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Durante el tiempo en que me fui por Blanwhide2

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Notas del capitulo:

 

Bien, bien. Actualizando una semana antes de que se cumpla el...quinto mes. Jeje ^^U... Bien, como dice el titulo es la parte 1, perdon que demorara tanto y se que no es muy largo que digamos pero espero sea de su agrado.

Le mando un saludo y agradecimiento a sakurai por el review ^^. 

 


Sin mas que decir. Disfruten ~

Segunda noche - Promesa olvidada (Parte 1) 

 

 

Diez minutos, quince minutos, medio hora, una hora, tal vez dos. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado desde que había entrado al despacho esa mañana luego del entrenamiento matutino con Conrad y de terminar de desayunar pero francamente no era como que me importara. Sentía que el tiempo había pasado muy lento desde el momento en que desperté y lo que más me había sorprendido fue el percatarme de que ya había amanecido y yo apenas había ´vivenciado´ el pasado. Bien, no era como que tuviera idea de que tan rápido o lento iba a pasar el tiempo mientras estuviera durmiendo; no había preguntado.

Me detuve en mi labor de leer y firmar los documentos y miré a un lado, Gwendal sentado en su escritorio ocupado en lo suyo, estaba leyendo un documento con detenimiento, se veía muy concentrado y de un momento a otro me clavó su firme mirada azul haciéndome voltear el rostro al lado contrario como acto reflejo. De ese lado estaba Günter, sentado en una silla cercana leyendo un voluminoso libro (seguramente de historia o literatura). Agradecí internamente al recordar que el pelilila había decido acortar las clases que me daba a solo 1 hora diarias; ¨No puedo permitirme sobre exigirle con el esfuerzo que debe significar para su joven mente tener que soportar toda la carga extra durante las noches, Heika. Oh, usted es tan noble al sacrificar su preciado periodo de descanso. Pero será solo hasta que se recupere una vez terminados sus viajes nocturnos. Espero que mi humilde acción le sea de ayuda¨. Sí, me era de mucha ayuda, de esa forma avanzaría mucho más rápido con el trabajo de lectura y firma de todos los documentos. El consejero real me había prestado un inmenso favor, lástima que cuando se lo agradecí y me dispuse a darle un abrazo la nariz empezó a sangrarle, con mucha más fuerza de como normalmente lo hacía; por lo que llamé a Gisela para que lo revisará. Pensando en eso, recordé que todos los soldados y sirvientas con los que me había topado de camino aquí me habían preguntado como me encontraba. ¨¿Se siente cansado, Heika?¨ ¨¿Necesita ayuda, Heika?¨,¨¿Le duele algo, se siente bien?¨. No era que no apreciara su preocupación pero en lo que a mí respectaba (luego de verme una y otra vez en el espejo) no tenía ni una sola marca que denotara cansancio. Suspiré, volviéndome a mi labor, si seguía divagando no me cabía duda en que terminaría por pensar en Wolfram, y quería evitarlo a toda costa, al menos hasta que llegara la noche.

Me concentré con todas mis fuerzas en la actividad que estaba realizando y antes de que me diera cuenta ya era hora de almorzar.

Tal y como en el desayuno todos se abstuvieron de preguntarme acerca de que había visto la noche anterior pese a que la curiosidad de algunos era demasiado notoria para mí y de seguro que para todos los demás también.

Como lo esperaba Greta se mantuvo muy cerca a mí, ahora ella ocupaba el lugar que había pertenecido al rubio y de alguna manera lo agradecía. El que no estuviera vacío me ayuda a distraer a mi mente.

De la misma manera que en la mañana fui el primero en terminar y en retirarme luego de agradecer por lo servido. Tenía planeado hacer eso mismo todo lo que duraran las visitas-sueño, sin duda era lo mejor tanto para mí como para los demás; en especial para su familia.

 

De regreso en el despacho me sorprendí de sobremanera al realizar en que me faltaba casi nada para acabar con el papeleo del día. Increíble, simplemente increíble.

Me senté todavía asombrado, tomé la pluma y firmé los escasos veinte documentos restantes al terminar de leerlos. Levanté el rostro y miré a ambos lados por segunda vez en el día. Ni Günter ni Gwendal habían regresado aún. Vi al frente, a la puerta y por un segundo lo vi a él ingresando, su brazo izquierda siendo rodeado por un par de finas y delgadas manos cubiertas por unos elegantes guantes blancos pertenecientes a nadie más que la hermosa rubia de nombre y apellido Catherine Von Bogdánov. Agité la cabeza con fuerza una, dos, tres veces. Asegurándome de que aquello no era más que un espejismo; uno muy doloroso.

Me puse de pie y di un par de vueltas alrededor de mi escritorio.

-          Qué hacer… qué hacer… - me repetía en voz alta. No tenía intenciones de salir de ese lugar, aún si fuera a practicar beisbol con Conrad no podría concentrarme y debía de estar ocupado entrenando a su tropa. – Ahora que lo pienso… casi siempre que lo voy a buscar para practicar lo veo entrenando y nunca me había detenido a pensar en lo ocupado que debía estar; simplemente le llamo y él viene a cumplirme el deseo que le pido (tal vez debería llamarlo capricho). Lo mismo… era con Wolf – suspiré y me acerqué a la ventana. Tal y como lo imaginé, ahí estaba mi padrino con sus soldados. Giré sobre mi propio eje, dándole la espalda al ventanal. Ir con Greta tampoco me parecía una buena opción. Claro que mi niña nunca me rechazaría pero seguro que le gustaba su espacio a solas. No, no iba a ir a verla. Miré de reojo al escritorio de Gwendal, aún le quedaba mucho trabajo que hacer para finalizar. ¿Por qué no ayudarlo? Me coloqué al lado del escritorio del mazoku de tierra y levantando la que sería aproximadamente la mitad de papeles, los cargué y coloqué sobre la esquina izquierda de mi escritorio pasando a sentarme.

 

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Suspiré al terminar de cambiarme. Había terminado de cenar hace menos de diez minutos lo que significada que tendría que esperar como mínimo una media hora antes de poder echarme a dormir. Había repetido la táctica de salir tan pronto como terminé de comer. Al menos tenía el consuelo de que mi querida hija vendría a verme antes de irse a dormir, había prometido hacerlo y gracias a eso tenía algo que esperar con ansias.

Me estiré y senté en la gran y mullida cama; mirando por la ventana.

-          Hoy no hay luna… - me dije a mí mismo, con un tono añorante, suspirando.

-           Una lástima, ¿no lo crees? – no me molesté en buscar el lugar del que provenía la voz.

-          Sí, realmente lo es – me acomodé un poco mejor, - ¿A qué has venido?

-          Oh, solo a ver como se encuentra mi elegido – respondió en tono casual.

-          No creo que esa sea la única razón de tu visita.

-          Noto desconfianza en tu voz, ¿acaso no viste lo que esperabas ver ayer? – gruñí ligeramente.

-          No vi mucho realmente. ¿Te importaría decirme cuánto duran exactamente?

-          ¿Qué quieres decir con eso? Las visitas-sueño duran lo que dura tu periodo de descanso. Es a la par, es imposible que lo vivas estando despierto.

-          No, no me refiero a eso. Creo que no me expliqué bien – me animé a buscar al rey original con la mirada.

-          Aquí estoy – anunció, - a tu lado – miré en esa dirección y en efecto ahí se encontraba, con la espalda recargada contra mi costado y ni siquiera lo había sentido. Giró el rostro de tal manera que pude ver su rostro de perfil; sonrió. Por muy pequeño que se encontrara la belleza que poseía no menguaba ni un poco. De hecho, además de hermoso lucía excepcionalmente adorable. Algo que a Gwendal sin duda alguna haría sonrojar. 

-          A lo que me refería era a qué tanto del pasado seré capaz de presenciar. ¿Un par de días, una semana? – el ojizafiro no me contestó de inmediato, en su lugar dio un par de pasos por el filo de la cama, se giró a mirarme y se cruzó de brazos. Una actitud tan parecida… a la de Wolfram.

-          Eso depende de lo que tú desees – parpadeé, ¿Cómo estaba eso?

-          ¿…Eh? – como siempre yo y mis preguntas brillantes.

Sonrió,- el tiempo avanza, lento o rápido, de acuerdo a tu voluntad. Es una ventaja que quise otorgarte – asentí, ya lo entendía.

-           Gracias por eso – le dije, sonriendo.

-          No ha sido nada, Yuuri. Bueno, ahora me voy – y desapareció en un abrir y cerrar de ojos con esas palabras.

 .

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-          ¡Yuuri…! – sonreí al ver a Greta entrando a la habitación, y extendí mis brazos para recibirla con un fuerte abrazo de oso, ella rió entre los mismos. – Perdona que haya demorado tanto, no recordaba donde lo había guardado – se disculpó luego de que la solté, lo que mi hizo percatarme en que llevaba un bonito y elegante collar de oro con un dije en forma de corazón que tenía su nombre grabado. Un escalofrió me recorrió, yo nunca había visto esa pieza antes.

-          G-G-Greta… ¿e-ese collar… acaso te lo dio algún pretendiente? – me habría alarmado como nunca de haber obtenido una respuesta afirmativa, pero no, la persona que se lo había obsequiado había sido nada más y nada menos que…

-          Wolfram, papá Wolfram me lo regaló por mi cumpleaños – su cumpleaños… ¡yo… no había estado aquí en esa fecha!

-          … perdóname, Greta, por no… - ella se apresuró en cortarme, negando con la cabeza, - no te preocupes, no fue tu culpa ni lo hiciste adrede, lo entiendo – sonrió, - además… aquí te tengo siempre conmigo – dijo, tomando el collar y quitándoselo, para poder abrirlo; desplegando tres compartimientos, en el medio la foto de ella, en el lado derecho una mía, miré a la izquierda, en donde supuse estaría la de Wolfram pero estaba vacío. Fruncí el entrecejo y ella lo notó; adivinando la razón de mi acción, – no hay ninguna foto ahí porque… él me pidió que así fuera – la miré incrédulo, ella desvió la suya, - me dijo: ¨Greta, ese lugar solo debe ocuparlo la persona con la que se despose Yuuri Heika, nadie más¨. Recuerdo que me enojé mucho por sus palabras pero cuando lo miré a los ojos apunto de recriminarle… sentí… sentí dolor, parte del dolor que lo atormentaba y… fue horrible, Yuuri. Las piernas me temblaron y por poco caigo al suelo pero él me sujetó, me abrazó y me hizo sentir segura, segura mientras que él se sentía miserable – me pareció increíble que consiguiera narrarme todo eso sin que su voz se quebrara, tomé su barbilla con delicadeza con mis dedos pulgar e índice y levanté su rostro para que me diera la cara; sus grandes e infantiles ojos totalmente cristalinos, mientras que sus labios temblaban, pugnando por no dejar escapar un sollozo. Como odiaba ver triste a las personas a las que amo. (Sigo haciéndolo)

-          ¿Quieres tener la fotografía de Wolf en tu collar, Greta? – le pregunté con voz suave a lo que ella asintió, - entonces pon una ahí. Tienes mi permiso – me miró insegura, - pero… papá Wolfram dijo que…-, - sé lo que dijo, pero tanto tú como yo sabemos que el hubiera adorado que un día le mostrarás que su foto colgaba de tu cuello aquí dentro – tomé el dije abierto entre mis manos, -  lo habría amado – asentí, - tanto como te amó a ti – aseguré, - eso habría sido una lástima – comentó, - porque… no hubiera habido forma de que lo hubiera hecho tanto como contigo.

 

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Me desplomé en la cama, con ambos brazos cubriendo mi rostro. Acababa de volver de acostar y arropar a mi hija y el sentimiento de impotencia y rabia seguía presente.

-          Espero que estés feliz. Greta en verdad pasó un mal rato, gracias a ti, Wolf… - con esas palabras caí dormido, y me pareció oír una voz diciendo, en un susurro: Lamento haber sido tan insensible…

Está vez, al abrir los ojos, me encontré en el interior del castillo, siendo específicos, en el comedor.

Paseé los ojos por cada una de las personas que estaban presentes: Conrad, Gwendal, Günter, Anissina, Cheri – sama, Greta y… Wolfram que estaba ingresando en el preciso momento en que veía su sitio.

-          Yuuri ha regresado a la tierra – anunció ni bien dio dos pasos al interior, adoptando la posición militar de firmes - Shori tuvo un accidente y él fue a ver su estado – Gwendal iba a tomar la palabra, - Geika me lo hizo saber hace apenas unos minutos, aniwe. Simplemente surgió y no estoy al tanto de cuánto tardará en volver – un silencio se expandió por el lugar hasta que la voz del mayor de los hijos de mi antecesora en el trono dio a conocer su resignación con la frase, ¨no hay nada que podamos hacer ya. Siéntate, Wolfram¨. El rubio obedeció de inmediato, pasando a tomar asiento al lado de Greta, quedando en medio de ella y mi asiento vacío.

En cuanto el desayuno llegó a su fin, Greta le pidió a Wolfram que pasara el día con ella, puesto que – yo no lo recordaba – yo le había prometido hacerlo pero como no me encontraba ahí le parecía justo que el rubio me sustituyera como padre también que era. Lo único que el ojiesmeralda hizo fue ver al mayor de sus hermanos a los ojos y, tras recibir un asentimiento de cabeza, sonreírle a nuestra hija asintiendo y pasar a retirarse con ella de la mano. No demoré en seguirlos, mientras me hacía la pregunta: ¿Le prometí a Greta pasar el día con ella y lo olvidé?

Y sentí como el frágil susurro de una voz conocida me respondía: Así lo hiciste. La noche en que recuperaste tu libertad.

 

Continuará . . .

Notas finales:

Repito que lamento demorar tanto y prometo tratar de actualizar antes de que se cumpla otro mes mas a partir de hoy.

 

Saludos ;w;


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