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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus presonajes me pertenecen...el resto ya lo saben hahahaha

Sam siempre había considerado a su hermano mayor como un tipo duro. Cuando era pequeño, sabía que Dean se enfrentaría a cualquier cosa por él. Cuando él se iba a dormir era él y no su padre quien se quedaba despierto vigilando sus sueños. John Winchester había sido una figura paterna ausente, no lo culpaba demasiado por ello pero si debía decir quién era la primera persona en su lista, su hermano mayor siempre ocuparía el primer puesto. No era algo que se dijeran a menudo, tampoco eran de esas familias que tuvieran muestras de afecto constantes, solo lo sabían y ya. La familia Winchester recientemente había añadido un nuevo miembro a su pequeño círculo, un adorable miembro, si le preguntaban a Sam. Mary Winchester era la hija de Dean y Castiel, su única sobrina y el objetivo de una bruja nephilim.

— ¡Dean!—Sam apunto con su rifle y de un solo disparo derribo a Christian, quien con el impacto soltó al rubio.

Vio a su hermano caer también y levantarse no sin olvidar darle una patada al otro. Sonrió para sí mismo mientras volvía a apuntarle al espíritu que continuaba tirado en el suelo. Dean volvió a acercarse al círculo de fuego que rodeaba el lugar donde Castiel y el otro ángel estaban peleando.

Castiel rodo por el suelo justo en el momento que Aziel descargaba un golpe con su espada sobre él. Se puso de pie con algo de dificultad, sabía que el ángel estaba subestimándolo y si aprovechaba eso podría deshacerse de el en unos cuantos minutos más. Unos disparos le alertaron que su pareja se encontraba cerca. Efectivamente, el cazador se hallaba fuera del circulo de fuego, sosteniendo en sus manos una de sus tantas armas. Dean volvió a dispararle a Aziel intentando detenerle, algo que Castiel sabía muy bien era completamente inútil. Las balas no podían dañar a los ángeles, para ellos solo eran picaduras de mosquito.

—Deberías guardar ese ímpetu para más tarde. Hay ciertas cosas que quiero que probemos más tarde—Aziel se atrevió a voltear para mirar a Dean, algo que hizo enfadar a Castiel por dos buenas razones: la primera era que estaba subestimándolo y mucho…la segunda y no menos importante era que estaba coqueteándole abiertamente a su pareja—dame un segundo para encargarme de Castiel—

— ¡Jodete, puto ángel! La próxima vez que te toque será cuando te de una patada en las pelotas—las dulces palabras del cazador hicieron feliz a Castiel. El ángel de cabello negro rio y devolvió su atención al otro ángel, ignorando la bala que se encajó en su espalda— ¡demonios, Cass! ¡Mátalo de una vez!—

El ángel no respondió, pero le lanzo al rubio una clara mirada de “qué fácil es decirlo” antes de esquivar el ataque de Aziel. Dean no recordaba haber visto a su ángel peleando de esa manera y si debía ser honesto se veía genial. Sus ojos se encontraron con los del ángel y supo que Castiel había reconocido su anhelo. Si no fuera porque estaba en una pelea de vida o muerte se hubiese lanzado sobre él.

— ¡Si tienen tiempo para hacerse ojitos, podrían venir y liberarme!—la voz de Gabriel lo hizo regresar al presente, noto como sus mejillas enrojecían y aquello le hizo sentir como un idiota ¿Qué diría su padre si lo viera sonrojándose como una nena, en medio de una cacería?— ¡No volveré a repetirlo, maldita sea!—

Dean volvió a mirar la pelea que se estaba desarrollando frente a él, era un poco decepcionante saber que por mucho que deseara serle algo de utilidad a Castiel, el más indicado para eso era Gabriel. No lo admitiría nunca, pero en ese momento necesitaba al molesto rubio. Soltando el aire en sus pulmones se dio la vuelta para ir a liberar de su prisión de fuego al otro, sin embargo, algo lo sujeto por el pie y lo hizo caer al suelo. Dean se apoyó en sus antebrazos y se giró para ver lo que lo había hecho caer, aun sujetándolo vio al sirviente de Adira. Tenía un lado de la cara salpicado por su propia sangre, el disparo de Sam le había dado en el hombro haciéndole una fea herida.

—Creo haberte dicho que haría lo que fuera por hacer realidad los planes de mi ama—Christian lo arrastro hacia él unos cuantos centímetros para luego lanzarlo hacia el otro lado de la habitación. El cuerpo del cazador se estrelló contra la pared para luego caer sobre una mesita que allí se encontraba.

A duras penas, Dean se incorporó lo suficiente para ver a Christian avanzar hacia él. Mientras el sirviente de la bruja lo lanzaba como un muñeco de trapo tuvo la suerte de no dejar caer el arma con la que le había disparado a Aziel. Apoyo la espalda en la pared y levanto trabajosamente el arma, apuntándole a Christian quien sonrió al verlo.

—Te borrare esa puta sonrisa—murmuro Dean respirando con algo de dificultad, estaba bastante seguro que debía haberse quebrado alguna costilla al chocar con la pared. Le vacío el cargador del arma al otro, pero aquello no pareció tener efecto en Christian que continuo avanzando hacia él.

—Vas a tener que esforzarte un poco más, bueno, si es que de verdad quieres hacerme daño—Dean estaba a punto de lanzarle la pistola a la cabeza, pero no lo hizo pues estaba muy seguro que aparte de no servir para nada, eso le haría ver como una niñita asustada. Tanteo el suelo a su alrededor hasta que sus dedos se encontraron con algo que le hizo dibujar una sonrisa en su rostro—quizás  te golpee demasiado fuerte, pareces un idiota sonriendo así—

En el momento que Dean fue derribado por el sirviente de Adira, Sam volvió a apuntarle con su rifle e iba a disparar otra vez cuando Adira apareció a su lado y cogió el cañón del arma, levantándolo en el momento que Sam apretó el gatillo. Aun sorprendido por la repentina intervención de la bruja, el cazador se quedó mirándola unos cuantos segundos antes de intentar golpearla con la culata del arma. El golpe le dio de lleno en el rostro a la mujer haciéndola retroceder un paso, sin embargo, cuando Sam iba a dispararle ella volvió a tomar el cañón y golpeando con su propia arma al cazador lo tiro al suelo.

—No intervengas, Sammy, a ti te voy a necesitar después—con un movimiento de su mano lo envió a la pared, en donde lo mantuvo inmovilizado—te quedaras aquí, no queremos hacer enfadar a Gabriel, ni te imaginas como se pone cuando se enoja—

Adira miro a su alrededor, Castiel y Aziel seguían peleando sin fijarse en lo que estaba pasando a su alrededor. Gabriel permanecía en su prisión de fuego, estaba bastante segura que la había visto maltratar a su pareja, pero eso en vez de asustarla la hizo sonreír. Christian estaba divirtiéndose con el hermano de Sam, esos molestos hermanos estaban a punto de transformar su patética e inútil existencia en algo más. Todo, absolutamente todo estaba resultando como debía. Regreso al sillón en donde Andrea se debatía apresado por sus propios sueños. La observo un rato antes de inclinarse sobre ella e iba a poner un mechón de su cabello tras su oreja cuando se dio cuenta que su mano estaba poniéndose de color negro, la enfermedad estaba afectándola demasiado rápido, pero debía hacerlo de esa forma o no podría llevar a cabo el ritual. Un poco más y podría olvidarse de esa enfermedad que estaba consumiéndola, podría usar sus poderes sin límite alguno.

Volvió a sentarse al lado de Andrea y chasqueo sus dedos, una puerta apareció en una de las paredes y se abrió sin ruido revelando un cuarto a oscuras. Sam quien no podía moverse, pudo ver que algo brillaba en medio de la habitación aunque aquello no duro demasiado. Estaba seguro que la bruja haría aparecer a otro de sus sirvientes que los atacaría, se sentía como un completo inútil allí sujeto a la pared pero su ánimo mejoro cuando vio que quien salía por la puerta era Rochel.

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Rochel seguía sumido en oscuros pensamientos cuando la falsa Andrea volvió a entrar en la habitación en la que estaba encerrado. Le molestaba profundamente que ese tipo hubiera tomado la forma de su pareja, era obvio que lo hacía solo para hacerle enfadar y podía asegurar que estaba cumpliendo muy bien con su objetivo. No sabía cuánto tiempo llevaba metido en ese círculo de fuego, no tenía forma de medir el tiempo pero creía que eran por lo menos cuatro horas, bastante tiempo como para que quien fuera le hubiera atrapado hiciera lo mismo con alguno de los cazadores. El espíritu volvió a burlarse de él, bailando alrededor de su prisión al tiempo que soltaba grandes carcajadas.

—¿Cuánto tiempo más me tendrán aquí?—se atrevió a preguntar a pesar que era muy posible que la criatura no le dijera nada—este aceite no ardera por siempre—

—Lo sabemos muy bien, angelito, nuestros invitados ya llegaron así que dentro de poco mi ama te llamara a ti también—aquello llamo la atención del ángel, debía enterarse a toda costa de la identidad de su captor y así podría hacer un plan para enfrentarlo o en peor caso: huir –solo debes esperar un poco más—

— ¿Quién es tu ama y que quiere de mí?—lo primero era reunir información sobre el amo de la criatura—estoy seguro que no es tan tonta como para atacar a un ángel, esto tendrá consecuencias para ella—

—Lamentablemente los únicos que sufrirán esas consecuencias serán todos ustedes, mi ama Adira está a punto de obtener todo el poder que necesita para destruirlos—el espíritu se detuvo frente a él y se quedó mirándolo—por mucho tiempo hemos estado bajo sus pies, es hora que seamos nosotros quienes demos las ordenes ¿no?—

—Eso nunca sucederá, no hay criatura lo suficientemente poderosa como para matar a todos los ángeles, tu ama pronto será nada más que un cadáver. Jamás podría siquiera igualar el poder de mis superiores—la criatura rio un rato antes de alejarse hacia la puerta y abrirla, Rochel estaba muy seguro que volvería a dejarlo solo. No había logrado averiguar a qué se enfrentaba pero si podía asegurar que Adira pronto tendría su espada clavada en el corazón—el fuego no ardera por siempre y cuando se apague te juro que tú serás a quien primero destruya—

—No es necesario, ángel, es hora que hagas tu entrada—la criatura se alejó hacia la puerta y se quedó parada en el umbral mirándolo—mi ama y los demás invitados están esperándote. No los defraudes y recuerda, ninguno de ustedes saldrá de aquí con vida—

Pasados unos cuantos segundos después que la puerta se cerrara, el fuego que rodeaba al ángel comenzó a extinguirse lentamente. Rochel sentía como un horrible presentimiento comenzaba a crecer en su cabeza. Aquello era una trampa con todas sus letras y lo peor de todo es que tenía que jugar con las reglas de la tal Adira. Tras su fracaso al intentar desaparecer de aquel lugar se dio cuenta que el único camino que le quedaba era salir por la misma puerta por la que lo hiciera la falsa Andrea, aquello era como entrar a la boca del lobo pero era muy obvio que no tenía otro camino. Camino hacia la puerta y se detuvo frente a ella el tiempo necesario para tantear la empuñadura de su espada, aun se preguntaba qué clase de secuestrador dejaba a su víctima con su arma, un secuestrador muy estúpido se dijo a si mismo segundos antes de girar la perilla de la puerta y abrirla.

La escena que vio delante de sus ojos no pudo menos que dejarlo con la boca abierta. Metros más allá vio una pelea de dos ángeles rodeados por un círculo de fuego, reconoció a uno de ellos como Aziel pero al otro no pudo identificarlo. Su mirada salto a otro círculo de aceite ardiendo que rodeaba a Gabriel. Sam Winchester se hallaba inmóvil, apoyado en una pared seguramente sujeto a ella por el mismo agarre invisible que lo atrapara a el antes cuando se apareció en la casa de Andrea.

— ¡Rochel, ayuda a mi hermano!—exclamo el humano, el ángel miro a su alrededor hasta que sus ojos se toparon con la pelea que estaba teniendo el mayor de los hermanos con un tipo que tenía clavada en el cuello algo que parecía la pata de una mesa o una silla— ¡mata a Adira!—

“¿Adira?”

Ese era el nombre de la ama del maldito espíritu que había estado burlándose de él y lo más probable es que fuera también quien lo encerrara en ese círculo de fuego. Corrió hacia Dean y lo protegió con su cuerpo del siguiente golpe que iba a recibir, después tomo por los hombros al tipo que lo había atacado y lo lanzo lo suficientemente fuerte para que chocara con la pared más alejada.

—Esa, sí que es una buena entrada, Rochel, debo darte puntos por defender a la dama en peligro—el tiempo se detuvo completamente para el ángel cuando desvió su mirada al sitio desde el cual oyera aquella voz. Andrea, la verdadera Andrea estaba inconsciente en el sillón y sentada a su lado se hallaba a quien reconoció de inmediato como Adira y como si no fuera suficiente, la mujer era una nephilim—pero como ya te habrás dado cuenta, la verdadera dama a la que debes rescatar está aquí, soñando con su alado príncipe azul—

—Aléjate de ella, te enviare a ti y a todos tus horribles sirvientes al infierno—

—No creo que eso sea posible por el momento, pero me alegra decirte que estoy a punto de ofrecerte algo que quizás cambie por completo tu existencia—la bruja se inclinó sobre Andrea y acaricio su mejilla—probablemente no lo sepas pero le he dado a mi amable vecina una poción que perfeccione con la bella hija de Dean y Castiel, es algo especial que hace envejecer rápidamente a quien lo beba y lo único que necesito para hacerlo funcionar es…chasquear mis dedos ¿fácil, no?—

Nada más chasquear sus dedos, Andrea abrió los ojos y miro a su alrededor, encontrándose con el rostro de Adira que la miraba también. Al reconocerla soltó un grito y se alejó rápidamente de ella, levantándose del sillón para tratar de huir de ella, pero en el momento que sus pies tocaron el suelo sintió como sus fuerzas la abandonaban. La respiración comenzó a fallarle al tiempo que un intenso dolor empezó a recorrer su cuerpo. Quería poner la mayor distancia posible entre ella y la mujer que la secuestrara, así que comenzó a arrastrarse por el piso, de repente sus ojos se encontraron con los de quien había deseado ver con todas sus fuerzas.

— ¡P—Peter, ayúdame! ¡Llama a la policía, esa mujer…agghh!—el espasmo de dolor que volvió a recorrerla la hizo gritar, rápidamente Rochel fue en su ayuda y la sujeto entre sus brazos. La mujer se retorcía como si algo estuviera quemándola por dentro—¡¡P—Peter…duele…mucho!!—

—Andrea…hare que te sientas mejor—susurro cerca de su rostro al tiempo que ponía la palma sobre su vientre, pero el dolor que la mujer estaba sintiendo no pareció acabar. Volvió a retorcerse mientras sujetaba el brazo de Rochel — ¿Qué es esto…? ¡Que le has hecho!—

—Lo único que hice fue asegurarme que todos mis planes resulten apropiadamente, la chica estaba en el momento y en el lugar equivocado—Adira volvió a chasquear sus dedos y el suelo al lado del sillón comenzó a desaparecer—si lo piensas mejor te darás cuenta que todo es tu culpa por involucrarte con ella. Ustedes los ángeles se creen demasiado, lo único que hacen es joder la vida de todos los que tienen la mala suerte de cruzarse con ustedes—

Una especie de plataforma comenzó a elevarse al lado de Adira. Lo primero que pudo ver Rochel fue el rostro asombrado de un hombre que al igual que él, minutos antes, estaba rodeado por un círculo de fuego. Personalmente no conocía al otro ángel y no tenía ni la más mínima idea cual era el plan de la bruja. Rochel estaba seguro que si no hubiese estado dentro del círculo de aceite, el ángel se hubiese lanzado contra la nephilim. Adira en cambio rio al ver la ira con la que el ángel la miraba, se levantó del sillón y camino tranquilamente hasta quedar a algunos centímetros de él.

—Este es Nathan, salvare a tu novia si lo matas por mi—Adira se volteo a verlo con una mueca de dolor en su rostro. El ángel podía jurar que la mejilla de la mujer se veía algo más oscura, pero desvió su mirada de ella al oír a Andrea jadear entre sus brazos. El rostro de la mujer estaba crispado por el dolor, aunque eso no fue lo que más le llamo la atención. Su largo cabello castaño había comenzado a volverse blanco y su piel antes tersa ahora se veía cenicienta y surcada por algunas arrugas—como podrás haberte dado cuenta, Andrea, ha comenzado a mostrar los primeros signos del envejecimiento, pronto será una anciana y más tarde solo será polvo. Te lo diré una sola vez, es ella o este tipo que no has visto en toda tu vida ¿Qué decides?—

Rochel observo aterrorizado como Andrea seguía envejeciendo, si seguía así las palabras de Adira se harían realidad. No tenía idea de cómo salvarla, la bruja la había obligado a beber una poción que la mataría y él no podía hacer nada por impedirlo. Tenía dos opciones: asesinar a uno de sus hermanos o perder a la mujer que amaba.

Con toda la suavidad que pudo dejo a Andrea en el suelo y se puso de pie mientras sacaba su espada, había tomado una decisión y esperaba que algún día fuera perdonado por ella.

 

Notas finales:

Continuara...


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