I Cacique y vodka para un ruso
Victorio
No eran ni las 10 de la mañana y el sol alumbraba de manera reluciente, pero…
No sabía cómo me hallaba allí tirado en el pavimento cálido, a un lado estaba una moto tirada sobre mis rodillas y cerca se encontraba el pie de un gran árbol que casi alfombraba el suelo de flores blancas que se tornaban suavemente violetas en las puntas de los pétalos… también parecían lluvia.
Pero lo que más me preocupaba y lo que tomo toda mi atención fue el chico que reposaba acostado en ese asfalto, con esos cabellos rojos desbordándose mientras que me veía tranquilamente desde sus ojos olivas. Había manchas rojas furiosas en su camisa imperceptiblemente blanca de cuello “V”.
—E-escúchame… y-ya la bomba fue puesta en la mansión Del Rio, a-a es-esta hora ya no quedara nada de esa familia. Oye, gracias por quitarme a esos idiotas de mis espaldas ¡Cofcofcofcofcof!!! Me venían persiguiendo hacia mitad de camino—
¿Por qué decía aquello como si nada? Y no me refería a la familia muerta sino por su condición.
—Ya vienen las escoltas, ya te atenderán y estarás bien, así que resiste…—
Dije inalterablemente notando como su mano cubría uno de sus costados, lo que hacía manchar sus dedos de un intenso rojo.
—Sabes que es un hecho—
Su sonrisa hacia énfasis en sus pecas y mi corazón que latía perdido de miedo e ira. Antes de seguir, tocio más y muy fuerte soltando sangre por su boca.
—Deja de decir sandeces, porque si no voy a ser yo el que te mate aquí—
—T-tengo heridas múltiples en ca-casi todo mi t-torso y mi pe-pecho—
Otra vez esa horrible tos…
—¡Ya van a llegar esos inútiles! ¡¿Por qué demonios te dejaste dar?!!!—
—No me grites, oh ¿Recuerdas? Me dijiste que tú si me amabas pero… que yo te amara a ti no lo creías, te dije que te lo demostraría con mi única posesión valiosa aunque ya bastante devaluada, mi vida—
Él solo me hablaba de esa manera tan espontánea y sin una pizca de superioridad, solo a mí.
—Sí, jamás creí en ti… pero no confiar es una rutina básica para la familia—
A medida que se lo decía, lo inclinaba para sostenerlo entre mi pecho.
…¡Clinch!!!... Picaron caucho.
Recordar era inútil, ¡inútil!
Desde ese día había perdido al regalo más deseado por mí de parte de mi padre, mi pecado, a; Alan Milosevic alias; Soberbia.
.
.
.
Cristofer
—¡A gu gu tap tap!—
Balbuceos de un bebe mientras una música de reggaetón se escuchaba ni tan fuerte ni tan baja.
Se escuchaba sonidos de rueditas…
Le había dicho que estaría ocupado, pero ¿A un bebe de un año le importa?
No, no le importa. Suspire pasándole un tarro de cerveza a un cliente.
Me explico, trabajo en una tasca muy común, ya saben con esas pancartas de mujeres en bikinis pegadas en las paredes, una gran barra con unas cuantas mesas. Tengo 22 años… soy el “bartman”, lo curioso es que jamás he ido a un curso de bartman por lo caro y demás. Algo que me dejaba tranquilo es que solo se servía cerveza de los barriles importados de Alemania o sino las curdas, o sea las botellas de cerveza normales, también vino, ron y nada de bebidas exóticas o muy elaboradas.
Unos golpecitos se escucharon y más balbuceos…
—Sí, ya sé que te gusta esa canción, ahora tranquilo ¿ok?—
Recibí una sonrisa de un niño rubiecito babeando en su coche azul de muñequitos con múltiples colores que hacía sonar como las maraquitas.
En fin, éramos mi hermana mayor y yo en un departamento que podíamos pagar gracias a su trabajo, ella había conseguido un buen puesto en un banco como administradora de empresas pero mi caso era que ya me había graduado de Técnico Superior en Publicidad y tenía la mala suerte de no haber conseguido trabajo en mi ciudad natal. Por cierto, Elena, mi hermana se vino de 4 meses de recién parida así que tuve que cuidar de Alexis, el bebe, hace poco conseguí este trabajo y dejamos cuidando al bebe con Lili, una chica de 17 años tipo geek.
Lo desafortunado de la historia es que mi sobrinito, a su corto tiempo de haber nacido le diagnosticaron: Comunicación interauricular del tipo ostium secundum, la cual es una abertura entre las aurículas izquierda y derecha del corazón. Elena ya sobrepaso los pagare que le pasaba el banco donde trabaja. Hoy lo cuido yo porque Lili no pudo cuidarlo, y no nos podemos dar el lujo de faltar a trabajar ya que si necesitamos esa plata.
—Cacique blanco, frio y sin hielo, por favor—
Mire de reojo a alguien que decía aquello con algo de acento extraño pero no tan exagerado.
—Ya va, señor— Le sonreí.
Al servir el vaso con aquel licor transparente a través de la barra de madera oscura…
—¡Tatatatatap!!! ¡A gugu!—
Rodee los ojos al cliente que alzaba su gruesa ceja negra que contrastaba con su piel lechosa y sus cabellos negros azabache.
—Jejeje… un segundo—
Tome a mi sobrinito en brazos porque cuando decía toda esa retahíla de cosas era porque se sentía solo y necesitaba que lo cargaran y si no lo hacia lo más seguro era atenerme a un llanto feroz y un posible ataque.
Suspire…
Cuando el cliente del cacique se iba a llevar a la boca otro trago, se detuvo en seco al verme, con unos ojos azules geniales como el mar índigo pero… ¿Por qué?
—¿Cómo demonios tienes a un niño allí? Este no es un buen lugar para un bebe—
Más balbuceos y Alexis le extendía las manos para que el sujeto lo cargara.
—Alexis, te he dicho que no puedes lanzarte a los brazos de cualquiera—
Mire serio al bebe rubio quien me lanzo una mirada molesta y cómica así que le di un beso en el cuello porque sabía lo de sus cosquillas.
—Señor ¿Le sirvo otro trago?—
—Disculpa, sírvame por favor—
Luego de unos segundos parecía reaccionar, baje al bebe y lo deje en su coche no sin antes darle su tetero con jugo de manzana.
—¿Eres su padre?—
Detecte demasiado ese acento soviético. Por un segundo me imagine con un bebe el que fuera mi hijo pero jamás me había enamorado de verdad, quizás fuese algo imposible, al menos por ahora para mí.
—Jajajaja no, él es mi sobrino—
Ver sus ojos fríos y azules de igual me hacía gracia, quizás sería un turista o empresario extranjero con muchos problemas en su trabajo que había decidido tomarse algo antes del almuerzo.
—¡Rosa Voy a almorzar con Alexis! ¡Ya vengo!—
—Ok, pero no grites Cristofer, ve y no me traigas nada que mi dieta solo me deja comer granola—
Me decía con sus cabellos rizos hasta los hombros y con sus shorts jeans más una atractiva camisa blanca con escote…
Tome el coche para salir de atrás de la barra…
—Disculpe, ¿podría ir con usted a almorzar?—
El pelinegro me preguntaba con algo de soberbia aquello, sonreí porque yo iba a ir a comprar un par de arepas rellenas con asadura y otra de reina pepeada.
Me detuve estando fuera de la barra, frente al sujeto que me llevaba de altura dos o hasta tres cabezas, me extendió el dinero por lo de su consumo, los agarre y los guarde rápidamente en la caja chica.
—Bueno, yo no iré a un restaurante costoso, iré a la arepera que queda cerca de aquí, es barata y tienen buena sazón—
Sonreí esperando una negativa o un “mejor iré a otro lugar, ¿Me podría decir más o menos la ubicación?”
—No se preocupe—
Le escuche pero de igual me encogí de los hombros y deje que me siguiera mientras mis pasos eran lentos, solo por precaución del bebe.
Al abrir la puerta polarizada del lugar, un sol brillante me golpeo las mejillas.
—¡Sol!—
Una voz infantil dificultosa en gramática pero muy divertida se oía, me entristecí pensando en que era muy rara la vez que Alexis salía.
—Sí bebe, el sol esta bravo—
.
.
.
Ya volvíamos y para mi sorpresa antes de entrar al local, Victorio, así se llamaba el sujeto, me pidió mi número de teléfono ya que me había dicho que era, exactamente, un empresario ruso y que necesitaba que alguien le dijera algunas direcciones ya que su secretaria que hablaba y traducía del ruso al español la habían despedido y necesitaba a alguien de la ciudad para preguntarle algunas cosas, en un momento saludo a un funcionario policial conocido por Elena y por mí, como no vi mucho peligro le di mi numero anotándoselo en su Smartphone de último modelo y así lo vi montarse en una Hilux negra y muy lujosa.
—Wow regresaste sin el hombre simpático ¿Qué te dijo? Dios, estaba como quería—
—Ya se fue, vaya que le gustaban las arepas de reina pepeada ¡se comió tres!— Di unas carcajeadas.
—¡Malvado! Ni me lo presentaste—
Lloriqueo mi compañera a quien la abrace fuerte aun sonriendo.
—Se llama Victorio “yo no sé qué” y es ruso, si vuelve a venir te lo presentare y cuando te cases con él no te vayas a olvidar de la gente pobre como yo ¿vale?— La oí reír y fui a cargar a Alexis.
Victorio
—Te pasaste un buen rato perdido ¿encontraste algo interesante? Porque yo no, ¿mujeres más bellas? ni tanto—
Se bufo mi primo Nikolay, bastante parecido a mí pero su cabello era rubio.
—Nada, solo me quede en un bar bebiendo cacique, nada del otro mundo— Me quite la corbata roja y me acosté en el mueble turco.
—Bueno, entonces me llevas mañana… al menos quiero beber ¿No hay ni una chica allí?—
—Sí, es guapa no sé si trabajen más. Quizás vayamos mañana en la noche—
Ver otra vez a ese chico tan extraño me caería bien, mi padre me envió solo a unos negocios rutinarios, demasiados aburridos.
.
.
.
Que es lo que me pasa...
En mi mente estas tu...
Quisiera morir si fuéramos otra vez
¿Qué es lo que siento ahora?
Mis sentimientos están rodeados...
Estoy perdido en dolor si no estás
Todo lo que tengo eres tú...
Es por todo lo que respiro...
Todo lo que necesito eres tú...
Todas las noches oré...
La mayoría lamentablemente falso...
No estoy preparado para ser fuerte
No puedo creer que te esté perdiendo...
Atrás quedaron los días en que estabas protegiéndome
…
~Losing You (Acustico) / Dead by april
—Buenas noches, ¿Qué van a querer tomar?—
Una sonrisa amable y conocida que me daba recelo seguir tratando, nos atendió.
Ese chico si había difuminado bastante el recuerdo doloroso que me dejaba pensar siempre en Alan, ya era la sexta vez en dos semanas, en ir al bar.
¿Qué pasaría si el me hiciera olvidar a Alan?
No, Alan siempre estaría presente pero ya no de esa manera que me doliera tanto. Además, Cristofer como chico ordinario solo me traería problemas o bueno, yo a él.
—Oh ¡buenas! Qué tal chamo, pana, chaval ¿todo fino?—
—Jejeje con eso no parece para nada extranjero—
Cristofer ensanchaba más su sonrisa divertida hacia Nikolay.
—¿En serio? Entonces tendrás buena propina ¡no os preocupéis!—
—Quiero vodka—
Lo mire intensamente perdido en lo qué pasaba por mi mente, él chico se dio cuenta y solo se rasco la nuca ligeramente sonrojándose.
Realmente estaba interesado, pero ¿Cómo llegarle?