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The Only True Exception por CerezoHimeChan

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Notas del capitulo:

Hola o/ ya volví ¿? Bueno no, bueno sí, ajshhsa vine a pagar una apuestita que hice jajaja aposté que si ganaba México actualizaba con capítulo doble TOTE, quería que fueran seguidos pero día ocupado hoy en el hospital ;; pero buenooooo I'm here, ya en esta semana culmino internado y :D y tendré un mesesito libre u.u igual habrán trámites y esas cosas raras perooooo ya podré escribir un poco más. Espero actualizar más seguido.

 

Bueno lean, las cosas ya se ponen más intensas... dramaaaa y más dramaaaaa ¿?

Una de las cosas que más odiaba Yong Guk en la vida era ir de compras, y no era precisamente por lo que muchos llegasen a pensar, no era malo realizándolas, él no formaba del club de los padres que no tienen idea alguna de donde están las cosas en el súper. Su realidad era otra, odiaba ser el centro de atención. Recordaba siempre los cuchicheos en aquella ocasión en que iba con su hijo en brazos con las miradas ajenas encima, mujeres que deseaban un hombre igual, otras tomándolo de ejemplo para sus hijos menores que les acompañaban y seguro había más opiniones a su alrededor.


Claro, ir con Him Chan y su hijo de la mano de ambos para nada era algo que llamaba la atención. Pero cuando faltaban treinta minutos para que el súper cerrara nadie se fijaba en ellos, eso lo había aprendido con el pasar de los años.


—No entiendo por qué tenemos que venir justo a la hora que están por cerrar.


—Amables usuarios le informados que el SúperK cierra en treinta minutos. Gracias.


La voz de una mujer resonando por todas las bocinas hizo que Him Chan se masajeara las sienes.


—En serio, Bang Yong Guk. Tuvimos todo el día para venir y justo recuerdas que tenemos que hacer las compras a esta hora. — Notó la sonrisa del mayor. —Odio que todos vayan tan a prisa.


—Esa es la razón, ni siquiera nos notan aquí.


Him Chan bufó mientras colocaba sobres para hacer gelatinas en el carro de las compras, con eso habían finalizado. Se sorprendió lo rápido que sus compras se habían concretado. Buscó al pequeño Bang con la mirada y lo encontró escogiendo entre un set de SpiderMan con otros héroes o un SpiderMan con una armadura de batalla. Him Chan suspiró, estaba seguro que el pequeño no iba a estar muy feliz con su respuesta.


—Bebé, no. Vamos a casa.


El  menor escuchó a su omma  pronunciar esa palabra y sus labios temblaron formando un pucherito mientras los ojos del menor se tornaban cristalinos, el llanto se acercaba y el menor sostenía fuertemente con ambos brazos el SpiderMan con la armadura, Him Chan se las ingenió para quitárselo.


Omma, lo quiero—. Him Chan solo negó con la cabeza y para Jun Hong esa era la señal para iniciar su rabieta a fin de conseguir el juguete deseado.


Inició su llanto fuerte alarmando a las personas a su lado, Yong Guk se paralizó, había demasiado gente a su alrededor, necesitaba calmar a su hijo pero no quería exponerlo de esa manera. Dudaba que Him Chan pudiera controlar a su pequeño demonio pero lo sorprendió.


—¡Jun Hong! —La voz autoritaria asustó al menor. —Si digo que no, es no. Tienes demasiados juguetes en casa, además si lo compras ahora para tu cumpleaños no habrá nada que darte, ¿eso quieres? ¿Imaginas un cumpleaños sin regalos? Qué horror —Him Chan hizo una expresión realmente de terror.


Him Chan hábilmente equilibró su autoridad como figura materna del menor con la complicidad que tenía con el niño para que se saliera con las suyas. El menor limpió sus escasas lágrimas y lo pensó mejor, sería muy triste no recibir regalos en cumpleaños. Frunció primero el ceño luego formó un pequeño círculo con sus labios y como decían en la televisión, las mamás siempre tienen la razón.


 


—Sí me ayudas no me enojo.


Habían regresado a casa, el pequeño Bang se había dormido durante el viaje a casa y era Him Chan quien lo había sacado del auto pero ahora no podía entrar a la casa ya que no se le había ocurrido abrir primero la puerta. Yong Guk por su parte sacaba las cosas del maletero del auto y río al ver la cara de enfado de Him Chan.


—Yo te dije que esperaras pero eres tan necio que siempre haces lo que quieres.


Him Chan puso los ojos en blanco escuchando el sermón de Yong Guk, eso era cosa de todos los días, Yong Guk regañándole por ser un rebelde. No era así. La realidad consistía en que ambos tenían métodos diferentes para realizar las cosas.


En el momento que Yong Guk abría la puerta su celular empezó a sonar.


—Bbang, responde.


Yong Guk no había respondido al primer timbre pero solo sonrío.


—Sí me necesita volverá a marcar y contestaré si ya no estoy ocupado. —Dijo mientras entraba a la casa detrás del menor llevando las compras a la cocina. Nuevamente el celular volvió a sonar y esta vez respondió. —Señorita Song, ¿qué horas son estas para llamar? —Su voz fingía molestia.


—Ofrezco una disculpa, señor Bang. —La chica usaba un tono de voz suave—. Olvidé  avisarle que la entrevista realizada oficialmente estará en las calles. Mañana saldrá el ejemplar de la revista donde se ha publicado.


—Excelente, señorita Song. Aunque creo que era algo que podría esperar.


—Me disculpo nuevamente señor Bang.  La razón por la cual insisto es porque los ejemplares van directo a sus hogares.


—En ese caso te agradezco, Min Jae. Muchas gracias. —Dio por terminada la llamada, entendía por qué su asistente le llamaba, no le gusta que a su casa llegaran empleados de paqueterías o del servicio postal nacional sin avisar.


 


 


La mañana había transcurrido rápida, entre ambos se dedicaron a los labores del hogar, lavando ropa y limpiando las habitaciones. Jun Hong estaba sentado frente al televisor entretenido, no era algo que en lo que estuvieran de acuerdo pero era eso o que les ofreciera ayuda, aunque por mucha ternura que les diera siempre complicaba más las cosas.


—¡APPA! —Gritó a todo pulmón el niño cuando el timbre sonó y Yong Guk se encargó de ir a recibir lo que ya imaginaba. Colocó el sobre en la mesa de la entrada para volver con Him Chan.


—¿Quién era?


—El mensajero, trajo la revista.


—¿En serio? ¿Y por qué estás aquí? Anda ve a leerla.


Yong Guk solo sonrío, estaban cambiando las cortinas sucias por unas limpias.


—No necesito la opinión de una revista para saber que lo que hago en mi trabajo es lo correcto, Him Chan. Agradezco mucho que nos hayan concedido un espacio pero eso no es para mí, es para los demás que no nos conocen.


Por la tarde en la casa se había decidido pedir comida a domicilio así que ahí estaban los tres, siendo convencidos por Jun Hong, viendo programación infantil. Y pese a su pronóstico, lo estaban disfrutando.


—¿Podemos ver películas también? —El menor preguntó con una sonrisa amplia y sus padres no se negaron a él. Yong Guk amaba volver a sentirse en familia una vez más. Jun Hong estaba demasiado cómodo encima de Him Chan quien no lo estaba pero poco importó.


Yong Guk era cada vez más feliz disfrutando de momentos así en familia, con Him Chan a su lado Jun Hong parecía el niño más feliz del mundo y fue cuando se percató que jamás había visto tan feliz a su hijo como desde el momento en que Him Chan había aparecido en sus vidas. ¿Qué era él? Quizá el mejor regalo que había recibido en toda su vida. Otras veces estaría regañando a Jun Hong para ir a dormir pero verlo feliz, sonreír de esa manera. Todo eso le provocaba una calidez en su corazón. Qué más daba, Jun Hong podía dormir tarde al día siguiente no había clases.


 


A las seis de la mañana el movimiento en las calles ya era evidente, gente yendo a pie de prisa hacia sus trabajos, estudiantes a sus respectivas escuelas, algunos regresaban de alguna fiesta. Entre toda esa multitud unos tacones marchaban a prisa, cubriendo sus ojos de los primeros rayos del sol con lentes oscuros como si temiera que alguien la reconociera, miraba siempre sobre su hombro como si escapara de alguien o de algo. Quizá así era.


Detuvo su marcha frente a un pequeño puesto de periódicos y revistas.


—Quiero el ejemplar de hoy por favor. — Hablaba en un fluido japonés, apenas si miraba a la persona que le vendía.


—Son setenta yenes. —La mujer asintió y pagó el importe, metió el periódico en su bolso y dio un paso. Detuvo su marcha al sentir una sensación extraña en su cuerpo por lo que giró su cuello hacia el aparador de las revistas— ¿Yong Guk? —Murmuró al ver la portada de la revista. Su corazón se aceleró y sus manos temblaron. Tomó la revista y dejó un billete en el mostrador mientras la empezaba a hojear con ansiedad.


Metió la revista a su bolsa. Moría por leer el contenido en ella pero ese no era el lugar, necesitaba estar en sus cuatro paredes donde se sentía segura. Dónde no tenía miedo de ser descubierta aunque sintiera la soledad y el arrepentimiento más sobre ella.


Apenas entró a su hogar sacó la revista de su bolso y empezó a leer a prisa el artículo. Su mente quedó en blanco al leer la parte en que Yong Guk mencionaba a su hijo, sus manos temblaron y su corazón se aceleró. La revista cayó al piso y llevó sus manos a la boca. Saber de su hijo estaba vivo parecía como la confesión más imperdonable del mundo. Sus ojos ardieron y lágrimas cayeron por ellos, se dejó caer al piso tomando la revista con fuerza y la llevó a su pecho apretándola.


Estaba conmocionada. Aún no creía nada de lo que estaba pasando. Jamás había vuelto a mirar hacia atrás. Había cometido un error, lo sabía. Jamás había comprendido la magnitud de este.


—¡Está vivo! Mi Jun Hong está vivo… Yong Guk. —Murmuró al darse cuenta que este había hecho todo el trabajo solo. Su pecho subía y bajaba agitado. Se puso de pie a prisa yendo a su habitación tomó una maleta y puso ropa en ella, guardaba cosas al azar sin coordinar bien sus ideas. Se detuvo a tomar aire una vez que se sintió sofocada.


Respiró profundo, las lágrimas seguían escurriendo de sus ojos, la respiración se tornaba difícil. Corrió al baño para tomar un frasco e ingerir una pastilla mientras masajeaba sus sienes.


—Tengo que volver a Corea. —Murmuró.

Notas finales:

Los amo <3


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