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Detestably unstable por Ornela

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Notas del capitulo:

Al parecer, me demoré un tanto en éste capítulo. La verdad me daba un poco de flojera subirlo y redactarlo para que quedase bien, algo que es de horas, pero espero que, para quien aún siga ésta historia, le guste éste capítulo. Gracias por leer. 

El derretir de la golosina más adictiva en su menú de preferencias, manchaba la antes impune blancura de las sábanas de su cama. Pegándose además a la oscuridad de sus ropas con su pasta marrón, dulce y escurridiza.

El calor había convertido lo que una vez fue una barra sólida en pasta pegajosa, y para cuando él había tomado en cuenta su error, incluso su cabello lavado recientemente antes de dormir tenía de sus olorosos residuos azucarados.

Comer antes de dormir y dormirse en el acto, ya no le convencía de ser una muy buena idea, al menos no padeciendo de cansancio físico y emocional con el que contaba. Y más notorio ahora, que junto con ser una bola externa de chocolate derretido, piel pegajosa y ropa sucia; era también un manojo de sentimientos revueltos, encontrados y gastados.

¿Qué estaba haciendo Mihael Keehl con su vida?

 
Se levantó, llevando la contraria al poco funcionamiento eficaz de su cuerpo y la pereza del mal despertar, en dirección indiscutible a las duchas de varones, en donde dejaría la desnudez de su cuerpo bajo el mando del agua templada para que limpiara y llevara lejos sus problemas; por el drenaje hasta un lugar inhóspito en donde no pudiera hallarlos jamás, nunca más. Así, llevándose todo con caricias, tan suave por las curvas de su aniñado cuerpo.

 
Cuando dolorosamente la piel de sus pies tocaron las frías baldosas de las duchas, se quejó vagamente ante el ardor que esto le ocasionaba. Se sentía como una quemadura menor, apenas de primer grado que no deja marca ni nada fuera de la sensación carcomida.

Entre tanto, se apresuró a girar las perillas del agua caliente, haciendo que la estrecha cabina en donde había ingresado se inundara de calor, de vapor que ocupaba el papel de una extraña neblina sofocante, haciendo con esto que las probabilidades de que alguien pudiere ver dentro del cuarto bajaran en picada, en especial porque ni siquiera había encendido las luces; dejando sólo que la luz natural de la luna iluminara al filtrarse por las altas ventanillas, esas mismas que ahora se empañaban desde dentro.
 
Seguramente había sido que entre su despiste y lo aturdido que se hallaba; entre la espuma del shampoo y el jabón, que no había tomado en cuenta alguna la idea de la existencia de presencias de segundos allí mismo. Parecía no haberla. 

Sin embargo, cuando el chispeante sonido de otra de las regaderas se hizo presente; cuando el mudo sonido que genera un cuerpo apaciguar las gotas del agua creó bullicia entre su ruido, fue cuando supo que no estaba solo, ni siquiera en el momento de haber ingresado a las duchas. 
 
-"Deja vú-Pensó, recordando escenas ya muy similares a éstas.

Al parecer, las duchas de varones ya parecía ser el icono de la mala suerte y comienzo de catástrofes indeseables.
 
De cualquier modo, se frotó por igual la nunca, creando espuma en abundancia que caía y se deslizaba desde las puntas de su cabello hasta sus hombros, pasando por la estrechez de éstos y bajando por su espalda. Siempre cayendo y acariciando la piel al descubierto; calmando la tensión de sus músculos.

Ignoraba por su tranquilidad al intruso que quién sabe qué niño de toda la Wammy era, pero lo presentía.

Dejando que el agua chorreara por su rostro que a propósito situaba directamente bajo la cascada, apretó los labios y contrajo las mejillas, porque ésta espuma -contraria a la que caía por su espalda- caía por delante y acariciaba más amigablemente su rostro y la finura de algunas facciones. 
 
 
-¿Qué haces aquí, Near?
 
Quizás estaba arriesgando demasiado al suponer tan altaneramente que esa persona se trataba de Near, pero era como tener una molesta voz gritándole que él era, que no podía ser otro más que él.

Pensándolo de forma racional, podía ser que estuviera llamando "Near" a alguien que no lo era, y estaría frito. Obviamente lo tomarían de lunático, viendo y sintiendo a Near en cada niño de la Wammy's, en cada sitio por cualquier cosa, pero esa conexión entre ambos les hacía reconocerse a kilómetros, y mucho más.

Quién sabe, era algo realmente alarmante y en caso de escoger entre tener ese "don" y no tenerlo, escogería exterminarlo. Daba miedo, porque era similar a una alarma, en cada rincón, en cada lugar; y el hecho de que Near siempre estuviera ahí, cerca, aumentaba lo inquietante de asunto.

Pero bueno, podía suponer que Near también padecía de tal enfermedad no reconocida, o quizás... sólo se trataba de su imaginación. 

 
-¿Near?...
 
Nada. Nadie había correspondido al llamado, Near no le había correspondido al llamado, y si no era él entonces no era nadie.

Sólo ese silencio que viajaba pisando sus palabras le hacían compañía. Nada más.

Entonces sólo halló en su cuerpo la sensación de querer comprobar la veracidad, de decirle "Idiota, responde cuando te hablen" y por ello es que con tanta rapidez se retiraba el shampoo del cabello y salía de la ducha con algo de cuidado de no resbalar, correría si hubiera podido.

Pero cuando se vio en medio del cuarto de baños, se preguntó en qué cabina estaría el albino, abriendo algunas al azar, y luego de unos momentos sin dar con nada, decidió echar vistazo a cada una, una por una.
 
...
 
Estaba solo.
 
-Me estoy volviendo loco... -Se susurró para sí mismo, y a quién más si estaba más solo que antes, más solo que nunca.

Podía sentir cómo algo se quebraba en su cabeza.

No sabía qué se había roto en lo hondo de su mente; qué había arruinado por involucrarse demasiado en las raras emociones que vagaban al rededor de Near, pero en ese momento quizás ya ni lo tenía y no había roto nada nuevo en realidad; o quizás estaba ya hace mucho tiempo en pedazos.

Y sentía... añoranza, quizás. No lo supo.

Como si algo que llevara toda la de vida hasta entonces, se esfumara repentinamente.  Sientes la pérdida y en el exterior lo extrañas pero en el interior sabes que no volverá. En ese punto, se dio cuenta que sentirse mal no servía.

De todos modos, lo que sintió fue algo como eso., si debía ponerlo en palabras.

¿Estaba enfermo? ¿Estaba insano?

La verdad, y apoyándose en lo que sucedía ahora, podía ser posible que sí se estaba volviendo algo loco, sólo algo.

Quizás lo que había oído lo corroboraba, PORQUE LO HABÍA OÍDO. Si por ejemplo, en cambio lo hubiera visto; si hubiera visto a Near, sería una muy mala señal, en caso de que nunca hubiera estado ahí. Lo llevarían a un "loquero" y lo encerrarían en sus cabinas para enfermos, y entonces, allí encerrado entre sus paredes claustrofóbicas... durante las noches, las tardes y las mañanas, sentiría a Near plasmado en esas blancas paredes. Y se cerrarían al rededor de su cuerpo, sentiría que la habitación se haría cada vez más pequeña, apretando su cuerpo que quedaba en medio y luego se hacía nada, fundiéndose con el blanco de esas paredes.

¿Se volvería también él en esa nada-blanca? ¿o se convertiría en alguien como Near? Implacable como esas murallas, tan frío como éstas.

Si algo así llegara a suceder, él definitivamente--
 
-¿Mello? ¿Eres tú?
 
Y pronto, se vio devuelta al mundo real. Cayendo en picada a éste mientras hace poco estaba tan sumergido. Más bien cómo si lo estuvieran sumergiendo, sin saber que estaba apunto de perder la cabeza en aquel lugar si no fuera por quien le llamaba, lentamente atrapado en su mente. 

Mihael Kheel, en aquella oportunidad, vivió lo que conocemos como suerte.
 
-Hombre, prende la luz. Por poco mando medio grito al pensar que eras un fantasma. Ya ves, hubiera despertado a medio mundo. ¿Qué haces aquí?
 
La luz hizo presencia en ese momento.

Matt la había prendido antes de sufrir en su miedo interno. Últimamente los videojuegos que jugaba eran algo así, y tener que cruzar las bañeras sólo en la oscuridad sólo le hacía recordar a las escenas de ese juego. Y qué gran miedo se había llevado al ver a alguien ahí, en medio de la nada con los ojos tan abiertos como platos.

Y aunque Matt, aún calmándose con risas nerviosas, sentía cómo el Mello que conocía estaba ahí, mirándolo seriamente, no pudo evitar pensar que toda la situación era inusual.

Por otra parte, Mello al volver en sí, estuvo agradecido de que Matt le hubiera salvado de esta.
 
-Es raro que te despiertes tan tarde, Matt. -Se ajustó un poco la toalla que tenía a la cadera, una que había alcanzado a tomar antes de salir de la ducha.

La verdad es que no necesitaba más firmeza en el agarre en su cadera, con Matt le daba lo mismo, pero quería sentirse hacer alguna acción en ese momento. -¿Sueños húmedos? -Preguntó, intentando hacer la típica sonrisa de sorna.
 
-Qué dices. No me creas depravado, o al menos no lo creas en voz alta, que alguien podría escucharte. -Rió un poco, dejando en un canasto la playera que comenzaba a retirarse sin cuidado. -No creerás que me desperté en medio de la noche sin saber porqué, y yo que soy un tronco humano al dormir.
 
-Tienes una pinta horrible. El que debió asustarse debería de haber sido yo. -Pudo oír la risa de Matt, pero nada de negaciones con lo que decía. Ahora, no se sentía el único estúpido despierto tan tarde entrada la noche.
 
-No he dormido bien. Ese juego está en su salsa. Ya vieras tú cómo se me pone la piel cuando me meto en él.
 
Mello planeó decirle algo, un comentario sarcástico que se había formulado en su mente ante lo que decía su amigo, pero al momento en que se percató bien qué sucedía, Matt caminaba frente a sus narices completamente desnudo a una cabina. Había posteriormente dicho algo como "Mello no mires ahora", pero había sido tan rápido que éste no lo había asimilado para nada.
 
-¡Agh, MATT! ¡No andes por ahí así!- Tras regañarle, oyó ahora sí de forma real, el sonido del agua correr, y al pelirrojo canturrear algo debajo de la regadera de forma casi inaudible.

Una cosa era ser visto por Matt y otra muy distinta era verlo.

Al cabo de un momento, lo volvió a oír.
 
-Oye Mells, ¿Qué hacías aquí? -Se sabía, estaba haciendo una clara referencia muy sutil a la soledad que antes había visto en Mello, ese Mello fuera del mundo real entre la oscuridad de la noche. Tan perturbador como en cualquier saga de Silent Hill.
 
-Tenía calor. -Dio la respuesta más lógica que encontró, tornándose ilógica a los segundos de haberla escupido: Estaban en invierno.

Matt reaccionó rápido al error, entendiendo que Mello no quería hablar sobre aquello. Conocía bien a su amigo, quizás era algo que simplemente no quería decirle. No debía presionarlo tampoco, eso era empeorar todo; muerte precoz.

 
-¿Qué te parece si tú y yo vamos a jugar con la consola? Ah que suena tentador. -Sólo lo decía por no romper el ambiente. Esperaba una negación como era de costumbre, en especal que ahora era de noche y Mello tampoco se veía bien como para jugar. Además, él también tenía algo de cansancio; el rubio no era el único. Pero, al oír un firme "" luego de un largo silencio, se volteó rápidamente, recordando luego que tenía sólo la puerta de la cabina detrás de él.
 
-¿Lo dices en serio? -Preguntó ahora oralmente para comprobar.
 
-¿Acaso no me oíste?
 
Ya estaba dado. Hoy sería noche de videojuegos, y ahora que lo pensaba mejor, esto no estaban tan mal.

Hace tiempazo que no jugaba con Mello a los videojuegos. No era que a él no le gustaran, sólo que al parecer tenía otras cosas que hacer últimamente. Le había visto más frustrado de lo normal, y si se daba la oportunidad quizás luego le preguntaría, pero ahora se centraba en bañarse bien. Impecable para ir con su consola, y para no recibir más comentarios sobre su apariencia. Si eso se lo decía un amigo, qué le diría una chica entonces. 
 
-"Mal Matt, vas mal si sigues así" -Se dijo mentalmente, cerrando la llave del agua con calma.
 
-Hey Mello, tírame una toalla que me he olvidado tr...-Y antes de terminar su frase ya tenía sobre el rostro la toalla lanzada por Mello desde fuera. Sólo se la refregó por el cabello aprovechando que le había caído en la cabeza, para luego imitar al rubio con eso de amarrarse la toalla a la cadera. Mello lo mataría si saliera simplemente, y tampoco planeaba hacerlo. 
 
Cuando salió de su cabina, Mello ya se había puesto ropa y el cabello ni le goteaba.

Sin mucho, le sonrió abiertamente, gesto que Mello apenas respondió con una sonrisa torcida, y procedió a tomar sus ropas para vestirse también.

Ahora Mello había actuado realmente rápido dándole la espalda para no verlo vestirse.

Lo esperó tranquilo mientras que Matt se vestía como debía. Y al acabar, no se dijeron nada más hasta salir por la puerta y apagar las luces.

Se estaban dirigiendo a la habitación de Matt por un largo pasillo vertical, con las puertas por el costado izquierdo, y por el derecho, estaban las filas de ventanas que les indicaban, por la luz que entraba entre cortina y cortina, dónde pisar en medio de la noche; esas que usaban para cubrir cuando llegaba el anochecer y corrían al amanecer. 
 
-...Mello, dime qué es eso. -Oyó a Matt, quien apuntaba más adelante por ese mismo pasillo. Cuando miró, lo primero que vio fue en el suelo una gran franja de luz que caía, resultado de haber corrido una cortina. Entonces siguió con sus ojos el inicio de esa franja, la ventana... no, no podía decir que había visto la ventana porque un cuerpo estaba delante de ella, agarrando entre sus manos la cortina, tirándola sin fuerza a un costado. Y sólo miraba hacia afuera por el vidrio.

Por un lado, ellos habían dejado de caminar, frenando sus paso por la presencia casi fantasmal; esa manifestación extraña que a primera instancia hacía creer que era algo sobrenatural, sin parecer humano.

Pero cuando volteó la cabeza a ellos, ninguno de ambos esperaba que se moviera. Sólo por moverse ambos quisieron en sus adentros pegar un grito, auqnue este fuera pequeño; más como una exclamacón.  Sólo se habían contenido porque, al dar con su rostro, se veía más... normal, por así decirlo. 

Así sí parecía más cercano a algo humano.
 
-Near... -Afirmó Mello en voz baja por segunda vez en la noche, llamando la atención de Matt, quien por instantes le miró interrogante; sin comprender. Luego, volviendo a mirar a aquella persona, intentó creer lo que Mello decía a pesar de él no poder reconocer a nadie en específico.

Mas, cuando estaba a punto de decir "Eso no puede ser Near", Mello ya se encontraba dando pasos hacia él. 
 
-¿Qué haces aquí? -Interrogó Mello a voz firme, caminando muy lentamente. Antes de llegar a él quería oír su voz. Verificar que éste sí era real. 
 
-Psss... -Intentó llamarlo Matt, viendo que su bajo tono no hacía ningún efecto.
 
-¡PSSSSSSSS, Mello! Tomará tu alma ¡Vuelve aquí ahora mismo! -Estuvo apunto de correr a por Mello y traerlo de vuelta, porque Mello estaba algo así como engatusado por ese... ente extraño. Como un marinero ante una sirena, pero esta cosa no estaba en agua y nadie era un marinero, pero...pero...
 
-Idiota, que es Near. -Escuchó a Mello con su natural tono rudo, quien tomaba al del antebrazo al niño, enseñándoselo; haciendo que el nombrado volteara por completo. Y, cuando vio con calma ese par de ojos negros, todo se aclaró. Era el mismo Near que veía en la sala común todos los días.
 
-Buenas noches, Mello; Matt.
 
Ante aquello, Matt soltó un gran suspiro. 
 
-¿Qué haces aquí? -Habló ahora Mello, quien -por como podía ver Matt- lo miraba profundamente, sin soltarle ni un poco el brazo.

Near sólo se enruló un mechón plateado, y susurraba algo muy bajo, algo que había hecho que Mello mirara por la ventana. Y ahí se quedó plasmado.

Quizás por la curiosidad misma, y en todo su resplandor, había hecho que Matt también se acercara a ellos, a la ventana; mirando a través de ella. Y por poco no suelta un gran grito. No de miedo como las otras veces que quiso gritar, si no de asombro.

Era una sutíl lluvia de estrellas. 
 
-Wow... -Comentó Matt, dando un largo silbido al aire; acomodándose a un lado de Mello. Ahora, eran los tres prácticamente pegado a la ventana, en fila de menor a mayor: Near, Mello y Matt. Y casualmente, también en línea de sucesión. 
 
Nadie comentó nada.

Por sus pares de ojos que sólo se reflejaban cómo pasaba cada estrella. Pasando tantas a cada momento, una tras otra y aveces simultáneamente que no podían  llevar una cuenta correcta.

Una tras de otra, nacían en el cielo para desaparecer en la nada. Brillando, haciendo que el cielo brillara más que nada.

Mientras tantos, inconcientemente se amontonaron un poco los tres, acomodándose de la mejor manera para que todos vieran por igual. Y aún así, Mello no soltaba a Near.

Ambos lo sabían, lo sentían.

Near no olvidó ese apretón; el estrujón que ejercía contra la parte superior de su antebrazo, no tan opresor como para retenerle pero sí tan cómodo como para evitar alejarlo con palabras frías, y es que era ese detalle: Esas manos cálidas, lo que agradaba de algún modo. También, olía un poco a jabón y a limpio. Casi como tener una fuente aromática justo al lado de sus fosas nasales.

Eso, en una escala de cuán grato era o no era, le sumaban puntos por estar aseado. Aseado y cálido.

El brazo tomó temperatura por conducción; Mello también sentía el cómodo calor, atreviéndose luego a colar esa mano brindadora de energía calórica a otras zonas heladas, pues incluso el pijama con esa tela ligera estaba empalado. Y ninguno de los dos repulsó el contacto, ajenos a Matt quien les lanzaba miradas curiosas por ese nerviosismo que sentía en el aire pero que no comprendía de dónde venía.

Aún así todos hacían como si no hicieran lo que efectuaban, excusándose con esa estupenda lluvia de estrellas fugases que se les reflejaba en los ojos, todas plateadas y rápidas. Hipnotizándolos.

Y ahí se quedaron, hasta ver las últimas estrellas correr por el firmamento.

Cuando eso ocurrió, se removieron cuando sintieron a Matt querer removerse, removiéndose ellos también.

 
-Creo que ésta vez paso. -Hizo Mello referencia a la antigua propuesta de los videojuegos, mirando de soslayo a Near quién miraba aún por la ventana. 
 
-Ah, no te preocupes. Será para otra. Entonces, buenas noches.
 
-Buenas noches Matt. -Se oyó a Near, quien al parecer ahora se estaba disponiendo a marcharse también. 
 
-Noches.
 
Cuando Matt se marchó, y ya no lo volvieron a ver por los pasillos, cayeron en cuenta de lo que había sucedido anteriormente, por más casto había sido.

Eso no había sido forzado, ni nada de eso. Más no dijeron nada, y al momento de la despedida, se miraron por un corto lapso, enterrándose como filudas lanzas la mirada en el otro.

Por un momento Mello quiso decir algo, y Near parecía esperarlo, pero nunca llegó nada. De su boca sólo saldrían las buenas noches, como mucha cosa.
 
-Ayer... -Comenzó Near, dando paso con su gélida voz.
 
-...Encontré un cabello de Mello en mi alcoba. -Se llevó una mano al cabello, tocándose las puntas de un mechón sin enrollar, sólo sobándolo, evitando mirar al rubio quien parecía querer decir algo nuevamente pero sin soltarlo; pensando. 
 
El silencio se prolongó por los pasillos, entre ellos, en Wammy's, entre los que dormían y en cada rincón.

En su interior sabía que Near se lo decía sólo para hostigarlo, con algo tan bajo como sacarle algo obvio. Porque era irrefutable que Near sabía muy bien porqué lo había hecho: Lo había estado buscando. Pero en un rincón de su alma se cohibía tortuosamente con sólo saber que Near afirmaba su visita.

No era la intensión que él supiera, era un secreto; bueno, ya no tan secreto. En ese instante, entre maldiciones a su llamativo cabello, halló algo lo suficientemente relevante como para hacerlo tomar unos segundos para pensar bien qué cosas poner sobre la mesa, y llamaba su atención. Si lo pensaba, casi nunca se le caía el cabello. Lo tenía lo suficientemente fortificado como para algo así, y eso significaba algunas cosas. O había tenido la peor suerte en aquella ocasión, con las vueltas que dio en la cama vacía, o Near le estaba mintiendo para sonsacarle algo.   
 
-Al parecer tienes buen ojo.- Con tono de serena burla, era lo menos que podía decirle. 
 
Sólo entonces el maldito juego de Near invadió su cabeza como de golpe, y no evitó el renacer de un enojo que creía muerto.

Ahora le nacía de lo más hondo de su ser darle la paliza de su vida. Y aunque las prueba ya las había dado, y ese libro prácticamente robado le había ayudado con largas horas de estudio, tomó sin pensarlo dos veces las solapas de la camisa del albino, atrayéndolo a su cuerpo en un acto por intimidarlo, atrayendo ese rostro al suyo para mostrarle la furia de sus facciones, el fuego azul de sus ojos. Si fuese can, le mostraría los dientes como amenaza, pero por desgracia no lo era.

Todo en él era de pronto cólera, una bola de cólera. Una en que la sangre se le volvía espesa y burbujeante.
 
-Near... -Su voz más maliciosa sonó clara.

Susurró con el tono más macabro que halló en su colección, frente a frente a ese mocoso que... no decía nada. No temblaba.

Pero calló en seco y se vio incapaz de volver a modular palabras con la misma cohesión y malicia que escupía. Mirarlo tan directamente le quemaba la piel de la cara, de los pómulos. Eran esos ojos vacíos, ese aroma que desprendían sus rizos descuidados, la sensación de la cercanía; y de sus ropas. Ese aroma que le hacía sentirse vívidamente un ser humano, y que lo humanizaba cuando menos lo necesitaba, como ahora.

Si quería asustarlo, no podía cargar con esos recuerdos que le atacaban como flash a la memoria; ese recuerdo tan reciente de su inocente aventura en su cuarto, sobre esa cama vacía que le hacían sentir fantasiosamente una cercanía que ahora vivía en carne. No sabía bien si quería su lejanía o una cercanía aún más personal, y es que todo relacionado con "Near", y "Personal" ya le sonaba mal sin saber verdaderamente cómo sería, y tampoco quería saberlo, si no era sincero.

Lo admitía. Había cambiado éstos días. Había cambiado por culpa del estúpido de Near. 
 
-...Tú... hueles a chocolate. -Sus palabras fueron acompañadas con un remarcado tono de sorpresa y algo de desprecio, alzando una ceja rubia en lo alto en compañía a su monólogo.

Cuando sintió el sutil aliento del niño al respirar por la boca, no dudó en ubicar esa fragancia poderosa; encantadora. Era como un sabueso con todo lo que concierte a chocolate, después de todo. Y con esa cercanía, era algo inevitable notarlo. Pero por otro lado, no oyó mascullar nada del albino en su defensa, nada que dijera lo contrario.

Seguramente nadie adivinaría lo especial de aquello, porque todos dirían "Es natural", "Todos comen chocolate", "Near también come chocolate como cualquier otro niño en Wammy's House", "Es humano".

Pero sólo él se sabía una versión diferente. Todo era muy diferente. 
 
-Lo es. -El aroma a chocolate llegó en su rostro junto a una respuesta. Eran palabras tan solas, tan solitarias composición.
 
Le otorgó una afirmación, y por ende, una afirmación muy corroborante a su consumo de chocolate.

Mello sabía que lo estaba haciendo sonar como algo normal a propósito, algo que sería normal en todos menos en él, y con ese descaro y falta de algo ordinario osaba cubrir su comportamiento con "normalidad". Qué payaso, con sus malos intentos de broma.

Pero dentro de todo, el hecho de preguntarse a sí mismo el por qué, le hacía a sí mismo entender que estaba siendo cómplice de algo nuevo en Near, porque sus actos no se le iban a pasar de largo. 
 
 
-...Estás tratando de volverme loco.
 
Las sombras de la noche cayeron en su rostro, bañando una mitad de su cara barnizada, oscureciendo uno de sus ojos azulados, una mitad de sus labios y parte de su nariz. Era como ver dos lados de un Mello en un sólo plano. Near podía ver ambas partes, sano e insano; Mello y su contraparte, aquél antagónico que maquinaba negativamente sus sentimientos e impulsos. 
 
Las uñas se hundieron aún más en las solapas, se olía una advertencia tintineante de que una bomba explotaría, Y Near, estando tan cerca del previo estallido, sería el peor impactado por ella.

Si el rubio fuera una bomba en literal, también él mismo saldría con el rostro quemado.

Ahora era sólo la respiración del rubio que se mezclaba con la suya, creando por poco un remolino entre el espacio de sus rostros; algo tan catastrófico. 

 
-Quizás. -Breve, el albino osó responder.  


Sus ojos impactaron, se encontraron entre sí; se miraron.

Quién sabría cómo reaccionar en una situación así; Mello no lo sabía, y trataba con buscar respuestas en esos ojos impasibles y tacaños que no le entregaban nada.

Así fue cómo enloqueció en esa cerrada actitud.

Enterró en las hebras claras sus dígitos, esta vez siendo sus dedos los que se enredaban en sus mechones; y tiraba fuerte de ellos. Le hacía daño, y Near se negaba a soltar quejido alguno.

Sus manos desaparecían en el mar de cabellos, sosteniéndolo con firmeza como si temiera que al no demostrarle violencia, algo peor podría ocurrir.

Qué perdido se sentía en su agonía a la cordura. Parecía incluso ya no manejarse a voluntad, ahora más que nunca, enterrando el rostro entre el hueco de su hombro izquierdo y su cuello, apoyando una mejilla en esa piel tersa.

Pudo sentir unos latidos; su pulsación delatora de humanidad y se intensificaban imperceptiblemente, y con eso también se intensificaba la embriagues como el alcohol, aún así mucho más poderoso en efecto.

Suspiró tan profundo como pudo, chocando aliento con carne, soplo caliente que derretía todo a su paso; y se afirmó un poco más en la sensibilidad de sus cabellos, rozando su nariz con esa su piel. Rozando lentamente sus labios secos a ese cuello que en cualquier momento se le ocurría rasgar con un cuchillo, en un acto tan lento que parecía dolerle a ambos.

 
-Dame una buena razón para no matarte, Near...
 
Podía sentir el ambiente árido, esa sensación de estar hablando con una pared en medio de la nada, como si sus palabras no llegaran a oídos de nadie y se perdieran sin recibir respuesta: Arrojado en un desierto seco, sofocante y ardiente.

Lo volvía loco con su calor que secaba cada parte de su cuerpo, cada letra de sus oraciones, cada mirada desintegrada. Ni siquiera existían razones que respondían a su amenaza. Nada que interrumpiera, ningún pero, ningún argumento. Ni un suspiro o un quejido. Nada.
 
-...Voy a besarte. -Amenazó, sin dejes de ser una broma.
 
Ascendió a su rostro, refregando su mejilla por el camino hasta apoyarse mejilla a mejilla; Mello contra Near. Y ya empezaba a acercarse a esos labios incoloros. Si ésto en algún momento había sido pensado como una venganza, ya no tenía forma.

Poco a poco ambos comenzaron cerrando los ojos en el camino, ambos esperándose llegar. Intentando frenar inútilmente algo inevitable en su totalidad.

 
-No...No es una buena idea. 
 
Podía sentir cómo Near modulaba casi debajo de sus labios aún sin tocarse por completo. Podía rescatar que estaba como una estatua de mármol, rígida, inflexible, sostenida al piso aunque curiosamente se mantuviera perfectamente a ojos cerrados en una espera. Y seguía de piedra más cuando sus labios entraron en contacto uno con el otro, un primer contacto compartido. Y sintieron el remover de sus labios cuando las palabras reclamaron modular.
 
-Abre la boca.

Una orden. Tan sólo tres palabras, una oración y un sólo sentido.
 
Nuevamente, nada de respuestas, ni oportunidades para corroborar a su orden. Pero, para cuando delineó esas curvas simpáticas de sus labios con su aniñada lengua, ya no hacía falta.

Humedecía a su vez su labio inferior que podía asimilarlo a lamer chocolate blanco; y luego era el superior. Intentando introducir la lengua en ese espacio intermedio entre ambos que no daba tregua alguna.

Pero las sorpresas siempre llegan de imprevisto, y así, de imprevisto total es cómo le atrapó la incertidumbre del momento exacto en que se abrió esa boca dulce, logrando así un reconocido asombro en su emisor.

Lo más extravagante era que mostraba rostro de absolutamente nada. Ni un rubor, ni una sola muestra de sentimiento en sus acciones, aunque le estuviera cediendo la boca.

Lo estaba utilizando para experimentar, porque Near sabía qué provocaban esas acciones en él. Jugaba con su mente, y lo hacía de una forma tan sucia para una blancura tan pura de fachada. 
 
Aferró más sus dedos a sus hebras, tirando de él hacia sí, en parte, para evitar un repudio y futura repulsión, y por otra parte, para intensificar el beso que estaba a punto de dar, de aquellos que disfrutan los adultos entre su  adulterio, y ahora, se lo haría disfrutar a Near.

Esta sería la primera vez para ambos, agregando.  

Con lentitud de torturas, hacía entrar su lengua por su cavidad; entrando más profundo a cada segundo que no perdían, cada vez más a fondo en esa boca extrañamente cálida. Quizás en alguna parte de su mente lo creía un ser de hielo, carente de calor, por más irracional e imposible aquella idea.

Aquel sitio en donde Near era un ser idealizado, estaba muerto en vida, pero este Near que sentía, era lo contrario a un cuerpo vacío e inerte.  

Cuando sintió como buen amateur la lengua de otra tocar la suya, no evitó alejarla en cuanto entraron en contacto, volviendo avergonzado a enredarla con la ajena; rozándose, una sobre otra y luego viceversa, tan húmedas y calientes que se hacía sofocante; ahogante. Ese roce tan sencillamente delicioso.

Entre el cielo y la tierra, cuando separaron a escasos centímetros sus bocas, inhalaron lo máximo de aire que podían recibir en una calada, para volver a atraparse con suavidad, con frenesí pero con cuidado de no llegar a algo más allá.

Sin saberlo, ambos se habían puesto una tranca la cual acordaron no pasar. Y dudaron un instante de la veracidad del acuerdo, bastando sólo un segundo, sólo un acto como lo era la insinuación secreta a algo más. Aquella que se expresaba como algo íntimo, esa comodidad que adoptaron los brazos de Mello al rededor de cuello de Near, detrás de su nuca; abrazándolo con la euforia de un amante receloso. Inclinando a conciencia aún más al albino a su boca, aumentando la rapidez de sus actos, comenzando estocadas con la lengua, recibiendo un cosquilleo al sentir la garganta de Near resonar en sonidillos ahogados en saliva. 
 
 
-CLICK.
 
No pensaron dos veces su reacción y separaron sus bocas bruscamente ante el menor sonido que despertó a ambos jóvenes del candente sueño, alejándose o siendo alejado por el otro.

Sin titubear, entre la adrenalina de ser descubiertos, Mello tomó entre su mano abierta el cuello de Near, empujándolo violentamente contra la pared; apretándolo con sus dedos y evitando el paso seguro de aire.

Los ojos de Near le miraban abiertos, atentos. Se le notaba un ligero rubor, pero la respiración agitada era quien desmentía su monótona capa que osaba utilizar ahora, unos segundos luego de haber compartido espacio personal.

Por otro lado, podía ver una interrogante casi sólida en ese brillo opaco que lucían las cuencas negras.

Mello sólo respondió negando con la cabeza, sin vociferar una palabra, y de hecho, intentando recuperar el aliento también. 
 
-¿Qu...Quién anda ahí?
 
Ninguno tardó en reconocer a aquel que abría lentamente la puerta, colando luz al pasillo; alumbrándolos tenuemente. Oyeron una exclamación ahogada; un intento de habla fallido, hasta que finalmente, les llegó algo concreto a los oídos, algo coherente al menos. 
 
-...Mello, ¿Qué estás haciendo con Near...?
 
Aquel tono de voz espantado, puramente femenino, aguardó por la obviedad de una respuesta que no obtendría por la misma razón, haciéndole sentir escalofríos en la espina dorsal ante lo que creía una verdad, pues su mente sólo reproducía una escena bruta de bullying. Dudó un momento con el corazón en mano, mientras los apreciaba muda severamente. 
 
-¡Yo-! ¡Le diré a Roger...!
 
Intentó salir corriendo torpemente por los pasillos, aún así, antes de cualquier acción, tuvo la oportunidad justa de ver cómo se aflojaba el agarre de Mello, y que hacía decender su mano antes de caer junto con la pesadez de su brazo a un costado, y colgaba. Sólo colgaba inerte.

Ella podía jurar que Near estaba asustado tanto como ella; era esa respiración rápida y esas mejillas escasamente encendidas las que le hicieron pensar en una suposición de lo que había sucedido: Mello intentaba ahogar a Near. Y por un momento breve, se sintió la heroína de una historia con un final terrible que acababa de evitar.

Calmó sus nervios al ver cómo Mello se marchaba, alejándose del albino sin siquiera mirarlo; pero a ella sí la miraba, la miraba con un odio que nunca había recibido jamás de alguien. Uno tan cargado que podía sentir esa energía airada y oscura, demasiado poderosa a su gusto.

En el peor de los casos se esperaba un golpe de su parte, por más chica que fuera. Le temía a esa mirada asesina, pero no recibió nada. Sólo el sonido de los pasos del rubio pisoteando el suelo con fuerza en cada paso que daba.

Mientras se alejaba, su estado alerta se despejaba de su mente también. Un poco antes de que se fuera por completo, había escuchado murmullos de su parte, cosas como que no era necesario llamar a Roger, un: "Niña exagerada", y una amenaza detrás de todo aquello, muy bien camuflada. 
 
-Near, ¿Estás bien?
 
Acató a acercársele un poco, aún no atreviéndose a acercarse más de unos pocos pasos a él, pero incluso a una distancia así, pudo ver el gran vacío que desprendía; era un vacío diferente; inquietante.
 
-.
 
Evitó preguntarle más acerca del tema, no quería molestarlo por nada del mundo, y seguramente una insistencia así, como la suya, lo haría.

Así, sólo tragó con esfuerzo su curiosidad desabrida. Más cuando Near, en su silencioso camino de regreso a su habitación, pasó la manga de la camisa por sus labios con una seriedad inmune. Quizás, pensó Linda, Mello le había dado un puñetazo. 
 
Y ahora que lo pensaba mejor, ¿no olía un poco a chocolate?

Notas finales:

¡He aquí el término de este capítulo! Al fin he arreglado las mañas que tenía este capítulo y le he dado algo de forma, así que espero que lo hayan disfrutado de una mejor manera 

Nos leemos al próximo capítulo.


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