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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen...y el resto ya lo saben.

Debo confesar que este capitulo iba a ser dividido en dos pero me gusto asi...aunque no se acostumbren. 

hahahaha que malvada soy!

Nada más ver a Dean empujar a Castiel para lanzarse a sus brazos, Aziel, supo que había ganado. Si debía responder con sinceridad, no sentía absolutamente nada por el humano pero si podía demostrarle de alguna forma a Gabriel o a Castiel quien era el mejor lo haría sin dudar. Aunque no iba a negar que ese humano podía brindarle momentos de delicioso placer. Apenas había encerrado su memoria y la reemplazara con un montón de falsos recuerdos se lo había llevado para comprobar de primera mano que tan bueno era eso del “sexo” y Dean Winchester le demostró que en eso era un experto.

Después de pasar un tiempo con él, decidió que sería divertido mantenerlo con vida. Se aseguró que nadie pudiese encontrarlo y para mantenerlo feliz creo una nueva vida para él, una en donde era Dean Carter, un entrenador personal en uno de los tantos gimnasios de la ciudad de Nueva York. Aziel sabía bien que el cazador era el recipiente del arcángel Michael por lo que había pensado en entregárselo en el momento en que se aburriera del humano, nada mejor que hacer feliz al jefe, quizás hasta le diera permiso de acabar de una vez por todas con Gabriel. El ángel se sentía feliz de que todo estuviese saliéndole tan bien.

Todo habría sido perfecto de no ser por la intromisión de la molesta pareja del humano, aun no sabía cómo es que Castiel había podido dar con el pero aquello solo había servido para demostrar quién era el más poderoso de ambos. Dean no había recuperado sus recuerdos al reencontrarse con el otro ángel y es más apenas lo vio aparecer se lanzó a sus brazos. Aziel era muy bueno en la parte de manipular mentes, no conocía a nadie que pudiese huir de su control mental.

Un ruido a su izquierda lo devolvió al momento actual. Dean dormía a su lado inconsciente de que hacia algunas horas Castiel hubiese estado a su lado. El rubio se quejó entre sueños y se apretó un poco más contra su cuerpo, Aziel había descubierto hacia un tiempo lo lindo que le parecía que Dean hiciera eso, el cazador era como un gatito. Se inclinó sobre él y deposito un beso sobre su frente antes de hacer a un lado las mantas que lo cubrían para tener mayor acceso a su cuerpo. Deslizo su boca por su cuello bajando hasta sus hombros, deteniéndose justo en la marca que se hallaba en su piel: la mano de Castiel; el ángel había rescatado del infierno al humano y esa marca era el recuerdo de aquello que los unía. Aziel arrugo la nariz mientras cambiaba la dirección de sus besos. Descendió por el pecho de Dean hasta encontrarse con una de sus tetillas que empezó a chupar y mordisquear hasta que esta se endureció. Dean gimió entre sueños cuando Aziel hizo lo mismo con su otra tetilla, aquello se sentía tan bien que creía que aún estaba soñando. Abrió los ojos encontrándose con los negros del ángel a quien miro unos cuantos segundos sorprendido.

-¿William…? Ni te imaginas el sueño que acabo de tener-Dean le sonrió acariciando sus hombros aun cubiertos por la camisa-¿Qué hora es? Aún traes tu traje—

—Al parecer te quedaste dormido esperándome…llegue hace un rato y como te veías tan delicioso decidí darte una probada—por un momento al ver la sorpresa escrita en los ojos del cazador, Aziel había temido que encontrarse con Castiel hubiese afectado de alguna forma el control que tenía sobre él. No iba a arriesgarse a que el ángel de ojos azules volviera a intentar llevarse a su juguete.

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Castiel sentía que su corazón estaba partido en por lo menos treinta partes distintas. Cuando encontró a Dean su alegría no había tenido límites y estaba más que seguro que cuando sus dedos tocaran la piel del cazador este lo recordaría y volvería con el, sin embargo, sus ilusiones se habían estrellado contra una pared al ver como Dean lo apartaba de su camino y corría a los brazos de Aziel. Era obvio que el otro ángel estaba manteniendo un control mental sobre el humano y al parecer este era demasiado fuerte.

—Papá ¿Qué estás haciendo?—repentinamente la voz de su hija lo hizo regresar al presente. Mary se había acercado en silencio y lo miraba confundida— ¿estas enfermo?—

—No, mi recipiente se mantiene saludable—la niña sonrió ante sus palabras—no hay forma en que pueda dañarse—

—El tío Sam dice que yo tampoco puedo enfermarme ¿es cierto?—pregunto intentando sentarse a su lado en la cajuela del impala—él también dice que soy muy especial pero yo no le creo—

Después de ver desaparecer a Dean junto a Aziel, Castiel había regresado junto a Gabriel a casa de Bobby. Al verlo aparecer su hija Mary se había lanzado a sus brazos para preguntarle por su otro padre. Sam, apiadándose de él, había tomado a la pequeña en sus brazos para llevársela a cenar. El por su parte había salido de allí para ir a pensar en su próximo movimiento y ahora se encontraba sentado sobre la cajuela del auto de Dean.

—Eres especial, Mary, tu padre y yo te amamos mucho—Castiel bajo del lugar en donde se encontraba y levanto a la niña para sentarla en donde él se encontraba antes—Mary…yo soy un ángel del señor y Dean…—

—No te creo, si fueras un ángel traerías a papá—la pequeña arrugo el entrecejo y apretó firmemente sus puños mientras miraba desafiante al ángel— el tío Sam dice que los ángeles son buenos y que me cuidan, pero tú nunca quieres estar conmigo—

—Mary…yo…—la niña estaba mirándolo de la misma forma en que Dean lo hacía cada vez que el ángel decía o hacia algo que le molestaba. Extrañaba tanto a su pareja y más en ese momento en que no encontraba las palabras o la forma de demostrarle a su amada hija cuanto la quería. De repente recordó algo que el cazador le dijera sobre las relaciones y sin darle tiempo a la niña rodeo su pequeño cuerpo y la atrajo hacia si en un apretado abrazo—no soy un buen padre…Dean, es el que sabe serlo…perdóname, hija—

— ¿Papá?—Castiel era consciente de que a veces podía ser alguien frio, todavía no manejaba bien la parte de las relaciones humanas. Mary estaba enfadada con él a causa de eso, si Dean estuviera con el…pero el cazador no estaba allí, ya no podía seguir comportándose de esa forma. Su hija necesitaba a un padre—tengo miedo… ¿de verdad papi no va a volver?—

—No lo sé…hare todo lo que pueda porque el regrese—se separó lentamente de la niña descubriendo lagrimas bajar por sus mejillas. Busco  un pañuelo en su bolsillo y con toda la delicadeza que pudo, seco el rostro de la niña—creo que es tarde para que estés fuera. Te llevare a dormir—

—Pero papá, son las seis de la tarde, es muy temprano y yo no tengo sueño—se quejó la niña a la vez que el ángel le ayudaba a bajar—quiero ver televisión ¡me voy a perder “Mi pequeño poni”!—

— ¿Poni? ¿Por qué querrías ver un caballo enano?—eso sí que Castiel no lo comprendía, su hija lo miro confundida unos segundos antes de echarse a reír.

—Porque no hay nada más genial en el mundo que un poni—entrelazando sus pequeños dedos con los suyos, Mary empezó a tirar del ángel y para sorpresa de ambos, después de un tirón algo más fuertes Castiel casi se ve derribado por la fuerza de su niña—¡eh!...Papá, ten más cuidado—

Castiel sabía que la niña no había actuado con malas intenciones, aun no le había explicado sobre sus “habilidades” como nephilim, un tema que estaba bastante seguro debería tocar dentro de poco. Siguió a Mary al interior de la casa, en la sala se encontraba Sam leyendo un libro mientras la televisión transmitía un noticiario. Sin decir nada, la niña corrió hacia el aparato, cambio el canal y puso uno infantil.

—Mary, yo estaba viendo eso—Sam bajo el libro que estaba mirando y se quedó mirando a la niña intentando parecer enfadado pero era más que obvio que no lo estaba—creo que ya te había hablado sobre el respeto a tus mayores—

—Pero el tío Gabe dijo que yo podía hacer lo que quisiera—Mary alejo sus ojos de la pantalla y volteo a mirar a Sam con la cabeza levemente ladeada, en una copia idéntica a su padre—él dijo que yo…—

—Tu tío Gabe no sabe de lo que habla, cariño—Castiel vio como Sam comenzaba a tener un pequeño tic nervioso en su ojo, algo que solo podía provocarle su hermano mayor: Gabriel—Mary, si tienes buenos modales todo será mucho más fácil. Cuando quieras algo debes pedirlo por favor y cuando haces algo que no debes, tienes que pedir disculpas ¿bien?—

—Sí, tío Sam. Siento haber cambiado de canal… ¿puedo ver caricaturas?—Castiel se sentía orgulloso de ver que su pequeña había aprendido a comportarse tan bien, pero al mismo tiempo un sentimiento de desazón lo embargo al darse cuenta que él no había hecho nada para educarla. Después de la desaparición de Dean había volcado todos sus esfuerzos en hallarlo, aunque eso hubiera significado dejar de lado a su hija—quiero que papá las vea conmigo—

—Está bien, preciosa, dame un beso—la niña corrió hacia Sam quien la abrazo antes de darle un sonoro beso en la mejilla—los dejare tener un tiempo de calidad juntos. De todas formas tengo que buscar a tu tío Gabriel para enseñarle algo sobre los buenos modales—

Con una sonrisa, Sam, se levantó del sillón y salió de la sala en dirección a la cocina. Mary corrió hacia Castiel y volviendo a cogerlo de la mano lo llevo con ella al sillón. Le indico que se sentara y ella hizo lo mismo a su lado. El ángel que había combatido demonios del averno y que había descendido al infierno para rescatar del fuego a un pecador no supo que pensar cuando la pantalla de la televisión se convirtió en un arcoíris lleno de caballitos de colores y que por si no fuera poco sabían hablar. Confundido se giró a ver a su hija pero algo asustado se dio cuenta que Mary estaba completamente absorta en lo que estaba sucediendo en la televisión, iba a decir algo cuando recordó una ocasión en la que Dean lo obligara a ver con el un maratón de “Dr. sexy”. Dean y Mary tenían exactamente la misma expresión de embeleso en sus rostros y tal como lo hiciera en aquella ocasión junto  al cazador intentaría entender que era lo que hacía tan feliz a su pareja y a su hijita.

Después de media hora de intentar comprender porque Pinkie pie saltaba por todo el pueblo como si se hubiera servido un coctel de anfetaminas. Castiel se dio por vencido justo en el instante que los créditos comenzaban a aparecer. Mary se volteo a mirarlo con una sonrisa y riendo se lanzó a sus brazos.

— ¡Papá, cómprame un muñeco de Apple Jack!—exclamo alejándose lo suficiente para mirarlo con sus grandes ojos— ¡quiero un poni!—

—No creo que eso sea posible, el cuidado y mantención de uno requiere demasiada responsabilidad y no me parece que tengas edad suficiente para eso—Castiel no comprendía porque su hija lo miraba con ese gesto de enfado—los caballos no son animales que cualquiera pueda cuidar—

—Mi querido y crédulo hermanito, a lo que mi encantadora sobrina se refiere es a que quiere un juguete—ambos voltearon a ver al arcángel que había aparecido en la puerta de la cocina—algo que su tío estará más que feliz de darle—

—¡¡Tío Gabe!!—grito la niña mientras corría hacia el otro ángel que la levanto en sus brazos— ¿¡que me trajiste!?—

—Mi hermosa princesa ¿Cuáles son las palabras mágicas?—

—¡¡Ahora!!—grito Mary agitando sus brazos frente al rostro de Gabriel que riendo hizo aparecer un muñeco del poni que Mary prácticamente le arranco de las manos—¡¡si, mi Apple Jack!!—

—Mary Winchester, creo que ya habíamos hablado sobre los buenos modales ¿no es así jovencita?—la voz de Sam hizo que tío y sobrina se quedaran muy quietos— Y estoy más que seguro que ya te había dicho a ti, Gabriel, que no puedes malcriarla—

—Pero Sammy yo solo estaba…mírala, es un encanto ¿Cómo puedo no malcriarla?—se excusó el arcángel depositando suavemente en el suelo a la niña antes de correr hacia su pareja que observaba toda la escena—no te enojes, tu lindo rostro se arrugara y no queremos eso ¿verdad?—

—Castiel, creo que deberías llevar a Mary a su cama para que se duerma—Castiel conocía bien esa mirada en el rostro de su cuñado, significaba: “huye y no mires atrás”—Gabriel y yo vamos a hablar sobre algunas cosas—

Haciendo exactamente lo que Sam estaba diciendo, Castiel se acercó y tomo en sus brazos a su pequeña hija para llevársela con él al cuarto que Bobby le había preparado en el primer piso. Ayudo a la niña a ponerse su pijama y ella salto a la cama. Imitando lo que había visto en un comercial de televisión, el ángel arropo a la niña y se inclinó para darle un beso en la frente.

— ¿Me lees un cuento, papá?—Mary saco un libro de debajo de su almohada y se lo dio a Castiel que se quedó mirando en silencio el título: “Cuentos de ángeles para niños”—el abuelito Bobby me lo está leyendo—

— ¿Quieres que vaya por el?—Castiel jamás había hecho algo así y no estaba seguro si lo haría bien. No quería arruinarlo—Creo que Bobby esta…—

— ¡No, léelo tú!...por favor—se apresuró en agregar la niña—el abuelo marco la página para no perderla—

—Está bien—cuidadosamente Castiel busco la página hasta llegar a la mitad del libro y empezó a leer:

Cuenta una leyenda que a un pequeño ángel que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:

— Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy...

—Papá ¿Qué significa indefenso?—

—Alguien que no puede cuidarse solo—

— Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidara.

— Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y Sonreír, eso basta para ser feliz.

— Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tu sentirás su amor y serás feliz.

— ¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?

— Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.

— ¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?

— Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.

— ¿Dios puede escucharnos ahora?—

—Sí, él puede oír a todos—a Castiel le hubiera gustado agregar que Dios oía pero no respondía, sin embargo, eso era demasiado para su inocente hija—solo tienes que ser una niña buena—

— He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?

— Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.

— Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.

— Tu ángel te hablará siempre de Mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...

—¡¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!! ¿Cómo se llama mi ángel?

— Su nombre no importa, tú le dirás: MAMÁ…Fin—

 

Castiel miro a su lado, esperaba que la pequeña ya estuviese dormida pero en cambio esta mantenía los ojos fijos en él. Lo que acababa de leer le había dejado una extraña sensación. Recordó los escasos momentos que Dean compartiera con Mary, se preguntó que tanto recordaba la niña sobre él. Muchas veces ella preguntaba por su paradero y sobre cuando regresaría pero jamás la oyó decir algo sobre él. Cerró el libro y lo dejo sobre la mesita de noche.

 

—Mary ¿recuerdas a papá?—la pequeña miro hacia la ventana, como si buscara allí su respuesta.

—Su voz…creo—Castiel sintió como la ira se apoderaba de su ser, lo único que su hija recordaba sobre Dean era su voz—a veces creo que la escucho. El tío Sam me conto que a él le gustaba la música y las tartas de manzana—

—Tu padre es un gran hombre. Es valiente y amable—habían tantas cosas que Castiel quería decirle sobre Dean a su hija pero temía que si lo hacía podría llenar su cabeza de sueños y no estaba seguro si él podría ayudarle a cumplirlos—Mary…el cuento hablaba sobre una madre, pero tú no tienes una…Dean fue quien…—

—Yo estaba dentro de papi, eso es lo que recuerdo—Mary comenzó a jugar con el muñeco que Gabriel le diera. Castiel iba a salir de la habitación cuando la pequeña volvió a hablar—Papá ¿tu extrañas a papi?—

—Sí, lo hago y mucho—sonriéndole el ángel cerró la puerta tras él.

 

Después de ver a su padre abandonar su habitación, Mary, tomo el libro que antes él estaba leyéndole y busco el cuento que acababa de oír. La niña todavía no sabía leer, pero el cuento estaba acompañado de la ilustración de una bonita mujer cargando un recién nacido. Cuando su padre le había preguntado si recordaba algo sobre Dean, ella dijo que recordaba solo su voz y era cierto, los únicos recuerdos eran sobre su voz diciéndole cuanto la quería. De pronto una idea apareció en su cabeza y sin pensarlo mucho bajo de la cama y se puso sus pantuflas para después dirigirse al armario. Su tío Gabriel se había encargado de llenar su habitación de todo lo que el estimo necesitaba una niña, incluyendo un conjunto de disfraces que ya hubiera deseado tener cualquier pequeña, según sus propias palabras nada era poco para su “linda princesa”.

 

—Papá dijo que dios me escuchaba, pero si me disfrazo de ángel quizás traiga a papi más rápido—murmuro para sí misma mientras sacaba del armario las alas que pertenecían al disfraz de pájaro. Se las puso con algo de dificultad y se acercó a la ventana—aquí vamos—

 

Mary hizo a un lado las cortinas y miro el cielo estrellado. Junto sus manos y dejo que sus ojos vagaran por el firmamento y pasados algunos segundos, sus ojos se volvieron completamente blancos. La niña sonreía a la vez que regresaba a su cama para recoger su muñeco de “Aplee Jack”, después volvió a la ventana y abriéndola salió de la habitación.

 

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Dean abrió los ojos después de tener la misma pesadilla que había estado acosándolo hacia varias noches. Estaba solo en la cama, imagino que William debía estar trabajando en su escritorio así que no debía ir a molestarlo. Se levantó de la cama y busco su ropa, después de vestirse fue a la cocina a buscar una botella de agua y mientras bebía salió al balcón de su departamento para disfrutar de la noche. Tomo asiento en la reposera que allí se encontraba y miro hacia arriba intentando ver alguna estrella, pero las luces de la ciudad las opacaban. A veces lo embargaba el deseo de salir de allí, de coger un auto y salir a la carretera pero como siempre una vocecita en su cabeza le decía que no podía hacer eso. Amaba a William pero sabía bien que él no saldría de la ciudad y como todas las otras veces esos deseos serian acallados. Llevaban juntos muchísimo tiempo y él había hecho tanto por el, que Dean sabía que no iba a abandonarlo.

Se recostó en la reposera e intento encontrar alguna estrella. El sueño estaba otra vez apoderándose de su cuerpo y sin darse cuenta volvió a dormirse. La misma pesadilla que había estado teniendo noche tras noche irrumpió en sus sueños mostrándole una enorme casa de color blanco. Él se encontraba de pie en un pequeño muelle y miraba la casa intentando recordar si la  había visto alguna vez pero como todas las veces anteriores no podía hacerlo. Se giró para mirar a su alrededor muy seguro que no vería nada más que el lago, sin embargo, esta vez no se encontraba solo, de pie a solo unos cuantos pasos de distancia se hallaba la niña más bonita que hubiese visto en su vida lo observaba con una sonrisa, en su espalda podía apreciar un par de alas que la hacían ver como un pequeño ángel. Maravillado se acercó a ella, pero la pequeña retrocedió hasta que sus pies tocaron el borde del muelle.

— ¡N-No! Detente, vas a caerte…ven aquí—un sentimiento de protección que jamás antes tuviera se apodero de el al ver peligrar a la niña—Mi nombre es Dean, prometo no hacerte así que…—

—Yo sé quién eres…tu eres mi papá—aquellas palabras fueron como si lo golpeara un rayo, la vocecita en su cabeza le decía que eso no podía ser cierto pero al mismo tiempo algo dentro de su pecho gritaba que era verdad— ¿volvamos a casa? Papá te echa mucho de menos—

— ¿Casa? Mi pareja es un hombre, siempre he sido homosexual…no puedes ser mi hija—la sonrisa desapareció del rostro de la niña y Dean quiso golpearse por eso. De repente tuvo una idea para alejar a la niña de la orilla, pero primero debía acercársele—tus alas son muy bonitas ¿puedo acercarme a verlas?—

—Sí, el tío Gabe me las dio—ella estaba sonriendo otra vez, gesto que lo hizo feliz a él también—él siempre me da cosas bonitas pero a mi otro tío no le gusta—

—Ya veo, ese tío Gabe se oye como un tipo genial, me gustaría conocerlo—Dean camino hasta ella mientras el enorme deseo de abrazarla se apoderaba de el—dame tu mano—

—Sí, papi—la niña extendió su mano hacia él y Dean se apresuró en tomarla. Con una sonrisa iba a tirar de ella pero no pudo mover ni un solo centímetro a la niña—el tío Sam tiene muchas ganas de verte—

—Debo estar soñándolo… ¿Cómo puedes ser tan fuerte?—la mocosa se puso a reír y un poco molesto Dean volvió a tirar de ella sin resultado— ¿Qué eres tú?—

—Soy Mary Winchester—tan rápida como la chispa que se encendió en su cabeza al oír el nombre de la niña, ella tiro de su mano y ambos cayeron al agua. Dean intento nadar y tirar de la pequeña hacia la superficie, pero era como si ella pesara una tonelada. De pronto la voz en su cabeza le grito que si no la soltaba moriría ahogado, pero a pesar de saber que eso era cierto, algo más le decía que si la dejaba ahora jamás podría recuperarla y aquella idea lo asusto mucho más que la propia muerte. Rogando a dios con todas sus fuerzas poder salvarla, cerró los ojos y abrazo a la niña.

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Castiel regreso al cuarto de Mary para buscar el libro de cuentos que le había leído, sin embargo, al no encontrarla en la cama y descubrir la ventana abierta supo que todo su mundo se había ido al infierno. Se quedó quieto en el medio del cuarto mirando los juguetes de la niña esparcidos en el suelo.

—Vine a darle a mi princesa su beso de las buenas noches y… ¿Dónde está ella?—algo en la expresión del ángel hizo que la sonrisa desapareciera del rostro de Sam quien se apresuró en entrar— ¿Qué paso, Cass?—

—Yo solo la deje unos minutos—muy pocas veces Castiel podía decir que había sentido miedo, pero la ira que veía en Sam lo hizo sentirlo—ella no está…Dean no está…—

Sin dejarle decir nada Castiel desapareció del cuarto de Mary para aparecer al segundo siguiente frente a la casa. Sentía ira y dolor en partes iguales, el universo podría desaparecer en ese instante y a él poco le importaría…nada le importaba ya, los dos seres que más amaba en el mundo habían desaparecido, miro hacia arriba viendo un millar de estrellas iluminar la noche y deseo jamás haber existido.

—¡¡ ¿Por qué?!!—grito al cielo mientras las alas en su espalda se extendían—¡¡ ¿Por qué dejaste que esto pasara?!!—

Cayó al suelo de rodillas aun gritando, golpeo el suelo con ambos puños sintiendo como ardientes lágrimas bajaban por su rostro. En ese momento quería desaparecer y que el mundo lo hiciera con él, no podía pensar en nada más pero repentinamente una cálida luz lo envolvió y claramente pudo oír una voz que venía desde lo más profundo de su ser:

“No pierdas la fe, Castiel”

Levanto su mirada y a unos cuantos pasos vio a Dean sosteniendo a Mary en sus brazos. Ambos lo miraban un poco confundidos. Se puso rápidamente de pie y corrió a su encuentro. Las alas en su espalda seguían extendidas mientras Castiel rodeaba con sus brazos a su pequeña familia.

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En el momento que la presencia de Dean desapareció del balcón, Aziel se materializo allí. No había rastros del humano en ningún lado, lo único que pudo encontrar fue un muñeco que le recordó a un pequeño caballo. Lilia, su mano derecha, apareció a su lado y se quedó mirando lo que su superior sostenía en su mano.

—No estoy feliz, Lilia—con un gesto de desagrado, el ángel dejo caer en las manos del otro ángel el juguete que hallara—Mata al responsable de esto—

Notas finales:

Continuara...


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