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Detestably unstable por Ornela

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí me tienen de nuevo, esta vez, asegurándome de que este capítulo no sea ni tan rígido, ni tan corto. Disfruten.~

Su cuerpo se remeció con fuerza, involuntariamente haciéndole saltar en su posición acomodada.

Como si le hubiesen dado "electroshock" en un intento por volverlo a la vida, terminó por despertarse a media noche, y un poco más. 


Abrió los ojos de par en par, y cuando se dio cuenta, ya estaba sentado.

"Mioclonía", se convenció en voz baja. Claro, se trataba de eso.

Suspiró. Lo había estudiado hace un par de años

Era la misma sensación de caerse al vacío, y esto (científicamente hablando) sabía que se debía a una baja de las pulsaciones, algo que el cerebro interpreta como la muerte del cuerpo, así, sabía que el mismo cerebro envía un impulso reanimador.

Aún así, ahí estaba él, sudando entre las sábanas removidas de su cama, en medio de la noche sofocante y peor aún, habiendo soñado seguramente una pesadilla.


Lo podía recordar porque estos eran los primeros segundos que llevaba despierto -o parte de ello- en la vida real; quizás luego se le borrarían como por arte de magia los recuerdos luego de volver a dormir, pero por estos instantes tan pequeños, podía recordarlo con claridad.

Sí, había soñado con ese extraño escenario al que aún no daba una respuesta lógica, con sus múltiples ventanas; ese lugar inhóspito en donde nadie más que él y Near podían encontrarse, y fiel a ello, en sueños se encontraban de igual modo uno frente al otro, demasiado cerca para su gusto, y entre ambos, a punto de rozarse las narices, el diálogo en susurros que más malos recuerdos le daba de toda la experiencia. Era el mismo lugar que veía, con todos sus colores como el arcoíris. 
 
-Qué demonios...- Susurró, recordando la sensibilidad del momento; la pasión. Y lo que más le extrañaba, incluso espantaba, sería el tema principal de su sueño.

Había que suponer que se trataba de un sueño en donde sentimientos fantasiosos y encontrados afloraban. Lo admitía, últimamente había soñado quizás un par de veces con el cabezón de Near, algo por demás inquietante para poder lograr las siete horas de sueño mínimas. Y últimamente sólo lograba conciliar cinco, o incluso cuatro horas.

 
Acordó justamente esa noche que evitaría escuchar las conversaciones de Linda y sus compañeras por los pasillos sobre el estúpido romanticismo. A nadie le importaba quién carajos les gustaba a esas niñas feas. Pero, hipotéticamente hablando sobre la posibilidad de que un sueño de la índole, como el que acababa de tener, fuera posible...
 
No...

Sonaba fantasioso y repugnante a la vez, incluso pensarlo solamente le daba nauseas innegables, a pesar de comprender que tener sueños de tal tipo era completamente normal. Por la complicada edad que estaba viviendo; por las hormonas que tan de la mano iban con la adolescencia.


Apretó entre sus dedos el tabique de su nariz, ahora sentado sobre la cama revuelta que no planeaba hacer. Continuó con un masaje de sien, a lo que poco a poco comenzó a sentir cómo los sentimientos de estupidez propia comenzaban a subirle con rapidez a la cabeza.

Y es que el era un hombre, y de algún modo también Near, esto, además del bochorno, le doblegaba el orgullo masculino, e incluso, el orgullo no se le hubiera torcido tanto si no hubiera sido con Near precisamente.

Si había escuchado a Linda, entonces lo más racional sería que al compás de la voz chillona de la chica, la trama de su charla y su imagen, su mente debiera optar por tenerla a ELLA como el centro de incomodidad de su sueño; como modelo.

Aunque de todos modos, si hacía memoria, había leído una investigación de profesor Michael Hunter sobre la voz femenina y que ésta provocaba agotamiento en el cerebro masculino, porque, según lo que había leído, el tono de la voz femenina poseía sonidos más complejos que la masculina, por eso era que tomaba toda el área auditiva del cerebro masculino; y podía concordar con eso sin queja alguna. Ahora que lo consideraba, tampoco quería tener a Linda en los sueños. 
 
-"No te odio. Me gustas.
 
Se pasó las manos, ambas, por la frente sin reparar bien en lo que hacía o no, removiendo los recuerdos y el rastro de sudor que permanecía en su piel en forma de gotas pequeñas e incoloras, evidencia de lo mal que se había pasado esa noche.

Por un momento entre el acto, frenó mecánicamente sus acciones, algo asqueado por haber optado por limpiarse con las manos, pues ahora la suciedad y humedad la había esparcido por más sitios en su cuerpo, algo que estaba alejado de su idea.

Optó de inmediato por ir a los baños, de todos modos, ya avanzada la noche nadie se daría cuenta de que por unos instantes no estaría en su habitación.


No quiso tardarse más, no se consideraría un fanático del poco aseo personal y no estaría dispuesto a permanecer sudado cuando podía contar con agua caliente que se hiciera cargo de todo, por eso es que, sin más, salió sin reparos de su habitación, cerrándola con cuidado de no hacer ruido alguno.

Estar descalzo en estas situaciones le servía, pues no creaba el molesto "cliqueo" que hacen los zapatos al caminar, produciendo increíble bullicia en los lugares y momentos en que menos quieres que suenen. Sólo tenía que pisar con toda la planta del pie para no hacer ruido, y ya está.

Así había llegado a las duchas al otro extremo de su habitación, un recorrido algo largo para su gusto.

Quizás, al ya estar frente a frente a la puerta del cuaerdo de duchas hubiese entrado sin siquiera tocar la puerta, ¿quién iba a estar en el baño a esas horas? pero, algo le hacía dudar de aquel razonamiento suyo, y era un hecho físico y no en demasía superficial, porque aquel sonido de la llave del agua correr no le parecía en nada algo supersticioso.

Podía indicar al menos dos cosas: Alguien había dejado el grifo del agua correr, o alguien estaba ahí.

Por hecho y porcentaje, la idea de alguien ahí dentro podría considerarse aún más factible que la primera, claro, sin dejar nula la otra tampoco. Y ahora, no estaba para apostar cuál de ambas era la correcta, recordando de paso lo público del cuarto aquel.

No tenía porqué molestarse por algo trivial si ir al  baño era de lo más normal, y no tenía que dar explicaciones a nadie.

Entonces... ¿por qué se daba tantas molestias en esperar afuera? No es que no tuviera las fuerzas para entrar, claro que las tenía, no tenía porqué no tenerlas. Pero, quizás algo muy en el fondo le indicaba que no entrara.

Cuando escuchó el sonido del agua cesar, supo que ya no había más opción que la veracidad de alguien ahí a estas hora, además de él. Pero sorpresivamente, ni ese alguien salió del cuarto ni él entró.

Un silencio de parte de aquel inundaba todo el pasillo, pareciera como si no hubiera hecho ninguna acción fuera de la última que logró captar. Quizás...debía entrar después de todo. Sería ya muy malo que se hubiera desmayado, sea quien sea; o peor aún, le hubiese dado un ataque, o tal vez...

Pensar demasiado en ocasines significa un problema.
 
-Ya basta... -Se dijo entre susurros sólo para sí, frunciendo el ceño ante la paranoia de sus ideas.

Qué estúpido le resultaba todo. Pero prefería simplificarlo como "Es el sueño.
 
Incómodo, tomó el pomo de la puerta tan frío como siempre, y sólo se aventuró a entrar, si bien no con rapidez, sí con cierta presura y hasta brusquedad.
 
En ese momento, tuvo que pestañear quizás un par de veces más de lo usual para comprender que lo que veía quizás no era algo creado por el mal despertar, y es que hasta ese momento no había cruzado por su mente quién podría ser, y aunque ya lo sabía en este instante, se le hacía tremendamente... molesto.


Apretó los dientes, tensándose justo luego de que sus facciones se fruncieran por igual. Llegando incluso a chasquear la lengua.

Pero, internamente, de un modo u otro, se preguntaba qué hacía él ahí, secándose el rostro con una toalla luego de, por como veía, una buena remojada tal como él iba a hacer también.
 
-Near... -Pronunció desafiante.

Algo siempre se le hacía tortuoso en dejar salir ese nombre de su boca.
 
-Buenas noches, Mello.  Sólo recibió como respuesta, sin obtener una mirada del albino, sabiendo lo mecánico de sus palabras que así, perdían sentido de "buenas".
 
Pasó la mirada recién afilada por el susodicho, prácticamente cortándolo con la potencia de sus orbes, y si fuera su mirada navaja sólida, el menor ya tendría varios cortes en él.

Por otro lado, Near no se quejaba en absoluto de la inspección del otro, enrollando un mechón ya curvo de su cabello, enrulándolo aún más. Como de costumbre, guardaba silencio tacañamente sin incomodarse en el acto, pareciendo ignorar al rubio por más que este le mirara. 
 
-¿Qué haces aquí? -Oyó el albino de golpe, sintiendo la sequedad de esas palabras.

Acordó por comodidad propia guardárse algunos hechos para no dar una plática larga con Mello.
 
-Tuve un mal sueño...
 
Y con ello, con esa declaración, Mello sintió cómo tragaba dura su propia saliva; un litro de ella.

No era sólo él el que tenía pesadillas esa noche, si no él también. Qué clase de pesadillas tendría Near, se preguntó. Y no pudo evitar mirarlo de reojo mientra se acercaba a la defensiva al lavamanos, mirándose al espejo el rostro más pálido de lo usual, e incluso por el espejo, también miraba a Near, quien se disponía a caminar lentamente a la puerta para marcharse.


Antes de que saliese, evitando aquello, volvió a hablar.
 
-¿Qué clase de sueño?
 
Quizás, solo quizás, él también tenía cosas perturbadoras en su cabeza. Y, de hecho, quizás hasta quería saber qué era un "mal sueño" para él.
 
-Asumiré tu interés como algo irrefutable. -Comenzó, deteniéndose sin voltear.
 
-...Y ha de suponer que Mello también a sufrido de un mal sueño esta noche...
 
Silencio pasó entre ellos, asegurando las palabras ya dichas.

Mello, por su parte, no rebajaría lo que tenía con excusas que no llevarían a nada. No si Near sabía que mentiría si dijera que no.

Éste sólo continuó como iba.
 
-Y, suponiendo qué clase de contenidos abundan probablemente en su sub-consciente como para  calificarlo  en "un mal sueño", puedo suponer situaciones. No sólo eso, si no también tu estado físico habla por sí mismo...- De soslayo, miró a Mello. Sabiendo que si no acababa pronto, carcomería la paciencia del otro.
 
-En conclusión, debo afirmar que el que sueñe con Mello no debe chocarle. ¿Es así?
 
Una parte del rubio, internamente se sorprendió por la confesión, identificándose de inmediato también. Y, alguna otra parte de él, contigua a la sorpresa, tomó negativamente el comentario de Near, más por su clasificación por igual de "Mal sueño" que cualquier otra cosa. ¿Qué se creía como para clasificarlo así? Él tenía razones, su sueño había sido perturbante, tenía bases para poder afirmar lo malo del sueño, pero ¡él no! simplemente.
 
-No insinúes cosas, Near. -Gruñó, sin algún rastro de amabilidad.
 
-...
 
De algún modo, el silencio abundó entre ambos. No como algo que les dejara tranquilos, si no algo incómodo. Dejando incluso un comentario suelto de por medio.

Ese silencio de Near, principalmente a Mello le molestaba quizás demasiado. Sabía que no se le habían acabado las palabras, y fácilmente sabría qué decir, y aún así no lo hacía y prefería por el contrario, callar. Esa indiferencia de siempre, le hacía hervir insanamente la sangre. 
 
Procedió a dejar corre al agua, haciendo con sus manos algo así como una bandeja, que pronto se llenaría de agua e impactaría con su rostro, así hasta limpiar todo rastro de sudor que entre la charla comenzaba a secarse por sí sólo.

Aprovechó de humedecerse el cabello, removiéndose las chasquillas que le caían por la frente hacia atrás.

Cuando se volteó,  sintió una punzada al pecho, una incómoda punzada que... sólo la mirada atenta de Near provocaría en él.

Cuando se percató del momento, Near quién sabe en qué momento, había dejado de darle la espalda, encarándole curiosamente de frente.

Sus opacos ojos negros parecían consumir su imagen, y poco distinguía la pupila del resto del ojo. Le hacía recordar a los ojos que caracterizan a los alienígenas, esos llamados "grises", que más bien ojos, parecían cuencas vacías, grandes cuencas vacías.

Quién sabe, quizás Near vendría siendo un pariente de ellos.


Torció los labios. En momentos así, en que se hundía entre la oscuridad de los ojos del albino, entre su carencia de emoción, le hacía plantearse de mejor manera si es que era un auténtico humano...quizás hasta ni lo era. 
 
-¿Qué tanto miras cabezota? -Alcanzó a modular con fuerza, saliendo de la hipnosis.
 
No recibió respuesta tras aquello, dejando a flote su enfado que sin importar cuánta cólera cargara, tenía nerviosismo de por medio.

Este no dejaba de mirarlo atentamente, algo no muy corriente en él, en ningún caso. Una mirada que, más que abordar interés, abordaba curiosidad. Ansias de saber.
 
-¿Estás tratando de examinarme? -Volvió a insistir, haciendo notar su disgusto ante la idea, aún así riendo de forma seca.
 
-...¿Es un inconveniente? -A pesar de sus palabras, que podría traducir como un "¿Te molesta?" en lenguaje más familiar, no hacía nada por evitarlo o corregirlo.
 
-...

 

Y no volvió a comentarse más por el momento. No tenía nada más qué decir, que no fuera la interrogación que Near se llevaría cuando acabara.

Hoy ambos especialmente, se topaban más...anormales de lo normal. Callaban incómodamente, para volverse a hablar. Las molestias iban acompañas de espera, y el odio sin sentirse hondamente, y por el contrario, algo tiritón. 

 
-...En porcentajes, la probabilidad de ver el rostro de Mello, y por consiguiente las líneas de expresión despejadas, como también la frente, los pómulos... solían variar de un uno a cero por ciento.- Explicó somo si leyera le mente del mayor, y más que "leer" era simplemente suponer. Lo leía en la cara de Mello, y su extrañeza plasmada.  Sonrió.
 
-No juegues conmigo. No estoy especialmente de ganas para soportarte hoy, Near.
 
-No estoy jugando, Mello. 
 
Se oyó un bufido por parte del rubio, frunciendo ahora las rubias cejas que antes no se veían por el fleco.
 
-Déjate de tonterías y vete a dormir enano. -Y volvió el profundo silencio.

 

El comentario había provocado satisfactoriamente que Near alejara la mirada de él, mirando ahora un punto ciego a un costado, como si de pronto le ignorara. Totalmente apacible después de todo. Se podría confundir fácilmente como un cedimiento y entendimiento de las palabras de Mello.

 
-No puedo dormir. -Volvió a su rutinaria tendencia con el cabello. Siguiéndole una seguidilla de silencio.
-Pese a ser un factor esencial en el rendimiento durante el día...no logro conciliar el sueño.
 
-¿Acaso tus sueños te espantaron? -Sonrió por primera vez en la noche, con sorna, y, entre medio de esa sonrisa felina, escondía el disgusto por sus propias palabras. Esperando milagrosamente un "No son exactamente pesadillas.
 
-Algo así.
 
BIEN ¡Que se pudra! Él y su "mal sueño" de cuarta ¡Pues para él también fueron terribles sueños, que se sepa! Y, mientras se debatía en monólogos en su mente en una conspiración contra Near, había caminado con recelo algunos pasos que acortaban la distancia que mantenían prudentemente el uno del otro, como si temieran algo al acercarse demasiado.

La sonrisa de Mello, aparte de opacarse, podía afirmarse a que se volvía macabra a momentos, era esa clase de sonrisa que hacían a Keehl alguien temido por lo tenebroso de alguna de sus actitudes.

Si tuviese ahora el cabello sobre la frente, se le ocasionaría la llamada sombra sobre los ojos. Y, para evitar convenientes, mientras se aventuraba al albino, quien no retrocedía un paso a pesar de que Mello se le acercaba peligrosamente, peinó con sus manos su cabello rubio, desenrredando algunos nudos en su melena y volviendo a su lugar inicial su reconocido flequillo, haciendo notar evidentemente que se "preparaba" para la ocasión. ¿Qué ocasión? Ni el mismo Mello sabía, ni sabía tampoco qué le impulsaba a hacer...lo que sea que iba a hacer, pues tampoco tenía una idea clara.

Sólo sabía que en ese instante preciso, había ya acorralado al menor con su cuerpo, dejándole la puerta detrás a sus espaldas, explicándole con la mirada que ni se le ocurriera salir por la tentación de tener su escape a sus espaldas, y por su bien integral, sabían ambos que Nate no lo haría. 
 
-¿Sabes, Near? Creo que no conoces el grado de seriedad que debe tener una situación como para ser reconocida con "espanto", por lo tanto, la escala que tú difieres es muy baja. Porque temes. Temes a actuar...temes a moverte...a perder...temes a respirar...


... No sabes qué es realmente espantoso, Near.


 
-...
 
Sólo era receptor de miradas atentas, miradas frías, miradas fijas...de ESA mirada. Sólo eso. Nada de palabras, ni quejas, ni comentarios en contra o a favor.  Seguramente, él ya formulaba algo en su cabecita genia sobre qué le depararía, nada muy alentador.

Mello sólo se acercó a un costado de la cabeza del menor, teniendo que encojerse un poco y curvar incluso la espalda para llegar a la zona de su oído externo, habándole en  susurros maquiavélicos en el acto.
 
-Lo acrecentaré por ti, Near...
 
Podría echarle la culpa al niño con su cara de poker, incluso si buscaba una excusa más pobre, podría tirársela al sueño, a la adrenalina del momento, y con capa tras capas de excusas para defenderse de lo que iba a hacer, comenzaba a tomar confianza en sí mismo, y en lo que hacía.
 
Inclinó un poco más su rostro al perfil del albino, en el acto, haciendo que su pequeña nariz rozara con los blancos cabellos que le picaban un poco, e ignorando aquella  molestia, sentía cómo llegaba a tocar con sus labios los pómulos juviales del niño, bajando de ellos sólo un poco para dejar como una marca a fuego vivo la marca de un beso en su mejilla, ahí justamente en su piel.

Surcó por sus labios la forma de una sonrisa repleta de sorna, antes y después de besarlo tan suculentamente para ser sólo en la mejilla. Pero no era el único sonriendo con esto que sucedía, pues aquel que recibía la desdicha de recibir aquel gesto, sonreía con esas sus típicas sonrisas cuando algo nuevo descubría, cuando su mente se fijaba en algo de interés.

Esto, para ambos, sin duda sería novedoso en sus vidas. Esto era similar al beso que daba Judas a Jesús, luego de condenar su vida.

Prácticamente era un beso fatal, sellador. Tan suave como venenoso, tan repugnante como vicioso. Puramente insano.  

Luego de aquello todo sucedió muy rápido, sólo recordaba el despego de sus labios curvados de la mejilla de Near, sus miradas cruzadas en una nueva competición, algo de frío en su cuerpo, el metal liso del pomo metálico, y finalmente, ya estaba de vuelta en su habitación sin haber dicho una palabra, boca arriba en su cómoda. Todo había sucedido tan extraño, y al fin y al cabo, gustoso.

Pero tan rápido, sin duda. 
 

Notas finales:

Hoy soñé que publicaba este segundo capítulo, y, a base de las ganas que me dieron y todo eso, terminé por subirlo. No estaba segura de seguir subiéndolo ¡así que, si esto surge bien, continuaré!


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