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Volte di luna por Gema Talerico

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Notas del capitulo:

Hubo algunos altercados con mi beta querida (Pero ya esta solucionado)

Después de haber revisado calendarios, tenía que hacerlo, note que mis fechas estaban mal, la luna llena caería martes, justo el 24 de diciembre así que Draco estaría hablando con su madre el próximo martes oséase, el 31 (ya que había mencionado martes como el enfrentamiento entre Draco y Narcissa). Un día antes de año nuevo.

En fin, este es un nuevo capitulo, al fin ¡Es el dia de la transformacion señoritas! 

Imagen del capitulo

¡Beso a Pawi mi beta querida!

Capitulo 3: Plenilunio

“La luna llega, la luz se va, y llega la oscuridad”

—Ven aquí pequeña.


Harry se estiro, dio un salto y alcanzo las cartas que Hegwid llevaba en las patas y que se negaba a entregarle solo por ser juguetona. Su bufanda le llegaba hasta la nariz y el frio había aumentado con los días, ya estaban en pleno diciembre y justo el próximo día seria navidad, el veinticuatro de diciembre y también luna llena. Su primera luna llena, Harry en verdad estaba nervioso, pero distraerse era su mayor arma. Es por eso que destapo las cartas enseguida. Una era de Hermione, una respuesta a una carta que el había enviando el día anterior, otra era de Ron, que en realidad era una extensa carta de Molly que preguntaba por su salud, como llevaba la transformación y como se sentía. El asunto con Molly había sido todo un circo, ella primero habia pensado que todo era una broma, luego sin embargo, había hecho un berrinche digno de una madre histérica cuando se había enterado de todos los detalles, incluso había visitado Hogwarts solo para darle un apretado abrazo a Harry y llevarle mucha comida.

Si bien sintió algo de duda en el cómo lo tratarían los Weasley de ahora adelante,  fue una agradable sorpresa recibir miles de cartas de la familia de los pelirrojos dándole ánimos y mensajes de cariño. En especial de Ginny que lo apoyaba con toda su vivacidad, diciéndole “No importa que pase, siempre serás como un hermano para mí y como un hijo para mamá”
A Harry le divertía mucho esa familia, le habían cuidado desde que había entrado a Hogwarts y todos se habían sentido como hermanos y una familia que lo cuidaba. Sin importar las razones, el tiempo o las distancias.

Estaba en la lechuzeria y su sorpresa fue ver entrar a Errol por un nicho abierto, la lechuza se estrello primero contra una pared antes de ir hasta Harry y dejar un carta en su manos, ella se sacudió para sacarse el estupor y se poso en el hombro del adolescente, picoteando sus dedos para que abriera la carta.

La carta era de Arthur, en sí, la carta era muy modesta, Arthur ofrecía el mayor apoyo que se le podía dar y le decía que tenía los brazos abiertos para él. En una nota conjunta decía “Olvide dársela a Hegwid y tuve que enviarla con Errol”.

 

Harry sonrió, la familia Weasley en verdad había sido una gran ayuda para él, en especial en el término de la guerra. Harry aun recuerda como había sucedido todo, el ministerio amenazándolo, Umbridge en el colegio, las reglas impuestas por la suma inquisidora, el ejército de Dumbledore. Entonces, el día de presentar los TIMO’s, los gemelos irrumpieron en medio del gran salón y mandaron a volar todos los fuegos artificiales que pudieron conseguir. A pesar de que Harry habia pasado un buen rato en ese momento, la vana felicidad se vio claramente opacada por el recuerdo de la visión de Sirius siendo torturado.

Fue todo tan rápido que Harry a penas si recuerda ese pedazo de la historia. Malfoy formaba parte de la Brigada inquisitorial, y fue el mismo que les ayudo a escapar de Umbridge sin recurrir a un mayor método que un no esperado “Desmaius” en la oficina de la desesperante mujer, a su tiempo, Snape alertaba a la Orden de una posible trampa y Narcissa Malfoy traicionaba a su esposo para contarle a Dumbledore el plan del señor oscuro. Algo demasiado tarde porque entonces Harry ya estaba en el ministerio, viéndose cara a cara con Lucius Malfoy, con la profecía en las mano y sus amigos en peligro. El salón del velo, los mortifagos, los miembros de la orden. Bellatrix lanzando el hechizo y Sirius cayendo en el velo.

Recuerda entonces la rabia, el miedo y el odio que le corrió por las venas arrasando con lo poco que en ese momento Harry tenia por cordura. Perseguir a Bellatrix fue tan fácil en ese momento, y lanzarle el crucio aun más. El remolino de emociones no le permitió a Harry mucho que pensar en ese momento, recuerda solamente a Voldemort induciéndolo, que matara, que le diera su merecido a la asesina de aquel padrino al que tanto llego a querer. Pero el enfrentamiento entre Dumbledore y Voldemort no se hizo esperar; minutos después de que Voldemort hubiera fallado induciéndolo, el impresionante despliegue de magia que ambos magos hicieron fue suficiente para impactar a Harry como para quedarse rezagado en un rincón bajo una chimenea, solo, allí acurrucado en medio de una lucha, observando con temor.

Y si fue el destino Harry no lo supo, solo fue la profecía que había roto, estaba en su destino. Voldemort intento poseerlo, destruirlo de adentro hacia afuera con ese dolor desgarrador que le mataba los buenos recuerdos uno por uno pero solo por los recuerdos de Hogwarts, de la felicidad, de sus amigos y sus padres en el espejo de Oesed Harry pudo resistirse. Y cuando el tiempo se paro y Harry tuvo tiempo; cuando Voldemort, Tom Riddle, estuvo dando su discurso del porque él era mejor y lo mataría lentamente, Harry lanzo un simple Avada Kedavra y todo acabo, había sido tan fácil la acción que Harry se sorprendió de ello, aliviado cuando se desmayo y el ministro llego justo a tiempo para ver el cadáver de Tom Riddle caer sin vida.

Harry parpadeo, alguien lo llamaba.

— ¿Que haces?— La voz de Draco tomo por sorpresa a Harry. Malfoy estaba a la entrada de la lechucería, con una carta en las manos, el cabello deliciosamente revuelto y solo una bufanda delgada con una chaqueta ligera, camisa suelta y pantalones con botas de cuero cubriéndole del frio. Harry le sonrió antes de acercase, riendo por lo ridículo que era que Draco estuviera tan poco cubierto y el pareciera una muñeco de tela con tantas prendas encima.

— Pensaba—canturreo, se acerco más hacia Malfoy y repentinamente se abalanzo sobre él, Draco le recibió con un rígido abrazo. Draco estaba cálido, con la piel tibia y un olor dulce cubriéndolo, Harry había sufrido del insufrible frio de invierno desde hacia días. Draco parecía no salir afectado, algo que tenía que ver con ser un dominante y Harry un sumiso. Remus no sabía que Harry aprovechaba del calor de Draco cuando tenía demasiado frio, pero ambos sospechaban que tal vez Remus no debía de enterarse.

— Supongo que tendré que preguntar, así que ¿Qué era lo que pensabas? Dudo que estuvieras repasando el menú del gran comedor con esa expresión tan lastimosa que tenias—Ironizo el Slytherin, sus manos cálidas sobre la espalda de Harry que escondía su rostro entre la chaqueta, aspirando el olor fuerte que desprendía. El Gryffindor frunció el ceño, arrugo la nariz y luego contesto con elocuencia:


— Pues recordaba el día en que murió Voldemort—con total naturalidad, sus dedos fríos estaban sobre los brazos de Draco y entonces dio un salto y se aparto con una expresión rígida en el rostro. Draco levanto una ceja en un gesto frio y guardo sus manos en los bolsillos—Ya sabes, como nos ayudaste a ir al ministerio. Tu madre, y… —hubo un pequeño silencio, Harry parecía recordar más detalles, sumergido en sus pensamientos, su expresión triste parecía recordar a Sirius y lo que había sucedido solo ese día en el departamento de los misterios. Draco no pudo evitar pensar en que el aire frio le hacía bien a Harry, porque la brisa jugaba con sus cabellos y hacia adquirir a sus labios delgados y a las pálidas mejillas un vivo color rojo. Repentinamente Harry logro recordar algo que no fuera triste, porque su rostro dejo la melancolía y una sonrisa divertida afloro en su rostro—Aun recuerdo cuando los gemelos lanzaron los fuegos artificiales en medio de los TIMO´s —chillo— ¡Tu cara fue tan graciosa! ¡Hubiera jurado que te desmayarías en ese momento.


La ceja alzada de Draco y la fría mirada gris decadente fueron suficientes para callar a Harry que escurrió una risita divertida.

—Ok—susurro el Gryffindor, sus ojos intentando evitar la mirada de Draco doblado los pies de una forma graciosa y alzando la mirada brillante al techo, evitando la seriedad del asunto por completo—Algo de lo que no nos queremos acordar ¡Lo entiendo!

—Eres un mocoso—refunfuño Draco con aires de insulto, antes de voltearse y bajar por las escaleras llenas de hielo. Harry soltó una risita antes de salir en busca de su, nuevo-y-no-tan-consiente, amigo.

—Solo por dos meses de diferencia Draco, solo dos meses.

-

Remus pasó una mano por su cabello, peino adecuadamente el flequillo rebelde y se miro al espejo con las cejas caídas. Podría parecer de todo en ese momento menos feliz, la mirada perdida color avellana parecía opaca y los labios estaban curvados de una manera desagradable en el rostro de facciones bonitas.

Bajo el rostro, apenado con su reflejo que lo miraba con esa agonía tan lenta clavada en los ojos, sentía un gran dolor en días como esos. Antes de las lunas llenas, cuando en su epoca James empezaba a planear todo lo que haría en su forma animaga y cuando Sirius empezaba a robar golosinas de las cocinas para animarlo, aun recuerda como Peter le regalaba miles de chocolates antes de la transformación. Eran tan buenos tiempos.

—Hey, Lunatico.

El rostro fue levantado de un solo jalón, la risa había sido perruna y Remus no supo si fue su imaginación o si fue algo real. Cuando su mirada toco el reflejo en el espejo no vio esa expresión aterrorizada y al mismo tiempo tan esperanzada que tenía su rostro, porque allí, en el filo del espejo, junto a la puerta de su habitación acaparando toda su atención, la imagen parpadeante de Sirius Black le sonrió, sus ojos grises como las tormentas y el largo cabello negro noche, la sonrisa gallarda, el porte despreocupado.

Sirius.

Su Sirius.

Cuando parpadeo ya no estaba.

Todo el mundo sabía que, de alguna manera, un lobo siempre tendría una pareja de cuya fidelidad nunca se dudaría, era fundamental, la naturalidad de esos seres autónomos. En los hombres lobo se establecía un vinculo tan estrecho que solo se rompía con la muerte. Un pequeño hilo delicado que era atado de por vida a esa persona querida, hasta el día de la muerte. Algo irrompible en el mundo natural, perfecto, eterno…doloroso.

Si se conocía bien a Remus, si se tenía en cuenta su comportamiento, si se sabía esa regla excepcional entre los instintos licanos y se tenía pleno conocimiento de los tan buenos amigos que tuvo desde su juventud.  Entonces no se necesitaba ser un genio para saber quien había sido elegido por Remus, no se necesitaba siquiera pesarlo dos veces. Sirius había sido más que un hermano para Remus desde siempre, porque no se le podía llamar fraternidad a los besos apasionados, a las promesas de amor eterno y a hacer el amor en la luna llena. Sirius había sido mucho para Remus, el único que le acepto plenamente, su amante, su todo y se suponía que ambos estarían juntos hasta el final, tal vez tuvieran hijos, formarían una familia, pero entonces simplemente la guerra llego y arraso con todo lo que Remus pudo llamar hogar….con la eternidad que se suponía compartirían juntos.

Las lágrimas rozaron la barbilla y cayeron en el tocador, levanto la mirada brumosa y los brazos atraparon su cuerpo que tiritaba de tristeza, de desconsuelo. ¿Por qué Sirius habia muerto también? ¿Por qué él?

Todo en la vida de Remus había sido tragedia, porque lo mordieron cuando era apenas un niño, porque su madre murió, porque llego la guerra y luego todo se esfumo. Cuando recostó la cabeza que punzaba de dolor en la madera del tocador y pudo abrir los ojos llenos de lágrimas que sabían amargas el retrato de una tímida muggle le estaba sonriendo con algo parecido a la incómoda y adorable timidez. Sus ojos avellanas expresivos y la mano que pasaba de vez en cuando por su cabello rubio dorado, a su lado un hombre guapo le alentaba a que sonriera, cabello castaño y su mirada paseándose de su esposa a la cámara, un niño pequeño en sus brazos. Un niño encantador, rojo sangre las mejillas y los ojos de un profundo color avellana, risueño y contento cerca del regazo de su madre, gorgoteando feliz.

“Mi familia” pensó Remus, esa era su familia directa antes de la guerra, de la destrucción y de los hombres lobos. Una familia perfecta. Levanto el retrato con manos temblorosas, sus ojos repletos de sal amarga, la sonrisa torcida y adolorida regalada a la mujer del retrato, Hope Lupin, muerta hace años por una simple enfermedad común y corriente. Su padre ya estaba viejo, y Remus prefería no causarle más dolor y no acercase a él.

La puerta del recibidor a sus habitaciones sonó entonces, un tintineo elegante sobre la madera, eso y el olor almizclado de pociones hizo pensar a Remus que era lo que había hecho él para merecer  la visita de tan vistosa persona mientras caminaba rumbo a la puerta. Cuando la abrió, el ceño fruncido de Severus Snape le dio la bienvenida, rostro adusto y labios tensos. Remus casi lanza un “¿Qué te he hecho yo Merlin?” cuando Severus paso sin si quiera preguntar hacia el recibidor.

Era un lindo lugar, demasiado cálido para Severus, pero bien decorado, el color amarillo abundaba en demasía y los colores marrones, casi negros, aumentaban el atractivo de las sencillas habitaciones del licántropo.

—Lupin— había arrastrado las palabras el profesor de pociones, sus ojos negros escrutando como Remus se apresuraba a atizar las llamas de la chimenea, el licántropo se tallo las manos en busca de calor y sus ojos entonces se encontraron con los de Snape, este lo repaso con la mirada, Remus estaba demasiado abrigado para estar en una habitación tan cálida.

— ¿Que deseas?—pregunto con sequedad, se sentó en el sillón más alejado de Severus y más cerca de la chimenea, la nariz arrugándose con cierto tinte de desagrado, el olor que despedía Severus, por sobre todas esas capas de pociones añejas e ingredientes repulsivos era tan picante y atractivo que hacía a Remus querer salir corriendo antes de seguir embelesado el rumbo de ese aroma.

Severus hizo un gesto con los ojos de manera enigmática y entonces hablo con tono ronco después de sentarse correctamente en frente del otro profesor.

—He recibido una nueva carta de Narcissa. Ella está impaciente y no me sorprende, la verdad—Remus asintió, Severus prosiguió—Me ha dicho que Draco se verá con ella el próximo martes al de esta semana, el treinta y uno de diciembre ¿Cierto?

—Sí, así es. Draco me lo ha dicho, el hablara con su madre tan pronto le sea posible—asintió Remus, su semblante seguro y templado. Las manos que aun temblaban sobre las rodillas cruzadas, las mejillas totalmente llenas de sangre.

— ¿Entonces no crees que es imprudente que Draco le haga frente a su madre tan pronto?—se exalto el pocionista, casi gritando. Se había levantado ondeando la capa de su túnica y sus cejas estaban completamente arqueadas, se veía muy disgustado. Aunque una pequeña molestia en la base de la columna hizo que Remus se sintiera lo suficiente mal como para no prestarle atención —¡Es apenas un chiquillo Lupin! ¡He cuidado de Draco por extensos años como lo hice con Harry en honor a su madre, y no permitiré que se enfrente a esto él solo!—bramo enojado.

 

Remus pareció arquearse, aquejado por un pequeño dolor que subía por su espalda y un calor en su pecho que subía a sus mejillas, la mente nublándosele—Se que me ocultas algo—prosiguió entonces con tono silbante, Remus asintió fervientemente aun cuando no sabía de que hablaba, el olor de Severus de repente lo mareaba—Hay algo extraño sucediendo con Draco, algo que no está sucediendo con Potter ¡Y Lupin exijo saber qu…! ¡Pero qué rayos!—a Severus apenas y le dio tiempo de atrapar en el aire a la temblorosa persona en la que se había convertido Lupin al intentar levantarse del sillón, el hombre joven sudaba y temblaba como si estuviese sufriendo de hipotermia, con las mejillas impresionablemente rojas, sus rodillas temblando como gelatina.

Por otra parte Remus se sentía horrible, su cuerpo pedía a gritos algo que él no le podía dar, pero el olor de Severus era cada vez más fuerte y hacía sentirlo mareado, caliente, tan indefenso y tembloroso que le dolía hasta la más mínima fibra de su ser tenerlo tan cerca y no tocarle. Cuando los brazos lo rodearon al fin pudo sentir un poco de alivio, aunque el olor se intensifico y por lo tanto su mareo.

Severus era un gran conocedor de criaturas mágicas, el presumía haber descubierto a un hombre lobo cuando apenas era un chiquillo colegial en Hogwarts y de haber hecho posible la recolección de ciertos espécimen extraños. Por eso era de su conocimiento que los hombres lobos tenían una naturaleza sexual muy activa. Dos celos por año, uno en verano, otro en invierno y que por lo menos uno de aquellos lapsos tenía que cumplir estrictamente para estar satisfechos. Lupin había  perdido a su pareja hacia un poco menos de un año, sumándole los años de abstinencia del cual Sirius Black había estado en Askaban, Remus podría llamarse un lobo desesperado cuya pareja había muerto hacía poco. Con todas esa hormonas acumuladas con el tiempo y su cuerpo reclamando la actividad desde hacía mucho. Había dos cosas que inquietaban a Severus en ese momento; era invierno, tiempo de celo. Ammm, y por cierto, él era la única persona disponible a 30 metros a la redonda en ese preciso momento.

Los pensamientos fueron cortados abruptamente cuando una lengua rasposa y caliente paso por su barbilla, empapándola con la viscosa saliva. Severus a penas se dio cuenta de cómo Remus se tambaleaba, sus ojos brumosos y las mejillas aun tan rojas que tentaron por un momento a Severus a pasar un dedo por la curvatura de la clavícula que era a penas visible tras el gran sweater marrón canela. Los dedos delgados de Lupin estaban enterrados en su cabello negro, el más pequeño jadeo sobre los labios de su compañero de docencia, aun perplejo ante la vista de un Remus completamente desesperado.

—Severus—jadeo el lobo, sus dedos paseándose por el cuello blanco y descubierto, su lengua pasando lentamente por la manzana de Adán.

—L-Lupin—susurro Snape, estaba templado en su sitio. Casi sin poder moverse, todo porte lúgubre había sido sustituido por la incomodidad y, en cierta manera, el miedo—S-ser-sería mejor si usted- si usted, pu-pudieras…

— ¿Si?—susurro en un tono sensual, aun con los ojos brumosos y las caderas moviéndose al compas. Severus intento apartar las manos insistentes del licano, pero Remus solo apretaba el espacio entre sus cuerpos con insistencia.

Oh, Merlin bendito. Si hubiera una mirada más húmeda y sexual en el mundo que la de Remus excitado ¡que Dios mandara un rayo y partiera en dos a Severus Snape! ¡Porqué esa mirada había sido la mirada más sexy que le había mostrado en años! Severus tomo fuerzas, hasta a él le costaba decir que no, no se imagina cuán fácil había caído el siempre mujeriego Black ante esas miradas de cachorro perdido que tenía Lupin, él tomo aire en sus pulmones y  entonces simplemente grito:

— ¡Señor Remus John Lupin, compórtese como un hombre lobo de su calibre y SUELTEME DE UNA MALDITA VEZ!— El grito fue tan fuerte que Remus dio un brinco, paro de restregarse contra Severus y parpadeo varias veces aun aturdido, ajustado la brumosa visión que le hacía sentirse confundido. Luego dio dos asustados pasos hacia atrás y jadeo con sorpresa, miro fijamente a Severus por menos de un segundo y entonces sin previo aviso hizo salir a un mudo Severus a fuerza de empujones de sus habitaciones, lanzándole la puerta en las narices a penas el último centímetro de sus zapatos negros estuvieron fuera.

Remus se deslizo desde la puerta hasta el piso con una mano en la boca que atajaba su grito de frustración y los ojos inmensamente abiertos con lagrimas dolorosas bajando por sus mejillas, al otro lado, un perturbado Severus Snape se prometía nunca más volver a entrar por esa puerta.
En esos momentos Remus enserio odiaba ser un  hombre lobo.

-

Fue casi imposible para Draco y Harry no notar la incomodidad que a la mañana siguiente presentaban sus profesores favoritos mientras desayunaban. Remus había estado evitando contantemente a Severus, incluso se había sentando lo más lejos la vacía mesa de los profesores y el profesor de pociones solo mantenía la mirada tensa en otro lugar, sin moverla ni un centímetro. Harry sospechaba que tal vez Snape no despegaba sus ojos de los tapices del gran comedor ni para llevar la cuchara a su boca. Ahora que lo pensaba, no lo había visto comer ¿Seria una estatua?

— ¿Qué rayos les pasa?—pregunto Harry, las cejas deformadas en una expresión de incredulidad.

— Parecen autómatas—bufo Draco, el ni siquiera aparto su mirada del Profeta.

— ¿No te parece extraño?

— ¿Hmm?

— ¿Draco me estas prestando atención?

—Tal vez— respondió con sequedad. Harry bufo, a veces el rubio era algo pedante ¡Por Merlín ni siquiera había levantado el rostro para mirarlo! Era frustrante en realidad, ¿era algo sagrado leer el profeta para él o algo así? Simplemente Harry no entendía su manera de actuar.

—Aun no lo encuentran—gruño Draco por lo bajo con una mirada punzante dirigida a la pagina del periódico, Harry frunció el ceño y en ese momento se dio cuenta de el encabezado del profeta “Caso de Hombres lobos en los bosques de Hogwarts sigue abierto”. Casi se cae al saltar sobre la mesa y sentarse junto a Draco para leer la sección elegida, la mancha de su zapato quedo en la pulida mesa, justo alado del puré de papa.

Era un titulo gris aunque grande “Aun no se encuentran” estampado con letras de curvaturas que aun se le hacían extrañas a Harry, había un prevé membrete, explicaba el ataque a Hogwarts por los licántropos  y el cómo aun no se conseguía pista del paradero de los atacantes. El jefe de la “Unidad de captura de hombres lobos” hablaba con vos ronca desde la foto móvil, su semblante serio y casi petrificado “Este es un caso serio, manadas se encuentran esparcidas por todo el mundo y su número va en aumento cada dia. Este es el mayor ejemplo de lo que pasaría si se alzaran ante los ministerios”

—Eso... ¿Manadas?—murmuro Harry, una nota temblorosa se escondía en su vos—¿Hay más hombres lobos que los que nos atacaron?

—Muchos más, millones—mascullo Draco cerrando abruptamente el diario. Su mirada plateada era turbia y los ojos ya empezaban a tener un espesor plateado amarillento. Entonces Harry pudo ver el odio que había en aquel chico rubio que conoció en primer año, como su  alma parecía entregada a esa furia al recordar los hombres lobos que los atacaron a principios de diciembre.

— ¿Cuanto los odias?—pregunto Harry, la quijada tensa y las manos apretadas en puños temblorosos. Draco le envió una mirada confundida—A los hombres lobos ¿Cuánto los odias?


Draco giro con brusquedad al mirar a Harry, sus ojos de un furioso amarillo brillante como dos cuencas oscuras y heladas, su quijada firmemente apretada. Por un  momento Harry se sintió pequeño ante su acompañante.

—Los odio lo suficiente para matarlos con mis propias manos y no dejar si quiera un pedazo de sus cuerpos con los que sus sucios familiares puedan consolarse—los ojos eran fríos como piedras congeladas, sin sentimientos, solo un creciente odio demasiado grande para que Harry lo entendiera “Es tu furia la que habla” hubiese dicho Hermione si hubiera estado presente, pero no estaba allí, en cambio solo estaban los dos, midiéndose con los ojos.

—¿Entonces como planeas convertirte hoy?—pregunto Harry con vos trémula y susurrante,  habían estado teniendo practicas durante las noches con Remus desde el día en que se había salido de control, Draco lo había consolado y se habían vuelto más cercanos, algo que angustio notablemente a Remus; habían estado avanzando bien en todas las lecciones lo único que pedía Remus para una buena transformación  era aceptar la condición en la que se encontraban, lo que más espantaba a Harry era que tal vez Draco no lo estaba haciendo—Remus también es un hombre lobo, yo también, tu lo eres ¿Nos odias también?

Draco inhalo con dureza, sus quijada tensa y las cejas fruncidas, exudaba un aura negra y enfurecida, casi agria. Se levanto con fuerza, atrayendo miradas de los pocos profesores,  y miro a Harry, parecía que saltaría contra el y le arrancaría la yugular de un solo mordizco, Harry estaba allí, valiente sin un mínimo vistazo de miedo en los ojos.

—Tú no lo entiendes—le gruño Draco con fiereza, dientes afilados tras los labios—No sabes muchas cosas Harry.

Y se marcho, dejando al niño-que-vivió con una desalentadora sensación en el pecho ¿Qué estaba yendo mal en esa situación?

-

Las botas se hundían en la nieve cuando caminaban de esa manera lenta, el pequeño muchacho se paro y cuestiono a su tutor:

— ¿Que hay que temer?—la pregunta de Harry fue tan pesada que hizo parar a Remus de la caminata tranquila alrededor del lago, los hombros cubiertos por el pesado abrigo felposo descendieron y los ojos avellana avistaron aquellos verdes, curiosos y confundidos, ojos de alguien que no sabía que pensar— ¿Que hay que temer de todo esto, Remus? Porque y-yo…—dudo, los ojos verdes desviándose—…no entiendo porque él se siente tan mal. Porque siente tanto odio.

Harry le había encontrado el lado bueno, es como si hubiera esperado toda su vida para eso, para correr a toda velocidad en los pasillos interminables, para oler los aromas más recónditos del castillo, hecho para esa calidez, para la vitalidad de ser un hombre lobo. No entendía por qué Draco lo odiaba, por que los demás lo hacían.

—Harry—murmuro Remus, los ojos llorosos y el corazón en un hilo, ese niño se veía tan perdido, como él cuando estaba en su posición. Lo abrazo atrapándolo en ambos brazos y hundiéndolo en el cálido pecho masculino, Harry se aferro a los hombros y aspiro el olor de Remus, dulce y suave que siempre estaba allí para calmarlo—Harry—los susurros de Remus eran alentadores de alguna forma—Hay muchas cosas que temer, está el dolor, el temor de hacerle daño a alguien, cuando empiezas a hacer daño, ya no puedes parar. Hay muchas cosas que pueden salir mal, Harry, y la mayoría de  las veces nada estará a tu favor. Siendo un hombre lobo ya nada será igual, no podrás vivir igual. Hay muchos pros, debes entender a Draco, el apenas lo está asimilando. Fue educado por sangres puras, su educación fue hecha para odiar a todo lo que no fuese como él. Es comprensible que este asustado, tenle paciencia.

Harry asintió, se limpio una lágrima que rodaba por la mejilla y se marcho con un asentimiento para Remus.

-

—Harry—la figura de Draco apareció en el filo de la puerta, mirada baja y ojos arrepentidos con las manos dentro de un pantalón holgado con botas de montar, su camisa verde musgo. Harry volteo hacia él y lo miro con los fríos ojos verdes, estaba inclinado en el piso sobre la alfombra en frente de la chimenea de acabado sencillo, la sala de los menesteres era una lugar muy peculiar, incluso atraía a la persona adecuada para la soledad—Lo que dije en el gran comedor—empezó Draco, voz vacilante.—No estuvo bien, lo siento, yo solo... —el parecía buscar una palabra que explicara su condición, Harry se dio cuenta que Draco estaba tan o más perdido de que él—Me sentí tan impotente—exhalo, los hombros cayéndose—Sinceramente no sé si la verdad sienta lo que digo o si en verdad lo siento, pero no sabes que- no sabes en realidad todo lo qu…

—Acepto tus disculpas —sonrió Harry, los ojos parecieron tomar calor. El menor doblo las rodillas hacia arriba y se puso de pie, la sonrisa eufórica del rostro pareció no titubear ni por un segundo. Draco lo miro incrédulo, aun incomodo—Yo también debo darte una disculpa. En verdad no entiendo que pasa en ti, yo no estoy lo suficientemente familiarizado para saber cómo te sientes y es cierto que soy algo lento en esto. Pero… —dudo, la sonrisa esta vez si se torció, aunque la buena intensión seguía allí, tras los ojos claros y la encantadora cara sonrojada. Harry extendió la mano hacia el chico rubio, Draco miro al pequeño Gryffindor extrañado—Un día me ofreciste la mano así. Creo que te juzgue antes de saber todo lo que había detrás de tus acciones. No sé si esto es…lo correcto o si debo hacer otra cosa—rió, la mano aun extendida parecía temblar. Harry en verdad no estaba muy al tanto de situaciones tan intimas—Que te parece si empezamos de nuevo ¿He? ¿Amigos?

Hubo un minuto de expectación, ojos mirándose con atención. Luego Draco sonrió, con los perlados dientes haciendo una curvatura perfecta, su mano apretó la de Harry y le miro con un sentimiento que Harry no logro descifrar, aunque era algo tan cálido que le hizo sonreír también a él.

—Harry Potter—bromeo el moreno, sus ojos chispeando—Hombre lobo, ¿Y tú?

—Draco Malfoy—rio con vos ronca—Hombre lobo, ex-sangre pura y actualmente amigo del grandioso y asombroso Harry Potter.

—Presumido.

— ¿Te parece que estaba presumiendo?

 

Ellos ni siquiera se dieron cuenta que pasaron de ser Malfoy y Potter a Draco y Harry.

-

Ambos tomaron frías bocanadas de aire  cuando la última prenda cayó al piso. La luna estaba a punto de estar en su punto más alto, solo unos minutos más para la transformación. Estaban a las orillas del bosque prohibido, todo lo lejos de la cabaña de Hagrid que pudieron. Remus les había pedido que se despojaran de la ropa, toda la ropa. Las expresiones incrédulas fueron lo primero entre ambos chicos mostraron al ver la cruda nieve, después la negación y luego las amenazas de Remus de terminar con las ropas hechas girones, después tuvieron que tomar aire aun avergonzados y quitarse la ropa uno a espaldas del otro con las mejillas lo suficientemente rojas como para encender una vela.

La noche estaba fría y la nieve aun seguía fresca, cuando Harry estuvo completamente desnudo sintió la necesidad de saltar hacia Draco para que lo abrazara y repusiera todo ese calor que estaba perdiendo de repente, pero la necesidad se vio terciada cuando recordó que ambos estaban desnudos y además Remus estaba a dos metros de ellos, observando.

Cuando Harry volteo lo primero que vio fue la espalda blanca y bien  conservada, la hilera de músculos macizos a través de la columna vertebral, las piernas firmes y los hombros anchos. Draco volteo entonces, los hombros tensándose cuando vio la espalda descubierta y el trasero respingado de su acompañante, tal vez el debía retratarse, Harry no estaba tan de mal ver. Ambos apartaron la mirada avergonzados.

En algún momento Harry dejo de sentir frio.

—Es incomodo, lo sé— Remus estaba en las mismas condiciones que sus pupilos, el cuerpo descubierto y solo una capa intentando cubrir un poco las partes mas sensibles que temblaban sin parar. Draco y Harry lo imitaron tomando sus capas, aun sin querer mirarse el uno al otro—Pronto se acostumbraran— “O tal vez no” pensó Remus, la sonrisa torciéndose cuando Harry y Draco cruzaron miradas apenadas y apreciativas. Remus conocía esas miradas que se recorrían el cuerpo con tanta timidez. Apretó los parpados y suspiro, estaba consciente que era una posibilidad plausible el que Draco y Harry se enlazaran, pero estaba seguro de que podría evitarlo. El simplemente suspiro, y miro hacia el cielo despejado— ¿Listos?—Aunque Remus no lo supo por haberse puesto de espaldas, ambos chicos asintieron, preparándose un poco para lo que vendría enseguida— Relájense—ordeno—y solo dejen que ocurra.

La luna estaba en lo más alto, plateada e inmensa como un bola de cristal, a Harry le quito el aliento solo verla allí, justamente en ese momento sintió una extraña sensación revolverse en su pecho, era incomoda, como pidiendo entrar en su cuerpo para hacerlo un caos, Harry pensó en resistirse pero contrario a lo que su cerebro le gritaba simplemente se relajo. No fue consiente cuando la capa de Remus cayo y un gran lobo de pelaje cobrizo aúllo a la luna resaltando completamente contra la bestia que habría visto en 1994, cuando era un lobo humanoide y no un lobo completamente.

Fue algo casi instantáneo, una sensación que hizo cosquillas en su piel y le hizo sentir, de alguna manera, libre. Cuando la capa cayó, un pelaje negro arrastro la piel blanca y cuatro patas peludas se hundieron en la nieve, un lobo un tanto más pequeño que Remus se sacudió el estupor, pelaje negro azabache reluciente  y esponjoso que apuntaba a todas partes, cuando abrió los ojos un verde esmeralda brillo a la luz de la luna, el hocico delgado y pequeño, patas delgadas y largo pelaje que adornaba de una manera encantadora a la cría de hombre lobo, mas grande que un  lobo común pero lo suficientemente pequeño.

Harry soltó un quejido que sonó asombrado en su hocico, era extraño mantenerse en cuatro patas. Miro hacia donde se suponía estaba Remus, un lobo le devolvió la mirada amarillenta, tenía un hocico fino y un porte casi altivo, hermoso y con orgullo reflejado en el porte, con el pelaje largo color cobre reluciendo contra la luna llena a sus espaldas.


Enseguida la mirada inquieta del lobo más pequeño busco a su amigo, un gruñido le hizo voltear de manera brusca, Draco estaba arrodillado en la nieve con cabello intentando aparecer bajo sus poros, estaba encorvado y los dientes levemente afilados chirriando adoloridos, la capa estaba colgando de su hombro, con los ojos fuertemente cerrados y un gruñido desmesurando su garganta. Estaba peleando. El lobo negro jadeo casi adolorido, bajo su altura doblando las patas, se acerco con sigilo y las largas orejas caídas. Draco abrió los ojos furiosamente amarillos, el dolor se reflejaba en ellos, el lobo gimió y apoyo su hocico en la mejilla del chico, una lengua raspo por su barbilla “Por favor, Draco”   El muchacho jadeo, a regañadientes se relajo y en solo un segundo el lobo negro sintió un pelaje suave  contra el suyo, recargando su cabeza en la suya.

El lobo cobrizo aúllo cuando el gran lobo blanco, incluso más grande que él, respiro en las orejas caídas de Harry. Era elegante e imponente, ojos de color plateado y orejas erguidas y orgullosas, de patas delgadas pero fuertes, su cola afelpada color blanco se arrastro por la nieve y rodeo al lobo negro, casi cubriéndola con ella.

Remus aulló suavemente y alerto a los jóvenes tortolos.
El primero en seguirlo fue el alegre lobo negro que agitaba su esponjosa cola efusivamente. Draco les siguió titubeante, aun adolorido por haberse resistido. Remus paro en un colina llena de nieve, posiciono las patas, bajo el torso hacia el suelo y volteo con la orejas moviéndose, preguntando si estaban listos. Harry imito la posición de Remus de un solo brinco alegre, las orejas medio erguidas de manera perezosa. Draco lo hizo con elegancia y  la lentitud adecuada, enviando un gesto que pareció altanero hacia Harry.

Remus aulló y entonces los tres se echaron rumbo al bosque prohibido, como una familia, como una manada.

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— ¿Estas lo suficientemente angustiado para pasar toda la noche en vela, mi querido Albus?—Minerva pregunto, el rostro anciano y severo suavizándose al ver a un despistado Dumbledore saltar exaltado. McGonagall apago el Lumus de su varita y sonrió cuando escucho los aullidos de lobos.

—Harry es como un  nieto para mi, Minerva—suspiro el anciano con las arrugadas manos apresando el marco de la ventana, miraba hacia afuera, donde pisadas de lobos adornaban la nieve fresca—Solo quiero lo mejor para él.

—Estará bien—sonrió la profesora—Lo están cuidando.


Albus solo sonrió en respuesta.

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Corrieron por toda la noche, aullaron la mitad de esta y fue tan liberador que ambos adolescentes sintieron estar verdaderamente donde pertenecían, con Remus a su lado. Trotando entre la espesura del bosque, persiguiéndose entre ellos, jugando, siendo libres.

Tal vez muchos no lo entenderían, o tal vez nadie; pero la experiencia de la luna llena, cuando simplemente se aceptaba, era tan buena que los prejuicios volaron con la ropa y cualquier cosa que se pudo haber pensado que estaba mal ni siquiera existía, no mientras corrieran, mientras fueran libres.

El lobo negro troto alegremente alrededor de su ropa después de horas de jugar, las patas traseras se convirtieron en pies y unas manos tomaron la pesada capa roja Gryffindor, Harry corrió con una risa escapándosele de la garganta al ponerse  la capa para que lo cubriera con los primeros rayos del sol sacando brillos a sus cabellos negros, se dejo caer junto a Remus que yacía abrazando sus rodillas en la fría nieve con un hechizo calentador y con la capa verde lima encima, su mirada aun dorada suavizada y una trémula sonrisa en los labios. Harry sintió minutos después la presencia de Draco al sentarse junto a él.

El sol empezaba a salir y el calor en las mejillas se sentía fantástico, Draco pasó un brazo protector a través de los hombros de Remus y Harry, ambos sumisos rieron, Remus mordió de forma fraternal la mano de este, un claro mensaje de que él podía protegerse solo. El Slytherin gruño descontento y entonces tomo a Harry entre los brazos jalándolo a su paso, Harry rio a carcajadas y Draco le lanzo un “te lo estás perdiendo”, que solo hizo reír más a Remus mientras Harry pataleaba contra el cálido pecho del lobo rubio.

Permanecieron así hasta que el sol salió completamente.

Ya era navidad

Notas finales:

Muy bien, es muy tarde y temo que mi madre me matara si me encuentra a estas horas en medio de comedor a oscuras y con la laptop escribiendo como una desquiciada.

Asi que gracias por leer, dejadme un pequeño review y no seais malas conmigo *puchero*

 Como ya dije en "Aprender a vivir" he hecho un dibujo de Nepeta en mi blog (Tambien estoy haciendo una encuesta alli, son cinco Drarrys y solo uno sera elegido para publicarse en febrero y el resto en otro momento, ¡Voten por favor):

http://mymadness-myproblem.blogspot.com/

Visitenlo si les apatece xD 

Las que se quedaron con las ganas de Fenrir, pronto lo tendran ;)

¡Gracias por leer!


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