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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaa :) 

Espero esten y me hayan extrañado - creo que pide demasiado - xD Bueno primero que todo debo agradecer a las personas que hay leído este nuevo fic y más aún a las que han dejado sus reviews, en verdad me han animado mucho a trabajar en él, apesar de que Amor de Verano consume mucho de mi tiempo D:

Gracias a quienes leen ambos, y a diferencia de AdeV en este fic no podré dejar adelantos, porque no lo tengo tan avanzado como quisiera, así que perdón por eso u.u

Sin más rodeos espero les guste el capítulo que uff! me demoré 4 días en escribirlo TT_________TT

Nos vemos abajo!

-CAPÍTULO III-

 

 

Salió del cuarto dando un duro golpe tras él; estaba irritado y controlando las ganas que tenía de entrar nuevamente al dormitorio del chico y golpearlo por ser tan pendejo.

 

Se quedó unos instantes en medio del pasillo, expirando hondamente y alejando de sí esos sentimientos que pensó lo llevarían a cometer homicidio. Rezongó mirando la puerta antes de disponerse a bajar.

 

Estando abajo, buscó en la sala a Joo Jin, sin encontrarla. Se aventuró entonces hasta la cocina en donde supuso estaría porque ya era casi la hora del almuerzo. Avanzó por el pasillo, entrando en el lugar, topándose solo con el chef y su asistente que iban y venían mientras cocinaban: el lugar olía increíblemente bien.

 

-          ¡Oh, joven Choi! – exclamó un hombre alto y de gran contextura corporal, que vestía ropas blancas y un simpático gorro culinario – No sabía que estaba aquí, ¿le ofrezco algo?

 

-          No, no se preocupe – se excusó sentándose en el comedor de diario – solo estaba buscando a la señora Joo Jin…

 

-          Ella está con el administrador, volverá en seguida… - le dijo acercándole un vaso de jugo – si gusta puede esperarla acá…

 

-          Gracias… - respondió sonriéndole.

 

Sentando en donde estaba, les vio moverse ágilmente entre ollas, tablas con verdura picada, y platos que estaban siendo preparados. Pensó en lo extraño que era estar viviendo de esa forma; lleno de lujos y ostentosidades propias de un restaurant de primera categoría, lo que le hizo sentir algo incómodo.

 

Se entretuvo con las conversaciones en códigos de cocina que solo el chef y su ayudante entendían, a veces hablándose en francés mientras cocinaban.

 

-          Huele bien… - dijo queriendo incluirse en ese territorio del que no era muy conocedor.

 

-          ¡Merci beaucoup! – añadió satisfecho – espero tenga hambre, no sabíamos cuál era su plato favorito, así que hemos preparado de todo un poco…

 

-          ¡Vaya! – exclamó incorporándose hasta donde estaba el chef, inspeccionando sus preparaciones – luce todo muy exquisito…

 

-          Nuestro chef es muy hábil… - dijo el más joven de ellos, incluyéndose en la conversación – Kim Ming Ho, para servirle y él es Chang Tim So, el mejor chef de todo Corea

 

-          ¡Vaya niño, no de todo Corea!

 

-          ¡Jajaja! – rio – nuestro chef es algo modesto…

 

-          Choi Minho, un gusto… - dijo inclinándose respetuosamente hacia ellos - ¿siempre cocinan tanta comida? Nunca había visto tantos platos deliciosos para ser solo el almuerzo…

 

-          La verdad, es la primera vez… - irrumpió Ming Ho sin dejar de hacer sus deberes -… suele ser así cuando hay visitas, si no fuera por usted ni siquiera se habría sacado los cubiertos de plata…

 

-          ¡Ming Ho! – dijo el mayor reprendiéndole, al parecer estaba dando demasiada información, cosa que el moreno no pudo ignorar – Discúlpelo, mi asistente es algo imprudente…

 

Minho los miró inquisitivo, pues si su sexto sentido no le fallaba, algo había ahí y tal como la curiosidad mató al gato, el chico quería arriesgarse a ver si es que la curiosidad iba a poder con él.

 

-          Debo decir que estoy algo asombrado con lo que he visto aquí… - dijo pensando en que sería una forma apropiada de poder continuar la conversación y así sacar algo de información - … jamás había estado en una casa tan grande y hermosa, con chefs, ama de llaves y esas cosas, menos cuando solo viven 2 personas, o acaso ¿ustedes también viven acá?

 

-          La señora dispone de una casa para la servidumbre del otro lado del sitio, junto a la laguna…- habló Tim So – en ella vivimos la señora Joo Jin, el administrador, Ming Ho y yo…

 

-          ¿Entonces para qué una casa tan grande? – se preguntó.

 

-          Originalmente no era así… - irrumpió Ming Ho bajando el tono de su voz. Dejó de lado lo que hacía, corriendo hacia la puerta de la cocina y asomándose por si alguien venía. Cuando notó que estaban solos, la cerró suavemente yendo hacia donde estaba Minho, sentándose a su lado -… la verdad es que, cuando el señor Lee aún vivía aquí…

 

-          ¡Ming Ho cuida lo que vas a decir! – dijo el chef apuntándole con un cuchillo y la miraba más que desaprobatoria.

 

-          Lo sé hyung, lo sé… - acotó dándole a entender que aquella conversación no debía salir de ahí -… verás, tanto el señor Lee como su esposa vienen de familias muy adineradas y con muchos hijos, el señor Lee tiene 8 hermanos más y la señora 9…

 

-          ¡Vaya!

 

-          El tema es que cuando se conocieron en la universidad, se enamoraron inmediatamente y supieron que debía estar juntos como las típicas historias de amor… - bufó -… se casaron, construyeron esta enorme casa en la que criarían a sus chorrocientos hijos, pero hasta ahí llegó el cuento de hadas…

 

-          ¿Por qué, qué pasó…? – preguntó Minho intrigado, aquello se estaba poniendo demasiado interesante.

 

-          Nació el joven Taemin… - continuo – y bueno, antes de que decidieran agrandar la familia, el niño enfermó y todo se derrumbó…

 

-          Cuando supieron que tenía leucemia, fue el bombazo – habló Tim So en un tono lastimoso - …era tan pequeño y frágil como para tener una sentencia de muerte, que la señora Lee no quiso tener más hijos…

 

-          Así es… - añadió el más joven - …ella se sentía demasiado culpable por la enfermedad de su hijo, que no quería quedar embarazada de nuevo y desatender al joven Taemin, o peor, que su otro hijo sufriera de la misma enfermedad, eso lo habría destrozado…

 

-          A pesar de que el señor Lee insistía en que debían darle otro hermano al joven Taemin por último para que estuviera acompañado el tiempo que le quedase de vida, ella se rehusó una y otra vez… - habló recordando tiempos pasados, en que parecía que la paz que ahora rondaba la casa, aún no existía -… y bueno, fueron peleas de todos los días, discusiones de ellos por la enfermedad del niño, por muchas cosas más que fueron desgastando el matrimonio…

 

-          ¿Cómo, entonces el señor Lee no se fue porqué su hijo no quiso continuar con su tratamiento? – preguntó Minho recordando lo que la mujer le hubo dicho respecto al deseo de Taemin en su cumpleaños n° 18.

 

-          ¡No, cómo dices! – exclamó Ming Ho extrañado de lo que oía de boca del moreno - ¡Claro que no fue por eso!

 

-          ¿Entonces…?

 

-          No sé si debería decirte esto… - dudó mirando al chef igual de confundido, pensando en que quizás estaban diciendo más cosas de las que deberían – la señora Lee dice que su marido se fue porque el joven Lee no quiso continuar más con su quimioterapia, pero la verdad es que al parecer el señor Lee tenía una amante y abandonó a la señora y a su hijo con esa excusa…

 

-          ¡Imposible!

 

-          Eso dicen las malas lenguas… - continuo -…la verdad joven Choi, es que esta casa puede ser muy grande, pero todas, TODAS las paredes tienen oídos…

 

-          ¿Qué, qué quieres decir con eso…? – preguntó asustándose.

 

-          Lo que Ming Ho quiere decir… - habló el mayor, casi en un tono de voz paternal que le devolvió la seguridad al cuerpo -… es que debe tener mucho cuidado joven Choi, la señora Lee es buena persona, pero la señora Joo Jin son sus ojos mientras no está en casa…

 

-          ¡Es una bruja esa mujer! – exclamó el asistente de cocina fingiendo un escalofríos – hay muchas cosas que la señora Lee no sabe, y la señora Joo Jin se ha encargado de que así sea…

 

-          ¿Cosas, qué cosas…?

 

-          ¡¿Acaso tienen todo listo que están ahí perdiendo el tiempo?! – oyeron de pronto hablar desde la puerta de la cocina, haciéndolos voltear a los tres hacia la rigidez del cuerpo de la ama de llaves, que les clavaba la mirada con las manos puestas en sus caderas.

 

Minho tragó saliva tímidamente, al mismo tiempo en que Tim So y su asistente de volcaban a continuar lo que había dejado de hacer por estar conversando con el chico. El moreno sintió los taconeos de la mujer acercarse hasta donde ellos estaban, casi cavando hoyos en el suelo.

 

-          ¡Ming Ho! – le llamó en seco, haciendo que el chico pegara un salto del susto.

 

-          ¿Sí, sí…?

 

-          Ve a arreglar el comedor, el almuerzo se servirá puntual a las 2 y solo te restan 4 minutos…

 

-          ¡Sí señora! – afirmó alejándose del lugar sin antes voltearse hasta el moreno para hacerle un signo de degollamiento en su cuello, causando una risa ahogada en ambos.

 

-          ¡Chef Tim So!

 

-          Estoy al lado suyo señora Joo Jin, no debe gritarme… - le dijo desafiante, haciendo que el semblante de la mujer dudara ante el impotente cuerpo del hombre.

 

-          ¿Es-está todo listo? – preguntó bajando el tono de voz autoritario – el almuerzo debe…

 

-          Lo sé – interrumpió -… llevo 17 años trabajando aquí y aún no se me olvida que el almuerzo se sirve puntual a las 2 de la tarde

 

-          Bien… - susurró incómoda, quitándole la vista de encima, dirigiéndose hacia el moreno. Ahí lo vio sentado en la mesa con un vaso de jugo a medio tomar frente a él – Joven Choi… - acotó en una sonrisa fingida, que disimulaba la actitud de pocos amigos que había mostrado instantes previos frente a él – Acompáñeme por favor…

 

-          Cla-claro… - dijo incorporándose como le indicaba, saliendo ambos de la cocina, dirigiéndose hacia los jardines posteriores de la casa.

 

Salió tras ella a la terraza que había justo fuera de la casa. Ahí se permitió deslumbrarse con aquella hermosa vista de amplios prados verdes y coloridos jardines de flores de todo tipo. Era sin duda lo más bello que hubiera visto incluso más que los parques que habituaba visitar cuando era pequeño.

 

-          Joven Choi… - habló la mujer rompiendo ese incómodo silencio – siéntese… - continuo señalándole un amplio sillón blanco con marcos de madera que había tras él. El moreno hizo caso a lo que ella le decía, pues no se sentía en la posición de desafiarla como el chef Tim So había hecho; la mujer era una bruja, de eso ya se había dado cuenta, por lo que no quería arriesgarse a ser convertido en rana si es que no le hacía caso -… escúcheme bien lo que le quiero decir, porque verá, odio repetir las cosas…

 

-          Lo sé… - titubeó sintiéndose como un niño de 5 años siendo reprimido por sus padres – la escucho…

 

-          En estas casas hay normas, que supongo la señora Lee olvidó decirle, aunque lo entendería porque el carácter dócil de la señora suele ser desatendido por sus empleados… - dijo casi escupiendo todas las palabras – y la primera de esas es que en los horarios de trabajo, se prohíben todo tipo de distracciones, como por ejemplo conversaciones con el resto del personal…

 

-          Yo solo fui a la cocina por un jugo… - habló sin darle mayor importancia a lo que la mujer le decía.

 

-          ESTÁ, prohibido… - añadió haciendo énfasis en esta última palabra -… usted fue contratado para proveer de tratamiento médico al joven Lee, y no para andar tomando juguitos ni menos charlando con el personal de cocina, ¿está claro?

 

-          Yo no pensé que…

 

-          ¡¿Está claro…?! – insistió.

 

-          Si señora, está claro… - acotó sintiéndose disminuido por la imponencia de la mujer, bajando la mirada para así ocultar su humillado rostro.

 

-          Y bueno… - continuo en ese cambio de tonalidades de su voz que le causaba escalofríos – el almuerzo debe estar servido joven Choi, ¿nos acompaña? – dijo sonriéndole como si la conversación que hubo sostenido con él no hubiera ocurrido nunca.

 

¡Dios esta mujer es la reina de lo bipolar… es escalofriante!

 

-          Sí, la sigo…

 

Se adentraron a la casa, en donde fue antecedido por la ama de llaves hasta el comedor. Ahí los esperaba Tim So y Ming Ho parados junto a la gran mesa que tenía tan solo un puesto servido. Minho miró la gran cantidad de comida que había y no entendió por qué tan solo había cubiertos para una persona.

 

-          Joven Choi, tome asiento… - le indicó el chef apartando la silla de la cabecera para él.

 

-          ¿Cómo, almorzaré solo…? – preguntó mientras se sentaba algo incómodo - ¿Señora Joo Jin, usted no se sentará también?

 

-          Nosotros comemos en la cocina joven Choi… - respondió sonriéndole – Por favor chef Tim So, sírvale el almuerzo al joven, yo iré a dejar la bandeja del joven Lee a su cuarto…

 

-          ¿El joven Lee tampoco vendrá? – insistió; y es que no quería estar ahí en esa mesa para 20 comensales, en un espacio que era tres veces el tamaño de su departamento con tres pares de ojos que le miraban mientras comía.

 

-          El joven Lee come en su dormitorio… ahora si me disculpa – le dijo inclinándose – que disfrute su almuerzo, lo veré a la hora del té – y sin más se perdió en la cocina, de donde la vio salió minutos después con una bandeja de plata dirigiéndose hacia el segundo piso de la casa.

 

Minho se distrajo con el sonido de platos frente a él, mientras Tim So le servía un plato tras otro: ensaladas de todo tipo, carnes marinadas, acompañamientos variados, incluso sopa. Nunca pensó en comer tanto y tan delicioso, solo probaba lo que le servían, disfrutando la mezcla de exóticos sabores. Estuvo tan ensimismado en comer, que no se percató en qué instante se quedó completamente solo en el comedor.

 

Miró a su alrededor y se sintió pequeño, minúsculo en aquel tremendo salón, en esa larga e interminable mesa, comiendo, solo. De pronto perdió el apetito, apartando el plato que tenía frente a él. Ahí en aquella soledad, procesó lo que Ming Ho le hubo dicho en esa conversación clandestina en la cocina respecto a los deseos de la familia Lee de tener el espacio suficiente en casa como para albergar muchos hijos. Y sintió lástima, lástima por esa familia quebrajada y por Taemin quien a causa de su enfermedad había aplacado sin querer, el deseo de sus padres.

 

Se incorporó de su puesto, caminando hacia la escalera. Escalón por escalón subió, deseoso de ir a encerrarse a su cuarto y poder sentirse acompañado al menos de una llamada telefónica de su amigo. Cuando estuvo arriba, pasó junto a la puerta del castaño, viendo la bandeja junto a ella. Se inclinó y destapándola, vio que el contenido estaba intacto: el chico no había probado ni un bocado de su almuerzo.

 

Si será un pendejo este niño… gruñó tomándola y abriendo la puerta del cuarto sin golpear. Se adentró en la sala de estar que había, dirigiéndose a las puertas interiores que la separaban de donde estaba la cama del menor, cuando al acercarse sintió gemidos provenir del otro lado. Sostuvo la bandeja con una mano mientras que con la otra abría las puertas, cuando lo vio: estaba recostado en su cama, durmiendo inquieto mientras se quejaba entre sueños. Dejó su almuerzo a en la mesa de luz, acercándose al chico y tocando su frente supo que algo andaba mal.

 

-          ¡Maldición, ardes en fiebre! – dijo moviéndose hábilmente hasta el mueble en donde aquella mañana había dejado los suplementos médicos que había llevado para el tratamiento del menor. Ahí buscó una bolsa de suero y un par de medicamentos que le administro por medio de una aguja en el brazo del castaño. Corrió hasta el baño en busca de una toalla, la cual humedeció abundantemente antes de colocarla en su frente, usándola como compresa – Vamos despierta, despierta… - murmuraba mientras refrescaba su rostro. Minho sabía que un resfrío le era fatal a un paciente con una leucemia sin tratar, pero la fiebre era mucho peor; tenía que hacerla descender como fuera – Vamos Taemin, ¡despierta!

 

Pero nada, estaba inconsciente, murmurando incoherencias en ese estado de letargo que parecía ensimismarlo aún más. El moreno dispuso de un termómetro bajo el brazo del menor, esperando el tiempo necesario para notar que tenía 39° de temperatura.

 

-          ¡Putamadre! – dijo, y sin más y tomando la bolsa de suero con la boca, alzó al menor en sus brazos, llevándoselo consigo al baño. Estando ahí y en un perfecto equilibrio se quitó los zapatos y se introdujo con él a la ducha. Lo mantuvo de pie contra su pecho mientras abría el grifo del agua fría, mojándolos a ambos - ¡Vamos Taemin, ayúdame, despierta niño, despierta! – el cuerpo del menor permanecía inmóvil contra su pecho, mientras Minho acariciaba suavemente su rostro para hacerlo reaccionar; estaba en una situación crítica y esa técnica era la que nunca le fallaba para sacar a pacientes de su estado de inconsciencia, pero por un extraño motivo no estaba dando resultados. El moreno lo tocó nuevamente, pero nada, al parecer cada vez su cuerpo entraba más en calor.

 

Se aventuró entonces a lo que pensó nunca ocuparía, pues la primera vez que lo hizo se ganó un golpe en sus partes bajas por haber empleado esa táctica con una paciente que estaba en el mismo estado de Taemin. Ágilmente y sosteniendo al chico con su cuerpo y un brazo, comenzó a sacarse la camisa para luego quitarle la parte de arriba del pijama del castaño. Prosiguió con sus pantalones hasta arrojarlos a un costado de la ducha, para luego quitárselos al chico. Cuando estuvieron en ropa interior, lo tomó con más fuerza contra su cuerpo, introduciéndose nuevamente al chorro de agua fría, que comenzaba poco a poco a tornarle sus labios de un tono azul.

 

-          ¡MIERDA. TAEMIN REACCIONA! – insistía propinándole golpes en su rostro, sacándole de pronto un tímido quejido - ¡BIEN, SIGUE ASÍ, DESPIERTA… DESPIERTA! – continuo golpeándolo otra vez.

 

-          ¡Ah! – se quejó de pronto el chico, reaccionando ante lo frío y húmedo que estaba su cuerpo.

 

Minho sintió las manos del menor posarse en su pecho, queriendo sostenerse por sí mismo, provocándole un escalofrío que lo asustó. Lo miró y tonó cómo éste parecía volver en sí, tratando de abrir poco a poco sus ojos.

 

-          ¡TAEMIN, DESPIERTA! – le exclamó golpeándolo otra vez.

 

-          ¡Ah, im-bé-cil, du-e-le! – se quejó apoyándose de nuevo en su cuerpo, poniendo los pies con más seguridad sobre el piso de la ducha. Cuando notó que el chico se sostenía por sí mismo, se arriesgó a soltarlo y al ver que ya estaba de pie firmemente supo que todo había pasado. Se volteó para cortar el grifo y así disponerse a pasarle un par de toallas: ahora debía cuidar que no se resfriara o todo habría sido en vano.

 

Cuando Taemin notó que frente a él tenía al moreno, semidesnudo en ropa interior al igual que él, con el cuerpo mojado peligrosamente, no pudo evitar sonrojarse ante esa escena que merecía una explicación.

 

-          ¡¿PERO QUÉ MIERDA CREES QUE ESTÁS HACIENDO IMBÉCIL?! – le gritó apartándose de él, mientras cubría sus partes bajas con sus manos - ¡¿ACASO ERES PEDÓFILO?!

 

Ya está bien… suspiró notando cómo la dulce personalidad del chico relucía en todo su esplendor, la fiebre había pasado.

 

-          No soy pedófilo, soy tu enfermero y como tal, estaba bajando la fiebre que tenías niñito…- le dijo ignorándolo, mientras le daba la espalda para tomar un par de toallas para sí mismo, luciéndole un contorneado trasero bien formado bajo esa ropa interior blanca apegada a sus curvaturas – así que ni creas que pretendía sobrepasarme contigo, no eres mi tipo…

 

-          ¡MI MADRE SE ENTERARÁ DE ESTO, LE DIRÉ QUE QUISISTE SOBREPASARTE CONMIGO! – exclamó saliendo de la ducha, envolviendo su cuerpo en cuatro toallas sin dejar ni un rastro de piel a la vista del moreno - ¡ME HAS TOQUETEADO EN LA DUCHA, PSICÓPATA!

 

-          Tu madre, para tu información… - le habló acercándose sorpresivamente al menor, con su pelo negro alborotado cayendo por su cara, mientras una que otra gota le violaba ese trozo de piel que Taemin creyó estaba demasiado encima suyo, distrayéndolo – me permitió usar todo tipo de tácticas para mantenerte saludable…

 

-          Imposible…

 

-          Si no me crees, pídele una copia de mi contrato, ahí está todo por escrito… - continuo secándose torpemente ante la vista del chico que permanecía estático sin creer lo que estaba oyendo - ¿Qué crees que haces…? – dijo de pronto al verlo parado en medio del baño, con el rostro perdido y un signo de confusión en los ojos - ¡Vístete tonto! Sabes que no puedes resfriarte, o ¿esperas a que este pedófilo te cambie tus calzoncillos de colores?

 

¡Enfermero de mierda…!

 

-          ¡Apártate bueno para nada! – se quejó disimulando lo avergonzado que estaba, pasando junto a él y chocando su hombro antes de salir del baño, de camino a su clóset en busca de ropa seca para ponerse

 

Minho 2 / Niño mimado 0

 

pensó sin poder evitar reírse a verlo escapar de aquella situación, que si no fuera netamente por términos médicos, dejaría mucho qué desear. Se deshizo de su ropa mojada, envolviéndose con una toalla por su cintura mientras salía del baño. Caminó hasta el cuarto del menor, dirigiéndose hacia el walking clóset que para variar también era enorme como todo en aquella casa, entrando en él.

 

Miró lo enorme que era y la cantidad de ropa de marca que había: repisas que iban desde el techo hasta el suelo llenas de poleras, camisas, jeans, pantalones de tela, polerones, sweters, gorros, relojes, lentes de sol, zapatillas, ¡millones de zapatillas! Y más de una que el moreno sabía que costaban al menos el sueldo de 3 meses, el chico tenía por lo menos 20 de esos pares.

 

-          ¡Vaya sí que tienes toda una tienda aquí! – exclamó asombrándose de lo que veía, el chico tenía buen gusto al vestir.

 

-          Supongo… - le dijo asomándose desde el probador vistiendo, para extrañez de Minho, un pijama.

 

-          Espera… ¿tienes toda esta ropa y te pones pijama?

 

-          Ni que fuera a una fiesta de gala para ponerme otra cosa estúpido… - le escupió pasando junto al moreno, golpeando intencionalmente su hombro, mientras secaba su pelo con una toalla de mano y salía del lugar – Toma… - añadió arrojándole una polera que apenas pudo agarrar antes de que callera al suelo -… esa polera se la quité a un vago de la calle, de seguro te sienta bien…

 

Minho la recibió bufando por lo cabreado que comenzaba a hacerlo sentir el menor con sus comentarios poco asertivos. Miró la polera y se convenció que seguía siendo un niño al ver la marca impresa en la parte  interior: Armani.

 

Minho: 2 / Niño mimado: 1

 

El moreno la paso por su cabeza acomodándola en su cuerpo. Al menos tenía razón, le quedaba bien. Salió del walking clóset con la toalla aún por su cintura hasta el dormitorio nuevamente y ahí lo vio sentado en su cama, mientras con el control remoto cambiaba la televisión.

 

-          ¿Qué crees que haces? – le preguntó parándose en frente del televisor, impidiéndole ver.

 

-          ¡EH, IMBÉCIL, QUÍTATE! – se quejó mientras trataba de ver por entre el cuerpo del moreno. Pero lo ignoró. Minho fue hasta donde había dejado la bandeja con su almuerzo intacto y se la puso en frente de él, sobre sus piernas - ¿Qué es esto…?

 

-          Esto, para tu información, se llama almuerzo… - le dijo destapando la bandeja – ahora cómetelo…

 

-          ¡Ni cagando! – le escupió arrojando la bandeja a un costado, concentrándose nuevamente en cambiar los canales de la televisión.

 

¡PACIENCIA MINHO, PACIENCIA…!

 

Caminó entonces hasta el televisor, agachándose tras él ante la vista confusa del castaño. Cuando dio con su objetivo, tiró fuerte de él, desenchufándola y quitando para sorpresa suya, el adaptador que usaba en el enchufe.

 

-          ¡HEY, ¿QUÉ CREES QUE HACES?! – gritó sentándose de sobresalto en la cama al ver que el moreno relucía el adaptador en su mano - ¡PONLO OTRA VEZ!

 

-          Cómete eso… - le dijo apuntando la bandeja.

 

-          ¡YO NO ALMUERZO, ASÍ QUE PONLO OTRA VEZ! – insistió.

 

-          Vaya niño sí que no sabes cómo responderme… - rio irónico caminando fuera de la habitación, hasta la sala de estar.

 

-          ¡HEY, VUELVE ACÁ, TRAE ESO…! – exclamó siguiéndolo cómo salía del dormitorio dirigiéndose a largos pasos hasta su cuarto. El menor entró tras él, buscándolo, pero cuando lo encontró se quedó petrificado al verlo.

 

No alcanzó a seguir gritándole cuando la imagen frente a él le que había prácticamente quitado las palabras de la boca. No entendió cómo es que había sido tan rápido en hacerlo, pero verlo a lo lejos, con la puerta del baño abierta, tras el biombo de cristal de la ducha que egoístamente comenzaba a nublarse por el vapor de la ducha caliente, dejando a penas ver el costado de su cuerpo, eso había sido demasiado incluso para él. Taemin se volteó rápidamente dando la espalda a aquella indecorosa escena, sintiendo cómo su rostro empezaba a tomar temperatura, sabiendo perfectamente que no era la fiebre que lo hubo atacado instantes atrás. Tragó saliva secamente, tensando su mandíbula, cuando volteó su rostro lentamente para mirar nuevamente por sobre su rostro, y aquello, aquello lo dejó más que sorprendido: el moreno había volteado hasta quedar con su torso frente a él, mientras con sus manos se ayudaba a quitar el shampoo de su cabeza la que mantenía reclinada hacia el chorro de agua, haciendo que aquella mezcla de aromas y esencias descendieran por su tonificado cuerpo.

 

Y a lo lejos sintió como un escalofrío lo recorría

 

La mirada de Taemin se perdía en la espuma del jabón que el moreno esparcía por sus brazos, por sus hombros y su pecho, descendiendo hasta su marcado abdomen, por sus muslos, sus piernas tonificadas hasta ascender nuevamente hasta aquel punto que hizo voltear nuevamente a Taemin, pues pensó que quizás ya había visto demasiado. ¡Dios, en qué instante se vio en la ducha con él y en ropa interior que no se percató de semejante anatomía! Se culpó cerrando los ojos, sintiendo vergüenza no de haberlo visto, sino de no tener el cuerpo que el mayor sí tenía. Y sintió vergüenza y envidia de que Minho hubiese visto su cuerpo de adolescente enfermo, y aún más que siguiera sacándole en cara su ropa interior infantil.

 

El menor se ensimismó tanto en sus propios pensamientos, que no se había percatado que el grifo del agua se había cerrado, porque cuando se quiso aventurar a mirar un poquito más como se dijo, se encontró a Minho con la toalla en su cintura, el cuerpo con gotas de agua recorriéndole cada trozo de piel y con la cara que exigía una explicación de parte del muchacho.

 

-          ¡¿Qué crees que estás haciendo…?! – le preguntó indiferente, cuando lo vio ahí estático y con el rostro más que sonrojado - ¿Necesitas algo...?

 

-          Y-yo, yo… tú, este yo… - tartamudeó buscando alguna excusa que sonara lo suficientemente convincente como para no tener que decirle que lo había visto ducharse sin que se diera cuenta.

 

-          ¡Habla de una vez niño! – le dijo burlándose de esa actitud que no quiso pensar que encontraba tierna.

 

-          ¡Tú, troglodita! – habló al fin apuntándolo, como si estuviera inculpando de un crimen.

 

-          ¡¿Yo, troglodita?! – rio de nuevo ante la imagen del castaño, quien aún parecía confundido.

 

-          ¡¿Acaso no sabes que existen las puertas?! – escupió cuando sintió que aquello sonaba convincente para alivio de él - ¡No puedes estar así duchándote con la puerta del cuarto abierta, no sabes cuándo podría entrar alguien y ver tu espectáculo!

 

Minho lo miró y supo que quizás Taemin había permanecido demasiado tiempo parado en aquel lugar, y más se convenció de aquello cuando vio que el chico estaba temblando de los nervios, con la voz quebrada y un rostro demasiado sonrojado. Caminó hacia él con la clara intención de seguir con ese plan de doblegar el carácter de mierda que tenía el chico, moviendo de un lado su cabeza, luciendo a propósito su remarcado cuello y uno de otro músculo de su cuerpo.

 

-          Al parecer a ti te gustó el espectáculo que veías, ¿o no? – le habló a escasos metros del menor, quien retrocedía a medida que éste avanzaba.

 

-          ¡¿QUÉ?! – exclamó sorprendido por las palabras del mayor, quien lo miraba inquisitivo - ¡Por favor, no sé de qué hablas, yo solo…!

 

-          Tú solo, ¿qué…? – interrumpió en un tono de voz que hasta él mismo creyó sonaba descaradamente sensual.

 

-          Y-yo, yo… - titubeó apartándose de él.

 

-          Tú, tú, tú…

 

-          Yo solo… - continuó mirando a su alrededor, apartando su vista de esos ojos que penetraban en los suyos -… vine por esto idiota – habló con más seguridad cuando halló sobre la mesa del televisor el adaptador del enchufe que Minho le hubo quitado.

 

-          ¡Hey, ni creas que te lo llevarás! – reclamó Minho tomándolo por la muñeca, acercándolo a él - ¡Dame eso!

 

-          ¡Su-suéltame, qué me sueltes! – se quejó tirando de él para apartarlo de su tacto - ¡No tienes derecho a quitarme la televisión, eso no tiene nada que ver con el tratamiento!

 

-          ¡Pero alimentarte sí que tiene que ver, y si lo dejas de hacer por ver tus caricaturas no pongas en dudas que te lo quitaré las veces que sea necesario! – insistió arrebatándole el adaptador de la mano, dejándolo libre.

 

-          ¡Devuélvemelo estúpido! – habló nuevamente abalanzándose sobre la espalda desnuda del mayor, golpeándolo mientras se quejaba - ¡Regrésame eso, bueno para nada! ¡Eres un hijo de puta, que me des eso dije!

 

Y ahí se rompió nuevamente el límite del moreno. Al tenerlo sobre su espalda, dándole golpes que le impedían caminar para vestirse, se volteó hacia el chico perdiendo altura a propósito, para con una mano tomarlo por tras las rodillas y echárselo a lo hombro como un bulto, alzándolo del piso.

 

-          ¡HEY, BÁJAME, ¿QUÉ, QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO IMBÉCIL?! – le decía mientras estando de cabeza golpeaba la espalda del mayor, moviendo sus piernas para que lo dejara libre de aquel agarre.

 

Pero Minho estaba fuera de sí: y es que odiaba tanto las malas palabras. Caminó hábilmente con el chico en su hombro, hasta que vio la cama frente suyo, ahí lo dejó caer duramente sin antes posarse sobre él para tomarlo por las muñecas y apretarlo bajo sus piernas.

 

-          ¡HEY CABRÓN, ¿QUÉ HACES?, SUÉLTAME! – gritaba Taemin, pataleando lo que más podía para poder quitárselo de encima, sin lograrlo - ¡JOO JIN, AYÚDAME!

 

-          ¡Que-quédate, quédate quieto…! – le dijo apenas pudiendo hablar por todo lo que se movía el castaño bajo su cuerpo con tan de librarse de él.

 

-          ¡JOO JIN!

 

-          ¡Que te quedes quieto dije! – y sin soltarlo, tomó ambas muñecas del chico en una mano, mientras que con la otra lo tomaba por su mentón, buscando su mirada - ¡Escúchame bien lo que te voy a decir pendejo, porque no te lo repetiré de nuevo…!

 

Taemin se dejó atrapar por esa mano que apretaba su mandíbula impidiendo moverse, sintiendo su cuerpo empequeñecer ante semejante hombre que estaba sobre suyo inmovilizándolo, pero más por esos ojos negros penetrantes que comenzaban a intimidarlo.

 

-          Quizás antes hacías lo que se te daba la puta gana en esta casa… - habló con su rostro a pocos centímetros de él -… no me interesa si duermes todo el día, si no te duchas, si no te cambias la ropa en un mes, pero en lo que a tu tratamiento concierne harás todo lo que yo te diga…

 

-          ¡SUÉL-TA-ME! – insistió no queriendo oír aquel sermón.

 

-          Si te digo que comas, tú comes… si te digo que debes dormirte temprano porque tu cuerpo debe descansar, te duermes temprano – continuo ignorando al menor bajo suyo – si te digo que recibirás tu tratamiento tres veces al día, lo harás…

 

-          ¡NI CAGANDO!

 

-          Si no son 3 veces como debe ser, serán 4… - acotó apretándolo aún más, sacando de su boca un tímido quejido – si no quieres comer, te aplicaré una sonda por el culo que créeme no será nada cómoda, ¿entendiste?

 

-          ¡DÉ-JA-ME IR ENFERMERO DE MIERDA!

 

-          ¡Ah y otra cosa niñito! – volvió a hablar, rompiendo esa distancia que los separaba, acercándose hasta su oído notando como el cuerpo del menor se tensaba con el golpe de su aliento – Otro insulto más, y te enseñaré modales con tratamiento de electroshock… ¿me has entendido?

 

-          ¡SUÉL…

 

-          ¡¿ME HAS… entendido?! – interrumpió clavándole una dura mirada que supo surtiría el efecto que buscaba.

 

Taemin se remeció ante el golpe de las palabras de Minho, sintiendo de pronto un temor que no quiso poner en duda. Si el moreno había sido capaz de meterlo en la tina con pijama por no querer recibir su tratamiento y de quitarle el adaptador de su amado televisor, sin duda sería capaz de hacer las cosas con las que lo amenazaba.

 

-          ¡¿Taemin?! – le habló Minho, presionándolo.

 

-          ¡Está bien…! – respondió entre dientes - ¡Ahora quítate de encima!

 

-          Está bien, ¿qué?...

 

-          ¡Está bien haré lo que digas! – rezongó saliendo de su prisión cuando notó que el moreno le soltaba las muñecas - ¡Imbécil…! – murmuró bajito mientras se incorporaba de la cama y sobaba sus manos, aliviando el dolor de aquel tacto.

 

-          ¿Taemin…? – habló el moreno disimulado la risa que le había provocado el oír aquel imbécil de boca del castaño. Enseñarle modales sería difícil, pero al menos se permitiría divertirse un poco en el proceso.

 

-          Sí, sí ¿sí? – tartamudeó rogando a los cielos porque el lunático de su enfermero no hubiese escuchado aquello.

 

-          De ahora en adelante, cuando te dirijas a mí lo harás con la palabra Señor Choi…

 

-          ¡¿Ah?!

 

-          Así es, si tan solo una vez no lo haces, la próxima vez que deba usar un termómetro no lo haré bajo tu axila… - continuo acercándosele hasta estar nuevamente a escasos centímetros de su rostro -… sino que te lo meteré por el trasero y no usaré vaselina… ¿Quedó claro?

 

Taemin abrió sus ojos de par en par sorprendido por semejante amenaza; había dado su sentencia de muerte y definitivamente no quería que su virgen trasero sufriera las consecuencias.

 

-          Taemin, ¿quedó claro?...

 

-          S-sí, sí… - titubeó nervioso - ¡Señor Choi! – añadió cuando por poco olvidó que de ahora en adelante su trasero sería su parte de cuerpo más anhelada.

 

-          Perfecto… ahora ve a tu cuarto y ponte ropa decente... - le ordenó dándole la espalda mientras se dirigía en busca de ropa limpia.

 

Detrás de él oyó una ráfaga de viento veloz que se originó por el castaño que se marchaba corriendo de ahí. Cuando sintió el golpe en la puerta, dejó su cuerpo caer sobre la cama, echándose a reír como hace tiempo no lo hacía. Y es que pensar en el rostro fuera de sí de Taemin cada vez que lo amenazaba, era algo que sin duda estaba comenzando a gustarle.

 

¡Dios, esto será más divertido de lo que creí!

 

 

 

Permaneció estudiando en su pieza el resto de la tarde, sobre el tratamiento y las dosis que le aplicaría al muchacho, cuando notó que ya sería la hora de la cena. Su estómago crujió haciéndose notar, dándole a entender que había permanecido demasiadas horas sin alimentarlo.

 

Se quitó sus gafas dejándolas a un lado, se incorporó de la silla del escritorio estirando su cuerpo y sus tensos músculos. Salió luego del cuarto, dirigiéndose a la de su vecino de piso. Abrió entrando en el cuarto, cuando vio la bandeja del almuerzo en la mesa de la sala de estar.

 

Más le vale que…

 

Pero no alcanzó a decir nada más cuando notó que el chico se había comido todo, sin dejar rastro alguno en el plato. Bufó sorprendido, pero Minho no tenía ni un pelo de estúpido y por más que pareciera perfecto, su radar le indicaba que algo raro había ahí. Caminó hasta las puertas interiores, abriéndolas a su paso y ahí vio al chico ensimismado en el juego de consola. Lo vio hacer gestos de enojo mientras parecía matar a su oponente en una lucha virtual; oponente el cual para asombro del moreno, tenía nada más que su nombre como nickname. Se rio entre dientes, admitiendo para sí que el chico tenía una suspicacia que lo asombraba mientras permanecía atento a la lucha.

 

Notó que al avatar con su nombre le quedaba el 30% de vida, por lo que pensó que, aunque fuera tan solo un juego virtual, debía ganar como fuese. Por lo que inspiró hondamente lo que más pudo, dando el carraspeo más grande que jamás antes había hecho para llamar la atención de alguien, y lo mejor es que dio resultado porque a penas Taemin notó su presencia en su cuarto, lo miró perdiendo de vista la pelea por valiosos segundos que le hicieron apretar las teclas del joystick en falso, cayendo derrotado ante su enemigo.

 

-          ¡MALDICIÓN! – se quejó arrojando el joystick a un lado cuando en la pantalla del televisor aparecían grandes letras rojas.

 

-          ¡You lose, ¿game over?! – leyó Minho parado en el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho, fingiendo que no entendía lo que aquella frase significaba.

 

-          ¡Me has hecho perder, ¿estás contento…?! – se quejó incorporándose de su cama, momento el cual el moreno notó que no usaba pijama, sino que un jean, polera blanca y calcetines.

 

Propósito 1°: que Taemin no use más pijamas como si estuviera en el hospital… CUMPLIDO.

 

-          ¡¿Qué?, no fue mi culpa! – se rio sin poder contenerse al verlo frustrado.

 

-          ¿Qué quieres… señor Choi? – le dijo desconectando la consola del televisor.

 

-          Es hora de cenar, ponte zapatos y baja… - habló ordenándole, mientras se disponía a salir del cuarto.

 

-          Joo Jin trae la cena a mi dormitorio…

 

-          ¡Buen intento Taemin! – le dijo volteándose, con una amplia sonrisa en su rostro - ¿Acaso creías que no me daría cuenta que arrojaste tu almuerzo al inodoro…?

 

-          Y-yo, yo me lo comí…

 

-          ¡Taemin, por favor… tu baño apesta a cordero a las hierbas! – le dijo mirándolo serio – incluso yo tuve que lavarme los dientes 3 veces para quitarme el sabor de la boca…

 

El menor no supo qué decirle, pues cada vez que creía dar un paso delante de la suspicacia de su enfermero, este avanzaba 2 pasos más, dejándolo siempre atrás, sintiéndose como un inútil.

 

-          No, no tengo hambre señor Choi… - murmuró bajito  bajando la mirada.

 

-          No te pregunté si tenías hambre o no… - insistió yendo hacia el muchacho – te dije que vas a bajar al comedor… y lo mismo harás en cada una de tus comidas, se acabó el servicio a la habitación…

 

-          ¡No es justo, en el hospital…!

 

-          ¡¿Acaso estamos en un hospital, ah?! – interrumpió – que yo sepa no lo estamos, así que deja de jugar al paciente moribundo porque aún no lo estás… ahora baja – le ordenó otra vez apuntando a puerta del dormitorio justo cuando se asomaba la ama de llaves con la bandeja con la cena de Taemin.

 

-          ¡Joo Jin! – exclamó el chico yendo hacia la mujer que lo miraba sorprendida, pues nunca en sus años de servicio le había oído decir su nombre de una forma tan ansiosa y con ¿cariño?

 

-          Jo-joven Lee, traje su cena… - le dijo, mirándolo algo asustada, mientras el chico se escondía tras su espalda con una cara de mira-he-ganado lanzándosela al moreno – Joven Choi, no sabía que estaba acá…

 

-          ¡Gracias Joo Jin! – añadió sacándole la lengua a Minho sin que ella lo notara - ¡Moría de hambre!

 

-          Señora Joo Jin, justo necesitaba hablar con usted… - habló el moreno pausadamente.

 

-          Joven Choi, dígame…

 

-          Desde hoy en adelante, el joven Lee ya no recibirá más su cena en el dormitorio… - habló ante el asombro del castaño - … a partir de hoy, él bajará a cenar en el comedor, así que por favor prepare un puesto para él…

 

-          ¡Hey! – exclamó Taemin asombrado.

 

-          Pero el Joven Lee siempre ha comido en su dormitorio… - musitó algo dudosa.

 

-          Ya no lo hará más… - insistió -… verá, si come en la cama hay 60% de posibilidades que su cuerpo no digiera los alimentos de manera correcta, por lo que no estará nutriéndose bien…

 

-          ¡Oh, no sabía aquello! – dijo la mujer algo sorprendida por la nueva información – Lo siento joven Lee, pero creo que se acabaron sus comidas en la habitación… lo espero abajo

 

-          ¡Joo Jin, no…!

 

Ambos vieron cómo la mujer se marchaba con la bandeja en sus manos, sin dejar espacio para que Taemin rogara por su cena en el cuarto. Cuando la vieron irse, el castaño se acercó violentamente hacia el mayor.

 

-          ¡Sabes que aquello que dijiste no es cierto! – le reclamó fulminándolo con la mirada.

 

-          Si… - afirmó de manera traviesa  -… pero ella no lo sabe – y diciendo aquello se fue riendo sin antes desordenar su cabello, recibiendo un rezongueo que parte del castaño.

 

En medio del cuarto se quedó respirando agitadamente ante lo que acababa de ocurrir. Apenas llevaba 1 día en su casa y ya quería que se marchara de ahí, ya no le soportaba. Le enfermaba esa actitud de sabelotodo, su suspicacia, su arrogancia y la manera que tenía para dejarlo siempre como un niño tonto.

 

Cerró los ojos fuertemente, rehaciendo esa promesa mental que se había hecho el día anterior en el baño cuando el moreno se hubo burlado de su ropa interior: si no podía arrojarlo a patadas a la calle porque al parecer Joo Jin ya estaba de su lado, entonces usaría todas sus tácticas e ingenio para hacerle la vida imposible y complicársela a tal punto, que tuviese que marcharse de aquella casa por su propia cuenta, del mismo modo en que se había marchado los otros enfermeros que tuvo a cargo.

 

Desde aquella noche, la batalla no sería virtual como en su juego de consola, sino que la llevaría hasta la vida real y esta vez, no se dejaría distraer con nada, sino que la ganaría como fuese.

 

 

Notas finales:

Minho es un loquillo no creen ? Amo que sea tan pillo como se dice y haga sufrir a ese Tae jajajaja xD

No les prometo actualizar pronto porque tengo muuuuucho que hacer por la Universidad y la próxima semana estaré en un viaje, pero aún así estaré pendiente si dejan reviews asi que háganlo !!!!! ji ji ji ^^

Nos vemos en el próximo capítulo, se cuidan !


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