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The Only True Exception por CerezoHimeChan

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Notas del capitulo:

Hello, it's me (8) :( una disculpa les dije que actualizaría el viernes pero pasó algo y no pude u.u perdón pero aquí está recién saliditito del horno :c disculpen si tiene errores o algo

 

Espero sea de su agrado y muchas gracias por ser pacientes y esperar por mi, los quiero mucho mucho <3

Besitos~

El sueño de Yong Guk se vio interrumpido cuando su celular empezó a sonar, era su alarma que indicaba que era hora de despertarse. Him Chan escuchó también más se hizo el dormido aunque le duró poco. Yong Guk empezó a sacudirlo hasta que este no soportó más y abrió los ojos mirándolo entre las sábanas.

 

—Arriba, Channie —el aludido sonrió.

 

Yong Guk le imitó y le regaló una sonrisa. Mientras el empresario caminaba hacia la ducha pensaba que aquella charla entre ellos, más que con sus amigos, había sido de gran ayuda para mejorar su relación. Si desde un principio se hubieran sentado a platicar las cosas no hubieran llegado tan lejos, quizá.

 

Así mismo Him Chan había sugerido que se llamaran de una forma más amistosa delante del menor y así lo hicieron.

 

—Date prisa, Bbang. No querrás llegar tarde al trabajo como ayer —gritó Him Chan antes de salir de la habitación para dirigirse a la cocina y ver que preparar de desayuno, revisó el calendario para ver que tocaba preparar hoy.

 

 

 

Claro, al final de tantas veces llamarse así en el día era imposible que no lo hiciera ya de forma normal incluso sin presencia del menor.

 

Por suerte las comidas habían sido algo repetitivas y con la ayuda de Sun Hwa había aprendido a cocinar un poco mejor, no era que no supiera simplemente no era su mejor habilidad pero su amiga lo había asesorado tanto que podría decirse que dentro de poco sería un experto. Hoy era el día de desayunar hot cakes y era por eso que se había despertado más temprano que de costumbre.

 

Mientras Him Chan se hacía cargo del desayuno, Yong Guk terminó de ducharse para luego cambiarse e ir a despertar a su hijo. Era otro cambio que ambos habían decido, la repartición de tareas, trataron de ser más equitativos y lucir más como una familia normal. Him Chan no lo iba a reconocer delante de Yong Guk, pero lo que más miedo le daba era tener que llegar a besarlo algún día. Tarde o temprano el pequeño Jun Hong iba a querer una demostración de amor más real de parte de sus padres.

 

El escritor había terminado el desayuno y sonrío satisfecho al ver los perfectos hot cakes que había hecho. Yong Guk bajaba con el menor en su espalda mientras este jugaba a que montaba a caballo. Him Chan sonrío al verlos entrar de esa forma.

 

—Hola omma— saludó el menor y su padre se dispuso a bajarlo, una vez el chiquillo tocó el piso corrió hasta Him Cha para abrazarlo y darle un besito en la mejilla. Aquel gesto de cariño el cual fue correspondido por Him Chan al devolverle el beso hizo que el pecho de Yong Guk se inflara de alegría. Su hijo era feliz y por nada del mundo pensaba en quitarle esa porción de felicidad.

 

Mientras Bang Yong Guk seguía firmando papeles tras papeles antes de salir de casa el menor se acercó a su Omma quien se encargaba de lavar platos mientras tranquilamente tarareaba una canción. El menor tiró de la tela de la camisa del mayor y este le devolvió la mirada arqueando una ceja mirándolo curioso.

 

Omma, quiero hacer una carta para Jonguppie —dijo el menor muy emocionado. Him Chan arqueó una ceja y pensó que para cuando esa carta llegara a su destino seguro el niño Moon ya hubiera regresado a Corea pero decidió que era mejor no romperle la ilusión al menor, ya vería la forma en que el amigo de Jun Hong tuviera esa carta.

 

Him Chan se sentó junto al menor en la mesa, regando papeles y muchos colores para poder hacer la carta, Him Chan le mostraba como escribir las palabras y el menor hacía su mejor intento para copiarlas con mucha precisión.

 

Yong Guk había terminado con aquellos documentos, los guardó en su preciado maletín y volvió a la cocina por su hijo, escuchó las voces de su hijo y de Him Chan hablando casi al mismo tiempo, trató de hacer el menor ruido posible al acercarse a ellos, en otra situación se hubiera molestado por el desastre que había en la mesa, pero no era el caso. Sentía una curiosidad enorme.

 

—¿Crees que le guste su carta a Jonguppie, Omma? —el padre escuchó como su hijo preguntaba a Him Chan, más obvio imposible, Him Chan ayudaba al menor a escribirle una carta al amigo de este, el empresario no pudo evitarlo y sacó el celular de uno de sus bolsillos y tomó varias fotos. Ninguna de las fotos tenía la mejor toma pero no quería que el menor se sintiera cohibido por su presencia.

 

Him Chan sintió la presencia del mayor y giró despacio para que el menor no perdiera la concentración y sin poder evitarlo le regaló una de las mejores sonrisas a Yong Guk, quien no supo por qué razón su corazón se aceleró al ver aquellos labios curvarse en una amplia sonrisa, en aquel momento su cerebro pareció desconectarse de todo su cuerpo porque él juraba que sus manos se habían mandado solas para tomar una foto de aquella sonrisa encantadora.

 

—¡Terminé! —el menor lo sacó de su ensoñación y rápido guardó el celular ignorando la mirada inquisitiva de Him Chan quien le preguntaba con la mirada, ‘¿acaso me has tomado una foto?’ Him Chan no le iba a reclamar delante del menor porque él no sabía por qué razón no se había girado nuevamente al notar que el mayor tenía el celular en las manos.

 

—¿Qué es eso Junnie? —la voz de Yongguk salió raspando su garganta como si le costase hablar delante de Him Chan.

 

—¡Una carta para Jonguupie! ¿Appa, la podemos enviar? —cuestionó el menor ladeando su rostro y poniendo ojitos de cachorrito. Aquella mirada derretí a su progenitor, él lo sabía muy bien.

 

—Veré que puedo hacer, hijo. Ahora tenemos que irnos antes de que sea tarde, no quiero que arruines tu récord de puntual asistencia.

 

—¿Qué es un récord appa? —preguntó el menor achicando los ojos, ambos mayores rieron y explicaron como mejor pudieron el significado de aquella palabra, el menor igual no les entendió. Sus appas en verdad eran malos explicando las cosas ya lo había comprobado antes ante sus miles de dudas que un pequeño de su edad tenía pero no se los dijo.

 

 

 

Los días transcurrieron con calma en la residencia Bang, Jun Hong asistía a clases mientras Yong Guk trabajaba arduamente de modo que su gemelo nunca sospechó nada. Y Him Chan se entregaba en serio a las tareas del hogar no es que fuesen sus favoritas pero si no lo hacía se moría de aburrición mientras esperaba a ambos. Además tuvo tiempo de sobra para mejorar su técnica en la cocina y claro, Sun Hwa lo seguía asesorando de vez en cuando sin que Yong Guk se diera cuenta, era como su hada madrina.

 

—¡Por Dios, Yong Guk mira el desastre de oficina que tienes! —claro, la tranquilidad no podía quedarse para siempre. El mayor rodó los ojos, su despacho solía estar limpio y todo en su lugar. Solo había estado muy ocupado para ordenarlo, él mismo se había dado cuenta del desastre que tenía.

 

—Ya, tranquilo Him Chan.

 

—¿Cómo es que pregonas de cierto orden y tu oficina dice lo contrario?

 

Yong Guk estaba por responderle que lo haría más tarde pero claro no desaprovechó el momento para fastidiar a su compañero de vivienda.

 

—Y si tanto te molesta… ¿por qué no lo arreglas tú? —Yong Guk dejó de escribir y le miró arqueando una ceja, Him Chan normalmente lo hubiera mandado al demonio pero la mirada de Yong Guk era obvia. ¡Lo estaba retando!

 

—¿Es un reto, Mr. Bang? —Yong Guk no pudo evitar reír por la forma en que el escritor le llamaba.

 

—Lo es.

 

Jun Hong entró en el preciso momento en que ambos se declaraban la guerra. Him Chan mantenía sus manos apoyadas en el escritorio mirándolo fijamente y Yong Guk ya había cerrado su computadora y le miraba de la misma forma, Jun Hong los miró confundido. ¿Sus appas iban a darse un beso? Porque él estaba seguro que en alguna película que había visto alguna vez con Song Min Jae, la asistente de su padre, había alguna escena así. Aunque ella le tapara la vista él se las arreglaba para ver.

 

Omma, Appa… ¿se iba a besar? —murmuró el menor y ambos mayores volvieron a sus posiciones anteriores rápidamente negando una y otra vez.

 

—Jun Hong me ayudará —chilló Him Chan para cambiar la conversación y Yong Guk pensó que si Him Chan estaba acompañado por el menor este no lograría avanzar en nada.

 

—¡Perfecto! Me parece una excelente idea.

 

—¿Qué cosa? —el menor se sentía fuera de la conversación y cruzó sus bracitos mientras hacía un puchero acto que enterneció a ambos mayores.

 

—Ayudarás a Omma a limpiar aquí, hijo —el empresario empezaba a colocarse de nuevo su saco—. Tengo que volver a la oficina.

 

—Pero si acabas de volver… —Him Chan dijo con tristeza mirando al menor quien miraba de la misma forma a su padre. Yong Guk había vuelto tarde de la oficina y se tenía que volver ahí.

 

—Lo sé, lo sé —el pequeño Bang hizo un puchero y su labio inferior tembló. Quería pasar más tiempo con sus dos appas. Yong Guk le dio un beso en la mejilla izquierda y acaricio la derecha.

 

—Prometo volver para la cena… es más no prepares nada, Channie. Yo traeré la cena y será una sorpresa.

 

Los rostros del Bang menor y Him Chan se iluminaron y aceptaron el trato. Mientras Him Chan empezaba a ordenar aquel cuarto con ayuda de Jun Hong. En un papel color amarillo iba anotado el nuevo orden de las cosas. Él como escritor sabía que aun en su propio desorden tenía noción de donde tenía sus cosas y supuso que con el empresario era igual.

 

Jun Hong juntaba la basura en un cesto mientras con una escoba adecuada a su tamaño barría, Him Chan sonreía desde una esquina mientras sacudía y limpiaba los libros del librero. Sentía la necesidad de abrazarlo para protegerlo y que ni una partícula de polvo la tocara. Suspiró. En tan poco tiempo ese pequeño había robado su corazón primero quiso pensar que se debía a su propia pérdida hace unos años pero al verlo en ese preciso momento lo comprendió. No era así. Él amaba a Jun Hong por méritos propios. Por esos tiernos besos que el menor le daba en agradecimiento, por las veces que se dormía en sus brazos, porque incluso a veces parecía tenerle preferencia antes que su padre. Su interior se removió.

 

¿Sería posible? Técnicamente no. Pero estaba seguro que él menor había despertado en serio su instinto maternal. Se acercó hacia el menor y lo alzó en sus brazos para abrazarlo fuerte. El menor no entendía que tenía su omma que lo abrazaba así tan repentinamente pero no se iba a detener a pedir una explicación. Él amaba los abrazos de su omma.

 

Omma —chilló el menor suplicando que Him Chan lo bajara pero este hizo caso omiso y le llenó las mejillas de besos para entonces así bajarlo—. Omma, debes limpiar si no appa volverá y no te dará postre —el menor se cruzó de brazos y Him Chan no paraba de sonreír. Jun Hong le provocaba tanta ternura, imitó la posición de un soldado y le hizo el saludo a estilo militar volviendo a sus tareas.

 

Him Chan era quien limpiaba más la habitación, el pequeño intentaba ayudar pero se distraía la mayor parte del tiempo.

 

—Junnie, ten cuidado. No hagas destrozos —recomendó Him Chan al menor mientras terminaba de acomodar todos los libros en orden alfabético. Le daba demasiada curiosidad que como un metódico Bang Yong Guk no podía mantener un orden adecuado en aquella habitación. Pensó que el empresario estricto y parecía tener un trastorno obsesivo compulsivo no era más que una máscara. Quizá la habitación era un reflejo más puro de lo que en realidad era Yong Guk.

 

Omma,—el pequeño Junnie llamó a Him Chan sacándolo así de sus pensamientos— ¿qué es esto? —el menor tiraba de una pesada caja. Y Him Chan quien para nada era nada curioso se atrevió a sacarlo para ver que era.

 

Una caja pesada de madera ahora descansaba sobre el escritorio, Him Chan frunció el ceño al ver que tenía un candado pero estaba seguro que la llave tenía que estar cerca, y si no recordaba mal había guardado un manojo de llaves así que lo buscó y encontró lo que buscaba. Pensó que quizá estaba traicionando a Yong Guk pero si él quisiera que eso no fuera descubierto ¿no debería tener él la llave?

 

Jun Hong esperaba ansioso que su omma abriera aquella caja y una vez que lo hicieron, ambos fruncieron el ceño al ver que había una caja más pequeña dentro. El mayor la sacó y empezó a ver la forma de abrirla mientras el menor miraba con emoción, logró abrirla pero sin querer tiró la caja grande, Jun Hong ni siquiera prestó atención a ese detalle así que mientras el menor curioseaba aquella caja él se agachó para recoger las cosas y ponerlas en su lugar.

 

Him Chan frunció el ceño, algo en el fondo de esa caja había llamado su atención, quitó las cosas de encima. Era un libro blanco con unas letras doradas, BYG + SJE, el escritor abrió su boca sorprendido, ¿acaso era lo que él creía?

 

Omma, ¿qué es eso? —la voz de Jun Hong hizo que su corazón se acelerara, ¡Le había descubierto! Se giró de prisa y sintió un profundo alivio al ver que el menor se refería a un objeto que estaba en la mesa y él lo señalaba. Him Chan se apresuró a guardar todas las cosas en la caja para ponerle la tapa encima y acercarse al menor.

 

El menor sostenía en sus manos una pequeña grabadora. Him Chan conocía a la perfección el aparato, él había tenido una igual en sus tiempos de estudiante, recordó como algunos compañeros le había molestado por ser algo anticuado. Him Chan apretó accidentalmente el botón de play. Una voz gruesa y rasposa se escuchó a través de las pequeñas bocinas, el escritor arqueó las cejas. El sonido envolvente de una base hip hop le recordó a un viejo amigo. Se preguntó de quien sería aquella voz.

 

—¡Es mi appa! — dijo el menor con emoción.

 

Him Chan parpadeó varias veces poniendo atención. ¿En serio era Yong Guk? No se imaginaba al hombre de trajes haciendo rimas de rap y grabándolas en algún estudio casero. Buscó en la caja algo que le demostrara lo contrario pero se sorprendió de lo que encontraron.

 

—¡Ves omma, es appa! —El menor señalaba una foto donde se veía un joven Yong Guk con un grupo de amigos. El pequeño Jun Hong frunció el ceño, él aún no sabía leer pero estaba seguro que ahí no decía el nombre de su padre—. Omma, ¿por qué ahí no dice el nombre de mi appa?

 

Him Chan no había puesto atención a ese detalle pero ahora que lo decía su pequeño tenía razón.

 

—Jepp Blackman —murmuró, el menor ladeó el rostro confundido—. Así dice hijo… supongo que su alias.

 

—¿Cuáles alas? —Preguntó el menor aún confundido y Him Chan río suave.

 

—Alias, hijo. Es cuando usas un nombre diferente al tuyo, ya sea que quizá no te gusta el que tienes o porque quieres que tu vida artística esté apartada de tu vida real.

 

—¿Cómo el nombre de un súper—héroe?

 

—Justamente así.

 

—¡Yo quiero uno! —el menor le miró con los ojos brillosos por la emoción, Him Chan entendió pero en ese momento no se le ocurrió uno.

 

—Te buscaré un nombre hijo pero primero terminemos aquí —el menor asintió y las cosas regresaron a su lugar. El menor ayudaba feliz a su Omma pensando que si terminaban luego seguro le ponía su nombre.

 

Him Chan no había pasado por alto el deseo del niño pero por más que pensaba su mente no le traía ningún bonito o interesante alias. Se rindió, seguro el menor entendería que tardaría un poco en tener su alias. Estaba demasiado sumergido en sus pensamientos que no notó de que era el libro que tenía limpiando en sus manos hasta que lo soltó por accidente y dio directo contra su pie.

 

—¡Maldición! —murmuró.

 

—¡Omma! No digas groserías o appa te dará nalgadas como a mí.

 

El menor dijo aquello de forma inocente y Him Chan se odio por tener una mente creativa que imaginaba todo.

 

—¡Jun Hong, no vuelvas a decir cosas así! —el menor empezó a reír porque entendió que su Omma había imaginado eso.

 

El escritor se agachó y tomó el libro, «Mitología Griega», abrió el libro en una página al azar, encontró anotaciones y muchas partes subrayadas. Estaba conociendo mucho de Yong Guk. Revisó el índice y por alguna razón un nombre le llamó su atención.

 

—Zelos —murmuró y sonrío mirando al menor que jugaba en la mesa con su Sipider Man, ¿en qué momento lo había ido a traer? —Hijo, —el mayor se acercó al pequeño con el libro en la mano y le mostró la página—. ¿No te gustaría llamarte así como él?, me gusta Zelo, sin la s. Y aquí dice que es dios de la rivalidad… si tú vas a ser un súper—héroe, seguro tendrás muchos enemigos que vencer.

 

—¡Sí, sí, sí, sí! Quiero llamarme así —el menor empezó a saltar sobre la silla de su progenitor.

 

 

 

El chófer de Yong Guk estacionó el auto en un puesto de comida mientras el empresario bajaba. Sin duda sus compañeros empresarios le dirían que estaba loco por comprar comida en puestos como eso que en caros restaurantes pero él prefería mil veces comer ahí que en un restaurante caro donde la comida era menos apetecible y además en esos puestos vendían la comida favorita de su hijo.

 

El empresario subió al auto y empezó a escribir un mensaje para Him Chan pero lo borró de inmediato, le iba a dar una sorpresa al llegar. Indicó a su chófer que avanzara mientras escuchaba la radio, cerró sus ojos por unos momentos mientras meditaba en los cambios que había tenido su vida.

 

Incluir a Him Chan en su vida quizá de aquella forma no había sido la correcta pero pensar en las risas que luego tenía el menor mientras jugaba con él le hizo sonreír. Y qué decir de aquel dulce momento cuando les vio en la cocina escribiendo una carta para Jong Up la cual había decidido enviarla por correo electrónico cuando volviera el pequeño se la daría personalmente. Suspiró. Sí quizá meter a Him Chan de ese modo había sido una locura pero estaba agradecido porque su hijo era feliz y a decir verdad él también lo era.

 

Seguían sin agradarse del todo, tenían una tregua silenciosa pero en el fondo ambos empezaban a caerse mejor, a Him Chan ya no le hostigaba tanto el orden de Yong Guk, y el empresario creía que no había problema si Him Chan a veces se tardaba unos minutos de más en la ducha, sobre todo cuando le escuchaba cantar en ella.

 

Un momento. ¿Por qué pensaba en él y precisamente en la ducha? Negó rápido y su chófer le vio y empezó a reír. Su confianza con su jefe era demasiada así que este le había platicado aquel día con los amigos de ambos en el parque. Nadie le había pedido una opinión a él pero si lo hicieran, diría que Bang Yong Guk empezaba a sonreír más gracias a Kim Him Chan.

 

 

 

—Ya llegué —anunció Yong Guk al entrar al hogar. Jun Hong dejó de saltar sobre la silla para dar un salto hacia el suelo.

 

—¡Jun Hong! —el grito de Him Chan alertó a Yong Guk y este corrió al despecho. Se sorprendió. Estaba en absoluto orden, ¿cómo lo había logrado? No se había ido por tanto tiempo, solo un par de horas.

 

—Ta dah —el escritor imitó una pose de alguna chica asistente de mago. Colocó el libro en la repisa y fue hacia el mayor—. ¿Sorprendido, Bbang?

 

—Un poco. Lo admito, ganaste —Him Chan tomó las bolsas de comida mientras Jun Hong se colgaba de su padre como un bebé koala.

 

Las horas transcurrieron sin problemas mientras Him Chan limpiaba la cocina, Yong Guk subía a su hijo a la habitación. Se había quedado dormido mientras veía televisión. Him Chan mordió sus labios, se debatía en revelarle a Yong Guk sobre lo que había descubierto. ¡Por supuesto que tenía que decirle! En primer lugar, había invadido algo muy privado de Yong Guk; en segundo lugar, estaba seguro que Jun Hong estaba muy curioso sobre el pasado de rapero underground de su padre —y él también lo estaba— y por último, quería saber sobre ese álbum de bodas y que había pasado con la madre de Jun Hong.

 

Yong Guk entró en silencio a la cocina, Him Chan miraba a la nada mientras en su cabeza se formulaban todos esos pensamientos, el mayor no desaprovechó esa oportunidad para asustarlo. Se acercó lo más sigiloso que pudo y coloco sus manos en la cintura del menor.

 

—¡Bu! —y el grito de Him Chan no se hizo esperar, Yong Guk estalló en carcajadas mientras Him Chan lo empezaba a atacar con el trozo de tela que tenía en sus manos.

 

—¡Desgraciado! Casi me matas —se llevó las manos al pecho mientras le miraba con enfado al mayor, no podía parar de reír.

 

—Ya, ya. Lo siento, es que —sonrío ampliamente y Him Chan no pudo evitar hacer lo mismo.

 

—Tonto —murmuró Him Chan y se sentó en la mesa mientras bebía una taza de té. Yong Guk bostezó. Solo había ido a despedirse de Him Chan antes de subir a la cama.

 

—Tengo algo de qué hablarte —el escritor se tensó. Y Him Chan pensó que ya lo sabía, ahora le iba a dar un sermón de como no meter sus narices en lo que no le importaba. Yong Guk tomó la silla de Him Chan y la giró un poco, colocó su propia silla frente a la otra.

 

—Sí, dime. —El escritor intentaba actuar lo más natural posible. Tragó saliva. Yong Guk iba a matarlo.

 

—Gracias —fue lo primero que salió de los labios del mayor, Him Chan parpadeó. No comprendía que quería decir—. Sé que nuestro encuentro fue algo raro y todo esto… pues fue algo muy loco y precipitado.

 

Him Chan mordió sus labios, ¿Yong Guk lo estaba corriendo? ¿Por qué su corazón se aceleraba de aquella forma?

 

—Pero —continuó el mayor—, me encuentro muy agradecido contigo, por todo lo que haces por nosotros, la casa ya no se ve gigante. La has llenado con risas junto a Jun Hong —el mayor bajó un poco la cabeza.

 

Him Chan se preocupó y ladeó su rostro buscando el ajeno, se atrevió a estirar una de sus manos para tomar el rostro ajeno de la barbilla y alzarle un poco este para verle.

 

—¿Qué pasa? —musitó. Yong Guk apartó la mano ajena y negó despacio.

 

—Jun Hong es muy feliz contigo y… yo también lo soy, soy feliz contigo aquí en casa.

 

Las palabras de Yong Guk le dejaron perplejo y antes que pudiera decir algo, lo siguiente lo dejó mudo, inmóvil y en shock. Yong Guk se acercó demasiado a él y besó su fente, el mayor esbozó una sonrisa, le revolvió el pelo y se retiró.

 

—Buenas noches, Channie.

 

Him Chan no pudo responder, solo asintió y ¿por qué demonios sentía su rostro hervir?

 

—¿Qué? —se dijo para sí. No entendía nada, esa actitud del mayor le dejó confundido.

Notas finales:

Pues eso ha sido todo amores, espero les haya gustado, dejen sus rvs mis amores, quiero saber que opinan. Los quiero mucho.

 

Espero leernos muy pronto


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