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2MIN S.O.S TIME por Kang_princessM

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Notas del capitulo:

El poema que aparece casi al final no es de mi autoría, no puse el autor para no romper la armonía del capítulo.

 

Para:

 

Taehyun

2min_JongKey_my_love

Blueyz

2Minahlove

kote

Pinkey15

Clasevi

Misha

Samadhy78

Shawolwol

ninaaxelf

katya01min

Jemiin

daniusami

DaeMinOsigu

AliceLynnLee

 

Y los que incluso en el anonimato han esperado pacientemente por la conclusión del fic.

 

Y para ti, que has llegado hasta aquí.

 


--------------------------------

 

NOTA

 

 Boda de Siwon y ___________.

Este final alternativo se ubica justo en la parte final del capítulo: Una boda y la mejor decisión.

 

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Minho asintió y entregó a la bella novia a Lee Soo Man que se había puesto de pie para bailar con ella. Minho lo saludó con una reverencia y fue hacia su novio que le esperaba en el centro de la pista, luego de haber dejado a Siwon bailando con su hermana, y lo tomó firmemente por la cintura bailando así… con sus cuerpos muy pegados el uno del otro, con su mejilla contra la cabeza de Hansol moviéndose lento, suave… de manera romántica.

—Minho… —lo llamó el pequeño aferrándose mejor al cuerpo del mayor.

—¿Qué pasa, cielo? —cuestionó en tono suave. Minho tenía los ojos cerrados, parecía que deseaba memorizar cada detalle del cuerpo contra el propio.

—Te amo… Nunca lo olvides.

—Nunca… —prometió en medio de un hondo suspiro y se mantuvo bailando de esa forma con Hansol, dejando que las luces y la gente desaparecieran de su mente. Solo quería sentir al pequeño y guardarlo en su memoria.

Sus labios buscaron los del chico y lo besó de forma húmeda, suave, con su lengua rozándose lentamente contra de su novio, al tiempo que sus grandes manos dejaban dulces caricias en su estrecha cintura. El cuerpo de Hansol era tan distinto al de Taemin. Tan delgado, tan frágil y suave.

Hansol respondió al beso mientras una lágrima bajaba por su mejilla sin poder explicar el por qué y se aferró lo mejor que pudo a él. Era como si la señal de alerta latiera por todo su ser indicándole que estaba a punto de perder al hombre que más amaba.

Minho rompió el beso y lo que Hansol vio en su mirada hizo que sus piernas fallaran al instante, un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza y tragó en seco.

—Amor…

—Sabes que debo hacerlo, ¿verdad? —cuestionó con voz suave, pero ligeramente temblorosa al tiempo que acariciaba la mano contraria y besaba su dorso—. Es necesario… yo…

—Lo sé….

Hansol caminó de su mano fuera de la pista y dejó que las lágrimas bajaran por su rostro angelical mientras observaba los ojos que tanto amaba y luego se perdía en el anillo de compromiso que aún portaba.

—Eres lo más bello que pudo pasarme… promete que nunca lo olvidarás, princesa….

—Nunca….

Minho lo besó nuevamente y se alejó casi corriendo del lugar dejando a un tembloroso Hansol quebrado en llanto. Sabía que Minho debía hacer aquello, sabía que tenía que ir con Taemin… era a donde pertenecía después de todo.

Y a pesar del dolor agradeció a la vida el haber puesto en su camino a un hombre tan maravilloso como Choi Min Ho.

—Gracias, virgencita…. —habló en voz baja apretando la cadena de oro que colgaba de su cuello— por dejarme amarlo…

En ese momento sintió que sus piernas no le respondieron más y todo se volvió negro.

—Buena suerte, mi amor.

 

 

 

……………………………………………………………………….

 

 

Cuando el chofer de aquel taxi que encontró cuadras más adelante le preguntó la dirección a la cual debía llevarlo Minho cayó en la cuenta de que no tenía la más mínimo idea. Así que llamó a la única persona que con toda seguridad sabría dónde encontrar a Lee Tae Min.

Le exasperó bastante todo lo que tardó Jong In en coger la llamada y aún más que no se apurara en aceptar darle la dirección de su mejor amigo, no era como si lo fuese a matar. Vamos.

 

—Por favor, Jong In. Tú y yo estamos en deuda —urgió con voz ronca a través del auricular. ¿Acaso aquel mocoso no recordaba que le dejó una carta para que arreglara las cosas con Soo? Era justo que le ayudara ahora que necesitaba ver a Taemin.

—Lo sé, coño… —Respondió Jong In en tono bastante confundido.

—Vamos, Jong In. —Insistió en tono más autoritario. Comenzaba a perder la paciencia, la poca que tenía—. Mándame la ubicación de Lee Tae Min por Line. La estaré esperando.

 

Ni siquiera esperó la respuesta de su menor. Confiaba plenamente en que Kai le mandaría lo que buscaba. Así fue.

Unos tres minutos más tarde estaba recibiendo vía chat lo que buscaba. Hizo una seña al conductor de que emprendiera la marca indicándole la dirección que buscaba. Mientras el carro avanzaba por las abarrotadas calles de Seúl, Minho recargó el costado de su cabeza en la ventanilla y perdió sus pensamientos en los transeúntes que encontraron a su paso.

No era muy tarde. Eran alrededor de las 10 de la noche. La boda había comenzado desde las 7:00 pm, y tras la ceremonia de una hora, habían seguido las palabras del padrino, declaraciones de los novios, fotografías, el comienzo de la cena y la apertura del baile. Pensó que dentro de poco __________ y Siwon partirían su enorme pastel de bodas. Se alegraba bastante por su amiga.

Se preguntó cuánto tiempo más duraría el evento. Conociendo a Choi Siwon dando la media noche escaparía con la novia dejando a todos disfrutar de la música y los bocadillos que pidió para altas horas de la madrugada. Aunque su amiga, por el contrario, lo obligaría a quedarse hasta que casi todos se fueran.

Y, como siempre, ganaría ___________ aquella batalla.

 

En cuanto el chofer le indicó que habían llegado a la dirección correcta, no dudó en pagarle de inmediato y descendió del auto en menos de un santiamén. Aquel era un edificio bastante elegante, no demasiado alto, pero si con cuartos suficientes para pensar que los inquilinos de allí eran personas selectas.

A la entrada había una caseta con varios guardias, uno dentro de ella, el resto estaban colocados en la puerta de entrada de los autos y más allá otros daban rondines en los bellos jardines. Minho se apresuró a llegar a la caseta.

 

—Buenas noches —saludó a quien parecía ser el jefe de seguridad—. Busco a una persona, me dijo que vive aquí.

—Su nombre, por favor.

—Lee Tae Min.

—El suyo.

 

Minho se sorprendió bastante y pidió disculpas por el error.

 

—Choi Min Ho.

 

Observó como el hombre tomaba una pequeña lista y buscaba su nombre en ella, al no encontrarlo reanudó la conversación.

 

—El señor Lee no lo espera, así que debo llamarlo. Si el autoriza su acceso entonces uno de mis compañeros lo guiará hasta el elevador.

—De acuerdo.

 

El bronceado tragó en seco. Llegar a la puerta de Lee Tae Min, tocar y que el menor le abriese sonaba bien, quizá lo tomaría por sorpresa y por ello le dejaría hablar con él. Pero no contó con que viviera un edificio así.

Quizá que el oficial le avisara que estaba abajo queriendo verlo haría que Taemin lo rechazara. Casi rezó internamente porque eso no sucediera.

Había prometido a su mejor amiga que arreglaría el desmadre de su vida antes de que la noche finalizara y era lo que haría. No importaba a qué costo. Incluso podría burlar a los oficiales, ¿por qué no?

Poco importaba si salía en las noticias que Choi Min Ho, la ex estrella de k-pop, había irrumpido por la fuerza en el edificio donde se encontraba viviendo Lee Tae Min.

Bueno, sería un… terrible encabezado, a decir verdad.

 

—Señor Lee —escuchó al Guardia saludar a través del auricular telefónico luego de unos momentos—. Hay una persona que desea verlo en este momento. Su nombre es Choi Min Ho.

 

Cuando su nombre fue pronunciado por el hombre frente a él, Minho sintió que su corazón se detuvo y sintió que pasó una eternidad antes de que Taemin diese su respuesta.

 

—¿Señor Lee? —lo llamó de nueva cuenta el oficial—. ¿Lo dejo subir? —preguntó al dubitativo el oficial.

 

Minho se mordió el inferior y miró de forma interrogante al oficial cuando hubo colgado el teléfono. Sin embargo, el hombre no dijo nada. Se limitó a llamarle a otro guardia, quien se acercó de inmediato.

 

—Conduce al señor Choi al elevador e indícale el piso y número de apartamento del señor Lee.

—Por supuesto. Sígame, señor Choi.

 

La puerta se abrió y Minho dio las gracias entrando al interior de aquel lugar, siguiendo muy de cerca al guardia que le guiaría. Una vez frente al elevador esperó a que las puertas se abrieran y digitó el piso de Lee Tae Min.

Por un instante deseó que el elevador tardara más en llegar al piso del menor. Se le hizo realmente rápido cuando las puertas volviendo a abrirse de par en par para dejarlo salir.

Al menos el chico no se negó a verlo, eso era un gran avance, a su parecer.

Abandonó el interior del elevador y caminó por un largo y elegante pasillo hasta la puerta final, la cual era la de Taemin. Respiró hondo una vez frente a ella y tocó el timbre esperando ser atendido.

Espero un par de segundos y tocó de nueva cuenta.

¿Acaso Taemin se había arrepentido de verlo? Joder… Necesitaba hablar con él, no era posible que tardara tanto. Debía verlo ahora que el valor aún se sentía dentro de su cuerpo, de lo contrario se quedaría como un imbécil sin habla frente a él.

Tocó una y otra vez, hasta que incluso sus nudillos golpearon el metal.

 

—Lee Tae Min… Sé que estás allí. Será mejor que abras. ¿Me escuchas? Solo abre la maldita puerta.

 

Su voz sonó más fuerte de lo que deseaba, pero quizá era la desesperación de que estando tan cerca de hablar frente a frente con el chico éste no lo recibiera, que incluso llamara a los guardias para que lo retiraran.

No sería capaz… ¿o sí?

Su corazón latió de nuevo cuando la puerta se abrió y ante él apareció la silueta de Lee Tae Min. Ambos estaban vestidos de la misma forma en que se vieron en la boda. Solo hasta ese momento reparó en lo extraño que debió verse para los guardias al llegar vestido de azul claro, formal, con un moño del mismo tono en el cuello de la camisa.

Seguro se veía ridículo. Al menos para el lugar.

 

—Adelante…. —murmuró Taemin retrocediendo y dándole la espalda casi de inmediato. Minho agradeció con una seca cabezada e ingresó al apartamento cerrando tras de sí.

 

La puerta se cerró con un fuerte clic, sin duda alguna del seguro.

Minho avanzó hasta quedar a unos cuantos pasos de distancia de su menor y buscó toda la fuerza que previamente había demostrado dentro de sí, pero no logró encontrarla tan rápido. Estar nuevamente junto al chico parecía confundirlo en gran medida.

 

—Y bien… ¿qué necesitas? —cuestionó luego de varios minutos en silencio el dueño del departamento.

 

Era pequeño, pero bastante elegante. Sin duda alguna Taemin ya lo había adquirido con todos los muebles en el interior, puesto que se encontraban lejos de ser de su agrado.

 

—Yo…. —carraspeó un poco y desabrochó un par de botones de su saco, así como aflojó el moño atado a su cuello ante la mirada atenta y curioso de Tae, en un intento de sentirse más cómodo— quiero hablar contigo.

—Minho… Si es por lo que te pregunté yo…

—No, no es eso. Bueno, quizá sí lo es… Lo que yo quiero decir es q-

—Minho, Minho, espera. —Lo detuvo el menor—. No tienes que responderme, ¿de acuerdo? Si no te sientes listo para perdonarme, no pasa nada. Es decir, estoy consciente de todo el daño que te hice, de todo el daño que nos hice, que le hice a nuestra relación, y si fuera tú yo tampoco me perdonaría. Así que no te preocupes.

 

Minho clavó su mirada en la figura ajena y escuchó sus palabras en silencio. En cuanto Taemin pronunció la última palabra habló.

 

—Te perdono, Taemin.

 

Lo soltó de golpe. Lo dijo así, de pronto. Sin mayor preámbulo, porque a eso iba. Iba a expiar todas sus culpas y remordimientos. Iba a sanarse al decir aquellas palabras tan simples a Lee Tae Min.

Un perdón que ambos necesitaban.

Un perdón que él necesitaba decir y dar al menor. Un perdón que el menor necesitaba escuchar y recibir.

Los ojos de Taemin se abrieron como platos y sus labios se separaron ligeramente como si quisiera articular palabra, pero el silencio permaneció reinando en su ser. Estaba realmente sorprendido.

Tenía varios sentimientos encontrados. Por una parte se sentía feliz, finalmente escuchaba el perdón que tanta falta le hacía tener de los labios ajenos. Finalmente podía sentir su corazón sanando gracias a aquel perdón.

Pero, por otro lado, tenía unas inmensas ganas de llorar y caer de rodillas frente a ese hombre dándole las gracias y suplicando por una nueva oportunidad.

Taemin no estaba tan seguro de lo correcto que eso sería, solo dejó que las lágrimas se deslizaran poco a poco por sus suaves mejillas.

 

—Te perdono, Lee Tae Min… —repitió en el mismo tono—. Te lo perdono todo.

 

El llanto de Taemin se volvió más ruidoso y caminó hacia Minho con intenciones de abrazarlo, pero el más alto retrocedió.

 

—Te perdono haber tirado a la basura nuestro amor… Te perdono partirme a pedazos… Te perdono por todo el dolor, por las noches frías y oscuras con sabor a soledad… Yo te lo perdono todo, absolutamente todo, pero no más.

 

Ahí estaba. Lo había dicho tal cual quería.

La respuesta llegó a él cuando sostuvo a Hansol en brazos durante el romántico baile que compartieron en la boda de su mejor amiga. Miró a los ojos al pequeño chico que meses atrás había pedido en matrimonio y todo recuerdo junto a Hansol se hizo presente.

Lo vio todo claro, con nitidez absoluta.

Parecían imágenes de una presentación pasando una tras otra dentro de su mente: el primer día que encontró a Hansol en España, cuando le invitó a su departamento para curar su rodilla herida. Recordó entonces cuando el pequeño quedó maravillado con sus fotografías. Taemin jamás se había interesado en el arte de la fotografía, pero Hansol pasaba tardes y noches enteras buscando el significado en cada toma de Minho.

Para Minho, Hansol era su modelo preferido. Tenía un cuarto entero lleno de fotos del menor. Fotos de Hansol durmiendo cual ángel, fotos tocando el piano, pintando cuadros hermosos con las ojeras marcándose bajos sus bellos.

Fotos de ellos juntos en la casa del menor, en el parque, en la cama.

¡Tantos recuerdos! Tanta alegría, tanta felicidad.

Jamás discutió con el pequeño. Todo era amor, alegría.

Hansol era su dopamina, la cura para todo, la ruta de escape cuando el peso del mundo parecía caer sobre sus hombros.

¡Y lo amaba!

Estaba completamente seguro de ello. El beso con Taemin así lo reveló.

Cuando sus labios tocaron los acolchados que ha tanto atrás amó, no sintió nada comparado a lo que sentía cada vez que besaba a su prometido. Los labios de Taemin le resultaron extrañamente familiares, pero no deseó seguir.

Fue como si el contacto le permitiera la despedida anhelada.

Por eso abandonó a Hansol en la boda.

Sabía que para continuar con el chico necesitaba dejar ir su pasado, necesitaba darle su perdón a Lee Tae Min. Cerrar ciclos. Quedar, quizá, como amigos. Bien decían por allí que quien se convertía en amigo de su ex pareja había entendido muy bien el amor.

Eso deseaba.

Deseaba poder mirar a Taemin a los ojos y sentirse feliz por la historia que alguna vez tuvieron, deseaba darle las gracias con una sonrisa y desearle la mejor de las suertes.

Deseaba recuperar al amigo, a la persona que tanto le importó antes, y quitarse el peso de la dolorosa historia que ambos cargaban a cuestas.

Era tiempo de madurar y dar la cara al pasado. Era tiempo de detener la eterna huida y hacerse responsable de sus decisiones.

Ambos necesitaban hacerlo.

Taemin debía aceptar las consecuencias de sus actos y Minho las propias.

Debían acabar con el dolor, ponerle punto final a la historia inconclusa y escribir una nueva.

 

Los ojos de Tae lucían triste, hinchados, por ellos no dejaban de bajar las lágrimas; sus manos estaban suspendidas en el aire, hacia el frente, como si quisieran acortar toda distancia que le separaba del bronceado.

 

—Yo, Choi Min Ho, a ti, Lee Tae Min, te lo perdono todo… Te perdono y con este perdón te libero de todo el peso del pasado que nos une hasta el día de hoy. Con este perdón pongo punto final a la historia que resulta imposible concluir… Con este perdón te hago responsable de las consecuencias de toda decisión que tomaste sin mi consentimiento en el pasado y yo, finalmente, dejo de huir.

 

Cada palabra del alto era una daga en el corazón del castaño, pero no diría nada. Minho tenía toda la razón. Era tiempo de aceptar sus errores y las consecuencias de todos ellos.

Minho necesitaba ser feliz. Finalmente feliz, aunque fuese con otra persona.

 

—Con este perdón te deseo la mejor de las suertes…. —concluyó con una dulce sonrisa y envolvió al menor en un fuerte abrazo.

 

Dejó que la calidez de Taemin lo envolviese por entero y que las lágrimas ajenas empaparan su camisa.

Lo acunó por última vez entre sus brazos y besó sus cabellos con cariño.

 

—Promete que dejarás de huir, Tae… No permitas que la sociedad te diga qué hacer. Sé único, auténtico… original.

—Lo intentaré…

—Yo estaré siempre contigo… Te defenderé de cualquiera que quiera dañarte. Siempre contarás conmigo…

 

Las manos de Tae acariciaron las mejillas contrarias mirando atento el rostro que tanto amaba. Suspiró y asintió con una triste sonrisa.

A pesar del dolor su corazón se sentía ligero. Sentía que la conversación que tenía en ese momento con Minho era correcta.

 

—Lo amas… ¿verdad? —cuestionó en tono suave, sin dejar de mirarlo con atención.

 

Minho asintió lentamente.

 

—Lo suficiente para llevarlo al altar… y hacerme viejo a su lado.

 

Taemin rio con suavidad y tras dejar caricias en el pecho contrario se separó.

 

—Quizá no pueda ir a tu boda… pero prometo que los visitaré a menudo.

—Nos seguiremos viendo, Minnie. Lo sé.

—Así será.

 

La sonrisa en el rostro de ambos fue sincera. Minho dejó un dulce, y largo, beso contra la mejilla ajena y caminó de espaldas hacia la puerta. Taemin le siguió de cerca.

 

—Mucha suerte, rana.

 

 

 

 

…………………………………………………………

 

 

 

Hansol habría golpeado contra el frío suelo del lugar, allí, en la pista de baile donde todos danzaban con alegría, de no ser por dos fuertes brazos que alcanzaron a sostenerlo. Nadie supo decir que dónde salió Changmin, fue casi como si se hubiese materializado en el lugar.

Hansol no lo vio venir ni de derecha o izquierda, ni de adelante o atrás.

El mayor lo acompañó de vuelta a la mesa donde antes se había sentado junto a Minho y los recién casados. Todos los de la mesa se encontraban en la pista de baile.

 

—¿Quieres que llame al médico? —preguntó Changmin visiblemente preocupado, casi a gritos debido a lo alto que se encontraba la música en el lugar.

 

Hansol negó lentamente.

 

—Ningún médico puede curarme, hyung.

—¿De qué hablas?

—Lo que yo tengo no es otra cosa más que el corazón roto…. —suspiró con profunda tristeza y el mayor notó la forma en que sus bellos ojos se llenaban de lágrimas.

—¿Minho y tú, ustedes acas-

—No hay un nosotros, ya no más. Choi Min Ho está ahora donde debe estar, en el lugar correcto, junto a Lee Tae Min, su único, gran y verdadero amor.

 

La tristeza con la que Hansol hablaba provocaba escalofríos en el más alto. No podía creer que el ser tan triste frente a él fuese el mismo lleno de vida con el que había compartido divertidos momentos en Seúl.

 

—Pero, ¿sabes? —continuó el menor, esta vez con una sonrisa—. Lo amo tanto… que quiero dejarlo ser feliz. Su felicidad es mi felicidad. Hyung —lo llamó. Su bella mirada se posó en los ojos oscuros del cantante—, ¿alguna vez has amado tanto… que prefieres ver feliz a esa persona, aunque sea a la distancia?

 

Changmin pareció pensar durante varios segundos.

 

—No sé si sea amor… pero lo he pensado. He pensado que esa persona merece ser feliz con un gran amigo mío.

—Estás jodido…. —murmuró Hansol entre risas. Era la primera grosería que el de piel bronceada le escuchaba decir y rio de igual forma.

—Completamente.

 

Librarse de Changmin fue un verdadero reto para el pequeño. Le costó bastante que el chico aceptara dejarlo ir. Hansol necesitaba estar solo y tomar algo de aire fresco. No se sentía de ánimos para estar con nadie y necesitaba alejarse de los alegres invitados.

No quería contagiarlos de su tristeza.

Antes de abandonar la mesa retiró de su falange el anillo que con tanto amor portó desde que Minho le propuso matrimonio. Lo abandonó sobre el níveo mantel, frente a la curiosa mirada de Changmin, y abandonó el salón.

 

Faltaba poco para la media noche. El aire frío golpeó su faz y la soledad lo envolvió por completo. Quería engañarse pensando que su apuesto príncipe azul aparecería antes de la doceava campanada, pero sabía que no sería así.

Su príncipe estaba enamorado de otra princesa, una más bella, una que tenía una historia bastante profunda con él.

 

—¿Quién te crees, Hansol? —cuestionó en voz alta—. ¿Quién demonios te crees para competir con Lee Tae Min?

—Eso es lo que me gustaría saber… —murmuró una voz a su espalda.

 

Hansol se giró de inmediato.

 

—¿Minho?

 

Choi Min Ho estaba de pie a escasos metros de él, en aquel desierto y hermoso jardín. Sudaba mucho, parecía haber corrido como loco. Su respiración estaba entrecortada y apenas sonreía al menor.

 

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine por ti —sonrió con más amplitud, al tiempo que avanzaba hacia él.

 

Las luces en torno a la fuente cercana se encendieron casi al mismo tiempo, dándole al lugar una imagen más romántica.

Hansol retrocedió.

 

—¿Por mí? No… No entiendo… Creí que estarías con Taemin.

—De allá vengo.

 

La confusión en el rostro del menor se marcó con más fuerza y Minho suspiró. La respuesta le llegó de golpe. ¡Joder! Vaya que era estúpido.

 

—No… No me digas que tú… Por Dios, princesa… —se acercó hasta su prometido y aún contra su voluntad lo tomó de las manos. Hansol sintió el anillo de compromiso entre las manos ajenas—. ¿Acaso pensaste que te dejaría por Taemin?

 

Los ojos de Hansol se llenaron de lágrimas.

 

—Tú dijiste qu-

—¡Pensé que hablábamos de lo mismo! —rio de forma suave al tiempo que deslizaba el anillo de compromiso nuevamente en el dedo del pequeño y besaba el dorso de su mano—. Pensé que sabías de lo que hablaba… que necesitaba ver a Taemin para cerrar ciclos.

—¿Cerrar ciclos?

 

Asintió.

 

—Yo te amo, princesa… Te amo muchísimo… pero no podía ser completamente tuyo hasta que no pusiera punto final a mi historia con Lee Tae Min. Esta noche puse ese punto.

 

El llanto de Hansol se volvió ruidoso.

 

—Yo por un momento creí que… yo…

 

Minho no lo dejó hablar, calló toda palabra con un beso húmedo, apasionado. Sus fuertes manos acorralaron la cintura del pequeño y lo pegaron por completo a su cuerpo. Hansol lloró en medio del íntimo encuentro entre sus bocas, y rodeó con ambos brazos el cuello del más alto.

El de piel bronceada mordió y succionó los labios ajenos con profundo deseo.

 

—Ya soy tuyo… completamente tuyo, Vernon… —murmuró contra su boca, en tono ronco, bajando a besos por todo el largo de su cuello.

 

Hansol tiró de sus cabellos con fuerza y gimió de forma elevada al sentir los cálidos labios del hombre que amaba en un lugar tan sensible. Pensó que nunca más volvería a sentirlo de esa forma.

 

—Espera… Minho…

—Quiero todo contigo. Tú eres mi compañero de vida, Hansol… Solo tú.

 

Hansol no podía pensar con claridad. No cuando las fuertes manos empezaron a desabrochar los botones de su camisa para posteriormente hurgar en el zipper de su pantalón.

 

—Minho-ah… No puedes…. No…. —gimió alto—. Dios…. No puedes… N-no podemos hacerlo aquí.

—¿Quién dice?

—Estamos en…

 

Todo lo que Hansol pensaba decir se perdió con el gemido que brotó de sus labios, justo cuando Minho se encargaba de succionar uno de sus pezones, al tiempo que su diestra acariciaba directamente el pene del menor. Hansol estaba duro, realmente ese hombre lo volvía loco. Hansol estaba listo para él siempre que Minho lo necesitaba.

Y vaya que lo necesitaba a menudo.

Solían hacerlo en cualquier rincón de la casa.

Hansol sabía cuando Minho lo necesitaba, y él estaba siempre dispuesto a entregarse al hombre que amó desde la primera vez que lo vio.

 

Se dejó llevar por la pasión del más alto, dejó que sus uñas se deslizaran por la trabajada espalda por encima de su elegante camisa y le rodeó la cintura con ambas piernas mientras se perdía en el húmedo beso.

El rapero liberó como pudo su erecto miembro y echó una buena cantidad de saliva a su hinchado glande, para llevarlo justo a la apretada entrada del menor.

Entró en el de golpe.

Hansol gritó entre el dolor y el placer. Su espalda chocó casi con fiereza contra la pared cercana y sus fuertes gemidos murieron ahogados en la boca del hombre con el que se casaría.

La polla de Minho entró una y otra vez dentro del chico golpeándolo una y otra vez contra la pared, hasta que se dejó caer al suelo con Hansol montado a horcajadas sobre sí.  Nunca retiró su gruesa verga de aquel cálido interior. El chico se aferró a los anchos hombros y empezó a saltar sobre el venoso falo cada vez más rápido.

Mingo gimió ronco contra su cuello y apretó sus glúteos con deseo dejando varias nalgadas contra los mismos. Le encantaba marcar la piel de Hansol.

Era tan blanca…

 

—Minho-ah…. No puedo más…. —gimió el chico sintiendo su cuerpo tembloroso. El sudor corría por cada centímetro del cuerpo de ambos—. Joder… Mh….

—Córrete para mí, Vernon… Córrete para mí, mi amor….

—Ah, te amo….

—Te amo más, princesa.

 

La semilla de Hansol se vació sobre el trabajado abdomen del más alto y Minho se corrió de golpe dentro de la cavidad anal del menor. El mayor se encargó de mantener sus embistes por largo rato, como si deseara quedarse toda una vida dentro del chico.

Hansol dejó caer su cabeza sobre uno de los hombros contrarios y lo abrazó con fuerza tratando de normalizar su respiración.

 

—Creí que te perdía… Me dolió tanto…

—Nunca vas a perderme, cariño. Nunca.

—¿Lo prometes? —cuestionó el pequeño con un tierno mohín adornando sus labios.

 

Minho lo besó con cariño y le regaló una dulce sonrisa mientras dejaba caricias en su estrecha cintura.

 

—Prometo estar a tu lado siempre… de ahora en adelante y hasta que la muerte nos separe.

 

Hansol comenzó a reír y lo abrazó con más fuerza. Minho cerró los ojos y lo apretó con firmeza contra su cuerpo.

Se sentía feliz.

Estaba más que agradecido con la vida por haberle puesto a un ser tan especial en su camino. _____________ estaría contenta. Su mejor amigo había dejado ir el pasado y se disponía a ser inmensamente feliz junto a un chico maravilloso.

Las campanadas anunciando la media noche comenzaron a sonar y fueron acompañadas por la risa de la pareja.

 

—En la salud y en la enfermedad —murmuró Hansol.

—En la riqueza y en la pobreza.

—Hasta que la muerte nos separe… —exclamaron al mismo tiempo.

 

Quién lo diría, que después de tanto dolor la luz brillaba al final del túnel para Choi Min Ho.

Y justo ahí, sosteniendo a Hansol en brazos, Minho supo que no cambiaría ni una sola coma en su historia con Lee Tae Min, siempre y cuando le aseguraran que terminaría amando a ese hermoso niño.

Sin historias inconclusas, sin un pasado amenazando su presente, sin más mentiras.

 

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

 

Estaba seguro de que la felicidad, lo correcto, estaba junto a ese niño, y sabía que nunca, nunca, volverían a separarse.

No más.

Hansol era de Minho como Minho era de Hansol.

 

Y acunó la dulce idea y la aceptó noche a noche con Hansol entre sus brazos. La aceptó frente a amigos y familiares en su íntima boda. La aceptó en los años venideros.

Aceptó a Hansol en la salud y en la enfermedad, en la luz y en la oscuridad, con todos sus defectos y virtudes, con sus miedos y sus alegrías.

 

Lo aceptó por completo y se aceptó a sí mismo a su lado. Aceptó ese amor que no supo reconocer al comienzo, pero que era fuerte, puro, y a prueba de todo.

 

Y se negó a dejarlo ir.

 

Sí, acepto.

 

De hoy en adelante y para toda la vida.

 

Notas finales:

Bien... Eso ha sido todo por mi parte.

 

Gracias a todas las que siguieron la historia.

 

Gracias por todo su amor. Espero que hayan disfrutado tanto como yo y que me perdonen por la demora... Un cálido abrazo.


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