Capitulo 10.-
Sollozaba... Ni siquiera lograba sacar sus lágrimas en un llanto... Era tanto el sentimiento, tantas las emociones que intentaba reprimir, era como si tuviera un sentimiento atorado, que se negaba a salir. Y yo... Estaba ahí, frente a él sin poder hacer nada, inmóvil, incapaz de hacer algo, lo inesperado de la noticia ni siquiera dejaba que hiciera algo.
De repente todo a mí alrededor quedo en silencio. Mis oídos habían dejado de oír, mi cuerpo no respondía. Él estaba en mi pecho recargado. Lloraba y decía palabras pero yo estaba en un transe, no escuchaba, quería abrazarlo, quería alejarlo de mi.
-¿Qué dijiste?- Le pregunté molesto.
-Agustín.- Dijo mi nombre con un tono de disculpa.- Yo de verdad lo siento…
-¿Qué sientes?- Mi tono era cada vez más duro.- ¿Haberme mentido? ¿Haberme visto la cara de idiota?
-Esa nunca fue mi intención.- Sus ojos mostraban arrepentimiento genuino, pero yo no podía perdonar.
-No, no fue tu intención.- Dije intentando asimilar sus palabras.- Las mentiras no se justifican con nada.
-Agustín.- Dijo en un intento de explicar.- Yo desde el momento en que te vi supe quien eras, te reconocí…- Luego guardo silencio. Esperaba que me compadeciera de él y no le pidiera la explicación, pero la verdad es que yo quería conocer la razón.
Al notar mi rotundo silencio, no tuvo más opción que continuar hablando.- Tú me abandonaste, ha pasado mucho tiempo, no sabía si me estabas amando, odiando u olvidándome. No sabía qué hacer.
-¿Olvidándote?- Bufé.- No hubo día en que tu recuerdo no me atormentara.
-Y yo como iba a saberlo, si nunca más supe de ti.- Se defendió.
-Tú me dejaste a mí.- Ni uno iba a bajar la guardia.
-Yo te fui a buscar al aeropuerto el día que te marchabas, pero…
- Pero ya era demasiado tarde ¿no?- Lo interrumpí para a completar su oración. El asintió a lo que yo dije.- Ahora también es tarde, Luis, Joshua o quien quiera que seas… Bájate del auto.- Le pedí.
El abrió los ojos incrédulo de lo que escuchaba. Se quedó un momento viéndome y yo lo observe. Él era en apariencia el niño del que me había enamorado, solo que ahora se veía triste, cansado, ojeroso, pálido, con una facies de… Detuve mis pensamientos, era imposible lo que estaba pensando.
-Bájate por favor.- Le pedí de nuevo.
El Luis que conocí años atrás y el Joshua que acaba de conocer, ambos eran orgullosos, así que con la mayor dignidad que pudo, bajo del auto, no dijo nada, ni se despidió, solo bajo.
Cerró la puerta y quedo afuera a escasos centímetros del auto. Yo lo ignore tanto como pude. Pise el acelerador y conduje a mi apartamento, molesto, enojado y con tanta confusión como nunca antes.
Era cierto que yo amaba a Luis y que lo único que quería era abrazarlo y decirle lo mucho que lo amaba, decirle que lo había extrañado tanto que no hubo un solo día en el que no pensara en él. Pero en lugar de eso, solo lo había hecho llorar, lo había alejado de mí y lo había lastimado.
Yo era un ser humano normal, eran tan humano como cualquiera y aplicaba el ojo por ojo, él me había lastimado ¿Por qué no habría yo de hacer lo mismo? Seguramente él creía que no iba a lastimarme su mentira, pero no podía asimilar que todo este tiempo estuviera escondiéndome algo tan importante como eso. Se había hecho pasar por alguien más.
Llegue a mi apartamento, aun molesto y decepcionado. Subí intentando controlar mi ira.
Abrí la puerta y tanto Fernando como Citlalli me vieron inquietos.
-¿Ya les contaron?- Pregunte molesto.
Guardaron silencio y eso me molesto aun más.
-Agustín…-Dijo en un tono de lastima Citlalli.
-Agustín nosotros no éramos quienes para decirte algo.- Dijo Fernando.
-Yo sé que no tenían nada que decirme acerca de él, pero esconderme que Luis estaba aquí y que estaba saliendo conmigo solo que con otro nombre. Eso si tenían que habérmelo dicho.
-Él nos pidió que no lo hiciéramos.- Dijo Fernando interponiéndose entre Citla y yo, como si temiera que le pegara a ella.
No dije mas nada, Fernando tenía razón en interponerse entre mi hermana y yo, estaba demasiado alterado y podía hacer cualquier estupidez.
-No quiero verlos aquí cuando regrese.- Di media vuelta y me dirigí a la puerta.- Y pensar que ustedes eran las únicas personas que creí nunca me traicionarían.- Sin decir más salí de la casa. Antes de cerrar la puerta, escuche como gritaban mi nombre y también escuche sollozar a Citlalli.
Baje de nuevo al auto, conduje a el único lugar donde era acogido, el único lugar donde me esperaban.
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Toque la puerta y fue cuestión de segundos para que me abrieran la puerta.
-¿Agustín?- Preguntó sorprendido.- ¿Qué haces aquí?- Me preguntó mientras me dejaba pasar a su casa.- ¿Por qué no usaste tus llaves?
-Kyu.- Fue lo único que pude articular.
Él cerró la puerta y camino delante de mí, se dirigía a la cocina. Yo lo tome del brazo, hice que girara hacia mí y lo bese. Por primera vez estaba besando a Kyuhyun.
Sus labios eran suaves, al principio tardaron en corresponder a mi beso porque lo había tomado por sorpresa. Luego el movimiento era coordinado, los movimientos sensuales. Tome al coreano de la cintura y lo recosté sobre el sofá que estaba a unos cuantos pasos de nosotros. Empecé a besar lo en el cuello, podía oír sus gemidos tenues, sentía sus manos aferrándose a mi cabello.
Después de algunos besos ambos empezamos con movimientos de cadera, nuestros miembro se rozaban, ya los dos estábamos al límite, pero sin decir nada Kyu se detuvo y me empujo con una mano.
-Detente por favor.- Pidió a modo de suplica.
-¿Qué paso?- Pregunte, temía haberlo lastimado.
-Esto es lo que he querido desde hace mucho tiempo.- Me confesó.- Pero tu ahorita estas mal ¿Cierto?
Yo no dije nada, no había nada que decir, el tenia razón, yo había actuado impulsivamente, no pensaba bien y estaba muy confundido.
Abrí la boca para pedir una disculpa, pero él puso su mano en mi boca.
-No me pidas perdón, es lo peor que podrías hacer.- Me dijo y se levanto del sofá.- Espérame aquí, te traeré un té.
Me quede en el sofá sintiéndome una mierda, la peor persona del mundo. A los cinco minutos Kyu apareció con una bandeja que contenía galletas, una jarra y dos tazas. Sirvió las tazas y se sentó a lado de mí.
-Cuéntame lo.- Me pidió.
-¿Qué quieres que te cuente?- Pregunte tratando de evadir el asunto.
-Lo que te ha atormentado desde que te conozco...