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Anzuelo por shi san

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Notas del capitulo:

Oh si!!! era este cap que tenia que actualizar y vuelvo a preguntar, que opinan sobre la futura relacion que deberian tener Cris junto con Victorio? O.o ahore lean onegaishimasu~

Cristofer

 

     5 Días… ya llevaba 5 días sin verlo, después de esa noche que me dijo que serían 100 veces de sexo. Le preguntaba a Ian y él solo me miraba con una expresión incomoda diciéndome que a pesar de ser su asistente/escolta no sabía todo lo que hacía su jefe pero que me animara porque estas eran como unas vacaciones.

 

—Ya es domingo, Ian… y me gustaría regresar a la mansión porque así ayudaría a la señora Zoya

 

     Le dije a al rubio  mientras caminaba detrás de él por una de las calles de San Petersburgo, mi reloj marcaba las 8 y media.

 

—Bueno, cuando venga el jefe se lo dices

 

…Ring… Se escuchó la campanilla de un celular.

 

     Vi como Ian nombraba a Victorio en su conversación en ruso tras colocar un rostro frío y preocupado, cuando tranco aquella comunicación solo se sobo la frente y luego me miro como si se hubiese olvidado de que yo estuviese allí.

 

 

—¿Q-qué pasó?

 

     Observe muy extraño como me ignoraba y me daba la espalda comenzando a caminar rumbo al hotel así que le tome de la manga azul de su suéter.

 

—¿Qué le paso a Victorio?

 

—Discúlpame, pero a la persona que menos le debe importar si le pasó algo a Victorio, eres tú

 

     En verdad que no me estaba mirando sin sus ojos cálidos y divertidos, su mirada era muy seria, así que lo solté.

 

—Mira Cristofer, lo único que te puedo decir es que estoy muy preocupado por él y en este momento tomaremos un vuelo a Moscú

.

.

.

 

      Al fin llegábamos después de un vuelo corto a la gran mansión, pero antes de entrar note la presencia de varios hombre que se hallaban escondidos y solo hacían una seña rápida al rubio y volvían a desaparecer por los arboles también por las esquinas de la casa.

 

     Cuando una de las muchachas de servicio nos abrió vi como Ian salía disparado hacia las escaleras, la muchacha me decía algo, pero realmente no la comprendía, no comprendía ruso. Hasta que la morena muy clara tomo una maleta para ayudarme mientras yo trababa de hacerla entender de que yo podía con las otras dos maletas, ella trazo un gesto de que la siguiera con las manos y la seguí a través de las escaleras.

 

     Cuando llegue a mi cuarto, la chica de cabello negro y ondulado natural comenzaba a arreglar mis ropas en el closet, mire por la ventana y todo seguía tan hermoso y recordé a Victorio ¿Qué es lo que le estaba ocurriendo?

 

—Hey, ¿Victorio?

 

     Le pregunte y me encogí de brazos tratando de que me diera al menos una pequeña respuesta. A lo que recibí fue otra encogida de hombros de su parte mientras hacía un gesto de dolor en sus brazos. Pasaron más minutos y antes de irse me miro sonriéndome en forma de disculpa y me extendió una nota para salir por la puerta.

 

     “Siéntete libre de estar en la casa y si quieres puedes ayudar a Zoya, V”

 

     Suspire, no estaría tan grave ya que me escribió la nota…

.

.

.

Victorio

 

—¡Ay, maldita sea! Trata de tener más cuidado, inútil

 

     Antón, el acuerpado rojizo me cambiaba las gasas del hombro izquierdo seguido de la herida de bala del brazo…

 

—Ya las cosas se calmaron, jefe. La cabecilla de la banda solo era Yegor, un niño malcriado pero como tenía poder pues, quiso ser más grande que su fallecido tío, el senador Kido

 

—El imbécil creía que cubriría las rutas que Nikolay está acostumbrado a cubrir

 

     Extrañamente la cama se me hacía muy cómoda y recordé que eran las pastillas que me acababa de dar Leonard cuando sentí un fuerte portazo que alerto a todos, solo que yo me estaba durmiendo.

 

—¡Victorio! ¿Estás bien? Contéstame algo

 

     Oí la voz por un instante pensé que era la de Alan pero no, cuando abrí los ojos era Ian con un rostro rojo muy preocupado, lleve mi mano a su mejilla. Creo que le susurre un “Está bien” y todo de mí se desconectó por el sueño.

.

.

.

 

—Señor, los rumores del chico que se parece a Alan ya están confirmadas, se parece tanto que no estamos seguros de que sea Alan y como está en el bando de los Kido pues, se hace difícil un acercamiento sin que las conexiones con los Milosovic peligren

 

     Ese era el final del reporte de los hechos por Dan, el asiático con traje de ejecutivo oscuro. Comencé a acomodarme un poco la tira negra que sostenía mi brazo izquierdo, el cual me era inútil.

 

     Íbamos por el amplio pasillo y mire como la puerta de Cristofer se abría y salía él, me sentí como si por primera vez quería que él realmente me sonriera pero cuando se percató de mi presencia solo se quedó sin moverse, quizás querría que le dijera algo pero realmente no estaba de buenas. Pase de largo sin siquiera mirarlo en conjunto de Dan y Leonard.

 

—Buenos días, Victorio

 

     Escuche…

 

—Buenos días

.

.

.

 

Cristofer

 

     Él me había ignorado de algún modo eso me hacía sentir inexplicablemente triste más ver las condiciones de su brazo.

 

—Zoya, buenos días

 

     Le sonreí a la señora como de tercera edad de cabellos largos con un moño en la cabeza con un look de vestido más o menos largo, trabajaba arduamente, le di los buenos días aun sabiendo que ella no me entendería.

 

     Hice el café y de repente llegaron las dos muchachas que servían en la mesa. Zoya me agarro del brazo alejándome para que me fuera a la mesa, ya que era una tradición desayunar todos en la mesa.

 

     Cuando llegue me encontré en la cabeza de la mesa al señor Vladimir quien se veía cansado y cuando se percató de mi presencia medio sonrió de lado, a decir verdad no habíamos tenido la oportunidad de hablar antes.

 

—Buenos días

 

     Le sonreí mientras corría la cuarta silla lejos del señor.

 

—Buenos días, ya veo por qué la cercanía de mi hijo contigo a pesar de haberle dicho que te dejara en paz

 

     En ese momento la muchacha rubia le servía café para venir a servirme a mí también.

 

—No… entiendo

 

—Los latinos son caracterizados por ser felices, ya sabes, tienen esa especie de aura feliz y exótica que puede contagiar a cualquiera…

 

—No… yo no la tengo

 

—Tonterías, tú la tienes solo que como ya estás acostumbrado a tenerla ya no la detectas

 

     Contesto el pelinegro canoso sorbiendo de su humeante café.

 

—Todos tengan buenos días

 

     Me gire buscando esa voz familiar, era Victorio que venía con su sequito de Ian quien me saludo eufórico, Leonard a su lado que no le quitaba la mirada a una Tablet blanca, Dan hablaba por teléfono como en idioma japonés y más atrás venia Antón. Todos se sentaron en la mesa menos las dos hijas que se habían ido de viaje a los Alpes. Trate de encontrar una mirada azul pero este solo mantenía su vista inerte y esperando a que le sirvieran su té negro.

 

     Espere pacientemente que pasara el desayuno para poder acercarme a Victorio pero aun así, una parte de mi quería ayudarle, al fin y al cabo yo había accedido a trabajar con él y mal no me caía aunque después de esa noche en que me forzó me sentí muy desconfiado.

 

     Al acabar de comer, todos se esparcieron exceptuando Victorio que aún seguía en la mesa revisando su celular mientras que Ian permanecía a su lado tecleando una mini laptop blanca. Así que debía decirle algo, cuando vi un atisbo de tranquilidad de su parte…

 

  —Victorio ¿Puedo hablar contigo?

 

     Cuando dije aquello vi como dos bloques de hielo me miraban desinteresadamente, jamás pensé que eso me haría sentir mal pero si lo hizo. Primera vez que una mirada de alguien me hacía sentir de esa manera.

 

—Ve a mi cuarto, ya yo subo

 

     Su voz no era la más agradable, parecía como si realmente me hubiese agarrado rabia o solo no podía soportarme pero accedí, rodé la silla con pesar y fui hacia el cuarto, no me asuste de que el ruso intentara algo contra mí porque estaba muy  molesto, en su aspecto se le notaba bastante.

.

.

.

 

—Si ¿Qué quieres?

 

     Me sorprendí cuando la puerta se abrió de improviso y él pasaba como si nada para acostarse en la cama.

 

—Yo… yo quería

 

     ¿Por qué no podía hablar? Mis ideas no estaban claras, para nada y estaba nervioso.

 

—No, deja adivinar… quieres largarte ya que no te he puesto interés últimamente

 

     De repente hubo una sonrisa brillante que salió de él sarcásticamente.

 

—¡No es eso! Es que quería decirte que si hay algo en lo que te pueda ayudar, lo hare y bueno, quería saber por qué estas herido y no te comunicaste conmigo en todo ese tiempo en el que estuve en el hotel

 

     Abrí los ojos al máximo ¿Yo había dicho todo eso?

 

 

—Mmm… ok, cuando me mejore del brazo te prometo que comenzaremos con tu labor, mientras, siéntete libre de estar en la casa. Sobre lo que me paso pues, sencillamente no es de tu incumbencia, puedes irte

 

—Sí no me quiero ir de aquí pues ¡no me voy!

 

     Dije eso alto sin contenerme mientras que veía que su expresión se sorprendía ligeramente.

 

—Cristofer, ahora no me sirves así que aléjate de mí

 

—¡¿Y cómo te sirvo, imbécil?!

 

     Y otra vez yo le gritaba.

 

—¡Me sirves en la maldita cama y no ahora!  ¡Antón ven acá! por un demonio

 

     Yo estaba que explotaba de la rabia después de escuchar eso vi que entro aquel hombre acuerpado. Escuche como Victorio le gritaba unas cosas en ruso, el tipo se encogió de los brazos y busco algo en uno de los cajones de una cómoda de madera que estaba junto a la ventana con marco de madera oscura, pero me era algo tan ilusorio que me quede perplejo, ya que sacaba las malditas esposas de la otra vez, cinta adhesiva color plomo y una cuerda. Solo retrocedí y cuando pensé en salir huyendo el chico alto me había agarrado con tal fuerza que me inmovilizo… mis manos estaban tras mío siendo apretujadas dolorosamente.

 

—¡Suéltame! ¡Victorio dile que me suelte!

 

     Me sentía amenazado y aterrado, ni hablar de mi voz quebradiza pero escuche como Victorio le decía unas cosas a Antón para que después este dejara las cosas en la cómoda y saliera.

 

—¿Te gustaría retarme otra vez?

 

—No… de a partir de ahora trabajare con la servidumbre y no quiero ver tu cara lo menos posible, ¿entendiste?

 

     Salí de allí lentamente como queriendo desaparecerme, me había tratado tan mal. Una parte de mi preguntaba por esas atenciones que él tuvo como los besos pero era inservible pensar en eso…

 

     Antes de abrir la puerta me encontré acorralado por él, me dio la vuelta y se inclinó a mi altura para alzar de a poco mi barbilla.

 

—No tengo cabeza para andar de buenas, si te hace feliz ayudarle a la servidumbre, adelante, solo quiero que te quede claro que como mi amante tienes una buena posición en esta casa y no quiero que nadie de aquí te sojuzgue. Cualquier cosa que quieras comprar o si quieres salir a alguna parte solo pídeselo a Ian ¿Está claro, Cristofer?

 

     Mis palabras no salían de mi garganta a pasar de abrir la boca, él no era tan malo pero me sentía…

 

—Si estas tan aterrado de ser mi amante solo trabajemos “duro” después para que esto pase rápido, pero en verdad me gustaría tener una mejor relación contigo, porque me gustas ¿Ok?

 

     Lo mire y me di cuenta que sus cabellos estaban un poco desalineados. Luego asentí.

 

     Su mano toco mi mejilla y su rostro se acercó más para besarme lento y oler su aroma, en verdad que los besos no estaban mal, pensé ironizando con lo de tener relaciones.

 

—Lo siento, he estado muy estresado y ocupado…

 

     Dijo el de ojos azules dentro del beso, el cual se tornó un poco más apasionado ya que su lengua recorría toda mi boca e impactaba contra mi lengua, ni pensar que ya mis manos estaban sobre sus fuertes hombros. Cuando él se detuvo un poco aun yo tenía mis ojos entrecerrados.

 

—Mi hombro izquierdo está herido…

 

     Volvió a susurrarme dentro del beso así que al escuchar eso me aleje automáticamente ¿Qué me pasaba con ese tipo?

 

—P-perdón

 

—No te preocupes, ya mejorara… todo mejorara, puedes irte sí quieres porque los medicamente me tienen muy somnoliento, te veo en el almuerzo

 

    Su voz de tono frio pero muy regular regreso lo que al parecer me dejaba aliviado, vi como se hacía a un lado para dejarme pasar.

 

Victorio

 

     Estaba molesto con las heridas que tenía aparte de saber que existía una enorme probabilidad que Alan allá llegado a un acuerdo con Ernesto Kido solo por órdenes de mi padre.

 

—¿Alan por qué hizo esto, Ian?

 

     Era media noche y aun Dan estaba en su laptop verde con conexión inalámbrica a internet ingresando en una red privada de los Kido mientras que Ian estaba aún lado sirviéndome más vodka, la verdad es que yo estaba bastante tomado, me había saltado la cena por estar bebiendo. Justo sentí como el rubio acariciaba mi frente y me quitaba el pequeño vaso vacío.

 

—No lo sé dulzura, pero sabes que como pecado que es; la soberbia debe cumplir con las órdenes del jefe mayor y no te hagas el inocente… sabes que a la final todos los pecados les pertenecen y les son fieles a sus dueños originales. Y ya no más de alcohol por hoy

 

    La voz de los ojos marrones claros era suave pero con la realidad la hacía tornarse tormentosa para mí.

 

—Tú me dijiste que Cristofer era alguien en el que tenías una esperanza…

 

—No Ian, él solo quiere pagar lo que me debe y después me va a dejar solo como Alan

 

     Sentí como el rubio me abrazaba y me acariciaba los cabellos en su regazo, solo mis ojos cedieron cayendo en un sueño producto del cansancio y del alcohol.

.

.

.

 

—Buenos días

 

    Cuando mire la gran mesa, ella estaba desierta con esos rayos de sol entrando por la ventana me percaté de que solo estaba yo en la casa porque mis escoltas de seguro ya habían comido y mi familia estaba de viaje. Procedí a sentarme recordando que el brazo me había amanecido mucho mejor.

 

     Casualmente mire como Cristofer salía con una bandeja de té desde la cocina. También tenía una enorme sonrisa que hacia resplandecer un aura feliz y cálida. Cuando note bien, ya tenía la bandeja delante de mí de seguido sentí un fuerte abrazo de parte del latino.

 

—¿Adivina?

 

     Su sonrisa me desconcertó bastante así que moví mi cabeza de un lado al otro en forma de negativa.

 

—Pues, ayer fue la operación de Alexis ¡Salió tan bien que me acaba de decir mi hermana que comió como nunca! Incluso hasta lo escuche reír, Elena te manda saludos y bueno, si Alexis hablara de seguro que también te enviaría saludos

 

     Sin caer en cuenta yo le había sonreído, el verle feliz prendía algo dentro de mí sacando el frio y la soledad que sentía desde que había averiguado aquello verdad sobre Alan.

 

—Me alegra mucho que haya salido tan bien de la operación, ven, siéntate aqui

 

     Le apunte que se sentara en mis piernas, él torció un gesto de la cara y cuando quiso alejarse lo detuve.

 

—No hay nadie en la casa, como podrás darte cuenta… quiero hablar contigo sobre Alexis

 

     Le trate mandar un gesto tranquilizador que pareció funcionar aunque su señal de duda no lograba disiparse, lentamente lo tome de la mano y luego lo hale, se quedó  sentando en mis piernas.

 

     Con mi brazo suelto logre tomar la taza de pero cuando él se dio de cuenta le agrego tres terrones de azúcar, limón y lo agito con la cucharilla pequeña…

 

—Gracias, Cristofer

 

     Me dispuse a sorber del té que destilaba un agradable aroma y allí me di cuenta del nerviosismo por parte el castaño.

 

—Tranquilo, no te hare nada solo quería decirte que qué te parece si vamos por allí y le compramos regalos a Alexis. Y no te preocupes por el dinero, solo serán regalos de “que estés bien”

 

—Mmm… ¿En serio? Seria fino, él le encantan los carritos aunque a mi hermana le gusta que le obsequien ropa o cosas de más utilidad, según ella ¿Quieres miel en tu té?

 

     Sus manos jugaban con una cuchara plateada y se notaba que estaba feliz, se le había olvidado literalmente de la posición en la que estaba.

 

—Estaba pensando, qué tal si me besas ahora y te lo dejo marcado como “una vez”

 

     Realmente decía aquello despacio, quizás se bajaría y se iría molesto…

 

—Supongo… que estaría bien, es decir; noventa y nueve ya no son cien

 

     Su tono de voz era calmado, quizás resignado de repente se alejó pero solo para voltearse sin levantarse de mí, su rostro seguía gacho pero aun así se iba acercando a mí, hasta que lo acorto con un beso que no duro ni el segundo ya que se distancio vertiginoso.

 

—Y-yo no soy bueno en estas cosas, mejor vuelvo a la cocina

 

     Él castaño se puso de pie pero mi mano lo mando a sentarse de nuevo en mí.

 

—Cristofer, yo no soy un psicópata o algo así, así que te voy a obligar a nada, ese beso estuvo bien para mí

 

     Le dije, sin acercarme, solo estando allí…

 

—Aunque aún faltan esas noventa y nueve veces. Cristofer, dime algo ¿Yo te desagrado a tal punto o solo si tuvieras la oportunidad de matarme… lo harías?

 

     Vi cómo se tensaba y se bajaba de mí para verme a los ojos estando muy sonrojado, lo cual se me hizo extraño.

 

—Y-yo… yo no soy un asesino y no me desagradas, solo que…

 

      Me levante y con mi brazo libre lo tome de la cintura y lo atraje sintiendo perfectamente como sus manos cerradas quedaban en mi pecho.

 

—Yo no te voy a obligar, pero lo que te puedo decir es que hasta que no lleguemos a hacerlo al menos unas cuarentas, no te dejare ir de visita a Venezuela

 

     No veía su rostro ya que lo mantenía abajo, así que solo le alborote un poco sus cabellos castaños con mi mano y me aleje de él.

 

     Antes de salir completamente recordé lo de salir a comprar algo para Alexis.

 

—Mejor salimos la semana que viene a buscar los obsequios para Alexis ¿Esta bien?

 

    Solo vi como asentía y no me dejaba aun verle la cara…

.

.

.

 

Cristofer

 

     6 Días después…

 

—Oh ¡Es Jake, el de hora de aventura en tamaño real!

 

     Era la juguetería más grande que jamás había visto, había enormes osos, muñecas, carros de todos los tamaños, colores y marcas con grandes afiches de autos de carreras, cosas rosadas y moradas de niñas, de repente todo me alegraba pero eran como esos súper mega supermercados donde todo era grande, pero aquí en vez de comida, habían juguetes y un anaquel de madera lleno de todas las golosinas donde estaban dos chicas de uniforme rosado con verde limón, con una sonrisa para sus clientes. Tome al perro amarillo casi anaranjado y lo abrace recordando las sonrisas de Alexis cuando veíamos aquella comic por la televisión.

 

      De repente escuche unas ruedas y era Antón que venía con un carrito grande, me lo dejo a un lado y se fue a caminar pero al instante lo perdí de vista y mire como Victorio apretaba un botón de un auto de peluche que hablaba con curiosidad, creo que era de la comiquita de Cars.

 

—Sí crees que le gustara a Alexis, mételo en el carro por mi parte me gustaría darle este auto de peluche

 

     Sonreí un poco y asentí porque su expresión era de absoluta calma aunque con curiosidad con todos los juguetes, a pesar de su mirada de siempre él tenía una especie de matiz que me gustaba.

 

—¿Tu brazo esta mejor?

 

     Solo rodaba el carrito mientras yo iba a un lado observando muy sorprendido como todas las mamás miraban, no sé si hipnotizadas o fascinadas por el sujeto alto a mi lado…

 

—Sí, estoy mejor ya puedo moverlo con libertad

 

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Notas finales:

Dejen review con sus opiniones porque necesito hacer calzar algunas cosas que no me quedan claras /. si me dejan reviews, actualizo pronto, sino pues sera para mucho despues n.n/ saludos~


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