Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

88 Días por Ms Aria

[Reviews - 421]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos otra vez, y aquí os traigo un nuevo capítulo.


¿He tardado mucho? Espero que no, que llevo toda la noche para actualizar esto y tengo sueño ;u; (me voy superando; ahora son las cinco y media de la mañana *llora*)


Pero, en fin, a leer, y las notitas importantes al final :D

Capítulo 9. Día 54 (viernes).

 

La mañana del viernes, la madre de Baekhyun entró a su cuarto a despertarlo con una sonrisa, descorriendo las cortinas con energía y anunciándole animadamente que aquel iba ser su gran día.

—Esta tarde viene el servicio de mensajería a entregar los resultados de tu audición, Baekkie —le dijo, mientras él se arrebujaba entre las mantas y trataba de cubrirse la cabeza con la almohada, gruñendo—. ¿No estás nervioso?

Baekhyun no supo muy bien si reírse o llorar. No es que estuviera nervioso, sino prácticamente histérico, casi tanto como cuando había tenido que hacer la audición y había estado a punto de marcharse corriendo a casa. Y la prueba le había salido bien, especialmente bien, y todo lo que le quedaba era comprobar su resultado en la carta que iba a llegar a su casa aquella tarde, pero esa noche apenas había podido dormir, y ahora no estaba solamente cansado, sino que dudaba seriamente poder resistir todo el día con el peso de la duda en el estómago, con aquella incertidumbre.

—Estoy bien, mamá —contestó para que ella se fuera—. Tengo que ir a clase.

Se vistió tan deprisa como pudo en cuanto se quedó solo en el cuarto, deteniéndose solamente ante el espejo del baño para peinarse y comprobar que, al menos, la noche horrible que había pasado no le había dejado un recuerdo en forma de ojeras. Estaba a punto de salir al pasillo cuando notó el teléfono móvil vibrándole en el bolsillo de los pantalones y se detuvo un momento para desbloquear la pantalla.

Cuando vio quién le había escrito, se le escapó una sonrisa.

De: Park Chanyeol.

Creo que no me da tiempo a verte hoy, así que mucha suerte.

Por primera vez desde que habían hecho las paces, los dos no irían juntos a clase aquella mañana porque, por fin, y después de todas aquellas semanas de estudio, Chanyeol se examinaba para la beca. Según su propio vecino le había contado, tendría que pasar toda la mañana y parte de la tarde haciendo pruebas en una universidad del centro, por lo que no iría al instituto, y la idea de no verlo se le hacía... extraña. Chanyeol había estado ocupadísimo aquella última semana y, una vez acabados los resúmenes que le estaba haciendo él, Baekhyun no había tenido ninguna excusa creíble para pasarse las tardes en la biblioteca, por lo que había tenido que volverse a regañadientes a su casa al acabar las clases, pero, aún así, Chanyeol y él seguían siendo compañeros de aula, comiendo juntos y estudiando economía. Por no decir que los dos habían cogido por costumbre escribirse al móvil por la noche, cuando Baekhyun estaba ya medio dormido y Chanyeol había acabado de estudiar.

Pasar un día sin Chanyeol iba a ser raro. Especialmente, un día tan importante como aquel. Al menos, se alegraba de poder escribirle.

Para: Park Chanyeol.

Tú eres el que necesita suerte. ¡Machácalos a todos en esos exámenes!

La habitación se quedó en silencio durante unos instantes y luego su teléfono volvió a vibrar.

De: Park Chanyeol.

¿Suerte? Uh-uh, Baek, no me hace falta. Tengo los resúmenes que me has hecho; los dos sabemos que voy a aprobar.

Baekhyun hizo un serio esfuerzo por reírse, por pulsar el botón de respuesta y contestar con algo divertido; algo que hiciera que Chanyeol, al otro lado de la línea, soltara una carcajada demasiado alta y que el resto de idiotas estirados que iban a examinarse con él lo miraran raro. Todo lo que hizo, no obstante, fue apretar los labios, sujetar el móvil más fuerte y observar la pantalla del teléfono hasta que se apagó, volviéndose negra.

Si no pasaba nada raro aquel día, Chanyeol aprobaría. Y él había sido el primero en encerrarse como un esclavo en la biblioteca para ayudarlo a estudiar – y volvería a hacerlo, por mucho que resumir aquellos libros hubiera sido el infierno en la tierra – pero ahora que había llegado el día del examen y todo iba a decidirse en apenas unas horas, no sabía si forzarse a estar contento o hacerse un ovillo en una esquina de su habitación y quedarse allí hasta que se pusiera el sol.

Porque aquel era el sueño de Chanyeol, y, después de todo lo que había pasado, Baekhyun habría hecho lo que fuese para que se hiciera realidad, pero Estados Unidos estaba muy, muy lejos, y cuatro años era demasiado tiempo.

Le hubiera gustado saber qué hacer, pero su vida se estaba volviendo muy confusa últimamente, así que tendría que conformarse con vivirla minuto a minuto y no morir en el intento. Si es que aquello era posible, claro.

Desayunó todo lo deprisa que pudo y salió corriendo hacia el instituto. Cuando estaba sentado, como siempre, en el fondo del autobús, apoyó la cabeza en el cristal de la ventanilla y se perdió en las canciones de su lista de reproducción de música favorita, intentando no pensar en nada. Había conseguido llegar a clase y pasar la primera hora de un relativo buen humor cuando su profesor de inglés entró en el aula pareciendo extremadamente feliz y explicándoles que iban a utilizar aquella hora para hablar (obviamente en inglés) sobre las ciudades más importantes de Estados Unidos.

La mayoría de los alumnos prácticamente lanzó un grito de felicidad. Baekhyun hundió el rostro en las manos y se preguntó qué demonios le había hecho él al karma durante toda su vida para que siguiera golpeándolo de aquella forma.

—¿No deberíamos dar gramática o algo así en vez de perder el tiempo con esto? —le susurró a Kyungsoo después de media hora de clase en la que ya habían hablado de Nueva York, Chicago y los Ángeles. Su amigo, que estaba tomando apuntes sobre lo que el profesor decía con su mejor cara de atender, lo miró por el rabillo del ojo.

—Normalmente estarías encantado por no tener que dar gramática —susurró—. Siempre te quejas porque, según tú, vamos demasiado deprisa.

—He cambiado de idea —replicó Baekhyun—. Ahora que estoy escuchando al profesor hablar en inglés, me estoy dando cuenta de que no entiendo nada. Prefiero la gramática mil veces antes que estas estúpidas charlas sobre San Francisco que no le interesan a nadie.

Kyungsoo puso los ojos en blanco.

—Que yo sepa, nadie ha dicho nada aún sobre San Francisco.

—¿Y qué más da?

—Atiende, Baek.

El profesor eligió aquel mismo momento para carraspear y lanzarle una mirada de advertencia (no a Kyungsoo, que también había estado hablando, sino simplemente a él) y Baekhyun pensó que haría mejor en cerrar la boca, al menos hasta que acabara aquella clase, si no quería ganarse una amonestación y un castigo.

Cuando llegó la hora de coro prácticamente echaba chispas por los ojos y Kyungsoo, a su lado, le lanzaba claras miradas de desaprobación por su mal humor.

—Sé que estás nervioso por los resultados de la audición, Baek, pero no es excusa —le dijo mientras esperaban junto a la escalera a Jongdae para ir a clase—. Parecía que fueses a levantarte de golpe y clavarle al pobre profesor de inglés tu lapicero en el ojo.

Baekhyun resopló.

—Me gusta demasiado este lápiz, gracias. Y no estoy nervioso.

—¿Estás seguro?

—Sí.

—Baekhyun, si necesitas hablar de esto...

El chico estaba a punto de decir que hablar era precisamente lo que no necesitaba cuando Jongdae dobló la esquina y los saludó con la mano, echándose la cartera al hombro y apretando el paso hasta llegar junto a ellos. Al detenerse a su lado, miró a Baekhyun de arriba abajo y silbó.

—Vaya, vaya, parece que alguien se ha levantado hoy con el pie izquierdo —comentó—. ¿Qué es lo que te pasa, Byun Baek? ¿Te han castigado por quedarte dormido o qué?

Baekhyun decidió que prefería no contestar a aquello, pero Kyungsoo lo hizo en su lugar, al mismo tiempo que abría la marcha escaleras abajo.

—Lleva enfadado desde la hora de inglés.

—¿Vosotros también habéis tenido una clase oral sobre Estados Unidos? Porque a mí me ha parecido interesante.

La escalera pronto dio paso al vestíbulo, que estaba repleto de estudiantes. El ala oeste, donde estaba situado el auditorio, estaba más allá, al otro lado del edificio, pero iban bien de tiempo, así que no hacía falta correr.

—Esa misma. Y no ha sido interesante; ha sido horrible. ¿Qué tienen los Estados Unidos para que a todo el mundo le gusten tanto, de todas formas? Ni que fueran el paraíso. ¿Por qué todos quieren irse a vivir allí?

Kyungsoo le lanzó una nueva mirada de desaprobación desde delante, pero Jongdae, que caminaba a su lado, lo observó con aire inquisitivo durante unos instantes antes de sonreír y alzar las cejas.

—¡No me digas que todo esto es por Chanyeol! —exclamó, y Baekhyun se detuvo en seco como si acabaran de robarle el aire—. Está haciendo el examen ahora y... Es por él, ¿verdad?

Kyungsoo dejó de andar y se dio la vuelta.

—¿Chanyeol?

¿Chanyeol? —repitió Baekhyun, que estaba empezando a sentir mucha vergüenza. Porque sí, tal vez él pensara que San Francisco y sus universidades de informática prestigiosas estaban poco menos que robando los talentos del país y llevándoselos a la otra punta del mundo, pero eso no quería decir nada. Nada en absoluto—. Chanyeol ni siquiera está aquí. Ya le he dado ánimos por móvil esta mañana, y cuando lo he hecho estaba de perfecto buen humor, gracias. No sé qué tiene Chanyeol que ver con nada.

Kyungsoo pasó a mirarlo con una cara rara, pero Jongdae no tardó mucho en encogerse de hombros y dejar el asunto correr.

—Tú verás, tú verás, pero o nos movemos o llegaremos tarde. Y os recuerdo que yo soy la estrella del festival escolar de este año, así que no puedo permitirme retrasarme.

—Te esperarán —gruñó Baekhyun, sintiéndose aliviado, no obstante, ante el modo abrupto del que había acabado la conversación. Continuaron su camino y ahora era Jongdae quien abría la marcha, abriendo las puertas anti-incendios que plagaban el ala oeste casi como si no pesaran. Kyungsoo caminaba detrás de él, observando las puertas por el rabillo del ojo, como si temiera que fuesen a cerrarse todas de golpe y a romperle la nariz otra vez, y Baekhyun lo seguía, distraído.

Cuando llegaron al auditorio, todos los demás alumnos ya estaban dentro, pero a juzgar por el revuelo y las risas que salían del interior, el profesor todavía no había hecho acto de presencia. Sonriendo con aire servicial, Jongdae sostuvo la puerta abierta, y Kyungsoo lo observó con una ceja arqueada, como si lo sorprendiera tanta amabilidad, pero no le dio mayor importancia y entró. Cuando Baekhyun iba a seguirlo, sin embargo, el chico le cortó el paso y habló, con un tono que sólo era burlón en parte.

—Podrías pedirle que se quedara, si quisieras —le dijo. Baekhyun parpadeó.

—¿Qué?

—A Chanyeol. Si tanto te molesta que se marche, pídele que no lo haga. Está medio enamorado de ti; te haría caso.

Baekhyun quiso responder, pero no supo qué demonios decir a aquello. Jongdae siempre había parecido muy seguro con todo aquel asunto de Chanyeol, pero no sabía lo que sabía él. Jongdae no había visto a su vecino hablándole de San Francisco con los ojos brillantes, ni había estado allí, al otro lado de la ventana, observándolo estudiar después de medianoche.

Tampoco sabía, por supuesto, hasta qué punto había querido ser Chanyeol su amigo cuando estaban en primaria, ni cómo le había roto él el corazón en su catorce cumpleaños. Chanyeol tenía su vida, sus prioridades, y era su mismo vecino quien le había dicho que Estados Unidos era la primera y única de sus opciones.

Todo estaba claro. Absolutamente claro.

—Te he dicho mil veces que yo no le gusto —replicó, más cansado que molesto. Su mente le jugó una mala pasada y lo llevó a otro momento, otro lugar, en el que él había encontrado una invitación de cumpleaños rota dentro de un libro y se había caído al suelo desde una silla, y Chanyeol había estado allí para rescatarlo, como estaba siempre. En aquel instante, su cerebro había estado hecho un caos, todo había pasado muy deprisa y durante un momento, apenas una centésima de segundo, una pequeña, pequeñísima parte de Baekhyun había creído que Chanyeol iba a besarlo allí mismo, pero luego todo se había quedado en nada y, al pensarlo con calma, ya en su casa, el chico se había dado cuenta de que todo, muy posiblemente, había tenido que ser un malentendido. Su propia mente, malinterpretando los estímulos, viendo lo que quería ver. O puede su cerebro hubiese estado alucinando directamente porque, después de todo, él no quería besar a Park Chanyeol—. Da igual cuántas veces insistas, pero las cosas son como son.

—Claro que son como son —replicó Jongdae, en sus trece, encogiéndose de hombros y apartándose de la puerta con una sonrisita irónica curvándole las comisuras de los labios.

Baekhyun suspiró y entró al auditorio, buscando a Kyungsoo con la mirada y localizándolo poco más allá, esperándolos. Su amigo debió de notar algo en su expresión, porque volvió a preguntarle si estaba bien y pareció levemente molesto cuando él le dijo que sí y cambió de tema, pasando a hablar de cosas estúpidas, banales. Jongdae apareció tras ellos, tan despreocupado como siempre, como si no le hubiera dicho nada, y Baekhyun se estremeció.

Porque su amigo estaba equivocado, pero una parte de él habría deseado que lo que Jongdae había dicho fuera cierto. Porque, de ser así, Chanyeol no habría querido irse; habría tenido una razón para quedarse. No estaría examinándose ahora mismo para entrar en una universidad en la otra punta del mundo.

--

Cuando Baekhyun llegó a su casa, las clases habían acabado hacía más de dos horas.

Sabía que era estúpido, pero había tratado de hacer todo lo posible para posponer aquel momento – se había quedado hablando con Luhan, había arrastrado a Kyungsoo a tomar algo a la cafetería e incluso había tratado de acompañar a Jongdae a casa, a pesar de que su amigo vivía en la otra dirección. Finalmente, sin embargo, había tenido que aceptar lo inevitable y subir a su autobús de siempre, caminando con paso lento hasta llegar a su portal, a su rellano, a la puerta de su casa.

Cuando entró, oyó el ruido de cacharros que daba a entender que su madre estaba en la cocina, y tuvo el impulso de correr a su habitación y encerrarse allí, rogando por que la mujer no reparara en que había llegado hasta la hora de cenar. Estaba a punto de cruzar el pasillo de puntillas, no obstante, cuando oyó una voz.

—¿Baekkie? ¿Eres tú?

A aquellas alturas ya no había manera de ocultarlo, así que el chico caminó hasta la cocina y se asomó al interior, forzando una sonrisa.

—Hola.

—Acaban de traer tu carta, hijo —su madre estaba de espaldas a él, subida en una escalera de mano y recolocando los platos del armario de arriba (esos platos que, por cierto, nadie usaba nunca), así que no lo vio contener la respiración—. Te la he dejado en tu cuarto; deberías ir a verla.

El chico murmuró una frase de asentimiento y se apartó de la puerta. El camino hacia su habitación se le hizo sorprendentemente corto e infinitamente largo al mismo tiempo y, cuando por fin estuvo dentro, se sintió tentado de correr el pestillo, de esconder el sobre que su madre le había dejado sobre el escritorio debajo de la cama, meterse él mismo bajo las mantas y esperar hasta que se hiciera de noche, hasta calmarse.

El modo en el que el papel marrón del sobre parecía atraer su mirada, por mucho que él estuviera haciendo todo lo conscientemente posible para ignorarlo, lo convenció finalmente para acercarse y aferrarlo entre los dedos, sintiendo que el corazón le latía tan deprisa como si llevase minutos enteros corriendo y la respiración se le volvía irregular.

El papel era áspero al tacto, y no le costó mucho rasgarlo por la solapa correspondiente para acceder al interior. El sobre había sido grande, voluminoso, pero allí dentro sólo había un folio doblado por la mitad, protegido por varias capas de papel de burbujas. Su destino y su futuro estaban en aquella simple hoja, escritos en letras negras sobre fondo blanco, y Baekhyun lo sostuvo con las dos manos, sin atreverse a desdoblarlo, sin querer mirar.

Tardó unos buenos cinco minutos en desplegar la carta, otros dos en mirar. Y, cuando finalmente leyó lo que ponía, tuvo que apoyarse contra la pared, incapaz de mantenerse derecho sobre sus propias piernas.

Byun Baekhyun – número de resguardo 090008542537-325.

Estimado señor Byun:

En primer lugar, le agradecemos fervientemente que se presentara a nuestro proceso de selección, y le felicitamos por el talento y la habilidad vocal demostrados durante las pruebas. Nuestro proceso es duro y exigente, sólo apto para las mejores voces, y el hecho de haber participado en él ya es un logro a destacar en su carrera.

No obstante, y a pesar de sus esfuerzos, lamentamos comunicarle que, si bien su rango vocal es bueno, no cuenta usted con las cualidades que estamos buscando entre los futuros alumnos de nuestra escuela, por lo que, tras ser evaluada por el jurado, se le ha otorgado la calificación de NO APTO en el examen.

Le recordamos que el proceso selectivo sigue abierto, y que se celebra anualmente y que podrá presentarse, siguiendo el mismo protocolo, cuando volvamos a ponerlo en marcha el año que viene.

Reciba un cordial saludo.

La carta venía firmada por alguien, una persona a la que Baekhyun no había vsto nunca, y el chico se llevó una mano a los ojos, sin saber muy bien si echarse a llorar o reírse de pura histeria.

Se suponía que aquella vez las pruebas le habían salido excepcionalmente bien. Se suponía que iba a aprobar, y a estudiar en la misma escuela que Kyungsoo y, por fin, a cumplir el único sueño que había tenido desde pequeño.

Se suponía, sí, se suponía. Porque todo lo que había conseguido en realidad era una carta impersonal en la que lo felicitaban por nada, un “no cuenta usted con las cualidades que estamos buscando” y un “no apto” escrito en letras mayúsculas. Un octavo fracaso para su lista. Se preguntaba qué demonios iba a decirle a su madre, a sus amigos. Qué iba a decirle a Chanyeol, cuando ni siquiera sabía cómo explicarse aquello a sí mismo.

—¿Baekkie? —la voz alegre de su madre le llegó desde algún punto al otro lado de la puerta, amortiguada—. ¿Tienes ya la respuesta? ¿Qué te han dicho?

El chico volvió a mirar la carta que todavía tenía en la mano. Podía mentir, podía decir que aún no la había abierto, pero era ridículo posponerlo. Su madre acabaría enterándose; todos lo harían.

En silencio, salió de su habitación. Cuando llegó a la cocina, su madre sonreía, pero la mueca se le borró de los labios tan pronto como le vio la cara.

—No apto —susurró Baekhyun, dando por hecho que aquello lo explicaba todo—. Soy no apto.

Su madre dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él, como si no supiera muy bien qué decir, cómo consolar a un hijo de diecisiete años, que, a pesar de no ser todavía adulto, había dejado de ser un niño al que se podía engañar diciéndole que todo estaba bien.

—Baekkie, lo siento mucho —murmuró—. Creía que esta vez iban a darte la plaza. Se te veía tan contento...

—Supongo que me equivoqué —respondió él, dejándose caer sobre una de las sillas de metal blanco, sin ánimo y casi sin voz—. Me he equivocado otra vez. Siempre me equivoco, ¿no? ¿Por qué...?

Su madre lo observó en silencio durante unos instantes, con los labios levemente apretados y una expresión extraña en la cara. Cuando Baekhyun alzó los ojos para mirarla, la vio sentarse en la otra silla de la cocina, frente a él, con las manos entrelazadas sobre la mesa y un brillo resuelto en las pupilas.

—Baekhyun —comenzó, y el chico parpadeó, sorprendido, porque aquel era el tono que siempre utilizaba para hablar de cosas serias. Cosas que, normalmente, nunca tenían un final feliz—. He estado pensando y... Creí que esta vez lo de tu audición iba a salir bien, así que no te dije nada, pero después de esto...

—¿Qué pasa?

—Te están rechazando, cariño. Una vez detrás de otra. Si esto sigue así no solamente te llevarás un golpe emocional cada vez que te llegue una de estas cartas, sino que perderás el próximo año de clases.

Baekhyun sacudió la cabeza, sin entender.

—¿Qué...?

—No me he opuesto a que te presentaras a esos procesos de selección estos meses, hijo, pero te han rechazado en todos, y tienes que pensar en tu futuro. No somos ricos, Baekhyun, vas a tener que trabajar para vivir. No puedes quedarte en casa un año detrás de otro, esperando entrar en una escuela en la que a lo mejor no te admiten jamás. ¿Nunca has pensado... en estudiar otra cosa? Algo que también te guste, aunque sea un poco menos, y que sea útil para ti.

El chico la miró, horrorizado.

No.

—Baekhyun...

—Me queda otro examen por hacer. En un mes. No.

—¿Y qué ocurre si tampoco puedes aprobarlo? ¿Qué vas a hacer entonces?

El chico apretó los puños sobre el regazo, con tal fuerza que las uñas se le clavaron en la carne, y su cuerpo mandó una señal de dolor que su cerebro no llegó a procesar. En realidad, su cabeza se negaba a entender nada, salvo el hecho de que su madre estaba diciendo incoherencias y él necesitaba salir de allí. Como fuera. Necesitaba huir de aquella habitación.

Necesitaba aire.

—No quiero estudiar otra cosa —protestó—. No puedo estudiar otra cosa. No voy a...

Su madre empezó a replicar, a decirle algo por el estilo de que era la única opción que le quedaba, y que Baekhyun tenía que ser razonable. Y él suponía que todo aquello tenía mucho sentido, y que su madre lo estaba haciendo por su bien, pero no pudo aguantarlo más. Con la respiración agitada, se guardó la carta en el bolsillo y se levantó de la mesa. Y antes de que nadie pudiera hacer nada para detenerlo, había salido de la cocina, cruzado el pasillo y el salón y estaba abriendo la puerta de la calle con dedos temblorosos.

—¡Baekhyun! ¡Baekhyun! —la voz de su madre sonaba cada vez más cerca, entre triste y furiosa, y él la ignoró—. ¿A dónde crees que estás yendo?

—Volveré para cenar —replicó, echando a correr escaleras abajo.

No se había quitado la chaqueta del uniforme a llegar a casa, así que no tuvo frío al salir al exterior. No estaba seguro de haber podido sentirlo, de todas formas – estaba demasiado mareado, demasiado confuso, demasiado histérico. Todo lo que quería era huir sin rumbo, perderse donde nadie pudiera encontrarlo y quedarse allí.

Así que echó a correr calle abajo, sin pensar a dónde podía ir, tratando de ignorar aquel dolor en el pecho, el modo en el que le costaba respirar.

Estaba cruzando una calle desierta a la carrera cuando sintió cómo el móvil le vibraba en el bolsillo del pantalón, y recordó que también se había olvidado de sacarlo. Se detuvo el tiempo suficiente como para desbloquear la pantalla, comprobar los mensajes, y, al verlos, sintió ganas de arrojar el móvil a la carretera, de cerrar los ojos y gritar.

De: Kyungsoo (móvil)

¿Tienes ya los resultados del examen? ¿Qué tal te ha salido?

 -

De: Park Chanyeol

¿Baekhyunnie? ¿Sabes ya cómo te ha ido? Yo estoy de camino a casa ya. ¡Ya te lo dije, pero los exámenes han sido pan comido! ¿Te veo luego?

Baekhyun no podía responder a aquello, no sabía cómo (“No, no vamos a estudiar juntos, Kyungsoo”. “Que te esforzaras tanto en ayudarme no ha valido para nada, Chanyeol”), así que hizo lo único que podía hacer; lo que ya había hecho en casa, al no poder enfrentarse con su madre. Apagar el móvil, no contestar y correr. Correr a donde fuera, a cualquier parte. Hasta quedarse sin fuerzas y no poder pensar más.

Sus pasos lo guiaron a través de una sucesión de calles desconocidas, a través de barrios residenciales desiertos y tiendas que, según pasaban las horas, comenzaron a cerrar. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, en la calle, ni cuándo había parado de correr, agotado, y había empezado a caminar arrastrando los pies, impulsado por el mero deseo de seguir adelante.

El sol estaba empezando a ponerse cuando vio la silueta familiar de las copas de los árboles del parque, su parque, y no supo cómo demonios había llegado hasta allí si ni siquiera había sabido hacia dónde estaba yendo, pero le dio igual. Aquel era un lugar conocido, un lugar tranquilo. Su sitio favorito en aquella ciudad enorme que no paraba quieta ni un segundo, y a la que le daba igual que un chico cualquiera hubiera suspendido su examen de música, o que pudiera o no cumplir los sueños de toda una vida el próximo año. Allí no había prácticamente nadie, y todo lo que se escuchaba era el sonido de las hojas, el viento y sus propios pasos. El silencio, a aquellas alturas, era lo más reconfortante que le había sucedido en todo el día, así que lo recibió con los brazos abiertos.

Vagó sin rumbo durante minutos enteros, cruzando un sendero tras otro, concentrado únicamente en caminar, hasta que no pudo más y se derrumbó sobre uno de los bancos de piedra semiocultos en la zona del fondo, donde nunca iba nadie, con la cabeza entre las manos y el cerebro desconectado, entumecido. Le hubiera gustado poder gritar o llorar, pero era incapaz de hacerlo, así que se quedó quieto mientras el sol bajaba y el cielo se teñía de rojo.

Se sentía triste, solo, abandonado como un niño. Ni siquiera sabía qué era lo que estaba haciendo allí, ni lo que haría cuando tuviera que salir de aquel lugar, volver a casa y regresar a la realidad. Había visto la lástima en los ojos de su madre; no quería verla en los de sus compañeros de coro, en los de sus amigos, en los de Chanyeol.

No quería nada. Quería demasiadas cosas. Quería hablar; quería quedarse solo. Quería salir de allí. Quería...

—¡Baekhyun!

Ante el sonido de su nombre, el chico alzó la cabeza, desubicado. Conocía aquella voz, aquel modo de llamarlo y, durante un momento, creyó que su cerebro le estaba jugando una mala pasada, haciéndole escuchar algo que quería oír más que nada, algo – a alguien – que no podía estar ahí. Sin embargo, al parpadear lo vio, allí, detenido sobre el sendero con el flequillo revuelto sobre la frente y la respiración agitada, como si hubiera cruzado el parque corriendo.

Park Chanyeol, que había venido a buscarlo.

—¿Yeol? —lo llamó, y el otro chico pareció tomar sus palabras como un permiso implícito para acercarse, porque se aproximó—. ¿Por qué...? ¿Qué haces aquí? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

—Llevas tres horas con el móvil apagado; nos tenías preocupados a todos —al llegar al banco, Chanyeol se sentó a su lado de modo casi tentativo, demasiado cerca de él, demasiado lejos; al alcance de sus dedos si extendía la mano—. Kyungsoo y tu madre estaban histéricos; querían llamar a la policía si no volvías antes de medianoche.

A Baekhyun aquello le daba igual. Su mundo parecía haberse vuelto patas arriba, y a aquellas alturas ya no entendía qué estaba pasando, pero Chanyeol estaba allí. Y tal vez fuera la luz, o tal vez su vecino hubiera sido siempre así, pero estaba demasiado guapo cuando lo miraba con aquella cara.

—¿Cómo me has encontrado? —murmuró—. Ni siquiera yo sabía a dónde estaba yendo. ¿Cómo has podido...?

Su vecino se encogió de hombros y esbozó una sonrisa de disculpa.

—Te gusta este parque, ¿no? Así que pensé que, bueno...

Algo tan simple.

Baekhyun se sentía incapaz de moverse, así que se quedó quieto. Ninguno de los dos habló por un instante hasta que Chanyeol, de nuevo, se giró hacia él.

—¿Qué tal la carta, Baek? ¿Qué ha pasado? —preguntó en voz baja, y el chico volvió a notar el regusto amargo del rechazo en la garganta. Estaba demasiado cansado como para tratar de huir, justificarse o negar nada, así que simplemente se metió la mano en el bolsillo de la americana del uniforme y le tendió la respuesta que le habían enviado, que ahora era poco más que un folio arrugado y roto.

Chanyeol leyó en silencio, con expresión neutra. Cuando habló, lo hizo en un tono tan sincero que Baekhyun se sintió temblar.

—Todavía creo que te merecías haber entrado.

A aquellas alturas, el chico podría haber soportado cualquier cosa, pero una frase así, no. Todo lo que estaba ocurriendo era injusto, increíblemente injusto, y ni siquiera sabía lo que había hecho para merecerlo. Sintió que algo en su interior se rompía, liberándose, luchando por salir. Algo que estaba mejor fuera y que él había luchado por retener. Había querido parecer fuerte, pero en determinados momentos, en determinados lugares, era imposible.

—Ensayé muchísimo, Chanyeol. Ensayé todo lo que pude. ¿Por qué no puedo entrar? ¿Es que no valgo para esto? ¿Qué se supone que voy a hacer yo si no puedo estudiar música?

Chanyeol parpadeó con unos ojos muy grandes.

—¿Por qué no ibas a poder? Hay más convocatorias, más exámenes...

—¡No! —Baekhyun casi chilló, asustándose a sí mismo—. No. Mi madre no quiere que vuelva a presentarme, y yo no puedo mantenerme solo, ni pagar las tasas de entrada por mi cuenta. No puedo irme de casa, y yo... Me queda una oportunidad, sólo una, y no sé si voy a poder...

Chanyeol tardó un rato en procesar las palabras y lo miró, alarmado. Baekhyun había abierto la boca para seguir diciendo incoherencias cuando el otro chico sonrió.

—No te preocupes, Baek. Te queda una oportunidad más, y esta vez lo conseguiremos. No voy a dejarte solo, ¿vale? Iremos juntos.

Baekhyun sintió que el cuerpo volvía a temblarle, y no a causa del frío. No entendía por qué había venido Chanyeol. No entendía por qué se ofrecía a ayudarle después de todo lo que había pasado entre ambos. No entendía cómo se le había ocurrido odiarlo durante tanto tiempo si en apenas dos meses había pasado a necesitar verlo sonreírle.

Le hubiera gustado darle las gracias, pero no le salía la voz. Así que, en lugar de eso, se giró hacia él sobre el banco y lo abrazó, aferrando la tela de su chaqueta tan fuerte que creyó que iba a romperla y hundiéndole el rostro en el hueco entre el hombro y el cuello. Chanyeol pareció confuso – y Baekhyun pudo notar cómo se le aceleraba el pulso por debajo de la piel – pero no tardó mucho en corresponderle, colocándole una mano con suavidad sobre la espalda y hundiéndole la otra en el pelo.

—¿Por qué nada me sale bien? —la voz del chico fue apenas un murmullo, tan baja que Chanyeol sólo pudo oírla porque estaba tan pegado a él que no había espacio entre ambos.

—A veces a las buenas personas les pasan cosas malas —le dijo, y Baekhyun quiso protestar y decir que no, que él no era buena persona, que le ponía mala cara a su madre cuando le mandaba pasar el aspirador y le copiaba la tarea de inglés a Kyungsoo cuando no le apetecía hacerla; que a veces no cedía el asiento a las ancianas en el autobús y que lo había tratado injustificadamente mal durante diez años—. Lo único que puedes hacer es... seguirte esforzando hasta que te salgan bien.

—¿Y si no puedo? —Baekhyun alzó la voz un poco, sólo un poquito más, sintiéndose mucho menos confuso y más cansado—. Sólo me queda una oportunidad. ¿Y si fallo?

El chico creyó oír a Chanyeol suspirar. Le estaba acariciando el pelo con suavidad, como si no se diera cuenta de que lo estaba haciendo, y era una sensación extraña, electrizante, cálida y reconfortante al mismo tiempo.

—Sólo hay dos opciones, Baek —murmuró—. Luchar con todas tus fuerzas hasta conseguir lo que ibas buscando o rendirte cuando no puedes más. Y tú no vas a rendirte, ¿verdad?

Baekhyun hundió un poco más el rostro contra su cuello.

—No —respondió, y supo que lo que decía era cierto.

--

Esa noche, Baekhyun logró tranquilizarse. Cuando Chanyeol lo dejó en su casa, asegurándole mil veces a su madre que no pasaba nada y que lo había encontrado en perfecto buen estado, fue capaz de plantarse ante ella y decirle que comprendía que tendría que contemplar otras opciones si seguían suspendiéndole una vez tras otra en las pruebas de admisión, pero que quería presentarse a aquel último examen del año, y que iba a trabajar duro para lograr aprobarlo.

Los siguientes días fueron tranquilos, con su rutina del instituto por la mañana y las clases de economía y los ensayos por la tarde. Ahora que ya no tenía que estudiar, Chanyeol se pasaba las tardes con él, desde que volvían de la escuela hasta que su madre lo llamaba al móvil para que fuera a casa a cenar y, aún así, a Baekhyun las horas no le parecían suficientes.

Todo estaba bien, todo fue perfecto, y el chico llegó a pensar que, a pesar de los fallos y la decepción, podría vivir en aquella rutina para siempre.

O, al menos lo creyó hasta que, la semana siguiente, llamaron a Chanyeol al despacho del director y el chico se lo llevó aparte en el descanso para decirle que le habían concedido la beca.

Notas finales:

Primero, ¡mirad! Tengo 99 reviews, así que el primero que comente será el review 100 :D ¿Quién será, será?


Segundo, hubo muy poquitos que me preguntaron por la audición de Baek así que, bueno, ahí tenéis los resultados.


Y tercero, este capítulo tiene menos humor de lo habitual y más carga de drama, pero era necesario D: De hecho, me parece un capítulo muy importante en cuanto a trama.


Dicho esto, es TARDE y me quedan cinco reviews por responder, así que huyo a hacerlo.


Ya sabéis que querré eternamente si me dejáis comentarios, así que DADME AMOOOOOR :D y yo a cambio os querré también y me quedaré hasta las 5:48 de la mañana que son actualizando esta cosa.


Y, hala, me voy a contestar los comentarios que me faltan y os dejo esto aquí :D


R&R y hasta el siguiente capítulo! :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).