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Backstage por LadyScriptois

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Notas del capitulo:

30/12/2015

Me prometí acabar antes del año y acá está.

Gracias a todos por acompañarme en esta historia. Sé que no ha sido el drama perfecto ni la historia perfecta. Recibí tanto apoyo como críticas y me ha encantado eso.

Siento que maduré escribiendo esta historia la cual comencé hace años con Medida Publicitaria.

De nuevo, muchas gracias por ser parte de estos 40 capítulos, donde dejé mi corazón, mi tiempo y mi esfuerzo. Por animarme con cada comentario y su compañía.

 

Mis mejores deseos para su nuevo año y nos vemos en el 2016.

 

Siempre agradecida con ustedes. Besos

Capítulo 39

 

Lo dicho por Olivia fue lo suficientemente impactante para mantener a los gemelos desconectados en los quince minutos que restaba de la sesión. Bill pensaba que era una locura, es decir, se moría sin Tom y ahora que lo recuperaba no quería perderlo, no quería perder su amor. Sin embargo, Olivia parecía tener mucha razón en sus argumentos y se encontró considerando la idea si Tom lo quería.

 

Tom percibía lo preocupado que se encontraba Bill a su lado de copiloto, lo pensativo que estaba, eso era revelado por la forma rítmica en la Bill oprimía sus dedos alrededor del pequeño sobre de cuero que tenía entre ellos.

 

Bill salió de sus pensamientos al sentir como Tom tomaba su mano y enredaba sus dedos con los suyos, acariciando su dorso con el pulgar.

 

—Estaremos bien. – le aseguró el mayor mirándolo rápido y Bill apretó el agarre en la mano de Tom, queriendo creer.

 

:::

 

El trabajo de la banda comenzaba a encaminarse y a desenvolverse poco a poco desde hace un mes, lo que coincidía con el inicio de las terapias de los gemelos con Olivia, por lo que Tom podía observar la evolución de su gemelo y la de ellos en esos pequeños detalles, como la concentración de Bill en lo que hacía o que la presencia de Tom ya no afectaba su canto.

 

El primer día que Bill fue capaz de cantar algunas de las nuevas canciones ante Tom fue adorable, o así lo describieron los G’s al percibir como las mejillas de Bill estuvieron rojas todo el tiempo y miraba casi con timidez. Tom tuvo que estar de acuerdo con los chicos.

 

—Hey. ¿Te quedarás un rato más? – cuestionó el mayor al observar entrar a Bill a la pequeña sala de ensayo. El menor, Georg y Gustav habían bajado a la cocina hace casi una hora y Tom apenas iba de salida.

 

—No. Sólo venía por Tomi. No está en mi habitación. Creo que lo dejé aquí. – aseguró el menor, buscando con la visión a su peluche.

 

—Sí, lo dejaste aquí ayer. Lo llevé a mi habitación. Supuestamente para que durmieras con él, pero parece que ni lo notaste. – dijo el mayor acercándose al menor por la espalda y envolviendo sus brazos en su delgada anatomía. — ¿Será que ya no lo notas porque duermes con el verdadero Tomi? – le preguntó divertido besando un costado de su cuello y Bill encogió su hombro percibiendo cosquillas.  —No respondes. – le presionó divertido y lo giró, besándolo de forma casta y rápida.

 

—No lo sé. – murmuró tímido y con una pequeña sonrisa, dejándose besar por Tom.

 

—Hoy cantaste hermoso. – comentó, finalizando un pequeño beso.

 

—Tú-tú también estuviste muy bien. – fue capaz de decir Bill. Dios, hace mucho tiempo que no era capaz de ofrecer un halago para Tom sin saber si lo incomodaba.

 

— ¿Aún sigo siendo tu guitarrista favorito? – cuestionó y Bill asintió frenético sin dudar.

 

—Eres el mejor. – aseguró y Tom ocultó su sonrisa besándolo una vez más.

 

—Uhm. Creo que sólo quieres que te de tu peluche. – frunció el ceño y Bill negó rápidamente.

 

—No miento. – dijo Bill. Tom parecía convencido de que Bill mentía y el menor no quería que pensara eso. —Amo como tocas la guitarra y adoro cada melodía que creas con el piano. Admiro como haces que cualquier instrumento suene hermoso. – murmuró agachando la mirada y con un poco de timidez.

 

—Gracias. Creo que nunca me lo había dicho. – dijo Tom gratamente sorprendido.

 

—Pocas veces, es sólo que-que bueno. No sé. Es raro decirlo. – aseguró escondiéndose en el cuello de Tom y el mayor adoró eso.  —Creo-creo que eres muy bueno con los dedos. – Bill sintió como el mayor apretó su cintura con cariño, apegándolo más a él y luego buscó sus labios para dejar que Bill simplemente siguiera abrazado a él por unos segundo más.

 

—Entonces... ¿te gusta  todo lo que hago con mis dedos? – cuestionó sugerente,  sabiendo que haría sonrojar a Bill. Amaba eso. El menor salió de su escondite y casi trastabilló al alejarse de Tom, claramente avergonzado.

 

—Va-vamos por Tomi. – pidió saliendo rápidamente de la habitación.

 

:::

 

Bill pasó sus delgados dedos por la melena despeinada de Tomi, buscando peinarla un poco.

 

— ¿Jugando con muñecas? – le cuestionó Georg, sentándose a su lado en el sofá.  — Ya estás como grande. – se burló.

 

—No es una muñeca, es un peluche.

 

—Lo que sea. Le diré a mis primas que te presten sus Barbies. – rio y Bill le sacó el dedo medio. — ¿Por qué tiene tantas costuras? – preguntó curioso y Bill reparó en ellas.

 

—Tuve un accidente con Anne y se rompió.

 

—Ah, cierto. Algo así me comentó cuando me pidió que la llevara a comprar el pastel para tu cumpleaños. Dijo que pensó que era suyo.

 

—Sí. Creo que Tom le regaló uno igual. – dijo, sintiéndose decaído en la última frase sin darse cuenta.

 

—Que espécimen la modelo. – gruñó bostezando y luego miró a Bill. — ¿Comiste algo? Puedo acompañarte si lo quieres.

 

—Sí ya comí. Estoy esperando a Tom, él no lo ha hecho y no quiero que coma solo.

 

—Que par. – puso los ojos en blanco, fastidiando. —Entonces te dejo. Buenas noches, niñita.

 

—Jodete, Georg. Te adoro. – respondió el menor.

 

— ¿Ya te vas a dormir? – le cuestionó Tom, encontrándolo en la escaleras.

 

—Sí, señor. Regálale de navidad unas Barbies a Bill. Nos vemos.

 

— ¡Te escuché!  – gritó el menor y Tom rio.

 

—Creo que se me ha quitado el hambre. ¿Quieres subir? – le propuso el mayor sentándose al lado de Bill. — Ya es tarde.

 

Bill se encogió de hombros, un poco pensativo ahora que Tom estaba allí y con el recuerdo de Anne vivo en su mente. Tom observó a Bill titubear y se acercó un poco más a él.

 

—¿Sucede algo? – le cuestionó perspicaz.

 

—No. – negó rápidamente Bill. Tom le examinó y Bill hizo ese gesto que lo delataba: peinar su cabello tras sus orejas y morder rápidamente su labio inferior.

 

—Olivia nos habló de la comunicación. – intentó Tom. — Y yo-yo quiero intentarlo, Bill. Sé que perdí tu confianza lo suficiente como para no saber cada pensamiento en tu cabeza, pero quiero saber lo que te haga dudar, lo que te afecte. Por favor. – pidió con voz gentil y Bill le miró para perderse en sus ojos. Sentía que podía confiar en Tom.

 

El menor tomó una bocana de aire y observó sus intranquilos dedos, antes de hablar.

 

­—¿Có-cómo conociste a Anne?  – preguntó, luego miró a Tom, su rostro era sereno y lo observó asentir.

 

El mayor entendía que ese tipo de dudas rondara la mente de Bill y sabía que al responder habrían detalles de lo que pasó ese tiempo distanciados.

 

—Si no quieres responder, está bien, yo sólo... – quiso retractarse, pero Tom tomó sus manos, negando.

 

—Está bien, está bien. – le aseguró y Bill pareció encogerse en su asiento.

 

Tom frotó su rostro, pensando por donde comenzar y el hecho de que Bill no le estuviese mirando le dio un poco de seguridad. No sabía cómo decirlo con los ojos inocentes de su hermano clavados en él.

 

—Esa noche en el hotel, en el ascensor. – empezó y de sólo hacer mención a esa noche Bill se sintió un poco intranquilo. —Mel consumía estimulantes, esa tarde yo sólo consumí un poco. Por primera vez. – aseguró, mirando las manos de Bill. —Luego ella estaba por irse y llegaste tú. Tenía un intenso dolor en las sien, las manos seguramente me temblaban y me sentía completamente fuera de mí, creo que a causa del fármaco.

 

Bill quedó un poco sorprendido, con seguridad eso era un detalle nuevo. No sabía que esa noche su hermano estuvo bajo efecto de alguna sustancia. 

 

—Lo que hablamos en la habitación, lo-lo que sucedió en la habitación. – Tom sintió que Bill se tensó, pero tenía que continuar. — fue un error, Bill. El más grande error que he cometido en mi vida. Y luego de ello sólo me dormí. Al otro día fue consciente de lo que dije, de lo que hice. Fue desesperante.  No podía comunicarme contigo, Jost me tenía atado a la banda por esa semana, llamaba a casa de mamá y ella sólo te excusaba.  Luego me enteré que te habías ido de casa, no tenía tu dirección, tu móvil estaba apagado y no lo sé. Pensé en todo lo que te había hecho y creo que eso me hizo rendir.

 

Tom tenía con seguridad sus ojos empañados y agradecía que la mirada de Bill aún se mantuviese baja.

 

—Pensé que no te merecías esto. Que quizás el tiempo y la distancia que nos estábamos dando era lo correcto para ti, para mí. Necesitaba aclarar mis sentimientos por ti, saber qué hacer cuando te volviera a ver. Pensé que sería la decisión más sabía. Luego, llegó la fiesta de no sé qué revista, tú te habías negado y Jost insistió a que fuera. Ahí la conocí.

 

~Fue lo suficientemente agradable para que ocupara un poco mis pensamientos. Ya no pensaba todo el día en ti, no vivía con esas ganas de buscarte por cielo y tierra, no tenía la duda de que quizás me estaba equivocando y no debía estar lejos de ti. Lo tomé como un experimento. Nos hicimos suficientemente cercano para ser más que amigos, pero nunca pude verla como algo más. Luego de dos meses entendí que no lograría hacerlo porque no podría amar a alguien más que no fueses tú. 

 

~El viaje a España llegó, era un compromiso adquirido desde antes y ella aceptaba que no lograría amarla ni ser su pareja, por lo que accedí a ir. Y estando allí me enteré de tu relación con Anis. Su-supe cuando te besó y se volvía cercano a ti. Y fue cuando decidí no dejar ir a Anne, pensé, no lo sé. Un sentimiento egoísta, lo sé. Estaba herido, porque mientras cada día que pasaba me aseguraba que sólo a ti te amaba, tú estabas con alguien más.

 

A Tom le asustó un poco el silencio de Bill. Su mirada seguía baja, y su rostro parecía estar invadido por nostalgia. El trenzado observó sus manos y notó los nudillos blancos de Bill en la melena del peluche.

 

— ¿Bill?

 

—Oh. – murmuró. —No-no sabía que la habías conocido en la fiesta de esa revista. – fue lo que dijo en un hilo de voz. Bill se preguntaba por qué sentía que algo estaba quemando en su pecho.

 

Otro par de minutos de silencio se instaló y Bill creía que estaba a punto de no soportarlo. Tom estaba en silencio, pero seguía a su lado y el menor por primera vez en esas semanas no quería llorar ante Tom.

 

—Bill, por favor. No-no te calles nada, por favor. – le suplicó y Bill dejó salir lagrimas que no quería, secándola con rapidez.

 

—Tomaré una ducha. – murmuró, aun si levantar la mirada.

 

—Bill, amor. – intentó Tom, tomando el mentó de Bill y levantando su rostro, haciendo que lo mirara. Cualquier indicio de palabra que fuese a salir de los labios de Tom fue abatido cuando observó la mirada nostálgica y triste de Bill.

 

Bill lo tuvo frente a frente. Sus ojos conectados con los cristalinos de Tom y no lo pudo controlar.

 

—¿Cómo-có-cómo pensaste que la distancia sería lo mejor? – le cuestionó con  dolor. —Si es falso todo lo que dijiste, ¿por qué- por qué me dejaste ir sintiéndome así?. Sólo me llamaste por tres días, ¿por qué si tanto te dolía no lo intentaste más?, ¿por qué si me amabas no fuiste por mí?

 

Bill no sabía que estaba sucediendo en él, y con seguridad no estaba siendo cociente de nada. Nunca había sentido eso en sí dirigido hacía Tom, era como un sentimiento de aura oscura y fuerte albergando sus venas. No era celo, no era odio, no sabía que era.

 

—Cada día de mi vida te dije lo que significabas para mí, no-no tenía idea de lo que era pasar más de una semana sin ti. ¿Por qué te olvidaste de ello? – Bill pestañeó rápido para disipar sus lágrimas, sin dejar de ver a los ojos de Tom, casi botando chispas de ellos. — Te-te extrañé tanto que sentía que iba a morir sin ti, Tom. ¿Tienes una idea de lo enfermo que me sentía al extrañarte tanto y pensar que tú no me querías cerca, que me aborrecías? No-no sabes lo asqueroso que me sentí. Quería arrancarme el corazón, Tom. Me estaba matando amarte y tu ausencia. – susurró. — Cada mes que pasaba me sentía menos vivo, Tom. – confesó. — Cuando estaba con mamá, cuando veía a los G’s, cuando estaba con Anis, quería que estuvieras ahí y era insoportable desear tanto tu presencia. Cuando estaba en el doctor quería que fueses tú el que apretara mi mano, cuando el sencillo fue un éxito quería que ese logró fuese contigo. Cada vez que mi estómago se revelaba y me quedaba sin fuerzas, quería que tú me dieras fuerzas, quería caer en tus brazos, no en los de alguien más. A–aunque estaba Anis, quería que estuvieras tú. Nadie era suficiente, soló te quería a ti. Te necesitaba a ti, Tom.

 

~Cuando Anis me besó por primera vez, cuando alguien más que tú besó mis labios, pensé en ti. Quise rememorar que tu también me había besado y no recordé un beso tan delicado como ese, pero lo intenté Tom. Mis recuerdos estaban negados a olvidarte. Te buscaban a ti en cada beso, en cada caricia.

 

— ¿Cuándo te entregaste a él? – murmuró Tom, su voz temblorosa y casi rota. — ¿Pensaste en mí?  ¿Quisiste que fuese yo quien te hacía el amor?

 

Los labios de Bill temblaros, y su vitalidad casi se quebró.

 

—Pe-pensé en que quería olvidarte de una vez por todas. – aseguró, sin despegar su mirada de Tom, quien asintió. —Quería que mi cuerpo no te recordara más, que mi piel dejara de pertenecerte aunque tú no estabas. Pensé en que alguien más me estaba haciendo sentir especial, hermoso y deseable. Quise que donde Anis acariciara borrara tu presencia de ahí. Desee olvidar que mi cuerpo no fue suficiente para ti y que lo irrespetaste al  fingir hacerme el amor para luego acostarte con alguien más. – Bill se sintió quebrar y cerró sus ojos para continuar. — Desee que ese sucio sentimiento se fuera. Desee no amarte más, Tom. – finalizó y sólo allí sintió que su vista dejaba de estar nublada y aunque en todo ese tiempo no despegó sus ojos se Tom, sólo en ese momento observó su mirada totalmente dolida y rota.

 

¿Qué acababa de hacer? No lo supo, ¿cómo fue capaz de decir todo eso? tampoco lo supo. Sólo sabía que Tom estaba herido. Muy herido.

 

—Yo-yo lo siento. – murmuró, asustado de sí mismo, para tomar a Tomi y marcharse.

 

:::

 

En otros tiempos, bajo otras circunstancias, con su inmadurez a flor de piel, hubiese llamado a Georg, ido por unos tragos y luego ignorado a Bill. Ahora, sólo quiso esperar, pero no tanto como antes, sólo lo suficiente para que Bill entendiera lo que acababa de suceder. No sabía si alegrarse o sentirse herido por lo dicho por Bill, pero sabía que se lo merecía. Tom sabía que la actitud de reproche de Bill era lo normal. Tom sonrió al pensar que eso demostraba que quizás una parte de Bill empezaba a entender que no fue él el culpable, que no era su culpa que no haya funcionado su relación, que no era su culpa que Tom le haya sido infiel.

 

Dejó de tocar el piano cuando sus lágrimas empañaron su visión. Quería entender a Bill, lo hacía, pero dolía. Dolía mucho verlo sufrir por sus acciones.

 

—Lo siento, no sabía que estabas aquí. – murmuró el menor, haciendo reparar a Tom en su presencia y a punto de irse de nuevo. No sabía cómo mirar a Tom luego de eso.

 

—Bill. No. Espera. – reaccionó Tom, y Bill se detuvo inseguro.

 

—Sé que Olivia nos explicó todo, Tom. No debí decir nada de eso. – susurró y Tom tuvo suficiente valor para acercarse a él.  —Lo siento, Tom. Lo siento. – dijo en un hilo de voz, lagrimeando. Tom lo abrazó y Bill dejó ir su llanto, refugiándose en el pecho desnudo de su hermano, dejándose proteger. —No-no sé porque me siento así, no sé porque lo dije.

 

—Shh. – le susurró Tom. —Sí debiste. – besó sus cabellos. — ¿Ya-ya entiendes por qué tengo miedo de perderte? Mereces algo mejor que esto.

 

—No, no. Yo te quiero a ti, – aseguró Bill, desesperado, no quería a Tom lejos de él. —Aunque siento que te irás. Te quiero a ti.

 

—No me iré, Bill. Te lo demostraré, porque yo te quiero a ti. Te quiero tanto en mi vida que no me importar ser solo tu hermano si así lo quieres, prometo callarme mi amor si decides no amarme más. Sólo quiero hacer lo correcto para ti, pero siento que muchas veces no sé lo que estoy haciendo. Estamos en un punto en el que siento que todo lo que decidamos te compromete, nos compromete.

 

Bill se acurrucó más a Tom. Su hermano sonaba tan seguro, tan maduro, tan destinado a protegerlo que sentía que no debía sentir más miedo. Que podía acurrucarse en su amor.

 

—No sé qué estamos haciendo. – murmuró Bill.

 

—Dejemos – Tom se preguntó si lo que diría sería lo correcto. — Dejemos que nos ayuden, que nos guíen.

 

Bill sabía lo que eso significaba, y se abrazó más a Tom. Sintiéndolo más suyo que nunca, más amado que nunca. Esperaba que no acabara.

 

— ¿Tú quieres? – cuestionó Tom, buscando los ojos de su hermano.

 

—Yo sólo, yo sólo quiero a mi Tomi. – murmuró su respuesta y Tom lo besó.

 

Ahí estaba su Tomi. Su hermano protector, su amigo consejero, su enamorado eterno, su loco amante, su Tom celoso y posesivo, dispuesto a amarlo,

 

Eran solo dos chicos enamorados, dos almas gemelas dolidas, pero se tenían mutuamente para sanarse, para amarse, para aprender del otro y construir su felicidad en base de caídas y tropiezos.

 

—Te amo, no lo olvides. – le murmuró Tom. —Nunca dejaré de hacerlo, ¿de acuerdo? – le preguntó y Bill asintió con lágrimas en los ojos.

 

No sentían que perdían, sentían que ganaban, Cuando se veían a los ojos, veían claramente de quien se enamoraron: de su hermano,

 

—Dios, esto a miedo. – confesó Tom, abrazando con fuerza a Bill.

 

— ¿De qué temes? – preguntó el menor, sintiendo acelerado el corazón de Tom, para luego depositar un casto beso allí.

 

—De no ser capaz de enamorar de nuevo a mi pequeño gemelo.

 

Notas finales:

Bill dijo lo que sentía. Tom también.

Están abriendo su corazón para lo que venga. Aún no son la pareja perfecta, aún hay cosas que sanar. Pero lo harán. Besos.

Nos veremos.


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