Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Perfecto por AkiraHilar

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

«La humedad, el ruido y el mal olor al parecer nos persigue. Este lugar no es el mejor para convivir. En medio de la lluvia, nuestro mejor refugio es la cama de paja que hemos prácticamente construido en estas noches, mientras esperamos que el agua ceda y vemos con preocupación que la comida se agota. El hombre que nos ha atendido, Cid, ha sido amable dándonos algunas provisiones aún en medio de la tempestad.

 

Quiero que ya la lluvia aminore para irnos»

Para la tercera noche, ya todos se habían olvidado del olor a estiércol, pero no podían dejar de tener frío. Aspros no había dormido cómodo y ya extrañaba el pegar su espalda en la cama que dejó en lo que había sido su hogar. Defteros, por la misma incomodidad, roncaba y se paraba a cada tanto refunfuñando algo antes de voltearse. Lo que creía imposible es que Asmita, aparentemente, durmiera tan bien al punto de quedarse en la cama de paja por casi cuatro horas más luego de que ellos despertaran.

Un trueno resonó por todo el espacio. Fue tan fuerte que tanto él como su hermano y Asmita se sobresaltaron en medio de la noche. El viento golpeó la madera de las puertas y los caballos comenzaron a asustarse. Lo que estaba cayendo era una verdadera tormenta y lo mejor era no salir.

Defteros volvió a removerse en la paja. Rascó su trasero por la constante rasquiña que le producía el sitio y puso su cabeza contra su brazo, buscando acomodo. Asmita se recostó unos minutos más tarde, un poco más pegado del hombro del mayor de los gemelos.

—Seguirá lloviendo más. Empezó la temporada. —Aspros se arrimó contra el cátaro y su hermano, necesitaba del calor que ellos podrían conferirle con la cercanía y así pegó su barbilla contra el hombro de Asmita y pasó su brazo por encima para al menos tocar lo que creyó era el brazo de su hermano.

—Necesitamos un refugio. —Acotó Asmita con seriedad. Aspros solo asintió malhumorado, esperando que los truenos cedieran para poder dormir—. ¿Cómo haremos?

—Confía en mí. Tendremos algo antes del Invierno.

Durante unos minutos cerró sus ojos. Necesitaba descansar. Era cierto que tenía que pensar en algo, pero lo primordial era salir de ese establo, de ese asentamiento y proseguir el camino. Aunque el hecho de que las lluvias hubieran empezado lo complicaba todo.

Tembló por una ráfaga de viento que se filtró en los ventanales superiores y se acercó aún más. La mano de Defteros hizo lo mismo que la suya, y habían buscado su brazo por encima del cuerpo del cátaro que seguía en medio de ellos. Aspros abrió sus ojos y en medio de la oscuridad notó los rasgos de su hermano levantándose, sacudir su cabeza y salir de la cama de paja a otro lugar. Supuso que necesitaba un momento de privacidad.

Suspiró y regresó su vista hacía los rasgos de Asmita. Notó sus labios entreabiertos, un tanto húmedos y visiblemente apetecibles, pero su atención se enfocó en sus párpados, con un leve vibrar que supo comprender. Frunció su ceño y acarició con la punta de sus dedos el hombro más cercano. Se dio cuenta de que tampoco podía dormir, al menos no en ese momento.

—¿Estás asustado? —Le preguntó. Asmita inclinó su rostro a un lado y relamió sus labios de nuevo. Parecía tener sed.

—Preocupado. Solamente preocupado.

Debía referirse a su anterior conversación. Comprendió que ya había pasado demasiado tiempo como nómadas y cada vez había más peligros para alguien que estuviera en viaje. Lo mejor era asentarse, lo más pronto posible.

—Te dije que antes del invierno tendremos una…

—Han arriesgado demasiado.

—Y ha valido la pena. —Aspros al decirlo, cerró sus ojos solo para buscar descansar un poco más. Sin embargo, sintió el aire de Asmita más cerca de su cuello y apresuradamente los abrió para buscarlo.

Asmita se había reincorporado pero permanecía muy cerca. Apenas los separaban unos pocos centímetros.

—¿Qué esperas que yo haga por esto? —Preguntó directamente, con el semblante serio apenas detectable por los relámpagos que iluminaban el lugar—. Por salvarme la vida, por…

—¿Quieres darnos algo? —Se adelantó Aspros antes de que terminara de hablar. También frunció su ceño, pero inevitablemente sintió que su pulso aceleró ante la interrogante. Asmita en cambio se quedó en silencio—. No tienes que darnos nada.

—Durante toda mi vida he creído que el camino perfecto era aquel que estaba alejado de todos los bienes materiales y todas aquellas pasiones que nos contaminan. He seguido fielmente el mandato. He evitado todo lo que podía manchar a mi alma en este cuerpo impuro.

—Y has avalado, aun así, la blasfemia que yo y mi hermano hacemos y tú conoces. —Asmita tragó grueso, sin retroceder—. Pese a que es pecado para ti.

—Sé que se aman…

—¿Aunque lo demostremos de forma impura?

—No era ese el punto…

Aspros pudo comprender fácilmente que era un tema complicado para el cátaro. No quiso ahondar en algo que quizás no llevaría a ningún lado. Sin embargo, desde la distancia que el mismo Asmita había acortado, era fácil detallar la finura de sus pestañas y lo espesas que eran, dándole un rasgo delicado a su rostro masculino. Era una belleza simple, pero especial.

Asmita no era atractivo si lo comparaba con otros hombres que había llegado a conocer, quizás, ni siquiera era el tipo de hombre que lo encendía. Lo que Asmita tenía que lo hacía diferente a otro y escalable posiblemente al nivel de su hermano era su carácter, su convicción y su entera dedicación.

Deslizó una caricia suave, somnolienta, al borde del rostro de Asmita. Su mirada se enfocó por  un momento en el ligero temblor de sus párpados ante el roce. Algo se encendió, fue una chispa pequeña dentro de sí mismo. Un reconocimiento leve pero vivo, atestado en los poros dilatados que podía ver en la piel de Asmita cuando los relámpagos cortaban la oscuridad del cielo.

—¿Cuál es el punto, Asmita?

Vio duda. Y se acercó para profundizarla, golpear la pared que amenazaba con romperse.  La misma que inmóvil recibió el beso y no retrocedió.

Sostuvo su mano contra la mejilla del cátaro mientras se concentraba en la suavidad del beso. Esta vez no escatimo el tiempo que tardaban sus labios en sorber los del otro, sólo estaba al pendiente de los pequeños temblores que sentía en Asmita cuando su boca se movía, succionaba un pequeño tramo y lo soltaba sin obtener aún respuesta. Con sus ojos entrecerrados y fijos en sus párpados y pestañas, leyó el vibrar de ellas y comprendió ante la ausencia de alarmas que podría seguir. Que podría pujar un poco más.

Con su peso y en medio de su beso, lo volvió a dejar de espalda contra la paja. Escuchó los pasos de su hermano acercarse, pero no lo vio. Tampoco había razones para detenerse. Solo observó por un segundo más el rostro de Asmita, con la notable respiración acelerada, y le acarició el cuello con la mano que quedó atrapada cuando lo había recostado.

—¿Es este el punto, Asmita? —El aludido frunció su ceño. Aspros elevó la mirada hacía su hermano, quien se había quedado quieto observando todo, y la devolvió al rostro de Asmita instándole a contestar—. Lo que sucede, ¿es malo para ti?

Era vital para él conocer la respuesta y comprendió por la inmovilidad de Defteros que sentía lo mismo. Asmita apretó sus párpados, sus manos contra la tela que lo cubría, incluso sus pulmones al negarse a respirar. La tensión fue tan evidente que incluso esperó una negativa.

—No. Amar no puede ser malo. —respondió por fin.

Asmita se removió, huyó por un momento del contacto de Aspros que quería quemarlo. Se acomodó de nuevo sobre la paja, boca arriba y pasó una mano por su frente como si buscara nivelar todo lo que despertaba dentro de él de una forma y otra. Defteros subió a la cama de paja y le dedicó una mirada de advertencia  a su hermano que claramente le pedía no presionar más. No quería obligar a una respuesta que al final pudiera ser dolorosa para los tres.

Aspros no veía que la respuesta final fuera peor. Las señales que observaba en Asmita eran una clara muestra de lo contrario. Incluso sus palabras ya venían atestada de significado y si lo acoplaba con lo que le había dicho antes, lograba entender el alcance de ellas.

Por parte de Defteros, apenas subió a la cama improvisada, se acercó al cuerpo de Asmita y apegó su rostro contra el pecho de aquel. Lo sobresaltó, no había esperado seguro ese agarre, pero el modo inocente con el que Defteros se había acercado para acomodarse y dormir, dejaba en claro que no pensaba tampoco darle espacio a dudar. El gemelo se ajustó contra su hombro y respiró hondo buscando descanso. Asmita finalmente dejó su mano sobre el cabello del moreno y acarició medio distraído.

Aspros hizo lo propio y también se recostó, teniendo el cuidado de quedar muy cerca de ambos. Pasó el brazo por la cintura de su hermano y pegó su nariz contra el cabello de Asmita. Suspiró.

—Descansen.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).