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Durante el tiempo en que me fui por Blanwhide2

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Notas del capitulo:

Esta bien... fue una crueldad la mia el haber subido ese capitulo tan corto asi que el sexto viene en adicion .w. ...

 

Si me tardo en continuar esta historia espero me comprendan. El cerebro no ayuda, la imaginacion tampoco y necesito hilar bien las ideas XD...

 

Espero disfruten de este capitulo mas largo -w-...

 

Gracias por los comentarios nwn.

 

 

Kyou Kara Maou no me pertence =w=

Las consecuencias de mis actos

 

El rubio tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa y cuando reaccionó la alejó; con delicadeza por ser mujer pero lo hizo.

-          Lady Catherine – pronunció - ¿por qué ha hecho eso? ¿Está loca? ¡Esto es traición contra Yuuri Heika! – sentí un aura demoniaca rodearme, pero me controlé.

La rubia rió.

-          Oh, vamos… Wolfram… ¿Enserio aún no me recuerdas? – Wolfram la observó intrigado. – Oh… aún no lo haces… - dijo.

-          ¿Debería recordarte?... ¿Nos hemos visto antes? – preguntó.

-          ¡Pero claro que sí! – dijo – Nos conocimos cuando tenías 37 años (7 años humanos) y yo 33 (6 años humanos) ¿Cómo has podido olvidarlo? ¡Me salvaste de una banda de bandidos que querían abusar de mí! – aseguró.

Wolfram trató de hacer memoria.

-          Tu madre te obligó a usar un vestido rosa pastel el día siguiente de su llegada – acotó, divertida.

-          Oh… ya lo recuerdo – respondió, con una expresión sombría.

-          Te portaste muy atento conmigo – expresó.

 

FLASH BACK   (N/A: Obviamente los recuerdos de Catherine no pueden ser narrados por Yuuri ya que él ni existía.)

-          Un placer el conocerlos, Sir Frederick Von Bogdánov, Lady Catherine, mi nombre es Wolfram Von Bielefeld – se presentó cortésmente un pequeño de cabellos cortos y dorados, vestido con una hermoso vestido rosa que casi le llegaba a los pies pero estaba lo suficientemente elevado como para que sus zapatitos del mismo color se lucieran; haciendo una reverencia.

-          Un magnífico placer el nuestro, Cecile Von Spitzberg, tiene una hermosa hija – acotó Frederick.

-          Sin duda es hermoso… - suspiró Cheri-sama – pero es un varón – aclaró, viendo la expresión de enfado mal disimulada en su pequeño.

-          Oh, mis más sinceras disculpas – ratificó el hombre.

-          No se preocupe – dijo despreocupada Cecile, sonriendo. - ¿Por qué no van a jugar un rato? – sugirió después, había notado lo aburridos que se veían los dos menores.

-          ¿Se puede? – preguntaron al unísono ambos pequeños con recato, provocando que voltearan a verse por la sorpresa.

Tanto Cecile como Frederick asintieron tiernamente.

-          Solo no se alejen demasiado – advirtió el hombre pero los menores ya no estaban a la vista.

.

.

.

-          ¡Detesto esta cosa! – dijo Wolfram, cruzado de brazos, sentado en el pasto de un extenso prado un tanto lejos del imponente castillo perteneciente a la familia Bogdánov.

-          Pero te queda muy bien – concedió Catherine, que estaba sentada junto a él, vestía un lindo conjunto de pantalones azules, una blusa blanca y unas botas negras, puede que no fuera muy elegante pero sin duda le sentaba.

-          De seguro a ti te quedaría mucho mejor – comentó el rubio, mirando a la niña de soslayo.

-          ¿Tú crees? – preguntó.

-          Claro, tú si eres una niña, ¡yo no! – puntualizó, volteando a verla.

-          Umh… ¿A tú madre le incomodaría si me lo probara? – quiso saber Catherine.

-          No lo creo… - dijo - ¿Por qué? ¿Te gustaría probártelo? – preguntó.

-           Uh… S-si no te molesta…

-          No, no me molesta en absoluto, pero con una condición – dijo el oji-esmeralda.

-          ¿Cuál? – preguntó la oji dorado.

-          Qué tú me dejes probarme la tuya, me gusta mucho y de seguro me queda – pidió en son de demanda.

-          Claro, es lo justo, tampoco pensaba dejarte medio desnudo – rió Catherine.

-          Muy bien entonces – concedió Wolfram.

 

*10 minutos después…*

 

-          Wow… - dijeron los dos niños con los ojos muy abiertos, observándose detenidamente entre sí. 

-          Te ves… - volvieron a coincidir al momento de hablar.

-          Tú primero – concedió el mayor.

-          Te ves… muy apuesto

-          Gracias… y tú luces… muy hermosa – dijo, acercándose a la rubia, tomando su mano y depositando un casto beso en ella.

Catherine rió sonrojada, agradeciendo el cumplido.

De pronto un oso-abeja pasó muy cerca de los dos, sorprendiéndolos de sobremanera.

-          ¡Wuaah! – los ojos de Catherine brillaron de emoción. – Nunca había visto a un oso abeja de verdad – dijo, corriendo tras el animalito.

-          ¡Lady Catherine, espere! – gritó Wolfram, persiguiendo a la niña que no le hizo el más mínimo caso.

Catherine se adentró en el pueblo siguiendo al oso abeja.

-          Ven aquí… solo quiero ju… gar… - enmudeció al darse cuenta de que se encontraba en un callejón, había estado tan concentrada en su persecución que no había reparado hacía donde estaba yendo.

-          Vaya, vaya… - oyó una voz ronca y profunda proveniente de las sombras, para luego ver a un hombre delgado con mal aspecto salir de una de las esquinas del oscuro lugar.

-          Pero mira nada más que bonita niña vino a visitarnos… - rió una segunda voz.

-          ¿Por qué tan sola, pequeña? – preguntó una tercera voz y al instante otras 5 figuras salieron de entre las sombras, con un aspecto aún más deplorable que el del primer hombre.

-          Y-yo… ya me iba… - tartamudeó Catherine, retrocediendo a paso lento, lista para correr.

-          Oh, si yo fuera tú me quedaría muy quieta – advirtió uno de los hombres que había permanecido callado.

-          ¡LADY CATHERINE! – se oyó el agudo grito de una vocecita infantil masculina a espaldas de la rubia.

El pequeño Wolfram se colocó delante de la asustada rubia, con una mirada desafiante dirigida a las personas frente a él.

-          No se acerquen si saben lo que es bueno para ustedes – amenazó, con un brillo de enfado en los ojos.

Los bandidos comenzaron a reír más que burlones.

-          El mocoso se cree un héroe – se burló el cabecilla.

-          Démosle una lección antes de divertirnos con su amiguita - sugirió uno de los que hasta ese momento no se había pronunciado, sonriendo malvadamente.

Y antes de que los pequeños tuvieran tiempo de nada, ya estaban rodeados y un segundo después, Wolfram se encontraba tirado en el piso luego de haber chocado bruscamente contra una de las paredes del callejón, gracias a una fuerte patada por parte del más fuerte del grupo de malandrines.

-          ¡Wolfram! – gritó Catherine, tratando de ir en ayuda del rubio mas el brusco agarre de sus dos manitas se lo impidió. - ¡No! – gritó, empezando a llorar.

-          ¡Sueltenla! – demandó el oji esmeralda, haciendo esfuerzos vanos por levantarse, el cuerpo le dolía demasiado, quizá hasta se había roto un par de costillas. – ¡Déjenla ir y terminen de pelear conmigo! – exigió, logrando levantarse, con un quejido y la mano en su costado.

-          Owww, me parece que Wolfram quiere morir – dijo el mismo hombre que lo había golpeado hace rato.

-          ¡Tagh! No te atrevas a pronunciar mi nombre sucio humano – escupió el pequeño rubio.

-          ¡¿Qué dijiste, maldito enano?! – vociferaron todos a la vez, furiosos.

-          Se los advertiré por última vez… liberen a Lady Catherine ya… o…

-          ¿O qué? No puedes hacer nada, pequeño idiota, somos más grandes y fuertes. No hay nada que puedas hacer. ¡Nada! – dijo burlándose el de cabello más largo.

-          ¿Eso creen? – preguntó divertido el rubio.

-          Wolfram… - chilló la niña conteniendo lágrimas de dolor puesto que los sujetos que la tenían presa habían presionado más su agarre, lastimándola.

-          ¡Basta! – exigió el mencionado.

-          Oblíganos – retó el jefe.

Al recibir esa respuesta la paciencia del rubio se agotó y comenzó a susurrar unas palabras.

-          Acaso… - pronunció uno de los captores de Catherine, soltando a la niña.

-          Imposible… - dijo el otro, visiblemente asustado; retrocediendo, imitando a su compañero, - E-es muy pequeño… no es posible… -

-          … obedezcan a este orgulloso mazoku que los invoca!- En ese momento el pequeño Wolfram terminó de recitar su conjuro, siendo envuelto por un imponente remolino de fuego y; a pesar de eso, su voz sonó exactamente igual cuando habló, - estúpidos humanos… quise ser bueno con ustedes pero bueno… ya debería saber que con basura como ustedes no sirve razonar – y con esas palabras les lanzó lo que tenía alrededor, con tal control que ni una sola llama llegó a si quiera rozar a la rubia. Todo lo que se escuchó durante los siguientes segundos fue los gritos de terror y dolor de los malhechores, que desesperados rodaron por el piso hasta por fin lograr extinguir el fuego de sus cuerpos y ropas; quedando inconscientes al conseguirlo.

La pequeña Catherine, que había corrido a refugiarse al verse libre, se mantuvo con los ojos cerrados y en posición de bolita hasta que los gritos cesaron; solo entonces se permitió salir para ir en busca de Wolfram, había visto su estado y aunque se sentía realmente intimidada por el poder que el rubio había mostrado de ninguna manera iba a dejarlo y menos con la perdida de fuerzas que sabía les causaba a los mazokus el utilizar markoyu, especialmente a los novatos.

-          Wolfram… - susurró la niña ya junto al pequeño rubio que se encontraba arrodillado, lucía exhausto y muy lastimado, sus ropas (o mejor dicho, las ropas de Catherine) estaban sucias, rasgadas e incluso ligeramente chamuscadas por el contacto con el fuego.

-          Qué bueno que estas bien… - expresó Wolfram mientras se levantaba muy lentamente, no quería demostrar lo lastimado que estaba, de ninguna manera, no podía, él era Wolfram Von Bielefeld después de todo.

-          Te hicieron mucho daño… - dijo con culpa – lo siento, si no hubiera… si te hubiera…

-          No te preocupes – le sonrió el rubio oji esmeralda. – Debemos volver, Sir Frederick y mi madre se enfadarán si no nos damos prisa – puntualizó.

-          Umh… - asintió, ofreciéndole la espalda a Wolfram.

-          ¿Qué estás haciendo? – preguntó confundido.

-          Te cargaré hasta el palacio, estas muy lastimado y no me arriesgaré a que empeores. Fue mi culpa así que ahora te ayudaré – explicó, decidida.

-          ¡De ninguna manera! – casi gritó el rubio, sonrojándose por la sola idea de imaginarse la mirada de todos sobre él al verlos llegar de forma tan extraña. – Nada de esto fue tu culpa, además soy perfectamente capaz de caminar solo. ¡No me trates como si fuera un debilucho! – exigió

-          No lo hago – aclaró Catherine, - pero no voy a dejar que por hacerte el fuerte corras el riesgo de lastimarte aún más - dijo con voz dulce, - ¡así que cállate y sube a mi espalda! – ordenó, cambiando por completo el tono usado segundos atrás.

-          T-tú… - pronunció el rubio, mas terminó por subir a la espalda de la ocupante de su vestido al recibir una mirada seria y preocupada a la vez.

 

-          Perdóname – se volvió a disculpar la rubia cuando ya llevaban buena parte del camino de regreso recorrido. 

-          Ya te dije que no fue tu culpa… deja de pedirme perdón, no me gusta que me hostiguen – aclaró el rubio, algo molesto.

Catherine rió y dio un pequeño saltito que hizo que Wolfram se quejara.

-          Ups… - dijo, divertida. Recibiendo un gruñido como respuesta a su tan complicada exclamación. – Es una pena que no te guste ser hostigado, Wolf… - el rubio estaba a punto de quejarse por la osadía de la niña en apodarlo pero… - porque eso es exactamente lo que voy a hacer hasta que te recuperes por completo – dijo con decisión en sus palabras, - y ya que su estadía será de dos semanas me tendrás mucho tiempo a tu lado – agregó, riendo.

-          Pero… - quiso oponerse el rubio, estaba con el rostro desencajado por la sorpresiva declaración de la chica, - ¡no puedes!

-          Claro que si – dijo con tranquilidad, - mi padre es su anfitrión y como su hija tengo el deber de apoyarlo en la tarea; ¿qué mejor forma que estando todo el tiempo contigo? – declaró, con una sonrisa pícara y de autosuficiencia que a Wolfram no le agrado para nada; después de todo era él el que mostraba aquel gesto siempre que podía.

-          ¡Ahhh…! – gritó el rubio, soltándose su agarre y por consecuencia casi cayéndose.

-          Que bobo eres – rió la niña.

Wolfram frunció el ceño una vez logró recuperar su equilibrio.

-          No lo soy – se defendió.

-          Si, si – dijo sin hacerle caso Catherine; apurando el paso, ya estaban casi en el castillo.

FIN FLASH BACK.  (Wow, para ser el primero que escribo en mi vida quedó muy largo).

 

-          Hahh… - suspiró Wolfram – no me dejabas solo ni para ir al baño – comentó; su comentario no me gustó en lo absoluto.

Mi ´nueva prometida´ rió ante lo que Wolfram dijo.

-          Me enamoré de ti el día que me salvaste, Wolfram… estoy aquí por ti – confesó la rubia; esta vez tuve que hacer un esfuerzo más que sobrehumano para evitar que el Maou tomara control de mi cuerpo. Me moví un poco, en un intento efectivo por mirar mejor la situación.

-          Eres la prometida de Yuuri Heika ahora – dijo Wolfram impasible, causando sorpresa a su oyente y también a mí.

-          Wolfram… Yuuri Heika es una muy buena persona y realmente me alaga que me escogiera pe…

-          Eras la más indicada para ocupar el puesto, tu corazón es noble y tu belleza inigualable – la interrumpió con una sonrisa que parecía real pero yo sabía que no lo era. – además… eres mujer – susurró, mas si yo logré oírlo estaba seguro que Lady Catherine también debía haberlo hecho.

-          Lo que dices son burdas mentiras – dijo la rubia, la expresión asombrada de Wolfram sin duda superaba a la mía. – Tú corazón es cien veces más noble que el mío y tu belleza lo es mil – habló muy segura. – no puedes negar lo que digo, sabes que es la verdad – aseguró.

-           . . . Catherine, Yuuri Heika está enamorado de ti, él es mi rey y tú eres su futura esposa. – es todo lo que dijo.

 

No, Wolfram… yo te amo a ti…

 

-          Pero yo… - el rubio no la dejó terminar de hablar.

-          Si en verdad dices amarme te quedaras a su lado, Yuuri Heika es, a demás de un muy buen monarca, una excelente persona. Ten por seguro que serás feliz a su lado y me olvidarás – aseguró, sonriéndole como hace poco.

Bajé la vista, no soportaba oírlo decir eso, pidiéndole a aquella mujer que juraba amarlo que lo olvidara y permaneciera conmigo.

Sin duda sacrificarías tu felicidad por la mía, Wolfram…

-          . . . Tú lo quieres, ¿no es así? – la pregunta que la rubia le hizo a Wolfram me hizo observarlos de nuevo.

Wolfram pareció analizar, como cerciorándose de haber oído bien; sonrió. Esta vez de verdad.

-          Sí, lo quiero – sus palabras me llenaron de alegría.

-          Entonces, ¿por qué? ¿Por qué sigues a su lado? – preguntó - Si sabes qué solo logras mantener abierta la herida que todos sus rechazos te causaron. Y que no cerrará a menos que te alejes lo más que puedas de la persona que tanto daño te causo y que te sigue causando.

-          Catherine, juré proteger a Yuuri Heika con mi vida y no puedo hacerlo estando lejos – mostró una ligera mueca de tristeza – No te preocupes por mí, olvidaré todo el amor que le profesaba a mi rey, por eso te pido que lo hagas feliz, permanece a su lado como pienso hacerlo yo, pero a diferencia mía, tu lo apoyaras con fidelidad y amor; yo lo haré con rectitud. – observé a Catherine acercarse y abrazar con fuerza a Wolfram; él no rechazó el gesto y a los segundos lo correspondió, dejando que una única lágrima corriera por su mejilla derecha.

-          Cumpliré tu deseo, Wolfram; pero no olvides que siempre te amaré, aun cuando me despose con otro hombre y llegue a tener hijos con él, tú siempre serás el dueño de mi corazón.

-          … Gracias, Catherine… - susurró el rubio - y perdóname por no poder corresponder a tus sentimientos.

-          No es tu culpa… - le susurró ella – en el corazón nadie manda…  

Su abrazo era fraternal a pesar de los sentimientos expresados, pasados unos minutos se separaron.

Catherine se marchó sin decir más nada, dejando a Wolfram parado con los ojos cerrados, aspiró hondamente, exhaló, abrió los ojos y se alejó también.

 

¿Estas son las consecuencias de mis actos? – pensé interiormente

Esa respuesta es bastante obvia, ¿no te parece? – me respondió una voz profunda, conocida pero a la vez no.

¿Cómo puedes oír lo que pienso? – se me ocurrió preguntar.

Porque yo soy tú…   

Continuará . . . 

Notas finales:

Hah... Quien sera el que le hablaa Yuuri? Facil XD

 

 


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