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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus deliciosos y bajos en grasa personajes me pertenecen, sino a sus respectivos autores y bla, bla ,bla

hahahaha!!

 

Sam se sentía bastante agradecido de que su novio fuera una criatura con poderes más que sorprendentes, de no ser así, lo que en esos momentos estaba haciendo no podría estar sucediendo. El sonido de las olas chocando era tranquilizador, pero su corazón seguía latiendo muy rápido.

Esa mañana tras despertar acostado junto al ángel que lo mantenía firmemente apretado a su lado, se encontró con los ojos dorados de este observándolo fijamente. Se acomodó sobre su pecho, acariciando lentamente su piel desnuda. En realidad ninguno llevaba ropa, Gabriel no había dejado dormir a Sam más de dos horas, si no hubiera sido porque el cazador se durmiera el ángel habría seguido haciéndole el amor hasta que el sol saliera. El sexo con Gabriel había sido algo alucinante, algo que jamás había experimentado en toda su vida. El arcángel hizo que cada experiencia anterior se fuera al tarro de la basura, Gabriel le hizo literalmente tocar el cielo con cada orgasmo.

— ¿Tengo algo en la cara?—pregunto acariciando su pecho con la yema de sus dedos, de pronto su sonrisa fue intercambiada por una mueca de desagrado—dime que no me oíste roncar o algo así—

—No puedo mentirte, roncaste como un oso pero eso no es algo que me moleste—el ángel le sonrió mientras se inclinaba para depositar un beso en su frente—la verdad es que no había oído algo tan sexy antes—

—Ja, ja, ja…eres un sueño hecho realidad—Sam se acercó con claras intenciones de besarlo pero cuando su rostro estuvo cerca de el del ángel dejo salir un gran bostezo—mmm, lo siento, creo que necesito dormir un poco más—

— ¿Dormir? No hay tiempo para eso, aún tenemos muchas posiciones que probar—se quejó el ángel apretando la sabana que los cubría y lanzándola al suelo dejándolos a ambos al descubierto—vamos a reescribir el Kama Sutra, mi alce—

Cualquier queja que Sam tuviera se perdió en el infinito cuando sus ojos bajaron por el cuerpo del rubio hasta llegar a su despierto miembro, bueno, no es como si el no estuviera en las mismas condiciones pero de alguna forma verlo le sorprendía un poco. Inconscientemente se pasó la lengua por los labios algo resecos, movimiento que fue seguido atentamente por el otro que sin poder aguantar más lo sujeto por la barbilla y lo acerco hacia sí mismo para besarlo. Sus lenguas se movieron al mismo ritmo mientras sus manos descendían por el cuerpo contrario, palpando y acariciando cada parte, intentando memorizar el cuerpo contrario. Sam se alejó de la boca de Gabriel para recuperar el oxígeno que el arcángel no necesitaba. Gimió cuando su mano bajo hasta su entrepierna y comenzó a masturbarle pausadamente.

—Ahora, haremos algo un poco diferente—susurro subiendo la velocidad—móntame—

— ¿M-Montarte?...yo…espera—definitivamente, su vida sexual ya no iba a ser la misma. Rojo como un tomate, el cazador se incorporó y apoyándose en los hombros de Gabriel hizo lo que este le pidiera. Paso una pierna por sobre su cintura y con suavidad se sentó sobre su cintura, intentando no lastimarlo— ¿ahora qué?—

—Pues lo único que se me ocurre es…—

La sonrisa traviesa en el rostro del arcángel se transformó en una mueca de frustración cuando unos golpes se oyeron en la puerta, seguidos por la voz de su pequeña sobrina:

— ¡Tío Sam, tío Gabe! ¡El desayuno está listo!—ambos se miraron entre si algunos segundos antes de volver a oír golpes en la puerta— ¡comeremos tarta de manzana!—

Con un suspiro de derrota, Sam, bajo del regazo del ángel y se sentó a su lado mientras buscaba con su mirada la ropa que Gabriel esparciera pero antes que pudiera bajar de la cama para empezar a vestirse, el arcángel chasqueo sus dedos y ambos aparecieron vestidos fuera de la habitación, tras Mary que aún se encontraba frente a la puerta. Con una sonrisa malvada, el arcángel se inclinó sobre el hombro de la niña y el beso en la mejilla. Sorprendida la niña soltó un chillido que logro hacer que sus dos padres aparecieran, el primero sosteniendo su pistola y el otro su espada. Al ver la sonrisa burlona de Gabriel su expresión de miedo se transformó en una de enfado, Sam le dio un pequeño empujón al rubio y cogiendo la mano de su sobrina se dirigió al comedor.

Gabriel le había dicho que esa casa y la isla pertenecían a alguien muy famoso. Cuando le pregunto el nombre de esa persona, el ángel solo se había echado a reír antes de volver a lanzarse sobre el para seguir haciéndole el amor. En verdad era una casa bonita, cómoda y llena de todos esos lujos a los que ellos no estaban demasiado acostumbrados. Pasaron por una sala en la que se encontraban unos sillones enormes frente a una aún más enorme pantalla de televisión. La luz de la mañana, que entraba por los grandes ventanales, bañaba toda la habitación haciendo refulgir una vitrina donde podían apreciarse varios premios, Sam podía jurar que había visto uno muy parecido a un Oscar.

—Tío Sam ¿Por qué no fuiste con nosotros a la playa ayer?—la pregunta de la niña lo tomo por sorpresa, no podía decirle que Gabriel prácticamente lo había secuestrado para hacerle el amor toda la tarde y gran parte de la noche—mi papi me enseño como enterrar a mi papá Castiel en la arena—

—Eso se oye divertido pero ayer Gabriel y yo estábamos…Emm…leyendo—la niña lo miro confundida unos segundos antes de sonreírle.

—Mi papá dice que es malo mentir—dijo antes de soltar su mano y correr hacia la mesa en donde ya se encontraba servido el desayuno.

Sam la siguió con las mejillas sonrojadas, definitivamente su sobrina era una caja de sorpresas. No iba a preguntarle a que se refería con esas palabras, se sentó frente a ella y espero a que su hermano y los ángeles también lo hicieran. Ni Gabriel o Castiel necesitaban comer pero ambos se sentaban junto a ellos para acompañarlos, algo que él consideraba muy atento de su parte. El ángel rubio se sentó en la silla a su lado y se quedó mirándolo confundido unos segundos antes de sonreírle.

— ¿Qué sucede? ¿Quieres terminar lo que empezamos en el cuarto?—pregunto deslizando su mano bajo la mesa y acariciando la rodilla del cazador—sabes que yo siempre estoy listo y dispuesto—

—Por favor, hay niños presentes y por si no fuera poco no quiero empezar mi día vomitando—Gabriel se giró hacia Dean con la ira impresa en su mirada, Sam conocía la mala relación entre ambos así que no debía arriesgarse a que su pareja le jugara a su hermano una de sus bromas o eso terminaría muy mal—dejen sus jueguitos para más tarde ¿Qué harán hoy?—

—¿Por qué lo preguntas?—era inútil pretender que su hermano no sabía lo que había pasado el día anterior, Gabriel fue muy obvio al sacárselos de encima enviándolos a la playa—en realidad, no estoy seguro que vayamos a hacer hoy, aunque espero pasar el día junto a mi sobrina esta vez—

— ¿Con ellos? Digo, no tengo problema con estar con mi princesa pero pasar un día con Dean sería peor que una reunión familiar con Michael y Lucifer—murmuro Gabriel llevándose a la boca una paleta de dulce que saco de su bolsillo—si quieren que seamos niñeras solo díganlo—

—No te dejaría con Mary aunque fueras la única criatura con vida en el universo, solo quería saber para marcharme a la playa de inmediato para evitar que volvieras a hacernos aparecer allí, sabes cuánto odio la sensación que me deja en el estómago eso—Dean le dio un sorbo a su taza de café y cuando la bajo, se quedó mirando al ángel unos segundos con el ceño fruncido—no tienes idea cuanto me molesta esto, pero mi familia es más importante y si Sam quiere perder su tiempo contigo es su problema—

—Dean, por favor, Gabriel, al igual que Cass también es parte de nuestra familia ahora—raras veces Sam defendía al ángel y no es porque no lo quisiera sino porque sabía que él podía defenderse perfectamente solo—sé que a pesar de lo mucho que dices odiar a Gabe, tu si confías en el así que yo también confiare en ti y te diré que será mejor que se vayan en media hora o tendrás que empezar a explicarle a Mary el cuento de la abeja y la flor—

— ¿Papi, me vas a contar un cuento?—la niña que había permanecido en silencio se giró hacia Dean que observaba enfadado esta vez a su hermano— ¿vamos a ir a la playa?—

—Eres malo, alce, pero me gusto que me defendieras—Gabriel rio de buena gana mientras Dean trataba que Mary olvidara lo que Sam dijera— ¿y sabes qué? Me gustó tanto que nos iremos ahora mismo…¡¡adiós chicos!!—

Antes que Sam pudiera decir algo, Gabriel los había transportado a otro lugar, que para alegría del humano no era la habitación en la que pasaran la noche sino una especie de mirador privado. Sam miro a su alrededor, apreciando la hermosa vista que los rodeaba. Estaban sobre una plataforma de madera ubicada a varios metros de las rocas donde las olas rompían, cerca se encontraban algunos sillones que rodeaban lo que parecía ser una chimenea hecha de roca. Se acercó al borde y observo algunos segundos como el mar embestía contra las rocas, unas manos rodeando su cintura le hicieron saber que su pareja requería su  atención, así que se giró entre los brazos del ángel y se quedó mirándolo.

— ¿Te gusta? Sé que ayer me comporte como un perro en celo así que imagine que querrías estar algo más tranquilo, aunque ya sabes, si quieres sexo desenfrenado solo debes decirme y yo…—

—No lo creo, estoy muy bien así—era gracioso ver al gran ángel Gabriel con esa cara de sorpresa, probablemente estaba seguro que él se lanzaría a sus brazos—es lindo solo pasar tiempo juntos, solo abrazarnos y eso—

— ¿Te divierte verme suplicar por sexo, no?—

—No, solamente me sube el autoestima saber que vas a suplicarme por sexo—rio el cazador inclinándose para besarlo tiernamente en los labios—me gusto ver tus alas ayer—

—Esas no eran mis alas verdaderas, si te las mostrara probablemente te quemarías al instante y ni tu ni yo queremos eso ¿verdad?—el arcángel movió su mano por la cintura de Sam acariciándolo lentamente antes de colarse bajo su polera—no sabía que te excitara verme con mi armadura, debería haberlo hecho antes—

—Eso me hace sonar como un fetichista—rio Sam separándose de el— ¿me concedes un deseo?—

—El que tú quieras, mi alce—

—Quiero un lugar para recostarnos y disfrutar de esto, puedes hacer aparecer…—antes que Sam pudiera terminar de hablar, Gabriel había chasqueado sus dedos y una cómoda cama tamaño familiar apareció a unos pasos—vaya, sí que eres rápido—

—Solo muy eficiente, ven aquí y hagamos algo divertido—Gabriel se quitó la chaqueta y se dejó caer sobre las sabanas. Sonriendo Sam le dio la vuelta y subió por el otro lado para recostarse junto a el—bien ¿Qué tal si empezamos con el misionero y seguimos con la posición del perrito…?—

—Creo haber dicho que disfrutaríamos esto, además, aun me duele allí abajo por culpa del tipo alado con el que me acosté ayer—Sam volvió a sonreír mientras acomodaba la cabeza sobre la almohada al lado de la del ángel—Gabriel ¿de verdad odias a Dean?—

—Francamente es difícil no hacerlo, pero entonces recuerdo que solo me detesta porque tengo a su hermano menor, aunque si lo pienso él tiene al mío…quizás haga aparecer algunos gatos en su cama—riendo el cazador le dio un golpe para después rodear su cintura con su brazo—está bien, además es obvio que yo soy el ganador—

— ¿Qué crees que pasara con Aziel?—aunque Mikael les había dicho que el ángel estaba encerrado en una prisión aguardando su juicio era algo imposible para Sam no pensar en la seguridad de su sobrina. Aziel era el antiguo líder del escuadrón de inquisición que se encargaba de eliminar a los nephilim, pese a que ahora se encontraba encarcelado no podía evitar temer que eso solo fuera parte de algo más grande—Mikael dijo que él estaba encerrado pero no puedo evitar pensar que podría escapar y venir por Mary—

—Haces bien en no confiar en ellos, esos tipos ocultan demasiadas cosas y estoy seguro que no les agrada saber que hay un nephilim vivo en la tierra, pero no te preocupes por Mary, ella nos tiene a nosotros—el arcángel llevo su mano al abdomen de Sam y levanto su ropa hasta la altura de su pecho— ¿alguna vez te has preguntado cómo hubiera sido ser tu quien se embarazara y no tu hermano?—

— ¡¿Q-Que…?! ¿Te sientes bien?—Sam rio sujetando la mano del ángel. Quizás no se lo confesara pero se había preguntado exactamente lo mismo—eso no sucederá, me alegra decir que Adira está muerta—

—Pero, Sammy, no puedes negar que te hubieras visto encantador con una gran barriga. Yo hubiera sido el padre más feliz de todos—mientras hablaba, Gabriel, volvió a acariciar el estómago del humano que soltó un gritito de asombro cuando vio crecer su estómago hasta parecerse al que su hermano mayor tuviera mientras estaba embarazado—¿se te ocurre algún nombre para nuestro retoño?—

—Dios, Gabe, estás loco…esto es tan extraño—murmuro Sam al tiempo que llevaba su mano a su  abultado estómago y lo acariciaba—dime que no me has embarazado de verdad, no estoy seguro que pueda actuar calmadamente—

—No haría algo que tu no quisieras, pero es que de verdad necesitaba verte de esta manera, soy un pervertido—Gabriel se incorporó y paseo su mirada sobre el cuerpo del cazador, un temblor recorrió su cuerpo al ver la lujuria reflejada en los ojos dorados del arcángel— ¿te gustaría que nuestro hijo te diera una patadita?—

— ¿Lo pervertido se pega?—con una sonrisa traviesa Gabriel movió su mano sobre estomago de Sam quien no pudo contener un jadeo de sorpresa al sentir algo moverse en su interior, no era algo que pudiera comparar con nada que hubiera sentido antes. El arcángel a su lado sonreía, se veía tan feliz que Sam inconscientemente sintió que lo había defraudado—Gabe, esto es tan extraño… ¿te hubiera gustado que yo pudiera también embarazarme?—

—Eso no es importante, tú eres mi pareja y no me importa que puedas o no tener hijos. Sammy, tu eres la galleta en mi helado, ya no puedo concebir la vida sin ti—con otro movimiento de su mano el estómago del cazador volvió a la normalidad. El arcángel se inclinó sobre él y acercándose le robo un profundo beso antes de alejarse y empezar a bajar lentamente su pantalón— ¿has disfrutado suficiente el paisaje?—

—De hecho, creo que estoy mirando algo mucho mejor—riendo el cazador levanto un poco las caderas para facilitarle la tarea de desnudarlo— ¿así que se supone que reescribiremos el Kama Sutra?—

—Pues si quieres podemos hacerlo más tarde, ahora solo quiero hacer el amor contigo—sin borrar la sonrisa de su rostro el ángel le termino de bajar los pantalones a Sam. Se entretuvo unos segundos más quitándole los zapatos y los calcetines, el cazador estaba seguro que estaba haciéndolo a propósito pero le divertía verlo hacer eso, normalmente ya lo hubiera desnudado usando sus poderes. Cuando por fin lo tuvo desnudo de la cintura hacia abajo abrió sus piernas y puso una de ellas sobre su hombro— ¿lo hemos hecho así antes?—

Sam iba a responder pero Gabriel adelantándose hizo que sus propios pantalones y ropa interior desapareciesen. Arrimo su miembro a la entrada del cazador y tras tantearlo un poco lo penetro sin más preámbulos. El pelilargo gimió mientras el ángel se clavaba en su interior, a pesar de haber hecho lo mismo hacia unas cuantas horas, la sensación de sentirse lleno aun le resultaba algo rara. Gimió cuando Gabriel comenzó a moverse, rozando aquella parte dentro de él que lograba enloquecerlo.

El arcángel sujeto firmemente la pierna de Sam al tiempo que incrementaba la velocidad de sus movimientos, solo conocía una palabra para definir lo que en esos momentos sentía “Gloria”, el humano lo hacía sentirse como si estuviera de vuelta en el cielo, las expresiones que le mostraba mientras lo penetraba lo volvían loco. Sam no alcanzaba a comprender el poder que tenía sobre él, la forma en que cualquiera de sus gestos podía hacerle cambiar de parecer. Acaricio sus muslos, excitándose por la dureza de sus músculos, agradecía a su padre el que su camino se hubiese cruzado con el de los Winchester, amaba a Sam más de lo que había amado alguna vez a otro ser. Quería hacerlo feliz de todas las maneras posibles, no quería que nada ni nadie pudiese dañarlo alguna vez.

Bajo la pierna que mantenía sobre su hombro e hizo que rodeara su cintura con ella. Afirmándose en sus brazos se agacho y comenzó a besarlo. Mordisqueo suavemente sus labios, tironeando del inferior para después succionarlo. Sam gimió al tiempo que acariciaba su espalda, sus dedos chocaron con la ropa que Gabriel aun llevaba puesta, quizás si tuviera razón al decir que era un tanto fetichista porque el hecho que aun ambos llevaran algo de ropa se le antojaba algo muy excitante. La velocidad de los movimientos del ángel se incrementó al igual que los gemidos que a duras penas Sam intentaba contener.

—S-Sammy…mierda—Gabriel enterró la cara en el cuello del humano, aspirando su aroma y sintiendo como se acercaba al orgasmo— ¿Qué haces? ¿A dónde…?—

—Voy a…a montarte… ¿n-no te gusta?—una sonrisa ilumino el rostro del cazador que se acercó para besarlo una última vez antes de lograr que el ángel se girara junto a él, dejando al pelilargo arriba de su cuerpo. Sam dejo salir un gemido más largo cuando sintió como el pene de Gabriel llegaba más profundo en su interior, se acomodó sobre él y comenzó a saltar sobre su regazo.

—Mierda…Sammy, más rápido—Gabriel sujeto al cazador por la cintura, necesitaba que fuera más rápido. Ver el fibroso cuerpo de Sam moviéndose sobre el suyo, sus músculos abdominales flexionándose con cada embestida lo enloquecía, llevo sus manos a su cadera y lo sujeto al tiempo que el también comenzaba a moverse. Cuando oyó su nombre entre los labios del otro supo que se acercaban al final. Jalo a Sam hacia el para besarlo y mientras devoraba su boca llevo una de sus manos a su miembro para masajearlo, intentando que se corriera antes que él. Gritando el nombre del ángel, Sam derramo su semilla entre ambos estómagos. Gabriel se empujo una cuantas veces más antes de correrse también, llenando al otro de su propia semilla.

—D-Dios…Gabe…eso fue increíble—Sam enterró la cara en el pecho del ángel, intentando recuperar un poco el aliento—ahora no me molestaría dormir un poco—

— ¿Dormir? Pero si solo lo hemos hecho una vez. Por si no te diste cuenta, Sammy, yo necesito más que eso para cansarme—rio el celestial cuando el cazador levanto su rostro para mirarlo con incredulidad—no me mires así y esta vez nada va a detenerme, bella durmiente—

 

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Aziel no sabía cuánto tiempo llevaba exactamente encerrado en esa celda. No podía notar el paso del tiempo, naturalmente, eso para los ángeles no significaba nada pero si lo hacía para Dean Winchester. Lo más probable era que Castiel estuviese disfrutando de él, odiaba al otro ángel porque no podía entender como el, un ángel de una jerarquía inferior tenia lo que él deseaba. Quería bajar a la tierra para encargarse de él y de paso darle una lección a Gabriel. Mikael le había dicho que su juicio estaba a punto de realizarse y que probablemente le darían la pena capital.

—Tu futuro no es exactamente brillante para ti, Aziel—una voz burlona interrumpió sus pensamientos, si sus poderes no hubiesen estado sellados hubiera hecho pedazos al imbécil que se atreviera a interrumpirlo—dicen que te convertirás en polvo dentro de poco—

— ¿Cuánto?—pregunto el ángel mirando al vacío—dímelo de una vez o solo márchate—

—Te queda el tiempo suficiente para salir de aquí—de haber tenido un cuerpo, Aziel hubiera sonreído. Dariel podía ser un ser molesto en algunas ocasiones pero no podía dudar que el seria el único que podría sacarlo de esa cárcel—hora de ir por el rubio—

Mikael podía haberle arrebatado su puesto y haberlo encerrado en esa miserable cárcel pero al final todo sería inútil. El ángel jamás podría mantenerlo en esa cárcel, menos si su asistente era el sujeto que estaba a punto de liberarlo. Antes de que su escuadrón fuese disuelto, Aziel sabía que Mikael trataba de hundirlo, se aseguró que Dariel pudiese acercarse al otro y que obtuviera su confianza. No había nada mejor que ver como sus planes daban frutos, lo que seguía en la lista era hacerle una pequeña visita a Winchester.

—Consígueme un cuerpo adecuado para bajar—ordeno, notando como su poder comenzaba a liberarse otra vez. No existía una prisión lo suficientemente fuerte para detenerlo, ya no había nada que lo detuviera. La obediencia al cielo olvidada, bajaría a la tierra y tomaría lo que por derecho le pertenecía y aquello era Dean Winchester.

Notas finales:

Continuara...


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