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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Holi ^^

Les cuento algo? Aún sigo feliz por ayer :) estaba tan feliz que tomé este fic y no lo solté hasta poder terminar el capítulo y dejarles algo hermoso porque se lo merecen.

Quiero nuevamente agradecer tooooodo el cariño y apoyo que me han dado, estoy en las nubes y sigo sin poder creer la acogida que le han dado a mis fics, sobretodo luego de la actualización de ~Recuérdame~ <3 GRACIAS TOTALES! xD

Volviendo al fic, por ahí respondí un review en donde puse que quizás esta historia no se extendería más de 15 capítulos. Honestamente no sé qué tan cierto pueda ser eso, quizás sale más cortito :/ no me odien u.u

Y quizás es mi alegría interna o qué se yo, pero volví a llorar escribiendo este... espero sepan por qué :)

Espero les guste!

PD: disculpen si tiene algunos errores u.u

-CAPÍTULO VIII-

 

Día 13

 

Esa mañana despertó más temprano de lo habitual, tenía que hacerlo. No le importó que el sofá fuera algo pequeño para su cuerpo, ni menos tener que dormir solo un par de horas, por no haber podido en toda la noche sacarse esa imagen suya siendo ridiculizado por Taemin.

 

Él es el hermano menor de mi madre Minho… Luhan es mi tío… ¡Arg, pero que imbécil había sido! ¡¿Cómo, o sea, en qué MIERDA estaba pensando en siquiera haberse atrevido a actuar así con él?! No tenía ningún derecho, nada que le hiciese tener la osadía de reclamar la atención del castaño. Se habían besado en más de una ocasión ¡Y Dios cómo le gustaba!, y estuvieron tan solo a un punto de hacer el amor ¡Y mierda como odiaba el no haber sido capaz de tan solo dejarse llevar por ese impulso carnal! Y es que cuando tuvo a Taemin capturado entre su cuerpo y el muro de la habitación, con sus piernas rodeándole la cintura, con su boca sobre su piel mientras él se comía la suya, con sus sexos buscándose, con cada célula que le vibraba a mil por hora; todo, absolutamente todo lo racional que creyó haber perdido se le vino de golpe a la cabeza en la imagen de Key.

 

Minho, él está fuera de tu alcance… si te involucras con él, nada bueno saldrá de eso… ¿Qué tan cierto podría ser? ¿Era realmente un error eso que empezaba a sentir por el chico? ¿Lo era…?

 

No sé qué estás haciendo o pretendes hacer, pero detenlo, no sigas… ¿Podría ser capaz de ponerle un alto a la situación? ¿Podría seguir trabajando sin pensar ni desear en estrecharlo en sus brazos, ni probar su boca ni tocar su piel? ¿Podría…?

 

Mierda, Minho, te olvidas que él está enfermo, no puedes creer que tendrás la oportunidad de tener algo con él cuando en un tiempo más ya no va… cuando… Y sí, lo había olvidado. Apenas si lograba recordar que ya estaba casi en la mitad de ese corto camino que se había atrevido a cruzar con él. Ya pronto todo acabaría y las cosas dejarían de ser color de rosa. Ya los días serían cada vez más complicados, Taemin ya no respondería más al tratamiento y su dolor comenzará a ser más intenso. Y eso, eso Minho lo había olvidado por completo.

 

Minho, tú no tienes nada para poder darle, por favor no le hagas daño, ya suficiente tiene con su propia vida para que vengas tú y le des falsas expectativas… Falsas expectativas, que desagradable era recordar esas palabras de Key ¡¿Cómo se atrevía a decirle esas cosas si ni siquiera sabía lo que realmente sentía por Taemin?! ¡Y es que lo enfermaba de los nervios que se interpusiera de esa manera con tu personalidad controladora y manipuladora, queriendo siempre tener el control de las cosas! ¡Bien, que fuera y lo hiciera con Jonghyun que para eso lo tenía como novio, que no osara en hacer lo mismo con él! ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!

 

Y entonces respiró. Cubrió su rostro con el torso de su brazo desnudo y se dejó vencer. Habían muchas cosas que Minho las tenía como inciertas, sin un rumbo fijo y dando vueltas en círculos sin fin que lo mareaban. Pero había solo una de ellas que no podía negar y que aunque fuese en contra de su voluntad, debía asumir: Key tenía razón.

 

Cruzó el umbral de la puerta de la habitación, ya listo para lo que no debían dejar de lado. Contuvo por un instante el aroma que circulaba por esos metros cuadrados, para no perder la razón, y se acercó al culpable de sus desdichas y desvergonzuras.

Minho no supo si fue todo su cuerpo enredado entre las sabanas, o su piel resplandeciendo con la luz del sol que entraba por la ventana. Tal vez su boca que derrochaba dulces suspiros en su dormir y los que quiso capturar con sus labios, o quizás fue su pelo desparramado en la almohada. No supo realmente qué había sido, pues solo se dejó embobar, seguir idiotizándose por esa aura de tanta tranquilidad que el chico expelía ¿Acaso así se vería cuando…? ¿Estaría así de calmo y en paz cuando…? Probablemente así sería.

De pronto un brillo reluciente que cayó por su frente en forma de una gota de sudor lo atrajo a la realidad. Se aventuró a tocarlo y agradeció el haber llegado en el momento justo en que una fiebre lo dominaba. Dispuso las cosas necesarias y aprovechando que Taemin parecía estar aún en un trance alejado de la realidad, lo inyectó para medicarlo.

 

-          ¡Ah! – se quejó removiéndose adolorido, despertándose lentamente.

 

-          Lo siento…

 

-          Eras… eras tú… - habló abriendo los ojos y notando lo que pasaba: de nuevo esa mierda inútil de tratamiento.

 

-          ¿Cómo te sientes…? – preguntó sentándose al borde de la cama - ¿Dormiste bien…?

 

-          Me siento… - y un suspiro – Enfermo…

 

-          Lo lamento…

 

-          Está bien, así son las cosas… - añadió restándole importancia al verlo tan incómodo - ¿Y tú…? ¿Qué tal el sofá?

 

-          Nada mal, al menos nada que una pastilla antiinflamatoria no solucione… - le dijo sonriéndole – Pero creo que a ti te sentaría mucho mejor…

 

-          Ni cagando… - rio en esa actitud altanera que tenía – Los sofás no son lo mío… tampoco las camas de hospital… creo que deberé acostumbrarme a estar en un ataúd…

 

-          Tae…

 

-          ¿Qué…?

 

-          No digas eso… - se puso de pie de improviso, molesto por aquel comentario.

 

-          Ya vale… no lo diré si no quieres oírlo… lo lamento…

 

De pie junto a la cama lo vio cerrar los ojos, conteniendo el posible dolor que estaría sintiendo. Siempre era igual, y no solo con Taemin. La quimioterapia requería de un esfuerzo sobre humano para cada paciente que se sometía a ella, por lo que le era muy obvio saber que Taemin se estaba conteniendo mucho en no quejarse de sus malestares.

 

-          Tae…

 

-          ¿Mmm?

 

-          No podré regresar contigo a Seúl… - le dijo tentando a cómo reaccionaría el chico – Tengo, tengo unos asuntos personales que atender… y he hablado con tu madre, Jonghyun y Key te irán a dejar a casa…

 

-          ¡¿Qué?! ¡¿Por qué, qué tienes qué hacer?! – exclamó sentándose violentamente en la cama, al instante en que un mareo lo desestabilizaba, asustando a Minho quien fue rápidamente a su lado para sostenerlo - ¡¿Qué, qué es eso que tienes qué hacer?!

 

-          Solo… es algo personal, lo siento…

 

-          ¡No me vengas con mierdas Choi! ¡Yo soy ahora tu asunto importante, así que no te atrevas a dejarme solo, ¿oíste?!

 

-          Tae…

 

-          ¡NADA DE TAE Y ESAS MIERDAS! O ME DICES QUÉ VAS A HACER, O EN VERDAD TE HARÉ LA VIDA UNA MIERDA LOS RESTOS DE DÍAS QUE ME QUEDAN… ¡¿ESCUCHASTE?!

 

 

 

El trayecto fue en completo silencio, solo se sentía el roce de las ruedas del vehículo sobre el asfalto de la carretera. Atrás quedó el paisaje marino y la brisa costera de la playa, tomando un rumbo hacia el interior del pueblo, hacia los valles bajo las montañas.

Un adiós entre abrazos con exceso de amor y promesas de verse nuevamente fue lo único que quedó de esa despedida con Key y Jonghyun, y deseos de realmente pudiera verlos otra vez antes que todo acabara.

De reojo lo vio con la cabeza apoyada en la ventanilla, mientras suspiraba mirando el paisaje exterior. Todo era verde y en abundancia, el sol se colaba por entre los árboles y el viento soplaba creando una hermosa melodía. Minho nunca pensó en que se dejaría vencer tan rápidamente por él y ese carácter al que lamentablemente ya estaba acostumbrado. Solo lo vio subirse al vehículo con sus cosas, sin permitirle que lo hiciera a un lado en eso personal que tenía que hacer.

 

-          ¿Qué piensas…? – le preguntó – Pareces distraído…

 

-          Solo… tan solo estoy haciendo recuerdos… - respondió mirándolo brevemente – Solo hago recuerdos, eso es todo…

 

Para Taemin no era tan solo un trayecto hacia un lugar que desconocía. No, era mucho más. Era algo así como grabar en su memoria cada detalle, cada color, cada mínima cosa que pudiese conmoverlo y así atesorar en su corazón para siempre. Ya estar en el mismo auto en compañía de Minho, ya haberlo besado y saber cómo era tocar vagamente su cuerpo era algo que nunca se esperó y eso sin duda no tenía cómo superarlo. Pero aun así quería poder retener en su memoria esos días en la playa, las risas compartidas, las comidas con Jonghyun y Key, y así, cuando estuviese en el final de las horas, cerrar sus ojos y transportarse hasta esos momentos, para al menos de esa manera soñar con que seguía vivo.

 

-          ¿Minho…?

 

-          ¿Mmm? – murmuró entre dientes – Dime Taemin…

 

-          Minho, tú… - y una duda nerviosa - ¿Tú, tú harías el amor conmigo…?

 

Mentalmente el moreno agradeció que no iba manejando a una velocidad excesiva y que prácticamente eran los únicos en aquella ruta, porque de ser lo contrario, estaba seguro que había chocado contra otro vehículo por el asombro que le provocó el oírle preguntar eso ¿De verdad le había preguntado eso…? ¿Realmente era así…? ¡¿Cómo mierda le respondía…?!

 

-          Tae… - rio nervioso, acomodándose en su sitio sin apartar la vista del camino - ¿Por qué, por qué me preguntas eso…?

 

-          No lo sé… - bufó volteándose nuevamente hacia la ventana – Solo me preguntaba en cómo sería…

 

-          Ah…

 

-          ¿Minho…?

 

-          ¿Sí Taemin…?

 

-          ¿Tú… tú has hecho el amor antes? – continuó en esa tarea de ponerlo constantemente incómodo - ¿Te has acostado con una mujer antes…?

 

-          Sí Taemin, si lo he hecho…

 

-          Ya veo… - otro suspiro - ¿Con Sully, cierto?

 

¿Qué come que adivina…?

 

-          Sí Taemin, con Sully…

 

-          Ah… - susurró - ¿Y cómo fue…?

 

-          Cómo eso de ¿cómo fue…?

 

-          Sí, ¿cómo fue…? – insistió mirándolo nuevamente - ¿Cómo es? ¿Cómo se siente? ¿Duele, cierto? He leído que la primera vez duele mucho… ¿Te dolió?

 

-          ¡Ah por Dios Taemin ¿cómo me preguntas esas cosas?! – le reclamó queriendo cortar esa conversación.

 

-          ¡Son solo preguntas Minho! – se defendió notando lo nervioso que estaba – Como enfermero deberías saber que es algo completamente natural… ¿Te dolió, cierto?

 

-          ¡Ah, no lo sé, Taemin, no lo sé, no lo recuerdo! – mintió – No creo… no, no me dolió… bueno, quizás solo un poco…

 

-          ¿Y cómo es…? Dime, quiero saberlo…

 

Minho se volteó levemente para poder mirarlo, y entonces solo pudo darse por vencido nuevamente al ver cómo la curiosidad hacía brillar sus ojos.

 

-          No quieres saberlo, es vergonzoso…

 

-          ¡Anda, dime!

 

-          ¿No te darás por vencido hasta que te cuente cierto?

 

-          Te perseguiré hasta que me digas Choi…

 

-          Está bien… - bufó concentrándose en la ruta – Duele, pero no es un dolor tan malo, es soportable… y después, ya cuando… ya sabes… es solo lo que es… ¡Dios, de seguro has visto alguna película porno y sabes de lo que se trata!

 

-          Minho, las películas son pura ficción… - le recriminó entornando los ojos.

 

-          Créeme que las pornos no lo son Taemin… - añadió corrigiéndolo, viendo como el chico abría sus ojos sorprendido – Todo es tal cual las películas porno, excepto el exceso de gritos, eso es algo exagerado… bueno, creo que depende de con quien lo estés haciendo…

 

-          Mmmm, entiendo… ¿Minho? – continuó - ¿Sully grita mucho?

 

-          ¡ARG YA, POR FAVOR TAEMIN!

 

-          Lo siento, lo siento, lo siento… - se disculpó entre risas, sin poder evitar hacer ese comentario que de seguro lo molestaría – Solo bromeaba…

 

 

Se desviaron de la carretera hasta un camino empedrado que los adentraba por los campos de arroz. La brisa era mucho más fresca en ese lugar y el aroma a flores silvestres inundaba las fosas nasales del castaño. Entonces a lo lejos vio un pequeño grupo de casas tradicionales, que formaban una comunidad.

Se dejó maravillar por la belleza arquitectónica de las casas con tejados terminados en curvas y pisos de reluciente madera. Por el camino vio a uno que otro campesino cargando cestas con verduras o arreando pequeños animales. Todo el lugar era hermoso, cautivante y solo le hizo sentir envidia de esa gente que aparentemente parecía vivir tan tranquila alejada del ruido de la ciudad, sin muchas ambiciones materiales y tan solo con extensos valles y praderas alrededor de sus humildes casas.

El auto cruzó un viejo portón de madera que los dirigió hasta una hermosa entrada rodeaba de flores y una riachuelo que recorría el terreno. Al fondo, una casa también tradicional, pero demasiado grande formaba la postal perfecta.

Minho aparcó el auto justo afuera de la gran entrada con pilares de madera y mamparas de tela blanca. El moreno descendió y rodeó el vehículo hasta pararse en frente, de donde salió una pequeña mujer de edad que se estrechó a su cintura, en un apretado abrazo. Aún dentro del vehículo, Taemin los vio hablar y reírse animadamente uno con el otro, mientras la anciana acariciaba el rostro de Minho con demasiada ternura.

Se volteó pues para hacerle una seña y que fuera hasta donde ellos estaban, viendo bajar algo tímido al cabo de un rato. Caminó hasta pararse junto a Minho y frente a la mujer que lo miraba con una sonrisa en su arrugado, pero maternal rostro.

 

-          Taemin, te presento a Bo Nam… - le dijo rebosante en orgullo – Ella es mi abuela…

 

¿Su abuela…? Y pues claro que lo era, la anciana de unos ochenta años, era el fiel retrato de la madre de Minho. De eso no cabía duda alguna, pues el moreno también se parecía demasiado a ella.

 

-          Un gusto señora… - le saludó reclinándose cortésmente, notando cómo la mujer estaba ya a centímetros de él, y alzaba sus manos para atraparle el rostro, sorprendiéndolo.

 

-          ¡Oh! – exclamó acariciándolo con cuidado – Eres un chico muy hermoso, muy, muy hermoso…

 

-          Gra-gracias señora…

 

-          Y nada de señora, dime abuela Bo, acá todos me conocen así… - rio mirando a su nieto en una complicidad de la que sintió celos – Y bueno, pasen, pasen… el almuerzo está listo… deben estar exhaustos por el viaje mis queridos…

 

-          ¿Qué me has hecho de comer abuela? – preguntó Minho ofreciéndole el brazo para ayudarla a subir los escalones hacia el interior de la casa, seguidos en todo momento por Taemin que miraba el lugar sin perderse ni el más mínimo detalle – Supongo que mi comida favorita…

 

-          ¿Y tú qué crees bruto? ¡Claro que sí cariño!

 

-          ¡Ay, si yo te amo! – exclamó tomándola por la cintura y haciéndola dar giros en el aire, llenando el lugar de risas y besos con exceso de ternura – Eres la mejor…

 

-          Sí claro, sí claro… - ironizó arreglándose las ropas – Taemin cariño, Minho te llevará a asearte, espero tengas hambre…

 

-          Sí, gracias abuela Bo…

 

Se dirigió con Minho hasta una amplia habitación con el suelo acolchado y un par de futones enrollados, en donde dejaron sus bolsos y acomodaron las cosas. Luego lo siguió hasta una puerta corrediza que los llevó hasta una sala de baño, con una ducha sin mampara ni cortina, un wc tras un separador y un lavamanos. Todo estaba muy pulcro y lucía demasiado nuevo a diferencia del aspecto más desgastado del exterior de la casa.

 

-          ¿Sorprendido…? – le dijo al verlo más que sorprendido por pensar en que el interior del lugar tendría el mismo aspecto humilde que el exterior.

 

-          Solo, confundido… - se sinceró, aceptándole una barra de jabón con la que limpió sus manos para luego secarlas en una toalla.

 

-          ¡NIÑOS, A COMER!

 

-          Y, justo a tiempo… - añadió Minho yendo hacia la sala – No te dejes engañar Taemin, esta casa y esa mujer son todo un misterio… - rio acercándose al comedor, en donde una amplia mesa estaba atiborrada en distintos platos: carnes de todo tipo y preparada de diferentes maneras, pescado, verduras, sopas, arroz, guisos - ¡Wou, abuela te has lucido! – exclamó el moreno sentándose en el suelo, dándole un espacio a Taemin que miraba todo con demasiado asombro.

 

-          Más te vale que comas hasta no respirar Minho… - dijo la mujer acercándole los palillos y acomodándose en el otro lado de la mesa, frente a él – Ten Taemin, espero te guste todo…

 

-          Gra-gracias abuela, se ve todo muy delicioso… - añadió aceptándole los palillos mientras comenzaba a probar una que otra cosa.

 

-          ¡Ay niño respirar al menos! – acotó la mujer al ver a Minho engullir con demasiado esmero – Te ahogarás…

 

Taemin aquella vez supo lo que era una comida en familia, una familia de verdad. No hacía falta que hubiera un padre, ni más hijos, ni tíos desagradables ni primos insoportables. Ver a Minho en una faceta completamente diferente a la que él conocía, haciendo bromas a su abuela, riendo con cada reto de ella, tomándole las manos y dándole besos a cada instante, fue algo que lo sobrecogió.

Y pensó en su casa. En su desgraciado padre que los había abandonado por la mala relación que tenía con su madre y a causa de su decisión de no continuar más con su tratamiento, cosa a la que él siempre se opuso. Ya habían pasado años de que no lo veía, ni tenía noticias de él; lo que era seguro que mantenía una relación con la mujer con la que por años engañaba a su madre y que tenía un par de hijos pequeños. Y a su mente vino Luhan, en cómo la relación con su hermana mayor, madre de Taemin, se había terminado, pues él siempre se opuso a que Taemin desistiera de la quimioterapia y se diera por vencido con su enfermedad. Su tío lo había cuidado por meses en aquel hospital, casi como el padre ausente y que nunca lo fue a ver, lo acompañó cuando inició el tratamiento y luego lo reprendió, a él y a su madre por ser tan poco racionales, por tirar todo a la borda. ¡¿ACASO NO VES QUE NO QUIERO VERTE MORIR, NO CUANDO ERES TODO LO QUE TENGO, CUANDO TE AMO COMO SI FUERAS MI PROPIO HIJO?! Le dijo cuando tomó las cosas de aquel cuarto y se disponía a darse de alta bajo su responsabilidad, ¡SI VUELVES A CAER ENFERMO, TE ASEGURO QUE NO HARÉ NADA PARA AYUDARTE TAEMIN, NADA! ¡Y TÚ, TÚ MI DESGRACIADA HERMANA, ¿CÓMO PUEDES DARTE POR VENCIDO? ¿CÓMO SUBSIDIAS EL QUE TU HIJO MUERA?! De aquellos recuerdos ya mucho tiempo había pasado.

Y luego pensó en los empleados de aquella casa, y se preguntó cómo serían sus vidas, qué clase de problemas tendrían, si es que acaso eran felices trabajando ahí soportando al hijo rico moribundo y de mal temperamento. Y sintió lástima por ellos, por ellos y por su madre que después, cuando todo acabase, se vería sola en aquella enorme casa, llena de lujos y de cosas cargadas de amargos recuerdos.

 

-          Ten… - le habló extendiéndole una taza de té, mientras se sentaba a su lado en la terraza de la casa, perdiendo sus miradas en los extensos prados frente a sus ojos - ¿Te sientes bien…? Te ves algo distraído…

 

-          Sí… solo, solo estaba pensando… - le dijo bebiendo un sorbo.

 

-          Últimamente estás pensando demasiado… - añadió volteándose a ver su perfil.

 

-          Creo que no tengo mucho más por hacer….

 

Y bueno, tenía razón. Minho lo miró tratando de adivinar qué tipo de cosas pasaban por su cabeza para hacerlo perder en más de una ocasión el sentido de la realidad, transportándolo a otras dimensiones. Suspiró resignado en que el chico no le diría nada, y que él tampoco se lo preguntaría, y volteó su mirada hasta su abuela que recogía frambuesas de las matas del jardín.

 

-          Tu abuela… ella, es igual a tu madre… - habló al fin – y tú te pareces demasiado a ella…

 

-          Lo sé… - dijo en una sonrisa avergonzada.

 

-          Es extraño ver a una persona de edad viviendo sola en un lugar tan apartado, sin muchas comodidades, pero que rebose felicidad… - continuó - … es como si nada le hiciese falta…

 

-          Mi abuela, ella ha vivido todo lo que el destino le ha deparado, de una manera asombrosa… ni la muerte de mi madre, quien era su única hija, ni la muerte de mi abuelo la doblegaron… - le contó mientras le sonreía a lo lejos a la mujer – Es como si cada cosa la hiciese más fuerte…

 

-          Es una mujer increíble… - acotó mirando a Minho – Cuando me acarició y me dijo que era hermoso, sentí, sentí que lo decía de verdad… sentí mi corazón siendo colmado por un amor que no habría imaginado… su sinceridad, su convencimiento… me conmovió, en serio lo hizo…

 

-          ¿Recuerdas que te dije que no te dejaras engañar por ella…? – le dijo devolviéndole la mirada - ¿Lo recuerdas…?

 

-          Sí… ¿qué tiene eso que ver?

 

-          Taemin… mira a mi abuela… - habló apuntándola a lo lejos - ¿Ves cómo se inclina demasiado sobre las matas antes de arrancar las frambuesas? ¿Ves cómo las toca con cuidado, sonríe y luego las saca…?

 

-          Sí… lo veo… - afirmó - ¿Por qué lo hace…?

 

-          Tae, mi abuela es ciega… - añadió viendo cómo el rostro del chico lucía convencido, mientras volvía a observar a la mujer.

 

Pues claro que lo era, y ahora recién lo entendía. Cuando llegaron, el hecho de que lo tocara al saludarlo, tan sorpresivamente, palpando su rostro para reconocerlo. Y luego que Minho le ayudase  entrar a la casa, lugar que por cierto carecía de muebles, solo los necesarios, para así facilitarle el desplazamiento. Y al caminar por el patio, siempre lo hacía en una línea recta, sabiendo exactamente a dónde ir, sujetándose por los barandales que rodeaban el terreno. Y al quitar las frambuesas, las olía para ver si estaban en su punto de madurez, y las acariciaba para percibir si estaban en perfecto estado o afectadas por los bichos que las comían y echaban a perder.

 

-          ¡Dios… es, es cierto! – dijo convenciéndose de lo que el moreno le había revelado - ¿Cómo, cómo es que…?

 

-          Nació así… - le contó – Y la vida le enseñó a valerse por sí misma… mi abuela es una mujer excepcional…

 

-          ¡Y no soy sorda! – le reclamó la mujer gritándoles desde una distancia prudente como para sospechar que pudiese estar oyendo esa conversación - ¡Puedo oír todo lo que están hablando!

 

-          ¡Jajaja!

 

-          ¡Hey, abuela, no seas curiosa! – dijo el moreno poniéndose de pie para ir en búsqueda de la mujer – Esta mujer me saca de quicio muchas veces… - le susurró al castaño.

 

-          ¡CHOI MINHO, NI CREAS QUE NO OÍ ESO!

 

-          ¡Jajaja! – rio Taemin al ver cómo la mujer retaba al moreno, leyendo un ¡¿Ves?! De sus labios.

 

-          ¡Espera ahí, iré a ayudarte…!

 

Taemin se puso de pie entre sonrisas al ver a Minho correr hacia su abuela, para quitarle la canasta con frambuesas y arrancar de ella entre risas. Una reprimenda de parte de la mujer que le tiró una oreja y le hizo quejarse exageradamente, antes de ofrecerle el brazo y ayudarle a caminar hasta la casa.

 

Antes de que todo acabe, quiero sentir lo que es ver el mundo…

 

Una puntada en el costado de su cuerpo le hizo llevar sus manos para contener ese dolor que le hizo quejarse interiormente.

 

Antes de que todo acabe, quiero sentir el calor de una sonrisa honesta…

 

A lo lejos en su cabeza, se disipaban las risas de Minho y su abuela, quien le daba de probar las frambuesas recién recolectadas, ensuciando a propósito su cara; mientras aquel ardor se extendía por su cuerpo, mareándolo y haciendo que sus piernas flaquearan hasta hacerlo tambalear y sostener a penas de uno de los sillones de la terraza.

Minho a lo lejos lo vio casi caer, y supo que algo ocurría.

 

Antes de que todo acabe, quiero ver los ojos de esa persona a la que amo y sentir cómo mi mundo colapsa a su alrededor…

 

Un quejido que salió inconsciente de su boca. El moreno lo vio casi en cámara lenta cerrar sus ojos y caer hasta desplomarse en el suelo entablado, golpeando su cuerpo con violencia. Corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a su lado y sostener su cabeza entre sus brazos, mientras un hilo de sangre salía por su nariz y su boca.

 

Antes de que todo acabe, quiero sentir sus brazos en mi cuerpo, acariciándome…

 

Su respiración era dificultosa y el dolor apenas le daba espacio para poder permanecer en la realidad, en ese momento en que Minho lo acariciaba sin saber qué hacer con él, y tan solo llamándolo por su nombre para que permaneciera ahí, en donde verlo consciente era lo primordial.

 

-          ¡Taemin, Taemin por favor, escúchame! – le decía limpiando con el borde de su polera la sangre que no dejaba de salir de su boca; una hemorragia interna lo inundaba por dentro - ¡TAEMIN POR FAVOR, AGUANTA! ¡PERMANECE CONMIGO, PERMANECE CONMIGO!

 

Antes de que todo acabe, quiero que aquel a quien amo diga mi nombre y me haga sentir que me necesita…

 

A lo lejos en esa bruma de dolor que poco a poco se iba, dejándose vencer por él, sintió que era alzado del suelo y llevado al interior de la casa; el olor a hierbas secas de aquel lugar se sentía tan bien.

Minho lo acomodó en uno de los futones, mientras volteaba el contenido con los suplementos médico para asistir al castaño, quien estaba acompañado por la abuela de Minho, quien con paños húmedos le limpiaba el rostro y cuello ensangrentado.

 

-          ¡MIERDA! – gritó cuando inconscientemente de sus manos cayó uno de los frascos con la medicina que necesitaba, quebrándose en mil pedazos y expandiendo su contenido en el suelo - ¡MIERDA!

 

-          Hijo, cálmate, mantén la calma… - le habló la mujer dándole aliento al verlo actuar tan nervioso y perdido – No te alteres, el chico sigue despierto, no pierdas la calma…

 

Antes de que todo acabe, antes de que sea el fin, antes de que mi tiempo haya llegado…

 

Le inyectó como pudo el brazo, traspasándole la piel una y otra vez para suministrarle más de un medicamento para que surtiera efecto. Si no actuaba con rapidez, si se dejaba vencer por ver al castaño perder lentamente la razón, entonces sería demasiado tarde para ayudarlo.

 

-          ¡Por la mierda Taemin, quedan días aún, quedan muchos días todavía! – le dijo sentado a su lado, sosteniendo su mano mientras la besaba desesperado esperando a que la medicina surtiera efecto en su cuerpo enfermo – Quédate, quédate conmigo… tengo, tengo tanto que decirte…

 

-          Min-ho… - susurró en un tono de voz débil y entumecido – Min…

 

-          Aquí estoy, aquí estoy… - habló acariciándole el rostro, mirando a su abuela quien le sonreía más aliviada al ver que le habían ayudado a tiempo – No hables, no te muevas… aquí estoy…

 

-          Min-Minho…

 

-          Sí, dime, dime….

 

Antes de que todo acabe, antes de que sea el fin, antes de que mi tiempo haya llegado…quiero amarte y que me ames como si no hubiese nada a lo que temer…

 

-          ¿Minho…? – repitió logrando enfocar su mirada con la del moreno.

 

-          ¿Sí, Taemin…?

 

-          Tú… ¿Tú harías el amor conmigo…?

 

-          ¡Dios…! – susurró cuando las palabras de pronto lo abandonaron, dejándolo solo con ese torbellino se emociones que lo llenaban por dentro - Sí Taemin, una y mil veces… sí lo haría…

 

Antes de que todo acabe, antes de que todo termine… quiero realmente ser feliz…

 

 

Día 16

 

Un suave tintineo retumbaba casi como pequeñas campanillas al momento en que las cucharas rozaban el borde de la taza. El aroma a café recién hecho y a leche tibia, se mezclaba con el dulzor de los pasteles y las tostadas del desayuno.

Un roce de manos que los puso nerviosos y sonrojados al darse cuenta que ambos querían el mismo panecillo, los hizo reír como un par de bobos. Y no solo por esa tonta coincidencia, sino porque se sentía algo extraño tener que estar sentados en esa extensa mesa llena de comida deseando ser consumida, cuando ellos, en verdad no tenían tanta hambre como aparentaban tener; al menos no hambre de algo que pudiese hallarse en aquellos platos.

 

-          Ten… - le dijo acercándoselo al plato que tenía junto a su vaso de leche.

 

-          Gra-gracias… - añadió en una pulcra sonrisa con mejillas sonrojadas y ese brillo tan cautivador con el que había despertado aquella mañana.

 

 

 

En lo más profundo de ese sueño calmo y sin preocupaciones, reconoció la voz de su madre quien llamaba su nombre, mientras era llevado en brazos hasta la planta superior de su casa.

La visita a la casa de la abuela de Minho no había terminado de la mejor manera, y apenas pudo estabilizarlo y ponerlo a salvo, preparó las cosas y acomodándolo en el asiento trasero del vehículo se lo llevó de regreso a su casa. Lo lamento mucho abuela… alcanzó a decirle a la mujer que solo se limitó a sonreírle y depositar un beso en su frente. Un abrazo con rastros de apoyo y fuerzas que parecían faltarle, un beso confortable y un cuídalo mucho de la mujer, fue lo que le dio el valor para irse y pensar en cuándo lograría volver a verla otra vez.

Taemin sintió el colchón bajo su cuerpo y el aroma a sábanas limpias rodearle el cuerpo. En el cuarto estaban su madre sosteniendo su mano, la Sra. Joo Jin parada en el umbral de la puerta mirándolo todo y Minho quien nuevamente le inyectaba y colocaba sobre su boca y nariz una mascarilla de oxígeno para que pudiese respirar con más calma y no sobre exigir su cuerpo.

Y durmió el resto de esa noche, y todo el día siguiente, sin enterarse de nada de lo que pasaba en su entorno.

Minho no abandonó el dormitorio en ningún instante, ni siquiera para comer. Estuvo al lado de Taemin cuidándolo y vigilando su progreso desde aquel incidente en casa de su abuela. No supo de qué otra manera más disculparse con la madre del chico por lo que había acontecido, culpándose por lo irresponsable que había sido, recibiendo a cambio una sonrisa alentadora y un  no es tu culpa Minho, estas cosas ya están fuera de nuestro control, nada es tu culpa de parte de la mujer que lo hacían sentir levemente menos culpable por su negligencia.

Taemin tampoco supo de la visita de Luhan, quien fue a chequear su recuperación, felicitando a Minho por su experticia en atender esos casos de urgencia y por tenerlo, a pesar de todo, bien cuidado.

Solo fue levemente consciente cuando sintió que una toalla húmeda recorría su rostro, refrescándolo. Minho lo estaba limpiando con sumo cuidado luego de estar casi dos días recostado en cama sin poder darse una ducha. Deslizó la tela con un aroma a lavanda por su cuello, su torso desnudo, sus brazos, sus manos y por cada uno de sus dedos. Luego la sintió en sus muslos, por su cadera, por sobre su sexo, sus tobillos y finalmente en sus pies. El aroma a desodorante y perfume le hicieron agradecerle mentalmente por hacerlo sentir limpio con un nuevo pijama que le colocó con sumo cuidado.

 

Por insistencia de la madre de Taemin, Minho accedió a ir a dormir a su cuarto, asegurándole que el castaño estaría bien, que lo peor ya había pasado y que no podía descuidar su propia salud por estar tan al pendiente del chico. Esa mañana despertó tomando su cuerpo más descansado y con un relajo mental que necesitaba luego de los días tan angustiantes que habían pasado.

Se levantó y se duchó para estar dispuesto a hacer el chequeo matutino a la habitación del menor.

Cruzó el umbral que separaba la cama del resto de la sala del cuarto, cuando vio las sábanas a un lado y ningún rastro del menor, solo las agujas colgando de la bolsa de suero. No otra vez pensó creyendo que lo encontraría nuevamente en el baño, recostado sobre el wc y vomitando hasta la bilis de su cuerpo. Pero cuando entró al baño, el hallarlo haciendo lo que menos pensó, lo calmó e hizo sentir perturbado al mismo tiempo.

Estaba recostado en la tina repleta de espuma, con un par de audífonos en sus oídos y la cabeza apoyada sobre una toalla. Tenía los ojos cerrados y de vez en cuando soltaba una nota desafinada al cantar lo que estaba escuchando de su reproductor. Al verlo así, tan tranquilo, ya con ese tono rosáceo de su rostro, con más vida en toda su apariencia, se sintió más calmado, terminándose de convencer que todo solo había sido un episodio normal dentro de su enfermedad y que por el momento no había nada que tener, al menos no aún.

Se sentó en el inodoro, embobándose por lo que tenía frente a sus ojos: por sus hombros desnudos, por sus manos gesticular una guitarra, por sus rodillas sobre saliendo del nivel del agua, por su cabello humedecido y goteando su rostro. Y tan solo pudo removerse un poco incómodo al sentir una presión allá abajo, en la zona de su cadera.

 

-          Joven Lee…

 

-          ¡Shh! – gesticuló haciendo callar a la Sra. Joo Jin quien había entrado en el baño con un par de toallas para el castaño, sorprendiéndose de ver a Minho en el lugar.

 

-          Joven Choi, no pensé que estaría aquí… - le dijo saludándolo – Vengo a ayudar al Joven Taemin a vestirse…

 

-          No se preocupe, yo lo hago… tan solo quiero que se relaje un rato más… - añadió tomando las toallas de sus manos y volviendo a sentarse en el wc – Yo lo atenderé, puede volver a sus quehaceres…

 

-          No es molestia…

 

-          Usted tiene otras cosas que hacer, esto es parte de mi trabajo… - insistió sonriéndole y mirando de reojo si es que el castaño había notado la presencia de alguien más en aquel lugar – Puede retirarse…

 

-          Claro… - dijo en una sonrisa – Con permiso…

 

La vio retirarse, cerrando las puertas internas del cuarto y luego la puerta exterior de la habitación, dejándolos solos. Se incorporó entonces, y se arrodilló junto a la tina, para alzar su mano y quitarle uno de los audífonos.

Taemin se sobresaltó al verlo a su lado, sonriéndole mientras lo miraba. Y entonces una ola de nerviosismo le contrajo el estómago, haciéndole sentir ese calor en sus mejillas que le dieron a entender que se estaba sonrojando.

 

-          Min-Minho… - habló al fin, asegurándose que la espuma aún no estaba tan desvanecida como para dejar ver algo más - ¿Qué, qué haces aquí? La Sra. Joo Jin, ella me estaba ayudando… no quería molestarte, merecías algo de descanso…

 

-          Ya descansé lo suficiente… - le dijo extendiéndole una de las toallas – Y además esto es parte de mi trabajo, la Sra. Joo Jin tiene otras cosas más que hacer… Ven, creo que estas lo suficientemente limpio…

 

-          S-sí… - titubeó aun sentado en la tina.

 

-          ¡Anda, ponte de pie!

 

-          ¿Puedes… puedes, voltearte? – le pidió escondiendo su rostro avergonzado – Estoy, estoy desnudo…

 

-          Tae…

 

-          Por favor… - insistió – Sé que ya me has visto, pero ahora es distinto, es incómodo que me veas estando yo consciente…

 

-          Tienes razón, lo… lo lamento – se disculpó por haber sido tan tonto por creer que podría volver a ver esa porción de piel tan juvenil que lo volvía loco – Toma… - continuo pasándole una toalla, para ponerse de pie y voltearse hasta el muro opuesto.

 

El chapoteo del agua le dio a entender que ya se había incorporado y que probablemente estaba secando su piel para quitar la humedad de su cuerpo. Aún sin poder verlo, Minho podía imaginar a la perfección como era ver ese trozo de tela deslizarse por su cuerpo, al mismo tiempo en que el aroma a las esencias del baño le aturdía los sentidos. Y lo sintió apoyar un pie en el suelo y luego otro, y quiso voltearse a ayudarlo, pero la escena de verlo semi desnudo le estaba complicando demasiado las cosas, incluso respirar.

 

-          Te-te, te veo afuera… ordenaré tu ropa… - le dijo abriendo la puerta para salir de ahí, cuando sintió que su brazo era sostenido por su mano.

 

-          ¿Min-Minho? – le habló haciéndolo voltear lentamente, para poder mirarlo.

 

-          S-sí, ¿sí?...

 

-          No puedo, no puedo secar mi espalda… ¿me ayudas…?

 

 

¡Y mierda, ¿desde cuándo le daba por pedirle ayuda a hacer ese tipo de cosas?! Minho tuvo tantas ganas de golpearlo por ser un pendejo increíblemente astuto, por hacerlo pasar por ese tipo de torturas y más aún si sabía que Taemin rompía a carcajadas en su interior. Pero, ¿Qué más podía hacer? ¿Qué más podía hacer si frente a él tenía toda la extensión de la espalda humedecida del castaño, que pedía a gritos ser acariciada por sus dedos? ¡Maldito pendejo! Pensó conteniéndose, mientras pasaba una toalla por el lugar.

 

-          Listo… estás seco… - dijo en un tono de voz ácido, le fue imposible ocultar su molestia, más cuando sentía un dolor testicular que lo hizo sentir demasiado frustrado – Ten… - añadió arrojándole la toalla por la cabeza.

 

-          ¡Hey! – se quejó sintiéndose humillado, mientras lo veía salir del cuarto de baño - ¡Debes arreglar la ropa que me pondré!

 

-          ¡Ni cagando, hazlo tú! – y dicho esto se fue dando un golpe seco en la puerta principal de la habitación.

 

 

Taemin solo pudo bufar frustrado al verlo salir, es más, huir de su dormitorio. Aun así, se sintió feliz de hacerlo sentir incómodo con esas peticiones fuera de lugar. Pero es que incluso él, no podía controlar esas ganas que tenía de que Minho lo tocara, que sus caricias fuera más que solo tomar su brazo para inyectarlo, o darle golpes en el rostro para hacerlo reaccionar.

El castaño quería sentir esas mismas caricias que apenas recordaba de la vez que Minho se bañó con él, de la vez en la playa, en que hizo el primer reconocimiento de su cuerpo encendiendo en él ese deseo carnal de fundirse con él. Ya le era muy difícil reprimir lo que sus células pedían a grito, lo que su piel y todo su ser parecían necesitar desde que descubrió que había un placer inexplorado que estaba a la espera de ser descubierto.

Pero incluso así, con todo sus deseos por él, el solo hecho de que Minho siguiese ignorándolo, lo traían de regreso a la realidad. Y lo entendió, más que mal, ¿Quién querría estar con alguien con ese cuerpo débil y sin atractivo como el que tenía él? ¿Quién podría desear a alguien enfermo y moribundo como él? ¿Quién iba a querer besarlo, tocarlo y devorarle hasta los pensamientos si él no tenía nada que entregar a cambio? Y entonces logró comprender por qué Minho lo rechazaba y porqué siempre para él, no sería más que otro paciente, otro chico enfermo al borde de la muerte.

 

-          ¡Por la mierda Taemin! – gritó cuando se halló solo en su dormitorio, dejando caer su cuerpo en la cama, con una erección que creyó le atravesaría la tela del pantalón - ¿Por qué me haces poner así chico… por qué? – y bufó resignado, pensando en que tendría que ducharse por segunda vez en la mañana, esta vez con agua fría.

 

 

Cerró la puerta con llave, oyendo a lo lejos el chorro de agua que caía constante. Si había llegado hasta ese lugar, no era por obtener algo más a cambio, no, no era por eso. Era por un tema de orgullo, sí, orgullo. Definitivamente no iba a permitir que Minho siguiera con esas miradas inquisitivas, con esa actitud demasiado cariñosa (aunque fuera porque se trataba solo de su trabajo, digo, un enfermero no tiene por qué decir que se acostará con su paciente si éste se lo pide, ¿cierto?) que tenía para con él, ni menos con esas sonrisas que lo desarmaban y ¡mierda con todas esas cosas que le gustaban de él! Incluyendo sus besos, sí, ahora hasta sus besos le molestaban.

Permaneció de pie en medio de la habitación, frente a la puerta del baño, cuando de pronto ésta se abrió y el moreno salió con la cintura envuelta en una toalla y su cuerpo goteando las esencias de aquel baño que Taemin nunca pensó, había sido a causa de sus provocaciones.

 

-          ¡Taemin! – exclamó al verlo ahí, con los brazos cruzados sobre su pecho, fulminándolo con una cruda mirada que lo descolocó - ¡¿Qué, qué haces aquí?! – titubeó.

 

-          ¿Qué se supone que haces tú Minho…?

 

-          N-no, no entiendo qué quieres decir… - le dijo nervioso, cubriendo torpemente su cuerpo con la toalla con la que se había secado el cabello.

 

-          Me refiero a toda esa jugarreta tuya conmigo… - continuo – Con ese afán de besarme, de tocarme innecesariamente, de mirarme así como si me fueras a comer, de decir… decir que harás el amor conmigo… de eso hablo…

 

¡Mierda…!

 

-          Dime, ¿qué mierda querías lograr con eso? – insistió - ¿Acaso querías que me tirara a tus pies para rogar por tu atención? ¿O todo es parte de una táctica tuya para hacerme el paciente endeble y así me inyectes todas esas mierdas que se supone me “harán sentir mejor”? ¿Es así como lo haces con cada paciente tuyo?

 

-          Taemin, yo…

 

-          ¡Dime! Quizás te hace sentir más hombre el andar provocando deliberadamente a la gente…

 

-          ¿Andar… provocando?

 

-          ¡Sí Minho! ¡Andar provocando! – le dijo ya perdiendo algo de ese autocontrol que le hacía permanecer lejos de ese cuerpo que lo distraía – Dime ahora… ¿Es cierto que me harías el amor una y mil veces como dijiste aquella vez en casa de tu abuela? ¿Es cierto que te acostarías conmigo?

 

-          Tae, yo… - y ¡Dios qué le decía! Su mente evocó ese instante en que la desesperación por perderlo lo asustaron y le hicieron decir cosas que nunca creyó le diría, pero que en más de una ocasión había pensado en decirle – Yo… - y una bocanada de aire que le dio el valor necesario para poder decir eso que era lo apropiado – Yo estaba asustado… tú, tú estabas mal y solo trataba de hacerte sentir mejor…

 

-          ¿Eh…?

 

-          En ese momento solo quería hacerte mantener consciente… - dijo convenciéndose de lo que no podía creer le estuviese diciendo – No quería que sufrieras… decirte, decirte eso fue lo apropiado en ese momento…

 

-          O sea… o sea que… - y una risa nerviosa que lo hizo sentir poco a poco decepcionado, humillado y muy avergonzado – o sea que, que, ¿Qué todo fue una broma tuya? ¿Qué fue solo una mentira?

 

-          No entiendes Taemin, no… no puedes entenderlo – dijo bajando la mirada y sintiéndose un imbécil por dentro – Lo… lo lamento

 

-          ¡Dios…! – rio mientras mordía su labio para contener las lágrimas. Entonces un silencio, un gélido silencio que los ahogaba, y que era alimentado por sus entre cortadas respiraciones - ¿Es, es porque soy hombre…? ¿Por eso no te acostarías conmigo, porque soy hombre?

 

-          ¡No, Dios, no tiene nada que ver con eso!

 

-          Entonces es porque estoy enfermo, ¿cierto? – no le bastó que le dijera que sí, pues el mutismo del moreno le concedió todos los favores – Claro… es por eso… seguro debe ser muy asqueroso tener sexo con un enfermo terminal… ahora comprendo…

 

-          ¡No, Taemin, no se trata de eso!

 

-          ¡¿ENTONCES DE QUÉ MIERDA SE TRATA?! – le gritó ya sin privar que sus ojos derramaran un par de heridas lágrimas - ¡¿POR QUÉ, POR QUÉ ME HACES SENTIR ASÍ COMO SI ME QUEMARA POR DENTRO Y LUEGO ME RECHAZAS?! ¡DIME! ¡¿DIME DE QUÉ MIERDA SE TRATA?!

 

-          Y-yo, yo no…

 

-          ¡DILO! ¡DE QUÉ SE TRATA, DILO DE UNA VEZ!

 

-          ¡ES QUE PARA MI NO SE TRATA DE SEXO POR LA MIERDA, TAEMIN! – exclamó ya dejando de lado esa compostura que había tratado con tanto esmero en mantener – No… - y un suspiro – No se trata de sexo para mi… no es de sexo… no, no lo es…

 

¡Dios! Taemin sintió como leves espasmos nerviosos subían por su cuerpo, estremeciendo desde la punta de los dedos de sus pies hasta la última fibra de su cabello. Y es que nunca, nunca dentro de todas las cosas que imaginó que Minho le diría al instante en que él lo enfrentara, nunca pensó en que recibiría aquella respuesta. Ni menos si lo veía tan derrotado, tan rendido y como si hubiese volcado todo su corazón a sus pies, dándose por vencido.

 

-          Es por eso que no lo entiendes… - continuó mirándolo – Es justamente porque eres un niño caprichoso que no puedes entenderlo…

 

-          Min-Minho…

 

-          Ahora por favor vete, quiero vestirme…

 

 

Ese día, ese decimoquinto día en que Minho llevaba trabajando ahí, fue el primero en que no le prohibió a Taemin que almorzara y cenara en su dormitorio como solía hacerlo antes de que él impusiera la regla de que no tenía permitido hacerlo más. Durante todo el día no lo vio, ni tampoco lo buscó; el tratamiento no sería necesario, no mientras aún Taemin se estuviese recuperando de su incidente, hasta entonces, no requería ningún cuidado que la Sra. Joo Jin pudiese darle.

Minho no salió de su cuarto. El resto de la jornada permaneció acostado en su cama, abrazando una almohada y dándole una y otra vuelta a ese asunto que estaba a puertas de la suya, haciendo quizás qué cosas, pensando quizás qué cosas. Y aun así, con ese odio que sintió por nuevamente presionarlo y hacerle decir cosas de las que no estaba muy convencido, moría de ganas por ir y tan solo verlo. Solo estar ahí, bajo esas paredes, sentarse al borde de su cama y verlo dormir.

 

 

¿Qué sucedería si…? ¿Qué pasaría si…? ¿Sería apropiado si…? ¿Se enojaría…? ¿Lo odiaría aún más si es que…? No supo cómo es que se había desplazado como un fantasma, como una vil y sigilosa serpiente llena de pecado, para encontrarse de pie en la oscuridad de aquel cuarto. No le sintió abrir la puerta, ni menos cerrarla detrás de su cuerpo, solo permaneció hermosamente dormido como estaba. Al verlo con la luz de la luna iluminando su cuerpo, pudo al fin respirar aliviado; le había extrañado. Durante el día no había hecho nada más que pensarlo y aplacar esas ganas que tenía de verlo, de que le hablara, de que le sonriera y ¡qué más daba! Que también le dijera esas cosas tan al borde de lo irrespetuoso que siempre le sacaban de quicio.

 

No se trata de sexo para mí…

 

Con cuidado desplazó el edredón para abrirse un espacio es esa cama que no le pertenecía. En ese colchón que se hundió bajo el peso de su cuerpo, en esas sábanas que estaban impregnadas de su aroma y de la tibieza de su piel.

 

No se trata de sexo para mí…

 

Y recostó su cabeza en la almohada desocupada, mirándolo dormir de espaldas a él, con el cabello regado frente a su cara, aturdiéndolo, tentándolo, confundiéndolo. La silueta de su cuerpo yacía escondida bajo ese pijama que poco y nada dejaba a su imaginación.

 

No se trata de sexo para mí…

 

Y se acercó en movimientos cuidadosos; no quería despertarlo. Y permaneció ahí, con su pecho casi tocando su espalda, con su cabeza aspirando el aroma de su shampoo y con su mano sin saber si debía tocarlo o no.

 

-          No… no se trata de sexo para mi Taemin… - le habló en un suave susurro, casi rozando su boca con el cuello desnudo del menor – Contigo no es sexo… contigo… yo a ti te haría el amor… ¿entiendes? – entonces otro suspiro que le hizo sentir que se quitaba otro peso de encima – No es que seas hombre… de hecho, eres el primero que me pone de esta manera… Tampoco es porque estés enfermo, yo solo, yo… no quiero lastimarte… tengo miedo de herirte…

 

-          No me harás daño… - le respondió.

 

¡¿Cómo…?! ¡¿Estaba despierto…?! Pensó cuando le oyó hablarle en un contenido hilo de voz que lo sorprendió y que lo asustó al mismo tiempo, haciéndolo sentir casi un pervertido por colarse sin permiso en su cama.

 

-          Pensé, pensé que dormías… - añadió nervioso, permitiéndose cerrar los ojos y sentir su esencia.

 

-          Me despertaste al cerrar la puerta… - dijo sonriendo, y notando como Minho se embelesaba de él - ¿No puedes dormir…?

 

-          ¿Cómo podría…? – añadió – Me siento muy culpable por cómo te traté en la mañana…

 

-          Lo sé…

 

-          ¿Me perdonas…? – habló atreviéndose a pasar una mano por su cintura para finalmente abrazarlo – Perdóname…

 

-          Con tenerte aquí, a mi lado, abrazándome ya te he perdonado Minho… - giró su cuerpo para quedar frente a él, a escasos centímetros de su rostro; tenía muchas ganas de verlo – Te extrañé…

 

-          Y yo… ¡Dios no sabes lo que te extrañé Taemin!

 

Y lo besó. Sin preámbulos ni permisos, tomó su mejilla izquierda y lo atrajo a sus labios para poder darle ese beso que tanto ansiaba y que deseaba con tantas ganas. Y no solo desde esa mañana, sino desde siempre, porque besarlo era ya algo que le empezaba a hacer falta todo el tiempo.

Entre sus besos sonrieron, sin dejar de acariciar sus bocas ni menos cuando Taemin se atrevió a humedecer los labios del moreno con su lengua, en un roce tímido y que lo volvió loco. Y desde ese punto, ya no había retorno, él lo sabía y también el castaño.

Sintió que su hambre se acrecentaba y más cuando las manos de Taemin lo agarraron de la parte superior de su pijama para acercarlo a él y dejar que se posara sobre su cuerpo, en una indirecta que no pudo rechazar y que tan solo aprovechó para darse más valor y pensar en lo bien que se sentía estar así.

 

-          Tae… - gimió marcando el cuello del menor con su boca, tomando su sabor, probándolo y satisfaciéndose tan solo porque sabía bien; su piel, sabía demasiado bien – Me tienes… me tienes loco…

 

-          Minho… no pares, por esta noche… - susurró, soltando un gemido al sentir las manos del moreno colarse por entre su pijama y acariciarle la piel de su cintura – Solo por esta noche no te detengas… no… ¡Ah! No pares…

 

-          No lo haré… - añadió separándose levemente de su cuerpo para mirarlo con esos ojos que ardían en una febril pasión que necesitaba ser apagada con urgencia.

 

-          Quédate… - le rogó – Quédate, por favor…

 

-          No pretendo irme… no me iré… no aún…

 

Ese día, ese decimoquinto día en que Minho llevaba trabajando ahí, fue el primero en que tuvo la dicha de poder quitarle la ropa a Taemin, y con cada prenda que le sacaba, se hacía todo más insoportable. Ver cómo la luz de la noche hacía brillar su blanca piel en un contraste de colores y tonalidades con la suya propia algo más morena lo emocionó. Se dejó abrazar por él, quien le daba besos en sus hombros y poco a poco iba perdiendo la timidez para atreverse a tocar su espalda, sus brazos y esa curvatura por sobre sus glúteos.

Sentir la calidez de ese cuerpo con varios años más que él, sentir ese roce de piel, ese agarre firme mientras no dejaba en ningún momento de besarlo, fue para Taemin lo único que le hacía falta para sentirse completo en ese desastre de vida que tenía.

Los besos de Minho eran la misma quimioterapia para curar su desdichado corazón, su lengua era tan sutil, tan suave y se movía con tanta precaución por su boca que le daba miedo atreverse a aumentar ese ritmo que llevaban. Las manos de Minho lo hacían convulsionarse casi como si fuese una especie de reanimación de urgencia, pues se sentía muerto y vivo al mismo tiempo, con las células de su piel revoloteando y enviando chispazos eléctricos a todo su cuerpo. Y el cuerpo de Minho, el cuerpo, ese cuerpo… ¡Dios, no tenía con qué compararlo! Sus piernas enredadas entre las suyas, su cadera provocando un fuego junto a la de él, su abdomen, sus pectorales; se sentía tan pequeño, tan perdido, tan sin saber qué hacer o qué tocar para poder retribuirle mínimamente esa locura que sentía.

 

-          Eres… delicioso… ¡Dios, sabes tan bien! – gimió mientras depositaba besos en su torso desnudo – Podría comerte a besos y nunca me cansaría de ti…

 

-          Tonto… eres un tonto – rio por lo nervioso que se sentía, por no saber qué decirle y porque pensó que sería apropiado no parecer tan desesperado porque aquello no parara.

 

-          Tae…

 

-          ¿Mmm?

 

-          Sabes que no me detendré, ¿cierto? – le dijo rozando sus narices, sin dejar de tocarlo en ningún momento – Sabes que llegaré hasta el final… ¿lo sabes?

 

-          Lo sé… y lo quiero, quiero que lo hagas…

 

 

¿Cómo…? ¿Cómo se podría describir lo que es amar? ¿Qué se ama cuando se ama? ¿Se ama acaso más la terrible luz de la vida, o la de la muerte? Y si aun así no hubiese muerte de por medio, la vida misma no sería suficiente para llegar a amar por completo. Es ser capaz de amar hasta los confines de la luz, en donde se vuelve todo oscuro, en donde te encuentras con el dueño de tus sentidos en medio de las penumbras y junto a él, logras iluminarlo todo.

 

¡Oh Dios, dime, ¿qué es amar?! Porque siento a este hombre que me toma como suyo propio y no quiero dejarlo ir, no quiero…

 

¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso a lo que llaman amor? Se busca un complemento, como la fusión de dos cuerpos, que se conectan en lo más hondo de los placeres y que se elevan en una nube de eso que te vuelve un loco, un psicópata, un maldito dependiente de besos, caricias y palabras susurradas entre gemidos desesperados.

 

¡Oh mi Dios, no me apartes a este hombre, porque es mi aire, es mi sentido, es mi locura, es quien hace ahora hervir mi sangre y quien entra en mí hasta las raíces de mi cuerpo…!

 

¿Es acaso un juego…? ¿Es el amor un juego? Y si fuese así, ¡¿qué diablos importa?! Porque podría pasarme segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, siglos y no me cansaría de correr como un niño para alcanzarte y traerte a mi lado, y jamás dejarte ir.

 

¡Oh mi Dios, no hay hombre, ninguno como este quien ahora me ama. Ninguno quien tenga esta belleza que hace sentir a las estrellas envidia por formar nebulosas y galaxias completas en mi cuerpo…!

 

Y te mueres. El amor es esa muerte que viene con la guerra de ir y venir entre esas estrellas que destellan en tu cuerpo, en tu carne y que se esparcen entre las sábanas del amor que te envuelve con ese único, ese único. Ese hombre, tan solo ese hombre a quien mandaste desde el mismo paraíso y al que estarás condenado hasta el final de tus días, hasta que tú luz se apague.

 

¿Qué se ama cuando se ama...? A Minho… a él se ama.

 

 

 

 

 

Notas finales:

DENLE AMOOOOOOR <3

Y cuídense, nos vemos el próximo capítulo :)


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