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De tradiciones y amor está hecho el invierno por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola, hola! Seguramente deben estarse preguntando por qué tengo la desfachatez de actualizar este fic hasta cuando ya se han terminado las vacaciones de diciembre. La verdad es que sufrí un bloqueo mental durante el resto de las vacaciones, además de que todo el tiempo estaba visitando a la familia (donde no hay compus ni Internet, XP), tenía que estudiar para mis extraordinarios, inscribirme al nuevo semestre, blah, blah, blah…

En fin, en lo personal me gustaría seguirlo actualizando, aunque me gustaría saber su opinión al respecto. Como sea, sin más de mi perorata, les dejo el cap. Advierto, Romantica no saldrá en esta ocasión, ya que para ellos apenas estoy haciendo otro capítulo.

 

Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son de su creadora Shungiku Nakamura.

V.-

 

Veinticuatro de diciembre. Como cada año la gente se reunía dentro de la iglesia del pueblo para escuchar la misa que oficiaba el sacerdote con motivo del Nacimiento de Cristo. Entre ellos se encontraban los tres artesanos y los tres 'fuereños', sentados de la siguiente manera: de derecha a izquierda del pasillo central que daba al altar, primero estaban Miyagi y Shinobu, luego Hiroki y Nowaki, y por último Misaki y Akihiko. Los tres artesanos traían consigo unas luces de bengala (1), una canastita de mimbre con una cobijita blanca de punto que cubría una figurita del Niño Jesús, así como una velita y un silbato, tal como la mayoría de los feligreses. Sin embargo cada uno tenía una particularidad: el de Shinobu, por ejemplo, cabía perfectamente entre sus manos, era de madera tallada por él mismo y tenía en una de sus manecitas un rosario de cuentas de granos de café; el de Nowaki –también herencia de su padre adoptivo– en cambio era casi de tamaño natural, pero sus bracitos podían ajustarse de tal forma que sostenía entre manos el bonito corazón azul que le obsequió a Hiro-san; en tanto el de Misaki era mediano y no iba solo, también había uno idéntico al suyo dentro de la canasta, como si fuera su gemelo, y éste pertenecía a nadie más ni nadie menos que Akihiko Usami.

 

El por qué éstas seis personas se encontraban juntas ciertamente resultaba curioso, aun para ellos.

 

16 DE DICIEMBRE

 

Tic-tac, tic-tac… el sonido del bonito reloj de péndulo con forma de búho era lo único que rompía con el silencio formado luego de que Nowaki prácticamente se le declarara. Los colores se le subían al rostro mientras un calorcito agradable lo sofocaba. El artesano le miraba expectante, como niño que se queda despierto a media noche esperando a los Reyes Magos (2).

 

"¿Cómo se supone que deba reaccionar?" se preguntaba internamente "Nunca nadie me decía este tipo de cosas desde hace años"

 

–Pero… apenas nos conocemos –tartamudeó– ¿Por qué confiarle tu corazón a alguien que acabas de conocer?

–Porque amar es conocer… y tenemos el resto de nuestras vidas para conocernos, Hiro-san.

 

No supo con exactitud si fueron esas palabras cargadas de sinceridad, el tono amable pero determinado del joven artesano, o el miedo a no poder corresponder de la misma forma aquellos sentimientos tan puros y carentes de segundas intenciones, pero sintió un nudo en su garganta y unas enormes ganas de llorar.

 

"¡No, no puedo! ¡No debo!"

 

Sin embargo una lágrima traicionera lo delató y en efecto Nowaki lo notó. Iba a excusarse con cualquier cosa, pero el otro fue más rápido y lo envolvió con mucho cariño entre sus brazos, y recargó la cabeza sobre su hombro.

 

–Está bien, Hiro-san… todo estará bien.

 

Dicho esto lo tomó del mentón e hizo que lo mirara directo a los ojos. En cuanto azul y avellana se encontraron, ambos lo entendieron. Lentamente se unieron sus labios al igual que sus vidas de ahora en adelante.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

Y así habían llegado a esta situación. En cuanto a Miyagi y Shinobu… bueno, las cosas no resultaron tan fáciles.

 

18 DE DICIEMBRE

 

El menor de los tres artesanos se encontraba en el mercado. Se paseaba –con canasto en mano– entre frutas de temporada como cañas de azúcar, mandarinas, jícamas, naranjas, manzanas, pasitas, arándanos, nueces y tejocotes; juguetes como muñecas de trapo y animales de felpa, utensilios y coches de plástico, etc.; vistosas piñatas de diversos colores, diseños y materiales –la mayoría las reconocía puesto que él mismo las hizo–; cohetes como ratoncitos, palomas, chispas, hormigas, bolas de humo, chifladores, etc.; y otras cosas más, así como las variedades rojas, rosadas, moteadas y blancas de la legendaria Cuetlaxóchitl (3).

 

Se surtía de frutas, colaciones (4) y galletas de animalitos, pues no alcanzaron los que previamente donaron los vecinos para llenar las bolsitas de aguinaldo (5) que –como cada año– se ofrecían a los comensales después de romper la piñata. Agradecía enormemente que su comunidad hubiere elegido el día de hoy para realizar la posada, pues de haber sido antes probablemente estuviera a las carreras. En esas andaba cuando divisó a cierto pelinegro comprando varios materos (6) de la flor navideña. Tan embobado estaba que no se fijó por dónde andaba y terminó por tropezar y tirar todo lo que ya llevaba.

 

–¡Rayos! –se quejó, llamando inconscientemente la atención, pues se golpeó la rodilla derecha.

–¿Te encuentras bien? –y para colmo el pelinegro de sus pensamientos presenció tan embarazosa caída.

 

Unos minutos más tarde ambos se encontraban de pie, ya con todas las cosas dentro de la canasta del ojigris. Por fortuna no se hirió de gravedad.

 

–A-arigato –farfulló un poco sonrojado.

–¡Vamos, muchacho! No hay de qué –espetó el mayor relajadamente– Deberías fijarte mejor la próxima vez ¿de acuerdo? –Shinobu asintió– Bueno, debo irme. Hasta luego.

–¡Espere! –el chico detenía al mayor

–¿Ocurre algo?

–Etto… bueno… ¿le gustaría venir a la posada? Es hoy a las ocho, en el atrio de la iglesia.

–Algo había oído de eso, pero no sabía la hora… por supuesto que sí.

–Emm… bueno, espero contar con su asistencia, Miyagi-san.

–Ahí estaré.

 

Unas horas más tarde todo mundo ya estaba reunido en el atrio de la iglesia. Al frente iban un niño y una niña vestidos de José y María. Entre la procesión se encontraban sus amigos Nowaki y Misaki. Sin embargo algo llamaba la atención, tanto suya como de todos los presentes, pues sus amigos estaban acompañados por los fuereños –como todo mundo los conocía desde su llegada–. En fin, ya les preguntaría después.

 

Como la tradición lo marcaba, se inició la peregrinación entre rezos y cánticos hasta que fueron recibidos en la casa que voluntariamente daría la posada. Posterior a eso vino el rompimiento de piñatas y la repartición de aguinaldos. Todo marchaba a la perfección pues Miyagi asistió tal como lo dijo, y pasaron un rato agradable charlando de cualquier cosa, incluso le entraron a la piñata, pero aquello no les iba a durar mucho.

 

–Etto… Miyagi-san, voy por un poco más de ponche ¿quiere que le traiga un poco?

–Sí, por favor.

 

Fue a donde estaban dando ponche, pero sintió que alguien le jalaba del brazo y lo arrastraba a un sitio alejado.

 

–¡Al fin te encuentro! –una voz de mujer le reclamó, una voz que pudo reconocer.

–¿Risako? –se deshizo de su agarre y soltó con desdén: –¿Qué haces aquí?

–Vine a llevarte a casa –en ese momento aquella mujer se quitó el gorro gris de su glamoroso abrigo gris, dejando ver su cabellera castaña y sus rasgos bastante parecidos a los de Shinobu.

–Creí haber sido muy claro el año pasado –aquello se ponía tenso– No voy a volver a ese lugar.

–¡Por Dios, no seas necio! ¡¿Tienes idea de lo angustiados que están mamá y papá?!

–¡No me vengas con eso! Si de verdad les preocupara tanto, hubieran venido personalmente en vez de mandar a su hija modelo.

–¡No empieces otra vez con eso!

–¡Pues tú no insistas! ¡No voy a regresar!

–Shinobu ¿Por qué haces esto? ¿Te causa gracia darles problemas a mamá y papá?

–Mira, mejor ahórrate tu perorata, que ya me la sé de memoria –interrumpió el muchacho, sumamente serio– No regresaré y es mi última palabra.

–¡¿A quién quieres engañar?! ¡Esta vida de pobreza no va contigo y lo sabes! Es mejor que vuelvas… si lo haces, te aseguro que mamá y papá te perdonarán y te darán los lujos a los que estás acostumbrado… ¡No sufrirás más por vivir en este pueblucho!

 

El menor soltó una risita irónica que ofendió a la castaña. Por otra parte cierto pelinegro se había percatado de la ausencia del pequeño artesano y fue a buscarlo, pero en cuanto lo encontró discutiendo acaloradamente con una mujer mucho mayor que él, prefirió no intervenir y quedarse a escuchar.

 

–Ustedes realmente no saben nada de mí –dijo el muchacho con rabia contenida– En realidad me he adaptado muy bien aquí… tengo un trabajo ¡muy bello, por cierto!, tengo amigos de verdad, una vida quizá sin lujos, pero mía… –y luego estalló– Pero ¡claro! ¡¿Qué puedes entender tú de esto si eres tan vana y superficial como ellos?!

–¡Shinobu, no te permito que…!

–Si todavía te importa tu hermano, no vengas a quitarle lo que realmente le hace feliz y vuelve por donde viniste –Shinobu le dio la espalda y empezó a caminar– Diles que estoy bien y que no se preocupen más por mí... por cierto, Feliz Navidad.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

Ese mismo día Miyagi lo convenció de que debería hablar con su familia y arreglar las cosas antes de finalizar el año, y él –de mala gana– accedió bajo la condición de que Miyagi le acompañara. Y por supuesto el otro no se negó.

 

En fin, la misa ya casi terminaba. Ahora todo mundo encendía una luz de bengala y la velita; los niños soplaban los silbatos, el coro de la iglesia tocaba la música propia de esta ceremonia y todo mundo cantaba en una sola voz, mientras arrullaban a sus figuras del Niño Jesús.

 

A la rorro niño, a la rorro ro,
que viniste al mundo
solo por mi amor.

Esos tus ojitos
ya los vas cerrando,
pero estas mirando
todos mis delitos.

A la rorro niño, a la rorro ro,
que viniste al mundo
solo por mi amor.

 

–Sé que ya lo pregunté antes, pero… –espetó el castaño de los ojos avellana– ¿Por qué le pusiste el corazón?

–Para que el Niño Jesús nos dé su bendición, Hiro-san.

 

Las lágrimas tiernas,
son prueba que me amas;
pues padeces penas
niñito de mi alma.

A la rorro niño, a la rorro ro,
que viniste al mundo
solo por mi amor.

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1.- Las bengalas consisten en un pequeño alambre recubierto de una pasta negra que al encenderse produce una luz intensa y chispeante. El recubrimiento es una mezcla de pólvora, partículas de hierro o acero pulverizado y un aglutinante, como azúcar o almidón, que mantiene unidos los dos primeros ingredientes. A esta mezcla se le añade después un poco de agua, para obtener una pasta que es untada en las varitas de alambre. Finalmente, se deja secar para que la pólvora pueda ser encendida y florezcan sus peculiares fogonazos.

2.- Aquí en México está más arraigada la costumbre de pedirles juguetes a ellos en lugar de Santa Claus, pero de eso hablaré en otros capítulos.

3.- Cuetlaxóchitl, Es el nombre de Euphorbia pulcherrima o flor de Nochebuena en náhuatl, que significa "Flor que se marchita" (cuetlahui = marchitar y xochitl = flor).

En el Distrito Federal, Morelos, Puebla y Sonora, su aplicación es por vía oral o externa para aumentar o promover la secreción de leche.

En el Estado de México, Guanajuato, Michoacán y Puebla, el látex es aplicado directamente para tratar mezquinos, verrugas, erisipela, disipela, fuegos en la boca, llagas e infecciones cutáneas y heridas.

4.- Colación es un tipo de dulce confitado que generalmente contiene un cacahuate o un trocito de cáscara de naranja dentro. Además de las bolsitas de aguinaldo, se acostumbra ponerlo al niño Jesús mientras se arrulla.

5.- Las bolsitas de aguinaldo se repartían anteriormente a los ancianos debido a (su edad) que no podían recoger los dulces de la piñata (que representan la gracia de Dios después de vencer el pecado o romper la piñata).

6.- Matero o maceta, es igual.

 

Bien, pues ojalá haya sido de su agrado y de verdad perdón por el súper-atraso. Chaito.


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