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Golden Milk por Satory

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Notas del capitulo:

*Se revuelca en felicidad!!!*
Hay muchas visitas!! 2190!!!!!!!!!

Eso es más de lo que esperaba! :D Y además ya conozco a tres de ustedes que leen en las sombras! (^v^)/ Es un gustazo Lee Haki, Chibibeast y Yasmin!!!! :D Aunque extraño a Talbot (;0;)/ Espero que estés bien, linda!!!!

Primero que nada disculpen la demora~ creo que este fue el capítulo más difícil hasta ahora xD En compensación! Salió un poco largo :D Espero que les guste~~  (*0*)/

Solo hare una pequeña aclaración~ :D Ahora lo que vean algo entre << :3 >> son pensamientos! y entre “ :3 ” son las… como lo normal xDD y para separar las escenas usare §~¤~§ Esto lo hago para que sea más fácil la lectura~ porque revisando creo que es un pelín confuso :3 

Bueno~ como les dije aquí está un capitulo nuevito recién salido del horno de Rumo! Mil gracias Betita querida!!! (*3*)/

:3 Sin más~ les dejó el capítulo, espero que lo disfruten y sí gustan dejen un comentario! :)

P.D.: Ya toy más tranquila sabiendo que no escribo sólo a lo bruto y sí hay gente a quién le gusta el fic (*0*)

*Pretexto del retraso en las notas finales* XD

Disculpen el guion bajo pero la página no me reconoce ningún otro guio xDD

 

Capítulo 12 ~¡Todo puede ser un arma!~


Un fuerte olor a canela invadió sus fantasías... Seguido de un fuerte golpe...


§ ~ ¤ ~ §


Había caído en la tierra de los sueños con mucha tranquilidad y calidez, estaba rodeado de paz, era agradable. No sabía la trama del sueño, pues era un clásico sueño de esos que son tan buenos pero al intentar recordar se vuelven confusos, y entre más insistes, terminas olvidando. Uno de esos era el que había obtenido justo después de caer muerto de cansancio, recordaba estar en una nube de paz que se llenó del olor a canela, tan fuerte que lo sacó de sus sueños, y entonces el golpe...


§ ~ ¤ ~ §


Abrió con rapidez sus ojos, frente a él había una mujer de largo pelo castaño y rizado que descendía hasta perderse en su cintura, llevaba un vestido blanco muy de los sesentas con un grueso cinturón negro; su bello rostro cubierto de ira, le decía que él era el culpable de la misma cuando sus hermosos ojos verdes se fijaron en los suyos. Su enorme y feo bolso negro se balanceo en el aire y fue directo a sus piernas cubiertas por unas sábanas... Al parecer azules con grabados confusos.

Y mientras definía el tono de azul el sonido del golpe llegó a sus oídos, pero no así el dolor que causaría recibirlo y entonces... Sobre él, haciendo de escudo humano, estaba un hombre de cabello imposiblemente negro.

Jean L'Cierm, francés, medio idiota, y bastante simpático. A quién conoció apenas hace unas noches... Apenas la noche anterior.

Ahí estaba defendiéndolo de aquel golpe.

Inmediatamente la mujer aumentó la tensión en sus músculos y provocó que su bolsa golpeara con brutal fuerza contra la espalda del moreno.

—¡Eres un maldito!— Un nuevo golpe, seguido de otro, y otro más dieron en la blanda piel nívea, que rápidamente se tornó amoratada.

—¡¿Qué demonios pasa contigo?!— Gritó mientras giraba para verla cara a cara.

—¿Conmigo?— Dijo haciendo el exagerado ademan de comillas con sus dedos —Yo no soy la que de repente se volvió gay— Cortó la distancia que los separaba —¡Tú maldito traidor! ¿Cómo puedes hacerme esto?— Nuevamente atacó con su bolso mientras intentaba acertar una bofetada, en repetidas ocasiones los golpes dieron contra los brazos y piernas de Jean para luego dar la vuelta e ir directo a la puerta entre gruñidos y bufidos que llegaban a oídos de los dos hombres como claras amenazas y ofensas.

El moreno que había permanecido quieto se levantó de la cama de un salto y salió detrás de la castaña.

Adam por su parte se removió un poco enrollándose con las sábanas para seguir a la pareja, entre tropezones logró bajar de la cama.

—¡La ropa, Jean!— Le gritó cruzando la puerta, para encontrar al moreno en el pasillo y a la ojiverde justo frente a la puerta.

—¡Amanda! No creo que seas tú quien merezca explicaciones— Dijo el mayor en tono tranquilizador mirando a la chica que le daba la espalda.

—¡Claro que sí!— Gritó girándose hacia él —Vengo al departamento y te encuentro con ese tipejo, encima, revolcándose contigo— Abrió los brazos como haciendo una plegaria al cielo y miró con sorna al joven rubio —¿Crees que merezca algo así? ¿O que estoy exagerando?— Y fijó con fiereza sus ojos en el desnudo cuerpo del moreno recorriendo por completo.

—¿Perdón?— Preguntó y su voz estaba claramente llena de indignación.

—Jean, íbamos a casarnos— Puso sus manos en su pecho casi abrazándose a sí misma mientras una punzada de molestia atravesó el pecho de Adam, con esto, él reaccionó e intentó cubrir el cuerpo del mayor con una de las sábanas que llevaba consigo, Amanda avanzó unos pasos hasta estar frente al rubio —¡Hola! Amanda O'Hara, la prometida del tipo al que te tiraste— Le dijo con sarcasmo cuando le tendió la mano, Adam no supo que hacer sólo le sostuvo la mirada.

—Que educada— Rió irónicamente y dejó salir un bufido mientras se acomodaba la sabana.

—Al menos no voy por ahí tirándome a quien se me cruza enfrente— Gritó en un chillido señalando al joven que tenía sus brazos alrededor de Jean intentado detener la sedosa tela.

—Claro, tú prefieres a los curas y los confesionarios— Aunque su voz no llegó a subir de volumen se escuchaba llena de rabia, la misma que demostró su puño, cerrado fuertemente apretando la sabana en su cadera.

—¿Perdón? Yo no soy la que se acaba de tirar a un puto que recogió en la calle— Extendió los brazos hacia el cielo, como sí de repente hubiese descubierto el más grande misterio de la humanidad, su mirada iba del rubio al moreno, una y otra vez. Jean la observó fijamente mientras la ira crecía en él.

Desde que la conoció supo que era propensa a la histeria, y que generalmente hablaba y actuaba bajo instinto, cosa que le agradaba pues de alguna manera su sinceridad era abrumadora, Amanda podía ser caprichosa, ridícula, absurda, despreocupada y hasta tonta, pero nunca fue hipócrita... Siendo muy técnicos, era un asco de persona, pero nunca fingió sus reacciones. Si, este francés estaba muy conforme con una chica americana realmente boba, pero hoy, justo eso, cada una de las características que la hacían ella y que lo reconfortaban; ¡Hoy lo tenían a punto de partirle la cara!.

¡Qué Hestía lo librara de tal estupidez!

Dio un par de pasos hasta pararse frente a la castaña, la tomó firmemente de su muñeca izquierda y bajó su brazo con lentitud. De verdad intentaba controlarse, nunca se había molestado con ella a tal grado de querer lastimarla.

—Te lo advierto Amanda; no le hables así— Dijo tajantemente con una voz ronca cargada de ira. Amanda lo miraba incrédula, ese hombre no se parecía a Jean; era alguien más, era él mismo que veía cuando estaban con el viejo L'Cierm.

Amanda sabía, que cuando el moreno estaba con su padre, cambiaba por completo, inclusive con sólo mencionarlo o cuando lo veían pasar en la oficina, parecía que su prometido tendría algún tipo de ataque o crisis que con seguridad terminaría en algo violento.

Sólo en esos momentos Amanda dudaba de la salud mental de su futuro esposo y la de su futuro suegro. Porque si el primero estaba loco debía ser culpa del otro.

¡Momento! Ella estaba ahí, con el amante y no debía desperdiciar su mente en adivinar porque estaban locos...

—Jean escúchate, te acabo de encontrar en la cama con alguien ¿Y me pides que me calme? ¿Qué esperas que haga cuando me eres infiel?— Le gritó deshaciendo el agarre del moreno con un fuerte tirón de su brazo.

—¿Desde cuándo me volví el infiel yo?— Amanda levantó su brazo y miró el reloj de su muñeca, mientras Jean la observaba con incredulidad.

—Hace unas 6 horas— Dijo con sorna, mostrando justo frente los ojos color verde oliva del moreno, el ostentoso reloj dorado con piedras de brillantes colores.

—Hablo de porque me reclamas esto, hasta donde sé nosotros ya no tenemos una relación, soy libre de acostarme con quién se me plante la gana— Cruzó los brazos a la altura de su pecho inclinando la cabeza para poder ver a la chica y librar su vista del objeto.

—Nosotros estamos comprometidos por sí lo olvidas— Soltó quebrando su voz y dando unos pasos atrás topando con la puerta, abrazándose así misma sin dejar aquellos ojos oliva.

Adam que se mantenía lejano a la discusión, no así indiferente, notó el brillo de ira en los ojos de Jean, la tensión en sus músculos, la mueca de odio que por segundos mostró su pálido rostro y el casi imperceptible chasquido de sus labios; nada bueno se avecinaba.

—¡Por sí lo olvidas! Nuestra boda fue hace un mes, aunque no pudimos ni empezarla por que estabas muy ocupada con un cura dentro de un confesionario mientras yo te esperaba en el altar— Amanda abrió los ojos de par en par y sus labios se abrieron con fuerza, al notar la expresión de la castaña el francés se apresuró a completar —¡Tranquila!, ningún invitado supo lo que pasó, pero no así el jefe de tú amiguito... Suponiendo que te importe lo que pasó con él— Ella parecía no reaccionar, y él todavía tenía algo que decir —Sí me lo preguntas, tu eres peor...— Señaló con un movimiento de cabeza hacia el joven rubio sin dejar de verla fijamente, Amanda sólo le dio una rápida mirada al chico que se mantenía inmóvil —Que todo lo que imaginas de Adam— Sentenció con voz ronca pero calmada. Alcanzó a ver el profundo odio de la mujer salir con furia implantándose en su juvenil rostro.

Entonces algo llegó a su vista, parecía una masilla blanca pero al irse acercando tomó forma, ya podía distinguirla. Esa era una estatuilla que su querida Rosse en Francia le había obsequiado; a decir de ella era una vieja reliquia que adoptó su familia; sus abuelos lo había comprado en Alemania en un bazar de antigüedades, muy cerca de las montañas donde pasaron unas vacaciones, eran un juego de dos piezas para detener libros, uno de ellos tenía un pequeño pastorcillo dando de comer a un borreguito y el otro, el que justamente venía hacia él, era una linda pastorcita abrazando una cabra con listones en sus cuernos. Sinceramente le pareció un hermoso gesto recibir las estatuillas pues le recordaban claramente el buen corazón de su amiga, pero se arrepentía de haberlas puesto en la repisa junto a la puerta... Claramente al alcance de una muy furiosa, y bastante impulsiva Amanda.

Adam sólo alcanzó a ver como la castaña tomó lo más cercano y lo arrojó hacia Jean... Luego lo vio caer y se movió tan rápido como pudo para auxiliarlo.

—¡Maldito infeliz, desgraciado, esto no se queda así!— Gritó Amanda mientras se daba la vuelta y salía de ahí con pasos fuertes y lanzando insultos sin miramientos.

Apenas el resonar del portazo final se marchitó el joven rubio suspiró y el mayor hizo el intento de ponerse en pie, al hacerlo un vuelco en su panorama le dejó claro que debía ir con más cautela, por lo que se limitó a sentarse en el frío piso.

—¿Estás bien?— Preguntó Adam al cabo de unos minutos de esperar a que el moreno se levantara.

—Eso creo— Respondió con calma, examinando sí recordaba adecuadamente, no quería terminar con alguna amnesia temporal o algún problema en la cabeza, repasó cada dato en sus documentos y se dio por satisfecho cuando se dio cuenta que no había nada malo.

—Tú novia esta algo loca— Le miraba con preocupación, realmente había sido impactante, y esperaba que pudiera levantarse solo, aunque no por eso iría a auxiliarlo como una madre a su hijo —Es cosa mía o parecía el berrinche de una niñita— Terminó por hablar sin siquiera dar señas de su preocupación.

—Créeme, es la primera vez que la veo discutir sin hacer un verdadero berrinche— Sonrió y movió la cabeza de un lado a otro con aire desganado, mientras con lentitud se levantó en pie.

Había salido bien, se dijo a sí mismo, el moreno no noto ni un gramo de preocupación de su parte, eso era bueno; pero, de igual forma paso desapercibida la palabra novia, odiaba sentir eso, ya comprendía que esos dos había estado a punto de casarse pero no lo llevaron a cabo, ¿Eso ya significaba que Jean era libre?, ¿Porque esa chica actuaba como sí todavía fueran algo?... ¿Y porque carajos el idiota en el suelo no lo negó cuando la dijo "Novia"?

Empezaba a odiarlo. Quería que Jean gritara "Ya no es mi novia"... O algo así... Lo que fuera, no quería que alguien tuviera algo con ese hombre, porque realmente le gusto, y sí había posibilidad... Quería tenerlo para él.

Murmuro un "Maldición" por lo bajo, y se recordó que no había razones para fantasear un "Algo" con ese idiota... Porque él era una simple diversión ocasional... Odiaba sentirse así... Tan cómodo, y feliz, peor completamente necesario. Después de verlo sacudir la cabeza un par de veces y ver como movía sus extremidades, revisando que funcionarán, suspiro pesadamente, y se animó a dejar esos pensamientos.

—Te arrojó un adorno de porcelana— Dijo seco y directo levantándose junto al mayor.

—En otro tiempo me habría arrojado toda la repisa completa— Hizo presión en su cabeza con la palma de su mano, imaginado que el dolor cedería con eso —Creo que empieza a madurar— Completó dándose vuelta hacia la habitación.

—Realmente no creo que seas el más adecuado para hablar de madurez— Emprendieron camino a ella.

—¡Hey! No confundas mi buena actitud con inmadurez— Levantó su brazo y miró sobre su hombro al chico que le seguía de cerca.

—Ok— Se detuvo y le envió una sonrisa amplia al moreno —Estás sangrado— Dijo dándose la vuelta en dirección opuesta.

—¿Qué?— El hombre abrió los ojos a más no poder —¡Dios! En que pensaba Amanda— Paseo sus manos por toda su cabeza con desesperación y rozó por casualidad la herida —¡Awww! ¡Duele!— Gritó con pánico; el rubio que intentaba ubicar con la vista sus prendas se compadeció del hombre.

—¿Tienes botiquín? Puedo revisar la herida y curarte sí gustas— Dijo con sinceridad tomando su camiseta que yacía en el suelo casi escondida por debajo del sofá más grande, el que parecía soportar más de 4 personas.

—¡Oh, eso sería lindo!— Giró sobre sí con entusiasmo, Adam lo miró incrédulo, nunca imaginó que alguien lo llamará lindo por curar una herida —En el baño de mi habitación hay uno— Señaló a sus espaldas.

—Bien, lo traeré— Afirmó y dio un par de pasos hacia el moreno.

—¡Espera Adam!— Levantó sus brazos frente a él en claro ademán de retenerlo.

—¿Qué?— Se detuvo abruptamente, pensando que tal vez prefería echarlo de su departamento de una buena vez... ¿A qué venían de vuelta esos pensamientos?, bufó molesto al darse cuenta de que todavía le preocupaba que el mayor se deshiciera de él tan pronto tuviera oportunidad.

—¿Puedo ducharme antes de que me cures?— Jean a veces le parecía un niño pequeño, cada vez que decía "Por favor", "Gracias", "Puedo" y "Quieres"; eso lo enternecía pero sólo reafirmaba que era un completo idiota; suspiró fuertemente.

—Claro— Soltó y dio vuelta para ir a recoger sus pantalones.

—¡Gracias!— Le oyó gritar al moreno cuando desaparecía por la puerta de la habitación. Ahí estaba de nueva cuenta su pequeño gran idiota, una gran sonrisa cruzó su rostro y por poco suelta una carcajada.

En cuanto el moreno estuvo dentro de su habitación se escuchó el ligero golpe de la puerta del baño; Adam aprovechó para recoger también las ropas de Jean y las sábanas; se vistió rápidamente. Entró en la habitación, podía escuchar el ruido de la regadera tras la puerta del baño, se dispuso a asear la cama, al hacerlo notó que las sábanas estaban manchadas, un fuerte rubor se instaló en sus mejillas al recordar lo pasado entre ellas.

Tocó un par de veces en la puerta, al no recibir respuesta la abrió un poco, apenas asomándose, podía ver un mueble con varios cajones en madera natural.

—Jean— Le nombró lo suficientemente fuerte para hacerse escuchar.

—¡Sí, dime!— Gritó el francés desde el interior.

—Las sábanas de la cama están sucias, sí me dices donde hay un juego limpio puedo cambiarlas— Ofreció con amabilidad, quería devolver algo de lo que el moreno había hecho por él, el ruido de la ducha cesó.

—No te molestes, lo haré yo después— Contestó con la voz calmada.

—No es molestia, además no me agrada estar sólo sentado— Jugueteaba con la chapa de la puerta, tenía curiosidad por saber cómo era el baño, se había quedado encantado con el departamento y con el aura de este, la habitación sólo había aumentado el hechizo sobre él, deseaba saber cómo era despertar con la luz matutina atravesando las hermosas cortinas.

—Bueno, sí es así...— El mayor dudó unos segundos —En el clóset, al fondo en la repisa del medio— Indicó.

—Ok— Cerró la puerta y dio vuelta.

—¡¡Gracias!!— Alcanzó a escuchar, cuando abría la puerta contigua y una pequeña sonrisa bailó en sus labios apenas un instante.

Entró al clóset y fue directo a donde le indicara el mayor, las sábanas se encontraban en pequeños paquetes de plástico transparente, «Como nuevas» pensó, tomó uno, salió del clóset rápidamente; estar ahí le era incómodo tanta ropa fina y toda con el aroma a canela de Jean le abrumaban.

Hizo la cama con cuidado, metió las sábanas sucias en el paquete dejando este y la ropa de Jean cuidadosamente doblada sobre su cama para salir de la habitación y esperar al moreno sentado en uno de los sofás.

Jean no tardó mucho en salir, una pequeña toalla beige rodeaba su cadera y otra se movía frenéticamente sobre su cabeza impulsada por una mano, entró en el clóset, y salió de el ya completamente vestido.

Un elegante traje negro con delegadas terminaciones blancas en los bordes a juego con un fino chaleco que se distinguía bajo el saco, envolvía su cuerpo a la perfección, combinando con el traje se veía una fina camisa de color lila muy tenue, y con una corbata negra satinada que brillaba de forma sutil. Tomó asiento en su cama mientras ataba las agujetas de sus zapatos de piel negra y reluciente; terminando su tarea se levantó, caminó a uno de los burós junto s a su cama, abrió el primer cajón sacando una caja de terciopelo rojo, tomó un reloj de metal planteado con pequeños detalles dorados y sobrio diseño, lo ajustó a su muñeca derecha, abrió el segundo cajón y soltó un pequeño gemido de sorpresa.

Sus ojos se abrieron y su boca tembló en una mueca de miedo, el cajón se encontraba vacío, una de sus manos se deslizó a ras de la madera hasta el fondo del cajón, pero no topó con nada. Su rostro mostró pánico y sacó su mano lentamente entre ligeros temblores.

Volteó rápidamente en dirección de la puerta y al hacerlo, hasta ese momento notó la cama hecha correctamente; recordó que Adam la había arreglado, sobre ella había unas prendas cuidadosamente dobladas, que llamaron su atención.

Su saco estaba también ahí.

«Ahora recuerdo que lo guardé al entrar al bar» se dijo a sí mismo en su mente tranquilizándola y relajando así su rostro.

Se acercó a ella, tomó su saco que usara el día anterior, metió su mano en una de las bolsas y sacó una cadena planteada en la cual descansaba un dije, un león parecía acechar alrededor de una gema verde protegiéndola celosamente, posiblemente una esmeralda, aunque esta piedra poseía un brillo diferente, que hacía bailar su color entre destellos dorados y amarillos vibrantes, algo no correspondiente a una esmeralda que siempre mantiene su hipnotizante verdor.

Un fuerte suspiro escapó de sus labios lleno de alivio, había sido un tardó descuidado al dejar su ropa tirada por donde fuera; una a una revisó las bolsas tanto del saco como de su pantalón, saco sus pertenecías olvidadas ahí desde la noche anterior, el reloj negro sport tan poco formal y que parecía ser más un juguete por la cantidad de funciones en el, que había comprado únicamente porque Amanda con su gran gusto por la nada y su padre con gran gusto por la elegancia odiaban tanto, era una simple baratija comprada en la calle a un vendedor de dudosa procedencia, pero le gusto y siempre que podía usaba... Pensando en eso, intercambio el fino reloj en su muñeca por el reloj marca "Avidass" de origen claramente clonado, una tía tranquila se alcanzó a filtrar de su interior. También estaba ahí su billetera, completamente intenta, tarjetas, chequera, billetes... Y en el fondo, la foto de dos hombres mayores uno más canoso y gastado que el otro, abrazando a una mujer de largo cabello rizado y pálida piel, sólo se alcanzaban a ver sus rostros, pues la foto estaba doblada con esa intención, las tres personas se veían felices y no había duda de ello.

Una sonrisa cruzó su rostro fugazmente, viró un poco y su vista se fijó en la ropa, el paquete, y los objetos de valor en la cama, tomo estos y los dejó dentro del cajón, ya luego los pondría en sus estuches; Le sorprendía lo descuidado que fue al dejar botada la billetera, eso nunca había pasado, se sentía un poco torpe, pero increíblemente reconfortado, Adam ni había mostrado interés en revisar su ropa, una sonrisa volvió a su rostro y giró levemente topándose con ellas.

«La última vez que alguien dobló mi ropa sucia fue Arthur... Y fue por lástima» Nuevamente dobló su saco y lo puso en la cama junto al resto, lo tomó todo y se hincó en el suelo, de bajo la cama sacó un gran canasto rectangular con ropa perfectamente doblada y organizada, empujó algunas prendas sin cuidado rompiendo el orden, puso las ropas dobladas por Adam en el espacio abierto, dejándolas resaltar abrumadoramente, volvió a meter el canasto y se levantó; salió de la habitación con la sonrisa todavía en su rostro y acomodando su collar por debajo de la camisa, ajusto nuevamente corbata a su cuello y encontró una escena que ensanchó más su sonrisa.

Adam estaba dormido en el sofá, como sí hubiese esperado un largo rato y el sueño lo venciera al fin, miró su reloj, no había tardado tanto, tal vez no había dormido lo suficiente... ¡Claro que eso era! El escándalo de Amanda era la razón por la que no durmió lo suficiente, además la noche fue muy movida y debía estar cansado aún sin "DramaQueen" y su show.

Tenía que verla y dejar en claro los términos de su relación, él sabía que debía haber hablado con ella tiempo atrás, pero no tenía cabeza para Amanda, suficiente tenía con haber pasado horas discutiendo cuando habló con cada uno de los invitados, tenía tantas ganas de decirles la razón real de la cancelación cuando preguntaban "¿Por qué no sólo la postergan?", "Pero son la pareja perfecta, dense otra oportunidad" cada llamada lo hacía recordar y querer muy lejos a la castaña... Había sido un completo error.




* Hestía - Es la diosa griega de la cocina, el hogar y de mantener la salud y familiaridad en el :D Como dato curioso, la mamá de Jean a parte de su obsesión con los dulces, también la tenía con todo lo relacionado a la comida xD

 

Notas finales:

Espero que les gustara! :)

Lamento el retraso!!!! :D Yo tuberías problemas para terminar este capítulo, se me salió de las manos y cuando me di cuenta había pasado por mucho el limite normal de los otros cautivos xD Y mi querida Beta Rumo, anduvo con poco tiempo, así que se retrasó más de lo que había planeado, por otro lado también estuve trabajando en esas ideas que preparo para ustedes ;D una de estas semana ya tienen nuevo fiqui!!

Por cierto, este viernes les subo la otra parte de este capítulo! :D Doble actualización a la semana!! (*0*)/

Las quiero mucho y les deseo cosas lindas!! (*v*)/ Bye, bye!!!!


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