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Amor y odio por saotaky

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Notas del capitulo:

HOLAAAAAA. Perdón, perdón, perdón mil veces. Tienen derecho a odiarme jajaja. Me dejé estar mucho. Cambio de ciudad, la universidad, el trabajo... Me dejé llevar y no me hice tiempo para seguir acá. Pero ahora prometo intentar ser más constante jajaja. 

En compensación a mi dejadez les tragio el tan esperado LEMON. Es bastante romantico, es más fuerte que yo que me salgan así jajaja, pero espero que les guste!

Igual, prometo que los siguientes lemon serán algo diferentes. Trataré de no ser tan romanticona. Tengo pensado en hacer que Inuyasha descubra un lado suyo que no sabía que existía...(cofcofninfómanocofcof) para darle un toque de emoción extra jajaja.

Espero que esten bien y sepan perdonarme!!!:) Gracias por los reviews!!! Besos gente :)

Un nuevo día se hacía presente en la guarida de los hombres lobos del norte. El primero en amanecer fue el gran Okazu, creyendo ser el único despierto de la morada, para sorprenderse notablemente cuando encontró a su sobrino mayor bien despabilado en su despacho leyendo.

Okazu: Veo que somos dos los que madrugamos –dijo asomándose por la puerta.

Kenta: No es que me haya despertado temprano, sino que no dormí.

Okazu: ¿Y por qué no?

Kenta: No tenía sueño –dijo con cierta irritación.

Okazu: Veo que no tienes muchas ganas de hablar.

Kenta: Precisamente.

Okazu: ¿Estás enojado por lo de anoche?

Kenta: ¿Porque me obligaste a ir a ver a alguien que no quería ver nunca más o porque nadie me dijo que mi hermano está enamorado del suyo?

Okazu: Por…Bueno, por ambas…

Kenta: Sí, acertaste otra vez –sin despegar la vista de su libro.

Okazu: Mira Kenta –suspiró-. Sabes que no te hice ir para removerte viejas heridas, soy tu tío y te amo, jamás haría algo así. Pero él será el próximo lord de su tierra y tú el gran sabio de la nuestra, era necesario que participaran de la ocasión.

Kenta: Me da igual.

Okazu: Además una vez que asuman sus responsabilidades tendrán que verse más seguido. ¿Y tú que harás? ¿Fallarás a tus deberes solo porque no quieras verlo?

Kenta: Sabes que no soy así de mediocre e incompetente. Pero eso no quita que no tenga ganas de verlo.

Okazu: Pero tendrás que acostumbrarte porque lo verás y más de lo que crees si es que lo de Koga y el príncipe Inuyasha prospera.

Kenta: Ni me lo recuerdes. Tampoco puedo creer que Koga no me haya dicho nada sobre eso.

Okazu: Recuerda que él no sabe de tu asunto con Sesshomaru, así que no es que tenía intenciones de ocultártelo. No encontró la oportunidad de decírtelo, es todo. Pero creo que reflejar tu ira por Sesshomaru en su hermanito no habla muy bien de ti.

Kenta: No tengo intenciones de rechazarlo por ser pariente de esa basura. Si Koga está feliz no me queda más que aceptarlo y rezarles todas las noches a nuestros ancestros para que Inuyasha no resulte ser una mierda como su hermano.

Okazu: Tienes mucho rencor dentro sobrino. Deberías dejar  ir todo ese odio y tratar de solucionar este problema, de lo contrario terminarás haciéndote mucho daño.

Kenta no respondió más, simplemente siguió con la vista fija en su libro. Okazu entendió que su sobrino ya no tenía intenciones de seguir hablando por lo cual dio un gran suspiro para luego abandonar la habitación.

Fue hasta el comedor principal donde se encontró con su sobrino menor devorando como de costumbre.

Okazu: Tú nunca no tienes hambre ¿verdad? –se sentó junto a él sonriendo.

Koga: El desayuno es la comida más importante del día tío –dijo luego de bajar con un gran sorbo de agua toda la comida que tenía en la boca-. ¿Kenta no va a acompañarnos?

Okazu: No creo que tenga hambre…

Koga: ¿Sigue enfadado? ¡Durante todo el viaje de vuelta no hizo más que quejarse! Sin mencionar la escenita en el castillo. ¿Cuál es su problema?

Okazu: Koga, yo sé que te molestó mucho la actitud de tu hermano y no la justifico para nada, pero él tiene sus razones para comportarse así…

Koga: ¿Me las puedes decir de una vez?

Okazu: No creo que me corresponda. Pensándolo mejor, es algo que debería contarte él mismo.

Koga: Esta bien –suspiró-. Pero esperaré a que se le pase un poco el enojo porque no quiero salir con un ojo morado.

Okazu: Eres muy inteligente sobrinito.

Koga: Lo sé –rió fanfarrón-. Bien, me voy tío.

Okazu: ¿Verás a Inuyasha?

Koga: Ahora debe estar entrenando, no quiero molestarlo. Iré con Ginta y Hakkaku a buscar algo divertido que hacer.

Okazu: Cuídate –lo despidió alegremente.

En el castillo de Inu-youkais el día había comenzado desde hacía rato y los hermanos peliplata ya estaban a las afueras entrenando. Sesshomaru le estaba enseñando a Inuyasha a contener la energía en sus dedos y manifestarla en el famoso “látigo de energía”.

Inuyasha: Muy bien creo que esta vez lo tengo –dijo al ver el resplandor azul que destellaba en la punta de sus dedos-. ¡Oh mira, el mío es color azul! –sonrió infantil-. Creo que es tonto de mi parte alegrarme por algo así –dijo para sí mismo-. ¿Significa algo que nuestras energías sean de diferentes colores nii-chan? ¡Oye, nii-chan!

Inuyasha giró la vista a su hermano y se dio cuenta que durante todo el rato estuvo hablando solo, ya que Sesshomaru reposaba sobre un árbol con la vista fija en el suelo, ajeno a todo su alrededor.

Inuyasha: Holaaa, ¿hay alguien ahí? –pasando su mano frente a los ojos de su hermano.

Sesshomaru: ¿Eh? Déjate de payasadas y entrena.

Inuyasha: ¡Pero si no me pones atención! Estás muy raro desde ayer.

Sesshomaru: No estoy raro.

Inuyasha: Sí lo estás, tienes mirada triste.

Sesshomaru, bastante exasperado, llevó su vista al rostro de su hermano para gritarle unas cuantas cosas. Pero se detuvo en el instante en que notó la mirada preocupada de su hermanito, que examinaba su rostro como buscando respuestas que jamás iba a encontrar. No podía gritarle a esa carita. Ya no era así.

Sesshomaru: No te preocupes por estas cosas, piensa en tu entrenamiento ¿sí?

Inuyasha: ¿Cómo me dices que no me preocupe? Nunca te vi así. Es normal que me preocupe, eres mi hermano.

Sesshomaru esbozó una pequeña sonrisa. ¿Por qué perdió tanto tiempo odiando a su hermanito?

Sesshomaru: Está bien. Sí, sí me pasa algo. Pero prefiero no hablarlo ahora –sacudió sus cabellos-. Cuando esté listo para hablar, serás el primero que se entere, te lo prometo.

Inuyasha le regaló una tierna sonrisa a su hermano y para sorpresa de éste, un abrazo. Fue una sensación rara en un principio pero muy cálida a los pocos segundos de tener el pequeño cuerpo de su hermano apresando el suyo. Rodeó con ambos brazos a ese delicado ser que en el pasado intentó dañar, sintiendo que ahora solo quería protegerlo y verlo siempre sonreír. Luego de unos segundos se separaron y Sesshomaru se veía un tanto más tranquilo por el consuelo de su hermano. Dieron continuación al entrenamiento hasta el mediodía y luego volvieron al castillo a almorzar, satisfechos con los resultados logrados.

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Avanzada la tarde, Inuyasha pasó un rato a visitar a sus amigos en la aldea. Se enteró que Kagome estaba en época de exámenes y por un tiempo no vendría de visita, pero que ayer se las había arreglado para volver y traerles comida casera hecha por su madre, y una tanda especial de ramen para Inuyasha. Degustaron juntos de la comida con una animada charla, donde el tema central fue la velada nocturna con los hombres lobos. El peliplata también les mostró sus nuevas habilidades impresionando a sus amigos quienes estaban felices de que el ojidorado se estuviese adaptando tan bien a su vida como futuro lord.

Luego de un par de horas Inuyasha se despidió de su grupo diciendo que tenía un compromiso en el castillo, pero en realidad lo que quería era ver si podía encontrarse a Koga de casualidad en el bosque porque lo mataban las ganas de verlo. Se despidió de ellos y se internó en la espesa arboleda.

No pasó mucho cuando, mientras contorneaba la orilla de un río, sintió la presencia del hombre lobo. Sonrió para sí al pensar que él también lo estaba buscando. Detuvo su paso esperando a que el aludido se diera a ver, y no tardó en sentir dos fuertes y cálidos brazos apresar su cintura desde atrás de manera muy dulce, al mismo tiempo en que un cálido aliento se acercaba a sus orejitas para susurrarle…

Koga: ¿Me buscabas?

Inuyasha: Que egocéntrico de tu parte creer que solo por caminar en el bosque te estoy buscando.

Koga: Oh –fingió tristeza-. Porque yo si te buscaba.

Inu se dio vuelta en los brazos de Koga para quedar frente a frente y encontrarse con esa encantadora sonrisa. Pasó los brazos alrededor de su cuello acortando aun más la cercanía entre ellos.

Inuyasha: ¿Y para que me buscabas?

Koga: Para esto –dijo alzándolo para recostarlo en el suelo mientras Inuyasha reía tiernamente-. Para un poco de esto –besó sus labios-, un poco también de esto –bajo hasta su cuello con la misma acción-, y… bueno, para todo lo que me permitas que haga.

Inuyasha: … ¿Y tu…que quisieras hacerme?

Koga: No creo que quieras que te conteste eso –rió levemente.

Inuyasha: Si no quisiera oír la respuesta no te preguntaría –le sonrió tenuemente sonrojado, o “exquisito” como lo definiría Koga.

Koga: Pues… te haría tantas cosas que estaría hasta mañana para contarte –acariciando su mejilla-. Empezaría por desvestirte con caricias, hasta despojarte de todo lo que tengas encima… Y así poder contemplar cada parte de tu cuerpo completamente desnudo…para después besar cada rincón de tu piel. Encontrar tus puntos más sensibles y hacerte llegar al borde de la locura, que sientas como te estás quemando vivo por dentro, mientras no dejo de decirte lo mucho que te amo…

 El rubor de Inuyasha incrementaba con cada palabra, pero no sentía vergüenza, sino calor. Quería seguir oyendo más de esas deliciosas palabras.

Inuyasha: ¿Qué más? –dijo con una voz ronca que extrañó mucho a Koga.

Koga: Te trataría como lo más delicado y valioso del mundo. No descuidaría en ningún momento que te sintieras protegido por mí, que puedas aferrarte a mi cuerpo mientras te llevo a que conozcas el paraíso y me deleito con tus gemidos, con esa voz tan hermosa que tienes… Te haría sentir un placer tan fuera de este mundo que no podría explicártelo con palabras… –finalizó susurrando con su cara escondida en su cuello.

Koga estaba tan abrumando por sus propias imágenes mentales que no notó como la respiración de Inuyasha comenzó a agitarse levemente y se mostraba algo inquieto. Como si “algo” hubiese despertado en él.

Inuyasha: Hazlo…

Koga: ¿Qué? –preguntó incrédulo.

Inuyasha: Se sintió hermoso de solo oírlo…Ahora quiero sentirlo…

Koga abrió sus ojos enormemente y levantó su rostro buscando chocar miradas con Inuyasha, y allí lo vio. No había señales de estar mintiendo en lo que decía, al contrario, sus ojitos dorados mostraban deseo manifestado en un brillo intenso que le cortó la respiración al moreno.

Koga: Pero… ¿Estás seguro? No quiero obligarte a…

Inuyasha: Yo sí te estoy obligando –lo interrumpió y le dedicó una tierna sonrisa-. Quiero que lo hagas…

El sol comenzaba a caer en el hermoso valle. Las copas de los arboles se mecían al compas de la cálida brisa con sabor a matices. Se oía el río fluir, las hojas caer y las agitadas respiraciones de ambos muchachos, que se miraban a los ojos con fuego en sus pupilas.

Con cuidado y algo de miedo, como temiendo que en cualquier momento pudiera despertar y se diera cuenta que todo era un hermoso sueño, Koga se acercó a Inuyasha capturando sus delicados labios en un suave roce.

El peliplata cerró sus ojos sintiendo aquellos ardientes labios ejercer mayor presión sobre los suyos, para luego vibrar al sentir una lengua intrusa pero más que bienvenida en su cavidad. Fue un beso lento, sin prisa, con el único objetivo de saborear al otro, de grabar ese momento para siempre en sus memorias.

Luego de maravillosamente eternos segundos, las cuestiones físicas y hormonales de la situación los llevaron a demandar más en aquel delicado acto, aumentando el nivel del beso con desesperación y deseo. Jadeaos se escapaban de la boca de Inuyasha, ahogándose en la de Koga.

Cuando sentían como el aire comenzaba a faltarles, se separaron apenas unos centímetros, aprovechando para poder contemplar al otro. En un acto inconsciente el lobo se relamió los labios viendo a Inuyasha bajo su cuerpo, sonrojado, con su boca semi abierta y sus ojos destellantes de deseo. Los gestos en su cara prácticamente le rogaban que continuara.

Koga: Eres…tan hermoso.

Inuyasha solo sonrió, incapaz de poder contestar a aquellas palabras tan cargadas de ternura y sinceridad. Simplemente atinó a estirar sus brazos abrazando a Koga nuevamente para volver a besarlo.

Una vez más ambas lenguas disputaban una batalla donde no importaba ganar o perder, solo luchar entre ellas. Las manos de Koga se aventuraron por el haori de Inuyasha, quien se estremeció al instante al sentir el cálido contacto de las suaves manos de su seme.

El moreno se dedicó a acariciar de arriba hacia abajo el abdomen de su amor con mucha lentitud, quien no dejaba de temblequear al ser tan sensualmente acariciado. Inevitablemente Inuyasha cortó el beso buscando poder respirar y los primeros gemidos audibles se hicieron presentes. Koga aprovechó para bajar sus insaciables labios hasta el delicado cuello de Inuyasha para besarlo y lamerlo, también a un ritmo lento, desesperando al uke que jadeaba y se retorcía ante los estímulos.

Inuyasha: Ahh…Koga…

Koga: Que bien se siente… –sin abandonar su cuello-…oír mi nombre de esa manera…

Los labios del lobo siguieron bajando por su pecho hasta llegan a sus sensibles pezones y entretenerse con ellos un rato, lamiéndolos y mordisqueándolos con cuidado. Sus manos también decidieron alargar su ruta y bajaron por las piernas de Inuyasha, comenzando a acariciar la parte interna de sus muslos.

Inuyasha estaba algo intimidado ya que era la primera vez que lo tocaban de esta manera, pero realmente creía que se sentía muy bien y sobretodo porque era Koga el dueño de aquellas manos y labios que invadían su cuerpo.

Preso de las hermosas sensaciones, el peliplata no era capaz de hacer más que aferrarse con firmeza a Koga, tironeando levemente de su cabello; mientras sus labios expulsaban jadeos y gemidos cada vez más fuertes.

Koga sentía como su excitación crecía cada vez más al deleitarse con el exquisito sabor de Inuyasha y los hermosos cantos que salían de sus cuerdas vocales. Aventuró sus labios bajando por su vientre, mordisqueando su cintura, lamiendo su ombligo; mientras sus manos comenzaron a despojarlo de su hakama.

Inuyasha no puede evitar tensarte al sentirse completamente desnudo y vulnerable ante Koga, pero las placenteras demostraciones de amor que éste le brindaba lo embriagaban y alejaban de todo tipo de pensamiento racional.

Los labios de Koga continuaron bajando, ignorando la erección de Inuyasha y besando sus delgadas piernas, muy cerca a aquella delicada zona; sometiendo a Inuyasha a una deliciosa tortura, tan desesperante como placentera.

Inuyasha: Ko-Koga… No aguanto…

Koga: ¿Quieres algo de atención aquí? –dijo volviendo a subir a su rostro mientras acariciaba su miembro erecto, haciendo que expulsara un sonoro grito-. Que adorable te ves así, tan sumiso…

Inuyasha: Ngh… Ahh –se retorció al sentir un como Koga apretó levemente su miembro.

El moreno dejó de alargar la espera y volvió a bajar, para esta vez engullir todo el miembro de su amante en su boca. Inuyasha se sintió invadido por un sinfín de sensaciones nuevas y hermosas. Literalmente creía que perdería cabeza. Clavo sus uñas en la tierra con una mano y con la otra tiraba de los cabellos de Koga, quien imponía un ritmo veloz.

Inuyasha: ¡Ahh! Mmh… Ahh…K-Koga… Es-espera… ¡Ah! Voy…Voy a…

El moreno se limitó a sonreír para sus adentros, aumentando un poco más la velocidad mientras con una mano comenzaba a acariciar los testículos, sin abandonar el trabajo de su boca. Inuyasha sentía desfallecer, no concebía la existencia de tanto placer. Se sentía en otro mundo. Sin poder soportar mucho más aquel tsunami de sensaciones exquisitas, acabó por venirse en la boca de su amante, quien tragó gustoso toda su escancia.

El moreno se relamió los labios saboreando los restos de aquel manjar que tanto había deseado probar, todo ante la mirada incrédula de Inuyasha que no entendía como pudo haberse tragado eso. Sin embargo no era capaz de decir nada, su cuerpo era víctima de los espasmos aun consecuentes de su primer orgasmo.

Koga: ¿Qué te pareció? –pregunto con cierta arrogancia, depositando húmedos besos en todo el hermoso rostro del peliplata.

Inuyasha: Fue…Fue… ¡Ahh! –sentía como Koga mordisqueaba sus orejitas tan sensibles, mientras se embelesaba contemplando su hermoso cuerpo desnudo, desconociendo en qué momento se quitó la ropa.

El hombre lobo volvió a los labios de su uke, devorándolos con fogosidad y desesperación. Se separaban cada pequeños intervalos de tiempo para poder tomar una bocanada de aire y en seguida poder seguir besándose.

Koga: Te amo. Te amo tanto –dijo mientras bajaba a sus caderas.

Inuyasha sentía que todo su cuerpo se paralizaba al escuchar esas palabras que tantas veces habían salido de los labios de Koga, pero que esta vez se escuchaban más hermosas que nunca.

El moreno acarició nuevamente el miembro de Inuyasha que volvía a despertar, arrancándole otro sonoro gemido, para bañar sus dedos con el resto de líquido blanquecino que había quedado. Con estos lubricados, los llevó a su entrada introduciendo uno con suma delicadeza.

El hanyou dejó salir un pequeño quejido, evidenciando la molestia que se convirtió en dolor tras el segundo dedo introducido en él. Koga comenzó a moverlos de manera circular y en tijeras, buscando dilatarlo.

Inuyasha: Due…Duele… –dijo aferrándose con fuerza a sus hombros.

Koga: Lo sé, perdóname… Ya pasará… –dijo tranquilizándolo con besos.

El lobo exploraba con sus finos dedos el interior de Inuyasha, quien se mostraba a disgusto con ello. Pero todo cambió cuando Koga finalmente dio con aquel punto que estaba buscando, ese que al apenas rozarlo hizo a Inuyasha arquear su espalda dejando escapar un jadeo cargado de placer.

Koga: Lo encontré –sonrió y retiró sus dedos, Inuyasha lo miró molesto lo cual lo hizo reír-. Tranquilo, ahora viene lo mejor.

Levantó sus piernas, logrando ponerlas sobre sus hombros para así tener acceso libre a aquella hermosa vista. Tomándolo con firmeza de la cintura se introdujo en él de una sola estocada. Se mantuvo inmóvil unos instantes, esperando a que su amante se acostumbrara. Cuando sintió como este movía sus caderas contra él, se permitió finalmente satisfacer su tan ansiado anhelo.

Koga: Ahora te haré sentir en el cielo –besando sus labios.

Comenzó con leves estocadas, y rápidamente aumentó el ritmo logrando dar con aquel punto que ya había descubierto. Inuyasha clavaba sus garras en su espalda con desesperación, mientras sentía su cuerpo ajeno al mundo racional, creyendo que estaba en un universo alterno, desconocido, donde solo existía el más puro y sofocante placer.

Inuyasha: ¡Ahhh! ¡K-Koga!

Koga: Sigue…Sigue gritando… mi nombre…

El peliplata desgarraba sus cuerdas vocales invocando una y otra vez el nombre de su amor, junto con incontables gritos profundos de placer. Koga jadeaba y gemía roncamente sobre el cuello de Inuyasha, deleitado por el calor acogedor y estrecho de su uke, sintiendo que nada jamás le produjo ni le producirá tanta satisfacción como él.

Luego de más estocadas y gemidos, llegaron al clímax al mismo tiempo. Inuyasha por ser incapaz de soportar más cargas eléctricas de placer y Koga al verse exquisitamente atrapado por las contracciones del interior de Inuyasha.

Sin salir de adentro suyo, dejó caer levemente su peso sobre el del delicado ser que yacía bajo su cuerpo, tratando de recuperar el aire y la consciencia que había perdido durante el acto de su primera vez.

Luego de unos segundos de silencio, donde solo se oían las respiraciones tratando de normalizarse, Koga salió de adentró de Inuyasha haciendo que éste expulsase un último gemido, que pareció más un quejido al sentirse vacío. El moreno sonrió y se acostó a su lado, acunándolo en sus brazos.

Koga: Gracias –dijo susurrando.

Inuyasha: ¿Por qué?

Koga: Por dejarme hacer esto –sonrió con dulzura.

Inuyasha: No seas tonto –se ruborizó y escondió su cara en el pecho de Koga-. Gr-gracias a ti… Fuiste muy cuidadoso y muy… tierno.

Koga: Solo quería que sintieras lo mucho que te amo –dijo abrazándolo con más fuerza.

Koga cerró los ojos con una sonrisa dibujada en su rostro, dispuesto a descansar luego de tan agotador y hermoso acto. Pero Inuyasha no quería que el encuentro acabara ahí. Sentía que todavía faltaba algo. ¿Qué era? Quizás… faltaba que él dijera algo. ¿Qué debería decir? Sabía perfectamente eso. ¿Estaría bien decirlo? Claro, lo sentía, estaba seguro de que no mentiría si lo dijera. ¿Tenía miedo de decirlo? Sí. Sabía que al decirlo estaría terminando de entregar su corazón a Koga, estaría por segunda vez dejándole a alguien entrar por completo en su alma. Pero no iba a dejar que el miedo lo paralizara. No. Iba a arriesgarse. Sí lo sentía desde el fondo de su ser, si quería decirlo ¿por qué se iba a reprimir? Suspiró. Fueron solo unos segundos de silencio que hubo desde que Koga se calló, seguramente aun no estaba dormido. Era el momento. El momento de pronunciar nuevamente aquellas dos palabras, las cuales nunca creyó volver a decir.

Inuyasha: Te amo –dijo despacio, casi en susurro.

Koga se estaba balanceando entre la delgada línea que separa el estar despierto del estar dormido, pero aun estaba lo suficientemente consciente para escuchar lo que dijo Inuyasha. Y al instante en que esas dulces palabras entraron por sus oídos, sus ojos se abrieron de par en par buscando rápidamente la mirada del muchacho que estaba entre sus brazos. Éste aun escondía el rostro en su pecho, pero al sentir los ojos de Koga queriendo hacer contacto con los suyos levantó la cabeza para hacerle frente a esos hermosos diamantes azules.

Koga: ¿Q-Qué? –preguntó algo sorprendido y a la vez asustado, como temiendo que fuese una mala jugada de su inconsciente.

Inuyasha: Que yo también…También te amo –finalizó decorando sus hermosas mejillas con un tenue carmesí.

Koga fue invadido por miles de emociones juntas. Quería llorar y a la vez gritar como un desquiciado. Quería salir corriendo y tirarse de un precipicio para descargar toda la adrenalina que recorría sus venas. Quería besarlo, abrazarlo, hacerle el amor nuevamente. Pero por sobre todo estaba feliz. Feliz de que finalmente logró que Inuyasha correspondiera a él como deseó que lo hiciera desde el primer momento en que se dio cuenta que lo amaba. Esas simples pero hermosas palabras significaban que Koga había sido capaz de vencer los fantasmas que atormentaban a su amado, de curar las heridas de ese maltrecho corazón y de darle las fuerzas para mirar hacia adelante una vez más. Estaba demasiado feliz como para siquiera responder. Solo lo miraba con los ojos destellantes, esbozando poco a poco la sonrisa más sincera de toda su vida. Hasta que finalmente su cuerpo respondió y solo atinó a posicionarse con algo de brusquedad encima de Inuyasha y comenzar a besarlo con ternura y desenfreno.

Inuyasha: Cálmate un poco –dijo dulcemente.

Koga: No puedo –alternando besos entre su mejilla y su cuello-. No imaginas lo feliz que soy en este momento. No imaginas cuanto te amo –siguió bajando por su pecho, besando su vientre y su ombligo, amando cada parte de su ser.

Inuyasha: ¡Ya basta, me haces cosquillas! –rió al sentir la lengua de Koga en su cintura.

Koga hizo caso omiso a las palabras de Inuyasha y siguió besando y acariciando cada parte de su hermoso cuerpo, repitiendo incesantemente las palabras “te amo” y “mío”.

Finalmente Inuyasha logró retenerlo aprisionándolo por el cuello y estampándole un dulce beso en los labios.

Sus ojos hicieron contacto por varios segundos, perdiéndose en el color del otro. Sus miradas estaban cargadas de amor, puro y autentico.

Koga: ¿En verdad? ¿En verdad me amas?

Inuyasha: Mucho –dijo con cierta vergüenza pero completa seguridad en sus palabras.

Koga mordió su labio inferior, sintiendo que no soportaría tanta ternura. Volvió a besarlo, repitiendo incansablemente cuanto lo amaba otra vez, y recibiendo la misma respuesta que alegraba su corazón.

Entre besos, caricias y dulces palabras quedaron finalmente dormidos, luego de aquel primero de muchos encuentros. Luego de aquel primero de muchos “te amo”.

 


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