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Placer puertas adentro por Mero-Mero-San

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Ya era nuevamente invierno, su chaqueta lo refugiaba de la nieve que caía suavemente; su mirada estaba apagada, frente a la tumba no podía expresarse como debía, ya no lloraba, ni siquiera podía entristecerse por su perdida, había pasado un año y medio, perdió a la única persona que amo, que su corazón dijo que era el correcto.

Su padre lo acompañaba a unos metros, sostenía un paraguas para cubrirse de la nieve, aunque realmente era para su hijo, Sanji ya no era Sanji, seguía sirviendo en el ejército e incluso ascendió un rango, pero lo notaba tan distinto a cuando lo entrego, al menos veía el brillo de la tristeza o su molestia, pero ahora no podía ver absolutamente nada, después de que aquel chico había muerto, el rubio fue enviado a su hogar un tiempo indeterminado, aunque todo cambio, ya no comía como debía, se la pasaba horas en la cama, el sillón o el marco de la ventana, mirando a la nada, lloraba por las noches, oír su llanto lo llenaba de un desagradable sentimiento, trataba de cerrar sus ojos y no escucharlo, pero era imposible, su hijo estaba sufriendo.

Quiso remendar el error que había causado, pasaba tiempo a su lado, le insistía comer lo necesario, le leía un libro de cocina para que se mantuviera al tanto sobre los retoques culinarios, después un mes manteniéndolo “vivo” decidió que era momento actuar como padre, lo abrazo con cuidado y allí comprendió, Sanji era ahora su único hijo, no importa si amaba a alguien a quien no aprobaba, lo que importaba era que fuera feliz.

Algo se desprendió dentro de sí y le correspondió, lloro en el hombro de su única familia, susurro su tristeza y el cómo dolía haber perdido al amor de su vida, sin miedo le hablo de lo que vivió allí adentro, sus sentimientos y del cómo se sentía ahora. Comprendió que su dolor era idéntico a cuando perdió a su esposa, la madre de su muchacho, se lamentó todo lo que hizo, desde ahora lo apoyaría -¿Crees que algún día pueda verte? ¿Dónde estás?- preguntaba, tenía ilusión de que el Marimo le respondiera, extrañaba el tacto de su mano hacia su cabello, su olor, el cómo se sentía abrazarlo con brusquedad.

-¿Qué haces aquí?- pregunto con brusquedad el rubio mayor

-Ha pasado tiempo desde que vine a verlo, es mi sobrino después de todo- camino hasta estar junto al rubio, quien gano el lugar de Capitán, pero este se negaba y solo se nombraba como Cabo –no vine aquí como General ¿puedo hablar contigo?- asintió sin moverse –parece que fue ayer cuando entraste como un idiota y hablaste con él- metió las manos en las bolsas de su saco –su ausencia es evidente-

Miro de reojo a su Superior, nunca abandono su lugar como General pero jamás quiso tomar el rango que tenía, le daba todo el crédito a Garp, él no se sentía apto para dirigir a los jóvenes, solo golpearlos y enderezarlos –hubiera deseado no soltarlo- susurro cerrando sus ojos –ese momento me atormenta como si el tiempo se hubiera quedado allí…nosotros dos hablando a través del portón, le hubiera dicho que lo amaba-

-No es tan fácil…-

“En cuanto regreso, no le importo nada, abrazo a Shanks en el pasillo cerca de la lavandería, muchos de los presentes no dijeron nada, respetaban el lazo que tenían, era un secreto a voces que se volvió normal con el tiempo.

-Akagami…Roronoa murió- hablo en su cuello. Lo sabía, el pelirrojo más que nadie entendió los números, ya había pasado un dia desde que Sanji se enteró –no pude hacer nada- en ese momento se sentía impotente, le había fallado a su única familia

Suspiro comprendiéndolo -No fue tu culpa…muchos murieron ¿verdad?- acaricio sus hebras negras y suspiro, al fin lo tenía a su lado a pesar de todo –te amo, te extrañe mucho…-

-También te extrañe-“

-Aún no he podido aclararle como me siento- observo fijamente la tumba, creía que ya era momento –lamento lo que te hice aquel día- apretó sus labios en señal de disgusto consigo mismo –quería que supieras que me encuentro arrepentido, las palabras no alcanzan, pero…-

-No importa- se sorprendió de oírlo –eso ya no importa, estoy vivo y el muerto ¿de qué me vale que te lamentes ahora si el Marimo no podrá oírte ni golpearte?- aunque no sabía si el peliverde reaccionaria de esa manera-

Ahora su vida giraba en torno a su fallecido sobrino, Kuroashi estaba muy afectado por su ausencia, reprimía toda clase de emociones relacionados a él pero siempre lo mencionaba si se le decía algo, no se podía hablar con Sanji –quiero que vengas conmigo, haremos un viaje- sin responder siguió al pelinegro quien se detuvo ante el obstáculo

-¿Dónde crees que llevas al mocoso?- actuaba con el instinto de Padre que nació al ver a su muchacho destruido aquel tiempo

-No te preocupes, no le hare nada, solo le mostrare que no es el fin…-

No parecía convencido ¿Qué haría? –Viejo, estaré bien. Sabes que se defenderme- asintió molesto, era verdad, su hijo a pesar de todo era fuerte. Una patada podría encestarle.

Aun con sus inseguridades permitió aquel viaje. Sanji miraba por la ventanilla, ni siquiera miraba a su Superior, tardaron dos horas en llegar, no era un viaje sencillo al otro lado, al bajar el rubio ni miro de que se trataba todo, camino ignorando las risas y llantos, los gritos y susurros, incluso se oía incoherencias, entraron por una puerta a una habitación con un tenue de luz y allí esperaban, no sabía de qué se trataba, no quería preguntar nada.

-Aquí es, mira atentamente-

Observo a dos personas a sus costados que al igual que Dracule miraban hacia el frente, de a poco giro su cabeza y el mundo se detuvo. Había un sujeto haciendo pesas, abrió la boca queriendo decir algo pero nada salía, en cambio sonrió mientras apoyaba la mano en el vidrio –Zoro…- susurro, la sangre recorría cálidamente su sistema, su corazón se volvió a llenar de un calor indescriptible mientras su rostro se mojaba ante las lágrimas, sin duda era Zoro, tal vez un poco más demacrado pero sin duda era su Marimo -¿Por qué?-

Miro a Mihawk quien se había mantenido en la posición que estaba –surgieron muchas cosas en la guerra, Roronoa es un caso especial por lo que te traje para mostrarte que aún está vivo-

Su sonrisa fue disminuyendo, cierto, ahora recordaba que le habían mentido respecto a su muerte, ahora no solo estaba feliz sino que molesto -¡¿Por qué me mintieron?! ¡¿Tienes una idea por lo que pase?!- quiso golpearlo pero el mayor era fuerte, solo con su mano detuvo su pie -¡Maldito!-

-Si sigues comportándote de esta manera dudo que te dejen entrar a hablarle-

Apretó los labios y se contuvo, quería abrazarlo y para lograrlo debía ser callado y cuidadoso, suspiro y bajo su pierna, volvió su vista al peliverde, si…en verdad que quería abrazarlo

-Te explicare que es lo que tiene- siguió al mayor hasta una puerta muy asegurada –Roronoa asesino a sus compañeros, un grupo de seis, quiso matar a Luffy, utilizo a Ace y Saga, quiso matarme, a Robin…también te hizo daño a ti pero no te has dado cuenta, es mejor que no te lo diga-

Estaba en shock ¿Zoro matando y haciendo daño? No lo veía capaz, siempre tan torpe y flojo pero leal, no comprendía sus razones y sin darse cuenta, había ignorado que el peliverde le había hecho daño.

Marco unos códigos, las barras metálicas se corrieron para permitir que la puerta de acero se deslizara a un costado –entra, yo esperare en junto-

Avanzo lentamente, el lugar era muy blanco, demasiado para Zoro, incluso las pesas, estaban asustándolo con ese color, él era de prendas oscuras y verdes, no era colorido, pero eran sus gustos y le asentaban bien –te ves ridículo, estúpido Marimo-

Solo fue un susurro, uno simple, pero fue lo suficiente claro para el peliverde quien soltó la pesa, sus ojos se encontraron y sintieron un alivio invadirles, al ponerse de pie observo el espejo, era consciente que prepararían las jeringas por si algo llegaba a hacer ¿eran estúpidos? Jamás lastimaría a Sanji, el rubio se había convertido en su todo, quería gritarle que lo había extrañado y que lo deseaba como a nadie, pero…Zoro había dejado de hablar apenas fue encerrado por lo que le costaría expresarse.

En varios pasos llego al cocinero, lo observo como si se tratara de un farsante, ya lo habían intentado y el resultado no fue muy favorable, habían desatado su ira tras el intento de engaño, con Mihawk la rivalidad permaneció desde que lo ataco más por culpa que por cualquier cosa, su aroma inconfundible fue la señal, acaricio su rostro encontrándose con esas ridículas cejas, no entendía como pudo olvidarlas siendo tan únicas, bajo a sus pómulos, el sonrojo era tan evidente que por su interior se carcajeaba, se veía tan tierno de esa forma, continuo su camino, ahora su cuello era acariciado, leves cosquilleos lo atacaban, le sacaba una media sonrisa y lo hacía sentir tremendamente deseoso de que continuara, acaricio sus hombros y cuando supo que se trataba del amor de su infancia, lo abrazo, fue tan fuerte que el rubio soltó un quejido, pero correspondió gustoso, después de casi dos años, volvían a juntar sus cuerpos, a sentir el calor ajeno.

Mihawk desde el otro lado dio una media sonrisa gustosa, eso era lo que esperaba, los presentes allí no podían creerlo, era un gran avance –que bueno que al fin estén juntos- toco su espalda en señal de apoyo

-Sí, supongo que ahora podrá salir al jardín- el pelirrojo lo abrazo por la cintura –al fin juntos, como nosotros ¿no?-

Lo miro de reojo, le hubiera dicho que sí, pero esto no se sellaba con un simple te extrañe, debía ser algo más profundo, especial y haría lo que sea para que Shanks entendiera cuanto le importaba, apoyo su mano sobre la contraria, siempre estaría a su lado como aquellos dos.

No dejaban de verse a los ojos, estaban completamente perdidos por el otro -¿y cómo estás?-

-Algo…cansado- tenía una gran ansiedad de besarlo –¿y tú? Tienes el cabello más largo- no era una burla, lo decía con un gran aprecio –has crecido un poco más, creo-

-Me lo dices como si fuera un adolescente en desarrollo- se rio molesto –pensé…- abruptamente lo abrazo del cuello –lo siento….yo pensé que habías muerto…- lloraba en su cuello, su “muerte” le había afectado tanto que se había emergido en la depresión, había abandonado la cocina, su propia vida, Zoro estaría molesto y avergonzado por lo que hizo -perdón-

Lo apretó con fuerza. Los altos mandos fueron capaces de mentirle de esa manera haciéndole sufrir de una manera indescriptible ¿Por qué? No había necesidad de tanta crueldad, solo con decirle que estaba encerrado en un lugar bastaba, pero no, decidieron ir por el camino más fácil para ellos, matarlo. Una masa dura se formó en su interior, era negra y pesada, el odio y las ansias de matarlos era más fuerte, abruptamente separo a Sanji de sus brazos y yendo directo al espejo comenzó a golpearlo, no iba a perdonar a nadie quien perjudique a Sanji, y Mihawk estaba en esa lista.

-¡Voy a matarte!- con cada puñetazo una pequeña abertura se realizaba y los puños del peliverde se teñían de rojo, del otro lado Mihawk suspiro, al parecer no sirvió de nada la presencia del rubio, Zoro volvía a estar perdido.

-¡Detente Zoro!- jaloneo su brazo queriendo pararlo pero no espero recibir un puñetazo, totalmente impactado no podía reaccionar, el Marimo acababa de golpearlo ¿no? Debía doler pero…

Se detuvo al verlo en el suelo -¡Sanji!- sujeto su rostro con sus manos notando la sangre en su nariz –perdón por eso, el botiquín esta…- como si la vida se le estuviera terminando lo buscaba, su arrepentimiento fue lo que los doctores y Mihawk buscaban, una acción simple que daba mucho –lo encontré, no te muevas- auxiliar a otro era otra muestra de la humanidad que aún quedaba en el

-Mihi ¿no crees que ha pasado demasiado tiempo? Esos dos deben tener una segunda oportunidad-

-Doctor- el nombrado lo miro -¿cree que ya puede tener una atención diferente?-

El estudiado lo medito –Si, por mí no hay problema Dracule-ya, pero estará bajo mi supervisión nuevamente- asintió viendo como el ojeroso volvía su vista al peliverde quien atendía con extremo cuidado al rubio –en verdad se extrañaron- cerro sus ojos y pensó en Luffy, a ese mocoso también le habían dicho que estaba muerto pero él sabía que Luffy fue fuerte y lo supero ¿Por qué acepto estar muerto?

Salieron hacia el jardín tomados de la mano, no querían soltarse nunca más en sus vidas, una banca fue el lugar perfecto para sentarse –ayer estaba con Luffy, lloraba mucho-

-Debe estar sufriendo-

-Si- se apoyó en su hombro, no importaba que el mundo se fuese a la mierda, tenía al Marimo a su lado –me convertiré en el Jefe del Baratie-

Zoro sonrió de lado –me alegro, lo has logrado- sujeto su mano y se dirigió a su rostro, besando la mejilla no herida del rubio. Había entrecerrado los ojos disfrutando del cálido contacto pero apenas el Marimo tuvo intención de alejarse cazo sus labios, lo quería, deseaba hacerlo desde hace un rato, perderse en los recuerdos donde ambos eran unos idiotas calenturientos que lo hacían en cualquier lugar.

Se vio sorprendido, pero correspondió con el mismo entusiasmo, sus manos temblorosas se aferraron con fuerza a la delgada cintura, sus lenguas se tanteaban lentamente y luego se tocaban con rapidez oyéndose lo húmedo que era, Sanji comenzaba a tornarse rojo además de que su entrepierna se estaba entusiasmando. Se separó a la fuerza y con dolor, no podían continuar así, si seguían iba a querer más, a desearlo y no estaba permitido, no aquí.

Molesto y frustrado empujo al rubio sobre la banca y ataco su cuello mientras su mano acariciaba su entrepierna, Sanji gimió ante tanta brusquedad pero no podía detenerlo, ya estaba perdido entre sus manos, solo jadeaba mientras lentamente olvidaba donde estaba, que había algunas personas a su alrededor o que Zoro era tachado un loco sin medida.

Shanks sonrió avergonzándose y permitiéndose ocultar su rostro en el hombro de Mihawk, los demás guardias y médicos se miraban entre ellos, tratando de decidir qué hacer, el moreno completamente serio dio la vuelta retirándose siendo seguido por el resto, no estaba interesado en ver la felicidad de otros cuando la suya fue arrebatada, pensar en Luffy era doloroso pero más doloroso era saber que no podía disfrutar de nadie, que no podía hacer nada, hasta ahora se reprimía, en ocasiones se preguntaba como hubiera reaccionado Kid ante su perdida ¿lo habría tomado como el Sargento que era? ¿O habría hecho un escándalo por solo siquiera ver su cuerpo? A veces quería saber y otras veces no, Luffy y Eustass eran los lados opuestos de una moneda y aun así…no quería siquiera pensarlo, mirar a uno seria traicionar al otro, su corazón estaba con Luffy pero su cuerpo era de Kid ¿Cómo era posible? Quería permanecer junto al pequeño de los Monkey, hacerlo feliz, ver su sonrisa, aquello llenaba su corazón, le hacía sentir mucha dicha, pero su cuerpo ardía ante la necesidad de ser tocado por aquellas manos, deseaba que lo sometiera, lo penetrara, le hiciera derramar saliva y lágrimas.

Se detuvo abruptamente, había empezado nuevamente con sus pensamientos retorcidos de estar con los dos, compartirse como una puta irracional que solo se interesaba por sí mismo, el placer y la felicidad, buscarlo de dos personas distintas era enfermizo –Oye joven ¿quieres hablar de algo?- esa vieja nuevamente se le acercaba, parecía que pudiera leerlo –te puedo decir cualquier cosa que quieras menos el secreto de mi juventud ¿entendiste?-

Hizo una seña para que el resto se apartara –desearía realmente estar muerto-

-¿Aun sigues con aquellos pensamientos?- al ver que el moreno asintió solo pudo golpear fuertemente su cabeza -en verdaf tienes la cabeza dura- miro su puño sin borrar su sonrisa -aguanta mocoso-

Law la observo seriamente comenzando a dudar quien estaba mal de la cabeza…
Notas finales: Hola,ha pasado mucho tiempo creo,pero dejo aqui el capi y creo que el siguiente es el final,estoy un poco indecisa,pero si,creo que ya deberia estar,sienten que le falta algo? Avisenme porfavor que ando media colgada.

Besos y abrazos,los amo!

Mero

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