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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus encantadores y sensuales personajes me pertenecen y bla,bla, bla...

Ya lo dije antes pero lo repetire:

No tengo demasiado tiempo para actualizar mis fics a causa de mi horario de trabajo pero estoy en busqueda de uno nuevo. Mientras escribo los caps en un carton( dificil de creer?) hahaha...es cierto.

 

Rochel había estado en la tierra en no más de tres ocasiones y en todas ellas lo que más le había hecho feliz fue el regresar a su hogar en el cielo. No alcanzaba a comprender el espíritu autodestructivo del hombre y su estupidez al arrasar con cualquier cosa que supusiera una ganancia económica, no importándole si debía destruir la naturaleza, la fauna o incluso a sus propios hermanos, nada valía tanto como la vil riqueza.

El ángel creía firmemente que nada sería mejor para la tierra, que los seres humanos desaparecieran, bueno, hasta que conoció a Andrea Scott y todo lo que creía se transformó completamente. La mujer era una profesora de parvulario, una persona muy religiosa que vio peligrar seriamente su fe cuando él bebe que esperaba murió dentro de su vientre y como si su desgracia no hubiese sido poca, su esposo al saber que su hijo muriera se marchó de casa dejando completamente sola a la mujer.

El ser celestial fue testigo del sufrimiento y un tanto afligido por su desgracia comenzó a entablar con ella una pequeña amistad que creció hasta transformarse en algo más profundo. Rochel sabía muy bien que si en el cielo llegaban a enterarse de la naturaleza de la relación que mantenía con la humana, no pasaría ni un minuto antes que enviaran a alguien para darle caza y probablemente sería el líder del escuadrón en persona quien vendría a quitarle la vida. Rochel podía decirse sin temor a equivocarse que Aziel sentía placer al ajusticiar a sus propios hermanos.

Oyó algunos ruidos venir de la cocina, supuso que Andrea estaba preparando algo de comer para ambos. La mujer aun no sabía sobre su verdadera forma, era bastante obvio que no iba a decirle que él era un ángel ocupando como recipiente al cuerpo de un abogado, todavía no se sentía bien mentirle a la mujer pero no era seguro que ella conociera todavía la verdad.

— ¿Vas a quedarte a cenar, Peter?—la voz de Andrea lo hizo volver a la realidad, la mujer se había acercado en silencio y lo miraba con la duda escrita en sus ojos. Se había sujetado el largo cabello castaño en una cola y sobre el vestido color verde agua llevaba puesto un delantal. El ángel se sintió un poco mal al ver su nerviosismo pues cada vez que ella lo invitaba a comer él se negaba, los ángeles no tienen la necesidad de comer o de dormir pero no quería hacerle sentir mal, así que se levantó del sillón en donde estaba sentado, se acercó a ella y deposito un suave beso en su frente—está bien, querida—

La sonrisa que ilumino el rostro de la mujer hizo que el ángel sonriera también, aun no entendía bien cómo es que había llegado a tener sentimientos por ella pero como tantas otras veces en que había pensado lo mismo, desecho sus dudas y se enfocó en sonreírle al hermoso ser frente a él.

Después de cenar junto a la mujer, Rochel, se despidió de Andrea y se alejó por la acera caminando de la forma más normal posible, cuando estuvo fuera de su vista se desapareció.

Tras ver al hombre marcharse, Andrea sonrió débilmente mientras entraba al patio de su casa, se había transformado en una especie de ritual el quedarse en la acera y ver a Peter hasta que este doblaba la esquina y desaparecía de su vista. El hombre había llegado a su vida cuando perdiera toda sus esperanzas de reencontrar la felicidad, se asombraba que un hombre tan bueno como el no estuviera casado, lo único que le pedía al cielo es que Peter no fuera un gay frustrado.

 A pesar de no ser una gran jardinera, sin ayuda había logrado plantar muchos rosales y la gran mayoría de estos habían florecido llenando su hogar de hermosos colores, Andrea se detuvo al lado de uno de rosas rojas y se agacho para examinarlo mejor cuando una voz que venía de su izquierda llamo su atención:

—Andrea, cariño ¿ese era tu esposo?—Andrea se incorporó para mirar mejor a la otra mujer que la observaba desde la cerca que separaba su casa de la de la izquierda, su vecina: Ellen Johnson; una mujer de baja estatura y algo rollizo—estaba casi segura que eras soltera—

—Soy divorciada, señora Johnson, él es Peter y somos solo amigos—la mujer sintió sus mejillas enrojecer, después de todo ellos no eran precisamente amigos pero no iba a hablar de su vida privada con una mujer que conocía hacia solo unos días—un muy buen amigo—

—Me alegro muchísimo por ti, te lo preguntaba porque quería invitarte a cenar y me parece muy descortés de mi parte no invitar también a tu “buen amigo”—al decir esto último la mujer le guiño un ojo a la vez que se ponía un mechón de cabello negro tras la oreja—mi esposo y yo hemos querido invitarte a cenar desde que nos mudamos, fuiste tan amable con nosotros que queremos agradecértelo de alguna forma—

—No fue nada, señora Johnson—Andrea  no estaba muy segura si el haberles dicho cuando pasaba el camión de basura hubiese sido una gran ayuda, pero supuso que la pareja solo quería ser amable con sus vecinos—pero me sentiré muy feliz de cenar con ustedes cuando ustedes quieran—

—Oh, que felicidad no olvides decirle a tu amigo, estaremos esperándolos mañana a las ocho así que no vayan a dejarnos plantados ¿sí?—

Después de despedirse de su vecina, Andrea, entro en su casa seguida por la penetrante mirada de la mujer quien se quedó cerca de la reja unos cuantos segundos más antes de dar media vuelta y entrar en su propia casa. Cerró la puerta tras ella y atravesó la sala en dirección a la cocina, se acercó al fregadero y comenzó a lavar los platos sucios que allí se encontraban mientras tarareaba una canción. Repentinamente la figura de un hombre vestido con un traje de oficina apareció tras ella, sin embargo, la mujer siguió con lo que estaba haciendo sin siquiera darse cuenta que el hombre estaba acercándosele e iba a tocarla.

—Has regresado rápido ¿encontraste lo que te pedí?—el desconocido se detuvo en seco al oír a la mujer que siguió con lo que estaba haciendo—estoy completamente segura que tendremos visitas dentro de poco y no me gustaría no tener un regalo adecuado para ellos—

—Pese a que tuve algunos problemas para conseguirlo me alegra informarle que está todo listo—el hombre retrocedió hasta el umbral de la puerta cuando la mujer cerro el grifo y cogiendo un trapo comenzó a secarse las manos— ¿está segura que es correcto que hagamos esto?—

—Mi querido Christian, la vida merece ser vivida, aun a pesar de saber que probablemente tus acciones te lleven a una dolorosa muerte—La mujer volvió a colgar el trapo y se dio media vuelta para mirar al otro—además ya estoy cansada de vivir de esta forma ¿no lo estás tú también?—

—No podría cansarme jamás de estar a su lado—respondió el hombre a la vez que corría hacia ella y se lanzaba a sus pies—usted no puede imaginar cuanto la adoro—

—Puedo hacerlo, Christian, pero ya es tiempo de devolverle a mi buen amigo Aziel cada una de sus burlas, ya me canse de ser su juguete—mientras hablaba los rasgos de la mujer comenzaron a transformarse hasta que Adira apareció frente a los emocionados ojos del hombre—ellos vendrán por nosotros, Christian y es nuestro deber recibirles de la forma adecuada—

Tras besar su mano el hombre se incorporó y salió de la cocina, dejando sola a la bruja que se acercó a la ventana que daba al patio de su vecina, desde allí pudo ver a Andrea que estaba trabajando en sus rosales, inconsciente de la atención que despertaba en la criatura. Adira sonrió mientras sacaba de entre sus ropas una pequeña botellita llena de un líquido color verde esmeralda.

—No me dejas más opción querida…aún tengo hambre—

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Dean abrió los ojos a duras penas, lo suficiente para enfocar el celular sobre la mesita y desactivar la jodida alarma que lo hizo abandonar su merecido descanso. Iba a dormirse nuevamente cuando recordó que la noche pasada le había hecho a Mary la promesa que estaría allí cuando ella despertara, así que bostezando intento levantarse pero por más que lo intento no pudo huir del brazo que rodeaba su cintura.

— ¿A dónde vas, Dean?—

—Cass, déjame ir— se quejó intentando salir de debajo del brazo del ángel—quítame el brazo de encima—

Después de terminarse su segunda cerveza y ver como su hermano le dirigía sospechosas miradas a Gabriel, Dean había decidido que tenía suficiente de todos los secretos que esos dos creían estar ocultándole a él, Dean no era un idiota ni mucho menos pero no quería pensar que el hermano mayor de su ángel y Sam tenían algo más que solo amistad, aun tenía en la cabeza lo que Adira dijera sobre la relación de ambos. Cuando Sam le dio las buenas noches y el arcángel desapareció diciendo que tenía una dulcería que asaltar, los sentidos de cazador se encendieron en el rubio e iba a subir a la habitación de su hermano para descubrir la verdad, sin embargo, su propio ángel tenía planes distintos y cogiéndolo entre sus brazos los hizo aparecer a ambos frente a la puerta del cuarto de pánico. A pesar de las quejas de Dean, Castiel no lo bajo y tras abrir la puerta de una patada los hizo entrar a ambos al cuarto para pasar, según las propias palabras de Dean, una noche de sexo épica, el ángel parecía querer recuperar el tiempo perdido o borrar cualquier rastro que quedara de Aziel en su cuerpo, cualquiera de las dos opciones era válida.

Castiel le hizo el amor tan celestialmente como solo un ángel podía hacerlo, tanto que después de correrse por cuarta vez prácticamente le había hecho perder el sentido, aunque estaba muy seguro que el ángel no se había detenido allí y había seguido follandolo gran parte de la noche, basaba sus sospechas en el increíble dolor que le recorrió la baja espalda al intentar salir de debajo del brazo de Castiel, quien ignorando sus inútiles intentos lo jalo contra su cuerpo y apoyo el mentón en su cabeza.

—Cass, debemos levantarnos—repitió alejándose un poco para luego girarse hacia el—le prometí a Mary que estaría allí cuando ella despertara—

—Es muy temprano para que nuestra hija despierte—el ángel lo miro fijamente, sus ojos recorrieron su rostro hasta llegar a su boca y suavemente recorrió el contorno de sus labios con la yema de sus dedos—quédate aquí conmigo—

Un suspiro huyo de los labios entreabiertos un segundo antes de empujar su boca contra la suya, Castiel acuno su rostro mientras Dean pegaba su cuerpo al de él, mientras seguían besándose el ángel deslizo sus manos por su cuello y su abdomen hasta llegar a su cintura, desde donde lo sujeto para levantarlo y ponerlo sobre su cuerpo.

—Te dije que…debemos levantarnos—se quejó Dean notando como su propio pene comenzaba a cobrar vida tras notar la dureza del ángel—no voy a dejar que…maldita sea, Cass—

Pese a sus palabras, Dean, no pudo evitar que su cuerpo le traicionara y sus caderas se movieron friccionando su entrepierna con la del otro, Castiel apretó su agarre mientras repetía los movimientos del otro, jadeando cuando el cazador se incorporó sobre él y comenzó  a masturbarse.

—Tan hermoso…Dean—susurro recorriendo con sus manos su abdomen hasta llegar a su pecho, delineando cada musculo, subiendo por sus hombros, acariciando la marca que su mano dejara en el cuándo lo rescatara del infierno, la marca que los unía—déjame tomarte—

— ¿Q-Que tanto lo quieres…Cass?—gimió a la vez que movía el trasero en círculos provocando al ángel—vamos…dime—

—Tanto…te quiero tanto—respondió acariciando su vientre a la vez que Dean aceleraba sus movimientos, Castiel fijo su mirada en las manos del cazador, hechizado por su movimiento y por la humedad que hacia brillar la cabeza de su pene, deseaba tanto saborearlo pero sabía que si Dean seguía frotándose contra su cuerpo de esa forma no duraría mucho más. Volvió a sujetarlo por la cintura e hizo que juntara su pecho contra el suyo.

Mientras lo besaba deslizo sus manos por sobre su trasero, masajeándolo, separándolo para penetrarlo una vez más y aunque lo había hecho tantas veces durante la noche no podía cansarse de enterrarse en el cálido cuerpo de Dean, de oír los lindos sonidos que salían de sus labios ya hinchados de tanto besar. Alineo su miembro en su entrada y sin ningún aviso se enterró en el cuan largo era, Dean soltó una maldición mientras empezaba a empujarse hacia abajo, Castiel lo sujeto firmemente, moviéndose al compás del cazador, tocando una y otra vez su próstata, obligándole a gemir cada vez más alto. A pesar de lo mucho que le gustaba aquella posición, Castiel también había disfrutado muchísimo la vista que tuviera antes del cazador, así que valiéndose de su fuerza volvió a levantar a Dean e hizo que quedara montado sobre su regazo. El humano se quedó mirándolo sorprendido unos cuantos segundos antes que una sonrisa traviesa apareciera en su rostro y comenzara a frotar su entrepierna  contra la suya, Castiel le ayudo sosteniéndolo por la cintura a la vez que se movía debajo de él.

Dean sentía que el orgasmo estaba a punto de explotarle en el cuerpo, la posición en la que se encontraban hacia que las embestidas llegaran más profundo logrando alcanzar con cada movimiento su punto de placer.

—T-Tócate—la sonrisa regreso al rostro del cazador, su ángel era un pervertido y quería ver un espectáculo y por todos los infiernos él iba a dárselo. Sin dejar de sonreírle siguió saltando sobre su regazo al mismo tiempo que llevaba sus manos a su cuello y comenzaba a deslizarlas lentamente por su pecho, delineando y retorciendo sus pezones, bajando por sus abdominales hasta llegar a su duro pene. Lo sujeto por la base y comenzó a bombearlo lo más lentamente que pudo, su mano libre bajo un poco más hasta sus testículos los que comenzó a rodar entre sus dedos. Castiel seguía atentamente cada uno de sus movimientos con los ojos oscurecidos por la lujuria, no podía despegar sus ojos de la hermosa vista delante de él, simplemente esa imagen de Dean dándose placer era regresar al cielo…no, eso era infinitamente mejor. Cada vez que recordaba que Aziel se había atrevido a poner sus manos sobre Dean, una ira ciega lo llenaba, después de que aceptara que el humano era muchísimo más que solo su protegido su existencia se había volcado en cuidarle. El ángel no estaba seguro si estaba en lo correcto al llamar “amor” a lo que tenía con él pues aun no alcanzaba a comprender del todo ese sentimiento, sin embargo, si sabía que era muy parecido después de todo él era un ángel y todo el asunto de los sentimientos todavía no se le daba bien.

— ¡Cass! Y—ya no puedo…voy a correrme—la voz de Dean lo regreso al presente, el cazador estaba moviendo frenéticamente sus manos al mismo tiempo que subía la velocidad de sus caderas, el pre semen estaba escurriéndose entre sus dedos—Follame…Follame más duro—

Castiel apretó un poco más el agarre en la cintura de Dean, lo suficiente para dejar marcado cada uno de sus dedos en su piel. Empezó a empujar aún más fuerte su miembro en su trasero, mientras Dean se inclinaba sobre él y capturaba sus labios en un ardiente beso interrumpido solamente por sus ocasionales gemidos, Castiel estaba cumpliendo con sus expectativas al pie de la letra, dejo de masturbarse y se sujetó en el respaldo de la cama en un intento de resistir lo que el ángel estaba haciéndole. Rogo porque su hija no tuviese la idea de bajar a buscarlo, no quería que Mary lo viera gimiendo y montando al ángel como un mono en celo, Dean noto como Castiel elevaba sus rodillas y plantaba sus pies firmemente en la cama, su cerebro adormecido por el cansancio y el placer no comprendió lo que el ángel iba a hacer, no hasta unos segundos después lo supo cuando comenzó a follarlo como si se tratara de un taladro neumático…en otras palabras no iba a poder sentarse cómodamente en varios días . Dean rugió su liberación mientras su semilla se esparcía en el pecho de Castiel que hizo lo mismo en su trasero después de unas cuantas embestidas más.

Castiel no necesitaba como Dean recuperar  la respiración, él no se cansaría de tener sexo, no por lo menos en tres días, aunque estaba completamente seguro que el cazador no le dejaría follarlo tanto tiempo. Dean tenía su rostro enterrado en su cuello mientras recuperaba el aire, el ángel despego sus dedos de sus caderas y acaricio su espalda, deslizando suavemente sus manos por ella hasta llegar a su cabeza.

— ¿Cómo te sientes?—pregunto en su oreja a la vez que acariciaba su cuero cabelludo con movimientos circulares—no te hice daño ¿verdad?—

— ¿Estoy bien? Si, Cass, un puto ángel acaba de follarme hasta el próximo año, claro que lo estoy—Dean se levantó lentamente, gimiendo cuando el ya flácido pene del ángel se resbalara por su trasero—necesito una ducha ahora—

—Como tú quieras, Dean—el cazador soltó un pequeño gritito cuando el espacio a su alrededor se transformó en la ducha que estaba en el baño ubicado frente a su habitación. Dean le dio a Castiel una furiosa mirada al tiempo que intentaba retroceder, sin embargo, nada más dar un paso hacia atrás las piernas le tembló y de no ser porque su ángel le sostuvo hubiese terminado en el duro suelo.

—No me parece seguro que te bañes tu solo—para Castiel era bastante obvio que Dean estaba muy enfadado, aunque no entendía bien por qué—me quedare contigo—

— ¡¿Qué?! Lo único que tú quieres es follarme—enfadado Dean se liberó del agarre del ángel—estoy bien, ve a cuidar a Mary—

—Pero, Dean, no creo que tú estés…—

—Estoy perfectamente, ahora vete no me obligues a usar un sello—

Sin decir nada el ángel desapareció dejando solo al cazador, que suspirando se apoyó contra la pared más cercana, en verdad no le desagradaba para nada tener sexo con Castiel, pero a veces sentía que eso era lo único que lo único que el ángel quería de él, Aziel se lo había llevado por la misma causa, podía sonar como un pensamiento tonto pero aún no estaba verdaderamente seguro que había visto el ángel en él. Abrió el grifo de la ducha y regulo la temperatura del agua antes de meterse bajo el cálido chorro, sentía los músculos adoloridos, como si hubiese estado persiguiendo un hombre lobo a pie durante seis horas, creo una nota mental para recordarse que no debía perder la consciencia si el ángel de ojos azules estaba follandolo.

Más tarde, cuando salía de la ducha, se dio cuenta que no tenía nada para cubrirse exceptuando la toalla, así que envolviéndola en su cintura salió y se dirigió a su habitación, pero al acercarse se dio cuenta que la puerta estaba entreabierta, curioso se acercó a ver quién se encontraba dentro e iba a empujar la puerta cuando oyó la voz de su hija, quien parecía estar hablando con alguien más.

— ¿Dónde está papi?—Dean se dio una patada mental por haber roto la promesa que le hiciera a su hijita—él dijo que iba a despertarme pero… ¿él se fue otra vez?—

—No, Mary, el está duchándose, fue mi culpa que no fuera a despertarte—esa era la voz de Castiel, lo alegro descubrir que el ángel había hecho lo que él le dijera—él va a venir en cualquier momento—

— ¿No me estas mintiendo?—podía adivinar la desconfianza en la voz de su hija, algo que logro hacerle sentir peor.

—El no haría tal cosa, hija, Dean vendrá por ti—

— ¡Buenos días, nena!—exclamo Dean abriendo la puerta y entrando en la habitación, ya no podía soportar el que su pequeña creyera que no era querida. Mary estaba sentada en la cama al lado del ángel, al verlo entrar se levantó de un salto y corrió hacia el abrazándolo—Mary, vas a tirarme la toalla—

— ¡Papi, papi, papi!—grito dando saltitos mientras Dean sujetaba a duras penas la prenda que lo cubría— ¡vamos a jugar!—

—Mary, no puedo ir contigo sino me pongo algo de ropa, además tu tampoco te has vestido, aun tienes el pijama—cuando por fin pudo calmar a la pequeña la toalla se deslizo por sus piernas dejándolo en total y esplendorosa desnudez, Castiel y Mary se quedaron mirándolo boquiabiertos los segundos que tardo en volver a cubrirse.

— ¿Qué es eso, papi? Yo no tengo—Dean sintió sus mejillas enrojecer al oír la pregunta de la niña, miro enfadado al ángel que lo miro a su vez con cierta lujuria escrita en sus ojos azules.

—Cass, ni lo sueñes—gruño apretando la toalla contra su cuerpo, seguido por Mary camino hacia el armario en donde estaban sus cosas, busco su ropa interior, unos pantalones y una camiseta que lanzo sobre la cama—Mary, necesito que vuelvas a tu habitación—

— ¿Por qué?—volvió a preguntar la niña al mismo tiempo que tomaba la ropa y comenzaba a estirarla sobre la cama—papi, cuando fui a buscarte perdí mi Apple Jack ¿tú crees que el tío Gabe me de otra?—

—Mi amor, voy a vestirme…bien, si no quieres marcharte te pediré que mires a otro lado mientras me pongo la ropa—la niña asintió y volvió a sentarse en la cama, por su parte Castiel se quedó en donde estaba viendo fijamente lo que Dean hacia—cariño ¿Qué me decías de ese…Apple Jack?—

—El tío Gabe me dio un pony—

— ¿¡Ese idiota te dio un caballo!?—Dean termino de bajarse la camiseta y tomo asiento al lado de la niña para ponerse las botas—Mary, no puedes tener un caballo—

—Pero el tío dijo que yo podía tener uno—el rubio maldijo internamente al arcángel—perdí a Apple Jack cuando fui a buscarte—

—Cariño, nosotros no podemos mantener un caballo, ni siquiera tenemos…—“casa” Dean no pronuncio la palabra, se sentía avergonzado de sí mismo por no tener ni siquiera un techo para su hija, lo único que podía ofrecerle eran largos viajes en un auto y noches en moteles baratos. La vida que llevaban no era la indicada para un niño pequeño, bien lo sabían él y Sam—si quieres puedo comprarte un muñeco—

— ¡Pero si el tío Gabe ya me dio un muñeco y yo lo perdí!—el cazador enarco una ceja ante el enfado de su hija—te lo he dicho un millón de veces y no me entiendes…el tío hizo aparecer un Apple Jack y me lo regalo—

—Ya veo…le diremos al odio…digo, a tu tío que te de otro ¿bien?—por fin pudo entender lo que la niña estaba diciéndole, conforme la niña empezó a tararear una canción.

 Dean termino de ponerse las botas y se levantó para tomar en sus brazos a la niña, Castiel los observo un rato más y desapareció cuando ellos abandonaron la habitación. Vistió a la niña y luego de varios intentos de peinarla decidió que lo mejor sería dejarla con el cabello suelto. Ambos se dirigieron a la cocina en donde se encontraba solo Sam, bebiendo café, al verlos entrar se levantó de su silla y camino hacia su encuentro.

—Veo que tu papá intento peinarte—rio Sam deslizando su mano por el largo cabello rubio oscuro de la niña—aunque dudo que sus esfuerzos hayan dado frutos—

—Pues hazlo tú, debes tener más experiencia después de peinar tu colección de muñecas—Sam le dio una enfadada mirada a Dean que le sonrió de vuelta al tiempo que le enseñaba su dedo medio.

—Ja…que maduro eres—respondió con sarcasmo el menor  para después tomar de la mano a la niña y guiarla a la silla en la que él estaba sentado—Mary, como tu papá no podría peinarte ni aunque su vida dependiera de ello, me toca a mí hacer que te veas bonita—

—No vas a tener que esforzarte mucho, mi princesa es la niña más bonita de todo el mundo—declaro Dean con orgullo mientras cruzaba la cocina para servirse una taza de café— ¿A dónde se fue el idiota de Gabriel?—

— ¿P-Por qué tendría que saberlo?—

—Quizás deba cambiar esa pregunta por una más directa—Dean con una taza en la mano regreso a la mesa y tomo asiento frente a Mary, para él no había pasado desapercibido el temblor en la voz de su hermano— ¿Qué te parece esta? ¿Qué hay entre Gabriel y tú?—

—Nada, absolutamente nada—Sam no podía creer que estuviese teniendo esa conversación con su hermano, de pronto tuvo miedo de que el supiera que la pasada noche Gabriel había insistido en dormir juntos, ciertamente Gabriel no necesitaba dormir así que se había pasado gran parte de la noche manoseándolo hasta que inevitablemente lo había puesto duro—no creas que porque tu tuviste una relación con Castiel tanto tiempo a mis espaldas los demás somos de la misma forma—

—Sam, eso es harina de otro costal pero si debo sacar conclusiones esa es la única que me parece más acertada—Dean volvió a beber su café mientras Sam después de peinar el largo cabello de su sobrina había comenzado a trenzárselo—no puedo obligarte a que me digas—

—El tío Gabe y el tío Sam siempre están dándose besitos, papi—exclamo Mary con una enorme sonrisa—ellos son novios y se aman como tú y mi papá Castiel—

— ¿¡Eh!? Eso no es cierto, Mary, nosotros somos buenos amigos, solo eso—las mejillas de Sam asemejaban dos lindas manzanas—eso no es…ya sabes cómo son los niños—

Dean quería echarse a reír al ver su sorpresa, las palabras de Mary habían dado completamente en el clavo, Sam y el ángel estaban tratando de ocultar que tenían algo más que amistad, bueno, solo Sam, seguro como el infierno que Gabriel si su hermano se lo permitiera se lo estaría restregando en la cara ahora mismo. No estaba demasiado feliz con saber que el arcángel se había atrevido a poner sus ojos en su pequeño hermano pero no es que pudiese hacer mucho al respecto sin que Sam no lo odiara.

—Ya termine, cariño—murmuro Sam acariciando la cabeza de la niña que al bajar de la silla lo abrazo—te ves muy linda ahora—

—Gracias, tío Sam—dijo antes de salir corriendo en dirección a la puerta que daba al patio.

—No digas nada, Sammy, ya sabes que los niños no mienten—se carcajeo Dean mientras su hermano volvía a ocupar su silla—si quieres tener algo con ese tipo, es tu decisión—

—Dean…tu—Dean quiso tener su celular para tomarle una fotografía a su hermano, la expresión de su rostro era memorable—gracias, yo sé que él puede…—

—¡¡Papi!!—

El grito de la niña los hizo ponerse de pie a ambos en menos de un segundo, corrieron al patio trasero y lo que allí vio el dejo inmóvil. Mary sostenía algo en sus manos mientras de pie, a su lado se encontraba el mismo tipo que Adira había enviado para llevarse antes a la niña, el desconocido les sonrió antes de agitar su mano y desaparecer. Dean corrió hacia Mary y el tomo entre sus brazos, apretándola contra su pecho, pasado un rato la volvió a dejar en el suelo y la examino buscando alguna herida que el tipo pudiera haberle hecho.

— ¿Ella está bien?—pregunto Sam agachándose al lado de la niña que lo miro confundida—ese tipo era…—

—Uno de los sirvientes de Adira, nuestra amiga está comenzando a moverse—Sam se incorporó rápidamente al oír la voz de Gabriel. El arcángel y su hermano, Castiel, se hallaban a unos cuantos metros—la encontré hace poco pero aun no estoy seguro si deba acabar con ella—

— ¿Cómo que no estás seguro? Esa perra casi mata a mi hija—enfadado Dean se acercó a Gabriel quien se mantuvo muy quieto—estoy comenzando a creer que ella y tu están recuperando el tiempo perdido—

—Cuida tus palabras, cuñado, no queremos que Mary pierda a uno de sus padres—

—Lo único que cuidare será mi ropa cuando comience a arrancarte los dientes a puñetazos…—Dean iba a levantar su puño cuando oyó como Mary comenzaba a llorar, rápidamente se dio vuelta y se agacho para mirarla mejor—cariño ¿estás bien?—

—T-Tu ibas a golpear…a mi tío—sollozo la niña apretando el sobre que tenía entre sus manos—y—yo no quiero que…no quiero que le pegues—

—No hare tal cosa, estamos bromeando—Dean sabía que su vida jamás volvería a ser la misma, antes no le importaba si alguien podía molestarse con su actitud pero ahora que tenía una pequeña niña que dependía de él, no podría volver a comportarse como lo hacía antes y por alguna razón eso no le importaba en lo más mínimo, amaba a Mary más  que a su propia vida. Acaricio las mejillas de la pequeña y seco sus lágrimas antes de fijarse en el sobre que ella tenía entre sus manos— ¿Qué es esto, Mary?—

—El señor…el que estaba aquí me lo dio, él dijo que era para ti—la niña le entrego el sobre y se secó el rostro con la manga. Dean se incorporó y se quedó mirando a Castiel que se acercó para tomar en sus brazos a su hija mientras el abría con cuidado el sobre que ella le diera.

— ¿Qué es, Dean?—

—Una…una invitación…Adira nos invita a cenar— 

Notas finales:

Continuara...


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