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Backstage por LadyScriptois

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Notas del capitulo:

26/12/2013

Capítulo 2

  

Aproximadamente, tercer mes de las vacaciones de Tokio Hotel.

 

Se aferró al escusado como si de ello dependiera su vida y era irónico, porque al parecer era cierto.

 

Sostuvo su vientre por tercera vez en menos de cinco minutos y cuando el poco cereal que comió en la mañana terminó su recorrido, supo que todo había finalizado. Al menos por ahora. Se desplomó contra la pared de azulejos y cerró sus brillantes ojos en la espera de minutos para que su pulso y respiración se normalizaran.

 

Sentía su cuerpo pesado, tan pesado como para dormir por siempre y los hinchados labios del pelinegro formaron una perezosa sonrisa ante la idea.

 

Dejó de pensar lo bien que se sentiría sumergirse en la nada infinitamente cuando el olor de su vómito golpeó sus fosas nasales. Presionó el botón del servicio y tomando un respiro decidió levantarte sin mucha agilidad, se despojó de sus ropas y tomó una larga ducha.

 

Cuando fue consciente de que por más baños que tomara nunca dejaría de sentirse sucio, odió la poca eficiencia de la ducha, pero luego fue consciente de que el agua que desprendía era perfecta para camuflar sus lágrimas. Amaba la ducha. Y amaba llorar en ella.

 

Tomó una toalla, cepilló sus dientes y secó un poco su cuerpo antes de salir desnudo a su habitación. 

 

Estaba allí, como esperándolo, ese enorme espejo que tres meses atrás hubiese adorado. No solo hubiese adorado el espejo, sino también su imagen, la cual hoy distanciaba mucho de la de doce semanas atrás.

 

Decidió ignorar su reflejo, porque en cierto modo ya estaba acostumbrado.

 

Todo él estaba tan pálido. Las bolsas bajo sus ojos revelaban sus llantos y su cansancio. Podía contar cada una de sus costillas y tomar entre sus dedos parte de su clavícula. Era delgado, siempre lo había sido, pero sabía que su actual imagen no era saludable y no hacía algo por evitarlo. También sabía que era a causa de que vomitaba más veces de las que comía, pero tampoco le importó.

 

¿Cómo evitar vomitar? Se preguntaba. ¿Cómo evitarlo si era normal? Cuando sientes un asco insoportable, lo haces ¿No es así?

 

Él solo quería dormir y dormir hasta que ese sentimiento se hubiese esfumado de su corazón, hasta que en su mente no estuviese ese recuerdo tan vivido y las crueles palabras de su hermano dejaran se resonar en su mente, y aunque realmente odiaba vomitar y lo evitaba con todas sus fuerzas, cuando lo hacía lo conseguía. Su cuerpo quedaba tan débil luego de esas violentas arcadas que apenas tenía energía para bañarse, algunas veces derramar unas cuantas lágrimas, y meterse a la cama donde alcanzaba su objetivo.

 

Esta vez no parecía funcionar.

 

Y aunque quiso ignorar la imagen que le devolvía el espejo, algo captó su atención. Sus ojos estaban tan opacos que su único brillo era el de las lágrimas amontonadas, se encontraban tan vacíos de alegría y vida, tan cansados. Tan cansado como todo él.

 

Se dejó caer en la cama luego de colocarse el pijama  y se hizo un ovillo mientras lloraba silenciosamente, y empezaba a creer que perdió la capacidad de sollozar. Miraba a la nada, tal vez esperando que algo fantástico sucediera, pero nada sucedería. Sus ojos vagaron en toda la oscuridad de la superficie en la que reposaba su cuerpo, hasta que observó la revista.

 

No sabía si estaba allí porque la vida le quería recordar que el corazón de su hermano no le pertenecía, y de ser así desearía golpear a la vida. No era necesario que se lo informara, Tom lo dejó en claro con mucho gusto tres meses atrás.

 

Hoy, después de tres meses, ya no se preguntaba en qué momento su hermano lo dejó de amar o si era su culpa; dejó de preguntarse si realmente el único enamorado desde un principio fue él y la duda que tuvo al inicio de esa relación fue cierta; o si alguna vez su hermano lo amó en realidad.

 

No había más dudas en su mente.

 

Realmente, además de esos minutos que se repetían una y otra vez haciéndole saber lo asqueroso que era, nada más habitaba sus pensamientos. Aunque hoy un nuevo pensamiento se instaló en sí. Se preguntó si los rumores de esa revista eran ciertos, si su hermano realmente salía con esa modelo y sobretodo se preguntó si Tom era feliz con ella. Era lo único importante para él.

 

Así de grande era el amor que su hermano denigró.

 

Al parecer esta noche su cuerpo tenía la energía suficiente de derramar unas lágrimas más, y cuando lo hizo solo pudo dormir.

 

:::

  

La mañana cayó y lo despertó el sonido de su celular. Era David.

 

Su productor lo llamaba de una forma casi diaria desde que se fue a casa de su madre sin aviso previo.

 

Bill se marchó esa noche en la que Tom le dio su opinión sobre la relación que tenían y sabía que no podría verlo de nuevo. No hasta que dejara de estar mal ante los ojos de su gemelo.

 

Antes de que la relación de los gemelos se hubiese terminado, la banda estaba a una semana de terminar con su agenda y recibir sus merecidos seis meses de vacaciones. El menor de los Kaulitz preparó con mucho esmero un viaje para él y Tom. Su relación con Tom estaba bastante cambiada en los últimos meses, así que, pensando a que se debía al estrés al que eran sometidos constantemente, decidió que un viaje a un pueblo remoto y frío en algún lugar del mundo era lo que necesitaban. Pero antes de viajar decidieron visitar a su madre, por lo que cuando Bill llegó a casa de Simone con sus maletas hechas, no le fue extraño, lo único fuera de lo normal fue que no estaba Tom con él. El peliliso inventó una tonta excusa de que se habían peleado y Simone, conociendo el temperamento de ambos gemelos, le creyó con la seguridad de que se arreglarían muy pronto.

 

Bill sólo soportó estar tres días en casa de su madre y dormir tres noches en la cama donde Tom lo hizo suyo por primera vez, antes de que las náuseas comenzaran. Era insoportable estar allí. 

 

Decidió marcharse de casa de su madre y mudarse a un apartamento que alquiló sin importarle las palabras de confusión de Simone

 

En ese transcurso de tiempo, donde había estado viviendo o intentando vivir en soledad, eran pocas las veces que veía a Simone y  alrededor de seis veces las que había visto a los G’s, siempre intentando vestir varias prendas para disimular su delgadez.

 

— Hola. – respondió con esa voz que parecía haberse vuelto más suave con el pasar de las semanas.

 

—  ¿Cómo has estado? –  le preguntó el productor

 

— Bien. – mintió. —  ¿Tú?

 

Un poco estresado. – confesó.

 

—  ¿Sí? ¿A qué se debe?

 

Es sobre…–  dudó un poco. —  Sé que estás en descanso y que sálo quieres estar desconectado del mundo, pero ¿Recuerdas la colaboración?

 

— Uhjum. – admitió.

 

— Les gustaría que trabajaran en ello. Él tiene tiempo libre, tú también. ¿Qué dices?

 

Bill lo pensó un momento.

 

En cuanto a gustos musicales Alemania y gran parte de Europa, estaba dividida. Una mitad que prefería a cuatro jóvenes con estilos diferentes y llamativos, y otra mitad preferían a un descendente de Túnez, con un pasado ilegal, y letras reales y crudas.

 

El sello discográfico con  el que trabajaba Tokio Hotel y el que representaba a Bushido hicieron algunos negocios de cooperación, así que decidieron que sus minas de oro trabajaran en conjunto en un sencillo explosivo y millonario. La primera propuesta fue que Tokio Hotel mezclara su estilo con algo más urbano y poder integrar a Anis, pero luego decidieran que lo mejor sería que solo los cantantes trabajan en ello.

 

Bill estuvo posponiendo ese trabajo durante meses, y es que cuando la propuesta llegó Tom se mostró un poco disgustado con ella aunque no lo demostró, pero Bill lo conocía muy bien. Sabía que por alguna razón a Tom no le agradaba el rapero y su relación con su gemelo estaba tan diferente que el menor de los Kaulitz no quiso disgustar más al mayor.

 

En los pocos encuentros que tuvieron con Anis, el mayor de los Kaulitz siempre se mostraba más posesivo de lo usual, que era decir bastante, casi como un animal protegiendo lo suyo en una batalla de miradas donde aquellos irises café oscuro y los color miel parecían querer debilitar al otro.

 

Bill sabía que era una responsabilidad con la que tarde o temprano tendría que cumplir. 

 

::: 

 

Luego de un largo viaje aterrizó en Berlín junto a su producto. El viaje se realizó en horarios de la madrugada y con mucha cautela para no toparse con la prensa.

 

Cuando se registraron el hotel, cenaron y charlaron con el infaltable nombramiento de Tom por parte de David. Bill sabía que el nombre de su gemelo era un detonante, e inmediatamente lo que había cenado quiso salir de su estómago. Al llegar a su habitación y luego de hacerlo, pudo sentirse mejor y dormir.

 

En la mañana siguiente intentó despertar más temprano de lo usual.

 

Estaba nervioso por su apariencia. No quería lucir demasiado desmejorado, así que agradecido por los vientos fríos, rebuscó en su maleta hasta que encontró una gabardina gris un poco suelta y la ajustó con un cinturón negro. Llegaba a mitad de sus muslos, por lo que no tenía que preocuparse mucho por la parte inferior. Optó por unos pantalones negros justos y unas botas negras,  y se colocó uno que otro accesorio. Aunque eran contadas las veces en las que se esmeró por lucir bien en los últimos tres meses, tenía que esforzarse en su imagen y mostrarse como lo demás estaban acostumbrados a verlo.

 

Dejó que su largo cabello se ondulara y cayera hermosamente sobre su espalda, sus hombros y enmarcara su rostro delgado. Utilizó sus típicas sombras negras, delineador y rímel, aplicó rubor de forma estratégica que hiciera que sus mejillas se vieran un poco más llenas, destacó sus labios con gloss y antes de que pudiera colocarse sus gafas negras, David tocaba su puerta.

 

El productor quedó muy complacido con la apariencia de Bill y empezaba a creer que no había forma de que el chico fuera menos hermoso.

 

Lo mismo pensó Bushido al verlo sentado junto a su manager en la sala de juntas de la discográfica. Se veía tan desconectado y casi irritado, ansioso y molesto de estar allí. Anis pensó que aunque estuviera un poco más delgado a la última vez que lo vio, seguía  siendo hermoso, seguía con su aura dulce, diva, egocéntrica y tímida a la vez.

 

Totalmente cautivador.

 

— Buenos días. – saludó David poniéndose de pie seguido por Bill, al ver entrar al rapero.

 

— Buenos días. – le correspondió saludándolo con un apretón de manos.

 

Enfocó su mirada en el cantante quien seguía escondiéndose tras los enormes lentes de sol, se acercó un poco siendo golpeado por su exquisito olor y, por un momento y por primera vez, Bushido se sintió inseguro de decir algo.

 

— Buenos días. – dijo Bill con su suave voz y tendiendo su mano con perfecta manicura, al ver que Bushido solo tenía intenciones de parase allí a observarlo.

 

Bill se sintió inseguro, casi desnudo ante la mirada del otro. Se preguntó si se veía tan mal y su mal estado era tan notorio que Bushido quedó totalmente impresionado.

 

Tal vez, Tom sí tenía razón.

 

Por pensar en ello e intentar controlar las náuseas que se apoderaron de él, el cantante no supo en que momento Bushido cambió la forma del agarre y besaba con sutileza su mano.

 

— Más hermoso que la última vez que te vi, princesa Kaulitz. – dijo con su voz viril y profunda.

 

Tras los oscuros cristales, los ojos de Bill se mostraron sorprendidos.

 

Luego de tres meses, el peliliso además de tristeza y asco, sintió enojo.

 


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