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2MIN S.O.S TIME por Kang_princessM

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Notas del capitulo:

Sé que están leyendo¿? Haganse presentes. Háganme saber que valió la pena terminarlo después de todo.

Kai brindó nuevamente con sus hyungs y dejó un fugaz beso en los labios de Kyung Soo. Aunque no todos los presentes en la boda sabían de su relación, los de la mesa estaban conscientes de ella, por lo que de vez en cuando aprovechaba a tener mayor cercanía con el bajito.

Su teléfono celular comenzó a vibrar una y otra vez sobre la mesa, y en cuanto el mesero recogía los platos vacíos para dejar el postre, tomó el móvil frunciendo la ceja con extrañeza. Aquel número no lo tenía registrado.

 

—¿Pasa algo? —cuestionó Kyung Soo al ver la expresión contraria.

—No nada… es un número que no conozco, pero no deja de insistir.

—Puede ser importante, deberías contestar.

—Mh.

 

El menor hizo caso a su novio y tomó aquella insistente llamada escuchando de inmediato la voz de Choi Min Ho a través del auricular.

 

—¡Demonios! Creí que jamás contestarías.

—¿Minho-hyung? —cuestionó extrañado y se puso de pie para alejarse un poco del bullicio de la fiesta que no le permitía escuchar bien al mayor. Miró extrañado a todas partes, su hyung parecía llamar de un lugar tranquilo, lo cual le pareció realmente extraño—. ¿No se supone que deberías estar en la boda?

—Salí hace un momento, estoy a bordo de un taxi.

—Ya veo…

—Jong In, necesito pedirte un favor… Algo que solo tú puedes hacer por mí. Sé que sigues siendo amigo de Tae Min… necesito saber en dónde se está quedando actualmente.

—Hyung, yo…

—Por favor, Jong In. Tú y yo estamos en deuda —urgió el mayor con voz ronca a través del auricular.

—Lo sé, coño…

—Vamos, Jong In. Mándame la ubicación de Lee Tae Min por Line. La estaré esperando.

—Pero, ¡hyung! Ash…

 

Jong In se pasó una mano por los cabellos despeinando éstos sin saber muy bien como actuar. Por una parte su hyung tenía razón. Estaba en deuda con él. De no haber sido por la carta de Minho, Jong In habría tardado bastante en arreglar las cosas con Kyungsoo, y quizá cuando lo hubiese intentado ya habría sido demasiado tarde. Pudo perder a su novio de no ser por esa carta.

De mala gana abrió la aplicación de mensajería instantánea y empezó a enviar la ubicación de su mejor amigo. Desde su separación con Na Eun ambos habían dejado su residencia matrimonial. Ella se había ido al extranjero, mientras que Taemin se mantenía lo más alejado posible de sus padres, quienes le insistían que retomara su matrimonio, así que vivía solo en un lujoso y seguro piso, bastante cerca de Jong In, aunque no por esa cercanía se veían tan seguido. Cada quien andaba bastante perdido en sus ocupaciones.

Cuando la dirección de Taemin se hubo enviado a Minho, el mayor la leyó al instante y dejó un apurado gracias para su menor. Kai respiró hondo. Realmente esperaba haber hecho lo correcto. Últimamente le parecía que su relación con Kyungsoo siempre estaba pendiendo de un hilo y que de no ser por personas externas no estaría junto a su amado.

Al menos así le hacía sentir el saber que de no ser por la carta de Minho él podría haber perdido a Kyung Soo, así le hacía sentir que Chanyeol se hubiese quedado callado y se hubiese alejado de su vida sin decirle nada a Kyungsoo de lo que estuvo a punto de pasar con Baekhyun meses atrás.

Nuevamente revolvió su cabello.

Quizá era tiempo de confiar más en Kyungsoo y no dejar que el mundo cubriera uno a uno sus errores.

 

 

 

 

 

…………………………………………………………

 

 

 

 

Cuando Lee Tae Min abrió la puerta de su pequeño departamento fue directamente al sofá donde se desplomó al instante. Había llorado tanto en el camino que las lágrimas parecían no querer salir más.

Una parte de él se sentía realmente aliviada porque luego de tantos meses había podido ser completamente sincero con Min Ho, pero otra se mantenía intranquila, quizá si el mayor hubiese dicho que lo perdonaba él hubiese abandonado el evento con el corazón ligero, con su ser triste pero en plenitud.

 

<< Sí, te perdono, Lee Tae Min >>

 

Esas palabras habrían bastado para que se fuese en paz.

Pero no. Minho no había sido capaz de responder a esa pregunta, por el contrario, retrocedió y corrió dentro del suntuoso salón como si con ello deseara demostrarle al menor que estaba dejándolo en el pasado. Sepultándolo para siempre.

Verlo junto a su bello novio le partió el corazón, si es que aún le quedaba alguna parte entera. Hansol era tan lindo, cuando lo vio con Changmin en la empresa no supo que se trataba del novio de su gran amor, pero desde que su mirada se posó sobre el menor creyó que era un chico agradable, empático y bastante hermoso. Le dio gusto que Changmin estuviese con alguien así. Nunca pensó que ese maravilloso niño fuese la pareja del hombre que nunca dejó de amar.

Porque fue así.

Ahora lo veía todo con claridad. Nunca dejó de amar a Choi Min Ho. Todo lo que vivió esos años sin él no fue más que un espejismo. Una mentira que él mismo se encargó de construir a su alrededor.

Y vaya que la construyó muy bien.

Dentro de su burbuja de perfección el nombre de Choi Min Ho no tenía cabida. Estaba lo suficientemente ocupada para no pensar en él nunca. Ni un minuto de su tiempo le dedicó. Se esforzó en hacer feliz a Na Eun, en tener el matrimonio perfecto, en ser el esposo y padre ideal ante las cámaras que se dedicaron a seguirlo a todas partes desde el comienzo de su enlace.

Fue feliz los primeros meses, quizá el primer año. Fue feliz al cumplir con las expectativas de sus padres, del resto de su familia y amistades más cercanas. Fue feliz al ver la sonrisa de su madre cada que iba de visita junto a su esposa. Fue feliz cuando a los tres meses de casado Na Eun quedó en cinta.

Fue feliz cuando en su primer aniversario de bodas la pequeña Ga Eul vino al mundo. Y quizá el amor genuino por la carne de su carne contribuyó a permanecer dentro de esa mentira. Porque quería ser bueno para ella, porque deseaba darle un calor de hogar, aunque su madre cada día se alejara más y más. Aunque Na Eun se hubiese aburrido pronto de su marido.

No le costó mucho darse cuenta que Na Eun nunca lo amó realmente, todo ese sentimiento hacia él no había sido más que un capricho infantil. Una vez que lo tuvo se esfumó. Desapareció como desaparece el gusto de un pequeño por el juguete que desea una vez que sus padres se lo compran.

Se perdió como se pierde el cariño por algo que pensaste que nunca podrías tener, pero descubres que al final de todo fue realmente fácil tenerlo entre tus manos.

Así fue el supuesto amor de Na Eun.

Tae Min cerró los ojos queriendo olvidar todo lo acontecido en los últimos días. Deseaba meterse nuevamente en la mentira que ahora se veía tan lejana, tan lejana como Na Eun estaba junto a su pequeña hija, la que recientemente había cumplido dos años.

Respiró hondo y deseó lanzar lejos su corazón. No, el corazón no. La consciencia, la maldita consciencia que no dejaba de hablarle rudamente al oído. Los remordimientos que le carcomían por dentro. La voz de Onew repitiéndole aquella frase que se convirtió en su karma.

 

Trágate todos tus sentimientos por Minho. Sonríe de pie frente a él, has fanservice con Kai o cualquier otro. No le hables, no lo mires. Duerme solo en esta habitación.

Dile que no lo amas cada vez que se encuentren…

Díselo una y otra vez hasta que ese pobre idiota enamorado lo crea.

Y cuando Choi Minho se enamore nuevamente, entonces, sinceramente espero que no te arrepientas de dejarlo ir.

 

Las palabras de Jinki no dejaban de hacer eco dentro de su cabeza. Lo perseguían a mañana tarde y noche recordándole que el único culpable del fracaso de su relación fue él.

 

—Solo yo… —murmuró con tristeza y llevó los dedos de su diestra a dejar una fina caricia contra sus labios.

 

Aún podía sentir sobre ellos el cosquilleo que provocó dentro de sí el beso de Minho. No lo vio venir. Cuando el bronceado acarició su mejilla deseó con toda su fuerza que se acercara más y más… Deseó perderse en sus ojos y quizá dejarse envolver en un fuerte abrazo mientras suplicaba por su perdón.

Pero aquel beso…

Aquel beso lo tomó con la guardia baja. Todo lo que tenía en mente se esfumó ante el suave contacto y quizá pudo disfrutar más de aquellos cálidos labios de no ser porque de pronto quiso tenerlo todo. Quiso absorber todo el sabor de la boca contraria y besarlo como si no existiera otro mañana en la Tierra.

Fue ahí cuando el mayor se alejó.

Es que Lee Tae Min era tan tonto, pensó. Siempre arruinando las mejores cosas de su vida. Tal vez ese había sido el último beso que pudo tener de su gran amor.

Al menos vería el lado positivo de las cosas. Ese beso se quedaría con él durante el resto de su vida.

La línea privada de su departamento sonó y el joven se incorporó lentamente para coger la llamada. Solo hasta ese momento se percató de lo rápido que el tiempo había avanzado. Era mucho más tarde que cuando llegó.

Los recuerdos sí que pasan lento por nuestra cabeza.

 

—¿Sí?

—Señor Lee —saludó el Guardia Principal del edificio—. Hay una persona que desea verlo en este momento.

 

Al instante Taemin frunció el entrecejo. No tenía la menor idea de quien podría querer verlo a esa hora. Pensó por una fracción de segundo en Kai, pero su amigo se encontraba junto a su novio en la boda de ___________ y Siwon-hyung.

 

—Yo no….

—Su nombre es Choi Min Ho.

 

Todo el peso del mundo pareció caer sobre los hombros de Lee Taemin. Su cuerpo tembló como si le hubiesen vertido un balde agua fría y casi soltó el auricular.

 

—¿Señor Lee?

—¿Sí?

—¿Lo dejo subir? —preguntó dubitativo el oficial. Le extrañaba el silencio por parte de Taemin.

—Sí… Déjalo subir, por favor.

 

El Oficial recibió la orden y se despidió amablemente colgando al instante. Mas Taemin permaneció con el teléfono entre sus manos. Se quedó con la mirada perdida en la nada. Parecía que el punto inexistente en su pared era más interesante que cualquier otra cosa dentro de su habitación.

¿Choi Min Ho en el edificio? ¿Choi Min Ho acaso deseaba verlo?

Tantas preguntas, ninguna respuesta.

Reaccionó hasta que el timbre de su puerta sonó. Posó la mirada en el auricular y colgó lentamente.

El timbre volvió a sonar y Taemin dejó que siguiera. Estaba de pie, muy cerca de la ventana que daba a la calle, y sus piernas parecían no poder reaccionar.

El timbre se mantuvo sonando, cada vez con mayor insistencia. Pronto la voz ronca de Min Ho se dejó escuchar a través de la puerta.

 

—Lee Tae Min… Sé que estás allí. Será mejor que abras. ¿Me escuchas? Solo abre la maldita puerta.

 

La voz de Minho es escuchaba molesta, desesperada. ¿Qué quería?

Taemin no soportaría que fuese a maltratarlo verbalmente a su propia casa, si no podía perdonarlo lo aceptaba, pero que no le echara en cara tanto dolor, tanta mierda… Tenía suficiente con las voces dentro de su cabeza.

A pesar de ello se acercó con sigilo a la puerta y, tras digitar el código de apertura, lo dejó entrar.

 

 

 

 

………………………………………………………..

 

 

 

 

Cuando el chofer de aquel taxi que encontró cuadras más adelante le preguntó la dirección a la cual debía llevarlo Minho cayó en la cuenta de que no tenía la más mínimo idea. Así que llamó a la única persona que con toda seguridad sabría dónde encontrar a Lee Tae Min.

Le exasperó bastante todo lo que tardó Jong In en coger la llamada y aún más que no se apurara en aceptar darle la dirección de su mejor amigo, no era como si lo fuese a matar. Vamos.

 

—Por favor, Jong In. Tú y yo estamos en deuda —urgió con voz ronca a través del auricular. ¿Acaso aquel mocoso no recordaba que le dejó una carta para que arreglara las cosas con Soo? Era justo que le ayudara ahora que necesitaba ver a Taemin.

—Lo sé, coño… —Respondió Jong In en tono bastante confundido.

—Vamos, Jong In. —Insistió en tono más autoritario. Comenzaba a perder la paciencia, la poca que tenía—. Mándame la ubicación de Lee Tae Min por Line. La estaré esperando.

 

Ni siquiera esperó la respuesta de su menor. Confiaba plenamente en que Kai le mandaría lo que buscaba. Así fue.

Unos tres minutos más tarde estaba recibiendo vía chat lo que buscaba. Hizo una seña al conductor de que emprendiera la marca indicándole la dirección que buscaba. Mientras el carro avanzaba por las abarrotadas calles de Seúl, Minho recargó el costado de su cabeza en la ventanilla y perdió sus pensamientos en los transeúntes que encontraron a su paso.

No era muy tarde. Eran alrededor de las 10 de la noche. La boda había comenzado desde las 7:00 pm, y tras la ceremonia de una hora, habían seguido las palabras del padrino, declaraciones de los novios, fotografías, el comienzo de la cena y la apertura del baile. Pensó que dentro de poco __________ y Siwon partirían su enorme pastel de bodas. Se alegraba bastante por su amiga.

Se preguntó cuánto tiempo más duraría el evento. Conociendo a Choi Siwon dando la media noche escaparía con la novia dejando a todos disfrutar de la música y los bocadillos que pidió para altas horas de la madrugada. Aunque su amiga, por el contrario, lo obligaría a quedarse hasta que casi todos se fueran.

Y, como siempre, ganaría ___________ aquella batalla.

 

En cuanto el chofer le indicó que habían llegado a la dirección correcta, no dudó en pagarle de inmediato y descendió del auto en menos de un santiamén. Aquel era un edificio bastante elegante, no demasiado alto, pero si con cuartos suficientes para pensar que los inquilinos de allí eran personas selectas.

A la entrada había una caseta con varios guardias, uno dentro de ella, el resto estaban colocados en la puerta de entrada de los autos y más allá otros daban rondines en los bellos jardines. Minho se apresuró a llegar a la caseta.

 

—Buenas noches —saludó a quien parecía ser el jefe de seguridad—. Busco a una persona, me dijo que vive aquí.

—Su nombre, por favor.

—Lee Tae Min.

—El suyo.

 

Minho se sorprendió bastante y pidió disculpas por el error.

 

—Choi Min Ho.

 

Observó como el hombre tomaba una pequeña lista y buscaba su nombre en ella, al no encontrarlo reanudó la conversación.

 

—El señor Lee no lo espera, así que debo llamarlo. Si el autoriza su acceso entonces uno de mis compañeros lo guiará hasta el elevador.

—De acuerdo.

 

El bronceado tragó en seco. Llegar a la puerta de Lee Tae Min, tocar y que el menor le abriese sonaba bien, quizá lo tomaría por sorpresa y por ello le dejaría hablar con él. Pero no contó con que viviera en un edificio así.

Quizá que el oficial le avisara que estaba abajo queriendo verlo haría que Taemin lo rechazara. Casi rezó internamente porque eso no sucediera.

Había prometido a su mejor amiga que arreglaría el desmadre de su vida antes de que la noche finalizara y era lo que haría. No importaba a qué costo. Incluso podría burlar a los oficiales, ¿por qué no?

Poco importaba si salía en las noticias que Choi Min Ho, la ex estrella de k-pop, había irrumpido por la fuerza en el edificio donde se encontraba viviendo Lee Tae Min.

Bueno, sería un… terrible encabezado, a decir verdad.

 

—Señor Lee —escuchó al Guardia saludar a través del auricular telefónico luego de unos momentos—. Hay una persona que desea verlo en este momento. Su nombre es Choi Min Ho.

 

Cuando su nombre fue pronunciado por el hombre frente a él, Minho sintió que su corazón se detuvo y sintió que pasó una eternidad antes de que Taemin diese su respuesta.

 

—¿Señor Lee? —lo llamó de nueva cuenta el oficial—. ¿Lo dejo subir? —preguntó dubitativo el oficial.

 

Minho se mordió el inferior y miró de forma interrogante al oficial cuando hubo colgado el teléfono. Sin embargo, el hombre no dijo nada. Se limitó a llamarle a otro guardia, quien se acercó de inmediato.

 

—Conduce al señor Choi al elevador e indícale el piso y número de apartamento del señor Lee.

—Por supuesto. Sígame, señor Choi.

 

La puerta se abrió y Minho dio las gracias entrando al interior de aquel lugar, siguiendo muy de cerca al guardia que le guiaría. Una vez frente al elevador esperó a que las puertas se abrieran y digitó el piso de Lee Tae Min.

Por un instante deseó que el elevador tardara más en llegar al piso del menor. Se le hizo realmente rápido cuando las puertas volvieron a abrirse de par en par para dejarlo salir.

Al menos el chico no se negó a verlo, eso era un gran avance, a su parecer.

Abandonó el interior del elevador y caminó por un largo y elegante pasillo hasta la puerta final, la cual era la de Taemin. Respiró hondo una vez frente a ella y tocó el timbre esperando ser atendido.

Espero un par de segundos y tocó de nueva cuenta.

¿Acaso Taemin se había arrepentido de verlo? Joder… Necesitaba hablar con él, no era posible que tardara tanto. Debía verlo ahora que el valor aún se sentía dentro de su cuerpo, de lo contrario se quedaría como un imbécil sin habla frente a él.

Tocó una y otra vez, hasta que incluso sus nudillos golpearon el metal.

 

—Lee Tae Min… Sé que estás allí. Será mejor que abras. ¿Me escuchas? Solo abre la maldita puerta.

 

Su voz sonó más fuerte de lo que deseaba, pero quizá era la desesperación de que estando tan cerca de hablar frente a frente con el chico éste no lo recibiera, que incluso llamara a los guardias para que lo retiraran.

No sería capaz… ¿o sí?

Su corazón latió de nuevo cuando la puerta se abrió y ante él apareció la silueta de Lee Tae Min. Ambos estaban vestidos de la misma forma en que se vieron en la boda. Solo hasta ese momento reparó en lo extraño que debió verse para los guardias al llegar vestido de azul claro, formal, con un moño del mismo tono en el cuello de la camisa.

Seguro se veía ridículo. Al menos para el lugar.

 

—Adelante…. —murmuró Taemin retrocediendo y dándole la espalda casi de inmediato. Minho agradeció con una seca cabezada e ingresó al apartamento cerrando tras de sí.

 

La puerta se cerró con un fuerte clic, sin duda alguna del seguro.

Minho avanzó hasta quedar a unos cuantos pasos de distancia de su menor y buscó toda la fuerza que previamente había demostrado dentro de sí, pero no logró encontrarla tan rápido. Estar nuevamente junto al chico parecía confundirlo en gran medida.

 

—Y bien… ¿qué necesitas? —cuestionó luego de varios minutos en silencio el dueño del departamento.

 

Era pequeño, pero bastante elegante. Sin duda alguna Taemin ya lo había adquirido con todos los muebles en el interior, puesto que se encontraban lejos de ser de su agrado.

 

—Yo…. —carraspeó un poco y desabrochó un par de botones de su saco, así como aflojó el moño atado a su cuello ante la mirada atenta y curiosa de Tae, en un intento de sentirse más cómodo— quiero hablar contigo.

—Minho… Si es por lo que te pregunté, yo…

—No, no es eso. Bueno, quizá sí lo es… Lo que yo quiero decir es q-

—Minho, Minho, espera. —Lo detuvo el menor—. No tienes que responderme, ¿de acuerdo? Si no te sientes listo para perdonarme, no pasa nada. Es decir, estoy consciente de todo el daño que te hice, de todo el daño que nos hice, que le hice a nuestra relación, y si fuera tú yo tampoco me perdonaría. Así que no te preocupes.

 

Minho clavó su mirada en la figura ajena y escuchó sus palabras en silencio.

 

—Te perdono, Taemin.

 

Lo soltó de golpe. Lo dijo así, de pronto. Sin mayor preámbulo, porque a eso iba. Iba a expiar todas sus culpas y remordimientos. Iba a sanarse al decir aquellas palabras tan simples a Lee Tae Min.

Un perdón que ambos necesitaban.

Un perdón que él necesitaba decir y dar al menor. Un perdón que el menor necesitaba escuchar y recibir.

Los ojos de Taemin se abrieron como platos y sus labios se separaron ligeramente como si quisiera articular palabra, pero el silencio permaneció reinando en su ser. Estaba realmente sorprendido.

Tenía varios sentimientos encontrados. Por una parte se sentía feliz, finalmente escuchaba el perdón que tanta falta le hacía tener de los labios ajenos. Finalmente podía sentir su corazón sanando gracias a aquel perdón.

Pero, por otro lado, tenía unas inmensas ganas de llorar y caer de rodillas frente a ese hombre dándole las gracias y suplicando por una nueva oportunidad.

Taemin no estaba tan seguro de lo correcto que eso sería.

Por su parte Minho quiso descifrar el rostro de su menor y se mordió el inferior cuando las lágrimas empezaron a empapar las mejillas impropias.

 

—Te perdono, Lee Tae Min… —repitió en el mismo tono—. Te lo perdono todo.

 

El llanto de Taemin se volvió más ruidoso y caminó hacia Minho con intención de abrazarlo, y el más alto avanzó a su encuentro para envolverlo cálidamente entre sus brazos. Lo envolvió en un abrazo firme, fuerte, sin deseo aparente de soltarlo pronto dejando que el más pequeño mojara su elegante traje con aquellas dolorosas lágrimas que parecían emanar directamente de su alma.

Tae Min estaba convencido de que no merecía a un hombre como Choi Min Ho. Min Ho era demasiado bueno. Demasiado perfecto para alguien como él.

Y aún así persistía su egoísmo de tenerlo solo para sí.

 

— Te perdono el haber tirado a la basura nuestro amor… Te perdono partirme a pedazos… —pronunció con los labios pegados a sus castaños cabellos, dejando que el sentimiento aflorara por cada poro de su piel. Su voz parecía vibrar y estaba seguro de que no tardaría en llorar como el chico entre sus brazos—. Te perdono por todo el dolor, por las noches frías y oscuras con sabor a soledad…  

—Minho…

—Yo te lo perdono todo… absolutamente todo.

 

Ambos lloraron. Los labios de Minho besaron los cabellos contrarios y las manos de Taemin arrugaron el saco del mayor con fuerza sin detener su llanto.

Podían sentir sus corazones reconstruyéndose a partir de aquellas palabras.

Había sido tanto para una noche.

Las disculpas de Taemin. El perdón de Minho.

Lo que no hicieron tres años atrás lo venían a hacer en este momento. Finalmente aclaraban todo y ponían cada cosa en el lugar correspondiente.

Los minutos parecían avanzar de forma lenta, uno en brazos del otro, pero a ninguno parecía importarle. Deseaban permanecer de esa manera, en silencio, sintiendo su contacto, como si temieran que todo fuese una mentira, un espejismo que desaparecería en cualquier instante.

Taemin fue el primero en separarse. Sus manos fueron hasta las mejillas del hombre que amaba y las acarició con profundo cariño. Sus ojos no dejaban de soltar lágrimas y por la forma en que lo miró, Minho supo que el menor también creía estar soñando.

 

—Soy real, Minnie… Completamente real —murmuró con una leve sonrisa mirando atento el bello rostro frente a él.

—¿Lo eres? —cuestionó el menor con la voz quebrada, sonrió apenas un momento y siguió con las dulces caricias—. Es que te vi llegar tantas veces… Fueron tantas las noches que te vi cruzar esa puerta… que no estoy seguro de que esto esté sucediendo en realidad.

—Es real, Minnie… ¿No me sientes, acaso? Soy yo, Choi Min Ho. En carne y hueso.

 

Taemin rio suavemente y palpó sus anchos sus hombros, descendió por su pecho y jugó con los botones de su camisa.

 

—Te sientes real.

—Soy real.

 

Las grandes manos del bronceado descendieron hasta la cintura ajena y apretaron al castaño contra su cuerpo. No dejó que un solo centímetro se interpusiera entre ellos. Sus labios no tardaron en encontrarse.

Fue un beso tímido al principio.

Parecía que sus labios se negaban a creer igualmente en lo real de la situación. Pronto agarraron confianza. Los labios de ambos reconocieron el sabor y la textura de los cerezos a los que pertenecían, de los que siempre fueron, y se entregaron sin reservas.

Pronto, la sinhueso de Minho entró en la cavidad de Taemin y buscó a su igual. Sus lenguas iniciaron así una húmeda, sensual y lenta batalla por tener el control del beso, aunque el más pequeño de los dos entregó al mayor el control absoluto de todo.

Tenía tanto tiempo sin entregarse a un hombre. Tanto tiempo sin ser el hombre de Choi Min Ho que no recordaba casi nada, no recordaba cómo actuar y temía equivocarse.

 

—¿Qué pasa, Minnie? —cuestionó contra sus labios dejando un par de mordiscos contra su mentón.

—Yo… tengo miedo.

 

Los labios de Minho subieron por su mejilla y llegaron hasta su oreja, donde lamió a su antojo y placer para finalmente succionar su lóbulo despacio, provocando un estremecimiento en su cuerpo.

 

—No pienso lastimarte.

—Sé que nunca lo harías… —gimió bajo debido a los labios que ahora atacaban su cuello de una forma tan exquisita que estaba a punto de implorarle que lo hiciera suyo allí mismo—. Es solo que… hace mucho no lo hago así… Yo…

—Solo has estado conmigo… de esta forma… Soy el único hombre en tu vida, Min. Lo sé…. —murmuró ronco el más alto contra la piel de aquel cuello que no dejaba de saborear—. Sólo déjate llevar.

 

Y así lo hizo.

Se dejó llevar por las grandes manos que se deslizaron bajo su camisa acariciando directamente la piel de su espalda, su plano y algo trabajado abdomen. Minho lo fue despojando poco a poco de su saco, de su camisa y besó cada centímetro de piel descubierta que encontró.

Taemin se derritió en sus brazos. Se aferró a sus hombros y gimió alto en su oído.

Minho quería pedirle que lo desnudara, pero sabía que el menor no lo haría, al menos no pronto. Necesitaba volver a sentirse en confianza, en casa. Así que lo tomó en brazos y sin dejar de besar sus acolchados labios empezó a caminar a tientas por aquel pequeño departamento hasta la puerta que parecía ser la habitación del chico.

Entró sin más y lo depositó en la cama. Taemin se despojó de su calzado y desabrochó su propio pantalón mirando fijamente la manera tan erótica en que el más alto se iba deshaciendo de su traje. Gimió con solo mirarlo.

Minho sonrió de lado ante aquel gemido y se relamió los labios con deseo. La boca de Taemin lucía sensualmente hinchada y no pudo evitar recordar cómo le quedaba cada vez que chupaba su polla con la maestría que solo él podía hacerlo. Gruñó por lo bajo ante el solo recuerdo. No tenía tiempo de jugar tanto como deseaba en ese instante.

Quizá más tarde.

 

—No seas tímido, Minnie…. Quítate todo. Déjame verte completamente desnudo.

 

Taemin sintió todos los colores llenar su rostro e hizo tal y como el mayor le indicó. Minho observó complacido y terminó de desnudarse. Se quedó así, expuesto en su imponente desnudez ante la tímida mirada del menor.

El castaño tragó en seco.

Había olvidado lo imponente que era Min Ho. Lo grande que era. En esos años su cuerpo había crecido. El músculo había aumentado y  su abdomen estaba más marcado que antaño. Se notaba que se había cuidado al máximo.

Su pene… Oh, su pene. Estaba más grande de lo que lo recordaba, aunque estaba seguro de que no era posible que hubiese crecido de allí. Los vellos rodeando su base le invitaban a probarlo. La redonda cabeza que mostraba gotas de pre semen en su centro. Estaba duro. Complemente duro y húmedo a causa de él, por Lee Tae Min. Únicamente por Lee Tae Min.

En cuanto aquel sexy hombre se acercó le abrió las piernas en automático invitándolo a disfrutar de su cuerpo y llevó su diestra hasta su gran miembro acariciando con deseo de arriba abajo, dejando que su mano nuevamente se acostumbrara a aquel sexo que siempre fue suyo.

Minho gimió de gozo ante el contacto y se inclinó para dejar besos húmedos en el pecho contrario. Succionó una y otra vez su piel dejando chupetones que deseaba no se borraran en un buen tiempo de aquella carne. Buscó sus oscuros pezones y les lamió en círculos antes de chuparlos como si de una deliciosa golosina se trataran.

Sus manos acariciaron el cuerpo adverso, se deslizaron por sus caderas y memorizaron el largo de sus piernas. Sus dígitos se clavaron en los muslos ajenos y los separó para deslizar su diestra en el pliegue de las nalgas contrarias, donde su índice acarició en círculos la entrada anal del menor.

 

—Joder… Estás tan cerrado, Taemin… —habló ronco contra su abdomen, empezando a embestir su ombligo con la lengua haciendo que el menor se retorciera de placer y soltara bajos gemidos—. ¿No has jugado en estos años?

—No… Nunca…

—¿No metiste ni tus dedos?

—Nunca…

 

Taemin sonaba avergonzado, pero Minho estaba más que encantado con la idea. Le gustaba saber que nada ni nadie había entrado en aquel lugar. Casi pudo correrse en la mano contraria ante la sola idea de lo estrecho que estaría.

 

—Vamos, Minnie… Date la vuelta. Ponte en cuatro para mí —ordenó—. Tengo que preparar bien ese ano tuyo.

 

El menor obedeció y se puso en aquella vergonzosa posición escondiendo el rostro entre las almohadas. Pronto las manos contrarias se posaron en sus glúteos y sintió como éstos fueron firmemente nalgueados, para finalmente ser separados. Se sintió tan expuesto.

Sus manos arrugaron las sábanas de la cama y gimió como nunca en la noche cuando la lengua de Minho empezó a rozar su entrada anal. Primero en movimientos de arriba abajo, casi en una especie de lengüetazos, luego de manera circular y finalmente simulando embestidas.

Gimió alto. Fuerte.

Se entregó al placer que desde hace tanto había dejado de sentir.

 

—Relájate, Minnie… Vamos, ábrete para mí.

 

Levantó mejor su trasero al aire y dejó que aquella lengua siguiera jugando con su cavidad mientras sus gemidos inundaban el lugar. La lengua del hombre que amaba se fue abriendo paso dentro de sí, podía sentirla entrar por completo y empezó a mover sus caderas de atrás hacia adelante pidiendo más de aquello.

 

—Más… más, por favor… ¡Minho-ah!

 

Minho rio por lo bajo y mordió uno de sus glúteos antes de deslizar lentamente su índice dentro del chico, quien gimió entre el placer y el dolor.

 

—Oh…

—¿Sientes mi dedo dentro de ti, Minnie? ¿Lo sientes, después de tanto tiempo?

—Joder así…

 

No dejó de mover la cadera ni un solo instante y recibió con un fuerte quejido el segundo dígito en su interior. El deseo de ser nuevamente del hombre lo hacía ignorar todo rastro de dolor y se mostraba más que dispuesto a abrirse para él.

Minho mantuvo el embiste lento con ambos dedos y luego inició los famosos movimientos de tijera para estirar aquella piel. El cuerpo de Taemin se mostró reacio al comienzo, pero tras varios minutos en los que Minho se dedicó a besar sus nalgas y a acariciar sus piernas con la mano libre, su carne fue cediendo.

Los gemidos del castaño se hicieron más altos y sus movimientos más rápidos.

 

—Sigue, por favor…. Sigue… Joder.

—¿Quieres algo más grande, Minnie?

—¡Por favor! Hazme tuyo, Minho-ah…

—Pídemelo.

—Hazme tuyo, Minho-ah…

—No te escuché…

—¡Hazme tuyo, Minho-hyung! —pidió a gritos perdiendo todo rastro de pudor—. Quiero tenerte muy enterrado dentro de mi culo… Quiero recordar lo bien que se siente tu polla dentro de mí…

 

El más grande gruñó. No podía resistirse ante aquella sensual petición. Sus dedos abandonaron el interior ajeno y vertió una buena cantidad de saliva en su dura polla.

 

—¿Quieres usar condón? —cuestionó antes de hacer cualquier otro movimiento.

 

Taemin negó decidido.

 

—No tengo…. —habló entre risas, aún con el rostro de cara al colchón y llevó sus manos a sus nalgas para separarlas y mostrarle su ya dilatado ano al mayor. Prácticamente, se abrió a Choi Min Ho—. Esto te pertenece a ti… solo a ti… Quiero que entres así. Déjame sentirte directamente.

 

Minho no necesitó más. Su glande pronto hizo contacto con aquel dilatado anillo y se empujó de forma lenta pero constante dentro del chico. Se empujó centímetro a centímetro y luego se quedó quieto, con las manos en las caderas contrarias. Taemin gimió alto, gimió de forma larga cuando aquel grueso trozo de carne se abrió paso en su interior.

 

—Mh…

—¿Estás bien?

—Joder… estás tan dentro…. Siento tus bolas en mis nalgas.

—Estoy completamente enterrado en tu culo, cariño —comentó en tono travieso el mayor.

 

Taemin rio ante su presunción.

 

—Muévete… te necesito.

 

Minho no necesitó más ruegos. Comenzó a embestirlo lentamente, escuchando el golpe de sus cuerpos haciendo eco en la habitación. Las nalgas ajenas rebotaron una y otra vez contra su vientre, y sus bolas lo hicieron contra las nalgas del menor. Taemin dejó que sus gemidos salieran. No reprimió ninguno.

Durante años había fingido ser alguien que no era y había reprimido aquellos escandalosos sonidos de placer, pero no más. Finamente regresaba a ser el de siempre, el hombre que amaba y pertenecía por entero a Choi Min Ho.

Elevó su trasero lo más que pudo y se movió casi al compás de los embistes contrarios indicándole así al mayor que podía aumentar el ritmo.

Las estocadas se volvieron más salvajes y el cuerpo de Taemin pareció rebotar sin control sobre la polla que le abría más a cada nuevo golpe.

 

—¿Puedes sentirme, Taemin? ¿Sientes como te lleno por completo?

—Mh… Te siento… Siento tu polla tan dentro de mí, Minho-ah…

—¿Sientes como te parto?

—Joder sí… Párteme, por favor. Quiero que me duela… porque quiero recordar mañana que fui tuyo, nuevamente tuyo.

—Eres mío, Lee Tae Min… SOLO MÍO —gruñó tirando de sus cabellos hacia atrás, logrando que la cabeza del menor hiciera lo mismo y sin soltar su agarre siguió embistiendo. Iniciando unos movimientos similares a cabalgar al menor.

—Tuyo… ¡tuyo!

 

El placer llenaba cada poro de la piel del menor. No era consciente de nada más que de sus cuerpos entregándose a aquel exquisito vaivén. Se dejó hacer por las fuertes manos ajenas. Dejó que lo montara a su antojo y cuando Minho salió de su interior y le volcó de espaldas a la cama le abrió las piernas cual puta rogando por ser follada.

Minho entró de golpe.

Sus paredes lo recibieron sin reparos. Estaba tan húmedo y con tanto deseo de su polla que entró con suma facilidad.

Minho se sintió nuevamente en casa entre las piernas del castaño y se aferró a sus muslos para embestirlo con fuerza, como nunca antes en lo que iba de la noche. Taemin se aferró a su ancha espalda clavándole las uñas casi con furia y le miró atento con los labios entreabiertos sin poder dejar de gemir su nombre, el nombre del hombre que amaba.

 

—Así, Minnie… Márcame la espalda con tus uñas…. —pidió en tono ronco. Realmente extrañaba las uñas de Taemin deslizándose en su carne.

 

Taemin obedeció y rasguñó una y otra vez la lisa piel de la espalda contraria mientras sentía que el placer aumentaba hasta ser casi incontenible dentro de su ser.

 

El rostro del mayor llegó a la altura del propio y lo besó. Fue un beso húmedo, cargado de pasión, deseo, de lujuria. Tae acalló sus gemidos en medio de aquel apasionado beso y cerró sus piernas en torno a la sensual figura sobre su cuerpo queriendo sentirlo más y más dentro.

Minho era realmente grande, pero él quería más. Él deseaba más y más de él, parecía no tener suficiente del hombre.

Los minutos pasaron y su cuerpo pidió a gritos liberarse.

 

—Minho-ah… voy a correrme…. —gimió contra el arco el cuello contrario. Estaba empapado en sudor y temblaba de pies a cabeza por el placer.

 

Minho no aminoró en ningún momento el ritmo de sus estocadas, por el contrario, las volvió más rápidas y profundas deseando llevar al chico al borde de la locura.

 

—Hazlo… Córrete para mí, Minnie….

 

Así fue.

 

Segundos más tarde Taemin se corrió gimiendo a gritos el nombre de Minho. El mayor no dejó de embestirlo hasta que se vacío por completo dentro de él, gimiendo a su vez el nombre de Lee Tae Min.

Finalmente, se dejó caer exhausto sobre el delgado cuerpo bajo el propio y Taemin le recibió encantado dejando caricias donde antes había dejado rasguños, dejando besos dulces en sus mejillas y en parte de su cuello. Disfrutando del sabor y el aroma de su piel, ese que no había podido probar debido a la timidez inicial.

Minho disfrutó de cada caricia y salió del interior del menor. Seguía duro y las atenciones del menor no ayudaban en nada a calmarlo.

 

—Me encantas, Lee Tae Min…

—Usted me encanta a mí, señor Choi… —pronunció de forma coqueta. Su respiración estaba bastante irregular por el reciente orgasmo. Aún así sus piernas permanecieron en torno a la cintura del más alto mientras sentía el cálido esperma llenarlo por completo y luego deslizarse entre sus piernas.

—Taemin-ah…

—¿Sí, Minho-ah?

—Realmente te amo… —confesó con la mirada clavada en el chico.

El castaño sonrió conmovido. Nuevamente las lágrimas llenaron sus ojos y empujó al contrario por el pecho haciendo que éste quedara recostaba de espaldas a la cama, mientras él se montaba a horcajadas sobre sí.

—Yo nunca dejé de amarte…

 

La sonrisa en el rostro de Minho provocó que un nuevo beso surgiera entre los dos. Solo que este fue lento, cariñoso. Sus manos acariciaron cada trozo de piel ajeno que encontraron a su paso y el menor comenzó a moverse de manera circular sobre la dura polla de su hyung.

 

—Eres tan goloso, cariño…

—Así me amas —canturreó felizmente el castaño.

—Sí…. —aceptó Minho completamente embelesado—. Así te amo, Lee Tae Min. Con todo mi corazón.

 

Y lo repitió una y otra vez por el resto de la noche, mientras hacía suyo a Lee Tae Min de distintas formas.

Parecían no saciarse el uno del otro.

Necesitaban más y más.

Y sí, la verdad salió mil y un veces de su boca haciendo que el menor se llenara de gozo, de alegría. Haciendo que su mente se llenara de imágenes dulces, de paseos matutinos tomando la mano del mayor, de desayunos en la cama, de noches largas contemplando las estrellas desde un gran balcón. De noches frías abrazados junto a la chimenea de un hogar acogedor.

Se vio dándole el sí eterno, el sí para toda la vida.

Al fin y al cabo el hombre que lo poseía en esos momentos, el que entraba y salía con fuerza de su interior, era nada más y nada menos que el gran amor de su vida.

 

Y aunque Choi Min Ho no tenía conocimiento de aquellos bellos pensamientos, no podía estar más de acuerdo con todos ellos.

Con el sí eterno, con el estar para siempre junto al castaño y dejar atrás esos terribles años.

Quizá de eso iba el amor. De esperar, perdonar y luchar por un nuevo comienzo. Sí. Era amor.

 

No cabía la menor duda.

 

Así lo amaba. Más que a nada, más que a todo.

 

Así te amo, Lee Tae Min.

 

Con todo mi corazón.

 

Notas finales:

FIN¿?

 

NSKSLDNSAKLNDS. VIENE EL EPÍLOGO. NO ME MATEN.

 

Y LUEGO, EL FINAL ALTERNATIVO.

 

GRACIAS POR LA ESPERA. DE VERDAD. 


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