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La no tan normal vida del cazador por Allure

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza pero cuando te bloqueas todo es cuesta arriba.

 

Eniel podía sentirla. A pesar de que cuando lo encerraron, sus hermanos le hicieron saber que no sentiría nada mas en lo que le quedaba de vida, y esta era mucha, él podía sentir a la joven nefilim acercándose a su prisión.

Llevaba años allí, demasiados para alguien que había nacido en la grandeza. Encerrado como un perro que ha mordido la mano de su amo. Efectivamente el había mordido la mano de alguien: su padre y por eso ahora se hallaba encerrado en ese espejo. Lejos del cielo, de sus hermanos y del que en su entonces fuera su amado padre.

No se arrepentía de las cosas que hiciera y mucho menos de las innumerables vidas que segara cuando descendió a la tierra. Un ángel como él no se arrodillaría ante las criaturas inferiores que su padre amaba, incluso más que a sus primeros hijos.

Su hermano Lucifer tenía toda la razón y ahora ambos estaban encerrados. Lo único que los diferenciaba era que todos conocían y temían el nombre de su hermano mayor pero el suyo había sido borrado de todos los registros.

Eniel era un ángel caído y olvidado.

Atrapado en una dimensión de la que no podía huir, ni usando la totalidad de sus poderes, estaba casi seguro que se quedaría en ese espejo por toda la eternidad hasta que llegara el apocalipsis. De ganar Lucifer podría tener una oportunidad de volver a ser libre, pero esa opción no se le hacía del todo agradable al imaginar las burlas de Lucifer que durarían milenios.

El maldito espejo en el que se encontraba era irrompible. La única manera de salir era que Dios se apiadara de el pero algo le decía que eso no sucedería jamás. Su otra opción era encontrar a un ser, a cualquiera, que pudiera abrir puertas entre dimensiones y que quisiera ayudarlo. Aunque lo más difícil era conseguir a “ese” alguien, después de todo no era una buena referencia ser un ángel caído encerrado en un espejo, dentro de unas catacumbas bajo un bosque al que nadie se atrevía a entrar.

Sin embargo, si existía alguien que se atrevió a entrar y para su suerte era alguien a quien no le importaba su actual condición. Una criatura cegada por la venganza, cuyo ser parecía invadido por la locura. Así se presentó Adira frente a él. Aquel fue el día decisivo, el primer paso hacia la tan ansiada libertad.

Fue tan fácil manipularla, ofrecerle poder suficiente para destruir a todos sus enemigos y que de casualidad resultaban ser los mismos que los suyos. El cielo no parecía ser tan popular como antes.

Adira le prometió traerle a alguien que podía sacarlo de su prisión, alguien que era como ella. Quizás no había sido tan malo que los nephilim siguieran con vida.

-Qwan…esa mujer se marchó-esa voz pertenecía al joven humano Zack Wilson, su recipiente. Una de las ventajas de haberse aliado a la bruja fue hallar a su recipiente y como si no fuera poco esta fue tan lista como para usar al resto de su familia en su plan para sacarlo del espejo.

-Lo sé, Zack, es necesario que sigas vigilándola pero no te preocupes por tu seguridad porque ella no te tocara-susurro al tiempo que se acercaba a la superficie del espejo. Frente a él se encontraba Zack mirándolo con algo de temor escrito en su mirada. Podía tenerlo bajo su poder pero aun así el chico se resistía a su presencia. Probablemente eso se debiera a su oscura apariencia. Antaño él hubiera enloquecido solo por contemplarlo pero ahora de el solo quedaba la sombra del glorioso ángel que dios creara: un ser pálido, encerrado en un espejo que debía valerse de una miserable bruja-¿confías en mí? Cuando esa niña venga debes cumplir muy bien tu papel para que nosotros podamos ser uno-

-¿Ser uno? Qwan… ¿Cómo podríamos hacer eso?-pregunto Zack al tiempo que miraba hacia el suelo nervioso, como cada vez que su amigo se acercaba a él su corazón comenzaba a latir apresuradamente. El ser al otro lado del espejo lo aterraba y al mismo tiempo le hacía tener una extraña sensación en su pecho, como si deseara que sus palabras se hicieran realidad-a veces quiero que tú salgas pero…pero no te enfades conmigo pero me da mucho miedo que puedas salir de allí-

-Sé que estas asustado, Zack, pero tú y yo sabemos que es necesario que esto pase ¿no quieres lo mismo que yo?-pregunto apoyando ambas manos en el cristal. Odiaba la debilidad humana y apenas fuera libre eliminaría la raza humana de la faz de la tierra y cuando todo estuviera en silencio se sentiría muy feliz. Después de siglos en el espejo se daba cuenta cuanto amaba el silencio.

Cuando abandonara su prisión sumiría a la tierra en total silencio.

 

Sam volvió a mirar la estantería de la biblioteca en la que se encontraba desde hacía más de tres horas. No podía encontrar nada que le diera las respuestas que necesitaba para poder encontrar a su sobrina.

Gabriel, a pedido suyo, lo había llevado a ese lugar pues era una de las bibliotecas más grandes y completas. No quería, ni podía quedarse de brazos cruzados a la espera de alguna señal divina. Nadie los iba a ayudar. Chuck no conocía la situación en la que se encontraban y estaba bastante seguro que Mikael no volvería a tenderles una mano.

Cogió un libro que hablaba sobre fantasmas y como encontrarlos, regreso a la mesa en la que ya tenía amontonados varios libros más y se sentó a leer. Estaba solo, su pareja estaba buscando por cuenta propia a su sobrina. Dean y Castiel continuaban en la casa de Bobby, enfrascados en otra investigación pero algo le decía que ellos tampoco habían conseguido buenos resultados. Deslizo su dedo por el papel al tiempo que leía de la manera más rápida que podía toda la información que allí se encontraba. Quizás si lograba hallar una manera de encontrar el último lugar fantasma en el que el fantasma de la pequeña Susan estuviera podría hallar a Mary. Creía en eso, necesitaba creer que existía una esperanza por pequeña que fuera que volvería a ver a su familia a salvo.

-Sammy- a pesar de oír su nombre en labios de Gabriel, Sam no se giró a verlo ni mucho menos dejo el libro que estaba estudiando en ese momento. Algo en el tono de su voz le hizo pensar que tenía malas noticias que darle y Sam no sentía preparado para oír malas noticias. Al parecer el sino de la familia Winchester solo podía incluir malas noticias. No quería siquiera pensar en que algo malo pudiera haberle ocurrido a Mary, no soportaría eso. –Sam, tenemos una pista-

Nada mas oír esas palabras, Sam sintió como su cuerpo se relajaba un poco y su respiración volvía a ser algo más normal. Por un segundo que le pareció interminable pensó en varias posibilidades y lo peor de todo es que en cada una, su sobrina, había corrido un destino horrible y ellos no habían podido hacer nada al respecto.

-¿Ella está bien?- pregunto a pesar de que era muy difícil que Gabriel pudiera saber cómo estaba la pequeña niña. En otro tiempo, el ángel de ojos dorados había sido conocido como el dios del engaño y en esos momentos Sam deseaba que lo engañara.

-Claro que lo está, es nuestra sobrina-Sam sonrió al tiempo que se incorporaba y se giraba para encontrarse con la mirada llena de amor del arcángel. No necesitaba mentiras cuando su pareja le recordaba aquello que el perdiera: la esperanza. Mary iba a estar bien, se dijo a sí mismo en el momento que Gabriel acababa con la distancia que los separaba y lo apretaba contra su pecho-Mary es una chica fuerte, Cassie dijo que tenía que hablar con nosotros así que será mejor que volvamos ¿nos vamos, mi alce?-

Sin esperar respuesta, Gabriel chasqueo sus dedos y el espacio alrededor de la pareja se transformó. Sam que había cerrado los ojos en cuanto el ángel lo abrazara los abrió y miro a su alrededor. Se encontraban en la oficina de Bobby, al parecer solo se encontraban ellos allí. El aroma a libros viejos y alcohol flotaba en el aire, inundando la nariz de Sam que trato de separarse de Gabriel, aunque no llego muy lejos pues el arcángel lo apretó contra su cuerpo otra vez.

-Vamos, déjame ir…mi hermano y el tuyo llegaran en cualquier momento-dijo con una sonrisa tras suspirar-debemos salvar a Mary-

-Lo sé, es solo que tengo un mal presentimiento sobre esto, digo, sé que soy un tipo muy fuerte y que Cassie va a estar con nosotros pero no puedo dejar de pensarlo-murmuro Gabriel en la oreja de Sam quien se tensó entre sus brazos. No quería preocuparlo pero una vez le había prometido que ya no volvería a mentirle, incluso cuando la verdad no fuera bella-Sammy, prométeme que no harás nada estúpido ¿bien?-

-Hey, Dean es el que hace estupideces-rio el cazador tratando de liberarse de los brazos de Gabriel, aunque lo único que consiguió fue alejarse un poco de él. La expresión en su rostro delataba su preocupación y una pizca de enfado. Si existía algo que Gabriel odiara era no ser tomado en serio, por lo menos en las ocasiones que eran de vida o muerte. Esa expresión no era la que el esperaba ver, si Gabriel estaba preocupado era por una razón, una que no estaba seguro de querer conocer-bien, te lo prometo si tú haces lo mismo…puede que seas un ángel pero aun puedes correr peligro-

-Sabes bien que no me importa lo que suceda conmigo si tu estas bien-las manos de Gabriel se deslizaron por las mejillas de Sam quien se quedó inmóvil mientras disfrutaba de su toque-solo prométeme que si sucede algo y yo te pido que te vayas tú te iras sin hacer ninguna pregunta o queja de cualquier tipo-

-Te lo prometo si tú haces lo mismo-

-Mierda, Sammy, no puedes estar hablando en serio…yo no dejare que nadie…-Gabriel callo de pronto al sentir los dedos de Sam cubriendo sus labios para que dejara de hablar. No podía enfadarse con el cuándo lo miraba de esa manera, como si se hubiera transformado en un cachorrito. Amaba al cazador de una manera que estaba seguro no había llegado a amar a nadie jamás. Se estiro hacia él y junto su frente con la suya mientras buscaba en su interior el valor que necesitaba para dar el siguiente paso.-necesito…quiero darte algo que no he podido darte antes-

-¿Qué cosa? Espero que no vaya a ser algún dulce, sabes que no me gustan tanto como a ti, Gabriel-sonrió Sam notando como los brazos del otro soltaban su agarre. Gabriel retrocedió un paso y sin desviar su mirada de la suya levanto su mano izquierda. Chasqueo los dedos de su derecha y ante la mirada sorprendida del cazador hizo aparecer en su palma, antes vacía, una pequeña caja dorada.

-Samuel Winchester…alce mío…voy a hacerte una pregunta y espero que la respuesta sea si porque estoy seguro que me voy a ver muy ridículo mientras te la hago-Sam dejo de respirar apenas vio al arcángel hincarse frente a él. No podía creer que eso estuviera pasando. Debía ser una broma, una de las tantas que Gabriel siempre le gastaba pero en el fondo de su corazón deseo que esta fuera la verdad y cuando vio como el abría la caja su corazón dio un brinco pues dentro de ella estaba lo que justamente jamás espero ver en toda su vida. -¿me darías el resto de tu vida?-

-Aun no entiendo cómo puedes seguir dudando de eso. Creo haberte dicho demasiadas veces que no quería vivir sin ti-Sam sonrió imitando la sonrisa que se había dibujado en el rostro del ángel. No podía comprender como él hubiera pensado en algún momento que podría negarse. Lo amaba, tanto y tan fuerte que cada latido era solo suyo.

-Es que me gusta cuando sonríes, grandulón, ahora espero que este anillo te entre o vamos a tener un problema-Gabriel no iba a admitirlo pero por unos largos segundos dudo sobre lo que estaba haciendo, tenía miedo. No quería ser rechazado por el único ser que le hacía sentir tanta felicidad. Se levantó y saco el anillo dorado de su caja. No tenía ningún adorno o marca pero conocía tan bien a Sam que estaba seguro que iba a gustarle y su expresión de felicidad se lo probó en el momento que deslizo el anillo por su dedo anular. No había manera que no le quedara perfecto pero aun así se sintió mejor cuando Sam lo acerco a su rostro para mirarlo mejor. Sus ojos brillaban y solo eso hizo que todo fuera más que perfecto-era obvio que te quedaría aunque siempre podemos ponerle una cadena y colgártelo en el cuello-

-Ja, Ja, Ja…dame tu anillo, ya quiero ver como quedara en tu mano. Así estaremos a juego y a Dean le dará un ataque-la sonrisa en el rostro de Gabriel se esfumo apenas oyó a Sam-¿Qué sucede?-

-Pues…supongo que olvide mi anillo. Me tarde bastante buscando uno que pudiera gustarte y luego sucedió lo de Mary-dijo Gabriel lanzando la caja por sobre su hombro y dibujando una nueva sonrisa en su rostro cuando volvió a rodear la cintura de Sam con sus brazos-pero no te preocupes por eso, puedo hacer aparecer uno en cualquier momento así que mientras esperamos a que tu hermano y el mío lleguen nosotros podríamos…-

-No, no pueden. Tenemos otras cosas más importantes que hacer, bueno, si no han olvidado que Mary está en peligro- la puerta se había abierto en total silencio y un muy molesto Dean Winchester se encontraba en el umbral, observándolos con el ceño fruncido. Castiel, parado a su lado los miraba también, aunque sin emoción-¿Recuerdan a Joshua? Pues nuestro amigo me dio una pista sobre Mary-

-¿Por qué el esta tan interesado en ayudarnos?- pregunto Sam logrando zafarse del agarre de Gabriel-yo no confiaría en ellos, no sería la primera vez que el cielo lo hace-

-Yo tampoco lo hago pero es la única pista que tenemos hasta ahora y ya estoy cansado de estar aquí sin hacer nada-dijo Dean al tiempo que entraba en la oficina seguido por Castiel. Sam se quedó mirándolo un rato, tratando de descifrar su expresión o la ausencia de esta.-Gabriel ¿Qué sabes de un sujeto llamado Eniel?-

-Lo suficiente para saber que debemos hallar a mi sobrina cuanto antes-

 

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De haber podido, Dariel se hubiera acercado a Mikael para abrazarlo, sin embargo, eso no era normal. Por mucho que lo deseara no iba a arriesgarse a echar todo el plan por la borda. Debía ser paciente hasta que Adira consiguiera sacar a Eniel de su prisión y un nuevo orden en el cielo le permitiría tener a Mikael solo para él.

Antes de que su camino se cruzara con el del otro ángel, su existencia se mantenía invariable. Era un ángel, nada de sentimentalismos humanos o sus otros vicios. Era completamente perfecto pero tras una pequeña charla con el otro ángel supo que nada volvería a ser igual. Mikael disfrutaba sus bromas y podía saber claramente cómo se sentía en cada momento.

Quizás estaba enloqueciendo pero no podía dejar de pensar en Mikael. En su maravillosa presencia y en todo lo que estaba dispuesto a sacrificar para que nadie pudiera apartarlo de su lado. Cualquier cosa que debiera hacer la haría porque estaba seguro que en algún momento, su jefe se daría cuenta de sus sentimientos. Quizás los ángeles no fueran como los humanos en la mayoría de los aspectos pero estaba seguro que podían sentir. Bien se lo habían demostrado todos los ángeles que cayeran por un humano. Aziel se había encargado de eliminarlos a todos pero incluso el orgulloso ex líder del escuadrón inquisitorial se rindió ante un humano.

Aziel ya no era un problema. El mismo se encargó de que ya no volviera a ser una piedra en su camino. Fue el quien lo atravesó con su espada antes de hacerlo aparecer frente a la hija de Castiel. El ángel ya no era útil para sus planes. Ya no perdería a Mikael, ya nadie podría alejarlo de su lado…salvo Castiel, Gabriel y esos monos sin pelo. Ellos debían ser eliminados también antes de que la verdad saliera a la luz. Antes de que Mikael supiera todo lo que el había hecho para no perderlo.

Dariel abrió los ojos en el instante que una pequeña y muy fría cosa se estrellaba contra su mejilla. Estaba comenzando a nevar. Le gustaba la nieve, sentirla sobre su cuerpo y ver como esta se convertía en agua era uno de sus pasatiempos favoritos. Volvió a cerrar los ojos y extendiendo los brazos giro sobre sus pies mientras el frio viento lo llenaba de escarcha. Si alguien lo viera, pensó con una sonrisa, creería que estaba completamente loco pero no le importó. Adoraba esa sensación de libertad y nada le podía importar menos que la opinión de alguien, menos la de un humano.

El viento amaino y unas pisadas acercándose pusieron en guardia a Dariel que no detuvo su improvisada danza. Lentamente abrió los ojos y para su total felicidad se encontró con el único ser que le importaba en el vasto universo.

-Mikael ¿me buscabas a mi o por fin quieres intentar disfrutar un poco de la vida?-pregunto dando una última vuelta. El viento se había convertido en una suave brisa que empujaba perezosamente los copos de nieve a su alrededor. De no ser un ángel, Dariel hubiera muerto de pulmonía hacia muchísimos años-¿Por qué te ves tan estresado?-

-Ya sabes cómo son las cosas, nuestros superiores esperan resultados sobre la muerte de Aziel-respondió Mikael deteniéndose a unos cuantos pasos de el-aun hay demasiadas cosas que no entiendo y como si eso no fuera poco los Winchester siguen siendo atacados por esa bruja nephilim-

-¿Y eso qué? Adira ya no es una nephilim así que técnicamente no está en nuestras manos ese problema. No entiendo porque te preocupas tanto por esos humanos-Dariel iba a encargarse personalmente de todos los que osaran molestar a Mikael, agrego sus nombres a la larga lista de criaturas que deseaba destruir y se acercó algunos pasos al otro ángel que lo miraba fijamente-cambia esa expresión, te ves más guapo cuando sonríes-

-No hay manera de que este recipiente pueda verse guapo, además es algo sin importancia para nosotros-a pesar de sus palabras, Mikael esbozo una pequeña sonrisa que Dariel imito-amigo mío, quisiera hacerte una pregunta y deseo que me respondas con total sinceridad ¿podrías hacer eso por mí?-

-Por supuesto, sabes que no podría mentirte-a pesar de su calma exterior, Dariel se sentía como un ratón atrapado. Mikael lo miraba fijamente como si pudiera leer en el todo o que había hecho. Quería huir pero si lo hacía era más que probable que eso hiciera al otro enfadarse y perder toda la confianza que en el sentía.-vamos, dime lo que te preocupa-

-Dariel…si hubiera algo, cualquier cosa que deba saber ¿tú me lo dirías, verdad?-

Esa pregunta. Mikael lo sabía todo. Dariel por poco no grita al oírlo y a duras penas consigue guardar la compostura. Sabe bien como mentir y una de las reglas fundamentales era seguir con la mentira hasta el final. Cuando todo terminara iba a revelarle toda la verdad y esperaría su enojo. Sin embargo, mientras seguiría ocultando todo lo que sabía hasta que la liberación de Eniel fuera un hecho.

-Por supuesto, amigo mío, yo haría cualquier cosa por ti. Confía en mí ahora y siempre-

Y Mikael solo sonrió tratando de creer que su mejor amigo no le ocultaba nada.

Deseaba creer que él no lo había traicionado. Podía perdonar que asesinara a Aziel pero no que le mintiera. Llevaban tanto tiempo juntos, persiguiendo las mismas metas y defendiendo la justicia que las acusaciones de Castiel y Dean Winchester perdían su fuerza.

Confiaría en Dariel, a pesar de que muy en el fondo de el sospechara que el ángel no fuera ya quien conociera hacia tanto tiempo.

Después de todo era un ángel.

 

Notas finales:

Continuara...


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