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Te quiero para mi por Shamita

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A la día siguiente los mayores se despertaron antes de que el sol saliera, mientras que el peli azul salía a buscar algo para alimentarse, el rubio mayor se quedo en la cueva junto con su hermano que seguía dormido mientras que el mayor le acariciaba los cabellos hasta que poco a poco las turquesas se abrieron y vieron a su hermano que le sonreía.


–        Asmita, ¿Dónde estamos? –pregunto el niño tallándose los ojos.


–        En una de las cuevas de “fireflies” –contesto el mayor mientras sonreía al menor–, mira ya viene Defteros con el desayuno –continuo llamando la atención del pequeño que dirigió su mirada hacia donde provenía el sonido de pasos dejando se ver la figura del de cabellos azules que traía consigo unas cuantas cosas.


–        ¡Peque! Por fin despiertas –dijo a modo de saludo Defteros mientras revolvía los cabellos del menor de los rubios–. Amor traje algunas cosas que nos ayudaran en nuestro viaje –continuo mientras se sentaba frente ambos hermanos.


–        ¿Y que trajiste Defteros? –cuestiono el rubio mayor con sus ojos cerrados – ¿Son muchas cosas?


–        Solo las necesarias para pasar desapercibidos y poder llegar a nuestro destino sin tantas complicaciones, pero primero almorcemos –hablo el mayor de los presentes mientras sacaba de una bolsa, que hacía unos instantes traía en el hombro, unas piezas de pan y  jugo–, no es mucho pero es mejor que nada.


–        ¡Comida! –exclamo el menor casi abalanzándose sobre el pan pero cuando iba a tomar el más grande recibió un manaso por parte de su hermano mayor– ¡Auch! Eso dolió Asmita –se quejo viendo con ojos vidriosos al mayor.


–        Primero se agradece por los alimentos y después se come –dijo el aludido para a continuación juntar sus manos para rezar y agradecer por la comida– ¡Gracias por los alimentos!


–        ¡Ya podemos comer! –exclamaron los dos restantes que habían hecho lo pedido por Asmita pero viendo fijamente el pan y los jugos como si estos fueran a huir.


–        Si, ya podemos comer –contesto el otro mientras extendía uno de sus brazos y tomaba con su mano el pan más grande–. Adelante tomen su pan


–        Pero… no es mucho para ti amor –dijo el mayor ya que él había escogido ese pan especialmente para él.


–        No, es justo la porción adecuada –contesto el otro mientras tomaba un pedazo del pan y dejaba el resto en su regazo–, además hace hambre –continuo para después sonreírle al peli azul.


–         ¡Qué rico! –dijo el menor de los tres mientras comía su pan.


Terminaron de desayunar y se dispusieron a preparar lo necesario para continuar su viaje hacia Elíseos, después de una media hora de la cueva salían un joven de cabellos azules cortos vestido con un pantalón de negro y una camisa blanca que iba jalando a un caballo, a su lado iban dos peli verdes hasta los hombros de piel nacarada, uno vestía un pantalón negro y una camisa roja mientras que el más pequeño que iba acompañado de un pequeño infernales lupus estaba vestido con un saree naranja que le llegaba hasta los tobillos, el de cabellos azules ayudo a subir al mayor de los peli verdes para después hacer lo mismo con el más pequeño que ya había tomado en sus brazos al pequeño cachorro, ya con los dos peli verdes sobre el caballo procedió él a hacer lo mismo para retomar su camino hacia la región Elíseos, cabalgaron algunos minutos adentrándose a un pequeño poblado ahí se detuvieron cerca de una fuente que se encontraba en el centro de la calle.


–        ¿Porque nos paramos? –cuestiono el mayor de cabellos verdes al peli azul– ¿paso algo?


–        No paso nada, solo esperamos a que llegue un amigo –contesto el de cabellos azules–. No te preocupes.


–        ¿¡Ya llegamos!? –pregunto el menor de los tres girando su rostro hacia su hermano.


–        Aun no Shaka, debemos esperar a que llegue el amigo de Defteros –explico el mayor a su pequeño hermano–, después partiremos nuevamente.


–        Está bien –respondió el otro para después dirigir su mirada hacia la fuente–. ¡No me gusta cómo se me ve el cabello! ¡Me mintieron!


–        ¿De qué hablas peque? –cuestiono el de cabellos azules– Si te ves adorable así.


–        ¡No es cierto! –dijo  dirigiendo esta vez su mirada hacia el jinete del caballo haciendo un puchero– ¡Me veo feo!


–        ¡Oh vamos Shaka! Mira que yo traigo el pelo igual y no me quejo –hablo Asmita sonriendo amablemente a su hermano.


–        Pero tú no ves que mal nos queda el color –se quejo el niño.


–        Tienes razón Shaka –concedió el mayor de los hermanos–, yo no veo como nos queda el color pero sé que bien o mal el color es para ayudarnos –continuo hablando mientras mostraba tristeza en su rostro.


–        Perdón Asmita –dijo el pequeño mientras tomaba con una de sus manitas la tersa mano de su mayor y depositaba un beso–. No fue mi intención hacerte sentir mal, ¿me perdonas?


–        Lo sé, Shaka y si te perdono –contesto el mayor sabiendo que su pequeño hermano hablaba con la verdad–, pero recuerda que si hicimos estos pequeños cambios es por nuestro bien ¿entiendes?


–        Si, hermano –hablo el menor mientras recostaba su espalda en el amplio pecho de su hermano–. Pero que no te engañe Defteros con palabras bonitas, el verde no nos queda.


–        Jajaja –rio el mayor de los hermanos al ver que Shaka no se daría por vencido en que supieran que no se veían tan bien– Lo tendré en cuenta, ¿quieres bajar a sentarte en la fuente mientras llega el amigo de Defteros?


–        ¡Sí! –contesto animado el menor– ¿puede bajar Feruru también?


–        Lo siento él se queda –hablo el peli azul haciendo que el menor dirigiese su mirada hacia este–. No es conveniente que lo vean por eso compre esa canasta para que viaje sin ser visto.


–        Mmm… está bien –dijo no muy convencido el menor.


 Mientras Shaka jugaba con el agua de la fuente los dos mayores optaron por bajar también del caballo, esperaron varios minutos a que llegara la persona que esperaban y cuando por fin se dejo ver un hombre moreno, de cabellos castaños oscuros y ojos color esmeralda, vestía unos pantalones anchos color verde y una camisa del mismo color en ambas piezas se podía ver el blanco en las extremidades, que se acercaba con caminar sereno pero decidido hacia donde dos jóvenes se encontraban sentados, cuando estuvo cerca el de cabellos azules se levanto y saludo con un abrazo al recién llegado mientras le decía unas palabras que solo ellos pudieron escuchar.


–        Buenos días, con que tu eres el famoso Asmita –dijo el de cabellos marrones viendo al joven sentado que como siempre tenía sus ojos resguardados por sus parpados.


–        El mismo –hablo el mencionado mientras sonreía amablemente a su interlocutor–, bueno casi el mismo.


–        Aunque esta cambiado a la imagen que tenia gracias a Defteros puedo decir que si en algo no se equivoco es en lo bello que es –hablo Dohko sonriendo al menor.


–        ¡Asmita! ¿Quién es el señor? –pregunto Shaka que se había acercado al ver como el recién llegado se había acercado a su hermano– ¿Es el amigo de Defteros?


–        Si, es el amigo de Defteros –hablo Asmita–, disculpe ¿pero cuál es su nombre?


–        ¡Oh que modales los tuyos Defteros! Mira que no presentarme frente a estos dos jovencitos –hablo el mayor de los cuatro– Mi nombre es Dohko y estoy para servirles.


–        ¡Mucho gusto Dohko! –hablo el mayor de los hermanos– Soy Asmita y este pequeño es Shaka mi hermano.


–        Un placer Shaka –saludo el de cabellos marrones al menor que le sonrió ampliamente.


–        ¡Mucho gusto señor! –hablo el pequeño– ¿puedo llamarlo Dohko?


–        Si, pequeño –le contesto el aludido para luego girarse hacia los jóvenes que se encontraban juntos–. Bien Defteros ¿en qué te puedo servir amigo?


–        Veras Dohko tu sabes bien de donde provienen Asmita y Shaka –comenzó a explicar el peli azul recibiendo un asentimiento del moreno invitándolo a continuar–,  es por eso que ahora nos están persiguiendo y como veras solo tenemos un caballo para los tres…


–        ¿Me vas a pedir un caballo? Porque si es así debiste decírmelo para no hacerlos perder tanto tiempo –interrumpió Dohko.


–        No, no es eso –intervino Asmita–. Lo que le vamos a pedir es que si usted podría… –decía el joven de parpados cerrados apretando la mano de su amante buscando apoyo.


–        Que si puedes quedarte con Shaka mientras pasa todo esto –termino Defteros mientras sostenía su mirada con una muy parecida a la de el–, solo  serán unos días cuando mucho dos semanas.


–        ¡Por favor! –pidió Asmita mientras con sus manos buscaba al pequeño que se había quedado estático al escuchar la petición de sus mayores– Solo queremos que Shaka no corra peligro y cuando todo esté calmado vendremos por él para llevarlo con nosotros.


–        Por mi no hay problema –contesto Dohko sonriendo a los tres menores frente a él.


–        Asmita –hablo con voz baja el menor de los presentes–, yo no me quiero separar de ti– continuo hablando mientras se abrazaba a la cintura de su hermano–. ¡Prometo portarme bien! ¡Pero no me dejes solo Asmita! ¡Por favor!


–        Tranquilo Shaka –pidió con voz dulce el mayor de los hermanos–. ¡No será por mucho tiempo! Ya lo veras es solo que no quiero que te pase nada ¿sí?


–        Pero… –


–        Tranquilo en dos semanas volveremos por ti –interrumpió Asmita– y te prometo que cuando regresemos te llevaremos a pasear a la capital de Elíseos y podrás quedarte con Feruru para siempre.


–        ¿De verdad? –cuestiono el menor visiblemente emocionado por lo que su hermano le había dicho.


–        ¡Si, Shaka! –le dijo sonriendo– Y para que veas que es una promesa te dejo mi rosario –hablo mientras le ponía un rosario de 108 cuentas en el cuello del menor–. Cuídalo


–        ¡Sí! –expresó el menor sonriendo sabiendo que su hermano volvería por el– Lo cuidare mucho, Asmita ¿Feruru se puede quedar conmigo?


–        Si no hay inconveniente por Dohko no –contesto para después dirigir su rostro hacia el de cabellos castaños– ¿Sería posible que permitiera que mi hermanito llevara consigo a un pequeño infernales lupus?


–        ¿Cómo? –dijo visiblemente sorprendido por la proposición.


–        ¡Feruru es bueno! –dijo el niño viendo al mayor con ojitos tiernos– Le prometo que no tendrá quejas de él.


–        Es un cachorro de infernales lupus –comento el de cabellos azules–, pero es muy calmado durante todo el viaje no ha causado ningún inconveniente.


–        Mmm… –meditaba el de cabellos castaños pero después de ver la carita de suplica del menor no tuvo más opción que contestar– Esta bien, pequeño pero tú te harás cargo de que no haga nada malo.


–        ¡Gracias! –sonrió feliz Shaka


Tiempo después se podía ver en la fuente central a un niño de cabellos verdes hasta los hombros y tenia cargada una pequeña cesta de donde salía la cabeza de lo que parecía un pequeño perro, y con una de sus manitas la agitaba despidiéndose de su hermano y el esposo de este, a su lado estaba el hombre de cabellos marrones y vestimenta verde que también despedía agitando su mano a los dos jóvenes viajeros para minutos después depositar su atención en el pequeño niño que había quedado a su cuidado.


–        Vamos a la que será por unos días tu casa, Shaka –dijo con una amplia sonrisa el mayor extendiéndole su mano para que la tomara.


–        Está bien –contesto con una sonrisa y tomando la mano que le ofrecía el mayor y comenzaron a caminar perdiéndose entre la gente que comenzaba a salir de sus hogares a trabajar o comprar alimentos.


De esos sucesos hacia ya tres semanas y justo ese día había llegado por fin a Elíseos pero no como hubiese deseado aun recordaba cuando dos días atrás Dohko le había dicho que varios de sus hermanos gitanos  habían ido a buscarlo y cuando lo vieron solo lo abrazaron y mientras el preguntaba por su hermano copiosas lagrimas caían de las cuencas oculares de los mayores, después vino la terrible noticia Asmita y Defteros habían sido alcanzados por los cazadores y habían preferido morir antes que pasar una vida como esclavos, y ahora había llegado hasta ese ‘paraíso’ para despedir a su hermano y el esposo de este aquel que lo protegió y siempre lo quiso como un hijo.


–        ¿Estás bien Shaka? –pregunto una voz calmada mientras ponía una mano sobre el hombro del niño.


–        Estoy bien, Degel –contesto el niño mientras veía la ciudad que se alzaba frente a él sin poder evitar sonreír con cierta tristeza–. ¡Gracias!


–        Vamos al campamento –comento el mayor viendo a las personas de Elíseos ir y venir sin preocupaciones–, ahí estarás con los tuyos y todos procuraremos tu bienestar.


–        Si –hablo el menor– Degel ¿Cuándo será la ceremonia?


–        Esta noche –contesto el de largos cabellos verdes–, solo esperábamos a que tu llegaras.


–        Entiendo –dijo el de cabellos rubios– y ¿Dónde será?


–        Encontramos un lago –dijo al aire– y todo se hará tal cual lo hubiera querido tu hermano.


–        Entonces vamos a casa, Degel –dijo Shaka tomando la mano del mayor–. Quiero despedir a mi hermano y a Defteros como lo merecen.


Cabalgaron hasta donde comenzaba un bosque de grandes árboles verdes y flores de varios colores, después de media hora divisaron el campamento de sus hermanos gitanos donde todos se movían de un lado para otro preparando todo para la ceremonia para despedir y enviar a sus hermanos al mundo de los muertos, deseándoles que en su próxima reencarnación tuviesen mejor suerte y que su amor no menguara a pesar de las distancias, al ver al pequeño rubio algunos sintieron nuevamente el pesar de ver aquel pequeño infante de escasos nueve años que acababa de perder a sus seres más cercanos y queridos pero quedaron sorprendidos cuando el niño al verlos les dedico una dulce sonrisa con la cual les agradecía todo lo que estaban haciendo por él y por las dos personas más importantes de su vida, que a pesar de ya no tenerlas físicamente las tendría en su corazón y por eso nunca estaría solo.


El tiempo para el pequeño Shaka paso lento, y todo el día como en los días anteriores se la paso recordando a las dos personas que ese día despediría para siempre, cuando el ocaso se hizo presente salió de la carpa en la que se había recluido para pensar bien que le diría a su querido Asmita y a Defteros, y sin saber a ciencia cierta que palabras saldrían de su boca una briza le recordó un pedido de su amado hermano, en el aire a través de esa brisa el pequeño Shaka había escuchado el pedido de su hermano y de Defteros, y lo cumpliría porque esa había sido siempre la única petición de su hermano para con él.  Camino en compañía de varios de sus hermanos, la mayoría eran sus amigos de su misma edad o algunos unos pocos años mayores pero se sentía bien porque a pesar de ya no tener a su hermano de sangre tenia a sus demás hermanos aquellos que se forjaban en la vida y que adquirían el nombre de amigos, el no estaba solo porque “todos somos hermanos” escucho decir al viento en voz de su Asmita y sonrió porque si todos eran sus hermanos.


Llegaron hasta la orilla del lago donde se llevaría la ceremonia, el encargado de la ceremonia era Degel que vestía con pantalones negros y una camisa azul de manga larga, después de que este realizase un rezo por las almas de ambos amantes y de recordar su vida en cortas palabras llego el momento de que Shaka, quien vestía un saree blanco y con los pies descalzos, se despidiera de su hermano y del esposo de este se adelanto hasta donde estaba la barca que llevaría los cuerpos de estos y ayudado por Degel deposito sobre los pechos de estos una flor de loto.


–        ¡Gracias! –fue lo primero que dejo salir de sus labios viendo fijamente los cuerpos delante de él– Cumpliste tu promesa Asmita, los quiero mucho y espero me cuiden desde donde estén y en otra vida nos volveremos encontrar –continuo hablándoles para después ser bajado por Degel y dejado a un lado de la barca– ¡Los quiero mucho! Y que nos volvamos a ver.


–        ¿Estás listo? –cuestiono Degel al menor que se giro hacia el sonriendo y afirmando con la cabeza– Bien Aioros, Manigoldo ayúdenme por favor.


Mientras que los tres mayores comenzaron a empujar la barca hacia el centro del lago, Shaka que había ido a recoger de las manos de una joven unos cuantos mayor que él, de cabellos castaño-rojizo y ojos cafés, otras dos flores de loto y  había regresado sobre sus pasos aunque se detuvo a unos pasos de la barca cuando quedo en el lugar que los mayores deseaban y espero a que la prendiesen.


–        Buen viaje –dijeron los tres hombres frente a la barca haciendo una reverencia como despedida de sus compañeros gitanos.


–        Estaremos cerca por si ocupas algo, Shaka –hablo un hombre de cabellos castaños, ojos azules y piel morena– ¿Seguro quieres quedarte solo mientras el fuego consume los cuerpos?


–        Si, gracias Aioros –contesto con calma el pequeño aun con las flores en sus manos–. Estaré bien solo deseo compartir estos momentos con ellos.


–        Como quieras –hablo Aioros–, te esperaremos cerca ¿sí?


–        Si y de nuevo gracias –se despidió de los mayores y de sus demás hermanos gitanos.


Shaka se quedo parado donde se encontraba observando como poco a poco las llamas consumían los cuerpos de sus seres más amados el pequeño rezaba por las almas de estos, mientras copiosas lagrimas salían caprichosas de sus ojos pero también mostraba una sonrisa en su rostro, y cuando por fin las llamas habían alcanzado el lago y de la barca y sus tripulantes no quedaba más que el recuerdo, el pequeño se agacho y dejo en el agua las flores que había estado cargando posteriormente se irguió nuevamente junto sus manos y dio una reverencia hacia el lugar donde había desaparecido los cuerpos sin vida de Asmita y Defteros, y nuevamente el viento susurro las palabras de su hermano “se feliz Shaka y sonríe, porque cuando sonríes el mundo se ilumina” y Shaka sonrió sabiendo que su hermano siempre había querido fuese feliz y el viento le trajo la despedida de Asmita y Defteros “Te amamos, Shaka. Que nos volvamos a ver en la próxima vida.


–        Yo también los amo –dijo al viento con una sonrisa


Mientras esto acontecía del otro lado del lago un par de esmeraldas veían al pequeño niño que sonreía despidiendo a sus parientes, observaban como a pesar de su dolor al ver consumirse los cuerpos de sus seres queridos el niño sonreía feliz y no comprendía porque, lo único que si comprendía es que quería eso para él, si en su mente y corazón ya se había tatuado la expresión serena y tranquila pero sobretodo de paz que tenia aquel pequeño de cabellos rubios y mirada turquesa.


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