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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Holiiiiiiiii ^^

no diré nada más, nos vemos abajo :)

-CAPÍTULO VI-

 

 

Removió su boca, ambicioso de buscar un poco más, de degustar por completo aquello que supo le había quitado el hambre y también el aliento, y las ideas cuerdas, y el raciocinio y en realidad, le había quitado todo. Fue un movimiento sutil, algo tímido tal vez, suave y con un lejano toque sensual que significó tomar su labio inferior por completo con su boca, saboreándolo por completo; su boca, en ese inesperado beso.

 

Era una electrizante inyección de algo aún desconocido, pero que se sentía tan bien, tan subliminalmente bien para él, que ni supo en qué momento le soltó de sus manos para liberarlo y así poder atreverse a capturar su rostro; y es que no quería, ni pretendía despegarse de él, al menos no todavía. Pero cuando un estrepitoso claxon retumbó en su sien y le hizo salir de golpe de aquel exquisito menester en el que estaba abocado, y le miró petrificado, supo que la había cagado y bien en grande.

 

Se apartó bruscamente de su cuerpo, mirando hacia la parte trasera en donde otro auto le hacía juego de luces. Se volteó hacia el frente y comprendió porqué aquel alboroto: las barreras del cruce ferroviario se habían alzado. Volvió a acomodarse rápidamente en su puesto, poniendo en marcha el auto hasta cruzar la vía, avanzó un par de metros más y ahí se aparcó nuevamente, viendo cómo los autos pasaban junto al suyo.

 

No apartó su vista del frente, tampoco se atrevía, porque cuando su cabeza se enfrío y su lado lógico/racional volvió a su cuerpo, logró comprender lo que había hecho: había besado a Taemin, sí el mismo Taemin que era su paciente, el mismo Taemin que era su trabajo, el mismo Taemin-pendejo-mimado-de-mierda con el que se sacaban la madre todo el tiempo y a cada instante. Tímidamente miró de reojo hacia el asiento del copiloto y vio el perfil aún perturbado del chico; sus ojos impresionantemente inamovibles, su respiración agitada, sus mejillas y orejas de un intenso color carmesí, sus labios hinchados y su mano que lentamente se alzaba hasta ellos, tocándolos.

 

¡Mierda Minho, ¿qué hiciste…?! Se recriminó golpeando su cabeza contra el asiento, cerrando sus ojos, como intentando detener el tiempo hasta ese punto en que su yo interior le engañó, llevándolo a cometer ese crimen del que seguro surgiría otro encuentro verbal con el menor.

 

-          Y-yo, yo, yo…

 

-          ¿Te gusta el helado…? – interrumpió el moreno, ayudando a Taemin con ese tartamudeo que pareció invadirlo de repente. ¡Vaya pregunta Choi!

 

-          ¿Ah…? – le preguntó el castaño atreviéndose a mirarlo.

 

-          Que si te gusta el helado… - repitió correspondiendo su mirada, saliendo de pronto de esos incómodos instantes post-beso-inesperado-inapropiado, volviendo lentamente a la normalidad paciente/enfermero -… para el postre, para el almuerzo con Jonghyun y Key…

 

-          Mmm… - musitó moviendo su cabeza afirmativamente, recibiendo una tímida sonrisa de Minho a cambio. Ya había pasado, sea lo que sea que los llevó hasta ese punto de besarse, se había ido así tan rápido como lo que había sucedido entre ellos -… el helado suena bien Minho…

 

-          Bien… - dijo expirando hondamente, volviendo a poner en marcha el vehículo.

 

 

Al cabo de unos minutos, se detuvieron en el estacionamiento de una estación de abastecimiento, en donde había una pequeña tienda de abarrotes. Minho descendió del vehículo cerrando la puerta tras suyo, no sin antes asomarse por la ventanilla abierta.

 

-          Vuelvo enseguida, no te muevas… - le ordenó volviendo a ese rol controlador que tanto odiaba el chico.

 

-          ¡Espera! – exclamó viéndolo detenerse. Abrió la puerta a su costado, bajando del vehículo ante el asombro del moreno que lo miraba sin entender lo que hacía.

 

-          No tienes que venir, no quiero que te escapes de nuevo…

 

-          ¿Por qué siempre crees que me voy a escapar? – preguntó molesto, notando cómo el mayor volvía a ese rol que tanto odiaba – No soy un niño que reacciona sin pensar Minho…

 

-          Lo eres, y te comportas como tal…

 

-          Hace unos instantes no creo haber sido yo el niño, ¿o sí? – escupió ante el asombro del moreno, quien tambaleó su cuerpo entre sus pies, visiblemente incómodo.

 

Taemin vio como Minho comenzaba a sonrojarse lentamente, mientras unas tímidas gotas de sudor nervioso se asomaban por su cabello, descendiendo por el camino de sus patillas.

 

-          ¡¿A dónde vas?! – le preguntó cuando lo vio apartarse de él.

 

-          Solo voy a buscar un teléfono para llamar a mi madre, psicópata controlador… - añadió antes de perderse dentro de la tienda.

 

Minho expiró hondo, entre aliviado y agradecido de que el chico volviera a ese yo tan inusual que era parte de su personalidad. De pronto pensó en sus palabras: “psicópata controlador”, meditando sobre lo que quería decir con eso. ¿En verdad lo veía así, cómo un psicópata que estaba todo el tiempo sobre él, supervisando todo lo que hacía? Él mismo no lo creía así, tan solo era parte de su trabajo, el cual a Taemin no le agradaba, pero que a él le importaba poco y nada porque para eso le estaban pagando; para trabajar. Y en ese punto recordó el beso en el auto, y se martirizó otra vez por haberlo hecho. Llevó impulsivamente su mano hasta sus labios, rozando los restos de Taemin que pudiesen quedar en él, sonriendo torpemente por unos instantes, hasta percatarse que debía parecer un completo idiota.

 

¡Estúpido Choi, besaste a Taemin, besaste a Taemin… me van a despedir! Se culpó por haber sido  un imbécil compulsivo. Pero es que no entendía, cómo es que hizo aquello, si se consideraba una persona tan segura de sí misma, un hombre que pensaba bien las cosas antes de hacerlas; el perfil de impulsivo no calzaba para nada con su personalidad y eso, eso le estaba comenzando a molestar demasiado.

 

-          ¡MINHO! – le gritó sacándolo de ese proceso de petrificación en el que parecía estar.

 

-          ¿Ah...? – exclamó sobresaltado, topándose con la mirada despectiva del menor frente suyo, con una bolsa en su mano, esperando a que se moviera – Taemin, ¿qué, qué haces…?

 

-          ¿Qué hago…? – repitió contorneando sus ojos - ¿Qué mierda haces tú? He estado hablándote hace rato, incluso tuve que comprar el postre mientras tú estás ahí parado como idiota…

 

-          Es-este, yo…

 

-          Y contesta tu celular ¡por el amor de Dios! – dijo metiéndose dentro del vehículo.

 

Rebuscó en su bolsillo aquel aparato que por poco olvidaba, tomándolo entre sus manos, viendo la lista de 4 llamadas perdidas y 3 mensajes en el buzón de voz; todos de Key.

 

¡Putamadre!

 

Fue hasta el auto mientras marcaba el número del novio de su amigo, el cual le contestó antes del segundo tono.

-          ¡¿Dónde-mierda-estás?! – le gritó, haciéndole apartar el teléfono de su oído – He estado llamándote y no me contestas el puto teléfono Choi…

 

-          Vamos en camino Key, no tienes que gritarme… - se defendió mientras se acomodaba el auricular en su oído para poder conducir -… Taemin estaba comprando el postre

 

-          ¡Dame con él! – le ordenó en seco, sorprendiéndolo.

 

-          ¿Para qué quieres hablar con él Kibum? – preguntó mirando de reojo al chico, que no entendía lo que pasaba.

 

-          Eso no te incumbe, pásale el teléfono…

 

-          No…

 

-          ¡Que se lo pases!

 

-          Nos vemos más rato Key, voy a cortar… - añadió hartándose de esa extraña postura que estaba tomando el rubio con él ¿Desde cuándo le interesaba tanto hablar con Taemin? ¡Dios, si es que ni siquiera lo conocía!

 

-          Ni te atrevas…

 

-          Adi…

 

-          ¿Key hyung? – habló el castaño tímidamente. Minho se volteó hacia él con una cara de asombro al percatarse que el chico había tomado su celular, desactivando el bluetooth del auricular para poder hablar con  Key sin que él escuchase la conversación.

 

¿Qué haces? Le dijo articulando su boca de modo que lograse entender lo que le decía. Pero lo único que recibió a cambio fue a Taemin sacándole la lengua despectivamente, mientras se quitaba el cinturón de seguridad y en un ágil movimiento se desplazaba hasta la parte posterior del vehículo, todo para poder hablar tranquilo.

 

Durante el trayecto, no pudo dejar de mirar por el espejo retrovisor a cada instante, pero es que las risotadas de Taemin mientras conversaba animadamente con Key, ya comenzaban a molestarle. De repente oía un “dímelo a mí” o un “lo sé, es tan molesto” y después de aquello más risas. Minho sabía que el chico lo hacía a propósito, pues esa mirada de si supieras lo que Key me está diciendo de ti lo tenía cabreado, pensando en que el rubio novio de Jonghyun había maquinado un plan en su contra para ridiculizarlo con el menor.

 

Bufó controlando la ira que sentía, enfocándose solo en llegar luego a su antiguo departamento para poder tomar al rubio entre sus manos y apretarle el cuello hasta estrujárselo…

 

¡Arg Choi, es el novio de tu mejor amigo! Tan solo, cálmate…

 

 

Detuvo el auto junto a la entrada del edificio. Casi al instante sintió su corazón estremecerse al verse nuevamente ahí, en el que solía ser su hogar. Bajó del vehículo seguido de Taemin, quien había terminado hace escasos minutos su conversación telefónica.

 

-          ¡Vaya, es, enorme! – exclamó el menor asombrándose por la impotencia del edificio. Era el tercero de una docena de ellos en aquel condominio. Todos  lucían muy nuevos y lujosos, con grandes ventanas y una moderna arquitectura. Estaban rodeados de bien cuidados jardines floridos, que combinaban a la perfección – No me asombra que Key hyung viva aquí, debe tener mucho dinero…

 

-          No te asombres tanto, este edificio es el que tiene los departamentos más pequeños… - le dijo caminando hacia la recepción, saludando con un gesto al conserje mientras esperaban las puertas del ascensor -… acá viven los más “pobres”, así que por favor evita tus caras de mierda…

 

-          ¡Hey, no he hecho ninguna cara! – se quejó mirándolo con odio -… me gusta, me gusta mucho el edificio. Quizás si yo pudiese también viviría en un lugar como este… ¿Qué? – preguntó cuando notó que el moreno ahogaba una risa mientras entraban en el ascensor.

 

-          Nada… - añadió saboreando aquellas palabras, sin duda las disfrutaría más tarde. Permanecieron el breve trayecto en silencio, aturdiéndose con la típica canción de elevador que se repetía una y otra vez – Aquí es… - habló cuando las puertas se abrieron. Caminaron por el pasillo alfombrado y bien iluminado, con un Taemin que miraba cada detalle asombrado, como si fuese la primera vez que estaba en un sitio como ese – Ahora escúchame… - le dijo deteniéndose frente a la puerta del apartamento -…entraremos ahí, almorzaremos para complacer a Key y nos iremos. Si haces algo, ten por seguro que te sacaré a rastras del lugar: no digas nada, no toques nada, no intentes nada si no quieres meterte en problemas conmigo, ¿has entendido?

 

-          ¡Vaya Choi, ¿estás asustado?! – dijo arriesgándose a tomar una leve ventaja por sobre las cosas que Key le había contado de él.

 

-          No, solo estoy siendo precavido… - continuo -… conozco cómo es Key, y te conozco a ti también, así que si pretendes hacer un tipo de “alianza de chicas chillonas” con él te va a ir muy, pero muy mal Taemin…

 

-          Estás tan asustado Choi…

 

-          ¡¿ME HAS… entendido?! – insistió acercándose violentamente hasta él, alzando su mano hasta cerca de su rostro, notando cómo el menor se tensaba cuando creyó que lo iba a tocar, sintiéndose afortunado cuando se dio cuenta que se había inclinado a tocar el timbre del departamento -… y al parecer no soy yo el que está asustado…

 

¡Imbécil!

 

No alcanzaron a pasar un par de minutos cuando la puerta se abrió de improviso, mostrando a un más que entusiasmado chico por el otro lado. Era alto, casi como Taemin. Tenía piel clara y demasiado bien cuidada. Su pelo rubio caía perfecto por su frente, justo a la altura de sus ojos grises e inquisitivos. Taemin lo miró por unos instantes y supo que era él: irradiaba demasiada perfección y cuidado por sí mismo.

 

-          ¡TAEMIN! – exclamó ignorando al moreno, estrechando en sus brazos al chico, quien luego de dudarlo, se atrevió a estrechar sus brazos por la cintura del rubio notando lo delgado que era - ¡Al fin te conozco niño! Vaya que eres hermoso… - dijo apartándose levemente de él para poder contemplarlo, al mismo tiempo que piñizcaba una de sus mejillas - ¡Ay si eres un muñeco!

 

-          Hola Kibum… - interrumpió Minho notando como lo ignoraban.

 

-          ¡Oh Choi, por poco pensé que eras una planta! –ironizó ante la risa del menor – Ven cariño, entra no te quedes ahí…

 

Minho se quedó estático sin comprender cómo era humillado en su terreno, en el lugar que solía ser su hogar y en el que creía que su poderío Choi recobraría fuerzas, pero no fue así.

 

-          Minho… - le hablaron de pronto. El chico se volteó hacia la puerta, siendo recibido por esa orgullosa sonrisa de su mejor amigo.

 

-          Jjong… - respondió entrando, extendiendo la bolsa -… el postre, es helado de Chocolate, Taemin lo compró, espero les guste…

 

-          Chocolate suena bien… - le dijo, quedándose ambos estáticos, uno en frente del otro. De pronto el chico dejó la bolsa en el suelo, abalanzándose sobre los brazos de su amigo, en un cálido abrazo - ¡Dios, cómo te extrañé hombre!

 

-          ¡No sabes cómo te he extraño yo hermano! – añadió apretando al más bajo, sintiendo que los pocos días que estuvieron alejados habían sido mucho más que eso – Me da gusto verte, ¿cómo has estado? – preguntó apartándose de él, pasando un brazo por sus hombros mientras se adentraban al departamento.

 

-          Bien, ya sabes… no me puedo quejar que te hayas ido – dijo en una pícara mirada que se extendió hasta donde estaba su novio -… pero aun así extraño verte todos los días…

 

-          Más te vale…

 

 

Los cubiertos llenaban la sala de ese tintineo que se producía por el roce con el plato. Alrededor de la mesa circular estaban sentados, compartiendo anécdotas que Taemin escuchaba atentamente, soltando profundas carcajadas cuando Key contaba detalles incómodos de Minho, o cuando Jonghyun recordaba la vez que se conocieron con su amigo en la escuela secundaria luego de molerse a combos porque a ambos les gustaba la misma chica en ese entonces. Los vasos se llenaban continuamente de jugo para el castaño quien los bebía para poder recobrar el aliento.

 

Sin duda Key se había esmerado demasiado en ese almuerzo para sorprender al chico: pollo horneado al limón, ensaladas verdes, papas gratinadas al romero y salsa agria. Todos comían animadamente, dando elogios al rubio quien solo le interesaba la aprobación de su novio y ahora su nuevo amigo. Platicaron incesantemente, preguntándose cosas para conocerse entre todos, sobre el noviazgo de Jonghyun y Key, sobre la vida de Taemin quien agradeció mentalmente porque su enfermedad no saliera a flote; quizás lo planearon de antemano, pensó, pero no le importó que así fuese.

 

De pronto Taemin se excluyó disimuladamente para poder contemplarlos. Y no pudo evitar sentir envidia de ellos, de la amistad al borde de una relación de hermanos que Minho tenía con Jonghyun, de los detalles que limitaban con lo maternal de Key quien si bien decía odiar al moreno y hasta tratarlo mal, sabía que entre ellos había una amistad inquebrantable gracias a los años que se conocían. Los vio reírse entre ellos, disfrutando de ese reencuentro del que ahora él era partícipe, haciéndolo sonreír torpemente. ¡Dios cómo quería poder tener el tiempo suficiente para poder llegar ser tan amigo de ellos como lo era Minho!

 

-          ¿Taemin, te sientes bien…? – preguntó Jonghyun, capturando su atención -… te ves algo pálido

 

-          Es-estoy bien… - dijo sorbiendo un poco de su jugo, sin notar cómo los ojos del moreno se clavaban automáticamente en él.

 

-          ¡Aquí está el postre, cortesía de nuestro Taeminie! – exclamó Key trayendo una bandeja con 4 recipientes de vidrio, rebosante del helado, decorado con crema y pintas de colores.

 

-          ¡Hyung, deja que yo lo sirva! – interrumpió poniéndose de pie, quitando la bandeja de las manos del rubio y disponiéndose a servirlo por él -.ten, tu primero por haber hecho un almuerzo tan delicioso…

 

-          ¡Ah, gracias querido! – dijo sonriéndole.

 

-          Para ti hyung, por recibirme en tu casa… - continúo entregándole su porción a Jonghyun, quien la recibió, sintiendo el frío tacto del menor.

 

-          Tae, estás temblando…

 

-          Para ti Min-Minho… - añadió extendiendo el pocillo hacia el moreno, quien apenas pudo rozarlo antes de que resbalara de las temblorosas manos del castaño, cayendo al piso quebrándose al instante.

 

-          ¡Taemin! – habló Key incorporándose rápidamente al igual que los demás – No te muevas cariño, puedes herirte…

 

-          Yo, yo lo-lo siento… - insistió queriendo agacharse a limpiar el desastre, cuando un molesto mareo se apoderó de su cuerpo, haciéndolo tambalear en sus pies, cayendo sentando en el piso.

 

-          ¡TAE! – exclamó el moreno yendo hacia él, sosteniéndolo con su cuerpo - ¿Te sientes bien? ¿qué ocurre…?

 

-          Y-yo, yo… - tartamudeó con los ojos desorbitados y leves gotas de un frío sudor cayendo por su frente – No, no me siento bien…

 

-          Quizás debas llevarlo a un hospital Minho, no luce bien… - dijo Jonghyun asustado.

 

-          ¡No! – rogó el menor apoyando su cuerpo en los brazos de Minho que lo sostenían – Minho no, por favor, no… me… lleves… a… un… hospital

 

-          ¡Tae! ¡TAEMIN! – oyó cómo le llamaban en un lejano murmuro que se disipó hasta nada cuando sus ojos se cerraron; se había desmayado.

 

 

Un dolor familiar de hizo removerse pesadamente. Bajo su cuerpo se sentía tibio y agradable, a pesar de que su brazo dolía y a lo lejos sabía por qué, estaba cómodo. Abrió sus ojos lentamente, encontrándose con el techo oscuro, iluminado por la luz que se colaban de la ventana: ya era de noche. Se volteó lentamente hacia su derecha, dándose cuenta que estaba en su cuarto. Giró hacia su otro lado, sorprendiéndose de verlo ahí. Junto a su cama estaba Minho, acurrucado en uno de los sillones de la sala de estar de su cuarto, dormitando mientras movía su boca; estaba soñando. Se acomodó como pudo sobre el lado izquierdo de su cuerpo, limitándose por las agujas que tenía puestas, para poder tener un mejor ángulo de él.

 

Su cabello azabache caía en pequeñas ondas por sobre sus ojos, al parecer estaba más largo de lo que recordó la primera vez que lo vio días atrás. Su nariz perfilada era demasiado fina para su masculino rostro. Sus pestañas onduladas, que supo eran muchas porque había tenido la ocasión de estar demasiado cerca de él como para notarlo. Su boca entreabierta, que se perdía en leves suspiros. Su mentón, su mandíbula recta, su cuello y ese bulto que ascendía cada vez que hablaba. Su piel que sabía no era tan bronceada como aparentaba serlo, su cuerpo ni muy grande ni tan pequeño, parecía tener la talla perfecta así como su temperatura corporal, que de las veces que pudo notarlo, era cálido, demasiado cálido para esa fría personalidad que parecía tener.

 

Y entonces lo recordó; ese brusco movimiento seguido de un inesperado cambio de tacto: de violento a suave, de agitado a pasivo, de tímido a atrevido, todo aquello mezclado en ese roce de su boca con la de él. Y recordó lo suave que se sintió dejarse acariciar por esa boca que sabía era más experta que la suya, recordó lo sutil que fue dejar que humedeciera sus labios con un leve roce de su lengua en cada suave movimiento que hacía. Recordó su cuerpo aprisionado con el de él, sus manos siendo liberadas de ese agarre y su rostro acariciado para no separarse de esa manera tan poco convencional con la que quiso dejar de discutir con él.

 

Y es que aún no lograba comprender qué fue lo que le llevó a besarlo, a él, a un chico que decía odiar, a quien no hacía nada más que hacerlo sentir un niño con su estampa de enfermero-adulto-mandón.

 

Si todas las discusiones terminaran así…

 

Removió su cabeza quitando esas ideas que le empezaban a causar un escozor en la nuca. Aquello no había estado bien, para nada bien. Había sido un completo error, pero él tampoco había hecho nada para impedirlo ni quitárselo de encima; y es más, luego de ese beso, Minho no había dicho absolutamente nada, como si no hubiese ocurrido, como si jamás él, como su enfermero, se había atrevido a acallarlo con un beso a él, su paciente.

 

-          Taemin… - musitó entre sueños, removiéndose en su sitio. Mientras, para sorpresa del menor, esbozaba una media sonrisa.

 

Taemin lo miró asombrado, sin poder creer que escucharía su nombre de boca de su autoproclamado enemigo, de ahora en adelante enemigo-ladrón-de-su-primer-beso.

 

-          ¡AH! – exclamó cuando sintió algo pesado caerle en el rostro. Despertó de sobresalto, con una almohada en su cara - ¡¿Qué crees que haces?! – le dijo cuando lo vio sentado en la cama con una satisfactoria sonrisa en el rostro luego de su ataque.

 

-          Practico mi puntería…

 

-          Muy simpático… - ironizó incorporándose del sillón y acomodando nuevamente la almohada tras el chico, forzándole a que se acostara nuevamente - ¿Qué haces despierto tan tarde? Son las 22:57, debes estar durmiendo…

 

-          Tus ronquidos de bestia me despertaron, ¡Dios no das tregua! – mintió travieso.

 

-          Yo no ronco… - dijo dudándolo.

 

-          ¿Seguro…?

 

-          ¿Tal vez? – dijo haciendo una mueca que lo hizo ver demasiado infantil – Lamento si te desperté, ahora vuelve a dormir…

 

-          No tengo sueño… - añadió - ¿qué ocurrió Minho? ¿cómo es que estamos en casa?

 

El moreno lo miro, sintiendo de pronto una culpa que le hizo estremecerse en un incómodo escalofrío. No es tu culpa, sabes que estas cosas pasan, recordó cuando Jonghyun lo despidió desde fuera de su auto, cuando se disponía atraer al chico que dormía en la parte trasera del vehículo de regreso a su casa para ponerlo a salvo. Cuídalo Minho, mantente en contacto para saber cómo está, le dijo Key quien se aferraba al brazo de su novio, más que preocupado por la salud de su nuevo amigo.

 

-          Te desmayaste... – habló incómodo – Lo lamento, fue mi culpa Taemin…

 

-          ¿Tú, culpa? – le preguntó sin entender a qué se refería con aquello. ¡Era un desmayo por todos los cielos! Algo de lo que debería estar más que acostumbrado siendo enfermero – sabes que estas cosas pasan todo el tiempo Minho, ni que tener leucemia fuera tú culpa…

 

-          Fui irresponsable Taemin, no debí sacarte de casa ni tampoco suspender tu tratamiento por tanto tiempo, así que sí, fue mi culpa… ahora duérmete – habló apartándose para chequear la pulsación del menor desde el monitor que estaba junto a su cama -… pero no te preocupes no volverá a suceder…

 

-          ¿Qué, qué quieres decir con eso…?

 

-          Lo siento, pero no podrás salir de nuevo de casa… - añadió fríamente-… duérmete por favor…

 

-          No, no hagas eso… Minho no, me rehúso, tú no tienes el derecho de encerrarme en esta casa… - se quejó incorporándose hasta quedar sentado sobre el colchón – no puedes tenerme aquí, menos ahora que conocí a Key hyung, y Jonghyun hyung…

 

-          Si puedo, mi contrato dice que puedo y lo haré – insistió sin mirarlo, sintiendo cómo su corazón se oprimía - ¡duérmete!

 

-          ¡NO ME DORMIRÉ MALDICIÓN! – gritó exasperándose. No podía creer lo que estaba sucediendo: luego de tener un maravilloso día fuera de casa, recorriendo la ciudad, en casa de Key, el almuerzo con ellos, las anécdotas, las risas, esos bellos recuerdos que hizo, el beso con Minho… todo aquello ahora se convertiría en nada – ¡No puedes retenerme aquí, no puedes!

 

-          Taemin, no quiero discutir contigo, por favor duérmete, debes descansar… - añadió tomándolo por un hombro y empujándolo levemente para que se recostara otra vez.

 

-          ¡NO ME TOQUES! – exclamó con la voz quebrada, al borde de las lágrimas - ¡Tú, me sacas de aquí, me haces tener… tener el día más increíble de mi vida, compartir con gente hermosa y ahora, ahora me quieres encerrar de nuevo aquí para morir solo! – le dijo en un llanto ahogado, que le hacía respirar entrecortadamente.

 

-          Tae, no es eso…

 

-          ¡Claro que es eso! – insistió sin dejar su brazo a torcer, no con aquello - ¡¿Acaso te crees tan perfecto?! ¡Nadie es perfecto Minho! ¡Qué más da que me haya desmayado, mírame, me estoy muriendo y eso es normal… POR LA PUTA CHOI! – continuó mirándolo con dolor y desconcierto, con sus mejillas inundadas en lágrimas desconsoladas - ¡¿Cómo te atreves a querer dejarme aquí luego de conocer a Key y a Jonghyun?! ¡No quiero dejar de verlos, déjame tan solo estar con ellos hasta que todo pase! ¡No sacas nada con insistir en esto, ambos sabemos que no tiene caso este tratamiento de mierda! ¿Crees que esto te hará ser mejor persona, que te hará ser un superhéroe por sanar a un chico con leucemia? ¡La gente muere todo el tiempo Choi!

 

-          Basta ya… - murmuró cuando sintió que estaba en su tope.

 

-          ¡Déjame tan solo vivir lo que me queda repitiendo días cómo estos por la mierda! – continuó quejándose - ¡Déjame tan solo disfrutar de lo que no conocía hasta hoy! ¡Déjame volver a ser feliz como hoy! ¡No sé por qué te esmeras tanto en esto, si de todos modos voy a morir!

 

-          ¡ES QUE NO QUIERO QUE MUERAS MALDICIÓN! – le gritó perdiendo la paciencia que lo contenía hasta ese entonces.

 

Taemin sintió su boca acallarse y sus sentidos afinarse nuevamente para volver a repetir aquello que el moreno había dicho. Su pecho se estremeció hasta el punto del dolor, su respiración se detuvo en una fracción de segundos que le hizo soltar un suspiro ahogado. Frente a él estaba Minho, con las manos apoyadas en el colchón, con la cabeza gacha y la mirada perdida, respirando entrecortadamente, igual que él.

 

-          No quiero  dejarte morir sin haber intentado hasta lo imposible para retrasar ese instante… - musitó tan bajo, que el castaño no creyó capaz de oír aquello que le decía – no quiero, no quiero sentir que pude haber hecho más para poder ayudarte… - continuó sentándose al borde de la cama, dándole la espalda -… no quiero pensar en que debí haber intentado quizás otra cosa para hacerte sentir menos dolor, no quiero…

 

Cuando su corazón procesó sus palabras, supo que lo que Minho le decía no era nada más que palabras sinceras, las primeras que no dudó que así fueran. Pero verlo cabizbajo y arrepentido por su irresponsabilidad, le hizo saber que le importaba, que su salud y bienestar eran importantes para él. Verlo ahí, dándole la espalda para ocultar su culpa, tan solo le hizo sentir el impulso de ir al encuentro de su cuerpo, apoyando su frente en su espalda, notando cómo el moreno se estremecía con su tacto, enmudeciéndolo.

 

-          Por favor… - murmuró golpeando su aliento en el cuerpo del chico -… no me encierres aquí, por favor Minho…

 

Al instante en que sintió un peso ubicarse en medio de sus omóplatos, perdió el habla. Cerró sus ojos procesando las súplicas del chico, procesando el tenerlo de nuevo tan cerca de él, torturándolo. Se volteó suavemente, encontrándose con el rostro entristecido de Taemin, quien en su mirada solo pedía que lo entendiera.

 

-          Tae… - susurró atreviéndose a acariciarlo nuevamente – entiéndeme, debo cuidarte, QUIERO cuidarte, no me hagas esto más difícil…

 

-          Minho, yo…

 

-          Sé hoy tuviste un día especial, para mí también lo fue: ver a mis amigos… no sabes cómo los extrañaba… - habló dejando caer su mano desde esa suave piel que lo distraía -… pero fui irresponsable con tu salud, y eso no puede volver a pasar…

 

-          Pero es que yo…

 

-          Por favor… - le rogó nuevamente. Pero al verlo frente a él, con esa súplica brotando de sus llorosos ojos, no hizo nada más que empeorar la situación. Estaba poco a poco comenzando a rendirse ante la imagen desesperada de querer vivir al extremo lo que quizás no había vivido en mucho tiempo. Lo que para Minho era algo normal, tal vez para Taemin era algo nuevo, algo que en el final de su vida, comenzaba recién a descubrir – Lo siento, pero no puedo acceder a lo que quieres…

 

-          No… - gimió con esas ganas impulsivas de llorar otra vez – No, por favor no… Minho, no me hagas esto, Minho no…

 

-          Duérmete Taemin, debes descansar… - insistió recobrando su rol de enfermero. Se incorporó de la cama, caminando hasta el mueble con los suplementos médicos, mientras vaciaba el contenido de un pequeño frasco en una jeringa.

 

-          ¿Qué haces…? – le preguntó asustado, previendo lo que haría – Minho, ¿qué-qué, qué es eso…?

 

-          Te ayudará a dormir…

 

-          ¡No, no te atrevas a poner eso, Minho no! – le reclamó mientras el moreno se iba encima de su cuerpo, capturando su brazo, inmovilizándolo - ¡NO LO HAGAS, NO, MINHO, POR FAVOR NO…!

 

-          Lo siento Taemin…

 

-          ¡Te odio maldito imbécil, te odio, te… o-di-o! – musitó débil, antes de caer en un profundo e indeseado sueño.

 

 

 

Día 10

 

 

Los días habían pasado más lentos de lo que parecían. El nacer del sol por el horizonte, teñía de matices rojizos que bordeaban los tonos púrpuras. El cielo lentamente empezaba a cambiar, llenándose cada vez más de nubes espesas que permanecían en el firmamento hasta el final del día. Las tardes pasaban al giro del reloj que marcaba el paso de los minutos, perdiéndose en ese sonido que se volvía ensordecedor. Y las noches, las noches eran cada vez más solitarias.

 

Los árboles se dejaban abatir por ese viendo otoñal que arrancaba las hojas de las ramas, formando charcos de tonos marrones y rojizos que contrastaban con el verde de los jardines de la casa y las rosas de la temporada pasada ya habían sido podadas.

 

El vaho de su aliento chocaba con el vidrio de la ventana, jugando a desaparecer antes que respirase de nuevo; el día estaba demasiado frío para que le permitiese salir, al igual que el día anterior, y el día anterior a ese. Desde aquel día que salió de casa para ir a un chequeo médico, que luego se convirtió en un almuerzo con los amigos de Minho, Taemin no volvió a salir de casa. El moreno se había encargado de mantenerlo encerrado en esas paredes que, recién luego de ese día que consideró el más feliz que vivió por mucho tiempo, notó lo pesadas y sofocantes que eran.

 

Ante no le había preocupado en tratar de llevar una vida normal de adolescente, haciendo amigos, yendo a la ciudad a visitarlos, salir a divertirse. No, no le había importado, solo se había evocado a vivir los días que le quedaban encerrado y frustrado con la vida por haberlo maldecido con esa enfermedad de mierda. Pero luego de conocer a Key y Jonghyun, se arrepintió por haber desperdiciado tanto tiempo, tiempo que pudo haber usado en entablar relaciones de amistad como lo había hecho con los amigos del moreno, ahora también sus amigos, de los cuales no sabía nada desde hacía una semana.

 

Los últimos días solo se trataban de despertarse adolorido, ducharse, vestirse, desayunar y tener todas sus comidas como gente normal en el salón. Luego iba directo a su dormitorio, se sometía a 3 sesiones de quimioterapia en el transcurso de la jornada, dormía su siesta y se sentaba en el umbral de la ventana de la sala de estar de su cuarto, a ver cómo pasaban los días. Ya no salía a caminar por los jardines, ignorando las veces que su madre le insistió que lo hiciera, incluso la señora Joo Jin. Ya no jugaba con su consola de video juegos y su televisor tampoco supo de encenderse. Ya no se asomaba por la sala de video, en donde había un proyector y cómodos asientos para ver películas. Ya no hacía nada de aquello, ni siquiera discutía con Minho; de hecho hace una semana que no le hablaba. De su boca solo eran monosílabos y una absoluta obediencia.

 

Para Minho tampoco había sido fácil. Todos los días trataba de hacer algo distinto para variar esa rutina en la que Taemin se estaba hundiendo, y sabía que era por su culpa. No supo cuántas noches se martirizó por haberlo encerrado en esa casa, negándole la posibilidad de que volviera a salir. No supo cuántas veces el castaño le gritó y lo golpeó hasta sacarle sangre rogándole para que Key y Jonghyun lo fueran a visitar a su casa. No supo cuántas veces lo pilló cogiendo su teléfono a escondidas para tratar de ponerse en contacto con ellos, fallando en cada intento, pues el moreno iba y se lo arrebataba de las manos. No supo cuántas veces le escupió en la cara cuando se le acercaba a ponerle compresas frías cuando sufría de fiebre. No supo cuántas veces el chico le vomitó encima a propósito, tratando de joderle el día tal cómo él se lo había jodido. Y no supo cuántas veces, se arrepintió por haber sido tan imbécil con él, tan exageradamente aprehensivo, tan dominante en su rol de enfermero, tan como la mierda porque verlo así, con la mirada perdida, con los ojos sin ese brillo que conoció el día que lo sacó de casa, sin esas risotadas que tanto le había gustado, sin ese nuevo Taemin que lo cautivó hasta el punto de ir hasta él y devorárselo en ese imprudente beso.

 

A sus ojos Taemin estaba más muerto cada día, a pesar de que aún restaban 20 días para lo que parecía ser su sentencia final con fecha de expiración, el chico estaba hundiéndose lentamente en un aura de soledad y mutismo que lo comenzaban a desesperar y ver en cada intento de poder ser sutil con él, una ocasión fallida en que Taemin lo ignoraba, no lo miraba, no le hablaba, solo actuaba mecánicamente y ni siquiera se molestaba en discutir con él.

 

Cuando sonó la alarma de su celular, supo que el tratamiento de media tarde había acabado. Dejó el libro que había estado leyendo en la sala de estar del segundo piso, incorporándose para golpear la puerta del dormitorio del chico; quien le había pedido lo dejase solo durante sus tratamientos, esa había sido la última petición que le hizo antes de quitarle el habla.

 

-          Taemin soy yo, voy a entrar… - le dijo esperando una respuesta que sabía no vendría. Abrió la puerta y lo encontró como siempre: sentado en el umbral de la ventana de la sala, con la cabeza apoyada en el vidrio y la mirada perdida - ¿Cómo te sientes? ¿Tienes dolores? – preguntó tocando su frente chequeando si habían rastros de fiebre y sosteniendo su muñeca mientras controlaba su pulso -…has estado respondiendo bien al tratamiento Taemin, te felicito… - pero nada, ni una sola palabra salía de su boca.

 

Minho expiró frustrado, ya no sabía qué decirle, ni cómo tratarlo para volver a traer a ese Taemin de antes; incluso buscaba excusas para hacerlo enojar y así al menos le hablase en una discusión, pero nada. El moreno fue hasta la repisa con los suplementos médicos que tenía en el cuarto del chico, tomando algodón y gasas. Fue nuevamente hasta él, quitando cuidadosamente las agujas de su brazo, soltando leves gotas de sangre que limpió lentamente y con sumo cuidado, rozando la yema de sus dedos en esa suave piel. Luego colocaba pequeños parches, repasando nuevamente con su mano que estuvieran bien colocados, innecesariamente, pues todo era para poder sentirlo entre su tacto, para poder tocarlo.

 

-          Enséñame cómo hacer eso… - le habló de pronto, haciéndole saltar del asombro de escuchar su voz luego de tantos días.

 

Taemin, ¡estás hablando!

 

-          ¿Qué-qué cosa quieres aprender? – preguntó sin evitar esbozar una sonrisa.

 

-          Quitar las agujas y poner los parches en mi brazo… - murmuró fríamente.

 

-          ¡Claro, seguro, yo te puedo enseñar! – exclamó sorprendiéndose a sí mismo por lo entusiasmado que estaba de estar cruzando palabras con el castaño - ¿Por qué quieres aprender a hacerlo?

 

-          Porque no soporto que pongas tus putas manos de mierda sobre mí… - acotó volviéndose hacia él, para demolerlo con esa cruza mirada que lo desarmó y le hizo quedar atónito – No quiero que vuelvas a tocarme… - y diciendo esto, bajó del marco de la ventana en donde había estado sentado y caminó hasta su cama, acostándose de espaldas al moreno.

 

Minho permaneció de pie, pestañeando choqueado mientras procesaba lo que el castaño le había dicho. No pudo decirle nada, no supo articular palabra alguna, solo estaba ahí, inmóvil y demasiado humillado.

 

 

El resto de la tarde se volvió mucho más incómoda desde aquel breve intercambio de palabras. La hora de la cena había llegado y en la mesa Minho trataba de dejar sus frases abiertas de modo que Taemin pudiese incluirse en la conversación, pero siempre fallaba. El chico solo hablaba con su madre, y la madre del menor por su parte también trataba que Taemin le hablase a  Minho, pero no había caso. En aquella mesa las conversaciones a la hora de cena era de Taemin a su madre, y de la mujer hacia el moreno.

 

Luego del café de sobremesa, el castaño subió hasta su cuarto, dejando a su madre y a Minho en una conversación de la que nunca era partícipe, pues sabía que hablaban de él.

 

-          ¿Aún no te habla…? – le preguntó dejando su taza en el platillo sobre la mesa de centro de la sala.

 

-          No… - mintió sin mencionar el intercambio verbal de la tarde -… creo que aún me odia

 

-          Mi hijo no te odia Minho, él no es capaz de odiar a la gente… - dijo sonriéndole -… él solo está demasiado molesto porque no puede entender que lo que haces es por su bien, por favor no pienses mucho en eso…

 

-          Lo haré, gracias señora Lee… - acotó no muy convencido de lo que la mujer le decía -…ahora si me disculpa, me retiraré…

 

-          Ve, y descansa… - añadió, antes de recordar que tenía algo importante que debía decirle - ¿Minho…?

 

-          ¿Si señora…? - respondió volteándose, justo cuando se disponía a subir por las escaleras – dígame…

 

-          Minho, quería que te tomaras este fin de semana libre… - habló incorporándose de su sito y caminando hacia él, quién la miraba algo perdido.

 

-          ¿Tomarme el fin de semana libre…? ¿Por qué haría algo como eso señora? – preguntó sin entender lo que le decía - … el tratamiento de Taemin, yo no puedo…

 

-          Minho, Taemin estará bien…

 

-          Señora, yo…

 

-          Minho, ese es mi regalo de cumpleaños para ti… - interrumpió ante la cara de asombro del chico. Y es que claro, con lo intensa que había sido la última semana, lo había olvidado por completo – No me digas que olvidaste que el sábado cumples años…

 

Mi cumpleaños…

 

-          ¡Dios, niño! – exclamó la mujer soltando una asombrada risa - ¡Olvidaste tu cumpleaños!

 

-          Yo, este… creo que si – titubeo nervioso, rascando su nuca.

 

-          ¡Ay Minho! – suspiró sonriéndole – No tengo regalo para darte, pero supongo que necesitas un fin de semana para ti, para recargar energías, sé que Taemin es muy agotador… así que por favor no me porfíes, toma tus cosas y vete lejos: a la playa o algún lugar como ese…

 

La playa, ¡vaya, hace tiempo que no voy! Quizás deba invitar a los chicos también… Pensó reafirmando que quizás no sería mala idea.

 

-          Pero señora, el tratamiento de Taemin…

 

-          Ya contraté a un suplente que llegará el viernes por la mañana y se irá el domingo… - continuo sin darle opciones de porfiarle -… recuerda, debes estar de regreso el domingo por la noche, ¿está bien?

 

-          Señora…

 

-          ¿Está bien Minho…? – insistió en su rol de empleadora.

 

-          Está bien – afirmó sonriéndole -… estaré de regreso el domingo. Gracias por su regalo señora, lo aprovecharé bien…

 

-          Que tengas buen viaje Minho, me temo que estaré en el trabajo cuando te vayas, así que pásalo bien y disfruta de estos días… - le habló adelantándose a él, subiendo hacia su dormitorio -… buenas noches Minho, descansa…

 

-          Buenas noches señora…

 

La vio caminar hasta su dormitorio, sin poder evitar pensar en lo buena jefa que era. Suspiró hondo pensando en que podría tener un par de días para él. Y al mismo tiempo pensó en que tal vez no sería buena idea irse y dejar sus deberes abandonados. Pero es que no confiaba en que su reemplazo fuera demasiado competente y luego pensó en Taemin, en lo que  pudiese hacerle a quien lo cuidase por esos días, recordando las disputas que tuvo con él cuando llegó por primera vez a su casa.

 

¡Maldición, Taemin! Se quejó anticipándose al fin de semana del terror que se aproximaba en aquella casa y con él lejos, sin controlar los arrebatos que de seguro el chico tendría con su próxima víctima.

 

Caminó pues hasta la puerta del chico, golpeándola antes de entrar. Cruzó la oscuridad de la sala, abriendo las puertas que daban con la cama del menor. Se sorprendió el no verlo acostado, girándose hacia el baño, en donde la luz bajo la puerta lo delató: estaba ahí dentro.

 

-          Taemin, soy yo, voy a entrar… - le dijo antes de abrir la puerta y verlo para su asombro recostado sobre el wc, con el cuerpo en el suelo y restos de vómito en su cuerpo - ¡Mierda Taemin! – exclamó yendo hacia él para ver cómo estaba – ¿estás bien?

 

-          No… no me toques… imbécil – lloriqueo apartándose de su tacto, removiendo torpemente su débil cuerpo.

 

-          Taemin… - le dijo casi en una súplica, alzándolo del suelo, notando cómo el chico quitaba su brazo de su agarre, clavándole una cruda mirada acuosa, visiblemente enojado con él – Déjame ayudarte, mírate cómo estas… deja limpiarte…

 

-          Si Minho, mira, mira cómo estoy… ¿doy pena no? – ironizó mientras lentamente trataba de ponerse de pie por sí mismo -… el pobre niño rico que muere de leucemia, encerrado como un prisionero por su enfermero… debe causarte risa verme así ¿cierto Min-Minho?

 

-          Tae… - susurró nuevamente, queriendo ir hacia él para ayudarlo, siendo nuevamente rechazado por el chico quien lo empujó cuando notó que se le acercaba.

 

-          ¡Aléjate! – exclamó en un llanto lleno de rabia y decepción - ¡Apártate, tu… tú, maldito!

 

Minho sintió su cuerpo contraerse al verlo así, sucio, débil, frustrado, llorando de frustración contra él. Tragó saliva dolorosamente al tenerlo de esa manera frente a sus ojos, cada vez más cerca de su final, cada vez más lejos de lo radiante que fue ese día, ese magnífico día en que se dio cuenta que nunca se cansaría de oírlo reír como lo había hecho en compañía de sus amigos.

 

De pronto lo vio tambalearse sobre sus pies, mientras intentaba apoyarse sobre el lavabo. Pero antes de que pudiese caer, fue hasta él sosteniéndolo por la espalda y permitiéndose apoyar el cuerpo de chico sobre su pecho, dándole estabilidad.

 

-          ¡De-ja-me! – se removió tratando de apartarse de él, siendo impedido por los brazos del moreno que se cerraban en torno a su cintura, manteniéndolo firme sobre él - ¡No quiero que me toques! ¡Suél-ta-me imbécil…! ¡Te odio, te odio Minho, te odio…!

 

-          Yo también me odio… - murmuró débil perdiendo su miraba en el espejo frente a él, contemplando su reflejo abrazando por la espalda a Taemin, quien lo miraba sorprendido -… me odio tanto por hacerte infeliz estos días y odio tanto que no me hables…

 

-          ¡Apártate, no me toques! – se quejó de nuevo en un intento de ignorar las cosas que el moreno le había dicho, queriendo usar su enojo para no tener que oírlo ni menos sentir cómo su cuerpo comenzaba a reaccionar por ese cálido agarre - ¡Eres un maldito hijo de puta Choi, un desgraciado, te odio tanto…!

 

-          Lo soy, soy un maldito hijo de puta, lo sé… - continuo en ese mismo tono pasivo, al borde del suicidio; pero no le importó, pues supo que aquella era su oportunidad para reivindicarse con el menor – Soy un hijo de puta por haberte encerrado aquí, por no dejarte saber de Key y Jonghyun, por creer que teniéndote aquí te mantendría a salvo. Pero es que yo, yo tenía miedo… no quería que te pasara algo… Yo olvidé que debía cuidarte, olvidé que debía darte tu tratamiento, olvidé que estás enfermo… pero es que verte tan feliz, yo… ¡Dios, yo también fui tan feliz Taemin!

 

-          Me quitaste el mejor día de mi vida… - habló de pronto, encontrando su mirada en el reflejo del espejo con la del moreno -… y eso, eso no te lo voy a perdonar jamás – continuo dejando que las lágrimas cayeran libremente de sus ojos - … y es que odio ¡odio, que fueras tú el que me hiciera tan feliz!

 

Y eso fue, aquello fue lo que hizo click en su corazón y lo lleno de impulsos eléctricos por todo su cuerpo. Lo apartó sutilmente de su cuerpo, girándolo para que quedara frente a él. Alzó su mentón topándose con su afligida mirada, aventurándose a secar el camino de sus lágrimas con el torso de sus manos. Y ahí lo vio, tan indefenso frente a él, tan pequeño, tan tímido y tan adorable, todo en una mezcla demasiado tentadora como para ignorarla.

 

-          Lamento haberte hecho feliz Taemin, no fue mi intensión… - le dijo sin apartar sus ojos de él, sin separarse de su cuerpo, sin prohibir que sus manos se alzaran hasta su rostro - ¡Dios, tengo unas ganas enormes de darte un beso! – exclamó dejando salir lo que su cuerpo le exigía, lo que su corazón le estaba pidiendo nuevamente, notando cómo el cuerpo de Taemin se tensaba junto al suyo, como su respiración se agitaba y tornaba nerviosa – Yo odio tanto el haberte besado en el auto, sin poder hacerlo otra vez… odio que no dijeras nada, odio el no saber si… no saber si…

 

-          Me gustó… - interrumpió regalándole las palabras que le faltaban para completar aquella frase que lo estaba haciendo titubear. Y es que era cierto, a Taemin le había gustado ese beso, tanto que Minho se había llevado con él hasta sus palabras, enmudeciéndolo hasta el punto que no fue capaz de decir nada -… ese fue, fue mi primer beso Minho… y me gustó, me gustó mucho…

 

-          Tae… - dijo en un suspiro, tomando al chico por el rostro, acercándolo a él hasta capturarlo con su boca, besándolo otra vez. Mezcló sus labios con los del menor, en suaves movimientos que le hicieron sentir tan bien. Humedeció la boca seca de Taemin rozando sutilmente sus labios con el borde de su lengua, notando como el chico se estremecía con aquello. Depositó un último beso en la comisura de su boca, apegando su frente con la de él, mezclando sus respiraciones y sus alientos – Si tu madre, si tu madre se entera, yo…

 

-          No lo sabrá… - le interrumpió posando su mano sobre ese musculoso pecho que colindaba con el de él -… no quiero que te vayas…

 

-          Y yo no quiero irme… - suspiró depositando cortos besos en la boca del menor, en sus mejillas, en su mentón, en la punta de su nariz, en sus párpados, haciéndolo reír -… extrañé tus risas, extrañé que me hablaras incluso que discutiéramos, te extrañé tanto…

 

-          Te estaba odiando, estaba muy enojado contigo…

 

-          Lo sé, fui un imbécil, pero trata de entender… - continuo acariciando su rostro -… si algo volvía a pasarte… es que tú, no sé qué me has hecho Taemin, me tienes embobado…

 

El chico lo vio perder su mirada hacia el suelo. Quizás estaba demasiado arrepentido, o tal vez enojado, pero no fue así. Como Minho era más alto que él, pudo notar que tan solo estaba avergonzado, tanto que el borde de sus orejas estaban de un inusual tono carmesí. Al verlo así, tan fuera de esa personalidad mandona que tenía, al verlo debilitado por él, “embobado” como le había dicho, solo pudo acercarse aún más y apoyar su cabeza en su pecho, abrazándolo tímidamente.

 

 

Un rayo de sol golpeó violentamente su rostro acalorado. Removió sus ojos, abriéndolos perezosamente, pero fue una brisa fresca que lo hizo despertar por completo. Se movió en su sitio, extrañándose se estar en un espacio demasiado pequeño. Se incorporó en el sitio, percatándose que estaba dentro del auto de Minho. La luz del exterior le cegaba, pero aun así pudo ver que estaba en un estacionamiento, que no supo reconocer.

 

Se quitó la colcha que lo cubría, notando que estaba vestido con un pantalón corto, polera a tono y un suéter delgado. Se puso las zapatillas de lona que estaban en el suelo y un gorro, y abriendo la puerta salió. Estando afuera notó que el sol era mucho más brillante y abrasador, que la brisa era tibia y se sentía muy bien en su piel, que las gaviotas volaban sobre su cabeza, y que todo el lugar era demasiado amplio. Se volteó entonces, buscándolo, cuando notó en donde estaba.

 

La luz brillaba en hermosos brillantes por sobre la superficie del agua, el horizonte se mezclaban en uno solo y la arena resplandecía: estaba en la playa. Sonrió sorprendido sin recordar cómo es que había llegado hasta ahí, pero no se detuvo a pensar en aquello, solo cruzó el estacionamiento hasta posar su cuerpo en la tibia arena que comenzaba a colarse por entre sus pies, causándole cosquillas. Caminó hasta la espuma que se formaba con cada ola que reventaba, maravillándose por lo hermoso que era todo, por lo amplia que era la playa y por lo inmenso que era el mar frente a sus ojos.

 

No lo dudó mucho y solo dejó que el agua lo alcanzara, sobresaltándose por lo fresca que estaba. Se agachó para rozarla con sus dedos y avanzó hasta tenerla a la altura de sus rodillas, mojando sus zapatillas y el borde de su pantalón corto.

 

-          Se supone que debes quitarte las zapatillas…

 

Le dijeron desde su espalda, haciéndolo voltear hasta verlo ahí; de frente a él, con las manos en su pantalón de tela arremangados a la altura de sus tobillos, sus pies descalzos, su polera blanca y su rostro con una amplia sonrisa mientras lo veían bañarse.

 

-          Minho… - murmuró sonriéndole, caminando hasta donde el mayor se encontraba. Cuando se encontró frente a él, sintió su cuerpo disminuirse con esa blanca sonrisa que le estaba regalando, distrayéndolo – Yo…

 

-          Pensé que te gustaría venir… - le interrumpió volteándose para poder contemplar el horizonte -… tu madre me dio el fin de semana libre hasta el domingo…

 

-          ¿Ella sabe, sabe que yo…?

 

-          Si sabe, no te preocupes… tampoco pretendía secuestrarte - afirmó mirándolo de reojo -… pero no pienses que interrumpiremos tu tratamiento…

 

-          Lo sé… - dijo sin poder evitar sonreír al sentirse completamente libre nuevamente, lejos de esa casa que odiaba más de lo normal, hallándose ahí, en esa hermosa playa, junto al moreno -… me encanta, me gusta mucho estar aquí Minho, gracias…

 

El chico se volteó, topándose con la mirada luminosa del menor, quien no dejaba de sonreír, agradecido por estar lejos de casa. Y supo que había hecho bien, que no tuvo porqué sentir temor de pedirle permiso a su madre para llevarlo con él esos días, argumentando que le haría bien el aire costero.

 

-          Me alegro que te guste… - añadió acariciando el borde de su mentón, manteniendo una distancia prudente para no perderse esa sonrisa que le gustaba tanto. Se acercó entonces hacía él, capturándolo por la cintura para apegarlo sutilmente a su cuerpo y así poder juntar su frente con la del chico, quien se sujetó de sus brazos, apretándolos suavemente – perdóname por haberte encerrado, me equivoqué…

 

-          No sigas con eso, ya pasó… - murmuró el castaño cerrando sus ojos, sintiendo cómo su nariz rozaba con el mayor que no dejaba de acariciar su cara -… solo déjame disfrutar de estar aquí…

 

-          Disfruta conmigo, por favor… - musitó encontrándose nuevamente con su mirada sorprendida – déjame enmendar mi error…

 

-          Mmmm… - murmuró travieso – No sé si estar aquí sea suficiente…

 

-          ¡Hey! No me porfíes, soy tu enfermero…

 

-          Uno que me besa… - dijo haciendo que el moreno se incomodara, soltándolo de su agarre y apartándose de él - ¡Hey, Min-Minho…!

 

-          Lo lamento, no sé qué me pasó, lo siento, no debí hacerlo… sobrepasé mis límites, no quiero que pienses que me aprovecho de ti… Taemin, yo…

 

-          ¡Tú hablas demasiado! – exclamó antes de colgarse a su cuello para poder capturar su boca por sorpresa y así robarle las palabras en un tímido beso, casi un roce de sus labios, que el mayor se dedicó a profundizar cuando notó que Taemin quería apartarse de él, atrapando su labio inferior por entre los de él.

 

El castaño se dejó llevar por él, que en suaves movimientos comía su boca, saboreándola. Sonrió para su interior porque no quería que Minho supiera lo mucho que le comenzaba a gustar que lo tomara por sorpresa y lo besara. Pero tampoco lo pensaba demasiado, de ser la persona que más odiaba, se volvió en la persona a la que le gustaba permanecer de ese modo: apegado a su cuerpo, sintiendo sus palpitares mezclándose con los suyos, su respiración nerviosa que soltaba leves suspiros por entre sus labios, sus manos tomándolo con demasiada delicadeza mientras trazaba círculos por su espalda mientras lo besaba.

 

Y es que Taemin cada vez se convencía más, que besar a Minho era la mejor manera que tenía para poder dejar de discutir con él, para enmudecerlo, para descolocarlo, para acallarlo y superarlo nuevamente, porque estaba seguro, mucho más que seguro que él se había convertido en el talón de Aquiles del moreno y eso, eso lo hizo sentir bien, demasiado bien.

 

 

Minho: 3 / Niño mimado: 4

 

 

Al fin sintió por primera vez que le había ganado, que lo había vencido.

 

 

 

Notas finales:

Dejen reviews de amor, porque puedo anticipar que les gustó este capítulo, no sean mal@s conmigo u.u

 

Nos vemos el próximo capítulo, se cuidan! ^^


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