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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus deliciosos personajes me pertenecen..uyyy si pudiera...mmm hahaha

 

En fin, como en mi otro fic, procedo a disculparme por no actualizar en los dias que solia hacerlo, lo quiera o no mi vida no va como yo quisiera, lo unico que puedo prometerles es que no las dejare inconclusas...okey?

los quiero un monton...incluso a los que leen y no me dejan un comentario hahaha no, no importa...los quiero igual!!

 

La verdad es que ser padre no era tan difícil como había escuchado alguna vez, era eso o su hija Mary era un pequeño ángel, si Dean pudiera escucharlo ahora lo más probable es que se hubiese burlado de aquellos pensamientos. Después que Adira detuviera su crecimiento, Mary, se veía como una pequeña niña de seis o siete años, milagrosamente su mente había tenido el mismo crecimiento acelerado que su cuerpo, Castiel se encontraba en esos momentos esperando que la pequeña terminara de hacer sus necesidades, algo que agradecía pues sin Dean a su lado había ciertas cosas que no se sentía del todo seguro de hacer.

-Papá…termine-la cabeza de la niña se asomó por una esquina de la puerta-pero no hay papel higiénico—

— ¿Papel higiénico?—Castiel ladeo la cabeza y se quedó mirando a su hija hasta que sintió como alguien le daba una pequeña palmada en el hombro.

—Mary, el papel está en el pequeño armario bajo el lavabo—Sam se encontraba a su lado mirando la escena con una sonrisa, la niña asintió en silencio y volvió a cerrar la puerta—A veces me sorprende que haya crecido tan rápido, aunque me alegra el no tener que cambiar pañales todo el día—

—A mí me hubiese gustado hacerlo—esa era la verdad, después de enterarse que Dean estaba embarazado, Castiel, había empezado una pequeña investigación para intentar convertirse en un buen padre pero gracias a Adira todos sus planes sobre disfrutar los pequeños avances de su niña se habían ido a la basura—Mary parece no necesitarme demasiado—

— ¿Qué? No puedes estar hablando en serio, Mary te ama, solo está en esa época en que los niños intentan ser un poco más independientes—en ese momento la puerta volvió a abrirse y Mary salió frotándose distraídamente las manos en el vestido—aquí está mi pequeña princesa ¿todo bien?—

—Sí, ya encontré el papel…papá, tengo hambre—la niña tenía los ojos de dos colores distintos: uno azul y el otro verde, el mismo tono de verde de Dean, cada vez que Castiel miraba los ojos de la pequeña no podía evitar sentir una punzada de dolor al recordar que todavía no había podido hallar el paradero de su pareja— ¿crees que el abuelo Bobby me haga una tarta?—

—Si se lo pides correctamente te hará tres tartas— rio Sam adelantándose para levantar en sus brazos a su sobrina—eres tan linda que yo mismo te hare una tarta ¿quieres?—

— ¿Puedes, tío Sam?—los ojos de la niña se abrieron un poco más mientras ponía sus manos en los hombros de Sam que le hizo cosquillas mientras se llevaba a la niña con él a la cocina, Castiel se quedó mirándolos un rato antes de desaparecer del pasillo de la casa y volver a aparecer a las afueras de la casa en donde también se encontraba su hermano mayor Gabriel, que se volteo a mirarlo con su usual sonrisa.

—Te diría que ha crecido muy rápido pero sé que sería una broma cruel—el arcángel metió la mano en su bolsillo y saco una barra de chocolate que comenzó a comer tranquilamente—Mary es muy linda, entiendo perfectamente que ese humano Bobby este completamente hechizado por ella—

— ¿Has podido encontrarlo?—Castiel no tenía tiempo para ser amable con el rubio, sabía que esas cosas no eran necesarias entre ambos y menos si uno de los integrantes de su familia estaba en problemas—ahora me arrepiento de haber puesto en el ese sello—

—Es normal arrepentirse, todavía no puedo dar con el rubito, lo que sea que ese idiota de Aziel haya hecho con él o donde lo tenga prisionero son cosas que ignoro—sin terminarse la barra de chocolate, Gabriel, lanzo el dulce a sus espaldas—lo único en que puedo pensar es que lo haya ocultado en un universo alterno y déjame decirte que si Aziel hizo eso no veremos a Dean en un largo, largo tiempo—

— ¿Estás diciendo que él no…?—

— ¿Mi papi no va a regresar?—habían pasado dos días desde que Mary despertara del sueño en que estuviera mientras Adira los amenazaba, las primeras palabras de la niña fueron para preguntar en donde estaba Dean, en ese momento Castiel solo le había dicho que el rubio estaba de viaje y que pronto regresaría con ellos—tu dijiste que él iba a volver… ¿papi no me quiere y por eso no vuelve?—

—No, no, no cariño, no hay nada más que él quiera que regresar—Sam que venía tras la pequeña sosteniendo un plato con tarta se agacho a su lado para mirarla directamente—lo que pasa es que tu tío Gabriel no sabe de lo que habla, sabes que él es muy bromista—

—Emm…claro, eso es, Mary, solo estaba haciéndole una pequeña broma a tu papá, ya sabes lo serio que es el, pensé que le faltaba sonreír un poco más—Gabriel le dedico una mirada al otro ángel antes de dirigirse el también con la niña—él va a volver cuando menos lo esperes—

— ¿De verdad? ¿No estas mintiéndome?—la niña hizo un puchero mientras cerraba firmemente sus puños a cada lado de su cuerpo—ya quiero que el vuelva ¿papá, él va a volver?—

—Mary, traeré a Dean, te lo prometo—Castiel se quedó mirando algunos segundos a su hija antes de acercarse a ella y al igual que Sam agacharse a su lado—nosotros tres volveremos a estar juntos—

Castiel sabía que la promesa que acababa de hacerle a su pequeña hija iba a ser muy difícil de cumplir, si Gabriel estaba teniendo problemas para encontrar el paradero de Dean para el sería algo casi imposible, pero aun así no podía querer evitarle cualquier tipo de dolor a la pequeña Mary. Muchas veces al día se preguntaba si las cosas que estaba haciendo con ella eran las correctas o si Dean las hubiera aprobado, sabía bien que podría haber leído mil libros sobre como criar a un niño pero hacerlo en la vida real era algo que aún no llegaba a dominar, extrañaba a Dean con cada átomo de su recipiente pero no podía permitir que Mary viera su preocupación.

— ¿Ella está dormida?—Castiel salió de sus pensamientos para encontrarse con la mirada compasiva del hermano menor de Dean, Sam tomo asiento en la silla tras el escritorio de Bobby—ella estaba algo ansiosa con lo de Dean—

—Bobby esta con ella—después de que el sirviente de Adira le arrebatara a Mary, Bobby se había prometido a si mismo cuidar a la pequeña cada segundo que pudiera—insistió en contarle un cuento—

—Es normal, sabes que se ha vuelto muy protector con ella después de lo de Adira—Sam cogió el libro que Castiel había estado leyendo—no creo que podamos encontrar a mi hermano con este tipo de hechizos, no te ofendas pero yo ya lo leí por lo menos treinta veces—

—No me he ofendido, Sam—el ángel se acercó al escritorio y se quedó mirando el libro que Sam estaba hojeando—se me están acabando las ideas, he pensado incluso en pedirle ayuda a un demonio de la encrucijada—

— ¡¿Qué?! No puedes estar hablando en serio—la mirada que el ángel le dedico a Sam le hizo saber que estaba hablando muy en serio— ¿Cómo un demonio podría saber dónde un ángel mantiene prisionero a mi hermano? Dudo muchísimo que ellos siquiera sepan cuales… ¡un segundo!... ¿cómo no pensé en esto?—

— ¿De qué hablas, Sam?—Castiel ladeo la cabeza mientras miraba a Sam que ahora sonreía tanto que el ángel temía que algo pudiera pasarle a su rostro—Sam…—

— ¿No lo ves, Cass? El único que puede saber dónde está mi hermano, es alguien que sepa lo que nosotros no, y solo conozco a una persona que puede hacer eso—el ángel frunció un poco el ceño intentando dilucidar lo que el humano estaba intentando decirle, pero tras unos segundos aun no tenía la respuesta—¿recuerdas a Chuck, cierto?—

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Dean salió de la ducha sintiéndose como nuevo; esa mañana había elegido un gel de ducha con olor a fresas, normalmente el pasaba de usar productos de ese tipo pero a su novio: William, parecían encantarle y tenía una verdadera colección en el cuarto de baño. Después de frotarse el cabello con la toalla se la dejo en los hombros mientras buscaba en el enorme armario algo que ponerse para irse a trabajar. Dean trabajaba en una gran cadena de gimnasios como entrenador personal, llevaba haciendo lo mismo por casi cinco años y a pesar de que le encantaba su trabajo a veces se preguntaba si no había nada más para el en la vida.

Por fin se decidió por unos pantalones de deporte negros, con una fina franja color azul a  cada lado y una camiseta blanca que se pegaba a su esculpido pecho, algo que sospechaba que a William no iba a gustarle nada. Había conocido al hombre en su trabajo, William era uno de esos hombres de negocio a los que les encantaba mantenerse en forma, a pesar de que al principio ambos no congeniaran del todo habían terminado teniendo una cita tras otra hasta que el hombre le pidiera que formalizaran lo que sea que hubiera entre ellos.

Mientras caminaba por la calle, Dean, sintió como varios hombres y mujeres se quedaban mirándolo, casi desvistiéndolo con sus ojos, algo totalmente normal si tomaba en cuenta que prácticamente se pasaba todo el día metido en el gimnasio. Aunque eso no significaba que a Dean le agradara que la gente se quedara mirándolo solo como a un pedazo de carne, pero por suerte había encontrado a su alma gemela, William lo quería no por su físico sino por su interior, y eso era algo que sabía muy bien que ninguna otra persona en el mundo haría.

—Señor Ryan, me parece que no ha estado siguiendo el calendario de ejercicios que hice para usted—Dean le obsequio una forzada sonrisa al grueso hombre delante de él, se había pasado gran parte de la mañana intentando que el hombre lograra hacer cinco de los veinte abdominales que normalmente le exigía a sus alumnos, pero sabía que Ryan no oiría sus órdenes, no si no recibía el estímulo adecuado— ¿se ha rendido ya con su secretaria?—

—Jennifer ya no me interesa, es una cazadora de fortunas—desde que conocía al hombre sabía que este estaba enamorado de su secretaria; una mujer a la que superaba por lo menos en diez años—conocí a una mujer, si la conocieras, Dean, dejarías esa tontería de ser homosexual y volverías al camino verdadero—

—Dudo que eso vaya a pasarme, pero se lo agradezco de todas formas—rio Dean antes de comenzar a registrar los casi nulos avances de su alumno.

Después de terminar su almuerzo, Dean, regreso al gimnasio e iba a dirigirse a donde se suponía se encontraba su próximo cliente, sin embargo, al pasar cerca de la recepción una de las mujeres que allí se encontraba le aviso que la persona con quien le tocaba trabajar ese día había cancelado su cita y que su nuevo cliente se encontraba esperándolo en el sector donde se hallaban las caminadoras. Confundido por el repentino cambio de planes, Dean se dirigió al lugar que la secretaria le indicara y busco con la mirada a quien se suponía se convertiría ese día en su nuevo alumno, algo con lo que no sentía del todo feliz, bueno, hasta que vio al hombre con los ojos más bonitos que viera en toda su vida: Azules, como el mismísimo cielo.

—Soy Dean Carter, usted debe ser el señor… ¿Castiel?—Dean sintió como un escalofrió se expandía por su espalda al notar como los ojos del sujeto se clavaban en los suyos—jamás había oído ese nombre antes—

—Es el nombre de un ángel—Dean tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no soltar un gemido, la voz del tipo frente a él era uno de los sonidos más eróticos que había oído en toda su vida— ¿crees en los ángeles, Dean?—

—No, no creo en los ángeles…pero le pediré que comencemos primero con algunos ejercicios de calentamiento, luego evaluare su condición física y encontraremos el mejor programa de ejercicio para usted— ¿Qué significaba esa pregunta? La mente del rubio estaba trabajando a mil por hora intentando dar con una explicación más o menos coherente, pero en lo único que podía pensar era en que el hombre había intentado coquetear con él.

Castiel siguió al pie de la letra todas las instrucciones de Dean, a diferencia de su cliente anterior, el hombre completo a la perfección todo sin siquiera verse un poco cansado. Mientras lo veía estirarse, Dean, no pudo evitar deleitarse con el hermoso cuerpo que se movía a unos cuantos centímetros de él. Jamás le había pasado algo así en toda su vida, el rubio siempre se sintió orgulloso de su gran autocontrol pero teniendo a ese hombre tan cerca incluso William pasaba a segundo plano. No alcanzaba a comprender como es que ese hombre al que solo conociera hacia media hora podía hacerle sentirse como si fuera un animal en celo… ¡mierda! Eso no podía estar pasándole a él.

—Dean, me siento igual que tu—la mirada sorprendida del rubio se clavó en él, Castiel hizo lo mismo mientras acababa con la distancia que los separaba—deseo tanto tocarte que…—

— ¡Espera un momento, amigo!—al ver al hombre invadir su espacio personal, Dean levanto los brazos y los puso en el pecho de Castiel—¡tengo novio, no voy a serle infiel con un sujeto al que apenas conozco ¿me oíste, Cass?—

Los ojos de Dean se agrandaron después de darse cuenta de lo que saliera de sus labios, jamás se había tomado la licencia de ponerle algún apodo a alguno de sus clientes, esa era una familiaridad que no se permitía, nunca en su vida se había comportado de esa manera pero el jodido hombre delante de él estaba comenzando a romper cada una de sus reglas y limites…luego se dio cuenta del lugar en el que sus manos se encontraban, el perfecto pecho del aún más perfecto hombre delante de él.

—Te he estado buscando en todos los rincones de la tierra, Dean—algo estaba rompiéndose en el interior de Dean, las palabras y la forma en que Castiel lo miraba lo trastornaban—no me importaría volver al infierno por ti—

—Y-Yo…no—

— ¿Te gustaría volver al infierno, Castiel? eso puede arreglarse—Castiel volteo y sus ojos se encontraron con la fría mirada del ángel que se llevara a su pareja. Aziel se encontraba de pie a unos cuantos metros, Castiel se maldijo por haber bajado la guardia—nosotros hicimos un trato, el vino conmigo bajo su propia voluntad—

— ¿William…que está pasando aquí?—Dean iba a alejarse de Castiel cuando este cogiéndolo por la cintura lo puso tras su espalda— ¡Hey, déjame ir!—

—Aléjate de mi pareja, Castiel—los ojos negros del otro ángel relampaguearon con furia—Dean es mío ahora—

—Tendrás que matarme primero—la ira apenas estaba contenida en la voz de Castiel—no volveré a dejar que lo tengas—

—Entonces será como tú quieras, Castiel—una sonrisa se dibujó en el rostro de Aziel mientras sacaba su espada—yo no comparto mis cosas—

Notas finales:

Continuara...


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