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Legado Secreto por Aiko_Amane

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Notas del capitulo:

El primer capi, Disfrutaad!!

Disclaimer: Harry Potter no es mio, si lo fuera muchas cosas hubieran cambiado en el reparto de parejas xD Es de la autora J. K. Rowling.

 

Quería que parara. Con el dolor que había sentido durante toda mi vida me bastaba, no quería más. Gemía de dolor tratando de que terminara la agonía. No sabía que era, cuando llegó había estado durmiendo y por más que quería no podía despertarme. Era parecido a estar en mitad de una tormenta, con rayos por todas partes usándome de contacto con el suelo, descargas invadían cada parte más recóndita de mi cuerpo. Mi piel escardaba, las sabanas de la cama eran una tortura cuando se rozaban sin piedad sobre mi piel, parecía que miles de agujas se clavaban en ella sin ningún cuidado. Sentía la extraña sensación de que mis huesos se alargaban y se recolocaban, la sensación era espeluznante. La cadera me dolía, los huesos crujían y el dolor se extendía hasta la pelvis la cual sufría el mismo destino. Mis partes íntimas ardían, sentía como la piel que se hallaba entre la base de mi miembro y mi escrotos se rajaba y abría haciéndome que gritara agónicamente.

Tantos mis  manos como mis dedos cambiaban, lo podía notar, se estiraban y volvían a su forma original intermitentemente, mis ojos y encías al igual que mi pecho cosquilleaban lo cual era lo más relajante que sentía en ese momento. En la parte alta de mi espalda sentía como “algo” duro se formaba e impulsaba hacia la superficie desgarrando los músculos, nervios y todo a su paso, mi interior era un caldero en ebullición, la sangre se había convertido en lava ardiente y quemaba cada una de mis venas, parecía que por cada uno de mis poros salía vapor. El sudor parecía que caían como pequeños arroyos por mi cuerpo, mi respiración era rápida e irregular debido a los abundantes gemidos de dolor. No sé cuánto aguanté consciente puede que un segundo, tal vez minutos o incluso horas que a mí me parecieron meses de sufrimiento hasta que por fin alguien había escuchado mis plegarias y la inconciencia me llevó.

Los rayos del sol me despertaron dándome de lleno en la cara por lo que mi primer instinto fue cubrirme el rostro rápidamente con mis manos, enseguida supe que era una muy mala idea pues solo el simple pensamiento ya me dolía. Recordé si había hecho algo especial el día anterior para estar tan cansado pero solo había salido al mundo muggle con Hermione para ir al cine ya que de Ron no sabíamos nada. Una semana después de terminar la guerra se había encerrado en la madriguera y no había salido de allí ni aun con nuestros mejores intentos. Sabíamos algo de él por las pocas cartas que recibíamos con vaga información y por lo que nos contaba su madre. Al parecer había contraído una extensión del virus de la viruela de Dragón que provocaba nauseas, mareos, ronchas, y no sé cuántos efectos más y estaba en cama hasta nuevo aviso por su rápido contagio, tenía prohibidas las visitas del exterior así que no lo veíamos desde hacía meses. Pero no estaba preocupado por eso, antes de terminar la guerra el comportamiento de Ron hacia nosotros cambió, su relación con Mione se volvió fría, cualquier muestra de afecto por parte de ella, él lo descartaba, como si no le importara en lo absoluto, como si sus sentimientos hubieran cambiado de la noche a la mañana y así era, una noche recordábamos viejos tiempos, viejas travesuras mientras nos reíamos alrededor de una pequeña fogata y a la mañana siguiente era un ser frío. Una parte de mi corazón se rompió, no todos los días, la persona que amas en secreto no es capaz ni de mirarte a la cara, cada vez que se acercaba a mi apretaba sus manos en puños como si quisiera tirarse sobre mi o la manera en que se tensaba cada vez que me acercaba. Quería hablar con él pero en mitad de la guerra no era lo más adecuado y cuando la guerra terminó quedé inconsciente  dos días por lo que perdí mi oportunidad y ahora casi seis meses después del final sigo son poder hablar con él.

Sacudí mi cabeza para deshacerme de los deprimentes pensamientos y el mundo comenzó a girar. Me levanté como pude agarrándome al borde de la cama.

-¡Kreacher!- llamé, necesitaba una poción analgésica urgentemente.

- ¿Si, amo Har…ry?

- Necesito una poción analgésica, por favor- se hizo un silencio largo, no había escuchado el “pop” característico de la desaparición de los elfos domésticos, por lo cual sabía que seguía allí. Tampoco escuché los habituales insultos sobre “sangres sucias” y “mestizos”. Pero sobretodo no haber oído el “Sí, señor Potter” que siempre decía ya era raro. Levanté mi cabeza, abriendo mis ojos y mirando ceñudo para encontrarme con sus ojos grandes y ojerosos llenos de miedo mientras me observaba.

>-¿Te encuentras bien?- me agaché para quedar a su altura y mi peli cayó en cascada tapándome la cara, me quedé quieto pues me sorprendieron dos cosas aunque no se el que lo hizo más; que mi pelo era tan largo como para tocar el suelo estando un poco inclinado o el que fuera del blanco más puro que se pueda imaginar.- ¿Qué… ha pasado?- se me entrecortaba la voz debido al shock.

- El amo… el amo es un… un Draakon- susurró Kreacher, tan bajo que me extrañó que pudiera oírlo.

- ¿Un qué?- pregunté dudoso. La atención de Kreacher se centró en mis ojos luego de analizarme por completo.

- Un Draakon, el amo es una Draakon. Kreacher es muy afortunado de servirle- a medida que iba acercándose a mi iba reverenciándome a cada paso.

- Krea… Kreacher, ¡Kreacher!- grité y salió más como una especie de pequeño gruñido que en vez de asustarlo ocasionó que los ojos del pequeño elfo doméstico se abrieran brillando de emoción.- ¿Me puedes explicar que es lo que ha pasado?- el dolor de cuerpo y la migraña se habían ido hacía rato.

- ¿El amo Harry no sabe lo que es?- me preguntó con una mueca confusa, me percaté que me había llamado amo Harry en vez de la cortesía de siempre, pero lo deje pasar pues era lo que siempre había querido que hiciera.

- No Kreacher, no lo sé, por eso te pregunto- dije con impaciencia, me sentía raro y quería una solución cuanto antes.

- El amo es una criatura mágica, señor. Usted es una criatura conocida como Draakon, una palabra holandesa que significa Dragón. Señor, si usted es uno significa que es descendiente directo de los dragones antiguos.

- Eso es imposible. Los dragones antiguos no existen- los dragones antiguos se diferenciaban de los que existían actualmente por la capacidad que tenían para razonar, no eran impulsivos como los dragones creados. Magos científicos querían volver a ver a esas hermosas criaturas así que mediante rituales y magia los crearon pero estas criaturas eran temperamentales e imprescindibles. Sus instintos más primarios los dominaba siendo imposible una convivencia estando ellos en absoluta libertad.

- No amo Harry, señor. Ellos si existieron solo se camuflaron de los humanos, por supervivencia, adoptando forma humana. En la actualidad por la mezcla de sangre con los muggles y los mago el gen de los Draakon se ha ido diluyendo, amo. Por eso encontrar uno en estos tiempos es algo muy especial pero muy peligroso pues si los cazadores se enteran su vida correrá peligro, amo Harry- termino rápidamente Kreacher con sus ojos grandemente abiertos por el terror.

Estaba en shock, si creía que mi vida podía ser tranquila estaba jodidamente equivocado. Las piernas me temblaban y sabía que no me iban a sostener más tiempo y por la silla que apareció detrás de mí Kreacher también lo sabía. Con una sonrisa temblorosa, pues de mi boca no salía palabra alguna, me senté lentamente en la silla y apoyando los codos en las rodillas cubrí mi rostro con mis manos.

- Amo Harry, ¿se encuentra bien?- preguntó Kreacher colocándose a mi lado.

- Yo... no… no lo sé… ¿Por qué? ¿Porque ahora?- le dije, podía notar como mis ojos se aguaban.

- La herencia la reciben a los 17 años y…

- ¿A los 17? Kreacher, acabo de cumplir 18- le miré extrañado.

- Eso solo puede significar que todas sus parejas ya han recibido su herencia.

- ¿Parejas?

- Los Draakon tienen parejas destinadas, como mínimo una y como máximo cuatro, aunque nunca se ha dado el caso de más de dos parejas. Normalmente tanto los dominantes como los sumisos buscan parejas de vida pero lo buscan después de años de haber recibido su herencia. El que usted la haya recibido ahora solo significa que su pareja o su última pareja, por fin ha recibido la suya, en este caso por lo que por fin podrán reclamarlo. Los Draakon no tienen parejas destinadas, las eligen ellos cuando llegan a una etapa de su vida, muchos tienen muchísima suerte incluso desde antes y aun sin tener su herencia hacen una selección previa mediante contacto físico o simplemente una relación de algún tipo tanto amistoso como romántico e incluso de odio. Lo malo que tiene ese método es que el sumiso no recibirá su herencia hasta que todos sus dominantes la hayan recibido como le ha pasado a usted, amo Harry.

- ¿Cómo sabes que tengo más de una pareja? Y sobre todo ¿Cómo estás tan seguro de que soy sumiso? No voy a permitir que nadie me reclame, no me voy a doblegar ante nadie- dije enfadado con el ceño fruncido.

- Amo Harry, en su frente descansa una marca o tatuaje, esa marca lo define como un sumiso pues solo ellos lo tienen y también se puede saber cuántas parejas tiene con solo verlo aunque también se puede saber que es sumiso por sus… cambios. Y en lo referente a dejarse dominar, comprobará una vez que este frente a sus parejas o empiece la danza de apareamiento que no podrá resistirse.

- ¿Danza de apareamiento?- la cabeza me daba vueltas con tanta información y no toda parecía brillante.

- Eso no puedo decírselo pues solo los que la hacen pueden saber cómo es o lo que es.

¿Cambios?

- ¿Cambios?- pregunté eta vez en voz alta. Kreacher se removió inquieto en el sitio y con un chasqueo de dedos apareció un espejo. Levantándome poco a poco me acerqué al espejo a observarme y según lo hice… caí en la inconciencia al desmayarme.

Cuando recupere la consciencia supe que estaba tumbado en una cama pues podía sentir el suave roce por mi sensible cuerpo. No sabía el motivo por el cual me encontraba aquí si recordaba estar hablando con Kreacher… entonces absolutamente todo vino de golpe a mi mente, toda la información, todo lo que el elfo y yo habíamos hablado, los Draakon, la herencia, las parejas, el espejo… y la bizarra imagen que en ello se reflejaba. A prisa me levanté tropezando con la sábana enredada en los pies y me coloqué delante del espejo de nuevo comprobando que no había sido un sueño.

La criatura que me devolvía la mirada no era yo en absoluto, no era completamente humano pero tampoco se asemejaba a un dragón completo, era un algo de entremedio de los dos. Su piel era blanca cual muñeca de porcelana, aspecto suave y si pasabas la mano podías comprobar que así era pero había un motivo de eso. Agudicé la vista y pude observar como mi piel estaba cubierta completamente de una cosa parecida al plumón de un color perlado lo que daba ese aspecto blanquecino a mi piel. El pelo completamente blanco caía delicadamente por mi espalda, el fleco caía diagonalmente tapándome el ojo derecho pero habían dos cosas extrañas; la primera, si me fijaba podía observar como entremezcladas con mi pelo había plumas, pensé que se debía a las almohadas por lo que agarrando una tiré para quitármela.

- ¡Auch!- la solté enseguida, había dolido igual que si hubiera tirado de mi propio pelo, enfoqué mejor mi mirada y capté lo que se me había escapado, el cañón de la pluma salía directamente de mi pelo por lo cual formaba parte de él, eran como pequeños toques de suavidad en mi pelo pero no todo era delicado y menos los dos cuernos que salían de la parte superior de mi cabeza en forma de espiral inclinándose ligeramente hacia atrás acabando en unas puntas peligrosamente afilados. Eran de color dorado parecido al de los galeones y al tocarlo parecían de marfil, la base estaba rodeada de plumón dándole aspecto de un suave cojín. Mi cara era igual, las cejas eran un poco más finas que las de antes pero de color blanco, la cantidad de pestañas habían aumentado y también eran blancas, las orejas eran iguales con una ligera punta en la parte superior.  Mi nariz era pequeña como antes, si te fijabas bien, diminutas escamas de un celeste brillante iban desde los laterales de mi nariz, enmarcando mis ojos y cubriendo mi frente dejando un hueco en medio para bajar por mis sienes y terminar en los cachetes con una media espiral.

Mi boca, estilizada debido a los carnosos pero finos labios que tenía, se hallaban dos colmillos largos y finitos de aspecto amenazador. Pero sin duda, lo que más había cambiado eran mis ojos, antes dos esmeraldas brillantes ahora eran dos diamantes pues refulgían con el mismo brillo que ellos, parecía que pequeños cristales habían sido enzarzados atrayendo los colores del entorno haciendo de mis ojos una macedonia de colores. Al ser blancos llamaba la atención, mi pupila rasgada al igual que la de un gato, mis uñas habían adquirido un tono perlado, eran largas en forma de garras. Levanté una de mis manos y apoyé una de las uñas en el cristal del espejo e inmediatamente la arrastré hacia abajo con fuerza, un gran arañazo había quedado en mitad del espejo y mi uña seguía estando igual que al principio.

Pero algo llamó mi atención, me giré quedando de espaldas al espejo aunque no hacía falta, por encima sin ningún problema, dos pares de alas emplumadas que, como no, eran de color blanco con una diferencia, tenían una línea de runas de iban desde la base de las alas hasta las puntas. No eran como las alas comunes que los muggles le atribuyen a los ángeles, mis alas, por muy raro que me sonara pronunciar ese “mis” eran igual de tamaño y forma que las de un dragón con la diferencia de que en vez de escamas eran plumas. En las puntas había dos garras de siete centímetros en cada uno, de color plata y de aspecto amenazante al igual que las que se encontraban en las cimas cuando estaban plegadas a mi cuerpo. Las estiré y comprobé que era como estirar los brazos, median como dos metros y medio de largo. Una vez abiertas las agité un poco creando una pequeña ventisca que agitaba los doseles de la cama y las cortinas de las ventanas, era la primera vez que lo hacía pero tenía la misma confianza y la misma sensación de vértigo que hacía que la adrenalina circulaba por cada una de mis venas extendiéndose por segundos por todo mi cuerpo haciéndome capaz de cualquier cosa.

                Sin la más mínima idea de cómo aterrizar, plegué mis alas cayendo de golpe el medio metro que me había elevado con tan mala suerte que pisé las zapatillas de andar por casa, torciéndome el tobillo y cayendo hacia adelantes, por una vez la suerte estaba de mi lado y pude agarrarme al espejo evitando la caída, y lo que vi me dejo más blanco de lo que era y créanme que pude comprobar que podía.

- ¿Pero que…?

- Se llama intersexualidad- dijo una voz a mis espaldas, enseguida mis labios se fruncieron mostrando mis colmillos, mis garras crecieron como las zarpas de los gatos y un gruñido amenazador salió desde lo profundo de mi pecho mientras todo mi cuerpo adquiría una posición de ataque.

- ¿Quién eres?- mi voz salió ronca y gruesa haciendo juego con el gruñido anterior, pero el hombre no parecía asustado, ni siquiera se inmutó y eso, sin saber porque, me enfadaba.

- Mi nombre es Brandom Loidant y era el medimago personal de su abuelo Dorian Potter- el tal Brandom era un hombre mayor, parecía estar en sus setenta o a punto de alcanzarlos, su pelo antes negro por lo que se podía observar estaba moteado de canas dándole así un tono gris, sus ojos de un marrón claro, parecido a la miel, con un toque de dorado indicaba sangre de hombre lobo pero su olor era completamente humano.

- ¿Eres un hombre lobo?- pregunté descaradamente, no sabía de donde salía todo eso pero en este momento no me importaba.

- Mi abuelo era mitad hombre lobo, mi padre y yo solo heredamos los ojos característicos dorados de los hombres lobos al igual que mis hijos y mis nietos pero nada más- había un brillo en sus ojos que identifiqué como diversión su cara tenía pequeñas arrugas por su rostro acorde con su edad. Llevaba una bata larga de color blanco, pero por el aspecto de sus pantalones y sus zapatos italianos se notaba que era una persona acomodada. Tan pendiente estaba en observarlo que no presté atención a lo que me había dicho.

- Mi abuelo se llamaba Charlus Potter, no Dorian- aclaré.

- No me refiero a Charlus, tus genes Draakon no solo vienen de la familia Potter sino de la familia Black también. Dorian Black fue el único Black Draakon en los últimos trescientos años y ahora tú al menos que se haya sabido.

- Pero mi abuelo se casó con mi abuela Dorea Black, una mujer.

- Eso es lo que hicieron pensar a toda la comunidad mágica, lo mejor será que te lo explique. Puedes sentarte si lo deseas- pero no me moví de mi posición, seguía mirándolo recelosamente.- Estoy aquí para ayudarte, como hice con tu padre y como hice con tu abuelo Dorian- me relajé un poco dejando mi instinto un poco alerta y me senté en el borde de la cama reticente.

- Ya está. Puede empezar- sé que estaba siendo borde y maleducado pero me daba igual y por lo que parecía a él también porque solo sonrió y se acomodó para a continuación empezar a hablar.

- La sociedad Draaken es completamente secreta, ni siquiera el ministerio tiene consciencia de ella. No voy a entrar en detalles puesto que ya Kreacher te ha contado casi todo lo básico, yo solo te explicaré lo que tiene que ver contigo. Hace casi cincuenta años yo era un simple aprendiz a medimago, un día nos comunicaron un caso que nos dejó sorprendido, un chico había recibido su herencia Draakon, pertenecía a la raza de los dragones blancos, era precioso como todos los que heredaban a esa línea de sangre Draaken pero… con la diferencia de que tanto física como biológicamente hablando había cambiado completamente. De alguna manera el ADN Draakon había alterado el ADN humano cambiándolo, por algún motivo que se escapaba a nuestra imaginación, a tal grado que había provocado intersexualidad en el individuo. ¿Sabrás lo que es, no?

- Ehm… ¿Si?-  respondí dudoso, puede que no lo supiera con certeza pero podía hacerme una idea. El rió por la contestación.

- Eres igual que tu padre. La intersexualidad, en términos médicos, es la cualidad por la que el individuo muestra en grados variables, caracteres sexuales de ambos sexos, en otras palabras es algo intermedio entre un hombre y una mujer. Un cuerpo masculino pero son musculatura como el de una mujer, vientre plano, manos y cara delicados al igual que las piernas pero firmes, presentan pechos pequeños como máximo una copa B que presentan glándulas mamarias, una pequeña nuez de Adán y lo más importante órganos reproductores completos tantos femeninos como masculinos por lo cual presentaban pene, testículos y próstata al igual que vagina, ovarios, útero, bien como dije, completos.

- Pe… pero eso es imposible- todo lo que yo había pensado se quedaba corto.

- El ADN es muy complejo, Harry, puede hacer cosas tan extraordinarias y únicas como aberrantes y terroríficas. Esto era algo magnífico, un Draakon intersexual y encima completo y sano.

- ¿Qué quieres decir con completo?

- En los humanos con intersexualidad siempre uno de los órganos reproductores se atrofia sin remedio, mientras que en el Draakon estaban completamente en funcionamientos y sin problemas. Nuestra investigación quedó truncada después de mucho investigar y no encontrar evidencia alguna del porqué de lo sucedido… Hasta aquella tarde en la que conoció a su pareja y la respuesta llegó a mi maestro y a mí como si de un tsunami se tratara. Su pareja era lo que necesitábamos para entender una parte de lo que era el Draakon pues nunca, en toda la historia se había dado algo así en una línea de una criatura mágica tan poderosa como lo eran los Draakon.

- ¿Había algún problema con su sumisa?- pregunté intrigado, estaba concentrado en la historia que no me había dado cuenta que ya era más de medio día.

- Si, había un problema que además de extraño era problemático. Su pareja era un dominante y no uno cualquiera, sino uno de los más codiciados del mundo mágico, Charlus Potter.

- ¿Entonces el Draakon especial era Dorian Black, no?

- Si, era él y gracias a su elección de pareja supimos que era sumiso al igual que tu si nos dejamos llevar por lo que veo. ¿Lo entiendes, Harry? Los Draakon sumisos no existen, o al menos eso se creía. Tú y tu abuelo han roto todos los esquemas que se han puesto en vuestra historia y por lo mismo que sois especiales también es muy peligroso. ¿Te imaginas lo que sucedería si los cazarecompensas descubrieran que existes? Tu vida estaría en peligro a cada hora.

- Te olvidas que soy Harry Potter, he pasado mi vida huyendo del peligro y de las personas que me querían matar, no le tengo miedo a unos cazarecompensas.

- ¿No lo entiendes? Jamás he dicho nada de matar, eres como un diamante en bruto capaz de engendrar vida, sumiso por naturaleza, además de hermoso y una criatura feroz, existen muchas cosas que querrían de ti Harry y no precisamente muy buenas. Además… ¿Te has preguntado por el aspecto de tus alas?

- ¿Mis alas?- pregunté confundido pues a mi parecer eran muy normales.

-  Tienes plumas Harry y solo hay un dragón antiguo que las tenía-  el medimago Loidant me miró con los ojos entrecerrados pero es sus ojos había una chispa de curiosidad.

- ¿Tan malo es?-  pregunte nervioso.

- Solo hay un dragón que tenía plumas en vez de escamas, le llamaban los Neodragones. Criaturas que solo eran leyenda incluso entre los vuestros, decían que nunca pudieron comprobar su existencia pues su aspecto variaba, algunos cuentan que tenían cuatro patas delanteras y dos traseras, dos o cuatro ojos e incluso 6 paras de alas inmensas y fibrosas. No tenían escamas, su piel era lisa y sus alas estaban hechas de pluma y pelaje. No se puede decir mucho de estos dragones, ya que sus cambios en aspecto de unos a otros son tales, tanto en color, tamaño y cuerpo que lo más probable es que no existieran dos parecidos, lo más mínimo. Sus pulmones estaban capacitados para volar a alturas inalcanzables sin problemas, sin temerle a la presión. Su apariencia era hermosa a la par de temible, y tanto la gente como los demás dragones preferían evitarlos a toda costa. Su elemento base era Viento, y su debilidad dependía del otro elemento que se les había asignado.

- ¿Nunca se vieron por ningún lado? Me resulta extraño todo esto, creía que mi vida podía ser tranquila y ahora no solo resulta que soy una dragón sino que encima un dragón que ni siquiera tenían la certeza de que existiera, ya no puede pasarme nada más- terminé con un suspiro exasperado subiendo mi mano hasta mi cabellos y desordenándolo por pura frustración.

- La verdad es que si hay más- respondio el medimago dándome una sonrisa de disculpa.

- ¿Y ahora qué? ¿Va a decirme que mis parejas son criaturas llegadas del espacio exterior?- pregunté con sarcasmo.

- No, pero eso sería interesante- ante esa broma solo lo fulminé con la mirada a lo que él ni se inmutó. – A lo que me refería es a que se difundían muchas historias sobre la línea de los Neodragones pero una en espacial la cogieron como verdadera a unque nunca se averiguó nada con certeza- dejó ahí la conversación esperando en silencio.

- ¿Y?-  pregunté impaciente.

- Decían que esa línea de sangre era rara pues descendía directamente… de la de los Pendragón. Si, Harry, esa raza era difícil de encontrar pues era heredada de Uther Pendragón, rey de Camelot el cual tenía repulsión por la magia y si es cierta…eres el último heredero y por lo tanto, desde hace unas horas, Rey de Camelot y por consiguiente del mundo mágico.

Notas finales:

Espero que os haya gustado.

¿Dudas?¿Opiniones?¿Ideas de parejas? Pues dejádmelo en un Review.

Y hasta el próximo!!!


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