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Golden Milk por Satory

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Notas del capitulo:

Hola!

Ya estoy aquí!!!! Reportándome este mes xD

MIL GRACIAS A SHIRE Y ALEKOO!!!! Sus comentarios me suben el ánimo en mi feo y gacho trabajo :'( Por eso se los agradezco mucho!!!!!!

 

YA PASAOS LAS 6,000 LECTURAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 

Así que disfruten algo más del pasado de jean, es principalmente de Arthur y el capítulo más largo hasta ahora.

Santa Rumo mi betita querida ya me dijo que está muy bueno xD van a shippear chido y bonito xDDDDDDD espero muchos cometarios!!! Este capítulo lo amerita!!!!!

AHORA SI!!!! A LEER!!!!!!!!!! :D




Capítulo 18 ~Arthur Felton~




§                  ~   °   ~                  §



El reloj no marcaba más de nueve y media cuando Pilippe L'Cierm encolerizado amenazó con prescindir de los servicios de aquel desventurado que tuviera la desgracia de cruzar su camino. Acto seguido setenta pisos de oficinistas perdieron la cabeza, el viejo L'Cierm era lo que fácilmente se denominaba con el título "Tirano", y en momentos así asegurar sus empleos requería más empeño que sólo evitar estorbarle.

—¡Vamos amigo!— Toscamente empujó la puerta de madera al natural con una sola de sus grandes manos —No puedo creer que terminaras a golpes con ese vejete— Replicó al entrar en los sanitarios para empleados.

—Discúlpame, pero yo no lo golpee— Mencionó al avanzar hacia los lavabos de mármol crudo —Al menos no muchas veces— Giró su estilizada figura para quedar recargado en la fría losa de frente a la pared ignorando la mirada de su amigo mientras lavaba sus manos con la llave más cercana.

—Muy inteligente de tu parte— Soltó con sarcasmo cuando se secó las manos —¿Te crees saco de boxeo o qué? Al menos debiste meter las manos para que no te diera directo hasta reventar tu boca— Y botó con fuerza la servilleta de papel al cesto, listo para ir a revisar los daños en el mallugado rostro del francés.

—Me dio con el cenicero...— Indicó cuando notó la mirada de su amigo fija en su herida.

—Y tú le pusiste la cara para que te diera de lleno, idiota— Respondió con coraje, impresionado del cinismo usado, ¿Acaso no le dolía para ir tan tranquilo con semejante golpe?.

—¿Licenciado Felton?— Llamó cantarina una voz femenina asomándose por la entrada buscando al hombre, encontrándolo rápidamente —Aquí está el botiquín— Alzó la pequeña caja metálica en sus manos entrando hasta donde estaban, ya cuando cruzó la puerta se apreciaba su corto y entallado vestido blanco con una delgada franja diagonal negra, no que el vestido fuera corto, si no que la mujer gozaba de un fabuloso 1.80 de altura, lo que le permitía usar solo dos centímetros de tacón en sus finos zapatos negros.

—Gracias Temi— Le dijo al tomar la caja, la chica que poseía enormes ojos casi negros y piel tostada, simplemente asintió y su alborotado cabello extremadamente rizado ondeo en el aire sus cortas hebras.

—De nada Felton— Dijo acercándose para ver más de cerca el estado de su otro jefe.

—Temi, ¿Qué pasa allá afuera?— Preguntó Jean cruzando los brazos.

—Bueno— Comenzó —Todo se ve mal— Sonrió al recordar los rostros de sus compañeros y se recargó junto al moreno —El presidente está gritándole a todos amenazando con despedirlos, Miriam y Carol están como locas corriendo en círculos, y todos parecen creer que hoy inició el Apocalipsis; es un caos— Afirmó poniendo sus manos en las caderas. 

—Te pregunto en serio— Dijo a la mujer.

—Es la verdad señor, prefiero estar con ustedes aquí en el baños de hombres que allá afuera— Dijo con una sonrisa bailando en sus carnosos labios de color rojo fuego —Su padre está loco— Arthur le dio una fuerte palmada a Jean en la cabeza muy cercana a la nuca resonando el impacto en toda la habitación.

—Más loco está este idiota, mira que provocarlo hasta este punto, ¿No pensaste en nosotros los pobres plebeyos?— Le discutió con resentimiento y preocupación a partes iguales.

—Lo lamento— Dijo mientras se sobaba la zona adolorida.

—¿Ya qué se puede hacer?— Suspiró con fuerza acercando la gasa hundida en desinfectante a la herida, el moreno tuvo un ligero espasmo que pasó desapercibido para los otros —Mira que inventar semejante estupidez, que te volviste gay, ¿En qué pensabas al decirle eso?— Recriminó esperando la respuesta.

—Yo no se lo dije— Tomó la gasa él mismo y lentamente la llevó a su boca —Fue Amanda— Completó tragando duro para prepararse a lo que venía.

—¿Acaso Amanda inventó eso como un plan para llevarte de vuelta a ella?— Dijo con incredulidad alzando una ceja cuando su pálido amigo suspiró de alivio al poner la gasa en su lesión.

—Es un plan elaborado para ella, ¿No crees Felton?— Intervino Temi, afro-americana criada en el Bronx, razón por la cual nunca se guardaba sus opiniones; el punto fuerte en ella a decir de Arthur. Motivo que lo llevó a contratarla como su asistente personal cuando aún era una estudiante de leyes en una universidad de medio rango, ahora ya después de tres años se inflaba el pecho de orgullo al decir que era su asociada.

—Sí, le daría mucho más de lo que en realidad es capaz— Le miró con fijeza pidiendo una idea con la mirada.

—Puede que lo dijera con intención de hacerlo quedar mal— Tomó otra gasa con yodo para ofrecérsela a Jean, este la aceptó.

—Tampoco es para tanto, ya no es mal visto ser gay— Mencionó cruzando los brazos y llevó su diestra al mentón, mientras su amigo se giró de cara al espejo para limpiar la parte de su mejilla y boca que había reventado con el impacto del golpe.

—Pero el presidente de joven tenía fama de macho mujeriego, no creo que le guste la idea de un hijo gay— Cortó una gasa limpia y la dobló dándosela al moreno que ya terminaba la limpieza de su herida —Tal vez pensó que sólo lo obligaría a casarse con una mujer y ya— Y le extendió algunos recortes de cinta para sujetar el parche.

—Sí, eso se oye más del nivel de Amanda— Razonó con burla.

—Ustedes dos, son rápidos para sacar conclusiones por su cuenta— Dijo encarando a ambos.

—Pues deja de mentir y dime que pasó. Y ésta vez quiero la verdad en cada palabra, chére— Amenazó con su tono maternal, la morena se limitó a sonreír.

—Hace dos noches conocí a un chico, ayer lo invité a mi departamento para beber tranquilo mientras él me cuidaba... Una cosa llevó a otra, y terminamos teniendo sexo, Amanda llegó, nos vio y salió corriendo— Soltó rápidamente y se detuvo para contemplar los rostros de los abogados frente a él —Luego esta mañana Amanda reapareció, nos vio en la cama e hizo un drama, me arrojó algo en la cabeza y se fue— Terminó viendo con gracia los rostros desencajados de aquellos metiches.

—No me mientas— Murmuró para segundos después perder la compostura y gritar mientras caminaba de un lado a otro —¡Por dios Jean! Tú dijiste que tú amigo Adam estuvo ayudándote anoche con lo de tú vecina— Masajeó sus sienes con pesar.

—Si bueno, el plan original era que Adam cuidara de mi mientras bebía, pero con lo de la señora Epheegine, pues se me quitaron las ganas, era muy noche para mandar a Adam a la calle así que cenamos y luego... Yo me le fui encima... No tenía ganas ni tampoco me gustan los hombres... Pero... En verdad no sé qué me pasó...— Murmuró ya lo último con la mirada perdida, y rápidamente su cerebro entró en pánico —Arthur, ¿Soy gay?... ¿Soy muy grande para de repente cambiar de gustos?... ¿Qué hago ahora? ¡¿Qué va a pasar conmigo?!— Preguntó cada vez con más terror cada una de sus inquietudes observando alternadamente a sus acompañantes.

—¡Y yo que voy a saber!— Gritó con histeria y el estupor plantado al completo en su rostro y ojos azules.

—Señor L'Cierm. Disculpe mi atrevimiento... Pero tal vez, ese tipo lo sedujo para sacarle algo de dinero, ¿No pensó que tal vez lo quiere chantajear?— Cuestionó con calma Temi mientras se sentaba plácidamente en el mármol de los lavabos.

—¡Adam sería incapaz!— Gruñó molesto.

—¿Ah sí?— Intervino Arthur —¿No dijiste que lo conociste hace dos noches? ¡¡¡No puedes asegurarme nada estúpido Jean!!!— Soltó lo más fuerte que le fue posible, se sentía ofuscado, las paredes parecían acercarse y el aire en sus pulmones ir escaseando.

—Eso es correcto...— Afirmó —Pero a Adam le gusta la discreción, mira ni siquiera me dejó marcas— Rápidamente se deshizo de su saco, con brusquedad jalo de su corbata desenredando el nudo en ella y se dispuso a desabotonar su camisa de suave seda lila.

—Olvídalo no quiero ver tu cuerpo— Negó con su cabeza y tomó los brazos del francés deteniendo así su tarea.

—¡Yo sí!— Chilló entusiasmada la morena a su lado, dando un pequeño brinquillo para quedar justo frente a Jean.

—Temi sal de aquí— Pidió el inglés esperando que cumpliera en el acto su objetivo.

—Ya que usted es gay no hay problema— Dijo sin mirar al alto rubio que le clavaba la vista con intensidad.

—Temi no le sigas el juego— Nuevamente le pidió Arthur a su estimada socia quien le encaró enfurruñada.

—Pero yo quiero ve...—

—¡¡¡¡¡¡¡¡SAL!!!!!!!!— Gritaron los dos al unísono, aun Arthur sostenía los brazos de su amigo y este tenía entre sus dedos los últimos botones de su camisa que ya abierta dejaba a la luz su pálido pecho desnudo. Temi salió de ahí con una sonrisa pícara revoloteando en sus labios, amaba cuando sus jefes se ponían "Cariñosos", sólo ella mantenía la esperanza de que sus jefes fueran más que amigos.

§                  ~   °   ~                  §



La llave dio vuelta y entonces dejó caer su portafolios, su abrigo y banda sin cuidado alguno, avanzó con pesadez arrastrando los pies hasta tropezar con el sofá donde se derrumbó... Ahí entre la penumbra del pequeño departamento el ruido contundente de su cuerpo al caer seso para dar paso a que su mente viajara por sus recuerdos como nunca lo había hecho.

«Ya sabía yo que eras un desastre amigo, desde el primer día que te vi, lo supe, nunca habría paz estando junto a ti»

Había sido como cada mudanza... Su padre siendo un excelente abogado iba de empresa a empresa, siempre buscando mejorar su sueldo, sacrificando la estabilidad hogareña de su pequeño y su esposa... Él había pasado hace tantísimo por odiarlo, ahora ya no le importaba en lo absoluto.

Nueva casa, nueva escuela, nuevos amigos... Sin embargo sí que había algo diferente, ésta vez tendría que adaptarse a un nuevo idioma, el francés.

Lo había tomado como segundo idioma en la escuela por lo que esperaba sobrevivir... Con paso lento se dirigió a la dirección a recibir indicaciones, la secretaria que se encontraba afuera de la oficina en un escritorio sencillo le dio a entender con un movimiento de su cabeza que entrara y así lo hizo. Al cruzar se topó con una simple oficina rodeada de archiveros del piso hasta casi tocar el techo, carpetas adornaban cada parte de espacio "libre" donde pudieran caber, algunas se encontraban en el viejo escritorio, sencillo pero funcional, en pilas tan inestables que parecían a punto de derrumbarse, al centro de aquel único mueble una cabellera negra asomaba por el respaldo de un sillón aún más viejo que aquel escritorio, supuso que se trataba del director vigilando por la ventana a los estudiantes que todavía ingresaban, por lo que tomó asiento en una de las sillas al frente del mueble, aquellas sillas destinadas a los pobres chicos que terminaban siendo reñidos por el hombre que le daba la espalda. Dejó caer su mochila a un lado de la silla, terminando en el piso de alfombra verde pistache, aclaró un poco la garganta y se dispuso a saludar al nuevo dueño de su alma... Al menos por el tiempo que su padre decidiera jugar al abogado de vinicultores.

—Buenos días señor director, soy Arthur Felton, soy el chico que viene desde Londres— Se presentó intentando llamar su atención.

Bien venir jovencito— Saludo con voz aterciopelada marcando las "Erres" con fuerza desde la garganta para luego girarse al tiempo que dejaba sus brazos reposar en los costados del sillón.

—¡Esto es una broma!— Gritó levantándose en un solo impulso, con irritación e indignación a partes iguales; frente a él sentado a sus anchas se encontraba un chico más joven que él mismo, sonriendo socarronamente con su cabellera negra y larga que caía libremente por sus costados, su flequillo, por llamar así a las cortas hebras que variaban su altura de su pestañas a los pómulos de forma descuidadamente dispareja le irritó.

Arthur hijo de un abogado inglés, dispuesto a serlo también, criado en la zona más decorosa del viejo Londres, aplicado en sus clases, cuidadosamente educado, y pulcramente vestido con su camisa de manga larga de blanco puro, con su pantalón beige de vestir perfectamente planchado adornado por un sobrio cinturón marrón en su cintura, mocasines del mismo tono y perfecto cabello corto escrupulosamente peinado hacia atrás ¡No podía soportar la tremenda facha del jovencito al frente! ¡NO, no señor!

Y no porque pensara que estar extremadamente presentable fuera lo correcto, de ser por él tendría la misma facha que ese chico, pantalones de mezclilla desgastados, sudadera negra y su melena desordenada que terminaba por sus delgados hombros... Posiblemente con zapatos deportivos. Lo que le provocaba esa irritación era que un chico cualquiera estuviera gastándole aquella broma, echando abajo las dos horas que tomó en vestirse, desayunar y llegar a la hora indicada, eso era lo que no podía tolerar.

—¡¡Eso mismo dije yo!!— Gritó el chico impulsándose en el escritorio casi saltando sobre el mueble.

—¡¿Dónde está el director?!— Exigió saber.

—Encerrado en su casa— Contestó con simpleza volviendo a sentarse pero esta vez en el escritorio.

—¿Qué?— Preguntó ahora completamente molesto, podía aceptar que aquel chico le gastara una broma, estaba seguro que ese idiota frente suyo era el tarado de la escuela, porque para ser el busca pleitos le faltaba musculatura; dejando de lado sus suposiciones, se centró en saber dónde estaba el más grande de los directores irresponsables.

—Shhhh, tranquilo y relájate, mi amigo— Pidió el moreno en tono conciliador.

—No somos amigos— Dejó en claro con fuerza en su voz.

—Tranquilo, todo tiene solución— Le miró y señaló la silla donde había estado sentado, al ver que no volvía a hacerlo suspiró y continuó —Hola Arthur, soy Jean Meunier, soy tu nuevo compañero de clase, también seré tu guía en lo que te acostumbras, y como soy el único que habla inglés derecho, todavía no lo puedo hablar al revés...— Esperó unos instantes la reacción del rubio pero fue en vano —¿No te hace gracia?— Preguntó al fin.

—No— Negó secamente.

—Puff— Soltó al pasar un bufido de sus labios —Tienes el mismo feo humor de todos aquí, nadie se ríe con mis chistes— Comentó dejando caer sus brazos a los costados y suspiró, Arthur sintió una vena crecer bajo la piel de su sien —En fin, creo que soy tu mejor opción para una amistad, ya que soy el único por aquí que habla bien el inglés, así que seamos buenos amigos— Y hasta ese momento el rubio notó los verdes ojos de Jean... 

—Déjame pensarlo— Le dijo no muy convencido.

—Como quieras— Le contestó sin mucho interés y se levantó —Se nos hará tarde para la clase... ¿Quieres entrar o quieres escapar?— Le preguntó ya estando a su lado.

—Escapar— Afirmó sin chistar.

—¡Oh! Creo que seremos grandes amigos— Le palmeó la espalda —Ven, si alguien nos ve, finge que te explico algo ¿de acuerdo?— Le dijo cuando salía de la oficina.

—Bien— Contestó yendo detrás de él —¿Puede señorito Meunier explicarme por qué no está el director?— Soltó e inmediatamente el chico francés le tapó la boca con sus manos y se alzó de puntas para que sus ligeros labios llegaran hasta la oreja del alto inglés.

—Shhhh, hombre— Susurró, y luego giró su rostro a la mujer que con interés les veía a un lado de la puerta —Que buena broma, ¿No, Giselle?, así el nuevo hará buenos amigos pronto— La mujer bufó y volvió a lo suyo, Jean tomó entre sus delgadas manos el rostro de Arthur y lo giró lo suficiente para acercar más su oído —No menciones al director, todos creen que está en su oficina— Susurró.

—Pero no lo está— Le discutió en susurros intentando quitarse las manos del otro, Jean no se lo permitió y en cambio acercó sus rostros de frente.

—Sí, sí, lo sé— Dijo aun en voz baja —Ayer se pasó de copas y hoy tiene una resaca tremenda, lo mejor para los pobres muggles es pensar que sigue haciendo su papeleo habitual como un abnegado profesor de preescolares— Terminó soltando el rostro del rubio y bajó de sus puntas para poder salir de ahí.

—¿Muggles?— Preguntó siguiéndolo a la salida.

—¿Eres Inglés, no? ¿Has leído Harry Potter?— Le preguntó de espaldas cuando iban por un corredor.

—¿Y tú has leído Los miserables?— Contraatacó con otra pregunta.

—Arthur— Se detuvo en seco y tomándolo de los hombros siguió hablando —Nuestra amistad depende de esto, responde francamente— Le pidió con pánico en su voz pero una sonrisa socarrona estaba campante en su rostro.

—Sí, sí lo leí, y también leí Los miserables, ¿Feliz?— Comentó soltándose del agarre del francés y avanzó a la salida del edificio —¿Ahora ya estás listo para escapar?— Preguntó dándole la espalda.

—Sip— Contestó sonriente —¡Hey!, yo también los leí, cuando quieras leer algo ven a mi casa, mi abuelo tiene muchos, y es también el bibliotecario de la escuela— Le comentó cuando pasaban al pasillo principal del edificio.

—Entonces estás aquí como mi guía porque el director se emborrachó— Resumió más que nada para sí mismo.

—Sip, ayer tomó muchísimo— Le dijo entre risas negando con la cabeza —Se veía muy perdido— Completó —Por cierto, trabajo en la cantina del pueblo, cuando quieras ve y tendrás maní gratis hasta reventar— Giró para verlo de frente.

—¿No eres joven para trabajar y estar en la secundaria?— Le miró de pies a cabeza intentando adivinar si tenía diez u once años.

—¡Qué va! Tengo tu edad, estamos en el mismo grado recuerdas— La respuesta del rubio fue seguir de largo hacia la salida —Y aquí puedes trabajar sí quieres, el pueblo es pequeño y no es como si trabajara haciendo algo malo, sólo limpio y a veces sirvo los tragos sencillos, en la cantina te iría bien, necesitamos cargar algunos borrachos de vez en cuando y tú te vez fuerte— Le palmeó la espalda cuando le dio alcance.

—Lo pensaré— Respondió al fin.

—Piensas mucho— Alzó los hombros y cerró los ojos para suspirar pesadamente.

—Y tu poco, verdad— Le sonrió al detenerse frente al portón del edificio.

—¡Touché!— Chistó la boca e hizo el ademan de disparar con sus dedos al joven alto —Ayer cuando llevé a monseur Trébuchet a su casa me pidió que me ocupara de ti, entonces pensé que sería buena idea, conseguir un amigo Inglés— Le dedicó una sonrisa amplia y le extendió la mano esperando del otro un buen apretón.

—En otras palabras; tú aceptaste esperado saltarte las clases— Afirmó.

—Sip— Dijo con alegría y el otro levantó su mano sólo para chocarla rápida y certeramente con la del francés, acto seguido empujó la puerta del portón con fuerza para salir de la escuela.

—Definitivamente nos llevaremos bien—& Le dijo cruzando el umbral, un delgado y escuálido Jean salió corriendo para escapar juntos.

§                  ~   °   ~                  §



Subió sus pies al sofá, ahora estaba abrazado a sus piernas, miró fijamente el espacio y su vista viajó entre los retratos en la mesilla frente a él, alumbrados únicamente por los despojos de luz que entraban por la pequeña ventana al fondo de su pequeña cocina... Fijándose en una en especial: él y una chica cargaban un trofeo; un enorme tarro de cerveza espumosa totalmente dorada, en lo que parecía ser un bar irlandés...

De no ser por Jean él no estaría con la mejor mujer del mundo... «No tienes idea de cuánto te lo agradezco»

—¡¿Te das cuenta de esto?!— Le gritó emocionado tratando de que el chico moreno alcanzara a escucharlo entre el escándalo de la taberna, con ambientación rustica.

—¡¡No, de verdad que no te entiendo!!— Le insistió Jean tratando inútilmente de que su rubio amigo desistiera de seguir la "Fiestecita" en la que se había embarcado más a la fuerza que nada.

—Jean, somos dos hombres atractivos; yo soy Inglés y tú Francés; los dos dominamos uno de los idiomas del amour; podríamos conquistar a cualquier chica que se nos ponga en frente— Dejó salir la más escandalosa de sus risas, mientras recibía los dos tarros ofrecidos por el cantinero.

—¿Ah sí?— Escuchó la voz de una chica a su espalda y mientras entregaba a Jean su trago, giró para ver a la chica más linda que había visto en su vida. Al menos dos cabezas más baja que él, con cabellos obscuros, casi tan negros como los de Jean pero completamente lacios y largos, grandes ojos azules, una nariz de perfil griego, unos delgados labios y con una piel ligeramente tostada, en ese momento le pareció que en ella no había ni un gramo de maquillaje; su ropa parecía cómoda, un suéter tejido de cuello alto en color vino, una chamarra de piel muy sencilla en color café, pantalones de mezclilla negra, botas cortas del mismo color y para completar un simple gorro tejido de color café obscuro era el único accesorio. La chica sonrió y él estaba seguro de haber empezado a babear —Intenta conquistarme "Dandy Inglés"—  Le dio un golpe certero en el hombro y entonces su valor se fue.

—¡Suerte mon ami!— El hombre tras ellos le palmeó la espalda y le dio un fuerte empujón hacia la chica, para girarse y llamar al cantinero.

—No me dejes— Le pidió mirándolo de reojo.

—Creí que podrías con cualquier chica frente a ti— Dijo la chica llamando su atención.

—Sí... Bueno, básicamente el plan funciona sí la chica no sabe del plan— Se explicó dejando su tarro en la barra junto a su amigo.

—Mmm haré de cuenta que no lo sé... Sí ganas la competencia de tragos— Propuso la chica, dándole un leve golpe con su codo.

—¡Oh! Chica, yo puedo hacerlo fácilmente— Alardeó esperando impresionarla.

—¡Bien!— Le dijo y giró rápidamente —¡Robert, él es mi pareja!— Gritó con voz más gruesa y dio un fuerte golpe en el pecho del rubio para señalarlo —Tú nombre "Dandy inglés"— Le pidió dándole la espalda.

—A-¡Arthur!— Gritó al hombre del otro lado de la taberna, donde de pared a pared un pizarrón descansaba con una gran cantidad de anotaciones.

—Ok, ¡Anne y el dandy!— Escribió —Son la tercer pareja— Le indicó a la chica.

—Ojalá no pierdas porque quiero una cita de verdad contigo— Le dijo dándole la cara para después jalarlo hacia las sillas frente al pizarrón.

—¡Suerte!— Le gritó Jean desde la barra, con una taza de café brindó por su amigo.

Eran casi las siete de la mañana, cuando una chica bajaba de un pequeño Volkswagen blanco, para salir corriendo a auxiliar a un moreno que intentaba bajar del mismo auto a un enorme rubio completamente ebrio. Entre los dos lograron bajarlo y acomodarlo entre ellos y llevarlo en los hombros hasta el edificio donde vivía.

—T-tup chic-ka eres ¡Wow!— Dijo intentando dar el mismo los pasos, haciendo más complicado el cargarlo a los otros dos.

—Discúlpalo— Pidió el moreno —Nunca lo había visto tomar tanto, me sorprende que llegaran a ganar— Le dijo mientras forcejeaba para que el otro se dejara llevar.

—Tuuuuup~ No dijishhhte que eras un em-em-embujdo hu-ma-nou~— Dijo soltándose de su amigo para girarse y hablar directo a la chica.

—Viví en el Bronx de joven, todos mis amigos son Irlandeses y Escoceses, no hay forma de que pierda— Informó a los hombres.

—A simple vista pareces una dulce chica, pero no lo eres ¿Verdad?— Mencionó a la ligera cuando le quitó de encima al rubio que ya se había abrazado de la chica.

—¿Tú crees?— Le preguntó con verdadera curiosidad.

—Si, dejaste impactado a este buen hombre a primera vista, pero le robaste el corazón cuando después de la quinta ronda, tu todavía estabas consiente— Le dijo cuando se lo acomodó para entrar al edificio.

—Ustedes parecen un par de idiotas— Se adelantó para abrir la puerta —Lo digo sin ofender, son bastante simpáticos— Y detuvo la puerta para que pasaran rápidamente.

—¡Oh~ nop~!, Élj sip, mij no ser ashí— Les llamó la atención el rubio.

—Claro campeón— Dijo la chica frente al ascensor, esperando por ellos.

—Créele, yo soy el idiota al que cuida este pobre hombre, hoy sólo me estaba mostrando la ciudad— Pidió cuando la chica le ayudó a sostener a su único amigo.

—Esho e dije, pero solo bushcaba em-bogasharlou— Aclaró el más alto —Paj-ra que she solta-jra un poquisho— Los miró a ambos como asegurándose que lo escucharan —Ashi— E hizo el ademan de medir algo diminuto entre sus manos.

—¿Lo ves?— Soltó entre risas, cuando el patético intento de su amigo por colocar sus manos una frente a la otra fracasó —Sus intenciones era puras... Puramente insanas, pero puras al fin— Sonrió con tranquilidad.

—Mucho gusto, soy Anne, Anne Hubert— Extendió su mano al moreno ya cuando llegaban a su destino, el cuarto piso.

—Yo soy Jean L'Cierm— Tomó la mano de la chica y en lugar de estrecharla se agachó para dejar un ligero beso e inmediatamente erguirse —Encantado— Ella sólo sonrió de respuesta y entonces un rubio ebrio y molesto empujó a su amigo fuera del ascensor.

—¡Yop, Agcturr! ¡Omo eg rey!— Presumió intentando tomar la mano de la chica.

—Arthur Felton— Susurró Jean desde afuera, jalando a su amigo del saco.

—Encantada Arthur— Empujó al hombre hacia su amigo —Por favor Jean, asegúrate de que este hombre recuerde mi número— Dijo acercándose para cerrar las puertas del ascensor.

Bien sûr— Dijo acomodando a su amigo a sus hombros.

—Élj dijo, sip— Explicó el rubio con rapidez.

—Bien, Arthur, te veo el próximo sábado, toca torneo mensual— Y besó su frente antes de presionar el botón que cerró las puertas.

—¡Jeje, Yeang!— Dijo con la mirada fija en el metal —¡Mej casho!— Afirmó intentando dar un salto de alegría.

Oui, mon ami, pero espera a que estés consiente— Le pidió mientas evitaba que los dos terminaran en el piso.

§                  ~   °   ~                  §



¿Ya cuánto había pasado desde que llegó a casa? Se frotó la cara con sus manos jadeando sonoramente.

«Jean yo quiero que seas feliz, así como yo con Anne, pero tú lo pones difícil; ¿Cómo logras complicar todo?»

—¿Quieres soltarlo ya? Tienes esa mirada de que algo malo hice— Pidió entrando al departamento del rubio —¿Es por qué no me he llevado mis cosas? Ya dije que lo haré en cuanto termine de pintar mi departamento— Paseó la vista por las cajas que había en el piso alrededor del sofá —Aunque creo que mejor te vienes conmigo y olvidas esta ratonera— Se cruzó de brazos una vez se deshizo de la fina camisa azul obscuro con finas líneas plateadas que formaban pequeños cuadros casi imperceptibles para quedar en pantalones negros y camiseta blanca. 

—Es esa chica, no creo que sea la adecuada para ti, y no, yo me quedo aquí, ya me gustó y no me voy— Dijo en lo que recogía la camisa, saco y maletín que su amigo había botado en el suelo desde que entró y se dispuso a acomodarlo todo en el enorme y desbordado cesto de ropa sucia.

—Arthur, sé que no se parece en nada a las chicas con las que he salido, pero confía en mi criterio— Se apresuró a tomar el maletín y saco antes de que adquirieran el aroma de la ropa en el cesto, y fue directo al perchero donde de alguna forma logró colgarlos evitando que todas las cosas en el cayeran.

—Supongo que lo haré... Después de todo, un mes ya y no te ha botado, sé que es estúpida pero algo debe tener para que tú todavía muestres interés— Se dejó caer en el sofá esperando por su amigo, que se dejó caer después de pasar por algunos trastos a la cocinita integral en un costado de la estancia.

—Voy a casarme con ella— Aseguró dejando los platos y vasos ya con soda en la mesita.

—Claro amigo, si ella te soporta— Bromeó al quitarse el saco negro, se quitó la corbata más psicodélica que había comprado en su vida y los envió volando directo al cesto, ya cómodo abrió los botones de su camisa blanca y tomó su vaso y plato correspondiente.

—Lo hará— Afirmó, abriendo las bolsas de comida que habían pasado a comprar de vuelta del trabajo.

—No sé qué decir, tu eres el tipo de hombre que no sirve para el noviazgo...— Jean hizo una mueca cuando giró para servir el plato del rubio —Y ella el tipo de mujer que simplemente no sirve...— Completó pidiendo más fideos chinos con la mirada.

—De dos inútiles puede salir algo bueno— Y dejó caer en el plato todo el contenido del paquete. 

—Dime que eso es broma— Se molestó, quería a su amigo con una buena chica, no con una tonta.

—Arthur, me casaré con ella, no ahora, pero sí que lo haré—

—Jean, tienen cuatro semanas... No es momento de pensar en eso, al menos primero vivan juntos y manténganse vivos...— Dijo ya con su plato en mano —Quiero decir, asegúrate de que ella no se matará a sí misma con un libro, o te arrancará la yugular cuando en un descuido le digas "¿Engordaste?"— Amenazó con su tenedor.

—¡Momento! Te traje palillos— Mencionó.

—Ni los sé usar— Informó cuando tomó de su soda; Jean bufó y tomó los suyos para empezar a comer.

—¡Ok!— Llevó un bocado —Primero...— Tragó —Lo mío con Anabelle no era una relación trascendente, fueron a lo mucho dos semanas...—

—Tres— Corrigió interrumpiéndolo mientras masticaba.

—Si, bien— Habló con el bocado —La veo años después y "Bum"— Tragó y alcanzó su vaso deteniéndose en el camino a su boca — Tenía cinco meses de embarazo, obviamente subió de peso, yo no se lo pregunté, era una afirmación— Y tomó un trago.

—Bueno Jean, a las mujeres normales no les gusta que quien sea les haga notar su peso, menos aun un ex novio— Dijo apuntándole con el tenedor.

—Si, si— Se mantuvo un momento en silencio —Tomando de ejemplo a Anabelle— Dejó su plato para alcanzar otra de las bolsas y abrir el paquete con carne y verduras —Dijiste que ella era adecuada, lista, simpática, linda, que tendríamos una linda familia y viviríamos felices— Abrió otro paquete y sacó un buen número de bolitas fritas, que llevó a su plato —Al final me botó por una nimiedad— Dijo sirviéndose también un poco de carne.

—¡Hey! ¿Y mis rollitos primavera?— Preguntó asomándose entre las bolsas.

—Al fondo de esa— Señaló una con los palillos —Creo—

—¿Si los ordenaste?— Preguntó buscando entre las bolsas.

—Claro, y pásame el arroz, creo que es esa— Arthur abrió la primera, y efectivamente era el arroz, se lo entregó y tomó el otro paquete con los benditos rollos sólo para él, venía ahí

—Si no mal recuerdo, y nunca lo hago— afirmó con un rollo en su mano —Su padre se accidentó y tú no parabas de reír— Se comió el rollo de un bocado, seguido de otro, y otro, y así empezó a devorarlos.

—No es mi culpa que cayera por el tejado de la cantina después de dos horas bebiendo y de sentirse Superman— Soltó una carcajada cuando rememoró el show.

—Jean, se fracturó la cadera— Reprochó con indignación.

—Ok, mi error— Paró de reír en seco —Pero aun así no hubiese funcionado; me botó y fue mejor para ella, consiguió a Maurice y tienen lindos hijos... Te la imaginas aquí conmigo y mi padre— Tomó más carne —No— Y se levantó en dirección de la cocina— Sabes, Amanda se lleva bien con él, es de buena familia, y es divertida— Dijo ya de vuelta con la botella de soda.

—Menos a su favor— Arthur levantó su vaso casi vacío hacia él —Engreída, presuntuosa, y acostumbrada a las fiestas... ¿Qué hará con un aburrido como tú? Recibió del moreno su vaso ya lleno.

—Pues precisamente eso, alegrarme— Se sirvió en su propio vaso.

—Amigo, espero que esto no te salga mal, si por mi fuera diría que esta idea tan absurda de salir con una niña rica es idea de tu padre... Pero ni él te emparejaría con semejante idiota— Se rio a carcajadas de la idea y salpicó un poco de refresco en el sillón, se agachó para limpiarlo con una servilleta.

—Hermano— Llamó Jean y alzó la vista para mirarle —Ya no la insultes... Soy consciente de que no tenemos nada en común, pero si alguien va a terminar cometiendo un error no soy yo, a mí no me compadezcas— Se sentó de vuelta en el sofá de dos plazas de color beige —Yo soy el error de esa chica— Afirmó mirando su comida todavía con la botella desechable en mano.

—Vamos, si tú eres una lindurita, solo necesitas a alguien que pueda ver eso— Le dijo para animarlo pues su amigo parecía preocupado de verdad —Y definitivamente no creo que sea esa niña tonta— Le golpeó el hombro pero el pálido rostro del francés ahora se veía molesto —Jean, vamos no te enojes— Le pidió dándose cuenta que iba en serio con la chica, que le había presentado tres días después de su primer cumpleaños en New York, pero hasta apenas esa mañana salieron los tres a desayunar juntos, y después de eso él ya no tenía animo de volverla a ver en años...

—Promete que no la volverás a insultar— Pidió el moreno relajando su ceño.

—Nunca más diré un insulto, pero eso no cambia que crea que no es buena para ti, te decepcionará tarde o temprano— Dijo seguro de sus palabras por completo.

—Ojalá así sea... Mientras ella no se decepcione de mi— Y entonces puso uno de sus valiosos rollos primavera en el plato de su amigo como símbolo de disculpa, que Jean devoró al instante.

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<Pensé que de verdad te gustaba... Y aunque no lo digas sé que fue cosa de ese maldito viejo... Si lo que piensas es olvidarte de todo lo de tu padre, cogiendo con un hombre... ¡Hazlo! Disfrútalo, yo me vigilaré que ese perro seductor no te lastime... ¡PERO JODER!, por dios que ese hombre no tenga cabello rubio y ojos azules, que sea cualquier cosa, pero no así>

«A Jean no le van los rubios, ¡¿Verdad dios?!, tampoco los ojos azules, o los ingleses, o altos, o, o, ¡DIOS NO! Cualquier cosa menos una similitud conmigo»

El sonido de la puerta abriéndose se escuchó por el pequeño departamento, al abrir le extrañó ver las luces apagadas, pues Arthur llegaba primero y se encargaba de preparar la mesa para la cena, encendió las luces y vio en su pequeño recibidor las cosas de su prometido en el suelo, después de tomar sus cosas y las del hombre, tomó las bolsas de la comida rápida para la cena que dejó en el suelo para acomodar las cosas como era debido en el perchero y giró y casi da un grito al ver a Arthur hecho un ovillo en el sofá como un pequeño después de una pesadilla. Se acercó a él lentamente, rápidamente el rubio se levantó y le miró aterrado.

—¡Anne!— Gritó dejándose caer en el sofá sosteniendo sus sienes con fuerza.

—¡Dios Arthur! ¿Estás bien?— Se sentó junto a él botando las bolsas en la mesilla y el Inglés se giró lanzándose con fuerza a abrazarla tumbándola en el sofá.

—¡No puedo recordar cuantas veces Jean me ha visto desnudo en la ducha!— Sollozó con amargura.

Anne no entendió que pasaba por la cabeza de su prometido... Pero sabía que tratándose de Jean, sería divertido averiguarlo.

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* Cheré - Cariño
* Bien venir - Bienvenido

* Jean Meunier - Jean usaba el apellido de su madre y abuelo; también hay un chef famoso con este apellido y es el nombre de un platillo :9

* Monseur Trébuchet - Señor Trébuchet, Director de la escuela “Secundaria” del pueblo de Jean

* Touché - Expresión que viene del esgrima, es un golpe directo al contrincante, aquí lo uso para un “Golpe bajo”

* Amour - Amor
* Mon ami - Mi amigo
* Volkswagen - En México les decimos Bochitos... Y solo quiero decir, quien no anduvo en un bochito no tuvo vida xDDDD
* Bien sûr - Por supuesto

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Notas finales:

QUIÉN SHIPPEO EL JEARTHUR????????!!!!!!!!!!!!!!
XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Espero que les gustara, les veo el próximo mes! Cualquier cosita para eso están los comentarios!!!

LAS AMO MENTES DEPRAVADAS!!!!!!!!!!!!!

Premio especial a la que me diga el color de los ojos de Adam!!!!! :D


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