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Backstage por LadyScriptois

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Capítulo 3 

 

Aproximadamente, tercer mes de las vacaciones de Tokio Hotel.

 

David estuvo tentado a reclamar acerca de lo que el rapero dijo hacia Bill, sin embargo el andrógino cantante volteó a verlo antes de que dijera algo, como clara invitación a que ignorara.

 

El manager de Bushido entró a la estancia junto a dos representantes de ambas discográficas, uno de Sony y otro de Universal. Luego de los respectivos saludos entre ellos, los seis presentes tomaron asiento.

 

Bill agradeció la primera media hora de la reunión por traer consigo los lentes oscuros. Usualmente él odiaba ese tipo de reuniones donde se centraban más en la parte  cuantitativa, ganancias, leyes y blah, blah, blah. Quien  siempre era más participativo en ellas era Tom, y Bill aseguraba que su hermano tenía el don de los negocios junto a la música corriendo por la sangre, mientras que lo suyo era más la parte creativa, composición, imagen. Sin duda eran una pareja de gemelos que se complementaban muy bien, tal vez demasiado bien.

 

Sin interés en lo que hablaban los demás y con plena confianza en su productor, Bill dejó vagar sus ojos por toda la estancia. Había estado innumerable veces en ella, el mismo color blanco de las paredes y la madera pulida de la larga mesa que la hacía ver como nueva. Siguió vagando hasta que se topó con los ojos de alguien más.

 

Fijos en él. Analíticos. Penetrantes.

 

Bill  quiso encogerse en su silla, hace mucho que no se sentía observado tan a fondo, le recordaba a las miradas de su hermano cuando este pensaba que le ocultaba algo. Sin embargo, no lo hizo. Tras la seguridad del oscuro cristal, las pupilas del menor no pudieron evitar  hacer contacto con las de Bushido. Se sorprendió nuevamente cuando el rapero se apoyó totalmente en el respaldar de la silla manteniendo el contacto visual, lo que le hizo pensar a Bill que Bushido sabía que lo estaba observando, también quiso retirar su mirada, pero el saberse retado se lo impidió como cadenas.

 

Realmente nunca le interesó el rapero, posiblemente la vez que le prestó más atención fue en unos premios donde mantuvieron una charla televisiva, pero nada más. Esta vez, le despertaba tanta irritación, él simplemente quería atribuirlo a como se expresó ante él hace minutos, pero había otra cosa.  Sentía que Anis quería escarbar en él, en sus pensamientos. Era eso, eso le molestaba y le daba miedo.

 

Le observó sonreír divertido y luego  enderezarse en su asiento, disimuladamente le señaló la carpeta que estaba ante él y Bill arrugó el ceño confundido. Vio como ambos managers y Bushido abrían la carpeta azul similar a la de él y la hojeaban, así que entendiendo de qué se trataba, él hizo lo mismo.

 

Había tres composiciones para elegir. Se sentía extraño ya que él siempre componía, en totalidad o con los chicos, las letras de la banda y simplemente eran luego detalladas por todos.

 

— No están mal, pero no creo que a mis fans les interese escucharme llorar por un amor. – intervino el rapero en la conversación, cerrando la carpeta y deslizándola un poco lejos de él en la mesa, y luego todas las miradas se enfocaron en el cantante de Tokio Hotel.

 

—  Conozco a nuestros seguidores. – habló por primera vez Bill. —  Y estoy seguro de que no están acostumbrados a oírme abandonar ruinmente a alguien por irme con otra persona y relatar mi loca vida sexual. No es nuestro estilo, lo siento. – finalizó, cerrando igualmente la carpeta donde se plasmaban las alternativas.

 

—  Está bien que sea una colaboración, pero debemos respetar los estilos de cada parte. – comentó Jost.

 

— Bushido no se hizo famoso por tener el corazón roto. – continuó el manager del rapero.

 

— Está claro que estas letras no son viables. – afirmó el vocero de Sony Music Entertainment, discográfica  que representaba al rapero.

 

— Tal vez podamos conseguir algunas más y se las haremos llegar, pero no cancelaremos este proyecto. – opinó el representante de Universal Music Group.

 

— Me parece que si conozco mi estilo y lo que mis seguidores quieren y Bill también, hallaremos la forma de unir ambos estilos y crear un sencillo complaciente para ambas partes. –  los demás asintieron ante lo dicho y Anis continuó. —  Escribo mis letras, Bill también. – pausó un momento para mirar a Bill. —  Propongo que ambos escribamos la canción.

 

Bill se tensó en su asiento y David lo notó.

 

— Me gusta la idea. – concedió el representante del rapero.

 

— Pueden ir trabajando en ello y enviarnos los borradores. – dijo a gusto uno de los voceros discográficos.

 

Sintió una leve arcada que pudo controlar.

 

—  ¿Bill? –  le llamó David —  ¿Te parece la idea?

 

El menor se puso de pie sorprendiendo a los presente y murmurando un lo siento salió rápidamente del lugar buscando el baño más cercano.

  

:::

 

Al cerrar la puerta de reuniones, se echó a correr hasta localizar los servicios, entró a un cubículo sin molestarse en cerrar la puerta y dejó ir todo su estómago.

 

No lo había visto venir, estaba tan sorprendido. Usualmente comenzaba por ansiedad, venían esas  náuseas y minutos después estaba vomitando.  Eso estaba mal, si su mente estaba alejada no vomitaba y él no estuvo pensando o recordando.

 

Colocó sus lentes en forma de diadema para sujetar su cabello en la segunda arcada y para la tercera sus ojos estaban enrojecidos y derramando lágrimas. Se apoyó contra la pared tan sorprendido que apenas fue consciente de los pasos de alguien cuando este ya estaba frente a él en el cubículo.

 

—  ¿Estás bien? –  le preguntó Bushido. Se escuchaba preocupado.

 

Bill solo fue capaz de asentir. Eso nunca había pasado. Nunca.

 

El rapero, al ver el rostro pálido del chico y su mirada estática, se inquietó, pero algo más llamó su atención: había un pequeño hilo de sangre en el labio de Bill.

 

—  ¿Eso es sangre? Llamaré a David. – dijo alarmado.

 

Bill captó la información y pestañeó lentamente para salir de su estancamiento y reaccionó.

 

— No lo llames. – dijo apenas audiblemente.

 

Bushido se acercó al inodoro y observó su contenido. Agua, un poco de comida y manchas rojas.

 

—  ¿Te ha sucedido otras veces? – preguntó al ver que Bill no se mostraba alarmado.  

 

— Yo…–  cerró sus ojos un momento y al abrirlos el rapero estaba en cuclillas ante él, tendiéndole un pañuelo desechable.

 

La escena fue extraña para él, lo hizo sentir vulnerable y unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de sí. Tal vez como resultado del temor o del hecho de que durante esos tres meses nunca alguien estuvo para ayudarle luego de esos ataques.

 

Lo aceptó y limpió sus labios. El blanco papel le mostraba líquido enrojecido y definitivamente eso nunca le había pasado. Estaba muy asustado, realmente asustado.

 

— Yo…–  volvió a intentar decir, pero un nudo se formó en su garganta que solo se comenzó a desvanecer cuando algunas lágrimas rebeldes bañaron sus mejillas.

 

El rapero pensó que Bill necesitaba un poco de privacidad y, avisando que iría por un poco de agua, salió del servicio. Encontró la dispensadora cerca y, vigilando que nadie entrara al baño, tomó una botella de agua. No pudo evitar pensar en que ese no era el mismo Bill que aparentaba tiempo atrás, y si era el mismo y lo de antes solo era una fachada, entonces definitivamente el menor merecía un premio a la actuación.

 

Sin sus lentes, Bushido pudo ver sus ojos y, a través de todo ese enrojecimiento y malestar, encontró algo más; descifró ese algo que percibió desde un inicio pero que no lograba ubicar, ese algo que no encajaba con la imagen y aura que el cantante se empeñaba en mostrar: Bill estaba totalmente roto.

 

Lo consiguió de pie ante el tocador y, por lo que supuso, derramando sus últimas lágrimas bajo sus gafas nuevamente puestas.

 

—  ¿Mejor? –  preguntó tendiéndole la botella. 

 

En soledad, recapacitó, y se sintió tan humillado por la escena dada. Se sentía tan patético, y pensaba que en menos de lo que pestañeara posiblemente Bushido estaría en televisión contando como encontró al cantante de la banda de rock más famosa de Alemania vomitando comida y algo más. Luego volverían esos rumores de trastornos alimenticios que estaban en el pasado y con la delgadez que mostraba ahora se confirmarían; su madre estaría preocupada, David estaría preocupado, decepcionaría a las fans, a la banda, y ante todo el mundo sería tan asqueroso como lo era para Tom.

 

— Diles que me surgió algo importante. – le pidió a Bushido, ignorando lo que le ofrecía.

 

—  ¿Te irás solo? – preguntó siguiéndolo. — Nada de eso. No estás en condiciones.

 

— No te importa en qué condiciones estoy. – continuó su recorrido hasta llegar al umbral de la puerta, donde Bushido lo tomó del brazo e hizo detenerlo.

 

— No dejaré que te vayas solo. Espérame. Te llevaré a donde quieras. – le aseguró cuando el menor se soltó de su agarre y se giró a verlo. —  Solo déjame informar y nos vamos.

 

Bill se sintió confundido al ver tanta preocupación en los ojos contrarios y dudó un momento sobre su negación. Meditó la idea de aceptar la propuesta de Bushido y luego reparó en que no tenía anda consigo, sólo sus gafas.

 

— Está bien. – concedió y una genuina sonrisa se dibujó en los labios del mayor.

 

— Iré a informar. ¿Puedo confiar en que estarás aquí cuando vuelva? –  preguntó y recibió un asentimiento por parte del otro.

 

—  ¿Podrías… podrías traer mi bolsa?

 

No tenía ánimos de entrar. David lo conocía y sabría que algo no estaba bien con él en esos momentos y no tenía las fuerzas para soportar un interrogatorio y la mirada angustiada de su productor sin quebrarse.

 

— Sólo un minuto. ¿De acuerdo?  –  le dijo sin borrar su sonrisa del rostro. —  Bebe esto mientras vuelvo. – le tendió la botella de agua que esta vez Bill sí aceptó.

 

El menor volvió ante los espejos y acomodó un poco mejor su cabello y reparó en que necesitaba un poco de retoque en el maquillaje bajo sus ojos, ya que por llorar se veían un poco hinchados, pero le restó importancia y le dio la espalda apoyándose en el lavabo y decidiendo por beber el agua embotellada.

 

Fue refrescante todo su recorrido y Bill solo puedo pensar en el episodio de hace instantes. Las náuseas imprevistas, el vómito inmediato y la sangre en el.

 

« ¿Tal vez debería ir a un doctor? No, no. Fue solo una vez. Solo esperaré.»

 

— Listo. – informó el hombre que se asomó por la puerta.

 

Bill bajó del lavabo y caminó hasta Bushido, quien le tendía su bolso.

 

— Gracias.– la voz de Bill sonaba muy suave y el rapero la comparó con aquella vez que tuvieron un platica y concluyó que la voz de Bill siempre sonaba suave, solo que esta vez parecía haber perdido fuerza, lo que resaltaba su suavidad.

 

— David quiere que llames cuando llegues al hotel, él se quedará a finalizar algunas cosas del contrato.

 

— Supongo que lo haré.

 

—  ¿Traes auto? Podemos ir en el tuyo y volveré por el mío. No hay problema.

 

— No, no traje auto. No suelo manejar. – contestó siguiendo al rapero.

 

Al estar lado a lado con él se sentía bastante pequeño. Bushido le sacaba algunos centímetros, tal vez era de la estatura de Tom, y su cuerpo era trabajado. La última vez que lo vio su ropa era un poco más grande, típico de raperos, pero esta vez parecía haber disminuido la talla y se basaba en una camiseta blanca con la marca Nike en rojo, un jean y unos deportivos. Esta vez tenía un poco de barba, bien arreglada, y se veía más joven a decir verdad, unos veinticuatro o veinticinco años tal vez. No sabía su edad.

 

— Puedes entrar. – le indicó al detenerse ante un Ferrari negro y dirigirse a la puerta del piloto. —  ¿A dónde deseas ir? ¿Quieres comer algo?

 

Bill terminaba de abrochar el cinturón de seguridad cuando el otro formuló esas preguntas y lo primero que su mente procesó fue un no a la última.

 

— No. Déjame en el hotel por favor. – a contradicción de lo que su mente decía, el estómago vacío de Bill sonó haciéndolo avergonzar casi al sonrojar.

 

—  ¿Seguro? –  le preguntó divertido, dándole marcha al auto.

 

— Sí. – afirmó, un poco sonrojado.

 

Bill sólo deseaba llegar al hotel y dormir hasta el día siguiente, volver a su apartamento y seguir durmiendo. Se sentía extremadamente cansado y eso era a causa de que su cuerpo estaba escaso de nutrientes.

 

— Y… ¿Cuáles son los planes de la banda? –  preguntó el rapero, no pudiendo con el silencio sepulcral que se instaló entre ellos.

 

— Nos reuniremos dentro de tres meses. Se termina nuestro descanso. Comenzaremos a trabajar en el próximo álbum. – contestó monótonamente.

 

— No pareces muy emocionado.

 

— Es bastante estresante. – se excusó con una mentira.

 

— Te entiendo.

 

— Nosotros somos cuatro, tú eres solista, debe ser aburrido algunas veces para ti. – comentó solo para seguir con la conversación que parecía querer tener el rapero.

 

—  No siempre. Me llevo genial con todo el staff, los productores y mi representante. Son mis mejores amigos, somos un grupo, un equipo. Sólo que soy la imagen, obviamente. – dijo chulesco, deteniéndose en un semáforo, y una ligera sonrisa divertida se dibujó en los labios del menor al ver tal auto adulación.

 

Bushido sonrió ampliamente ante ello.

 

— Actualmente estamos trabajado en el nuevo álbum. – continuó solo para evitar el silencio.

 

—  ¿Y qué tal? –  cuestionó recostando su cabeza en el asiento, simuló una posición de estar mirando al frente y cerró sus ojos cubiertos por las gafas. Tenía tanto sueño.

 

—  Tenemos pensado explorar nuevos mercados y nos han llegado muchas ofertas de América.

 

— Eso es genial. – contestó para aparentar que estaba siguiendo la conversación.

 

— Llegamos. – informó.

 

Bill abrió los ojos encontrándose en el estacionamiento de un restaurant.

 

— Vamos al hotel.

 

— Ni si quiera me dijiste el nombre, además, ya estamos aquí y no es bueno estar con el estómago vacío.

 

— Por favor, comeré en el hotel. –  pidió.

 

— Si de todas formas comerás, hazlo aquí. Vende una comida riquísima.

 

Bushido tenía ese presentimiento de que Bill no comería al llegar al hotel, lo único que no presentía era que el sabor hace mucho tiempo dejó de ser atractivo para Bill. Le daba igual comer  cereal o lasaña de mamá, de todas manera luego lo vomitaría.

 

— Al menos pudiste decirme con anticipación. No estoy en condiciones para estar en el ojo público. – refutó, mirándose disimuladamente en el espejo del recibidor del restaurant.

 

— No hubieses aceptado, además siempre te ves hermoso. – dijo sin un pizque de mentira en su voz y Bill sintió un poco de calor subir a sus mejillas.

 

Hace mucho que no sentía eso luego de un halago.

 

Minutos después estaban en una mesa en el lugar más apartado y discreto del restaurant, fuera de esas miradas que los reconocerían.

 

Observaba con duda el menú, no es que le importara que comer, solo que quería elegir algo que pudiera terminar y no levantar más sospechas ante Bushido. Por suerte, el lugar era vegetariano.

 

Terminó por elegir una ensalada sencilla en compañía de vaso de agua.

 

— Por cierto, ¿Qué le has dicho a David? Conociéndolo, no te hubiese dado mis pertenencias y me hubiese dejado ir tan fácilmente.

 

Bushido aclaró un poco su garganta antes de hablar.

 

— Le dije que habías aceptado la propuesta. – dijo rápidamente.

 

—  ¿Le dijiste qué? –  no es que la idea de componer con el rapero le encantara.

 

— Eso, y que queríamos reunirnos a solas para platicar sobre ello. Puedes hablar con él y decirle que lo has pensado mejor y que no quieres. – completó.

 

Bill gimió bajito. Sabía que la idea a su productor le gustaba.

 

— Lo siento. – se disculpó Anis.

 

— Está bien. Supongo que tendré que destrozar sus ilusiones.

 

— No tienes qué. Es decir, no soy mala compañía. ¿O sí?

 

— No tenemos algo en común. Tú hablas de drogas, dinero, sexo, alcohol. Lo nuestro dista  bastante de ello.

 

—  No lo sé. Pensaba que podríamos intentarlo. ¿Que será un poco diferente a lo que está acostumbrado el público? Eso sí, pero tal vez podamos mezclar manteniendo la esencia de ambos estilos.

 

Bill meditó la idea y antes de decir algo el mesonero llegó con el pedido.

 

—Espero te guste.

 

Un joven colocó los platos y las bebidas ante ambos y Bill se sintió complacido por la cantidad. No era como esos lugares que servían suficiente para satisfacerse y algo más, hasta quedar a reventar. Esta era una pequeña porción perfecta para Bill y para su estómago quisquilloso y desobediente que se había encogido.

 

— Lamento la cantidad. – se disculpó falsamente.

  

Bill agradeció y sonrió un poco al sentirse complacido. Sin darse cuenta de que Bushido consideró el tipo de comida y la porción brindada al momento de escoger un restaurant para llevar al de largo cabello azabache.

 


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