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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Primeeera actualización del año! :D (Feliz 2014 a todo el mundo!)

Espero hayan tenido un hermoso inicio de año junto a sus seres queridos y que el 2014 este cargado de buenas vibras para todo@s (y de muuucho 2Min también) ^^

Tenía planeado actualizar antes de fin de año, pero este capítulo resultó muy difícil de escribir - demoré varios días - sin mencionar que como nunca antes, me resultó demasiado tedioso editarlo, así que tuve que pedir auxilio para aquello. Gracias Lizyuu :3 (lean ciclo de muerte está bueno: http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewuser.php?uid=43966 )

Y bueno, respecto al fic... que manera de recibir reviews, fue pero... impresionante! Hasta ahora los sigo recibiendo y estoy pero demasiado feliz por eso :)

Gracias a tooooodas las personas que siguieron esta historia y se emocionaron con ella, gracias por la buena onda, por el apoyo y recomendarlo a que gente lo siga leyendo - espero que este fic no pase al olvido u.u - Creo que estaré agradecida por mucho tiempo más :B

 

Y bueno, respecto al capítulo, algunas ACLARACIONES:

1.- Como pudieron notarlo, serán finalmente 2 epílogos. Este de por sí ya es largo y lo que planeo escribir en el otro es la continuación de este (sí, aún no tengo nada escrito, solo la idea en mi mente xD).

2.- Creo que será algo difícil de leer y entender, les pido paciencia.

3.- En este capítulo se explican cosas que quedaron inconclusas del capítulo X y XI, pero más del XI, así que si tienen dudas, les recomiendo releerlos antes.

 

Bueno, creo que eso es todo... creo, aún sigo con los efectos de Año Nuevo en el cuerpo xD

Espero les guste y alivie un poco la tristeza por la partida de Taeminie :( 

-EPÍLOGO I-

 

Día 30

 

Key permanece de pie, casi vigilándolo, del mismo modo en que lo ha hecho los últimos dos días. En ningún momento lo ha dejado de hacer. Si tiene hambre, se apresura en cocinarle algo. Si tiene sed, deja de lado su propio vaso y se lo entrega a él, si tiene sueño, lo acompaña a su dormitorio y se queda con él hasta asegurarse que está profundamente dormido.

Mientras Key actúa de esa manera, Jonghyun permanece en silencio y tan solo lo mira, como un espectador que está siempre pendiente de no perderse el clímax de aquel show.

Lo cierto es que Minho ha cambiado, ambos lo notan y las razones son obvias. Y no es que haya dejado de hablar nuevamente, sino que está distinto, tanto que no saben cómo lidiar con él.

 

El día nació tal como lo había pensado. El sol sigue firme en aquel cielo despejado y los árboles del camino se van transformando a medida que avanza por la ruta. El viento forma corrientes dentro del vehículo, y él todavía cree poder sentir el aroma de su cabello.

De reojo y aún pendiente del camino, lo mira a su lado y no puede creer, ni menos convencerse de que esa belleza tan propia de él siga tan viva a pesar de que él ya no lo esté. Y pareciera que está solo sumido en un sueño tan profundo, tan ajeno a la realidad, que le hace pensar que de pronto abrirá sus ojos y volverá a regalarle esas sonrisas que tanto le gustaban.

Taemin duerme, aún envuelto en aquel edredón del Hospital, con el cuerpo ya lejos de sentir frío o calor, con la piel que ha perdido lentamente el color en la zona de sus mejillas. Sus labios están cerrados y no hay suspiros que se arranquen de él y que Minho pueda capturar en tímidos besos. Sus pestañas se mecen con el viento y su cabello aún brillante, le cubre parte de la cara. Sus labios han perdido tono y se han vuelto algo pálidos con unos pocos toques violetas.

Pero aun así, sigue igual de hermoso a su modo.

 

El rubio suspira y le deja que se tome todo el tiempo que necesita, a pesar de que ya están algo atrasados.

Minho está de pie frente al espejo de su habitación, pero no se está mirando, pareciera que tan solo deja que ese trozo de vidrio reflectante se robe su imagen y la comparta con el mundo, o con Key.

Pasa el cinturón de cuero por las ranuras de su pantalón con sumo cuidado, ajustándolo en el punto exacto a su cuerpo. Luego se voltea hacia la cama tras él, y toma esa corbata que tuvo que comprar aquella mañana porque de pronto recordó que no las usaba y que aquel día era necesario que lo hiciese. La desliza por el cuello de su camisa y suelta un suspiro. Solo en ese instante se da cuenta que tampoco sabe cómo se atan ni de qué modo se hace aquel nudo.

 

-          Esto se hace así… - le dice poniéndose tras él y tomando las hebras de la corbata. Key se apoya en su hombro y encuentra su mirada en el espejo – Tomas esta parte y la pones así… - habla mientras le enseña - …luego lo pasas por aquí – continua en ese tono dulce y al borde de lo maternal – Lo pasas de este modo, lo ajustas así y… listo

 

Key se voltea hacia la cama en donde está la chaqueta del moreno y ayudándolo, se la coloca y la ajusta, pasando uno a uno los botones, arreglándole el pañuelo blanco en el bolsillo exterior y acomodando la corbata. Y solo entonces se miran a través de sus reflejos, y ese silencio que rondaba el departamento por aquellos días se vuelve más intenso.

De pronto la piel de Minho se había vuelto inusualmente más clara de lo normal; salvo un par de ojeras bajo sus ojos, igual de oscuros e intensos que siempre. Aún relucían un par de moretones y heridas en proceso de cicatrización a causa de la paliza de Luhan, y de su ojo ni hablar, el moreno ya había asumido la poca visión que le quedaría en él a pesar de que ya estaba completamente deshinchado. Sus labios generosos lucen pálidos, pero hidratados gracias a la insistencia de Kibum. Su cabello estaba corto y perfectamente peinado. Y su figura, toda su presencia sería la propicia para cualquier evento social, solo que la ocasión de ese día, estaba muy lejos de ser un momento feliz o de celebración.

El pantalón negro cae cubriendo sus largas y esbeltas piernas, mientras que la chaqueta se ciñe a su torso resaltando sus hombros anchos.

 

-          Me veo extraño… - dice contemplándose sin creer que aquel al que ve, sea él mismo – No creo que la corbata sea lo mío…

 

-          Te ves bien… - añade sonriéndole – Y creo que Taemin le hubiese gustado mucho verte así, te ves muy guapo Minho…

 

-          ¿Tú crees…? – pregunta no muy convencido, moviendo de un lado a otro la corbata.

 

-          No me cabe duda…

 

El carraspeo desde el umbral de la puerta los hace voltear al mismo tiempo y coincidir sus miradas con la de Jonghyun que usa traje oscuro al igual que ellos dos.

 

-          Es hora de irnos, estamos retrasados… - les habla – Minho, ¿estás listo…?

 

-          Lo estoy…

 

-          Bien, los espero en los estacionamientos, no se demoren más… - y dicho esto se alejó por el pasillo del departamento hasta salir del lugar.

 

 

El sol nos olvidó ayer. Sobre la arena nos envolvió el rumor suave del mar; tu cuerpo me dio calor, tenía frío…

 

Coincidentemente ese día, al igual que los anteriores, había permanecido gran parte de la mañana, sentado en el umbral interno de la ventana de su habitación. Tenía el cuerpo apoyado en el muro y las piernas flectadas en su pecho, dejando su cabeza recostada en sus rodillas.

Extrañamente aquella mañana no quiso jugar en el PlayStation ni encender el televisor. Tampoco tuvo ánimos de bajar a la cocina a alterarle los nervios al chef que hace años trabajaba en su casa, ni menos hacer enojar a la Sra. Joo Jin. Ese día solo despertó y permaneció de esa manera en la ventana, con el pijama aún puesto a pesar de haberse duchado y el desayuno que lentamente se enfriaba en aquella bandeja sobre la cama.

Si no fuera porque estaba mirando hacia el patio frontal de la casa, no se habría dado cuenta del extraño vehículo que se había detenido justo frente al portón, del otro lado del terreno, como esperando algo. A lo lejos vio a una persona que doblaba su cuerpo para poder ver mejor y luego reclinarse sobre el asiento como si lamentase algo.

 

-          ¿Qué…?

 

Y luego notó cómo el portón se habría para dar paso a aquel auto, el que se detuvo en el garaje de la casa.

Taemin se incorporó de la ventana y se asomó nuevamente, definitivamente esa persona había capturado su atención.

Lo vio mirarlo todo con demasiado asombro, lo que le pareció demasiado cliché, todos quienes iban a su casa por primera vez tenían la misma impresión.

 

-          ¿Quién eres…? – se preguntó a sí mismo sin poder quitarle la vista de encima – Desconocido…

 

Se inclinó aún más por la ventana, notando la presencia de la Sra. Joo Jin en la entrada de la casa recibiendo a ese extraño, pero viendo cómo la mujer sabía de quién se podía tratar. Claro ella sabía quién era, menos él, lo que aumentó aún más su curiosidad.

Se apartó rápidamente del ventanal y caminó hacia la puerta del dormitorio, saliendo de él. Con pasos pulcros y lo menos ruidosos posibles, se acercó en modo ninja al barandal del segundo piso, escondiéndose tras el muro para poder ver de quién se trataba, y solo ahí, cuando lo tuvo a escasos metros, sintió algo que no creyó posible podría sentir. Su corazón se detuvo por una milésima de segundos que se extendió por horas enteras para él. Su respiración de pronto le hizo algo más frenética, todo su cuerpo se estremeció en un escalofrío que supo no era causa de los espasmos que solía sufrir a causa de su enfermedad y su cara comenzó a arder, obligándolo a posar ambas manos en sus mejillas cuando notó que se había sonrojado.

Él era… hermoso, por buscar alguna palabra que pudiese describirlo. Alto, mucho más que él y de un semblante varonil y peligroso, pero a la vez dócil y sutil. Su piel era de un tono mate que le causó curiosidad; de pronto el querer comparar su tono de piel con la de él le causó demasiada intriga. Sus ojos grandes y de oscuras pupilas pudo verlos desde esa distancia y sentirse demasiado intimidado, al contrario de esa atracción que sitió al situar su vista en su boca, en sus labios y en esa sonrisa que le hizo también sonreír a él.

Quién era, qué quería, o qué hacía ahí, fueron algunas de las preguntas que se hizo y las que aumentaron al verlo ser recibido por su madre y asumir que él, había sido el hombre más perfecto que pudo haber visto en mucho tiempo. Quizás, el más perfecto de todos.

 

 

Jonghyun volteó hacia el asiento trasero cuando se percató que Minho no daba atisbos de querer descender. Key los miraba ya desde fuera del vehículo, obligándose a subir nuevamente cuando se dio cuenta de que quizás aquello no había sido buena idea.

 

-          Minho… - le habló al verle con la mirada perdida en sus propias manos que apretaban con demasiado apremio sus rodillas – Ya llegamos…

 

-          Minho… - insistió el rubio – Ya estamos aquí, ven, acompáñanos…

 

Y un silencio. Cuando el mutismo del moreno comenzó a hacerse más intenso, ambos supieron que quizás toda esa preparación mental que Minho había tenido desde lo sucedido, no había sido suficiente, que tal vez aquel momento era más complicado de lo que creían.

 

-          Yo… - titubeó – No puedo… no… no puedo hacerlo, lo siento…

 

-          Minho, sé que puedes… ya estamos aquí – insistió Jonghyun – La madre de Taemin espera por ti, debes acompañarla…

 

-          No… no puedo – y entonces los miró, con el rostro conteniendo el dolor de su interior y los ojos a punto de colapsar en un descontrolado llanto que no veían en él hace días – No puedo…

 

-          Minho… - susurró Key tratando de tomar sus manos, las que solo fueron rechazadas – Está bien… - añadió mordiéndose el labio para no llorar por verlo de ese modo – No tienes que hacerlo si no estás listo…

 

El moreno lo miró nuevamente, agradeciéndole por esa sutileza que solo Key tenía y que le hacía sentir que otra vez estaba en deuda con él, por ser tan compresivo y por apoyarlo en todo momento, incluso en ese.

 

Y allí en la arena, entre los dos nació este poema, este pobre poema de amor… para ti

 

Taemin corrió rápidamente hasta su habitación cuando notó que su madre se incorporaba de aquel sofá e invitaba al desconocido a ir al segundo piso de la casa. El castaño se metió en su dormitorio, dejándose caer en la cama y encendiendo el televisor para no levantar sospecha alguna de su misión de espionaje que arrojó el resultado a una de sus tantas interrogantes: ese hombre estaba ahí, probablemente, para cuidar de él, se llamaba Choi Minho y era guapo, demasiado guapo.

Cuando sintió a lo lejos que su madre golpeaba su puerta, respiró un par de veces para regular su apariencia agitada, acomodándose entre las sábanas para disimular que llevaba despierto hace mucho, y que ya sabía muchas cosas de las que quizás su madre le diría.

 

-          Hijo, soy yo… - le oyó hablar – Hijo, vengo con un invitado…

 

Del otro lado de la puerta le oyó excusarse antes de abrirla y pararse frente a él con una postura que no le gustó mucho; odiaba cuando su madre presumía de ser estricta cuando en el fondo no lo era.

 

-          Te dije que debías vestirte… - le reclamó internándose en el walking clóset para tomar un par de prendas al azar y arrojarlas sobre la cama del castaño.

 

-          Estoy viendo televisión, ¿acaso no lo has notado?

 

-          No me importa…

 

-          Debería importarte… - insistió - ¿Puedes quitarte de en frente? No me dejas ver…

 

-          ¡Apaga eso, vístete y sal, AHORA!

 

Bueno, aquel grito no era normal. La madre de Taemin era una mujer demasiado compasiva y consentidora. Desde que había tomado la decisión de no seguir su tratamiento hace ya dos años, ella se había esmerado en tratar de que la vida de ambos fueran lo más normal posible. El hecho de que su padre se marchara de su casa con otra mujer y tuviese otra familia, o que Luhan rompiera la relación con su propia hermana, no habían sido motivo alguno para que ella dejara de apoyarlo en todo.

Pero el estar viéndola con aquella postura, las manos en su cintura, en ceño fruncido y notoriamente enojada, le hizo pensar en que aquel apoyo incondicional y al borde de lo irracional que tenía para con él, ya tenía una fecha de caducidad y la causa de ese vencimiento, estaba del otro lado de la puerta, esperando por ellos.

Cuando estuvo listo, abrió la puerta y salió hacia la sala, en donde ni su madre, ni el desconocido, habían notado su presencia en el lugar. Y solo estando ahí pudo percatarse de lo alto y delgado que era, de lo oscuro y brillante de su cabello, y de lo penetrante de su masculino perfume.

¡Dios…!

 

La brisa era suave y algo fría aquella mañana. El aroma a tierra mojada, a causa de la lluvia de la noche anterior, inundaba sus fosas nasales. El césped lucía demasiado verde, capturando los colores de los cientos de rosas blancas que estaban ahí, frente a él. Sintió la mano de Key aferrarse más a su brazo, buscando su calor y sintiendo cómo apoyaba su cabeza en su hombro, soltando un ligero suspiro.

Jonghyun alzó la vista, y del otro extremo vio a la madre de Taemin. Vestía un pulcro vestido negro hasta bajo la rodilla, el que pudo ver bajo el abrigo que traía puesto. Apenas podía ver su rostro, pero suponía que lloraba tras esos lentes oscuros y ese sombrero que le propinaba algo de sombra. Junto a ella estaba Luhan, con un traje de dos piezas y también con lentes oscuros, quien abrazaba a su hermana mayor por la cintura, aferrándola a su cuerpo, como si fuese a caer. Del otro lado de la mujer reconoció a la Sra. Joo Jin y del lado de ésta a quien supuso era el padre de Taemin; el parecido era increíble.

Estaban ahí Sully y uno que otro médico que supuso serían amigos de Luhan, y que estaban ahí para darles ese apoyo que parecían necesitar. Había gente de la que tuvo que deducir los lazos que habían entre ellos y la familia del castaño: uno que otro sería compañero de trabajo de ambos padres, tal vez algún tío o tía, primos quizás, amigos o compañeros de secundaria. De aquello último era lo que menos certeza tenía, pues Taemin nunca habló de ir a un colegio o instituto, menos de universidad, por lo que era casi obvio que a causa de su enfermedad el chico se había educado en casa.

Y sí, aquello era demasiado extraño. Estar ahí, en ese momento, haciendo acto de presencia por aquella persona que no se había atrevido ni siquiera ir a los responsos, era extraño.

A su mente llegó el vago recuerdo de hace dos días, cuando de coincidencia Key divisó el auto de Minho de regreso al Hospital. Ellos habían decidido ir a casa por una ducha mientras el moreno estaba con Taemin en la playa, pero lo que nunca pensaron es que le verían llegar a las horas después de haberse ido. Y lo demás aún le es difícil asimilarlo.

Vieron descender del vehículo a Minho, quien había notado la presencia de sus amigos a escasos metros de él, como sin saber si acercarse a él o no. Se quedó un par de segundos de pie, pero moviéndose al fin cuando Key trató de acercársele. Entonces rodeó el auto para ir hasta la puerta del copiloto, la cual abrió para agacharse y tomar en sus brazos el cuerpo inerte de Taemin.

Y del resto; el resto de lo acontecido, pareciera que se había esfumado de sus recuerdos. Jonghyun tiene escasos destellos de momentos que le sucedieron a ese. Ver a Minho con el cuerpo del castaño sin vida y envuelto en aquel edredón de Hospital caminar hacia él, llorando en silencio y con una sonrisa que le costaba demasiado mantener en su rostro. Luego ver a Key correr hasta él para abrazar a Taemin y derramarse en lágrimas. Después es un grupo de paramédicos que corren para socorrer al castaño, un par de médicos y Sully entre ellos.

Otro flash mental y entonces ve a la madre de Taemin ir al encuentro de Minho en aquella sala en donde estuvieron tantas horas a la espera de que el moreno llegara, tal como lo había pedido el castaño. Y ahora es Minho quien se deja caer al suelo de rodillas, y es la mujer quien lo abraza por los hombros y lo acerca a su pecho, besando tiernamente su cabeza mientras Minho llora sin control ahora casi acostado en el piso, con la cabeza en las piernas de la mujer y como nunca le vio hacerlo, como si mil puñales le clavaran el cuerpo, con un dolor que lo desgarró a él mismo porque no creyó posible que alguien pudiese estar sufriendo tanto como su amigo lo hacía en ese entonces.

Al día siguiente solo es él y Key quienes van a los funerales, en donde un umbral solo de rosas blancas, adornan el altar con velas y una foto de un sonriente Taemin en el centro de éstas. Los reciben la madre del chico con traje tradicional negro y Luhan con las cintas blancas en uno de sus brazos. Solo bastan un par de miradas y la sonrisa agradecida de la mujer, quien busca con la mirada a esa otra persona que debería estar ahí con ellos, recibiendo los pésames.

 

-          ¿Estás bien…? – le pregunta en un susurro que apenas alcanza a oír.

 

-          Sí, solo estoy preocupado por Minho, eso es todo… - admite Jonghyun, acariciando suavemente la mejilla de su novio.

 

Mi fruto, mi flor, mi historia de amor, mis caricias. Mi humilde candil, mi lluvia de abril, mi avaricia…

 

Se seca las lágrimas de su rostro y reordena su siempre pulcro cabello, sabiendo que no lo necesita. Da ese par de pasos que le separaban de la puerta, la cual se abre antes de que logre tocar el pomo de ésta. La Sra. Joo Jin se sorprende cuando la ve de ese modo; sabe que aquello que ha pasado los ha tomado por sorpresa a todos: la paliza de Luhan, la confesión de Taemin, esa abofeteada a Minho que le dio sin saber por qué lo hizo y luego el hecho de que éste se fuera porque era lo que se suponía era lo correcto por hacer.

Las mujeres se miran por unos instantes, justo antes que la ama de llaves se acercase y posara una mano sobre su hombro, apretándolo con cuidado como si eso fuese el ánimo que le traspasaba para enfrentar lo que se avecinaba, lo que le esperaba del otro lado de aquel umbral.

Camina por la sala del dormitorio hasta las puertas interiores que están como nunca antes abiertas, como si estuviesen esperando a alguien que ya no va a volver. Sobre la cama ve el cuerpo de Taemin en posición fetal, dándole la espalda. Sabe que llora en silencio, los temblores de su cuerpo y unos suaves sollozos lo delatan, y eso solo hace que se le rompa más el corazón.

En silencio se recuesta en la cama, con la intensión de aferrarse a su pequeño cuerpo, ahora de un hombre, pero se sobresalta cuando nota que el chico se ha volteado primero y la abraza con desespero, hundiendo su rostro en ese pecho maternal que lo acoge sin decirle nada y que tan solo le responde ese abrazo que parece necesitar.

El tiempo se detuvo solo para ellos. Ese abrazo pareció extenderse demasiado, pero no lo había notado. Taemin ya había dejado de llorar, y solo se dejaba acariciar tiernamente por su madre, quien lo acogió en su pecho.

 

-          Perdóname…. – le dijo de pronto – Perdóname por no habértelo dicho…

 

-          Entiendo por qué quizás no lo hiciste… yo, yo pensé que lo odiabas…

 

-          Aún lo hago…

 

-          ¿Por qué no me lo dijiste? – preguntó moviéndose bajo de él, para quedar ambos sentados en la cama, uno frente al otro – Hijo… sabes que yo no te hubiera juzgado…

 

-          Lo sé… - añadió bajando a ver sus manos – Pero es que Luhan…

 

-          ¿No crees que es una excusa vaga? Me ofende que no confíes en mi…. – le recriminó la mujer – Dime… ¿desde cuándo…?

 

-          Desde siempre… - se confesó mirándola nuevamente – Desde el primer día me sentí atraído por él…

 

-          ¡Dios…!

 

-          Lo lamento…

 

-          ¡No, hijo, no! – gimió conteniendo una mueca de dolor – Perdóname tú por no haber sabido de esto… perdóname, perdóname por permitir que todo esto se saliera de control… pero es que yo… yo no supe qué hacer, no lo supe…

 

-          Hiciste lo que debías mamá… y no te odio por eso – sonrió el castaño con dificultad, comprendiendo que el hecho de que Minho se hubiese ido, era tan solo la consecuencia a ese amor prohibido que ellos tenían – Después de todo, esto era demasiado perfecto como para que durara por siempre ¿no…?

 

-          Hijo…

 

-          No digas nada mamá… - suspiró – Los días pasarán, yo ya no estaré y supongo que Minho conocerá a alguien que pueda amarlo como él se lo merece… que lo ame de verdad…

 

¿Cómo? ¿Es que acaso esta es la misma persona que horas atrás lloraba gritando amor sin desvergüenzura alguna? ¿Cómo es posible que ahora diga esto? ¿Cómo…?

 

-          ¿Lo amas…? – le preguntó notando cómo el cuerpo del castaño se tensaba e incomodaba - ¿Amas a Minho…?

 

-          Con todo mi corazón…

 

-          Entonces no quiero que vuelvas a decir que esperas encuentre a alguien más que lo ame de verdad cuando tú ya lo haces…

 

Al oírle decir aquello, Taemin se sorprendió tanto, que solo supo lanzarse sobre sus brazos y dejarse capturar por ese aroma a flores que tanto le gustaba de su madre. Ella era así, aún con un matrimonio fracasado, era la única persona que seguía manteniendo las esperanzas de que el amor podría resurgir a pesar de las adversidades.

 

-          Tengo miedo mamá… - sollozó en sus hombros – Tengo miedo de que me olvide… él, él no me ha dicho aún que me ama…

 

-          Te aseguro hijo… - añadió capturando su rostro entre sus manos – Te aseguro que él ya lo hace… solo debes esperar a que el momento indicado llegue y te lo dirá… él lo hará, créeme…

 

Uno a uno los ve avanzar. Primero el padre de Taemin quien deja una rosa sobre su féretro y se va caminando con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo. Luego es Luhan quien se para junto a él y desliza sus dedos en la madera noble y brillante y extiende su mano para capturar la de su hermana, quien deposita otra rosa sobre el ataúd y se deja capturar en un silencioso llanto por los brazos del chico. Luego los ve irse, seguidos de la Sra. Joo Jin y el resto de la gente que comienza a marcharse antes de que la lluvia amenazante los atrape.

Jonghyun ve como la gente desaparece, dejándolos solo a él y Key en el lugar, como si estuvieran esperando a ese alguien que ya no está dentro del auto, sino que se ha ido quién sabe dónde porque no es capaz, ni tampoco quiere aceptar lo que está ocurriendo.

 

-          Te voy a extrañar Taeminie… - susurra Key antes de dejar su rosa sobre  las otras tantas que decoran elegantemente su ataúd – Descansa en paz…

 

El moreno ve a su novio irse hasta el auto, sabiendo que necesita de un tiempo solo para llorar sin que nadie le vea. Ve como se sube al vehículo y lleva ambas manos a su cara, ocultándose. Su corazón se estruja al ver sufrir a quien ama de ese modo, pero no puede llorar, no puede hacerlo, pues a su mente solo viene la imagen de Minho con ese dolor mudo que sabe lo está destruyendo.

No sabe qué es lo que pasa por la mente de su amigo, ni qué es lo que está sintiendo, ni tampoco lo que pretende hacer. Solo sabe que está en un luto que lo arrastra hasta un lugar en donde ni él ni Key pueden ir a rescatarlo como ya lo han hecho antes. Minho está solo, con dolor y sin pedir auxilio, y eso lo desespera.

Jonghyun se asusta cuando siente como una de sus mejillas se humedece, y lleva hasta su rostro su mano, para convencerse de que es cierto, de que está llorando. Se siente exhausto, cansado y cree que ya no puede soportar el tener que ser el apoyo de Minho y Key al mismo tiempo. A pesar de todo lo que ha pasado, él ha estado siempre firme y estable para ellos, pero ahora que todo ya ha acabado, siente ese cansancio en su cuerpo.

Sus piernas están débiles, sus hombros y cuello tensos, el interior de su pecho duele y él tan solo puede sonreír y agradecerle mentalmente a Taemin de que ya todo llegó a su fin, y que él podrá descansar de su estrés emocional.

 

-          Lamento ser cruel contigo Taemin… - le habla acortando esa distancia que los separa -  Pero ya no soportaba esto… estoy, agotado…

 

Y no le dice nada más. Solo es capaz de dejar su rosa sobre él y posar su mano como si le estuviera acariciando.

 

-          Gracias por haber estado en nuestras vidas… - susurra – Nos vemos luego… - entonces alza su mirada por última vez cuando siente una brisa que lo envuelve, y ahí, del otro lado de donde él se encuentra y oculto tras unos árboles, lo ve - …y perdona a Minho, él… él vendrá a ti cuando esté preparado… - lo mira nuevamente a lo lejos, y sabe que el moreno no se percata de que le ha visto en su escondite. Jonghyun nota cómo Minho se limpia la cara y sabe que está llorando, así como sabe que está en esa batalla interna de ir o no hacia él, hacia donde Taemin lo está esperando.

 

Mi trozo de pan, mi viejo refrán, mi poema. La fe que perdí, mi camino y mi carreta…

 

La oscuridad del cuarto parece ser lo único que la puede sostener en ese momento. Su cuerpo cae agotado en un mar de lágrimas del que no quiere ser rescatada y en el que espera ahogarse hasta no sentir ese dolor.

La mujer se abraza a una de las tantas almohadas de la cama y reprime en ellas esa angustia que siente, esa tristeza que comenzará a vivir a partir de ese momento, porque sabe que Taemin ya no le pertenece y que desde que Minho se fue de la casa, se ha dejado morir.

“Deja… por favor deja que venga a mi mamá” le recuerda decir entre lágrimas, al borde de una súplica que rebota en su mente y oprime más su corazón.

“No lo apartes de mí, lo necesito… necesito que este a mi lado” y eso más le duele, porque debe convencerse de que ha traído al mundo a un niño, y que ahora el mundo se lo quita convertido en un hombre.

“Por favor… deja que venga a mi cuando el momento llegue, yo debo, debo oírle decir que me ama, necesito oírlo…” y llora aún más. Y no porque no quiere perderlo, cuando toda la vida de su hijo ella se ha estado preparando para aquello, sino porque se siente agradecida de verlo por primera vez en su vida tan convencido de algo, tan seguro de lo que quiere y sin temores de lo que pueda suceder; como si la muerte no estuviera rondándolo en aquel instante.

 

Jonghyun pone en marcha el vehículo, con la lluvia ya cayendo sin compasión sobre ellos. A pesar de que están apenas comenzando aquel otoño, el invierno tienta a llegar más pronto que tarde.

Sale por la ruta del cementerio, con árboles rodeándolos y el cielo tornándose aún más gris. Key ha dejado de llorar y tan solo está sentado junto a él, con la mirada en el exterior.

 

-          Vi a Minho tras los árboles… - le habla de pronto, sorprendiéndole de que también lo hubiese visto aun cuando él no le hubo dicho – Estaba llorando…

 

-          Lo sé…

 

-          ¿Crees que estará bien...? – añade volteándose hacia él – Está lloviendo mucho…

 

-          Estará bien… lo esperaremos en casa y cuidaremos de él si se resfría… - le sonríe, aventurándose a capturar una de las manos del menor.

 

-          Minho es un tonto…

 

-          El más tonto de todos… - y ahora ríen juntos.

 

-          Quiero comprar helado…. – acota – No como helado desde la vez que almorzamos en casa con Taemin, ¿lo recuerdas…?

 

-          Sí amor… fue un gran día… lo pasamos bien, ¿cierto? – recuerdan ambos sonriéndose mutuamente - ¿Necesitas algo más…? Podemos ir a comprar lo que tú quieras…

 

-          Necesito que Minho regrese… - le dice con un dejo de melancolía en la voz – Necesito que Minho vuelva a ser el que era antes…

 

Mi dulce placer, mi sueño de ayer, mi equipaje. Mi tibio rincón, mi mejor canción, mi paisaje…

 

 

El sonido de la televisión, rebota dentro de las paredes del departamento. Las noticias eran igual de negativas que días anteriores; llenas de accidentes, conflictos bélicos y delincuencia. Esa mañana era cálida a pesar de que el cielo daba atisbos de espesas nubes que ocultaban el sol y el cielo azulado.

La taza emite un suave sonido cuando la deja sobre aquel platillo, mientras mira de reojo por sobre el periódico, el comercial de un alimento canino que le ha llamado la atención a su acompañante de piso.

 

-          ¿Te gusta eso…? – le habla cuando el cachorro de Beagle de 4 meses ladra con entusiasmo y apoya sus pequeñas patas en la televisión, al sentir los perros del comercial ladrar felices – Creo que deberíamos probarlo, el último alimento sabía a real mierda… - y entonces el cachorro lo mira – En serio te lo digo hombre, no sé cómo puedes comer eso…

 

Las patitas resuenan en el piso flotante cuando se acercan a él, y luego es su nariz que le da un golpe en una de sus piernas.

Minho lo mira y sabe qué es lo que pretende el pequeño. Deja de lado el periódico y se agacha para tomarlo en sus brazos, dejando que le lamiera el rostro antes de voltearse hacia la mesa y olfatear el desayuno; ese jamón se veía realmente apetitoso.

El moreno le acaricia el corto pelaje, mientras bebe de su taza con el perro sobre sus piernas, que le mira mientras toma su sándwich y lo engulle. Luego lo siente inquieto. El cachorro de Beagle, al que aún no le ponía un nombre, se remueve nervioso en sus piernas. Lo deja en el suelo y lo ve correr hacia la habitación principal, previendo de lo que se trataba.

Se incorpora arrastrando la silla para caminar hacia el pasillo de ese departamento en el que vivía hace 2 meses y al que se mudó porque quedaba mucho más cerca de su trabajo. Key decía que se había cambiado porque los recuerdos de Taemin en el departamento antiguo parecían atormentarlo. Jonghyun en cambio sentía, que Minho solo estaba huyendo de algo que no le dejaría tranquilo hasta que él fuera capaz de superar esa etapa.

Minho aún vestía y vivía el luto.

 

Madre, perdóname por esto que te haré, pero debes saber que no tengo otra opción. El hombre al que amo se ha marchado ayer, y pareciera que se llevó consigo mi corazón. Madre, gracias por haberme consolado y perdóname por no haberte dicho antes cuánto lo amo y cuánto lo necesito. Madre, sé que sabes que entre nosotros no habrá ni un abrazo ni un beso de despedida, porque no necesito decirte adiós ya que tú permanecerás siempre conmigo, así como yo estaré siempre contigo. Madre, cuando sea el final de las horas, cuando mi momento haya llegado y cuando ya deba marcharme, solo te pido que me dejes ir a los brazos del hombre al que amo, pues morir junto a él, es el anhelo de mi corazón…

 

Avanza paso a paso por el pasillo y cree sentir esa esencia que lo ha acompañado durante todo ese año y que no le ha dejado tranquilo en todo ese tiempo. Y pareciera que fue tan solo ayer cuando pudo hundir su nariz entre sus cabellos castaños y aspirar ese perfume a vainilla y rocío que lo embriagaban. De pronto todo el departamento comenzó a oler a él y eso solo le confirmó que estaba ahí, como cada mañana, como cada día.

Minho se asoma tímido por el umbral de la habitación y ve como el cachorro duerme sobre su cama, soltando leves quejidos y que delatan lo relajado y cómodo que está. Y entonces ve cómo su mano se pierde en el pelaje del perro, dando suaves caricias y sonriendo porque desde que el moreno lo compró, sabe que ha aportado algo de alegría y le está distrayendo de ese recuerdo que permanece sentado sobre su cama, ahora mirándolo, como si fuera la primera vez.

 

-          Le gusta cuando lo haces dormir… - murmura apoyándose en el muro del cuarto, sin atreverse a ir hacia él; nunca se atrevía – Yo tardo siglos en lograrlo, pero tú… creo que le gustas…

 

El castaño solo le sonríe y sigue con esas caricias que le hicieron sentir celoso. Y Minho solo lo mira, porque no tiene nada más que hacer que aquello que se volvió su adicción desde que lo vio por primera vez luego de su muerte. Taemin siempre luce igual: su piel brilla e ilumina todo el sitio en donde se le aparece; si lo hace de día opaca al sol, y si lo hace de noche, Minho no enciende las luces del departamento porque él lo ilumina todo. Su cabello castaño parece hecho de oro, con hebras que caen por su rostro y sueltan ese perfume cuando una brisa llena el lugar. Taemin viste de blanco, con una camisa, chaqueta y pantalón de tela, pero siempre está descalzo y con los pies con restos de hojas aplastadas y barro, que dejan huellas en el piso y que son la primera pista que Minho tiene para darse cuenta que él está ahí, otra vez.

 

-          Has ensuciado mis sábanas… - le dice cuando las ve con restos de lodo porque el chico ahora está recostado junto al perro, abrazándolo - ¿Por qué siempre estás descalzo…?

 

Taemin baja la mirada hasta sus pies, con un gesto confuso en el rostro. Solo ahí Minho se da cuenta que el chico pareciera no haber notado que no usaba calzado, ni menos que tenía los pies sucios. El castaño solo lo mira apenado, como pidiéndole disculpas de ese modo.

 

-          Desearía que me hablaras… - añade entristecido – Extraño oír tu voz…

 

Pero no lo hace. Solo permanece ahí frente a él, ahora de pie pero sin dejar de acariciar al Beagle que solo duerme y parece soñar, tal como Minho lo hace cuando tiene al castaño frente a él.

 

Madre, perdóname, te he mentido. Sé que dije que cuando todo acabara y yo pudiera al fin permanecer en sus brazos, me iría sintiendo que he logrado hacer todo lo que me he propuesto con él: me he enamorado, lo he amado, le he entregado mi cuerpo y saber que me pertenece así como yo le pertenezco, es todo lo que pretendía. Pero te he mentido, no puedo, aún después de este tiempo no puedo apartarme de él, no sin antes… no quiero que me olvide como lo está haciendo…

 

Minho retrocede cuando Taemin pretende acercársele. El castaño deforma su rostro en una mueca de dolor mientras llora en silencio. Alza su mano y pretende alcanzarlo, pero cuando quiere hacerlo, el moreno retrocede asustado, tanto que comienza a sudar y todo su cuerpo tiembla.

Está aterrado, y es él, quien le infunde ese terror.

 

-          Debes… debes irte, por favor… - gime en una súplica cuando su huida ya lo tiene en medio del pasillo, con Taemin frente a él – Vete… por favor…

 

Y él le asecha porque no quiere que lo aparte, porque quiere seguir viéndolo y que él lo vea, porque quiere que sepa que está ahí con él, porque quiere que lo huela, que lo sienta y que de ese modo sepa que no quiere que lo aleje, que aún no puede dejarlo ir.

 

-          Por favor… - y ya no suplica, sino que llora con su cuerpo contra la muralla porque se ha dado cuenta que no tiene más escapatoria. Minho cierra sus ojos y aparta el rostro conteniendo la respiración: el perfume del menor le hacen saber que está cerca, demasiado cerca – Por… favor…

 

-          Por favor, ¿qué?

 

Minho se voltea hacia la sala y nota que Key lo mira extrañado. La puerta del departamento está abierta, y el rubio está de pie con las llaves en la mano, una bolsa con comida de restaurant en la otra y su bolso colgando de uno de sus hombros.

 

-          Minho… tu perro anónimo te ha meado un pie… - le dice bajando la mirada al mismo tiempo que su amigo.

 

El moreno mira a todos lados y se da cuenta que ya no está, que Taemin se ha ido, y que a pesar de que eso era lo que pretendía hace unos instantes, no puede negar que lo extraña.

Alza la mirada hacia el rubio, quien desaparece por la puerta de la cocina para volver momentos después con un vaso de leche, el que bebe mientras organiza unos cuantos papeles sobre la mesa del comedor. Lleva sus lentes ópticos puestos, y solo entonces es capaz de notar que los usa; ¿desde cuándo…? No tiene idea.

 

-          ¿Desde cuándo usas gafas…? – pregunta mientras se quita los zapatos y los calcetines maltrechos.

 

-          ¿Es broma, cierto? – ironiza mirándolo por el borde de éstas – Desde que tú me dijiste que lo hiciera hace más de un mes… el computador dañó mi vista – añade cuando se da cuenta que Minho pareció haberlo olvidado- ¿Te, sientes bien…? Te ves horrible, sin mencionar que hueles a pipí de perro…

 

-          Estoy, bien… - le miente – Iré a cambiarme…

 

-          Te espero, estoy algo retrasado…

 

Key se pasea por la sala del piso quince en donde estaba el nuevo departamento de Minho. Ahora vivía en un lugar mucho más céntrico, pero que de todas maneras quedaba cerca del antiguo edificio que ahora compartían él y Jonghyun. El rubio se asoma por los ventanales y logra ver cómo Seúl empieza a despertar lentamente; se ven más vehículos por las calles y pequeños puntos negros que son las personas, que salen camino a sus trabajos.

Suspira e inspira nuevamente, y otra vez está ese aroma que siente tan intenso cada vez que va al departamento del moreno. No es un aromatizador, ni flores que adornen el lugar, en aquel sitio no hay nada de eso. Es algo potente, que lo aturde y que le hace abrir las ventanas porque de pronto lo siente a su alrededor, hostigándolo.

 

-          Ya estoy listo… - oye hablar a Minho, mientras se arregla la chaqueta y coloca su bolso negro sobre uno de sus hombros - ¿Nos vamos…?

 

-          Minho… ¿sientes eso…? – pregunta acercándosele.

 

-          Eso… ¿qué? – miente él.

 

-          Es algo extraño… cada vez que vengo hay un olor demasiado penetrante en tu departamento – le dice - ¿Usas algún spray aromatizante…?

 

-          No… - y una pausa, porque cree intuir a qué aroma se refiere – No uso nada… ¿cómo es lo que hueles?

 

-          Es… dulce… algo fresco, como a tierra mojada… - detalla el rubio – Pero al mismo tiempo es muy intenso…

 

-          Ah… eso – dice arrastrando las palabras y quitándole importancia al asunto – Es normal, no te preocupes, luego de un rato se va… ¿Vamos…?

 

-          ¿Estás seguro que no es nada…?

 

-          Muy… cuando salgas procura que el perro no se escape… - dice atravesando el umbral del departamento.

 

Madre, lo he hecho de nuevo. Todo este tiempo he cometido el mismo error, pero… no puedo evitarlo. Hay algo extraño que jala de mí y me mantiene atado a este mundo en donde ya no existo, en donde soy tan solo parte de la tierra que me vio nacer. Madre, el verlo dormir y capturar sus suspiros entre mis dedos, el contar una a una sus pestañas, el rozar sus labios y sentir la tibieza de su piel contrastar con lo fría que está la mía, el poder sentir su perfume… el poder tan solo verlo y decirle que aún sigo aquí, que lo veo todo el tiempo, que lo sigo a todas partes, que lo veo cuando llora en el silencio de sus noches, que veo cómo se deslizan las gotas de agua por su cuerpo cuando se ducha, o que tan solo estoy de pie o sentado junto a él cuando no está haciendo nada más que pensándome… Dime, madre, ¿qué harías tú cuando sabes que la persona que te ama te necesita como él me sigue necesitando a mí? ¿Te apartarías de él tan fácilmente porque tu ciclo de vida ha terminado? ¿Le dejarías solo? No madre, yo no puedo… no puedo dejarlo solo y que me extrañe, no puedo dejarlo solo y que me necesite, no puedo dejarlo solo y que me olvide…

 

Key llega a los estacionamientos del edificio cuando Minho ya está dentro de su vehículo. A lo lejos y mientras se acerca a él, le parece curioso que sigan en esa rutina que no tiene mucho sentido, más si el vehículo del moreno lleva ya tantos meses aparcado y sin ser usado.

El rubio pasa junto a él y casi puede notar la gruesa capa de polvo que lo cubre, y recordar a lo lejos el día en que Minho ya no se subió más a él y tan solo lo dejó ahí en el olvido. Después de eso fue tratar de enseñarle a usar nuevamente el transporte público, lo que fue un rotundo fracaso, en más de una ocasión debieron ir a buscarlo a estaciones o paraderos al otro lado de la ciudad. A fin de cuenta, él y Jonghyun se dieron por vencido, y decidieron ir a buscarlo a su departamento y dejarlo en su trabajo; por las mañanas era Key, y por las tardes su novio, quienes se repartían en esa rutina que al moreno parecía no molestarle.

A unos cuantos metros, lo ve distraído con un par de papeles. Minho ha regresado al viejo Hospital en donde trabajaba, pero ya no atiende pacientes. Hace unos meses que trabaja en el área administrativa, lejos de las personas, en una oficina casi solo y en donde tan solo una mujer ya con demasiada edad para seguir trabajando, lo acompaña como su asistente.

Cuando lograron hacerle entender que debía retomar su vida a los dos meses de fallecido Taemin, lo primero que quiso hace fue volver a trabajar, pero en algo completamente diferente. Con ayuda de Sully, logró reingresar al Hospital. A las semanas ya estaba a cargo de planificar horarios de cirugías y disponibilidad de insumos. A las dos semanas fue promovido a hacer lo mismo pero en los laboratorios del recinto. Al mes fue trasladado a trabajar con el alto mando del Hospital, en donde era jefe de recursos humanos.

Y de pacientes, nunca dijo querer volver a trabajar con ellos. Jonghyun no dijo nada y Key tampoco le preguntó algo al respecto, pues el solo hecho de que se concientizara que debía dar vuelta la página, superar su luto y seguir con su vida, era un paso demasiado grande para él. Por suerte Minho lo logró todo… excepto dejar el luto.

 

-          ¿Mucho trabajo…? – le preguntó de reojo sin apartar la vista del camino.

 

-          Sí, tengo una reunión con el Presidente del Sindicato de médicos… - respondió sin apartar la vista de sus papeles – estoy repasando un par de puntos…

 

-          Ah… - gimió – Parece ser algo complicado…

 

-          Sí, algo… la verdad es que es un hombre muy difícil de lidiar, ya he tenido problemas con él… - se quejó – No sé si logre algo con él ahora… lo dudo

 

-          ¿Minho…?

 

-          ¿Sí…?

 

-          No sé si ya te he preguntado esto antes, pero… - añadió dudoso. Sabía que quizás no obtendría la respuesta que esperaba, pero debía intentarlo; por milésima vez debía hacerlo - ¿No crees que deberías volver a tu trabajo anterior? Digo, cuidar pacientes… yo pienso que eres realmente bueno en eso…

 

-          Key…

 

-          Y tienes mucha experiencia, recuerdo que hacías muy bien aquello, los pacientes te adoraban…

 

-          Key…

 

-          Los doctores siempre tenían buenas referencias de ti y te pagaban muy bien…

 

-          Key…

 

-          Si no quieres volver a eso por la muerte de Taemin creo que estás muy equivocado, eso no tiene nada que ver…

 

-          ¡KEY! – gritó al fin, haciéndolo callar.

 

El rubio permaneció mudo cuando vio a Minho observarle de aquella manera tan amenazadoramente. Pero cuando pudo ver los ojos del moreno cristalizarse casi sin darse cuenta de aquello, es que pudo notar de que se había sobrepasado con lo que había dicho.

 

-          Minho… yo…

 

-          No… - le interrumpió cerrando sus ojos y retomando un curso normal en su respiración; estaba molesto, demasiado molesto con él – No vuelvas a mencionar aquello…

 

-          ¡Minho, yo tan solo…!

 

-          ¡NO… TE ATREVAS… a hacerlo Kibum! – insistió mirándolo nuevamente – Tan solo… no lo hagas…

 

-          Minho…

 

-          Por favor… tan solo déjalo ¿sí?

 

El suspiro compungido que se escapó de los labios de Minho, fue suficiente para hacerle entender que aquella conversación ya había terminado. En sus ojos y en toda esa expresión corporal, comprendió que no estaba tan errado respecto al cambio de vida que había tenido Minho esos meses.

Desde un tiempo y hasta esa parte, casi indiferentemente, queriendo que nadie sospechara de los verdaderos motivos de las decisiones que había tomado, Minho comenzó a retomar su vida a su modo. El cambio de casa había sido porque aún podía oír las risas de Taemin rebotar en las paredes de aquel departamento. El dejar de usar su vehículo fue porque el aroma del castaño estaba literalmente, impregnado en el interior de éste, y por más que lo limpiase o ventilase, aquella esencia no se iba. El hecho de trabajar lejos de la gente y encerrado en una oficina como nunca esperó hacerlo, fue tan solo porque en cada paciente moribundo que veía, el rostro de Taemin aparecía frente a sus ojos, y él, simplemente no podía dejarlo morir, no otra vez. E incluso el decidirse por comprar un perro fue porque la soledad se le estaba haciendo demasiado insoportable, y porque de alguna manera el can le ayudaría a olvidarlo. Lo que nunca esperó es que el cachorro fuese capaz de ver y sentir a Taemin, y que ambos, casi como un complot en su contra, se aliaran para hacerle todo más difícil: el castaño apareciéndosele en su nuevo departamento y el pequeño perro corriendo al encuentro del chico, a quien Minho, se moría por volver a ver.

 

Madre, sabes que él es el único que podrá hacer que Minho vuelva a mí, ambos sabemos que es así. Minho… él, él sufrirá demasiado, lo sé. Por eso te pido madre, que hagas que sea un intermediario y, cuando el momento sea el propicio, cuando Minho esté listo, vaya a mi encuentro, porque yo… yo lo esperaré todo lo que sea necesario.

 

Cruzó el umbral de su oficina, saludando de la misma manera, cortés y sutil a su asistente, sin percatarse que la mujer había querido decirle algo que tan solo quedó en la intensión, pues cuando vio a alguien sentado frente a su escritorio y se volteó, vio el rostro compungido de ella.

 

-          Iba a decirle que había alguien esperándolo… - se disculpó - …pero como entró tan rápido…

 

-          Está bien, es mi culpa… - añadió mirando al hombre que aún no se volteaba hacia él - ¿Quién… es?

 

-          Dijo que usted lo conocía, por eso lo dejé entrar…

 

Solo bastó eso a modo de señal para que aquel extraño se incorporara de la silla y se volteara finalmente para descubrir su identidad.

Si dijera que no había sentido temor, mentía, después de todo, las secuelas en su cuerpo le recordaban su nombre todo el tiempo. Aún quedaban marcas en su piel y su ojo parecía que volvía a dolerle nuevamente como en aquel entonces.

Y es que no esperó nunca, que después de todo ese tiempo, estuviesen frente a frente.

 

-          Hola Minho… - le saludó - ¿Cómo estás…?

 

¿Así se suponía que debía ser? ¿Y después de ese “hola” que vendría? ¿Otro golpe? ¿Quedar completamente ciego? Sí, ya no tenía miedo… estaba aterrado.

 

-          Espero no te moleste que haya venido sin avisar… ¿estás muy ocupado?

 

-          Un poco… - se sinceró mientras caminaba hacia su lado del escritorio sin quitarle la vista de encima, manteniendo una distancia segura.

 

-          Veo que aún después de todo este tiempo sigues resentido conmigo por lo… - y un movimiento de sus manos que trató de usar para explicarle aquello – Después de… bueno, ya sabes…

 

-          Tengo un ojo con el 25% de visión… o sea que estoy tuerto… - habló desabrochándose la chaqueta – Espero entiendas que no quiero perder el otro…

 

-          ¡Oh no! – exclamó avergonzado – No vine a eso… o sea sí, pero no… la verdad es que… - suspiró – Vine a pedirte disculpas por haberte golpeado aquella vez… cometí un error y a pesar de que creí haberlo hecho por una buena causa, extrañamente tengo un peso en mi consciencia que no me ha dejado dormir bien desde ese entonces…

 

-          (…)

 

-          Minho… sé que ya ha pasado demasiado tiempo, y que debí venir mucho antes, y con esto no me estoy justificando, es solo que… - y un silencio – es solo que estaba muy molesto con todo…

 

-          Lo sé…

 

-          No, no lo sabes… - le interrumpió sorprendiéndolo por ese exceso de sinceridad que estaba teniendo – Yo… ¡Dios yo no estaba molesto contigo por haber amado a Taemin del modo en que lo hiciste! Yo solo… Yo… yo no quería perderlo, no quería que me lo quitaras, no quería…

 

-          Luhan, yo jamás lo habría hecho… después de todo él fue casi un hijo para ti…

 

-          Lo fue… pero por más que yo hubiera tratado de apartarte de Taemin, fue él quien tomó la última decisión, no yo… - añadió cuando aquella conversación parecía ser un círculo que era trazado en la arena, y que poco a poco se cerraba para concluir un ciclo – Hasta el último minuto de su vida él te eligió a ti y aún ahora lo sigue haciendo…

 

Madre, cuando el tiempo llegue, hazle llegar esto a Minho. Sabes que la única persona que puede entregársela es Luhan, de otro modo nada tendría sentido: ni mis luchas, ni mis sacrificios. Madre, cuando las cosas hayan pasado y la vida retorne a su curso normal, hazle llegar esto a Minho porque aquí está escrito el verdadero y único deseo de mi moribundo corazón.

 

Minho cree poder sentir el calor de sus manos cuando sostiene aquel sobre entre las suyas. El papel está algo arrugado y no luce nuevo, sino viejo, como si hubiese sido escrito hace un año atrás. En una parte está su nombre con aquella caligrafía que nunca vio antes; jamás le había visto tomar un lápiz, ni menos escribir algo, el castaño era demasiado perezoso para aquello. Y de pronto ese vago recuerdo le hizo reír, al mismo tiempo que esa misma esencia que lo hubo acompañado todo ese tiempo, comenzaba a inundar las paredes de su oficina, dándole a entender que no estaba solo, que había alguien más ahí con él.

 

-          ¿Taemin…? – preguntó al aire en la soledad del lugar, pero no obtuvo respuesta, solo una brisa fría que le acarició la mejilla y que le hizo estremecerse – Hola amor… - le saludó, justo antes de disponerse a abrir aquel sobre.

 

¿Qué es esto…?

Taemin quiso que yo te la entregara Minho…

¿Por qué, por qué lo haces ahora? ¿Por qué no me la entregaste antes…?

Porque su madre me pidió que lo hiciera cuando estuvieras listo para poder recibirla y leer su contenido... y ese tiempo aún no llegaba, no hasta hoy…

 

Aquella última conversación con Luhan, se repite en su mente en aquel momento. El que fuera otrora compañero de trabajo, se marchó tan solo entregándosela, con una promesa de reunirse nuevamente que sabe será difícil de poder cumplir.

Y ahora estando nuevamente solo, con el sobre a medio abrir absorbiendo el calor de sus manos, es que empieza a tener temor nuevamente. Con cuidado retira la carta de su interior, y no sabe cómo es que ya está llorando, sin siquiera haberla leído. Pero es que tan solo es por el hecho de que es de él, de que Taemin la ha escrito, de que él ha pedido que se la entreguen, de que es de él, de él y tan solo de él…

Mil y una preguntas se forman en su mente, ¿Cuándo la habrá escrito? ¿En qué instante lo hizo? ¿Alguien lo habrá hecho por él? ¿Se habrá cansado…? Esas cosas no las sabe, y tan solo anhela que aquellas hojas perfectamente dobladas puedan responderle todas esas dudas que tiene… y que justo ahora espera poder responder…

 

Mi manantial, mi cañaveral, mi riqueza. Mi leña, mi hogar, mi techo, mi lar, mi nobleza…

 

Minho:

                Hola Minho… sí, ¡Hola! ¿Cómo estás…? Es muy extraño estar escribiéndote esto, más cuando pienso que estoy hablando contigo, cuando tú no estás aquí ni yo estaré ahí para cuando leas esta carta. Lo lamento por eso.

Espero que no haya pasado demasiado tiempo, en verdad espero que no sea así, porque entonces sabré que te ha costado demasiado el dejarme ir, y que tal vez aún no asimilas que yo ya no soy parte de tu mundo, y que quizás, solo quizás, sigues sufriendo por mí. También perdóname por eso.

 

Dios… ¿qué, qué es eso…? ¿Acaso fui yo quien escribió aquella carta? No recuerdo haberlo hecho ¿Por qué, por qué siento que aquella amarra que me mantenía atado a su corazón, ahora comienza a ser cada vez más débil? Como si… como si fuera yo el culpable de esta horrible sensación…

 

Ayer decidí que mi momento ya había llegado. Mi cuerpo no soportó el hecho de que te fueras, me estaba sintiendo demasiado solo. Mi corazón huyó de mí ser y se fue detrás de ti, dejándome. Mi alma… mi alma me abandonó completamente, ahora estoy vacío, un frasco vacío; y es que tú, mi amor, tienes ahora todo de mí.

 

Dios… yo no… no sé en qué momento escribí aquellas palabras, no recuerdo cuando lo hice, no… ¡Por favor haz que no las lea! ¡No quiero que las lea! ¡NO QUIERO!

 

Sé que quizás se te esté siendo difícil leer esto, más cuando nuestra historia juntos puede estar aun repercutiendo en tu mente, ¿Es que acaso todavía no puedes olvidarme? ¿Qué esperas para poder hacerlo entonces? No sé cuánto tiempo haya pasado desde que me he ido, pero debes saber algo: yo ya no estoy ahí y tú, tú debes continuar con tu vida y dejar en el pasado y como parte de la historia a las personas que ya no están más, incluyéndome.

 

¡NOOOO, POR FAVOR NO! Minho no, mírame, estoy aquí contigo, no sigas leyendo esto, por favor no sigas…

 

Minho… mi Minho, me hiciste enormemente feliz, quizás más de lo que me merecía. Quedé absolutamente prendado de ti desde el primer día en que pusiste un pie en mi casa y desde entonces, y por más que traté, no pude evitar querer saber más de ti. Te estabas colando en mi mente, en mi corazón, en mi sistema, en todo mi ser, y aunque te odiaba mucho por eso, en el fondo de mí, solo quería que siguieras invadiéndome porque amé demasiado lo bien que se sentía aquello.

Minho, perdóname, no he sido honesto contigo. Dije que te odiaba con todo mí ser, cuando la verdad es que amarte se me ha hecho tan necesario como respirar. Dije que quería que te marcharas de mi casa porque no te soportaba, cuando realmente rogaba porque te quedaras y me rondaras todo el tiempo. Dije que lo único que quería era morir, cuando lo cierto es que… desde que te conocí y me enamoré de ti, encontré ese motivo que me faltaba para seguir luchando en esta batalla a la que ahora estoy completamente rendido.

Ahora es cuando te culpo por haber aparecido tan tarde en mi vida, ahora es cuando me culpo por no haberte amado lo suficiente y haber perdido tiempo en discusiones amargas y que nos hizo odiarnos tanto, cuando lo mejor era cuando estábamos tú y yo en nuestro espacio de amor. Ambos somos culpables de este breve e intenso romance.

 

Minho, ¿Por qué lloras? ¿Por qué lloras leyendo esto? ¡¿Es que no puedes darte cuenta que es una despedida?! ¡¿Acaso quieres olvidarte de mí?! ¡No leas esto, te lo prohíbo! ¡NO LO LEAS!

 

Minho, tengo tantas cosas que quisiera decirte, que podría hacer esta carta eterna y usar estas hojas no sería suficiente para aquello. Pero a pesar de eso, hay tan solo una razón que me hizo querer escribirte esto, en esta habitación del Hospital al que no pensé que volvería.

Cuando ayer te fuiste de casa, supe que todo acabaría. Tú me mantuviste vivo, tu amor sanó mis dolores y tan solo un día sin ti, no pude soportarlo. Tú le diste luz y esperanzas a mi existencia, me diste motivos para despertar cada mañana, me diste las fuerzas para soportarlo todo y la valentía para gritarles a todos lo que siento por ti: lo mucho que te amo. Aunque no puedo negar que lamento las consecuencias de aquello… de lo que Luhan te hizo, perdónalo por favor, él solo me estaba protegiendo.

Y ahora tan solo me queda darte las gracias por todo lo que hiciste. Gracias por venir tantas veces a mí, a pesar de que yo nunca te lo pedí. Gracias por cuidarme, por gritarme cuando debías hacerlo, por soportarme, por consolarme y ayudarme siempre. Gracias por cumplir cada anhelo oculto de mi corazón, incluso ese en el que ahora pienso y que solo espero hayamos podido cumplir.

Minho, cuando finalmente logres volver a mí, llévame lejos, regresemos a esa playa en donde descubrí mis sentimientos por ti. Llévame lejos de todo el mundo y haz que tan solo seamos los dos los que estemos en aquel lugar. Quiero estar en tus brazos y sentir tu cuerpo sosteniéndome, quiero sentir tu calor y el aroma de tu piel. Quiero que me abraces y miremos juntos hacia el sol. Quiero que me digas que me amas y que siempre lo hiciste. Quiero que me mires de la forma en que solo tú sabes hacerlo, y de ese modo yo darme cuenta qué tan enamorado estás de mí. Quiero que me beses y, luego de hacer todo eso, quiero que me dejes ir… pero para siempre.

 

Dios… ¿por qué…? ¿Por qué siento que eso…? ¿Por qué siento que he hecho aquello…?

 

Solo espero que hayamos podido hacerlo, solo eso… ¿Lo hicimos verdad? Si es así, entonces me has dado la alegría más completa a mi corazón. Si es así, me has hecho la persona más feliz y la que se siente más amada en el mundo. Si es así, entonces sabré que toda esta vida mía sentenciada a acabar, habrá valido la pena tan solo porque tú fuiste parte de ella, y eso es lo que ahora realmente importa.

Tú lo has valido todo para mí y créeme que entonces yo me habré ido habiendo hecho todo lo que quería. Me habré ido feliz tan solo porque tú existes dentro de mí y todo lo demás no importa, solo tú… tú mi amor, mi mundo, mi vida, mi todo.

 

Minho nooooo, no llores… no… Espera, ¿Por qué ahora ríes? ¿Qué es…? ¿Es que acaso esta carta tiene un significado oculto que yo, en mi desventaja, no logro comprender? ¡Dios, ¿qué es esto?! No logro entender lo que ocurre… no puedo…

 

Minho… mi amor, ya es hora.

 

No sigas leyendo, Minho, no leas…

 

Es tiempo que avanzar, no sigas dando pasos hacia el pasado, no quiero que lo hagas, ¡te lo prohíbo! A penas termines de leer esta carta deshazte de ella. Borra por favor todos los recuerdos de mí, déjame ir, necesito que me dejes ir, quiero que me dejes ir. Sé que de alguna u otra manera me sigues manteniendo atado a ti, así como quizás mi alma puede que no esté lista para descansar de verdad. Minho, amor, te lo pido… sigue con tu vida, continúa, avanza… pero debes hacerlo sin que mis recuerdos y mi memoria te pesen sobre los hombros y que te impidan continuar.

 

Dios, ¿Por qué…? ¿Por qué siento un dolor en mí ser? ¿Por qué presiento que…?

 

Minho, mí Minho… yo tan solo quise conocerte y lo hice. Solo quise ser algo para ti, y lo fui. Solo quise amarte, y lo hice, así como tú también me amaste a mí. Solo quise ser feliz y fui más feliz de lo que pretendía. Solo quise atarte a mí y atraer conmigo tú corazón, y lo hice. Y ahora quiero dejarte ir, y que me dejes ir también… debes dejarme ir amor.

Siempre te recordaré por ser el mejor otoño que he tenido en mi vida, el más contradictoriamente florido, el más abrigadoramente caluroso. Serás siempre parte de mi alma, siempre.

Ahora continua amor, sigue adelante. Vive en plenitud y logra cada una de tus metas. Conviértete en lo que quieras y sé el mejor, convierte cada uno de tus sueños en realidad y ama a alguien más como me amaste a mí. Ese es el verdadero anhelo de mí ser, y te juro que lo seguiré ansiando hasta que mi alma abandone mi cuerpo. Porque, cuando ese momento llegue, estoy seguro que todo habrá valido la pena y que nada habrá sido en vano.

Te amé sin conocerte, te amé mientras te conocía y te amaré siempre hasta que nos volvamos a reencontrar en aquella playa en donde espero poder entregar mi vida a ese mar que mojó mis pies con la espuma de tu amor.

Te amo Minho, Te amo…

 

 

Dios… ya lo sé, ahora entiendo todo… fui yo el culpable de todo, ahora puedo comprenderlo. Yo fui el que se rindió y quiso de una u otra manera, buscar un medio para que Minho regresase, e internarme en el Hospital aquella vez fue el cómo lo logré. Lo que no esperé nunca, fue que todo mi cuerpo se coordinase en aguantar tantos días de dolor y agonía hasta que nos reencontráramos.

Fui yo el que deseó e hizo todo lo posible por huir con él y volver a la playa, nuestra playa. Porque desde que fui ahí la primera vez, supe que sería el lugar ideal para dejar este mundo, ya que en ningún otro sitio me sentí más cerca del cielo que en ese: en donde el sol nos iluminaba y la brisa enfriaba nuestros cuerpos. Y en donde Minho era ese ángel que me recibía en sus brazos y calmaba mis dolores y agonías. Minho es mi cielo, mi vida y mi muerte…

Dios… ¡qué egoísta he sido! He estado tan pendiente de no apartarme de él, de seguirlo a todas partes, de atormentarlo, de asustarlo, confundirlo y seguir haciéndolo sufrir, que no he sido capaz de vislumbrar que era yo el que quería justamente todo lo contrario para él. Que olvidé que siempre pretendí que él fuera feliz…

 

 

Minho solo puede tomar aquellas hojas y apegarlas a su pecho mientras libera ese llanto que moja la madera del escritorio y que se mezcla con esas risas espontáneas que salen de sus labios. Al fin, luego de todo ese tiempo, cree poder volver a sentir en su interior esa llama que le quema su ser y que hace palpitar su apagado corazón, y todo es a causa de él, de Taemin.

El moreno cierra sus ojos y muerde inconscientemente su labio, porque cree que no es capaz de contener esa alegría que lo embarga y que le hacen sentir un maldito afortunado de haber podido conocer a semejante persona, y haber sido él, quien lo hubo amado del modo en que lo hizo.

 

-          Taemin… - susurra sonriendo, esperando que el chico quien no ha dejado de aparecérsele desde su muerte, haga acto de presencia – Tae… deja verte

 

Abre entonces sus ojos, cuando siente esa fragancia tan peculiar inundar nuevamente las paredes de su oficina. Mira hacia todos lados y sigue estando solo. Se pone de pie mientras llama su nombre, pero no aparece, y su corazón comienza a agitarse y él a sentirse asustado, y ansioso al mismo tiempo.

 

Minho… lo lamento, no quise perturbarte así…

 

-          ¿Tae… sigues acá?

 

Sí, siempre he estado contigo amor…

 

-          Deja verte… quiero verte otra vez…

 

No amor, ¿acaso no entiendes…?

 

-          Tae, puedo sentirte… sé que estás aquí…

 

Lo estoy, pero no quiero que me veas… ya no quiero que lo hagas

 

-          Tae, por favor, una vez más… solo la última vez…

 

Lo siento Minho, pero no puedo… ya no

 

Una brisa recorre el lugar, sin saber de dónde apareció pues las ventanas siempre han estado cerradas, y entonces Minho comprender que está solo. Esa alegría que hubo sentido al leer esa última carta de Taemin, se esfuma como el humo entre los dedos.

El moreno se desespera y creer perder el juicio nuevamente cuando se haya perdido otra vez: sin saber qué hacer, ni a quién recurrir. De pronto se ve solo, sin Jonghyun ni Key que puedan socorrerlo, y sabe que aquello que está por ocurrir es algo que solamente él puede hacer, vivir y superar; solo él, y nadie más.

Corre entonces hacia la silla en donde hubo estado sentado y toma la chaqueta de su traje, colocándosela torpemente. No le importa que tenga demasiado trabajo ni una reunión por atender, él solo toma su celular y sale de la oficina con prisa cuando logra ver que bajo sus pies, hay un par de huellas con lodo y hierba que se dirigen hacia la puerta y desaparecen del otro lado.

Y sabe que él de nuevo estuvo ahí, y que todo ese tiempo aquellas pisadas han sido la pista que no ha querido ver porque creyó no estar preparado para eso, porque no quería estarlo, y porque hasta ese instante no pudo darle ningún significado que no fuera nuevamente, ir a su encuentro… volver a reencontrarse con Taemin.

 

Mi fuente, mi sed, mi barco, mi red y la arena. Donde te sentí, donde te escribí mi poema…

Notas finales:

DENLE AMOOOOOR <3

Nos vemos en la última actualización :)


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