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Placer puertas adentro por Mero-Mero-San

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Pasaron dos días, Sanji al fin se había presentado a sus deberes, su cuerpo aun no estaba acostumbrado a los fuertes días de esfuerzo, en el suelo hacia flexiones de lagartija, Kid estaba detrás suyo con su típica vara esperando a que se equivocara o cayera.

Apretó los dientes en la flexiones 58, cayendo rendido y recibiendo un golpe en la espalda -¡Bastardo! ¡¿Quién mierda te dijo que podías descansar?!- le encajo otro golpe y luego se acuclillo a su lado para jalarlo de sus hebras rubias y levantarlo -¡ahora me vas a escuchar!- le gritaba directamente en la oreja -¡Yo te mando y cuando te digo que hagas 120, harás 120!- lo arrojo hacia el césped observando a su alrededor, los demás se estaban esforzando en sus flexiones, pero el rubio no podía, le molestaba ¡¿Qué tan débil era?! Se sentó sobre su espalda -¡harás flexiones con mi cuerpo encima! ¡Empieza!-

Arranco un poco de césped con sus manos y obedeció completamente dolido, el no quería esto, solo quería cocinar, hacer lo que siempre amo, miro hacia el frente viendo al Capitán, lo estaba mirando mientras comía un bento ¿Por qué no lo ayudaba? Creía que ambos eran pareja…no, no eran pareja, solo su perra pero ¿Por qué le dijo aquello después de aquel dolor? Fue tan lindo y diferente, se sintió completamente feliz a su lado, realmente era una perra.

Los odiaba, odiaba el destino que eligió su padre ¿tanto le jodia como era? ¿Por qué no pensó en su felicidad? Estaba enfadado, harto de ese lugar al que estaba condenado hasta que se convirtiera en un hombre de la realidad.

-¡No quiero hacer esto!- se hizo de costado arrojando al pelirrojo, se puso de pie y lo enfrento -¡quiero que se vaya a la mierda, todos!- movió su brazo mostrando al resto

Zoro había dejado de comer, estaba observando ese toque de locura, aah, le recordó a cuando era un adolecente, tan rebelde, tan agresivo, tan lleno de odio.

-¡Este lugar no es para mí! ¡Prefiero morir a seguir con esto!- apretó su remera blanca manchada de verde -¡Ya me canse!-

El Sargento sonrió y se acerco lo suficiente para darle con su vara en la mejilla provocando una herida sangrante, se desequilibro pero se mantuvo en pie, ni mierda que le daría el gusto a ese maldito pervertido –eres interesante rubio ¡pero te falta mucho para mostrarte tan gallito!-

No iba a defenderse, el no era un salvaje que iba a responder con la misma agresión, el solo era un chico que soñaba con su propio restaurant y comprometerse con una bella mujer, el no sería como ese tipo, el era sensible y compañero, era un joven amable y por esa razón perdonaba a su padre.

Para cuando dejo de pensar, su vista estaba roja, se dio cuenta que estaba sangrando bastante ¿Qué pasaba con la agresión en ese lugar? ¿No había límites? Entrecerró su ojo, su rostro completamente herido no daba a creer lo que vieron los demás, su cuerpo temblaba, sus ropas ya estaban con ciertas rajadas. Noto que Kid estaba en una lucha aparte ¿ese era Zoro? ¿Se había metido para defenderlo?

El pelirrojo cayó al suelo siendo insultado, su mentón estaba sangrando bastante -¡¿Por qué te metes?!- reclamo furioso

-No te pases estúpido Kid- apretó su puño mostrándoselo -no tienes el poder suficiente para castigarlo de esa manera- se oyeron los gritos de sorpresa, cuando el peli verde se dio la vuelta Sanji yacía en el suelo, con la sangre recorriéndole el rostro -cocinero- susurro mientras apresuraba sus pasos, al tenerlo entre sus brazos se dio cuenta de lo profundo de las heridas –te reportare con el Capitán General ¿Qué te sucede? ¡El ejercicio termino, vayan a las duchas!- los novatos obedecieron rápidamente.

Robin miraba desde la ventana, el espectáculo no fue tan inusual, pero si la actitud de Zoro, cerró sus ojos y suspiro, el peli verde en verdad era amable cuando le convenía. Camino por el pasillo poniéndose junto a un joven de cabello violáceo –Vamos Saga-kun-

El muchacho se puso firme –Si señora- siguió por detrás a su superior y sin que ella lo notara, la sonrisa se rebeló en aquel moreno.

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Mihawk era un gran hombre, cuando ingreso era un mocoso serio e inigualable, con ello se fue ganando de a poco su lugar, con respeto y admiración logro varios de sus objetivos, nada podía detenerlo, una batalla daría inicio y se encontraba orgulloso de ello, demostraría que era capaz de mucho más, pero…por alguna razón sentía una pequeña opresión en su pecho, era como si un globo se inflara y desinflara, su cabeza estaba a punto de explotar del dolor y pensamientos.

Recordaba a cada momento al pelirrojo, como era de joven, un muchacho alegre y divertido, muy contrario a él, aun así pudieron entenderse en la cama, ambos eran jóvenes y soñadores, tenían metas diferentes, tal vez para el pelirrojo era conseguir la camisa mejor planchada, eso le dio gracia. Su sonrisa, sus risas, sus tristezas, él cuando lo vio ponerse rojo o llorar, Akagami era un muchacho lindo, lo que un hombre normal soñaría, el no era normal, se consideraba un hombre sin corazón, de sentimientos fríos y sobre todo calculador. Tal vez esa era la razón por la que nunca vio a Shanks como más que una simple perra o eso creía.

Al verlo con aquel pelinegro le hizo hervir la sangre, le hizo sentirse no querido, humillado, le hizo sentirse un mero objeto ¡¿en qué mierda pensaba?! ¡Eso era lo que debía sentir Akagami! Todo pareció detenerse y lo comprendió, el pelirrojo se sentía de esa manera, usado, que no valía nada ¿Qué acaso era imbécil? ¿Tan insensible fue? Se puso de pie, no era tiempo de estar sentado en el suelo, cerca de varios insectos, lejos de aquellos ojos que lo miraban con miedo y respeto, solo quería esa mirada de felicidad y molestia o de simple pereza e ignorancia.

No necesitaba nada que le hiciera feliz, ese pelirrojo fue su todo desde el inicio y ahora de alguna manera debía recordarlo, el modo en cómo le gemía y le entregaba esa sonrisa arrogante, a veces llena de satisfacción y de cierto enojo ¿enserio? ¿Esto era el famoso amor al que tanto se había negado? Lo peor de todo no era si estaba feliz o era que justo el pelirrojo se le cruzo mirándole incrédulo.

-Akagami- el nombrado no lo podía creer ¿acaso el General venia del lugar a donde pensaba ir? Sus mejillas se tornaron rojas y miro hacia un costado, no podía ser ¿Por qué? -¿a dónde ibas?-

Se puso tan nervioso que sus labios temblaron y comenzó a sudar, no quería admitir que estaba yendo al único lugar donde ambos iban solo a charlar o simplemente besarse para pasar el rato, un lugar libre, lleno de lujuria y maldades, donde podían sentir con ternura las manos del otro.

-Ben-chan me está esperando allá- señalo el camino –ahora nosotros…- agacho la cabeza, estaba sintiendo esa mirada de enojo, de furia –si me permite- paso a su lado siendo sujetado para ser jalado hasta su destino -¡suélteme! ¡¿Qué cree que hace?! ¡Me duele!- al llegar el más verde césped y las diminutas flores los recibieron, todo se veía como siempre, hermoso y como si el sol quisiera que siempre brillara.

-¿Dónde está ese hombre?- miro para todos lados, buscaba a la actual pareja de su perra -¡¿Dime donde esta?!-

Se estaba arrepintiendo de haberle mentido de esa manera –no debe tardar- no daría el brazo a torcer y mostrar su verdad -¿podría irse?- quería estar solo y recordar buenos momentos.

-No, me quedare hasta verlo aparecer- soltó el brazo y lo sujeto de la cintura, atrayéndolo hasta pegarlo a su cuerpo -Akagami- había cerrado los ojos con fuerzas, dolía oír que lo llamaba con ese tono tan sensual –mírame ahora-

No podía negarse al amor que sentía por ese bastardo -¿Qué?- alejo su rostro de la curva de su cuello, estaba sonrojado y sus ojos destellaban un profundo deseo.

¡Qué mirada tan jodidamente ardiente! No tardo en caer, lo beso y le acaricio la mejilla con dudas, los sentimientos no eran parte de su rutina diaria, pero dios que no se sentía nada mal, sintió como las tímidas manos del pelirrojo se aferraba a su espalda, le apretaba el abrigo y gemía con anhelo en su boca, quería darle justo ahí, pero no…quería comenzar desde 0, debería ser algo genial y único ¿aceptaría si se lo decía? Por alguna razón tenía el increíble miedo.

Se alejo de su boca –Ben-chan esta…por venir…- su nuca fue apretada y obligado a besar esa boca, no podía negarse al hombre de ese rango, tan imponente, tan frio, tan…ya no podía pensar ya no podía tratar de ignorarlo, se sentía jodidamente bien, quería que lo folle allí mismo sin importar que tan dañado quedara después.

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Giraba y giraba en la silla de su abuelo, estaba aburrido y deprimido, desde el otro día no había vuelto a ver a Trafalgar, en parte lo odiaba y lo extrañaba, ese idiota parecía sincero y amable, le salvo la vida, así que debía de alguna forma agradecérselo, pensaba y pensaba ¿Qué podría agradarle a ese moreno? Sabía que los guantes y escalpelos eran lo suyo…se cruzo de brazos y cerro sus ojos, parecía molesto pero se estaba esforzando en poder imaginar un regalo para poner fin a lo que sentía.

-Luffy-kun- el chiquillo abrió los ojos encontrándose con la Teniente

-¡Robin!- se levanto del asiento y la abrazo –me alegra verte-

Ella sonrió encantada por el afecto –digo lo mismo- lo estrecho contra su cuerpo, como siempre el menor se quejo y por una extraña sensación miro hacia atrás, había una persona -¿Qué pasa Luffy?- ella se giro a mirar y vio al muchacho –es Saga-kun, mi subordinado-

Se sentía incomodo, no le agrado la sonrisa ni la mirada que le estaba dando, era como si ya lo hubiera visto, algo…violeta…ese cabello.

-Robin ¿Dónde está mi abuelo?- escondió su rostro entre sus pechos, no quería mirar al joven cabo, subordinado de la pelinegro –tengo hambre- susurro

-¿Quieres comer? Entonces vamos- miro al moreno tras ella –tu también vendrás Saga-kun-

-No quiero que venga- se quejo mirándolo de reojo

-Sra. Robin, me encantaría acompañarlos pero tengo trabajo ¿podría disculparme?-

Acaricio la cabeza del menor –si, no hay problema, vamos Luffy-

Al pasar a su lado, sintió miedo, ese hombre no le era seguro –adiós…pequeño Luffy- susurro con cierto agrado y burla.

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Apretó los ojos y se quejo, el cuerpo le dolía a horrores y su rostro aun más, llevo su izquierda a su rostro notando las gasas, sí que lo hicieron mierda, sonrió de lado con dolor, fue divertido ver como el gran pelirrojo reacciono por sus palabras.

-No deberías moverte mucho- abrió un ojo encontrándose con el peli verde que pelaba una manzana sobre un plato -¿Cómo te sientes?-

Con extrañez se enrojeció y trato de hacer su cabeza de costado, mucho no lo logro por la punzada -¿Cuánto tiempo llevo aquí?- pregunto en un murmuro

-Lo suficiente como para que hubieras hecho una buena cena para 200 personas- cerro sus ojos tratando de no darle demasiada atención a aquellas heridas que de alguna manera le dolían, el rubio estaba completamente destrozado –unas cinco horas, Kid te dio duro-

-Ya veo, por alguna razón siento pena por el-

-¿pena?- detuvo el cortar y entre pensamientos concordó con el cejillas, Eustass andaba extraño desde hace varios días, diría que hasta muy agresivo –mmm, eres raro-

-Eso me hace único-

Zoro rodo sus ojos, como odiaba que el cocinero se creyera el glorioso –por cierto, te llego una carta-

Casi da un brinco, hace tiempo que nadie le escribía y estaba completamente emocionado, hizo su mejor esfuerzo por tratar de sentarse, lo que recibió fue un regaño y que Roronoa lo sentara con una cómoda almohada en su espalda –es de mi padre-

-¿Tu padre?- frunció el entrecejo, sabía que Kuroashi había sido enviado allí por su viejo a la fuerza -¿Qué dice?-

La abrió con la emociona a pie, pero su sonrisa se desvaneció y dejo expuesto el vacio, hizo bollo el papel y lo arrojo al suelo, se acomodo y se tapo, quería dormir. Zoro extrañado levanto el papel y lo desarrugo “se un hombre” era lo único que decía, nada alentador ni palabras de cariño, sintió pena, el por lo menos recibía cartas de familiares por parte de su difunta madre.

-Sanji-

-Quiero dormir ¿podrías irte?- no dijo nada más, dejo el plato con la manzana y se retiro.

Que esa sonrisa se deshiciera, que esos ojos se apagaran, que lo echara, que llorara en silencio cubriéndose con la sabana, dolía verlo así y se enojaba ¡el tuvo un padre de mierda! ¡¿Por qué el rubio también tenía que pasar por lo mismo?!-

Sonrió de lado teniendo una idea perfecta que tal vez le arrebatara una sonrisa a ese cejillas de cuarta…

Cuando despertó luego de su largo llanto mudo, se sintió más pesado, le dolían los ojos y su brazo, al cual se había apoyado comenzaba a acalambrarse, al quitarse la manta por completo miro a su alrededor, Zoro no estaba, pero lo que si encontró fue un sobre en la mesita de en junto apoyado en el vaso de agua.

Leyó los datos de atrás

De: Roronoa Zoro
Para: Kuroshi Sanji
Notas finales: Al fin regrese con este fic, lo retrace pero aqui esta, espero que les haya gustado, un beso!

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