Capítulo 19 - El momento ideal
Ni bien entramos a mi habitación cerramos la puerta con seguro, sé que estamos solos en el depa, pero así me sentía más cómodo. Cuando voltee para ver a Dennis me sorprendí de la velocidad con la que se había quitado los zapatos y ahora estaba sentado en medio de mi cama. Me arrodillé sobre el colchón para estar frente a frente con él, primero nos empezamos a besar de una forma lenta y suave, podía sentir el sabor a fresas del smoothie que Dennis había estado tomando minutos atrás, cuando nos separamos nos miramos a los ojos mientras acariciaba sus tersas mejillas, es en estos momentos cuando me dan ganas de decirle que lo amo, creo que ahora es lo que siento por él; aunque a mis trece años no sé si pueda amar… pero a pesar de lo jóvenes que somos los dos, en serio siento que si se puede… espero.
- Jeremy ¿estás ahí?
- …
- ¡Tierra llamando a Jeremy! -dijo el castaño dándome pequeños golpes en la cabeza con su dedo índice.
- ¡Claro que estoy aquí!
- Te quedaste sin hacer nada, ¿estabas pensando en algo? -preguntó acercándose con mirada de curiosidad.
- Claro que sí, pensaba en que eres el postre más delicioso -dije frotando mi nariz contra la suya, de hecho… es la primera vez que lo hago.
- Tonto, a veces dices cosas algo vergonzosas -dijo sonriéndome.
- Pero es verdad -dije para volvernos a besar, ahora sí con más intensidad.
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Estando desnudos los besos tenían una chispa que no se podía apagar, Dennis me tomaba de los hombros con ambas manos, mientras que yo hacía lo mismo con su cintura, ambos estamos arrodillados sobre las sabanas de mi cama. Cuando nos separamos del beso, sin decir nada Dennis fue hasta mi mesa de noche y tomó las orejas de lobo que recién había comprado, dándome la espalda se las puso y finalmente volvió a arrodillarse frente a mí en la cama. Era casi inexplicable, yo estaba completamente embobado mirándolo, se ve completamente delicioso con esas orejas en su cabeza, más aún de lo que ya es sin ellas, sentí que mi erección se volvía más fuerte…
- Y… ¿te gustan? -me preguntó mi lobito con las mejillas sonrojadas y con una pequeña y hermosa sonrisa.
- … - no le respondí de inmediato, lo que hice fue lanzarme sobre él, abrasarlo y besarlo en las mejillas.
- Ahh… ¿Qué haces?
- Eres lo más lindo que hay en el mundo y lo mejor de todo es que eres solo para mí -dije frotando su mejilla contra la mía.
- Déjame -dijo en tono de broma.
- No, nunca.
- …
Mi niño no me respondió, así que levanté mi mirada para verlo, él estaba con los ojos cerrados y respirando suavemente, bajé mi vista hacia su entrepierna y recién me di cuenta que se estaba masturbando… decidí seguir con el juego y empecé a lamer sus orejas reales, luego las mordí suavemente a las dos. Dennis ahora apretaba mis pezones con suavidad, él sabe que eso me estimula mucho, esta vez decidí aguantar y no dejar salir mis gemidos, quería averiguar hasta donde podía llegar mi niño para escucharme gemir.
Dennis me miraba mirando mis expresiones ante sus estímulos, creo que esperaba también escuchar ciertos sonidos de mí, como no logro sacarlos se acercó a mi cuello y lo empezó a besar, poco a poco sentí que estaba aumentando su intensidad, ahora Dennis succionaba más fuerte y sentía su suave lengua muy húmeda, yo sentía un cosquilleo correr por todo mi cuerpo… ya no pude más me deje llevar y deje salir los gemidos, caí sobre las sabanas con mi peque sobre mí, aún besando apasionadamente mi cuello. Me abrasé a él, podía sentir mi erección chocar contra su pierna, unos pocos segundos más y estaba seguro que eyacularía, afortunadamente Dennis se detuvo y se separó de mí. Cuando abrí los ojos lo vi muy cerca a mi rostro, él me sonreía y luego me dio pequeñas lamiditas en las mejillas, fue una acción que a mí me dio mucha gracia.
Me volví a arrodillar frente a mi lobito y ambos nos acercamos para besarnos de nuevo, creo que es una de las cosas que más nos gusta. Después de largo rato besándonos apasionadamente nos separamos e inmediatamente Dennis se acurrucó entre mis brazos, escondiendo su rostro en mi pecho, yo acariciaba su cabello, ahora era él quien frotaba su erección con mi pierna, segundos después volvió su mirada con la mía.
- ¿Ya te había dicho que besas muy bien? -me preguntó
- Sip, pero eres tu quien me quiere volver loquito con lo hermoso que eres.
- Tú también eres muy guapo, lindo… todo eso…
- Gracias, solo que tú eres mi dulce favorito, nunca me cansaría de ti -dije para al instante besarlo suavemente.
- Suéltame -dijo mi travieso comenzado nuevamente con ese juego.
- No lo haré -respondí abrasándolo más fuerte y besando su mejilla derecha.
- Ya, que me sueltes -dijo entre risas.
- Que no, eres mío.
- ¿Entonces… qué quieres hacerme?
Esa pregunta fue la gota que derramó el vaso de mi excitación, no sé cómo pero ese “¿Qué quieres hacerme?” me llenó por completo de deseo y pasión. Yo solo le respondí: “mejor te lo demuestro con acciones” y acto seguido ya lo tenía debajo de mí y yo besando su plano y suave vientre, bajaba poco a poco sin toparme con ningún vello, ya que al peque aún no le crecía en esa zona. Llegue hasta su pene, lo empecé a frotar con mi mano derecha y luego comencé a chuparlo, podía sentir su sabor, lo envolvía con mi lengua y con mis labios. Oía a mi novio gemir bajito, su cabeza estaba apoyada en mis almohadas mientras yo hacia lo mío, estuve chupándosela por un rato más, yo quería que eyaculara como la otra vez, pero esta vez Dennis me detuvo a la mitad y me dijo: “Espera ¡es mi turno, mi turno!”
Ahora era yo el que estaba recostado sobre la cama con Dennis chupando mi miembro, mientras lo chupaba también lo masturbaba lentamente lo que a mí me estimulaba mucho. Mientras lo veía lamer y chupar mi pene yo acariciaba sus cabellos y también tocaba las orejas de lobito que tenía puestas en su cabeza, esa escena me estimulaba de sobremanera. De una forma rápida que hasta ni yo mismo no lo vi venir eyaculé manchando su carita, fue tanta la excitación que hasta yo me sorprendí de lo rápido que había llegado a eyacular. Rápidamente rebusqué el primer cajón de mi mesa de noche y saque una caja de pañitos húmedos, se los pasé a Dennis para que se limpiara la cara, mientras se limpiaba me dijo entre risas: “Te viniste muy rápido” yo solo me puse rojo y asentí. Cuando él termino arrugó los paños húmedos en una sola pelota y la lanzó hasta el bote de basura que estaba al lado de mi escritorio, creo que tanto jugar básquet conmigo le han servido bien. Yo por mi parte también limpié los restos de semen que estaban en mi pene, cuando estuve limpio me recosté sobre la cama, tenía que “recargar” por así decirlo. Dennis se acostó a mi lado.
- ¿No quieres que te haga eyacular también? -le pregunté después de unos minutos de silencio.
- Si quiero, solo que lo estoy reservando para cierto momento.
- Si tú lo dices.
En ese momento estaba mirando hacia el techo, cerré mis ojos para relajarme un poco más y entonces sentí los dulces labios de mi niño sobre los míos una vez más, él me tomaba de ambas mejillas y yo no lo toque con mis manos, quería que esta vez él llevara por completo el control de beso. Su húmeda y suave lengua entró entre mis labios hasta chocar con la mía, en verdad es una sensación fantástica, antes de separarnos mordí suavemente el labio inferior de Dennis. Luego del beso él se acurrucó a mí y yo lo abracé.
- Ahora solo hay que esperar a que estés duro de nuevo.
- Dennis… ya estoy duro…
El peque bajó su mirada y vio que efectivamente ya tenía mi enérgica erección otra vez, me miró con una sonrisa traviesa que yo también le devolví, me separé un poco de él, necesitaríamos espacio para lo se seguía. Dennis seguía recostado boca arriba pero ahora en medio de la cama y apoyando su cabeza aún con las orejas puestas sobre las almohadas, tomó con sus manos sus muslos y subió sus piernas juntas, dejándome ver una vista casi perfecta de su lindo trasero, yo me acerque, tomé sus rodillas y las separe, ahora si estaba con las piernas abiertas y podía verlo a todo su esplendor, el sonreía sonrojado, podía ver su pene erecto y sus lindas bolas, también su rosada entrada.
Mi pene se ponía más duro a cada segundo, chupe dos de mis dedos y los humedecí luego lubriqué la entrada de mi novio, pero esta vez no metí mis dedos, solo lo humedecí. Cuando terminé de prepararlo acerque mi pene a su culito, rocé suavemente mi glande y lo empecé a meter poco a poco. Vi a Dennis cerrar los ojos mientras lo hacía, seguía metiendo mi pene… se siente tan caliente, tan apretado… ¡se siente genial!
Luego de esperar unos minutos a que mi Dennis se acostumbrara y no sienta dolor, por fin podía dejar de aguantar las infinitas ganas de moverme y embestirlo. Primero me empecé a mover lentamente, viendo cada reacción en la carita de mi castaño, cada expresión que hace es hermosa, ahora ya estaba metiendo y sacando mi pene a un ritmo constante y más rápido, en serio es delicioso como se siente.
- J-Jeremy… dame un beso… ahhh
Me acerqué a su carita y lo bese con mucha pasión y dulzura, él es el chico de mis sueños. Luego de besarnos gemíamos juntos con nuestros rostros muy cerca, ya me había acomodado para estar así de cerca con él mientras lo penetraba. “Acomoda tus piernas” -le dije para que envolviera con sus piernas mi cintura, luego Dennis me abrazó mientras yo seguía penetrándolo deliciosamente, en esta posición me siento tan cálido, puedo mirarlo y besarlo cuantas veces quiera. Hubo un momento en que Dennis se movió de repente y dio un gemido superior a los demás… “¿Lo encontré?” -le pregunté sonriendo, el asintió indicándome que había encontrado ese punto especial que da tanto placer y me volvió a besar. Es verdad… Hacer el amor es algo maravilloso.
Cuando los dos ya estábamos en el clímax nos abrasamos más fuerte, mi niño fue el primero en venirse y manchó nuestros vientres con su esperma, yo al sentir como apretó su culito cuando eyaculó, no resistí más y me vine dentro de su culito, ambos nos relajamos mucho después de venirnos, así que nos quedamos en esa posición por unos momentos más para descansar, saqué con cuidado mi pene de su entrada. Estuvimos así, abrasados sobre la cama por varios minutos, es una sensación muy cálida y hermosa tenerlo cerca a mí, estar los dos tan cerca y sentir que me quiere tanto como yo a él. Mi Dennis…
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Después de ducharnos juntos y vestirnos estábamos arreglando mi cama, que la habíamos dejado algo… desordenada. Cuando terminamos de dejar ordenado todo Dennis volvió a tomar las orejas de lobito que habíamos dejado en mi escritorio y me las puso a mí.
- …Tienes razón… ¡si te hacen ver muy lindo!
- Sip, pero estas son para que tú las uses.
- Creo que te voy a comprar unas para ti -dijo mientras le brillaban los ojos. - Pero unas rubias, para que combinen con tu cabello.
- Ahhh no lo creo -dije fingiendo desinterés.
- ¡Por favor!
- Nop -dije saliendo de la habitación con las orejas puestas y con Dennis detrás de mí aún tratando de convencerme, es divertido.
Después del almuerzo ya como a las seis de la tarde recibí una llamada de Marco, dijo que estaba en el Arcade del centro comercial y que viniera rápido, Dennis y Malena ya estaban con él y me dejarían sin jugar nada. Cuando llegue estaban ahí los tres jugando en esa máquina donde tienes que meter la pelota en un aro de baloncesto para ganar puntos, cuando me vieron de dijeron que me diera prisa y los ayudara.
- ¿Solo me llamaron para que los ayude con esto verdad? -dije bromeando mientras anotaba una por una.
- Bueno, necesitamos a alguien bueno en esto -respondió Marco dándome palmadas en la espalda.
Juntos los cuatro nos quedamos jugando en el Arcade casi hasta las nueve de la noche y hubiéramos seguido si nuestros padres no nos hubieran llamado para cenar. Aunque sacamos muchos boletos para intercambiarlos por un regalo, no nos alcanzo para nada bueno, como siempre, así que decidimos guardarlos para la próxima vez.
El día siguiente no tardó en llegar, la noche anterior Dennis y yo estábamos hablando por mensajes de texto de cómo y cuándo decirles a los chicos de lo nuestro, decidimos que era mejor decídselos a uno por uno, creo que eso era lo más suave. Ahora son las 3:30 pm. Dennis y yo estamos yendo hacia nuestras respectivas actividades, él fútbol y yo surf, ahora teníamos la costumbre de salir juntos del edificio para esto y nos gusta bajar por las escaleras más que por el ascensor, estábamos bajando juntos las escaleras cuando vimos a Malena que venía subiendo por las mismas.
- ¿Malena? -reaccionó Dennis que se sorprendió de verla.
- Oh! Hola chicos ¿Qué, ya se van a sus actividades? -respondió la chica castaña quitándose los audífonos que traía.
- Si, ya vamos para allá -le respondí.
- Male ¿y por qué usas las escaleras? Pensé que eso te cansaba -dijo mi castaño bromeando.
- No seas mentiroso, sabes que lo hago cuando no tengo la paciencia para esperar el ascensor.
Los tres reímos un poco ante la respuesta, no sé si fue por la confianza o una gran imprudencia pero… “Malena… nosotros… q-queremos decirte algo” dije y tomé la mano de Dennis.