Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Espontáneo por Neko_Elle

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

holaaaaaa :3

un cap más para está historia, que yo creó que con uno más y se termina, ya veremos ^^

Corona de flores

Finalmente llegó el día para presentar el trabajo, estaba listo y de hecho, los compañeros de clases de ambos jóvenes estaban sorprendidos de que ninguno de ellos tuviese rasguños, moretones o cualquier cicatriz de dudosa procedencia.

Antes de la exposición todos los veían expectantes, pues incluso habían estado comiendo juntos y charlando amenamente, casi como…¿amigos? Era algo fenomenal de observar.

Más tarde, presentaron su trabajo sin problema alguno, de manera tan armoniosa que incluso el profesor en turno estaba algo perturbado por el asunto, sabía que él había hecho los equipos y que emparejó a estos contrastantes muchachos a propósito con el fin de mejorar su relación, pero se comportaban tan cordiales que daba un escalofrío, y no podía evitar ser asaltado por la pregunta “¿Qué debió pasar entre ellos para que llegaran a ese punto”

Tan pronto terminó la presentación, ambos permanecieron aun juntos, pues  estaban sentados por equipos en esa clase, sin embargo, todos notaron que se daba la espalda el uno al otro y no hablaban para nada. Ya no estaba seguros de si habían logrado llevarse bien o si simplemente fue una tregua temporal. Apenas salieron de clases el azabache y el albino se dieron una última mirada antes de “volver” a lo que eran antes.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Todos habían notado un ligero cambio, era como si ahora se ignoraran sin hacerlo realmente, pues aun hablaban como siempre, no estaban muy seguros de cómo debían llamar a este fenómeno, si hubiesen sido cualquier otras personas podrían aventurarse a decir que se extrañaban, pero como no era el caso, no podían pensarlo de esa manera sin que sonara raro. Se decían comentarios sarcásticos como antes, pero era notorio que se observaban el uno al otro cuando alguno no se percataba de ello, o como le gustaba decir para burlarse al castaño amigo del moreno “se admiraban secretamente a distancia”.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Una tarde, la madre del moreno iba pasando por el parque, había ido a comprar unas cosas a una tienda de conveniencia e iba de regreso. Ahí vio a aquel joven, “amigo” de su hijo sentado en uno de los columpios sin mecerse realmente, parecía que estaba cuidando a una niña muy bonita que jugaba en la caja de arena, y entonces le pareció buena idea pedirle a su hijo, que lo había notado extrañamente decaído, llevara a Akane y Shusei al parque, quizá si se veía con alguno de sus amigos, su ánimo mejorara.

-       Shinya- lo llamó apenas cruzó la puerta- ¿te sucede algo?- el moreno arqueó una ceja con desconcierto- luces distraído, hijo- agregó la mujer, respondiendo la pregunta no formulada por su hijo, quién más bien se preguntaba internamente a qué venía tanta amabilidad.

-       No, no es nada- respondió, la mujer sonrió, por lo que el moreno supo que su escueta respuesta no había tenido efecto, y que en efecto le pediría algo para intentar hacerlo sentir mejor, probablemente sin éxito.

-       Odio pedírtelo cuando estás así pero…- “sí, claro” pensó con sarcasmo el muchacho, pero sin dejar de prestarle atención a su madre- ¿Podrías llevar a los niños al parque? Hace buen tiempo y la señora Tsunemori tiene su diálisis hoy, así que…

-       Ok- dijo ya sin quejarse, sabía que era inútil y que terminaría haciéndolo de todas formas, así que ¿Qué más daba?

Se puso tenis y llamó al par de pequeños que estaban entretenidos con los videojuegos. Los enanos, encantados siguieron al moreno, quien suspiraba pesadamente cada determinado tiempo.

Cuando llegó al parque se sorprendió cuando vio a los niños correr ruidosamente y saludar a una niña de cabello largo…sí, era aquella diablilla que le hacía pasar malos ratos cada vez que la veía; volvió a suspirar, fue a la máquina expendedora a comprar un par de bebidas y se dirigió a los columpios para tomar asiento al lado del albino.

-       ¿Otra vez de niñera?- inquirió el albino, aunque más que preguntar una obviedad, quería iniciar una conversación.

-       Bueno, conociste a mi madre, peticiones imposibles son su especialidad- suspiró nuevamente mientras le pasaba una de las latas-

-       Gracias- dijo recibiéndola desconcertado por la acción y sorprendido porque le había traído una bebida de su gusto, no sabía que el moreno estaba al tanto de ello ¿o habrá sido suerte?

-       ¿Y tú?- el joven de plata le escuchó preguntar al azabache, quien continuó hablando- Me parece raro que traigas a tu hermanita a un parque de este tipo, siempre creí que sería más del tipo de ir a lugares caros, en vista de que había juegos en tu patio.

-       Insistió que quería conocer un parque público- contestó simple- supongo que quería jugar con otros niños.

-       …

-       …- ambos jóvenes guardaron silencio, parecía que no tenían mucho que decirse, o quizá habría mucho que decirse, pero no se les ocurría nada de momento.

-       Cuando fui a tu casa- inició el moreno, le incomodaba por alguna razón ese silencio- me sorprendió un poco tu mamá.

-       ¿Por qué?- inquirió el albino curioso, no sabiendo muy bien qué esperar.

-       Te pareces mucho a ella- contestó como si fuese lo más obvio del mundo-  creo que si los viera de espaldas a ambos con ropa neutra no sabría quién es quién. Aunque tu hermanita también se parece, no es mucho en comparación contigo.

-       Ella se parece más a su papá- respondió simple.

-       “¿Su?”- repitió a modo de pregunta, lo había intrigado un poco.

-       Es mi media hermana- respondió fingiendo distraerse, era incómodo hablar ese tipo de temas con alguien ajeno a ellos- Por cierto- dijo el albino acordándose, pasándole una bolsa de plástico- También iba a ir a tu casa a llevarte esto- el moreno recibió la bolsa y echó una mirada en su interior.

-       Mi ropa.

-       La última vez como aun estaba mojada no te la pude dar y entregártela en la escuela me pareció…raro- se defendió. El moreno sonrió ligeramente, aunque no se dio cuenta. De algún modo entendía a qué se refería con eso de “raro”.

Luego de eso, permanecieron en un silencio agradable por un rato, hasta que vieron al pequeño Shusei acercarse a ellos. Cuando llegó el bermejo, sujetó la mano del albino y lo guió hasta la caja de arena con Rikako y Akane. El joven de plata no muy convencido lo siguió y se sentó en el borde de aquel cajón, viéndolos jugar, mientras continuaba bebiendo de aquel delicioso líquido. El pelirrojo iba y venía al jardín y traía flores a las niñas, quienes las iban tejiendo en coronas. El moreno aun observaba de lejos y le pareció gracioso ver la mueca que puso el albino al imaginarse las intensiones de los niños.

Luego de un rato la pequeña Rikako terminó la corona de flores y tanto ella como el pelirrojo estaban peleando por ver quién se la pondría al albino, quien era jaloneado por ambos niños, mientras la pequeña Akane se iba a los columpios para hacerle compañía a Shinya.

El albino volvió por un momento la mirada en lo que los dos niños terminaban de discutir y vio al moreno hablando muy amenamente con la almendra, ambos tenían una expresión  muy diferente de cuando hablaban con él. De algún modo le hizo sentir molesto, pero no estaba seguro de qué fue lo que le molestó más si fue el hecho de que: ambos pudiesen hablar tan alegremente cuando no era él a quien le hablaban o bien, si era porque el moreno no estaba al tanto de él…bueno, no de él, sino del pequeño pelirrojo, sí, eso debía ser, no podría ser de otra manera. Regresó la mirada a los niños que estaban con él y notó que el pequeño Shusei había ganado en piedra, papel y tijeras y le estaba poniendo la corona de flores [Ah, me siento tan tonto] pensó el albino con algo de fastidio, ahora que aquellas flores descansaban en su cabeza.

El moreno a lo lejos volvió nuevamente su mirada al albino, vio cómo el pelirrojo le colocaba la corona de flores con una sonrisa de oreja a oreja al muchacho, mientras la morenita había inflado los mofletes, como muestra de desacuerdo. Le cayó en gracia otra de las muecas del albino ante su “coronación” sin duda el muchacho podía poner caras muy distintas de cuando hablaba con él, era una faceta de él que no conocía y que de alguna manera le daba gusto conocer. La pequeña Akane aun le hablaba y casi pedía a gritos por su atención (de hecho, parecía ser una especie de declaración amorosa) pero su suave voz no llegaba a oídos del moreno pues estaba casi en shock, al grado en que había aplastado la lata en su mano derramando todo el liquido sobre ella, y ni se había percatado de eso, puesto que ¡el pequeño Shusei le había robado un beso en los labios a su compañero de clases!

Estaba algo indignado, pero no podía hacer otra cosa más que ver la reacción del albino, muy ajeno a la escena vio como el joven de nieve del shock en el que estaba, tampoco había reaccionado como normalmente, solo se había llevado el puño a la boca, cubriéndola, mientras la pequeña morena perseguía por el parque al pelirrojo quien corría entre risas por todas partes. La almendra se bajó del columpio y se fue corriendo hacia donde el de ojos ámbar, para de la nada jalar de las hebras plateadas con toda la fuerza que pudo, mientras el albino forcejeaba para soltarse intentando no lastimarla, pero la pequeña no paraba de gritar cosas como que dejara de robarle a sus seres queridos, mientras mantenía sus manitas bien sujetas de su cabello.

El moreno viendo todo el desastre, y saliendo finalmente del shock fue donde la almendra y se la quitó al joven de nieve, luego la reprendió, aunque no tan fuerte como se supondría, de algún modo, sintió que la niña lo había vengado. No lo admitiría pero se había sentido traicionado; desafortunadamente la pequeña Akane lloraba inconsolable por haber sido reprendida por el objeto de su afecto. El albino finalmente se puso de pie y comenzó a sacudirse la arena del pantalón; planeaba llevarse ya a su hermana, había sido un día muy raro y tenía una extraña necesidad de explicarse con su compañero de clases, cosa que realmente no tenía sentido que hiciera. Cuando estaba buscando por la damita, pudo ver que el pelirrojo y la morena ya ni siquiera estaban peleando, de hecho, estaban viendo entusiasmados un puesto de crêpes.

El muchacho sabía que terminarían pidiendo las crêpes y en efecto, ambos pequeños se aproximaron a los jóvenes y pidieron con ojos brillantes les compraran crêpes, aunque por su comportamiento reciente el cuervo no estaba muy convencido de hacerlo, pero en el caso del copo era otra cosa, su hermanita se había comportado relativamente bien. Shinya, sintiéndose un poco culpable de que la morenita fuese a tener su postre y los otros dos enanos no, accedió al final a comprárselos.

 Alcanzó a paso veloz al albino y pidió el encargo de todos los niños e inclusive le invitó al joven de ojos ámbar y a su hermanita ¿La razón? Quizá compensar el mal rato que habían ocasionado sus pequeños vecinos, o al menos eso fue lo que él mismo quiso creer.

Fueron a sentarse a alguna de las bancas del parque, en lo que los niños jugaban cerca y comían sus crêpes. En tanto el cuervo no sabía cómo iniciar la conversación sobre aquel “beso” que aunque seguía sin querer admitir, el pelirrojo le había ganado. Simplemente observaba de reojo al copo quien en un principio comía distraído vigilando a su hermana. Luego, notó un ligero escarlata en las mejillas del diamante, aparentemente, ya se había dado cuenta que lo observaba, y estaba consciente de sí mismo, entonces le escuchó decir:

-       ¿Qué? ¿Soy o me parezco?- el moreno al ver aquel carmín cubrir el rostro del albino y su mirada fija solo pudo pensar en preguntar “¿Qué?” y así lo hizo:

-       ¿Qué?- la pregunta salió de él en un tono de desconcierto casi palpable.

-       ¡Ya deja de mirarme!- pidió en un susurro imperativo, mientras continuaba en la misma condición, a lo que el cuervo fue inducido también a sonrojarse.

-       ¡No te estaba mirando! – repuso también molesto. Ambos muchachos desviaron la mirada, no estaban seguros ya de qué decir. El joven de plata estaba casi seguro que el azabache había visto aquella escena, y sentía cierta vergüenza, además de que él mismo había podido escuchar cómo aquella almendrita se le había declarado y de hecho cómo lo hacía en ese momento, aunque no entendía qué lo había hecho molestar tanto. El cuervo a su vez no sabía cómo abordar el tema de aquel beso, o si en primer lugar debía hacerlo ¿debería disculparse? Pero como él no había hecho eso ¿debería reclamarle? ¿pero por qué sería eso en todo caso? Estaba tan concentrado que no había notado que tenía a la almendra frente a él, hablándole, entonces sintió un bofetón, que inmediatamente hizo a ambos muchachos voltear. ¡La pequeña había abofeteado al moreno!

-       ¡Eres un tonto, Shinya-oniichan!- le gritó la niña y se fue corriendo al cajón de arena a llorar. La pequeña Rikako le siguió con una expresión llena de curiosidad. El pelirrojo se quedó donde estaba y continuó dibujando con una rama en la tierra, mientras continuaba comiendo con su otra mano que sostenía la crêpe en forma de cono. El albino, en cambio, reprimió un bufido de burla, en lo que el azabache continuaba perplejo.

-       ¿Qué pasó aquí?- preguntó el moreno a su compañero de clases, con suma confusión y desconcierto.

-       Vaya, en verdad eres un idiota- respondió el albino con una risa ahogada, intentando a como podía contenerla- La niña se te estaba declarando de nuevo. Sólo tú sabrás en qué pensabas- respondió aun risueño, dirigiendo su vista al moreno. De algún modo, sintió alivio de que el muchacho ni cuenta se hubiese dado.

-       ¿Eso estaba haciendo? Espera, ¿De nuevo?- en respuesta el albino asintió, el moreno solo pudo darse con la palma en la frente.

-       Sí, también se te estaba declarando cuando estaba contigo en los columpios, aunque por lo que veo tampoco la oíste- Con esto ocasionó un sonrojo notable en el moreno, lo peor del caso para él, es que no había oído probablemente ninguna de las declaraciones porque solo había estado pensando en el muchacho a su lado. Sintió que le debía explicaciones al albino, pero ¿qué iba a explicarle? Y ¿por qué?

-       La rechazaré- terminó por dar como un intento de explicación, sin terminar de entender por qué.

-       Yo no he dicho nada- respondió fingiendo desapego por la situación, aunque en el fondo, eso le había tranquilizado, aunque era obvio que el cuervo debía rechazar a la niña, así que desde su perspectiva no tenía sentido el sentirse aliviado.

-       Evidentemente no dices nada- dijo el moreno con un ligero deje de irritación, pensando en que el albino no replicó cuando el pelirrojo le robó aquel beso, por más inocente que haya sido, le había molestado que no mostrara ni un ápice de molestia. Además incluso ahora, no parecía afectado por la situación con la castaña…aunque no era como que realmente estuviese involucrado y tuviese motivos para ello.

-       ¿De qué estás…?- pero antes de poder terminar la conversación, el cuervo interrumpió con una escueta respuesta.

-       No, de nada. Olvídalo. Pensaba en voz alta- Interrumpió, dejando al albino con la incógnita de “¿En qué pensaba?” pero en si el cuervo solo estaba intentando deshacerse de esos sentimientos quisquillosos, por lo que optó por ir a disculparse con la almendra. Tan concentrados estaban en el otro que no notaron que tenían al pequeño Shusei frente a ellos, quien decidió tomar asiento justo entre ambos jóvenes, en breve, el cuervo se levantó de su asiento para irse a hablar con la pequeña niña, quien aparentemente parecía estar siendo aconsejada por aquella diablilla sobre formas de venganza. Cuando el azabache se levantó, el albino estiró ligeramente la mano en señal de que no se fuera. Pero cuando lo hizo, sintió la mirada del pelirrojo fija en él y una pequeña mano en su rodilla; solo pudo exhalar pesadamente y mostrar una mirada cansada, ese enano de hacía unos minutos estaba otra vez con él ¿En verdad le estaba pasando eso? ¡Qué horror!

 

El moreno le pidió a la morenita que le permitiera hablar con la castaña, ella accedió a irse sin replicar, pero la castaña le jaló de la falda para que se quedara, cosa que hizo la damita. El moreno suspiró cansado y comenzó:

-       Akane- la pequeña no volteaba a verlo- Akane, mírame- pero la niña seguía igual- Lo siento, estaba pensando en muchas cosas y ni siquiera me había dado cuenta que me hablabas- se disculpó.

-       ¿En quién pensabas?- inquirió la niña, tomando por sorpresa al azabache que notó que ambas niñas lo veían fijamente, realmente la perspicacia de las niñas era aterradora, ya que no preguntó “¿En qué?” sino “¿En quién?”

-       En nadie- refutó, intentando sonar convincente- Pensaba en que debía comprar algo de vuelta a casa- sintió la mirada de ambas niñas y sus ojos reflejaban un evidente “no te creemos”- Como sea…-tosió y le dio una palmada en la cabeza a la almendra- Gracias, pero no puedo salir contigo- dijo simple, ya que realmente no era una explicación, nunca había sido bueno hablando.

-       ¿Te gusta alguien más, oniichan?- preguntó desanimada. El moreno sin darse cuenta volteó a ver al albino, quien parecía algo incómodo hablando con el bermejo que estaba muy cerca de su compañero de clases, el copo ahora cubría con su mano la boca del pequeño Shusei intentando mantenerlo lejos de él, era evidente que su paciencia se agotaría pronto, puesto que en breve pudo ver que el diamante hizo una mueca de desagrado ya que aparentemente el granate había lamido su mano mientras le tapaba la boca, a lo que la alejó de inmediato acompañando la acción con un sonido de desagrado. Pero ya se había distraído suficiente con él, puesto escuchó un carraspeo de garganta, posiblemente de la pequeña Rikako, volteó hacia algún otro lugar del parque, intentando distraerse de nuevos pensamientos que atestaban su cabeza y pensó  “Tal vez” antes de redirigir su vista hacia las niñas y optando por darles una afirmativa, que lo sacara del problema de tener que rechazar a una niña de 4 años.

-       Sí- en eso pudo sentir una mirada asesina por parte de la morenita, desvió nuevamente la mirada con un ligero sonrojo, aunque no estaba seguro de qué le había dado tanta pena. Necesitaba terminar la embarazosa situación de inmediato, intentando pensar en algo, redirigió su vista hacia donde el otro par y al no ver al pelirrojo, el moreno se disculpó para dirigirse a donde el albino- Ahora vuelvo.

Se dirigió rápidamente a donde su compañero de clases permanecía sentado con cara de pocos amigos, apenas arribó, le dio una ligera patada en la pierna para llamar su atención, pues estaba distraído viendo hacía algún punto desconocido del parque. Tan pronto llamó su atención el moreno le preguntó:

-       ¿Y Shusei?

-       No lo sé- respondió con una sonrisa extraña, del tipo que solo se puede hacer cuando se está satisfecho con alguna travesura.

-       ¿Qué le hiciste?- preguntó no sabiendo que esperar, en eso escuchó unos sonidos extraños y finalmente notó las pequeñas piernas y la mata de pelo rojo que estaban bajo el albino, el diamante, que estaba cómodamente sentado sobre el niño fingió desconocimiento de la situación, a lo que el moreno de inmediato se puso detrás del copo y pasó sus brazos por debajo de los del otro, sujetando así a su compañero, entonces tiró de él para levantarlo y liberar al pequeño niño, quien se veía más divertido que molesto o herido.

-       ¡Wow! ¡No sabía que podías hacer eso!- le dijo el niño impresionado al albino, que aun seguía siendo sostenido por el cuervo.

-       ¿Qué estaban haciendo?- inquirió el azabache, aunque ya sabía la respuesta, a lo que el copo respondió:

-       Nada realmente- mintió el copo con algo de fastidio, sería muy bochornoso el responder con la verdad, pero no sirvió de mucho porque el pelirrojo contestó:

-       Consolaba a Shougo e intentaba persuadirlo, pero es difícil- dijo el pequeño bribón. Dejando a ambos jóvenes de piedra con el comentario ¿a qué se había referido?

-       ¿Qué?- preguntaron al unisonó ambos jóvenes.

-       Shin-chan, eres muy lento pero tienes suerte- dijo el pequeño fingiendo una inocencia que evidentemente, no tenía ese comentario. El moreno al instante dejó caer al albino que tenía todo su peso apoyado en el cuervo. El diamante obviamente se molestó y volvió su rostro hacia arriba para reclamarle al moreno, pero más que querer iniciar una pelea era que ninguno de los dos muchachos sabía que hacer o decirle al niño, así que querían irse por la tangente respecto al tema. El niño aprovechó la distracción de ambos para darle otro beso al albino, aunque esta vez había sido en la mejilla, dejando a ambos jóvenes de piedra, pues en breve había salido corriendo el enano.

-       Es muy…precoz. Creo que tienes que hablar con ese par, Kougami- rompió el hielo el albino luego de algunos segundos, poniéndose de pie con ayuda del cuervo.

-       ¿Yo?- inquirió el moreno como si le preguntara “¿bromeas?”- Que lo haga su mamá- decía con un evidente sonrojo, ya había perdido la cuenta de cuantas veces se había sonrojado en el poco tiempo que llevaba en el parque.

-       Así que…-calló, respiró y prosiguió – ¿entonces la rechazaste?- intentando desviar el tema de él. El moreno asintió.

-       Sí- suspiró pesadamente- Y dime ¿qué se siente flechar a un niño de 4 años?- le molestó.

-       No lo sé, dime ¿Qué se siente rechazar a una niña de 4 años?- le devolvió la pregunta de manera defensiva; y así comenzaron a discutir, intentando cada uno desviar el tema de sí mismos, sin mucho éxito obviamente, más si querían saber de lo que ocurrió con el otro.

-       Te lo diré cuando me digas que se siente que te robe dos besos un niño- el albino se sonrojó a sobremanera, lo cual era aun más evidente por su blanca piel. En el fondo había deseado que el cuervo no hubiese visto eso, precisamente para evitar esa conversación, pero al juzgar por lo que dijo había testificado ambas situaciones, de algún modo sentía lastimado su orgullo de hombre. Por su parte el cuervo estaba sorprendido de sí mismo por abordar así el tema y aun más de ver tal tono de rojo en el rostro del diamante, aparecieron más contradicciones en su mente, contradicciones que no quería atender. Francamente, de no ser por qué los niños estaban ahí, se habrían comenzado a golpear desde hacía ya mucho tiempo, pero no podía ser así, de modo que ambos optaron mejor parar la conversación ahí e irse, sin más atentados.

-       Kougami…yo me retiro- dijo simple para escaparse de la bochornosa y molesta situación- debo llevar a Rikako a casa; y creo que tú igual con esos niños.

-       Sí…lo siento- se disculpó, pues ¿Qué más podría decir? Debía admitir que toda la extraña serie de situaciones del día habían sido culpa de los revoltosos y suya.

-       Gracias por la crêpe- dijo lo más tranquilo que pudo y con su sonrisa “social” que siempre lo hacía lucir encantador a ojos de la mayoría, al cuervo le hacía pensar que esa sonrisa le hacía lucir falso (no negaría su atractivo, pero tampoco lo admitiría) era como si sus ojos fuesen de vidrio cada vez que sonreía así, y eso era algo que le disgustaba, incluso prefería agarrarse a golpes con él; al menos entonces su expresión sería algo real, como el sonrojo de hacía unos segundos. El joven de nieve se dirigió a buscar a su hermana y se fue del parque. Apenas el cuervo vio la silueta del albino bastante lejana, le dio un fuerte coscorrón al pelirrojo.

-       ¡¿Por qué me golpeas?!- preguntó el niño sobándose la cabeza, con evidente molestia.

-       ¡Tch!- simplemente chistó el moreno en respuesta, ni él estaba seguro de qué fue lo que le había molestado más- Ve por Akane, ya nos vamos- aunque no hubo necesidad de eso, pues la niña ya se dirigía a ellos cabizbaja, para que finalmente se dirigieran a casa.

Notas finales:

:D revs?

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).