterías una detrás de otra, sin tener ni idea de cómo funcionaban las cosas, sin saber nada? Aquello no tenía sentido; era la cosa más estúpida que había escuchado en todos sus años de vida, y lo peor era que él no había hecho nada para buscarse todo aquello.

La culpa era de aquellas malditas chicas y de su afán de encontrar nuevos cotilleos que esparcir. De Jongdae, por ir por ahí diciendo estupideces, por montarse en su cabeza historias que no tenían ningún fundamento, por mucho que Baekhyun se esforzase en negarlas. Y, cómo no, de Chanyeol, por perseguirlo a todas partes como un maldito perrito, por aprovechar la mínima oportunidad para pasarle la mano por el hombro o hablarle al oído.

Aquello tenía que acabarse. No iba a seguir así. Bastante tenía ya con todo lo que se le venía encima aquel año como para encima tener que soportar rumores.

Ya estaba bien. Estaba cansado; se iba a casa.

Estaba cruzando uno de los pasillos del primer piso, buscando llegar hasta la puerta de entrada y escapar de aquel lugar como fuera cuando sintió pasos tras de sí y una voz conocida llamándolo.

-¡Baek, espera! ¡Te estaba buscando por todas partes!

“Ah, ¿sí? No me digas”.

Y el chico quiso darle esquinazo, huir de él y esconderse – porque, sinceramente, no estaba de humor para aquello – pero, en menos de un minuto, las estúpidas manos enormes del idiota de Park Chanyeol habían aparecido por detrás de él y lo habían aferrado por los hombros. Y Baekhyun quiso tomar aire y salir de allí, pero sintió que se ahogaba, como si alguien lo hubiera encerrado en una caja muy pequeña, bajo una tonelada de agua, y no pudiera respirar.

-¿Pero quieres parar ya? -casi gritó, y sintió cómo las manos de Chanyeol temblaban y lo soltaban, y como el chico retrocedía, aún detrás de él, así que se giró para mirarlo-. ¿Qué se supone que pasa contigo? 

Chanyeol tuvo la decencia de parecer confuso y hasta algo asustado, como si no entendiera nada.

-¿Baek? ¿Qué te pasa?

-¡Tú! ¡Tú eres lo que me pasa! -replicó con voz dura, tratando de hacerle verlo-. Todo el día encima de mí. Todo el día saliendo de la nada en los pasillos, y arrastrándome de un lado a otro, y poniéndome la mano encima y apoyándote en mí como si fuera el reposabrazos de tu maldito sofá. ¿Es que no ves que la gente habla? ¿No ves que dicen tonterías y que lo único que estás haciendo pegándote a mí todo el día es hacer que se las crean?

Chanyeol le devolvió la mirada con aquella cara de perrito apaleado que ponía siempre, y Baekhyun estuvo a punto – a punto – de sentirse mal por todo aquel asunto.

-Es… Baek -comenzó, y Baekhyun maldijo el tono de su voz, y aquellos malditos ojos, tan marrones y tan grandes. Maldijo el hecho de que lo estuvieran haciendo sentirse culpable-. A mí me da igual lo que digan. Yo sólo…

-Tú sólo nada, Chanyeol. A mí sí que me importa lo que digan, así que déjame en paz. Por todo esto me parecías tan irritante de niño, por dios. Nunca te enteras de nada.

Chanyeol lo miró con los ojos muy abiertos durante un segundo, dos, tres cuatro, cinco, y a Baekhyun le recordó a aquel chico de trece años cuya invitación de cumpleaños había partido en dos en una tarde de noviembre, delante de su casa. Y quiso decir algo, añadir alguna cosa más, tal vez, suavizar el golpe, pero no tuvo tiempo, porque entonces Chanyeol reaccionó.

-Muy bien, Baekhyun -dijo-. Lo que tú quieras.

El chico permaneció quieto en el sitio mientras su vecino le lanzaba una última mirada y se alejaba por el pasillo, sin esperarlo, sin decirle nada más, y pensó que había conseguido lo que quería. Chanyeol volvería a pensárselo antes de saltarse los límites en el instituto – si es que volvía a hablarle, claro – y la gente se buscaría un tema más interesante del que hablar. Todo estaba resuelto. Todo era como debía ser, y su orgullo estaba intacto.

Y, sin embargo, Baekhyun no se sentía del todo bien. O, más bien, no se sentía bien en absoluto. Había dicho lo que había querido decir, había hecho que las cosas volvieran a la normalidad, pero era incapaz de sacarse los ojos de Chanyeol de la cabeza.

Por primera vez en semanas enteras, el chico volvió solo a casa, cruzando en silencio el parque y caminando a paso lento hasta el fondo del autobús. Había hecho aquel camino así, sin nadie más, durante meses, años enteros, antes de que llegara Chanyeol, en tantas ocasiones que no habría podido contarlas de querer hacerlo, pero aquella fue la primera vez en la que se sintió tan total y abrumadoramente solo que la sensación le resultó dolorosa.

 

 

Notas finales:

Yyyy, bueno, aquí está, el capítulo 7 de 88D ^^

En primer lugar, mi ordenador nuevo ha desconfigurado todo el formato del capítulo (me ha sustituido todos los guiones por símbolos raros y he tenido que cambiarlos todos por guiones manualmente desde la página), así que, si véis alguna cosa rara es por culpa de eso. En sí, este ordenador es un Mac, así que puede que por eso no sea compatible con la página, pero, si algo sale raro, ya intentaré arreglarlo mañana.

En segundo lugar, Chanyeol + gafas es puro amor y creo que en esta historia se nota lo amor que me parece xD

Y en tercer lugar, ahora que vuelvo a tener portátil, espero poder publicar la próxima actualización el siguiente fin de semana, así que espero que podamos leernos pronto.

Y, como siempre, ya sabéis que adoro los comentarios y me hacen quereros más y actualizar más deprisa, así que COMENTADME Y DECIDME QUÉ OS VA PARECIENDO, POR FAVOR :DDDD *hace spam en capslock*

Me quedan por contestar unos pocos reviews, pero, como suelo hacer siempre, me pondré a contestarlos después de cenar :D

¡Muchas gracias por pasaros a todos y R&R!


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