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88 Días por Ms Aria

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Notas del capitulo:

Tehehe~ ¡Hola a todos de nuevo!


Por tercera vez consecutiva, estoy logrando mantener las actualizaciones semanales, así que aquí os va un nuevo capítulo :D


Las notas, como siempre, al final :DDD

Capítulo 3. Día 5.

En los últimos tres días, Baekhyun había recuperado casi todo el buen humor que había perdido durante todos los días anteriores. El lunes, al entrar en clase, había creído que alguna clase de ente divino estaba en su contra y que nada podría salirle bien. Aquel viernes, sin embargo – y a pesar de haberse quedado dormido y haber terminado acabándose desayuno en el autobús de línea para llegar a tiempo a una horrible clase de matemáticas – el sol parecía brillar más, y hubiera podido jurar que había pájaros cantando al otro lado de la ventana.

Quizás todo se debiera a que los viernes eran uno de los días en los que los alumnos se separaban según optativas, y él tenía dos horas seguidas de coro. O, tal vez, y sólo tal vez, el hecho de que su queridísimo vecino, Park Chanyeol, le hubiese dicho el martes pasado que tenía pensado irse a vivir a Estados Unidos el próximo año también tuviera algo que ver.

Sólo quizás, sí. Porque aquella tenía que ser la mejor noticia que le habían dado en meses.

—Kyungsoo —tras dedicar un saludo al resto de sus compañeros, Baekhyun cruzó el aula hasta el asiento que tenía asignado y sonrió a su amigo mientras se sentaba—, buenos días.

El otro chico le devolvió la mirada, parpadeando.

—Tienes la camisa por fuera de los pantalones —indicó—, y una mancha de algo que creo que es comida en una esquina del labio.

En condiciones normales, Baekhyun se habría sentido ligeramente horrorizado, aunque sólo fuera porque tenía una reputación de chico popular que mantener, pero aquel día ni siquiera le importó. Sin levantarse de su silla, se colocó bien la camisa, la chaqueta y la corbata, y cuando estuvo seguro de que su uniforme estaba en perfecto estado de revista de nuevo, se limpió la comisura de los labios con uno de los pañuelos de papel que le tendió Kyungsoo, siempre atento a todo.

—¿Qué te ha pasado esta vez? —le preguntó su amigo— ¿Has vuelto a venir bebiéndote el café en el transporte público?

—Iba tarde —fue todo lo que replicó Baekhyun—. Y el desayuno es la comida más importante del día. Por mucho que digas, no pienso perdérmelo.

—Hay ocasiones en las que pienso que eres increíble. ¿Sabes? Deberías...

Obviamente, Kyungsoo tenía la intención de comenzar a sermonearle sobre la importancia de hacer una vida ordenada y poner la alarma lo suficientemente temprano como para no tener que recurrir a beberse el café en el autobús, pero sus palabras fueron interrumpidas por el sonido de pasos y de una voz muy alegre y muy grave dando los buenos días a todo el alumnado. Cualquier otro día, Baekhyun hubiera gruñido, pero aquella mañana ni siquiera sintió ganas de mirar a Chanyeol mal, así que simplemente se giró hacia él mientras su vecino sonreía mucho, se detenía a saludar a un par de personas más y caminaba hacia su sitio en el fondo de la clase.

“Sólo unos meses más” se dijo “Unos meses más y seré libre de él para siempre”.

El timbre que anunciaba el comienzo de las clases empezó a sonar poco después, y Baekhyun comenzó a tararear una melodía mientras buscaba el libro de matemáticas dentro de su cartera. Cuando alzó los ojos, sin embargo, Kyungsoo había ladeado la cabeza y lo estaba mirando con el ceño fruncido y una clara expresión reprobadora.

—¿Qué te pasa ahora?

—No me parece bien —Kyungsoo suspiró mientras Baekhyun se encogía de hombros y abría su cuaderno, que resultó ser el mismo que utilizaba para economía—. Sinceramente, Baek, no está nada bien que la única razón que tengas para no gruñirle más a Chanyeol cada vez que se acerca sea que se vaya a ir del país al acabar el curso. Es mezquino.

—No he dejado de gruñirle. Es sólo que estoy de buen humor en general.

Baekhyun. No mientas.

—No estoy mintiendo.

Por segunda vez consecutiva, el inminente sermón de Kyungsoo fue interrumpido de golpe, en esta ocasión debido a la llegada del profesor de matemáticas, que no tardó en ordenarles abrir el libro de texto y cubrir la pizarra de ecuaciones. La siguiente hora pasó abrumadoramente lenta para Baekhyun, que no tardó mucho en decidir que no le apetecía atender – no tenía una mala media en matemáticas, de todas formas – y que observar lo que había escrito Chanyeol en la parte de su cuaderno que utilizaba para la clase de economía era un pasatiempo mucho más interesante, aunque solamente fuera porque su señor vecino tenía una letra francamente ilegible y, además, le había llenado los márgenes de espirales, dibujitos y garabatos.

El chico estaba tratando de decidir si el monigote con gafas y una cierta sombra de bigote que aparecía al pie de una página llena de ratios era una caricatura especialmente desafortunada de la profesora Kim cuando el timbre que indicaba el final de la clase finalmente sonó, y para cuando terminó de recoger todas sus cosas, solamente quedaban en el aula Kyungsoo y él. Aquello era siempre así: el resto de los días, la mayoría de los alumnos ni siquiera habían sacado el libro de la segunda hora cuando había acabado aquel descanso, pero los viernes de optativas todos desaparecían tan pronto como sonaba el timbre. El único que parecía incapaz de darse prisa era el propio Baekhyun, aunque coro siempre hubiera sido su asignatura favorita.

O, al menos, hasta recientemente, claro.

—¿Vamos? —preguntó Kyungsoo, colgándose la cartera al hombro—. Ya sabes que tenemos que cruzar todo el instituto para llegar al auditorio.

Baekhyun asintió y, tras asegurarse de que no se dejaba nada en clase, comenzó a seguir a su amigo a través de los pasillos. El aula de coro estaba situada en la planta baja, en el ala oeste del edificio, y la caminata hasta allí les ocupaba la mayor parte de los diez minutos del primer descanso de la mañana. Jongdae, como siempre, los esperaba junto a las escaleras por las que tenían que bajar al primer piso, y los saludó con la mano tan pronto como los vio llegar.

—Te noto contento, Baek —comentó en cuanto éste lo hubo alcanzado.

—Sigue encantado consigo mismo porque ha descubierto que Chanyeol se va a San Francisco y lo deja en paz —explicó Kyungsoo, adelantándolo y comenzando a bajar los peldaños de dos en dos, como si temiera llegar tarde y romper su record de asistencia y puntualidad perfectas. Jongdae se rió, pero no tardó en encogerse de hombros y seguirlo, con Baekhyun justo detrás.

—¿Todavía sigue contento por eso? Pero si nos enteramos hace tres días.

Baekhyun decidió que, fuera como fuese, no había manera humana de mantener el buen humor si sus dos mejores amigos se dedicaban a aliarse en su contra en aquel asunto. Quizá estuviera empezando a volver a sentirse irritado, aunque sólo fuera un poco.

—Os digo que no es por eso.

—Ya. Teniendo en cuenta el número de horas que pasas al día tratando de odiarlo, probablemente cuando se marche incluso acabes echándolo de menos.

Baekhyun no pudo contener un bufido.

—Sigue soñando. Eso no va a pasar.

Cuando llegaron a la planta baja, la mayoría de los alumnos ya habían encontrado sus aulas, por lo que los pasillos estaban prácticamente desiertos. El ala oeste estaba un poco más allá, tras una sucesión de corredores conectados por viejas puertas metálicas, que aparentemente servían para mantener el fuego a raya en caso de incendio, pero que en la práctica sólo valían para crear atascos de estudiantes tratando de pasar por ellas en masa a la hora de comer.

—Te repito que estás siendo injusto, Baek —volvió a murmurar Kyungsoo, que parecía absolutamente dispuesto a acabar sermoneándolo sobre aquel asunto, fuera como fuese—. Chanyeol nunca ha sido tan malo como tú dices que es. Y, además, te está ayudando.

—Es un desastre humano —protestó Baekhyun haciendo un mohín, mientras su amigo empujaba la primera de las puertas metálicas para abrirla. Ante ellos se extendía el viejo pasillo principal del ala oeste, vacío y silencioso, y Kyungsoo apretó el paso, como si quisiera alcanzar la puerta de salida en tiempo récord.

—Eso son exageraciones —replicó, extendiendo la mano para alcanzar la superficie de metal —. No puede ser para tan...

En sus años de instituto, Baekhyun había visto muchas cosas – estudiantes copiando en exámenes, guerras de comida en la cafetería, parejas siendo escoltadas al despacho del director tras ser sorprendidas por el bedel en el armario de las escobas. Había visto a Jongdae entrar cantando en la biblioteca porque había aprobado un examen oral para el que solamente se había estudiado dos temas, y a Luhan siendo perseguido por un auténtico club de fans cada vez que había clase obligatoria de natación en educación física, y había pensado que, después de eso, estaba preparado para cualquier cosa.

Y, a pesar de todo, no pudo evitar quedarse quieto en el sitio y contener una especie de grito ahogado cuando la puerta metálica del pasillo del ala oeste se abrió de súbito hacia dentro y golpeó a Kyungsoo en plena cara.

—¿Qué...? ¡Kyungsoo! ¿Estás bien? —Jongdae, a pesar de haber saltado literalmente hacia atrás al escuchar el impacto, fue el primero en reaccionar y, corriendo hacia su amigo, que se había caído de espaldas al suelo y se estaba cubriendo el rostro con las manos, se agachó junto a él —. Déjame ver eso.

Kyungsoo empezó a murmurar algo que Baekhyun no entendió, y el chico fue vagamente consciente de que, muy probablemente, su posición como mejor amigo del herido lo obligara a agacharse junto a Jongdae y tratar de averiguar hasta qué punto la puerta le había hecho daño a Kyungsoo en la cara, pero todo en lo que pudo pensar fue en que una puerta anti-incendios no podía haberse abierto sola hacia dentro a no ser que alguien la hubiese empujado con mucha fuerza desde el otro lado.

Fue entonces cuando alzó la vista y la clavó en el umbral. Y se encontró allí precisamente a Park Chanyeol, de entre todos los alumnos de la escuela, con el brazo extendido y una expresión de estupor casi cómica en la cara.

Durante un instante, Baekhyun no supo si gritarle, reírse, o simplemente parpadear.

—¿Acabas de intentar asesinar a mi amigo con una puerta? —murmuró finalmente, y Chanyeol lo miró sorprendido primero, esbozando una sonrisa francamente incómoda después y absolutamente horrorizado unos segundos más tarde. Baekhyun jamás hubiera pensado que la expresión de alguien pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo, pero, después de todo, estaban hablando de Chanyeol.

—Llegábamos tarde a clase; no pensé que fuera a haber nadie en...

—Pues pensaste mal. Mira lo que has hecho.

Por primera vez en años, Chanyeol pareció pensar que había algo más importante que responder a Baekhyun cuando éste le estaba hablando, porque sacudió la cabeza y se arrodilló junto a Kyungsoo, al lado de Jongdae.

—Déjame ver —pidió, al mismo tiempo que Baekhyun se unía a ellos, fulminándolo con la mirada. Y Kyungsoo, casi a regañadientes, le permitió apartarle las manos del rostro.

—Creo que me he roto la nariz —murmuró.

Chanyeol parecía infinitamente preocupado y, ante lo absurdo de la situación, Baekhyun sintió ganas de reírse. Pasado el susto inicial, parecía claro que, salvo un golpe morrocotudo y sangrante en las narices y un ojo levemente amoratado, Kyungsoo estaba prácticamente ileso, si bien tenía un aspecto un tanto ridículo caído de culo en el suelo. No obstante, su amigo no parecía ser de la misma opinión, y apartaba el rostro cada vez que Jongdae pretendía echarle un vistazo a las contusiones. Para sorpresa de Baekhyun, el único que logró que se estuviera quieto fue Chanyeol, que para ser alguien tan grande, con tan poca gracia y con una expresión tan compungida en la cara, estaba siendo increíblemente suave y sorprendentemente firme al mismo tiempo.

—No está rota —declaró, su voz apenas un murmullo grave—. Creo que sería mejor ir a la enfermería a que le echen un vistazo, pero supongo que en cuanto pare de sangrar estará bien. No parece algo muy serio — añadió, esbozando una sonrisa de disculpa y mirando directamente a Baekhyun, que bufó. Chanyeol separó los labios, como si fuera a añadir algo más, pero una nueva voz lo interrumpió, suave y con un deje de algo que parecía irritación.

—Déjalo, Yeol. ¿No se supone que el chiquillo es amigo de Byun Baekhyun? Deja que lo lleve a la enfermería él; nosotros llegamos tarde a clase.

Confuso, Baekhyun alzó la vista para encontrarse a Kai detenido en medio del pasillo, como si todo aquel asunto no fuera en absoluto con él. El chico supuso que había estado allí todo el tiempo – después de todo, Chanyeol había hablado en plural cuando había dicho que había abierto la puerta sin mirar porque iban con retraso a clase – y se riñó mentalmente a sí mismo por no haber reparado en él antes. A Kai, sin embargo, que él lo hubiera visto o no parecía darle absolutamente igual, porque estaba dirigiéndose únicamente a Chanyeol con una expresión de absoluto desinterés en la cara.

—Pero ha sido culpa mía que se haya hecho daño.

—¿Y?

—¿Cómo que “y”? ¿Qué clase de persona eres tú?

Kai entornó los ojos, y Baekhyun no pudo contener una risita. Quien acababa de hablar había sido el propio Kyungsoo, que estaba mirando al que probablemente fuera el Rey del instituto con la nariz sangrante, un ojo morado y una expresión inusualmente resuelta para ser alguien considerablemente más pequeño que él. Incluso el propio Kai pareció sorprendido, porque tardó un par de segundos en reaccionar.

—¿Disculpa? —murmuró.

Kyungsoo se apoyó en el brazo extendido de Jongdae para levantarse.

—Que yo sepa, sigo siendo mayor que tú, Kim Jongin, así que no estaría de más un poco de respeto. Y, aunque no fuera así, tu amigo acaba de intentar romperme la nariz con una puerta, así que lo lógico sería que siguieras su ejemplo y te ofrecieras a llevarme a la enfermería, no a dejarme aquí y marcharte a tu clase como si no hubiera pasado nada.

Durante un largo segundo, Kai observó a Kyungsoo en silencio, y Baekhyun tuvo miedo de que el súbito ataque de ira de su amigo hubiera logrado enfadarlo. Ningún alumno llamaba Kim Jongin a Kai, nunca – era una especie de costumbre implícita – ni siquiera Chanyeol, y Kyungsoo y él nunca habían hablado regularmente. Chanyeol parecía estar pensando lo mismo, porque empezó a gesticular y a decir algo, pero Kai lo ignoró gloriosamente, demasiado absorto en observar a Kyungsoo, como si fuera la primera vez que reparara en él en sus dos años de instituto.

El otro chico se llevó una mano a la nariz, como si la furia se hubiera evaporado y, ahora que estaba siendo juzgado, no supiera muy bien dónde meterse o qué hacer. Kyungsoo, y Baekhyun lo sabía de sobra, no era como Luhan o como él; tenía muy buenas notas y la voz de un ángel, pero no estaba acostumbrado a sentirse el centro de atención, ni mucho menos a suscitar el interés de alguien como Kai.

—Escucha —comenzó a decir, con un temblor casi imperceptible en la voz—. No pretendía ser maleducado contigo; yo sólo...

Kai hizo un gesto con una mano, instándolo a callarse. Algo en sus ojos pareció cambiar, y entonces sonrió. Baekhyun tuvo que hacer un serio esfuerzo por no quedarse observando la escena con la boca abierta, y cruzó los ojos durante un momento con Chanyeol, que parecía tan sorprendido como él. Estaba seguro de que los dos sabían lo que quería decir una sonrisa como aquella, y no presagiaba nada bueno.

—No —cuando Kai habló, su voz fue puro terciopelo—, Yeol tiene razón. Ha sido su culpa que te hayas hecho daño, y no podemos dejarte así en medio del pasillo. Te acompañaremos a la enfermería.

Chanyeol volvió a mirar a Baekhyun otra vez antes de girarse hacia Kai.

—¿No acababas de decir que llegábamos tarde a clase?

—Sí, pero, que yo sepa, has sido tú quien ha empezado todo esto estampándole una puerta al pobre chico contra la cara.

—Pero si...

—No pretendo ofenderte, pero tú ni siquiera conoces a Kyungsoo —intervino entonces Baekhyun, tratando de salvar la situación y sonando muy seguro de sí mismo—. Jongdae y yo somos sus amigos, deja que nos encarguemos nosotros.

La sonrisa de Kai se ensanchó en su rostro, y Baekhyun supo que no tenía nada que hacer contra él.

—Los estudiantes de coro sois el orgullo de este instituto. Sería mucho peor que Jongdae y tú perdierais una hora de canto a que Yeol y yo no podamos ir a nuestra asignatura optativa. Dejad que nosotros nos encarguemos.

Baekhyun apretó los puños, buscando algo más que decir, pero, para su sorpresa, fue el propio Kyungsoo quien lo interrumpió.

—Dejadlo estar, Kai tiene razón. Jongdae tiene que practicar para su solo en el festival escolar; no podéis faltar a clase. Os veré luego, ¿de acuerdo?

Esta vez fueron Jongdae y Baekhyun quienes cruzaron una mirada.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Y apenas un instante después, Kyungsoo daba media vuelta y se iba por donde había llegado, escoltado por un Kai muy seguro de sí mismo y un Chanyeol que parecía estar manteniéndose alejado a propósito de todas las puertas a menos de tres metros de su persona. Una vez se hubieron quedado solos, Baekhyun dejó salir el aire de los pulmones, y se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración. Jongdae, a su lado, parecía estar buscando las palabras para soltar alguna clase de comentario ingenioso pero, tras unos segundos, se conformó con sacudir la cabeza y observar el pasillo desierto con los ojos muy abiertos.

—¿Qué demonios acaba de pasar aquí? —murmuró.

Baekhyun fue incapaz de encontrar una respuesta coherente para aquella pregunta.

--

El solo que Jongdae estaba ensayando para el próximo festival escolar era, en una palabra, espectacular.

Todos los años, había auténticas batallas entre las mejores voces para conseguir aquella pieza, el solo largo de voz, al final del recital, cuando el resto del coro guardaba silencio y el estudiante elegido cantaba, sin acompañamiento, ante todo el auditorio.

Aquel era el mayor logro que podía lograr un estudiante de aquella escuela, un honor solamente reservado a unos pocos. Kyungsoo lo había conseguido en primer año, nada más poner un pie en el prestigioso coro del instituto y dejarlos a todos anonadados por su voz. Ahora, en último curso, era el turno de Jongdae y, aunque, al enterarse de que había conseguido el puesto, su amigo había bromeado diciendo que su elección había sido cosa de su suerte providencial y que todo aquel asunto tampoco era algo tan importante, a nadie se le había pasado por alto cómo le brillaban los ojos al anunciarles la noticia.

Baekhyun, por su parte, se había presentado a las pruebas en tres ocasiones. En todas ellas habían acabado rechazándolo sin ni siquiera llegar a la fase final del proceso de selección.

Ese año, y para agravar la situación, ni siquiera había conseguido uno de los solos secundarios, como en primero y en segundo. Aquel sería su último festival escolar antes de la graduación, y todo lo que podría hacer para despedirse de aquella etapa de su vida sería estar de pie entre el resto del pelotón del coro, vestido con el mismo anodino traje oscuro que llevaban todos, y tratar de cantar como los demás, sin sobresalir, sin destacar, sin poder demostrar nada.

Si lo pensaba así, era absolutamente deprimente. El ver cómo, según crecía, sus sueños cada vez estaban más y más lejos. Había habido una época, años atrás, en la que Baekhyun también había creído que su voz era especial, como la de Kyungsoo, como la de Jongdae; cuando había sido la estrella de los festivales de primaria y sus profesores le habían dicho que tendría un futuro brillante. Durante toda la secundaria, había luchado por entrar en un instituto con un buen programa de música, con ser la estrella del coro en bachillerato. Y, cuando por fin lo había hecho, había acabado descubriendo que, comparado con los otros, él era solamente uno más; que su voz era buena, sí, pero no mejor que las otras. Y en momentos como aquel, en los que Jongdae, detenido en el medio del auditorio vacío que utilizaban para ensayar y rodeado por su profesor y el resto de sus compañeros, sonaba como un auténtico ángel, Baekhyun pensaba que, tal vez, él estuviese siendo un completo idiota por atreverse a soñar, por querer compararse a aquello.

Tal vez por eso, aquel día Baekhyun se había sentido demasiado cansado como para unirse al resto de sus compañeros de coro y escuchar a Jongdae ensayar. Quizá el haberle estado dando demasiadas vueltas a todo aquello durante la primera media hora de clase había sido el detonante para que, mientras su profesor estaba distraído y nadie más miraba, Baekhyun se hubiera escurrido hasta las últimas filas de butacas del auditorio, junto a la puerta de salida, todo lo lejos que podía estar de los demás sin salir del aula, y ahora estuviese allí.

Por eso, también, fue el único que reparó en cómo el picaporte de la puerta a su espalda giraba, y cómo, tras unos segundos, la figura inconfundible de Chanyeol cruzaba el umbral y parpadeaba, tratando de acostumbrarse a la penumbra reinante en la habitación antes de reparar en él allí, apoyado contra una de las butacas vacías y completamente solo.

—¿Baekhyun? —murmuró, pareciendo detenerse a sopesar si iba a ser bienvenido si se acercaba a él. Finalmente, avanzó un par de pasos para luego detenerse todavía lo suficientemente lejos, inseguro —. ¿Por qué estás aquí tú solo?

En interpelado suspiró, tragándose un comentario que probablemente habría sido más hiriente de lo estrictamente necesario. Estaba claro que, por su modo de moverse, Chanyeol estaba tratando de ser sigiloso, como si no se diese cuenta de que, para alguien con su voz, su tamaño y su nula gracia natural, aquella era una tarea completamente imposible.

—¿Baekhyun? —repitió Chanyeol, y el chico se planteó las posibilidades que tenía. Podía ignorar a aquel idiota y cruzar el auditorio hasta llegar a donde Jongdae estaba deleitándolos a todos con su perfección vocal o podía quedarse allí y hablar con él. La segunda perspectiva no parecía tan mala, considerando que a Chanyeol, al menos, podía mirarlo mal sin que pareciera que estaba celoso por nada, y Jongdae no iba a hacerle ni caso igualmente.

—¿Por qué estás aquí y no en clase? —preguntó, decidiéndose y acercándose a él hasta detenerse a su lado.

Chanyeol lo miró durante un instante antes de responder.

—Acabo de salir de la enfermería, y ya es demasiado tarde como para entrar en mi clase. No quiero llamar la atención apareciendo allí casi una hora después —durante un instante, Baekhyun no pudo evitar imaginarse a Chanyeol irrumpiendo en su aula con su sonrisa idiota de siempre y anunciándole al profesor en tono jovial que sentía mucho llegar tarde, pero que le había estrellado a un compañero una puerta anti-incendios en la cara. La imagen mental era tan realista y tan estúpida que se le escapó una risita pero, si Chanyeol lo notó, no le preguntó nada—. La enfermera me ha dado esto para vuestro profesor de canto, por cierto. Por eso he venido aquí.

Por primera vez, Baekhyun se percató de que el otro chico había traído consigo una hoja de papel verde cuidadosamente doblada por la mitad y con el sello oficial del instituto estampado en una de las esquinas. Cuando Chanyeol se la tendió, pudo ver que era una nota de la enfermera, escrita a mano, en la que se “dispensaba al señor Do Kyungsoo del resto de las clases de la mañana por haber sufrido una contusión leve en la nariz”. Baekhyun sonrió casi imperceptiblemente: ahí terminaba su récord de asistencia perfecta; su amigo estaría gruñendo durante días.

—¿Qué tal está Kyungsoo? —preguntó en alto—. ¿Ha protestado mucho?

—Tiene un moratón en el ojo y mucho algodón en la nariz, pero parece que está bien —Chanyeol se rió en voz baja y, aunque su tono de voz sonaba despreocupado, alegre incluso, su sonrisa, en la penumbra del auditorio, era un tanto más incómoda de lo normal—. La enfermera ha estado riñéndome durante media hora de reloj al enterarse de que le había estampado la puerta anti-incendios contra la cara.

Baekhyun resopló, un poco irritado con él, tal vez, pero no del todo.

—Eso te ocurre por no mirar por dónde vas.

—En mi defensa, llegábamos tarde.

—¿Y crees que las personas normales golpean a otras personas con puertas cada vez que llegan tarde?

—No —Chanyeol se rió, apoyándose en la fila de butacas frente a ellos y clavando los ojos en el escenario—. Tienes razón. Dile a Kyungsoo que lo siento.

—¿Y por qué tengo que decírselo yo?

La protesta de Baekhyun fue débil y Chanyeol simplemente sacudió la cabeza, ignorándolo como si no hubiera dicho nada y observando la figura de Jongdae que, treinta filas de butacas por delante de ellos y acompañado por el resto del alumnado, seguía ensayando su solo, una vez, y otra, y otra más. Ahora que estaban en silencio, Baekhyun no sabía muy bien qué decir – era como si una parte de su cerebro quisiera forzarlo a buscar alguna clase de afirmación cortante para informar a Chanyeol de que seguía odiándolo y al resto de su cuerpo simplemente le diese igual que el otro chico estuviese allí, que pareciera completamente relajado y que acabara de ignorarlo cuando le había gruñido. La penumbra en la que estaba sumida la sala le sentaba bien: había algo en la falta de luz que definía sus rasgos, le daba un brillo diferente a sus ojos y lo hacía completamente distinto al niño que había sido una vez.

Era un cambio bueno, suponía. Problemático pero bueno. Bueno porque, por culpa de aquella luz, resultaba difícil no quedárselo mirando. Problemático porque nunca antes había pensado que Park Chanyeol tuviera algo que mereciera la pena mirar.

Tal vez por eso, estaba demasiado ocupado como para darse cuenta de que Chanyeol había girado la cara hacia él, ni mucho menos de que le había dicho algo. Sólo volvió a la realidad cuando sintió el peso de una mano sobre su hombro y se dio cuenta de que Chanyeol ya no estaba apoyado en las butacas frente a ellos, ni prestando atención al escenario, sino vuelto hacia él.

—Baekhyun, ¿estás escuchando?

—¿Eh?

—No, no es nada —Chanyeol se rió bajito al ver la expresión confusa en el rostro de su interlocutor y apartó los dedos de su hombro, haciendo que Baekhyun diera un respingo. Creía que la última vez que Chanyeol lo había tocado, los dos habían tenido algo así como ocho años y él le había apartado la mano de un golpe—. Sólo te había preguntado por qué estás tú solo aquí y no cantando. Tu amigo Jongdae lo está haciendo muy bien.

En otra ocasión, Baekhyun tal vez hubiera dejado el asunto pasar con un simple “hoy tengo la voz cansada” o algo así, pero tal vez tenía la guardia baja por lo que acababa de pasar, así que se encontró respondiendo antes de poder detenerse a sí mismo.

—Mi amigo Jongdae va a cantar el solo principal del festival estudiantil. Yo no tengo solo, ni en esa sección ni en ninguna otra. El profesor no me ha dado ninguno desde hace un año.

Chanyeol pareció genuinamente sorprendido.

—¿Cómo que no? Si tú cantas bien.

Baekhyun se rió. Había pretendido que fuese un sonido ligero, para calmar el ambiente y hacer que Chanyeol dejase de preguntar tantas cosas, pero fue un murmullo sordo, con un cierto aire de amargura que no pudo llegar a esconder del todo.

—¿Y cómo puedes saber tú eso, si no me has escuchado cantar nunca?

Contra todo pronóstico, su vecino sonrió.

—Ah, pero si lo he hecho, en el festival del año pasado. Tenías un dueto con Kyungsoo, su nariz me perdone, y yo estaba en el público. Lo hacías bien; muy bien.

—¿Y qué hacías tú en el público? —Baekhyun parpadeó—. Normalmente nunca viene a vernos nadie, salvo nuestras madres y nuestras abuelas. Tal vez nuestros hermanos, si los sobornamos, pero nadie más.

—Ehm... —Chanyeol abrió y cerró la boca, como si fuera un niño al que su madre acabara de descubrir robando galletas de la jarra de la cocina—. Había ido a ver a Kai.

—¿A Kai? ¿La representación que Kai hizo con el club de danza para el festival del año pasado? —Baekhyun habló en voz baja, pensando, y Chanyeol asintió—. Pero, ¿no fue como cuatro horas después de la nuestra, por la tarde? ¿Qué hacías allí desde tan temprano?

Su interlocutor le dedicó una sonrisa llena de dientes.

¿Coger sitio para verlo bien?

Baekhyun dudaba que fuera necesario esperar desde primera hora de la mañana para ver bailar a Kai por la tarde, pero decidió dejar pasar todo el asunto y añadirlo a la lista de cosas raras que hacía Chanyeol de vez en cuando.

—Así que me escuchaste el año pasado —comentó, sin saber aún si aquello lo molestaba o no.

—Sí, y eras muy bueno, ya te lo he dicho.

Suspirando, Baekhyun giró la cabeza hacia la derecha para poder observar el escenario. Sobre él, Jongdae había vuelto a acabar su parte y sonreía a sus compañeros, que lo felicitaban. El sonido de sus cumplidos y sus aplausos se escuchaba desde allí.

—Puede que sea bueno —murmuró—, pero eso no basta. Hay que hacerlo mejor que los demás. Jongdae ya tiene una plaza asegurada en una escuela de música para el año próximo, ¿sabes? Y Kyungsoo. De hecho, a Kyungsoo lo seleccionaron en la primera audición a la que se presentó, y yo sigo esperando. Lo he intentado siete veces, siete, y en todas me han rechazado. Así que no —añadió, girándose hacia Chanyeol y sintiendo que el tono se le endurecía—, ser “bueno” no vale, ni ha sido nunca suficiente.

—Debería serlo, siempre y cuando sigas intentándolo, ¿no? Acabarás consiguiéndolo, si lo intentas mucho.

¿...Qué?

Baekhyun hizo un serio esfuerzo por mantener la expresión neutra, pero una parte de él estaba seguro de que estaba mirando a Chanyeol como si el que acabase de darse un golpe con una puerta de metal en la cabeza hubiera sido él. Había esperado muchas cosas de su vecino – pocas de ellas buenas, si era sincero – pero lo que jamás se le habría pasado por la cabeza era que Chanyeol fuera a darle consejos para sus problemas, y mucho menos que éstos parecieran sacados de un libro de autoayuda de segunda.

—¿De dónde has sacado semejante idea? —preguntó.

—No sé, es lo que pienso —Chanyeol se encogió de hombros y sonrió, sin mirarlo del todo. La afirmación habría sonado infantil de no tener la voz tan grave, y era demasiado estúpida como para que Baekhyun se la tomase en serio—. Si de verdad quieres algo, y si sigues luchando por ello, lo acabarás consiguiendo, tarde o temprano.

—¿De verdad crees eso? Ni que fuera tan sencillo —el chico resopló—. No todos somos como tú, ¿sabes? La mayoría de la gente no saca unas notas perfectas sin ni siquiera estudiar, ni está feliz a todas horas sin motivo aparente, ni puede conseguir todo lo que quiere sin mover un dedo. Nadie nos va a regalar nada por mucho que intentemos conseguirlo muchas veces; la vida no funciona así.

Probablemente fuera la luz del auditorio otra vez, pero Baekhyun habría podido jurar haber visto una expresión extraña en los ojos de Chanyeol cuando el otro chico se giró para mirarlo. Y, sin embargo, probablemente hubiera sido su imaginación porque, apenas un segundo después, su vecino se echaba a reír.

—¿Es eso lo que piensas de mí? Te aseguro que estudio, todos los días. Probablemente bastante más que tú.

—¡Eh!

—Y, sobre lo otro, da igual lo perfecta que parezca la vida de alguien, porque estoy seguro de que todo el mundo tiene algo que quiere y no puede conseguir. Incluyéndome a mí, claro. Sé que soy anormalmente alto, pero sigo siendo humano, ¿sabes?

Baekhyun se rió, porque el chiste había sido terriblemente malo.

—¿Y entonces qué es lo que haces tú? —preguntó—. Si quieres ese algo más que nada y no puedes tenerlo, ¿qué haces?

—Pues... Todavía no lo sé. ¿Seguirlo intentando?

—¿Eso es todo? ¿Sin más? ¿No es un poquito estúpido?

—¿Puede que lo sea? No sé —los ojos de Chanyeol parecieron estudiar la expresión de Baekhyun un momento antes de volver a fijarse en el escenario. Los aplausos habían cesado ya, y Jongdae, en mangas de camisa y corbata, tenía una mano sobre los ojos a modo de visera y miraba a su alrededor, buscando algo. A pesar de la falta de luz, no tardó en localizarlos, y gritó algo que Baekhyun no llegó a entender. Chanyeol debió de hacerlo, no obstante, porque empezó a hacer unos gestos de asentimiento tan exagerados que le ganaron la atención y las risas de media clase—. Pero piénsalo —le dijo arqueando las cejas mientras se dirigía al pasillo central entre las butacas. Baekhyun lo siguió, lamentándose porque aquel fuera el fin de su improvisado descanso—. ¿Vas a dejar de cantar sólo porque siete tribunales te hayan dicho que no les gusta tu voz?

La respuesta de Baekhyun fue rápida y sincera, sin un atisbo de duda.

—¿Qué? No.

—Entonces, de un modo u otro, me estás dando la razón, ¿no?

Baekhyun quiso protestar, pero Chanyeol acababa de alcanzar el borde del escenario y, en lo que él tuvo tiempo de pensar sin éxito en algo que decir, ya había subido los escalones, saludado a Jongdae y estaba entregándole a su viejo profesor de canto la nota de la enfermera con una sonrisa de disculpa muy estúpida dibujada en la cara.

—No te estoy dando la razón —murmuró el chico, en un tono tan bajo que incluso a él le costó escuchar sus propias palabras. Sin embargo, tenía que admitir que, a pesar de todo, una pequeña parte de él no podía evitar pensar que, si bien estúpida, había algo en aquella postura que era valiente.

Seguir luchando hasta que no le quedaran a uno fuerzas en el cuerpo. Baekhyun no sabía si él, a pesar de lo que había dicho, él podría hacer algo así si le negaban lo que quería durante mucho tiempo más.

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Baekhyun estuvo pensando en ello durante la hora de la comida, las clases de la tarde, el camino de vuelta a casa. Normalmente, volvía del instituto por una ruta alternativa, cruzando el parque y tomando un autobús diferente a la mayoría de alumnos que vivían por su zona – era una medida de precaución necesaria que había tomado dos años atrás, teniendo en cuenta que Chanyeol vivía en el portal al lado del suyo y no quería encontrárselo de camino a clase, ni mucho menos que al otro chico se le ocurriera alguna idea horrible como pedirle hacer el camino de vuelta juntos o algo parecidoy, si bien en la mayoría de ocasiones su paseo diario entre los árboles lo hacía relajarse, aquella vez solamente lo hizo pensar más.

Ya a salvo en casa, en la seguridad de su propio dormitorio, sentado frente al escritorio y con la tarea de matemáticas desparramada sobre la mesa, trató de buscar una respuesta a la pregunta que llevaba en su cabeza toda la tarde. Porque, a pesar de todo lo que hubiera podido decirle, le parecía simplemente imposible que una especie de genio feliz-barra-estúpido como Chanyeol, que había entrado becado al instituto y estaba de un humor anormalmente bueno incluso para darle clase de economía pudiera entender la desesperación de querer algo que no podía conseguir.

De hecho, y si se paraba a analizar su comportamiento desde que lo conocía, la única cosa en la que su vecino se había esforzado sin éxito había sido en ser su amigo, y Baekhyun dudaba que una tontería como aquella contase siquiera. Tal vez el chico pudiera apuntarla a su lista de pequeños triunfos, cosas que Chanyeol había querido y no había podido conseguir dentro de su enorme carrera de éxitos, pero nada más.

Se preguntaba qué sería. Lo que Chanyeol quería de verdad, si es que aquello existía.

Y sabía que, siendo como era su relación – mala, o tal vez simplemente inexistente – él no tenía derecho a preguntar, pero cuando su madre lo llamó para cenar y tuvo que pasar por delante de la puerta entreabierta del cuarto vacío de su hermano de camino a la cocina, no pudo evitar empujar la puerta y acercarse, sin encender la luz, a la ventana.

La habitación de Chanyeol estaba justo enfrente, al otro del patio de luces que separaba sus dos edificios, lo suficientemente cerca para poder observar lo que estaba haciendo el otro chico y demasiado lejos como para que éste lo viera si dejaba el cuarto de su hermano a oscuras y se pegaba a la cara interna del marco de la ventana. Y Chanyeol estaba allí, sí, con las cortinas sin correr, de modo que se lo veía directamente e inclinado sobre su propia mesa, pegada contra su ventana abierta.

Llevaba puestas unas gafas de montura de pasta – Baekhyun se encontró conteniendo algo entre una risita y un resoplido, porque eran demasiado grandes, aunque no le quedaban demasiado mal – y estaba inclinado sobre un libro extraordinariamente grueso, con un lápiz entre los dedos y expresión sumamente concentrada. De repente, subió los ojos, frunció la nariz e infló las mejillas, y durante un instante horrible, Baekhyun creyó que lo había visto, pero no tardó en dirigir la vista de nuevo hacia su libro con expresión confusa y empezar a garabatear algo de nuevo en los márgenes. A los pocos segundos, dejaba el lapicero sobre la mesa y sonreía con el aire del que está total y absolutamente satisfecho consigo mismo por haber entendido algo muy difícil. 

Ladeando la cabeza, Baekhyun suspiró, porque aquel idiota se ilusionaba de más incluso estudiando solo en su cuarto, pero sus ojos pronto viajaron hasta el reloj digital en su muñeca.

Su madre y él nunca cenaban pronto, y aquel día ella había vuelto más tarde de lo normal de trabajar. En lo que había durado aquella tarde-noche, aun a pesar de las clases, a Baekhyun le había dado tiempo a hacer toda la tarea, tener una conversación de mensajes con Kyungsoo para saber si estaba bien – “Por supuesto que sí, Baek, no estoy hecho de porcelana; puedo soportar un par de portazos en la cara” –, echarse una siesta, jugar a videojuegos y echar un vistazo a una revista en mandarín que había aparecido en su cartera y que muy posiblemente fuera de Luhan; y Chanyeol, a pesar de la hora, todavía estaba sentado en su mesa, rodeado de libros tan gruesos que podrían haberse utilizado como arma arrojadiza para matar a algún peatón desprevenido, y estudiando.

“¿Lleva ahí toda la tarde?” Baekhyun no podía estar seguro, pero, si le hubieran preguntado, habría dicho que era así.

“Te aseguro que estudio, todos los días” le había dicho Chanyeol unas horas atrás, cuando él le había dicho que siempre lo había tenido demasiado fácil en la vida, “Probablemente bastante más que tú”. Y tal vez, sólo tal vez, tuviera razón.

Fue solamente un instante de duda, apenas una punzada de algo en el pecho, pero Baekhyun se preguntó si, quizás, no habría estado juzgando demasiado seriamente a Chanyeol por algunas de las cosas de las que lo culpaba por principio. Habían pasado diez años desde que lo había conocido y más de tres desde que su vecino había dejado de seguirlo a todas partes. Después de tanto tiempo, ya no podía afirmar que lo conociera.

No es que quisiera hacerlo, tampoco, pero aún así...

—¡Baekkie! —la voz de su madre lo llamó desde la cocina, haciéndolo dar un respingo y retroceder a paso rápido hacia el pasillo, súbitamente nervioso—. ¿Se puede saber dónde estás? ¡La cena se está enfriando!

—¡Voy! —el chico miró a su alrededor y, tras tomar aire, se alejó de allí.

Durante el fin de semana, pensó en todo el asunto en un par de ocasiones más y decidió que lo mejor que podía hacer era callarse y dejar a Chanyeol en paz durante los dos meses que faltaban para dejar de verlo todos los días. Era lo mejor; la única salida.

El problema – y la irritación – llegó cuando, por algún extraño motivo, aquel mismo lunes Kai llegó de pronto decidió que era muy buena idea empezar a auto-invitarse a comer con Baekhyun y sus amigos en lugar de desertar del comedor como había hecho siempre.

Jongdae se rió mucho. Kyungsoo pareció quedarse paralizado en el sitio. Baekhyun se quiso morir.

Porque que Kai estuviera allí sólo podía significar una cosa. Y, por supuesto, a donde iba Kai, Chanyeol iba también.

Notas finales:

En fin, pues esto ha sido 88D por hoy :D

¡Muchísimas gracias a todos por el apoyo! (comenzaré a contestar los reviews después de cenar ^^) Y espero que la historia os siga gustando.

Sobre el formato, a veces la página me hace cosas raras y me lo cambia, así que espero que con este capítulo no haya habido ningún problema.

Y, dicho esto, estaré esperando vuestros comentarios y vuestro amor (o vuestras pedradas lol) con muchas ganas.

¡Nos leemos en el próximo capítulo! 

R&R


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