3er Sueño
Últimamente sentía que comenzaba a resentir sus pocas horas de sueño, tanto que comenzaba a quedarse dormido en cualquier parte, no quería ir con el médico, posiblemente le diría que no era grave, pero llegó un punto en el que se quedaba dormido donde fuere, estando de pie, en la ducha, en el metro, en la calle, en la oficina, en todo lugar.
Iba caminando por la calle, de camino de la oficina a su departamento, nuevamente tuvo esa sensación de pesadez, como si una fuerza externa le obligara a cerrar los ojos y sustrajera su consciencia, sin importar lo mucho que se esforzara, no podía evitar caer en un sueño profundo, era como si sus pies estuviesen atados con una cadena que al final tuviese un peso extra que lo obligase a hundirse en un extraño mar, en un último esfuerzo estiró una mano antes de ver completamente negro.
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El castaño despertó entre las sabanas blancas y se dio cuenta que su joven amante ya no estaba durmiendo a su lado, por lo que incorporó la mitad de su cuerpo para buscarlo con la vista, cuando finalmente dio con aquella figura, notó que estaba por tomar una ducha, estaba desnudo en el baño, con la regadera abierta y él a punto de entrar.
Vio como el joven se ponía bajo el chorro de agua y como las traviesas gotas comenzaban a descender por su níveo cuerpo, como iban formándose aquellos pequeños ríos desde su cabeza, descendiendo por el cuello tomando la ruta de la deliciosa yugular y bajando con delicadeza por la clavícula que tanto disfrutaba besar, para después regarse por uno de los pezones de color rosa pálido que parecían algo erectos ya; bajó más la mirada siguiendo aquel caminillo de agua notando como bajaba por el abdomen hasta perderse en aquel ombligo en el que tanto le gustaba lamer e introducir su lengua para estremecer el delicioso cuerpo. En breve, vio como una de las blancas manos seguía también el mismo camino de las gotas y se guiaba hacia la entrepierna también erecta, la imagen completa era algo sublime, por lo que no pudo resistirse y se dirigió –también desnudo- hacia el cuarto de baño, ingresó sin hacer ruido y se quedó apoyado en una de las paredes observando simplemente al albino darse placer a sí mismo.
Después de algunos minutos no lo resistió más, sujetó la muñeca del albino quien se sorprendió ante el contacto, en breve lo sacó de debajo del chorro de la regadera y lo jaló hacia sí, para después hacerlo apoyar sus manos en la lavabo, mientras se frotaba con el albino y besaba su cuello, sus manos recorrían el sublime abdomen, para después dirigir una mano al falo del de ojos ámbar y la otra a la quijada, sosteniendo así su rostro y obligándolo a alzarlo.
- Abre los ojos- le susurró al oído mientras lo obligaba a verse en el espejo- y ve tu propio rostro- El albino que hasta el momento mantenía sus ojos cerrados para intensificar las sensaciones, vio por primera vez su rostro bajo esas circunstancias, lo cual hizo que pasara a un nivel distinto de excitación, uno que no había sentido antes.
Movió su cadera de manera en que fuese posicionándose adecuadamente para ingresar en el interior de su joven amante, mientras no dejaba de repartir besos en la nuca contraria. Observó como su miembro estaba por ingresar, insertando apenas la punta, entonces alzó la mirada también al espejo, puesto no había despegado su vista del cuerpo ajeno y se vio en él, no supo por qué pero se extrañó un poco de su propio reflejo, puesto la extrañeza no tuvo que ver con su expresión ni lo que hacía en ese momento, sino con su rostro en sí, por alguna extraña razón sintió que no era él mismo…
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Despertó sobresaltado, ¿otro sueño como ese? Esta vez, pensó que lo sintió aun más real que el anterior, lo extraño fue que, ahora que pudo verse en el espejo, notó que en su sueño, era un hombre castaño y de mediana edad.
- ¿Qué está pasándome?- se preguntó a sí mismo, mientras se percataba que se encontraba en una sala de emergencias de algún hospital.
Continuará en otro sueño...