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Patricio por aleii

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Notas del capitulo:

Bueno aqui esta el siguiente cap

espero les guste y lo disfruten!

Saludos!

Mire a Daniela, preguntándome por segunda ocasión, si lo mejor sería contarle lo que realmente había sucedido el día de la fiesta. Aún llevaba puesta mi ropa del viernes por la noche, quizás en un intento por no  dejar ir del todo a Patricio. Aunque sabía que era imposible que lo volviera a ver.

 

No recordaba mucho de mi viaje de vuelta a casa. Recordaba  haber tomado el vagón del metro de regreso a la estación de politécnico. También recuerdo vagamente haber estado esperando en la sala de la estación, haber caminado por el andén y haber entrado. Luego de eso mi mente estaba en blanco.

 

Quizás era que estaba tan sumido pensando en Patricio, que no me había percatado de lo que sucedía a mí alrededor. Era un cumulo de palabras que no lograba sacar de mi cabeza por más que quería… se repetían una y otra vez, dando vueltas, desconcentrándome.

Patricio… Sebastián… yo… Patricio… Sebastián…Patricio… yo… voces… caras… ojos… Patricio… Sebastián…yo

 

Y sin haberlo notado, me encontraba de pie ante la casa de Danny, mi mejor amiga, observando fijamente el portón de su casa como si me tratara de un acosador o un asesino acechando  a su presa.

 

Opte por llamar a su celular, esperando que no estuviera dormida. No me quería imaginar lo que diría su madre si me encontraba tocando su timbre a eso de la una de la mañana. Seguramente pensaría que estaba loco y luego optaría por telefonear a mi padre, para avisarle que me encontraba en su casa. Y no quería ni imaginarme lo que él haría al enterarse de que en realidad no me había quedado a dormir con Javier y Esteban como había dicho.

 

El timbre sonó una, dos, tres veces, hasta que escuche la adormilada voz de Danny al otro lado.

 

-¿Qué quieres?-gruño

 

-Que me abras la puerta de tu casa-murmuré, mirando hacia su ventana, por la cual alcanzaba a ver que se había encendido una tenue luz

 

-¿Qué? ¿De qué hablas?

 

-En este justo momento estoy mirando tu ventana en plan acosador-dije

 

-¿De verdad?-preguntó y escuche como se levantaba de la cama. Entonces vi a aparecer a una despeinada chica, asomándose.

 

-Estás loco, ¿Qué haces aquí?-preguntó, aun sin dejar el celular

 

-Ni yo lo sé, pero ¿me vas a abrir o no?-dije

 

-Espera, ahora bajo

 

Colgó y segundos después la vi de pie, abriéndome la puerta. Me acerque hasta ella y entre sin decir nada. Ya era bastante común para mí el venir aquí, así que ni siquiera tuve que preguntarle y comencé a subir las escaleras hasta llegar a su recamara.

 

Ya ahí, me quite la gruesa chamarra de piel negra, el gorro de lana, y me deje caer sobre uno de sus sillones puff, cerrando los ojos, relajándome solo por un momento.

 

-Hasta donde yo sabía, no eras un loco-murmuró ella, al llegar y verme tirado de esa forma tan desfachatada, aun sin explicarle la razón del porque estaba ahí

 

-Ni yo-contesté, abriendo los ojos, sonriéndole

 

Aun cuando la acababa de despertar, y su cabello dorado estaba revuelto en todas direcciones, no podía negar que Daniela era una chica sumamente guapa. Toda ojos azules y piel inmaculada. Además de, divertido pijama de patitos que llevaba puesto.

 

-Me encantan tus patitos-me burlé

 

-Oh, aparte de acosador, bromista-refunfuño, sentándose sobre la orilla de su cama, cruzándose de brazos, mirándome fijamente

 

-Siempre-dije sonriendo

 

-¿Y bien?-preguntó

 

-¿Y bien qué?

 

-Sigo esperando una explicación

 

La mire, pensando en inventarme una buena historia… no sabía realmente si quería contarle lo que había sucedido con Patricio. Lo que había sucedido con Sebastián. Y lo que había sucedido conmigo.

 

No quería afrontar lo que sabía sobre ese chicho.

 

Aun cuando en el fondo lo sabía. Sabía que Patricio estaba saliendo con un chico excesivamente celoso, controlador, que lo asustaba y que posiblemente le pegara. No por nada tenía aquella mirada aterrada al verlo.

 

Pero prefería pensar que simplemente era un chico dulce, simpático, amable y con una bonita sonrisa, que había conocido durante un breve momento. No que era un chico triste y con miedo.

 

Además, tampoco quería afrontar el hecho de que en ese corto instante que habíamos compartido, había podido notar un sentimiento extraño, que nunca antes había experimentado. No sabía que era. No sabía si era algo bueno o malo o intermedio… ni siquiera estaba seguro de que fuera un sentimiento. Solo era algo que estaba ahí, una señal apenas perceptible.

 

-¿Y luego?-insistió Danny, sin dejar de observarme fijamente

 

-Bueno… supongo que no pasara nada malo por contártelo-murmuré por fin, dándome por vencido.

 

Y entonces comencé a relatarle todo lo que había pasado. Desde el principio. Desde aquel primer encuentro que había tenido con Patricio al topármelo a la salida del metro.

 

Aunque claro que omito algunos detalles. Como la forma en que mi corazón se había sentido alterado al verlo sonreír, o como había notado mis piernas temblorosas al mirarlo por primera vez… o aquella extraña sensación que había logrado producir en mi interior.

 

Eso preferí guardarlo para mí.

 

Y cuando por fin termine de relatarle todo, la mire, esperando a que dijera algo.

 

-Vaya, eso fue… algo intenso…-murmuró, soltando un largo suspiro

 

-Supongo

 

-Qué triste, no me gustaría tener un novio como Sebastián. Odio a esa clase de chicos-susurró-por suerte no te hizo nada

 

-Lo sé

 

-Podría haber sido peligroso. Ese tipo de personas tan inseguras pueden ser peligrosas-dijo

 

-Ajá

 

-Y entonces ¿era guapo Patricio?-preguntó

 

-Muy guapo

 

-¿De qué clase?

 

-No sabía que había niveles de belleza-comenté

 

-Bueno, sí… está el guapo tierno, el guapo sexy, el guapo seductor…

 

-Era un poco de todo-afirmé, pensando nuevamente en la profundidad de sus ojos

-Pero no lo veras de nuevo ¿verdad?-dijo, ligeramente alarmada

 

-Es imposible, aun cuando quisiera ¿Cómo?, únicamente nos topamos por casualidad-murmuré

 

-Mejor así, estoy segura de que ese chico te hubiera traído muchos problemas Alex-susurró, poniéndose de pie, dándome un fuerte abrazo-además eres muy lindo, y seguramente podrás encontrarte a otro Patricio por ahí

 

Sonreí

 

-Si tú lo dices

 

-Ahora lo mejor será dormir. Ya mañana le inventare algo a mi madre

 

-Me parece perfecto-musite, soltando un largo bostezo, comenzando  a sentir el peso del día

 

-Buenas noches-dijo y entonces se metió entre la sabanas, hasta la otra punta de la cama, dejando el espacio suficiente para que pudiéramos dormir los dos juntos

 

-Buenas noches-repetí y entonces comencé a desvestirme.

 

Fuera camisa,  fuera zapatos, fuera calcetines, fuera pantalones… y me detuve al notar un bulto pequeño dentro de uno de los bolsillos. Metí los dedos, pensando que sería una moneda, o algún papelillo del metro, pero este era un objeto extraño y ajeno para mí.

 

Algo fuera de lugar.

 

Lo saque, sintiendo curiosidad.

 

Era un pequeño cilindro de cartón. Un cartón muy parecido al de la caja de la hamburguesa de McDonald´s. Estaba enrollado y doblad por la mitad.

 

El corazón me dio un vuelco al verlo.

Podía imaginarme lo que era.

 

Aunque me parecía inimaginable. Casi un sueño. Quizás estaba alucinando y solo estuviera cansado.

 

Sin tardar más tiempo, los desdoble despacio, luego lo desenrolle con cuidado revelando los restos arrugados de unas letras y números. Patricio, decía en letras grandes y torcidas, y debajo de este, un número.

 

No había ningún mensaje, o alguna explicación. Nada. Únicamente el nombre y el número.

 

¿Pero cómo…?

 

Entonces recordé como Patricio se había lanzado sobre mí, haciéndome a un lado, tocando ligeramente mi cadera para empujarme a un lado y alejarme de Sebastián.

 

Ahora podía ver cómo había deslizado disimuladamente aquel pequeño pedazo de cartón hasta mi bolsillo del pantalón.

 

Y entonces las preguntas cambiaron…

 

¿Por qué lo había hecho?

 

 

 

 

Estuve a punto de llamarlo enseguida. Aun podía verme ahí: semidesnudo, a la una y media de la mañana, sentado a la orilla de la cama, sosteniendo mi celular en la mano, con el dedo índice sobre los números, con una voz interior diciéndome “anda, llámalo, solo presiona los botones, vamos…”

 

Pero entonces comencé a pensármelo… ¿Qué pensaba decir? ¿Y si ya estaba dormido? ¿Y si contestaba Sebastián?... y eso fue todo. El momento se había pasado. Aun cuando intente recuperarlo, sabía que ese golpe de adrenalina, emoción y total decisión se había esfumado. Había dudado y ya era demasiado tarde.

Y aun cuando me quede sentado un rato más, únicamente contemplando aquel papelito con su nombre y su número, se había perdido la oportunidad. Sabía que no marcaría.

 

Al menos no en ese momento.

 

Tal vez mañana, o pasado, o algún día…

 

Y así pasó una semana entera. Yo seguía repitiéndome que llamaría al día siguiente, y al siguiente y al siguiente. Pero los días pasaban demasiado veloces, demasiado deprisa y cuando caí en la cuenta de que desde aquel encuentro en McDonald´s habían pasado siete días.

 

Siete largos días, que se me habían pasado entre la escuela, Daniela, mi padre, mis molestos hermanos, Javier, más escuela, Esteban, una que otra escapada al cine y a tomar…

 

Aun cuando aún no podía dejar de pensar en él.

 

-¿Piensas comerte esa sopa algún día?-preguntó mi padre, observándome con mala cara

 

-Lo siento, me distraje-murmuré, dándole un sorbo a los fideos que había preparado Paco, mi hermano mayor.

 

-Últimamente tu cabeza anda en otro lado-comentó Andrés, mi hermano menor, lanzándome una mirada curiosa

 

-Puede ser-susurré

 

-¿Estas saliendo con alguien?-preguntó mi padre, como si no quisiera la cosa, muy fugazmente.

 

Todos en mi familia ya sabían acerca de mis preferencias sexuales. Y aun cuando ya lo habían aceptado y habían pasado la etapa en la cual habían tenido una leve esperanza de que regresara al “buen camino”, las cosas para mi padre se seguían dificultando un poco.

 

Casi nunca preguntaba cuando salía con algún chico, y siempre trataba de mantenerse al margen. Pero ahora… bueno…

Aun podía recordar aquel momento, hace tres años, cuando había llegado a la casa con un folleto que nos habían dado en la escuela, sobre la homosexualidad. Se lo había entregado a mi padre, y entonces le había soltado de golpe que era gay. Que me gustaban los chicos y que estaba enamorado de mi vecino de enfrente.

 

Al principio simplemente se quedó observándome fijamente, sin poder decir nada. Pero entonces, pareció salir de su estupor y simplemente sonrío.

 

“Siempre supe que eras diferente”, había murmurado.

 

Y el asunto quedó ahí. Más tarde él tuvo el trabajo de explicárselo a mis hermanos y los demás miembros de la familia. Ninguno hizo algún comentario negativo. Y la verdad eso me hizo muy feliz.

 

Pero mi padre jamás volvió a tocar el tema. No preguntaba nada. Hasta ahora.

 

 

Al escucharlo decir aquello, sentí que me atragantaba con la sopa

 

-¿Saliendo con alguien? ¿Yo?-pregunté, tosiendo ligeramente

 

-Sí, ya sabes… hablo de salir con un chico, como novios

 

-Oh, pues no-conteste-hasta ahora no he tenido ningún novio papá

 

-Ya veo-murmuró y entonces no agregó nada más

 

Lo cierto es que aquello me hizo mucha gracia. Era exageradamente divertido ver como se ponía nervioso solo con el hecho de preguntarme una cosa tan sencilla como esa.

 

-¿Entonces aun no tienes sexo?-preguntó de la nada mi hermano mayor y entonces mi padre le lanzó una  mirada de advertencia. Fue en ese momento que no resistí y me eche a reír.

 

Los tres hombres de la mesa se giraron a observarme, preguntándose qué me pasaba. ¡Bueno, pero que pregunta!

-No, tampoco he tenido sexo Paco-contesté

 

Y mentí. Por el bien de todos. Porque nadie quería imaginarme teniendo sexo por el culo con un chico ¿cierto?

 

-Era claro que tu hermano no ha tenido sexo todavía-dijo mi padre, reprendiéndolo

 

Sonreí, pensando en que esta era la primera comida fuera de lo común que tenía en familia.

 

 

 

Por fin me decidí a llamarlo el lunes. Lo había estado pensando la semana entera, tratando de decidir cuándo sería el mejor momento, que le diría y que esperaba de todo esto.  Pero mientras más lo pensaba, más difícil se volvía todo.

 

Así que al final decidí que si no me decidía, terminaría por no hacerlo nunca.

 

Y al regresar de una larga jornada de clases, tome el celular y aquel pedazo de cartón y comencé a marcar el número.

 

El timbre sonó una, dos, tres, cuatro veces, y por un leve momento tuve la esperanza de que no contestara, tal vez eso era lo mejor, que nosotros nunca volviéramos a hablar. Pero entonces la línea hizo un clic, dejo de timbrar y pude escuchar la voz de Patricio

 

-¿Bueno?

 

Sonaba serio, apurado y abrupto. Como si no hubiera estado esperando esta llamada. Como si alguien hubiera interrumpido en su rutina de todos los días.

 

-¿Hola? ¿Habla Patricio?-pregunté, sintiendo como mi garganta se cerraba y salía un hilo de voz

 

-Sí, hola ¿Quién habla?

 

-Eh, habla Alex

 

-¿Alex?

 

-Sí Alex… nos conocimos la semana pasada… el sábado… te vi saliendo del metro

 

-¿Dónde?

 

-Saliendo del metro-repetí

 

-¿Cuándo?

 

-El sábado-le dije, sintiendo como mi corazón se hundía cada vez más dentro de mi pecho. Era más que obvio que Patricio no me recordaba, ni siquiera entendía porque me había dado su número… y todavía peor, no comprendía porque lo había llamado

 

-¡Alex!-exclamó de pronto, con voz emocionada-Alex el de McDonald´s ¿cierto?

 

-Si…

 

-¡Dios, lo hubieras dicho antes! Eres el chico al que se le cayó el cambio por todo el lugar ¿no?

 

-Ajá-contesté, sintiendo la misma vergüenza de aquel momento

 

-Alex, el chico del gorro bonito

 

No pude evitar reír al escucharlo decir aquello

 

-¡Creí que nunca llamarías!, te tomaste tu tiempo ¿verdad?, ¿Por qué no me habías llamado?

 

-Bueno, lo estoy haciendo ahora

 

-Ya paso algo así como una semana

 

-Sí, lo sé… perdón pero he estado algo ocupado…

-Quería hablar contigo-confesó y pude sentir como un extraño calor inundaba mi cuerpo, mientras una tonta felicidad me embriagaba ¡quería hablar conmigo!

 

-¿Cómo estás? ¿Pudiste dar con el lugar de la fiesta?-preguntó

 

-Bueno, no, tuve que regresar a casa

 

-Vaya, que mal, pero… ¿no era muy tarde? ¿No te regañaron?

 

-Fui a la casa de una amiga, así que no hubo mucho problema

 

-Bueno, me alegra escuchar eso

 

-¿Y tú? ¿Cómo estás?-pregunté

 

Entonces pude escuchar como encendía un cigarrillo, vaya que ese chico fumaba bastante

 

-Bien, ya sabes, el mismo rollo de siempre-dijo de forma apresurada, sin detenerse mucho en el tema-de todas formas me alegra mucho estar hablando contigo Alex. He estado esperando a que me llamaras

 

-¿Enserio?

 

-Enserio-repitió y carraspeo un poco-y… sobre lo que pasó con Sebastián…

 

-Ajá

 

-Solo quería decirte que lo siento, él realmente no iba a hacerte nada… solo estaba tonteando, ya sabes… bromeando

 

-¿Bromeando?

 

-Tiene un extraño sentido del humor

 

-Ya lo creo

 

-Sé que es difícil de creer… pero bueno, solo quería disculparme, me siento muy mal por eso

 

-Está bien, no te preocupes

 

-¿Seguro?

 

-Sí, no hay problema

 

-Entonces perfecto

 

-Como sea, ¿Quién es él?-pregunté

 

-¿Hablas de Sebastián?

 

-Sí

 

-Es… bueno… nadie importante… un viejo amigo nadamás… de todos modos, escucha, realmente lamento que te haya hecho pasar un mal rato, además que al final te perdiste la fiesta… así que si quieres, para recompensártelo, podemos salir por un trago o algo así

 

-Sí, sí, me gustaría-conteste torpemente, sin pensármelo ni un solo momento

 

-Aunque si no quieres, digo… no tienes que decir que sí solo por compromiso…

 

-No, de verdad me gustaría

 

-Te podría comprar un gorrito de fiesta y unas cuantas cervezas

 

-Suena genial-murmuré, sonriendo

 

-Bien, ¿A dónde quieres ir?-preguntó

 

-No sé, ¿Qué te queda cerca?

 

-Cualquier lugar es perfecto para mí

 

-¿Qué te parece el zoológico?-pregunté y al instante me detuve, sintiendo una terribles ganas de golpear mi cabeza contra la pared

 

-¿El zoológico?-dijo dudando

 

“El zoológico” ¿a quién demonios se le ocurría ir al zoológico cuando te acababan de invitar por un trago?

 

-¿El de Chapultepec?-preguntó

 

-Sí, pero…-“pensándolo mejor, vayamos a tomar algo”, estuve a punto de decir

 

-Me encantaría ir al zoológico, hace años que no voy a uno-pero entonces él dijo aquello y no pude decirle que mejor no, que prefería que fuéramos a hacer algo de “adultos”

 

-¿De verdad?-pregunté

 

-De verdad, el único problema es que estoy algo apretado de tiempo

 

-Ah bueno, podemos ir solo un rato si estas ocupado…

 

-No, no hablo de eso, si no que en estos días no puedo, pero… ¿Qué te parece el jueves?, lo tengo libre

 

-¿Este jueves?

 

-Sí, ¿te queda bien?

 

-¿Hablas de este jueves? ¿El de esta semana? ¿En unos cuantos días?

 

-Sí Alex, hablo del jueves, después del miércoles que vienes después del martes

 

-Está bien, solo… solo estaba confirmando…

 

-¿Seguro?

 

-Sí

 

-¿Entonces?

 

-¿Qué?-dije ¿había más? ¿no era demasiado para mi pobre corazón el saber que lo vería en solo unos días?

 

Pude escuchar cómo se reía levemente

 

-¿Puedes el jueves o no?

 

-Sí-dije sin siquiera pensarlo-¿Dónde te veo?

 

-¿En la entrada principal?

 

-¿A qué hora?

 

-¿A qué hora estas libre de la escuela?-preguntó

 

-A las doce

 

-Entonces… ¿a la una te queda bien?

 

-Sí, perfecto

 

-Bien, ya quedamos a la una, en la entrada del zoológico, el miércoles

 

-Sí, eh… ¿quieres mi número de celular por si acaso?

 

-Claro, pásamelo

 

 

 

 

Luego de que colgáramos me quede un rato más, mirando mi celular, repitiendo mentalmente la conversación que acababa de mantener con Patricio una y otra vez, recordando lo que me había dicho y la forma en que me había sentido al escuchar nuevamente su voz.

¿Cómo me sentía?

 

Extraño. Era una mezcla de ansiedad, felicidad y algo de tristeza.

 

Estaba claro que Patricio me había mentido. Que no me había contado la verdad sobre Sebastián… pero bueno, al final y al cabo, ¿yo quien era como para venir de buenas a primeras exigiendo total confianza de su parte?, apenas si nos conocíamos, y era un completo extraño para él.

 

Así que no me quedaba más que pensar en el jueves, y en nuestra salida al zoológico… solo faltaban tres días para nuestro encuentro… y yo ya sentía que todas mis ideas estaban de cabeza…

 


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