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El Viaje para Encontrarte por ZuminoeRiriko

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaa, perdona la tardansa, espero les guste

-¡Alphonse!- gritaba un oji-dorado muy preocupado, ese grito de su hermanito… ¡ese maldito grito no le gustaba!

Dio vuelta a la izquierda, luego a la derecha, siguió recto por el mismo pasillo, ¡mierda!, esto lo estaba hartando.

“Pues bien, luego la arreglare” pensaba el alquimista, mientras aplaudía y hacía que todo lo que estaba frente a él se desintegrara haciendo un pasillo recto, para poder tener el camino libre y pasar sin problemas.

Por otro lado, los guardianes lo seguían desde atrás, observando la cara de desesperación de Ed, nunca se imaginaron ver esa cara… y… es que, ese rostro… ceñido de dolor… tristeza y preocupación…para una persona sádica….lo más seguro es que una expresión como esa era un deleite.

Ya cuando por fin estuvo en el patio principal, lo pudo ver… su lindo… lindo hermanito siento tomado de los cabellos por esa maldita parca, que lo arrastraba en círculos por el patio mientras tarareaba, y el pequeño oji-pardo solo podía llorar y decir.

-Her-mano…- con voz entrecortada y baja por el llanto.

Al parecer la parca no se había dado cuenta de su presencia, ya que estaba muy entretenido “paseando” al castañito.

Los guardianes estuvieron a punto de abalanzarse contra el tipo que había secuestrado a su querido Tsuna hace ya un tiempo, pero Ed les gano.

Ya para cuando se dieron cuenta, Ed estaba aún lado de la Parca, asestándole un fuerte golpe en la cabeza para lanzarlo a volar 3 metros atrás.

“Es rápido” pensaron todos.

-Auchiiiiiiiiii~~~- decía el otro mientras se levantaba muy lentamente del suelo- ¿Por qué me pegas?

Pero Ed ignoro su pregunta, y se dispuso a levantar con cuidado a su hermanito, dejando a aquella parca loca con la palabra en la boca.

-Mooo~~~ te estoy hablando- insistía este, mientras se llevaba las manos a las mejillas de su ya conocida mascara.

-¿Estas bien Al?- decía el mayor escondiendo su mirada con su flequillo, dándole un aspecto inusual.

-S-si - decía el otro tratando de contener las lágrimas, pero simplemente no podía, se abrazó a su hermano mayor, no quería soltarlo, siempre, desde que tenía memoria… o desde que no la tenía, siempre se había sentido seguro en los brazos de su hermano mayor.

-Tranquilo Al, yo me encargo- dijo el mayor acariciando la cabeza de su hermanito, pero con sumo cuidado, no quería lastimarlo más.

-S-si- el menor no podía articular muchas frases, solo monosílabos, no quería hablar mucho, pues sentía que su voz se quebraría si lo hacía, estaba muy asustado, no había sentido un temor así nunca.

-Ve con el chico bomba y el de la espada- le ordeno el mayor, este hablaba tajante, cortante, al punto de que sus palabras sonaban gélidas, Al no podía sentir algún tipo de amor o cariño en ellas como usualmente sentía cada que su hermano le hablaba.

No…

Esto era distinto…

Su hermano, el que siempre lo había tratado con amabilidad y cuidado, casi como una rosa, se estaba conteniendo… podía sentir un aura emanar de él que le aterraba… nunca había visto a su hermano así… nunca…

Nunca había sentido temor por su hermano mayor…

El menor solo asintió con la cabeza, se separó de su hermano sin muchas ganas y a paso tambaleante, se escondió detrás de Yamamoto.

Los guardianes no hicieron nada, no necesitaban tener la súper intuición de Tsuna para saber que no debían meterse.

-¡Moooooooooo! ¡¡Háganme caso!!- reclamaba la parca al haber sido dejada de lado.

-Sí, perdona, ya te pongo atención- le decía con una voz indiferente.

La parca sabía que se había metido en terreno minado, al parecer el chiquillo peli-café era muy importante para él… tal vez le podría servir.

-Je, es bueno que mi linda cos…- la parca no pude de terminar de decir la sarta de idioteces que tenía planeado, pues de la nada, dos manos de tierra y piedras, había salido a cada uno de sus lados, aplastándolo.

“Es muy rápido” volvieron pensar los guardianes de Tsuna, ni siquiera habían visto cuando había juntado las manos para efectuar aquel ataque, mucho menos los rayos azules que debían de haber aparecido.

Pero eso no serviría para matar a la Parca.

La cual destruyo las manos que los aprisionaban contra el suelo y se levantaba sin dificultad alguna.

-Fuuu~, mira que me tomaste por sorpresa Hon…- de nueva cuenta no acabo de decir lo que quería, pues el alquimista ahora lo había aprisionado de pies y manos contra el suelo, como si estuviese amarrado a este, he hizo aparecer cuatro manos más, que lo golpeaban consecutivamente y sin piedad laguna.

En ese momento los guardianes pensaron que habían encontrado a alguien igual de sádico como el hitman.

Pero a pesar de los innumerables golpes que le daba con tanta fuerza, la parca no podía decir nada más que:

-Au, Au, Au…- expresando su dolor, pero más que expresar dolor, la forma con la que lo decía era con un tono de burla, no parecía que realmente le doliera.

“No por nada le dicen Parca” pensaba Ed, ante la posibilidad de que necesitara algo más que solo unos cuantos golpes para poder matar a ese enemigo.

Porque Ed lo sabía, había usado esas formas para matar a un enemigo o varios, al tercer golpe morían como los débiles humanos que eran, o al menos tenían un daño grave, pero el bufón frente a él, estaba como una manzanita fresca y recién cortada, lo que solo dejaba pensar que era alguien que en realidad, no podía ser humano, o tal vez si lo era, no lo tenía muy claro, la verdad solo lo quería matar por tocar uno de los cabellos castaños de su hermanito y de paso, por hacer llorar a ese oji-miel tan lindo que lo había ayudado ya mucho.

Pero ¿qué podía hacer? Por más que quisiera destrozar a ese maldito frente a él, ese bastardo no parecía recibir un gran daño en su cuerpo, casi parecía inmortal…

“Eso es…” en eso una pequeña luz se encendió en el cerebro de Ed, ya lo entendía…

“Es por eso, el mundo de este bastardo es de…” saco un “sonrisa” de satisfacción, o al menos eso el creía, ya que su rostro parecía sacado de una película de terror.

Sin más dejo de divagar en su mente, lo importante ahora, era matar a ese hijo de puta que tanto lo había estado jodiendo últimamente.

Al final su rival termino por soltarse, debido a la forma indiscriminada con la que lo golpeaba.

La parca se levantó, y Ed pudo ver un aura oscura que emanaba de él, al parecer la cosa se ponía seria, pero no le importaba, tenía muchos trucos escondidos aun y, ya sabía su secreto.

-Maldito…- decía la parca con voz trémula a causa de la ira- ¡¿Cómo puedes ignorarme tan fácilmente?! , ¡¡Pagaras por eso!!

Bien, los guardianes ni los hermanos Elric se esperaban aquello… al parecer la ira del contrincante de Edward no se debía a que este lo había golpeado sin darle oportunidad de defenderse, sino, por haber sido ignorado olímpicamente por el chico de cabello dorado.

La parca se lanzó al alquimista de una forma realmente veloz, tratando de cortarlo con su mediana espada, la cual era curveada y con una calavera en el mango de esta, era justamente el tipo de armas que le gustaban a Ed, por el diseño, pero no era momento de admirar tal artefacto.

El oji-dorado giro levemente a la izquierda, no se movió mucho de su posición, solo lo suficiente para que no lo atajara con el metal, pero, aunque lo evitara, fue cortado ligeramente con esta, en donde noto que había un líquido ver, después, con su mano de acero convertida en cuchilla, lo corto en el abdomen, haciéndolo sangrar, aunque este no parecía sentir dolor, o al menos, dudaba de que hiciera un gesto de ese tipo detrás de la máscara, tomando en cuenta la facilidad con la que soporto unos golpes que debieron de haberlo dejado en estado de coma.

La parca ya no parecía tener intenciones de hablar, al parecer lo único que quería era matar a ese tipo frente a él.

-Tranquilízate….- decía una voz detrás de todos, la buscaron, más no la encontraron, hasta que fijaron su vista en la ventana del segundo piso, ahí pudieron observar a un hombre de traje blanco, completamente, incluso los zapatos eran de ese color, lo único que era negro, era la corbata que vestía con elegancia en su cuello, y sus afilados ojos burlones, junto a du cabellera sujetada por una coleta que llegaba hasta su espalda baja- Si lo matas el jefe no te pagara njajaja- el acento en su vos era del tipo ingles… pero para Ed, sonaba a otro bastardo más.

-Solf J. Kimblee…- decía el alquimista arrastrando cada letra con una inmensa ira.

Ya sabía que todas las puertas al ser mundos similares, podría haber una coincidencia en la que se encontrara a alguien de Amestris, o algunos de Xing, incluso prefería al Ishbalano de Scar… pero nunca pensó que se encontraría con ese bastardo traidor.

El otro solo enarco una ceja.

-Vaya, njaja, ¿será que soy muy conocido?- decía mostrando esa típica sonrisa burlona en él.

-Ya lo creó… alquimista carmesí- respondía Ed poniendo una pose de pelea de nuevo, debía de tener cuidado.

Pero el otro solo hizo un ademan de confusión con la cabeza, ¿Alquimista carmesí?, por un segundo se enojó, ya que lo estaban confundiendo con otro bastardo, pero recupero la compostura y salto por la ventana.

Pero en su trayecto hacia abajo, todos notaron algo que no les gusto, y mucho menos al Alquimista de Acero, al cual esto no le hacía nada de gracia.

Pues aquel hombre tenía a Tsuna atado con una cuerda, mientras bajaban, el bastardo de Kimblee no tuvo la delicadeza de tomar a su rehén para que no se estrellara contra el suelo, al contrario, por unos milisegundos Ed pudo ver, como el otro jalaba más la cuerda para que azotara con fuerza.

Esto hizo rabiar a Ed, ya estaba comenzando a llegar al límite de su paciencia.

-Me temo que me estas confundiendo, lo cual es un grave error ¿sabes?, yo no suelo tener piedad con mis víctimas, es tan placentero poder matarlas y sentir su…- hablaba el bastardo número 2, pero era ignorado también por el alquimista.

Este solo miraba por el reflejó de una de las ventanas de aquella mansión a su pequeño, pudo ver ese labio color cereza del oji-miel, el cual se encontraba partido y sangrante, después miro su delicada y sonrojada mejilla… esta estaba amoratada, luego su delicado cuerpo, en el cual pudo apreciar unos enormes hematomas a causa de su ropa que se encontraba rota y algo quemada, al parecer el Kimblee de ese mundo también tenía una gran atracción por las explosiones, pero lo que más lo hizo enojar, y llegar al punto de olvidarse de que su hermanito estaba ahí, para matar de la forma más cruel y sádica que se le pudo haber ocurrido, miro a su lindo niño, el cual tenía sus hermosos ojos miel siendo cubiertos por lágrimas, sin duda, había llegado al límite de su paciencia.

Aun no podía creer que alguien había dejado en ese estado a un león tan fuerte y hermoso como él.

Ese hecho lo sorprendió mucho, porque sabía que Tsuna era alguien muy fuerte, y que no se dejaría vencer tan fácilmente por una copia barata de Kimblee, pero al ver las manos del bastardo 2, se dio cuenta de que en su otra mano, sostenía lo que eran unos guantes y píldoras, y si mal no recordaba, era que gracias a esas cosas era con las que podía entrar a modo “híper”, eso basto para atar los cabos sueltos, al parecer había sido emboscado, lo habían despojado de sus armas ya teniéndolo completamente indefenso, lo más seguro es que había sido golpeado de aquella manera.

Lo curioso es que la ves anterior, Tsuna no había usado esas cosas para salvarlo de parca antes, él había encendido sus llamas por sí mismo, así que… ¿Por qué ahora no lo hacía?

Dejo de darle vueltas al asunto, y miro la situación actual.

Tenían a su lindo Leoncito.

Eso era malo… muy malo…

-Herbívoro, suelta a Sawada Tsunayoshi o….- la nube no pudo seguir con su amenaza, pues el oji dorado lo había interrumpido.

-¿Qué planean hacer con él?

-Nmm…- decía el bastardo 2 mirando a su presa, para luego poner unos ojos libidinosos…

Ok, la situación ya era critica.

-Quien sabe, puede que lo convierta en mi pequeña puta personal- decía con parsimonia, completamente seguro.

Ya no se podía decir que Ed estaba enojado, no…, ya había pasado esa faceta de su carácter, ahora solo miraba hacia ese personaje… a simple vista parecería que solo esperaba tranquilamente lo siguiente, pero a los ojos del alquimista, todo se había vuelto bicolor.

Solo había blanco y negro.

El bastardo 1 y el bastardo 2 estaban de negro, mientras que su amado Tsuna era de un color puro blanco, el resto, eran completamente dejados de lado, siempre y cuando no intervinieran, y claro, no lo harían, todos se había alejado un paso atrás, era obvio que Ed ahora era peligroso.

Y lo sabían por los ojos de asesino que tenía… claro, todos ahí eran asesinos, pero en sus ojos había algo distinto, esas ojeras que no había notado, lo hacían ver terrible, junto a esos ojos que tenían un sinfín de emociones en ellos, estos eran afligidos, se le notaba la falta de tranquilidad a través de ellos, pero que irónicamente estaban llenos de sosiego, monótonos, abnegados, y que a pesar de no tener señales de vida, podían ver por ellos, que esa persona frente a ellos… estaba extraviada, la falta de brillo en estos daba a mostrar la imagen de los ojos de alguien sin vida, que se encontraba en mundo lleno de acritud y su rostro… Dios… no lo habían notado hasta ahora… pero su rostro era de alguien longevo…

No eran los ojos que alguien de 20 años debía de tener, no… algo pasaba ahí….

El bastardo 1 y bastardo 2 solo lo miraban, no querían moverse, empezaban a sentir peligro, esa presencia frente a ellos no emanaba el aura que alguien que se encontraba en un aprieto como ese debería emanar.

Todos solo miraban, el alquimista se encontraba taciturno, no hacía un solo movimiento ni gesto, solo veía al pequeño niño castañito frente a él.

-Solo para eso lo querían… ¿acaso tú eres el jefe?- preguntaba tranquilamente al alquimista, sin abandonar la postura que tenía.

Kimblee, quien se había asustado al escuchar su voz, tardo unos minutos en procesar lo que le había dicho, al parecer sí que le tenía miedo, sentía que ese tipo no era normal.

-Njaja… lamento decirte que te equivocas, yo solo soy un fiel subordinado- respondió de forma burlona, recuperando la compostura, no se dejaría intimidar por un imbécil como aquel.

-¿Para qué lo quieren?- volvió a preguntar el rubio.

-El jefe ya no lo necesita, solo hemos venido a matarlo- respondió con una vos ronca la parca, al que lo estúpido se le había bajado.

-¿Por qué?- al parecer el oji-dorado iba a seguir con su interrogatorio, lo bueno era que los demás se prestaban a responderle sus dudas.

-Te quiere a ti- volvió a responder la parca mientras lo señalaba con un dedo acusador.

-Entonces vienen por mí… si me quieren a mí, ¿por qué se lo llevan?

-El jefe quería que lo matáramos, pero como es muy lindo, decidí hacerlo mi ramera- decía otra con sorna el bastardo 2, pero al instante se arrepintió, por la mirada del peli-dorado que presagiaba el apocalipsis.

Los guardianes y el menor de los Elric solo miraban el intercambio de palabras de los tres personajes, querían intervenir, pero simplemente no podían, el ambiente les decía que era peligroso, y más si su querido jefe, amigo, hermano, amor y pupilo estaba entre medio.

Porque Reborn estaba presente, solo que por la intensidad del momento no hacía nada, solo se encontraba recargado en uno de los árboles del jardín, esperando la oportunidad de recuperar a su estudiante, y también, observando a aquel extraño personaje que no parecía morir con nada… y no era tonto, lo había visto, mientras ellos hablaban, la herida del abdomen del bastardo 1 habían sanado, la ropa negra no dejaba ver la herida, pero tomando en cuenta la sangre en el arma de Ed, se podía apreciar que el corte que le había propinado era profundo y, ahora la pregunta era…

¿Cómo podía hacer aquello?, ¿Era también alguien de otro mundo?


“Que títeres más ridículos somos…. Y que vulgar es el escenario en el que actuamos…” pensaba el alquimista de acero con cierta ironía, eso le recordaba mucho a una situación pasada, solo que la puta en aquel entonces… era él…

Los bastardos 1 y 2 estaban empezando a desesperarse, se suponía que ese sería un trabajo fácil, un secuestro y de paso un perra para llevar, ¿cuál era el problema?, lo habían hecho ya varias veces, ¿por qué ahora resultaba tan problemático?

-Hagamos un intercambio- decía Ed llamando la atención de todos con eso…

“¿Intercambio?” pensaba el hitman dudoso… “Ese maldito no pensara en…” pensaba con un poco de ira y preocupación mezclados, pero, aunque trataba de negarlo, estaba muy aliviado de la decisión que el alquimista iba a tomar, lo malo ahora, era como lo tomaría su pupilo.

-Elric-san…- decía con un tono angustiado el Cielo, ante lo que tenía planeado hacer el frio acero.

-Yo a cambio de Tsuna- decía el alquimista usando el diminutivo del Cielo, el cual, sino no se encontrara en esa situación de premura, se habría sentido realmente feliz, pero dado que la situación no lo ameritaba, no pudo más que soltar más lágrimas de dolor, ante lo que la persona que apenas empezaba a amar, iba a hacer.

-Me parece bien- decía con simpleza el bastardo 2, feliz de que así evitaba chocar armas con ese ser escalofriante… casi como su compañero chiflado…, así que levanto al pequeño del suelo y lo cargo como un costal de papas.

Eso hizo enojar a Ed, esos bastardos jugaban sucio, pero estaban equivocados si pensaban que con su reciente truquillo lo iban a engañar, no…n no era para nada el caso, él solo quería proteger al pequeño niño que se había robado su corazón, sin importar que se tuviera que enfrentar ante tal peligro


-Ten- le dijo ahora el bastardo 1, lanzándole uno hilos para que se amarrara.

Ed dudo un poco.

-Me acercare a ti- dijo el oji-dorado a la parca- en cuanto lo haga quiero que tú- ahora refiriendo se a Kimblee- le entregues “eso” a su tutor, mientras miraba con cierto recelo al oji-miel en el hombro del bastardo 1.

Esto llamo la atención de todos, ¿A qué se refería con “eso”?, más nadie dijo nada, lo más seguro es que el alquimista solo trataba de sonar rudo y no demostrar lo que sentía por el oji-miel, ya que en la reunión y por la forma en la que daba su vida por el cielo, era obvio que Ed tenía un sentimiento especial por su cielo.

El bastardo 1 y 2 solo se miraron dudosos, para después ver como Ed miraba de nueva cuenta a una de las ventanas.

“Se dio cuenta” pensaba el bastardo 2.

-Me parece bien- dijo el otro, pues ya era hora de acabar con esa actuación por demás ridícula.

Acero uso su alquimia y se ató completamente, para comenzar a caminar hasta su raptor.

Y mientras Ed se acercaba a paso lento a la parca, Kimblee se acercaba a uno de los arbustos a un lado de la mansión, justamente donde estaba el hitman, el cuál, por cierto, se sorprendió en sobremanera, al igual que los guardianes que no habían notado su presencia y lo miraban con reproche al no hacer nada.

“¿Cómo fue que me notaron?” pensaba confundido mientras recibía en brazos a su alumno y sus armas, el menor aún tenía sus ojos ocultos por la sombra que su cabello formaba.

-¡Aght!

Todos escucharon un quejido, y luego un grito de suspenso, Reborn apretó a su pupilo en su pecho, en un abrazo protector, para que no girara la vista y viera eso, pero no hacía falta, ya que, efectivamente, estaba inconsciente… cosa que le preocupaba, ya que podía sentir sus pequeños latidos…

tud… tud… tud…

Sin duda alguna, el ritmo no le gustaba… su vida corría peligro.

El capo no lo soportaba más, aquella situación… era horrible, no lo creía, en serio no lo creía… estaba empezando a sentirse mal… muy mal…y sin más… se desmayó…

El menor de los Elric… no pudo evitar emitir aquel sonido al ver…

Que… su querido hermano era atravesado por una espada… la cual… entraba por un lado… Y salía por el otro…

-¡¡¡Hermano!!!- el menor ya no podía sacar más lágrimas… se encontraba petrificado…

Los demás también vieron la situación con unos ojos como platos, y tampoco pudieron evitar preocuparse y gritar, porque… aunque en ocasiones Ed pudiera ser algo molesto, cualquiera que se entregaba a cambio de su Cielo, ya era alguien de la familia.

-¡Elric-sama!- expresaba la pequeña Chrome preocupada mientras se tapaba la boca.

-¡Bastardo!- gritaba Gokudera, pues él, también le había tomado cierto aprecio al alquimista por todos los conocimientos que poseía.

-Nufufu esto está mal, el Vongola se va a enojar cuando despierte- decía un poco preocupado la niebla, ya que este había notado los sentimientos de su jefe, antes de que este mismo se diera cuenta.

-Tsk…- fue lo único que pudo emitir el hitman ante lo acontecido, la verdad no sabía muy bien que hacer, pues tenían ahora de rehén a Ed y aparte, si se enfrentaban, con las ilusiones de la parca, no tendrían oportunidad.

Los otros guardianes tampoco hicieron movimiento alguno, eso podría empeorar la situación del hombre rubio que estaba sufriendo una hemorragia.

-Bien, es hora de irnos, ve por él- decía la parca.

-Nnn... Seguro- le respondía Kimblee.

Dijeron bastardo 1 y 2, para que después, un humo negro saliera de la nada, cubriéndolos por completo, pero antes de que Ed, quien aún estaba siendo apuñalado por la parca; se esfumara, metió levemente una de sus manos a la gabardina roja y lanzo un pequeño papelito en dirección a Reborn y le dedico una última a su hermanito quien estaba pálido.

-Lo siento Al…- dijo Ed mientras tosía y escupía mucha sangre en eso, para luego desaparecer en el humo.

En el instante que el humo se esfumo, junto con lo que estaban dentro de esta, todos iban a empezar a armar alboroto, pero antes de que pudieran, el grito desgarrador del oji-pardo los sorprendió.

-¡¡¡¡¡¡NO!!!!!! , ¡¡DEVUÉLVANMELO!! , ¡ES MI HERMANO! , ¡¡¡ES MI UNICO HERMANO!!! ¡¡¡LES DARE LO QUE QUIERAN!!! , ¡¡¡LES DARE…!!!

De un instante a otro el menor guardo silencio, recordando una pequeña frase en su mente…

“¡No!, devuélvanmelo, es mi hermano, les daré lo que quieran, mi pierna, mi brazo, mi corazón… lo que sea solo dénmelo, es mi hermano, es mi único hermano”

Y con eso millones de imágenes llegaron a su mente de golpe.

Se levantó del suelo con parsimonia, y con los ojos cubiertos por su cabello… los guardianes se preocuparon, lo más seguro es que el pequeño la estaba pasando mal, y no lo culpaban, había visto aquello tan cruel.

Pero sus pensamientos cambiaron al ver esos ojos tan llenos de ira y un deseo asesino emanar de ellos, ya no era el niño tierno e inocente e hace unos ratos, su expresión aniñada había cambiado a una más seria y madura, al igual que esos ojos fríos y calculadores.

“La recupero” pensó el hitman mientras ponía a su alumno en manos de Gokudera, para luego acercarse al papelito que había lanzado el mayor de los Elric y guardarlo en su bolsillo.

-¿Qué harás?- le pregunto Reborn escondiendo su mirada bajo su fedora.

Más solo escucho un susurro, apenas audible, pero que logro escuchar perfectamente bien.

-Hermano… la pagaras caro- mientras un aura asesina emitía de él.

Continuara…

Notas finales:

Byeeeeeeeeeeee, no olviden sus RW


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