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Backstage por LadyScriptois

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Notas del capitulo:

03/10/2014

Capítulo 7

 

Aproximadamente, cuarto mes de las vacaciones de Tokio Hotel. 

 

La semana había sido dura, tanto mental como emocionalmente para Bill. Faltaban ciertos detalles de la letra de la canción y ese día debían enviarla.

 

Los últimos días Bushido y el menor de los Kaulitz pasaron horas de dedicación a las estrofas y el cansancio era enorme para ambos. Así que, antes de poder evitarlo, Bill se quedó dormido sobre las hojas en las que trabajaba, mientras Anis estaba fuera comprando comida. 

 

«—Voltéate. – le pidió Tom, con la voz sorprendentemente profunda y a la vez ansiosa, mientras miraba el reloj de la mesita al lado de la cama.

 

 El menor de los Kaulitz accedió a la petición de Tom sin rechistar. 

 

Cuando el de rastas negras y blancas estuvo con su rostro frente a la almohada y con el trasero alzado, sintió entrar sin mucho cuidado a Tom.

 

El trenzado no lo había preparado bien y la resistencia inicial se estaba volviendo demasiado intensa a comparación de lo acostumbrado, eso sumado al tiempo que había pasado sin intimar con su hermano, que hacía que aumentara la estrechez.

 

Se aferró a las sábanas casi clavando sus largas uñas en su palma a través de la tela y quería gemir, quería gritar, quería jadear, pero no lo hizo. Mordió con fuerza sus labios cuando el mayor tocó su punto e inmediatamente saboreó la sangre de ellos cuando un gemido quiso brotar.

 

Bill cerró sus ojos con fuerzas para soportar el placer y el dolor que sentía. Necesitaba aferrarse a algo más y liberar lo que sentía emitiendo algún sonido, pero no estaba seguro de poder hacerlo.  

 

El de rastas bicolores estaba temblando, sus piernas parecían no poder sostener la posición y su vientre estaba siendo escenario de fuegos artificiales que pronto viajaron más al sur, hasta hacerlo morder la almohada con fuerza mientras se corría contra las sábanas, dejándolo sonrojado con violencia, con los ojos lagrimosos y sensible por todos lados. Quería dejarse caer, pero Tom seguía embistiendo en él y sosteniendo sus caderas con fuerza para mantener su trasero en posición.

 

La liberación del mayor pronto llegó, enterrándose con fuerza en Bill y llenándolo de su esencia. Tom se dejó caer al lado del menor y miró al techo mientras recobraba el aliento.

 

—Eso fue intenso. – comentó el mayor a la nada.

 

 Bill sonrió, porque al parecer había complacido a su gemelo luego de tanto tiempo. Miró con duda el brazo extendido de su hermano, que revelaba su costado, y se preguntó si podría acurrucarse allí.  

 

El menor se cubrió con las sábanas y evitó emitir un sonido o hacer un gesto cuando sintió dolor en su baja espalda, quizás estaba sangrando un poco. Se desplazó en la cama para estar más cerca de Tom y una sonrisa tímida y un adorable rubor decoraban su rostro. Se movió un poco más, logrando acurrucarse en el costado de Tom y se acomodó de perfil, sonriendo aún más cuando no notó rechazo.

 

— ¿Quieres quedarte a ver una película? – le preguntó sonriente, mientras apoyaba una mano en el pecho desnudo de su gemelo.

 

El mayor suspiró y observó el reloj nuevamente antes de devolverle la mirada a Bill.

 

—Saldré con Georg. Supongo que será en otro momento. – le rechazó. —Tengo que irme. Se me hace tarde.

 

—Pe-pero... Yo pensé que esta noche sería nuestra. – dijo un poco avergonzado, sentándose y ajustando las sábanas a su cuerpo cuando el mayor se levantó bruscamente  de la cama y comenzó a vestirse.

 

—Bill, pasamos todos los días juntos. – comentó, mientras se colocaba sus boxers. — Además, la próxima noche que no estaremos en carretera es dentro de tres días, así que Georg me ha pedido que lo acompañe a un club y quiero ir.  

 

Bill asintió, creyendo entender.  

 

—Está bien... Uhm... Supongo que necesitas un poco de espacio, estos últimos meses han sido algo fuertes. – dijo comprensivo, pero tenía una extraña presión en el corazón.

 

 —Qué bueno que entiendes. – sonrió acercándose a él. —Nos vemos. – se despidió besando secamente a Bill.  

 

El menor escuchó la puerta de su habitación cerrarse y se sintió realmente extraño al verse en la enorme cama de hotel, solo y desnudo.  Observó las palmas de sus manos que empezaban a arderle y las notó un poco lesionadas a causa de sus largas uñas, pensó que lo mejor sería cortarlas un poco y tal vez utilizar guantes en su próximo concierto, pero estaba demasiado cansado para hacer lo primero en ese momento.

 

Permitiéndose quejarse por el dolor, apagó la luz de la habitación y se enroló en sus sábanas, mirando con un poco de tristeza el enorme espacio a su lado que hace un tiempo dejó de ser ocupado constantemente por Tom.»

 

Bill despertó un poco agitado al soñar con aquella noche. Había sido un mes antes de que terminar con su gemelo.  

 

El menor recordó que no le gustaba esa posición en la que intimó con Tom, le hacía sentir extraño de alguna manera. No es que su desagrado a ella fuese algo nuevo, siempre le había incomodado un poco, así que los gemelos no la practicaban mucho, pero para ese entonces Tom parecía quererlo de esa manera. 

 

Sin embargo, no solo las relaciones sexuales de Bill y Tom eran diferentes, no era simplemente porque por el estrés y el trabajo eran contadas las oportunidades que tenían para estar solos, sino que el mayor parecía sólo querer aprovecharlas para sexo sin sentido u significado. No había caricias suaves o besos inocentes que le hiciesen sentir amado, tampoco tiempo donde Bill se acurrucaba a su hermano y platicaban de cosas triviales, todo era rápido, al grano, satisfacer sus deseos para luego irse.

 

Para esas fechas Bill se había vuelto un poco sumiso ante Tom y es que su relación con Tom estaba tan cambiada que no sabía cómo actuar, porque no quería que su hermano se siguiese alejando. 

 

También recordó que semanas atrás de ese encuentro Tom le había pedido que intentara no aferrarse tan fuerte a sus brazos o espalda, ya que dejaba rasgaduras por sus afiladas uñas, las que le ardían cuando sudaba y Bill un poco avergonzado aceptó. Luego el mayor hizo otra petición: “Sé silencioso”.  

 

Bill siempre había sido un poco ruidoso en la intimidad, pero intentaba gemir bajito y no aferrarse tanto a su hermano, pero eso no parecía ser suficiente para el mayor. Pronto Bill dejó de tocar a Tom más de lo necesario cuando intimaban y se tragaba sus gemidos y cualquier otro sonido, aunque sus labios pagaran las consecuencias. El mayor no dijo algo sobre eso por lo que el para aquel entonces rastudo consideró que Tom estaba complacido. 

 

El menor se enderezó en su silla y se sintió un poco tonto por no haberse dado cuenta antes de todas las señales que le estaba enviando Tom: desprecio, nada de amor.

 

Ante el sueño y el recordar, sus náuseas empezaron a manifestarse e intentó respirar como Bushido le había enseñado. Estaba concentrado en ello, alejando de su mente cualquier pensamiento relacionado a Tom para calmar su estómago, cuando sintió una mano en su hombro. Giró rápidamente de la impresión, y sintió que sus uñas rasgaban algo.

 

 — No quería asustarte. – dijo sonriendo.

 

Bushido estaba allí. Con dos bolsas de comida en la mano y con su brazo sangrando escasamente.

 

—Parece que eres peligroso. – dijo divertido, mientras dejaba las bolsas en la mesa y observaba el rasguño que tenía.

 

— ¿Estás bien? – Bill se acercó inmediatamente al mayor, olvidándose de sus náuseas y de todo lo demás. 

 

—Sí, nada importante. – le restó interés.

 

— ¿Tienes banditas? – preguntó preocupado.

 

—Bill, no es necesario. – dijo sincero, pero Bill parecía avergonzado por lastimarlo, mientras intentaba observar el brazo que Anis ocultó de su vista. Sonrió ante la imagen.

 

—En el baño hay un botiquín.

 

El menor de los gemelos Kaulitz se dirigió hacia el baño y apareció rápidamente.

 

—Si jugarás al doctor conmigo, al menos déjame poner cómodo. – le solicitó, mientras se dirigía al sofá y descansaba sus pies en la mesita ratona.

 

Bill le siguió, sentándose a su lado y dejó el botiquín al lado de las zapatillas de Bushido, luego de sacar un algodón y el frasquito de alcohol.

 

—No es necesario que la desinfectes. – dijo rápidamente Anis, observando como el algodón con las sustancia se acercaba a su brazo. —Es solo una cortadita, como si fuese de papel. ¿La ves? Solo pon la curita y ya.

 

—Pero está sangrando, así se detendrá la sangre. – respondió Bill acercando más el algodón.

 

—Fue con tus uñas. – justificó Bushido y alejó su brazo del regazo de Bill. —No creí que fuesen tan afiladas a como se ven, pero no me duele.

 

—No es que te duela, es que tiene sangre. – comentó el menor.

 

—Ya no sangra y se está secando la sangre que había. – contraatacó Bushido.  —Me lavaré con agua y ya. – continuó, alejándose del amenazador algodón con alcohol que tenía Bill.

 

—No seas niño. – le regañó y colocó el algodón húmedo en la herida del rapero.

 

—Joder... – siseó el mayor entre dientes, alejando su brazo de Bill. —Me está ardiendo. – dijo con una mueca de molestia y soplando cuidadosamente en su herida.

 

—Así que le tienes miedo al alcohol. – dijo divertido Bill, tomando nuevamente el brazo de Anis.

 

—No. Me tomaste desprevenido. – se justificó, recobrando la compostura.

 

—Sí, claro. Solo aguanta un poco más. – pidió, sonriendo.

 

—Hazlo suave y no lo dejes por mucho tiempo. – le pidió turbado y Bill realmente quiso tomarle una foto a Anis.

 

—Quién lo diría, el chico malo de Alemania sometido por un algodoncito con alcohol. – se burló, pasando con delicadeza la mota por las tres líneas rojizas en el brazo bronceado.

 

— ¿Sometido por el alcohol o por las afiladas uñas de un rockero? – dijo mientras Bill colocaba la última bandita.

 

—Supongo que debería cortarlas. – comentó Bill, observando sus largas uñas con perfecta manicura en color gris.

 

—A mí me gustan. – Bushido tomó una de las manos de Bill y observó sus finos y delicados dedos blancos. —Obviamente no las usaría, pero a ti se te ven bien. – el rapero sonrió y jaló de los dedos de Bill con intenciones de morder sus uñas juguetonamente.

 

— ¡Noo! ¿Qué haces? – le preguntó alejando su mano de Bushido, quien se reía. —Las ibas a morder. – le acusó.

 

—Lo que sea. – dijo guardando las cosas en el botiquín. —Simplemente, no las cortes. – pidió, revolviendo los largos y ondulados cabellos negros del menor, antes de levantarse del sofá.

 

El celular del Bill sonó cuando Bushido salía del bañó, e inmediatamente desactivó la alarma que le servía de recordatorio.

 

— ¿Hora de comer? – preguntó el rapero.

 

—Hora de comer. – confirmó el menor con tono cansado.

 

Miller no se había equivocado en el diagnóstico de Bill.

 

El primer día de consulta Bill fue sometido a unos análisis de sangre y a una evaluación física que revelaron que el pelinegro estaba un par de kilos por debajo de lo recomendable para su estatura, edad y contextura. Los análisis sanguíneos fueron solicitados de emergencia y le dio instrucciones claras al menor para que fuese preparado para el día siguiente para realizarle una endoscopia gástrica.

 

A la ya certificada anemia, que por suerte no estaba escandalosamente avanzada,  se le sumó lesiones en las paredes del estómago las cuales fueron causadas por los jugos gástricos.

 

El doctor Hans le explicó a Bill que los jugos gástricos poseen una acidez de tal magnitud que al estar su estómago vacío por mucho tiempo la mucosa que lo protegía empezaba a ser insuficiente y se habían producido lesiones, y estas eran las que generaban la sangre que se presentaba en sus vómitos.

 

Por otro lado, el que Bill haya estado vomitando con regularidad anteriormente también influía en esos vómitos que él no podía controlar, principalmente porque su estómago perdió un poco la costumbre de retener comida y a si mismo los causantes de esos vómitos espontáneos también eran la deshidratación y el vacío estomacal.

 

Miller no había vuelto a presionar en por qué Bill comenzó a vomitar desde un inicio, pero el menor se veía realmente comprometido en mejorar. Sin embargo, el doctor estaba plenamente consciente de que si ese factor que hacia vomitar a Bill en un principio no era tratado, este pondría en peligro cualquier tratamiento, así que por el momento solo podía confiar en la fortaleza del menor.

 

Aunque el doctor sospechaba alguna depresión o problemas sentimentales dado a que Bill lagrimeaba algunas veces incluso dando a parecer que realmente no quería llorar, y eso solo indicaba el alto estrés emocional en el que se encontraba Bill. Solo esperaba que alguien estuviese a su lado para apoyarlo.

 

Hans consideraba que el tiempo en el que Bill tuvo los hábitos de vomitar era beneficioso, ya que solo había sido tres meses. Sin embargo el hacerlo todo los días era lo que había agravado todo y acelerado la magnitud de los síntomas que algún día tendría que manifestar, pero Miller tenía grandes expectativas y esperaba que el menor mejorara rápidamente si seguía todo al pie de la letra.

 

Las indicaciones eran simples: Tomar las pastillas para la anemia, beber mucha agua y repartir las comida en pequeñas porciones y comer al menos seis veces al día para evitar que el estómago de Bill este vacío. La última indicación era sencilla, pero muy beneficiosa ya que el estómago de Bill estaba un poco más pequeño y el comer poco era suficiente y conveniente para él.

 

Para algunos el problema de las comidas sería el que y que no comer, pero para el menor eso estaba siendo sencillo. Él últimamente se sentía bien comiendo cosas livianas y con muchos vegetales, por lo que estaba basando su dieta prácticamente en eso y eso era absolutamente aprobado por Hans.

 

Además, estaba Bushido, quien empeñado en quitarse esa pereza que aseguraba y era dada por la comida chatarra que constituía su dieta, lo acompañaba en sus comidas y comía lo mismo que él, haciéndole todo más llevadero.

 

Miller también le recomendó realizar actividades que le ayuden a liberar presión, estrés, conflictos emocionales y ansiedad, decía que la mente era muy poderosa y que la mejor manera de evitar algo es alejarse de ello. Bill sabía que en su caso funcionaba, y lo había comprobado esa vez en la que se concentró en un gesto que tuvo Bushido con él, dejando de pensar en eso que le producía las náuseas y ellas habían desaparecido. Por lo que  algunas veces Bill implementaba el ejercicio de respiración que le enseñó el rapero e intentaba escribir.

 

El vocalista de Tokio Hotel estaba realmente comprometido en mejorar y era porque tenía miedo. Miedo a ser rechazado, miedo a defraudar, miedo a ser juzgado. Se esforzaba como nunca en cada bocado que le daba a sus seis comidas diarias y se intentaba concentrar netamente en la canción a componer, hacía lo que sea para no pensar en Tom y no vomitar.

 

Solo había pasado una semana desde el tratamiento y el menor no había vomitado repentinamente y aun que le daba pena admitirlo, si había vomitado tres veces al pensar en ese día, pero aun así, era un gran resultado.

 

Y en las noches, cuando su enamorado corazón le hacía pensar en Tom, se preguntaba si podría seguir siendo fuerte cuando lo tuviese frente a él todos los días y recordara a diario que su amor era sucio, repulsivo, que estaba mal y no debería sentirlo. Y no estaba seguro de algo, por lo que simplemente tenía que mejorar en ese presente sin su gemelo y cuando volvieran a reunirse, no producirle tanto aborrecimiento.

 

:::

 

 —Enviado. – anunció el mayor con una enorme sonrisa.

 

—Dios, realmente espero que la acepten. – dijo Bill y se dejó caer en el sofá del estudio de Bushido.

 

—Es fabulosa. – dijo el rapero. —Mezcla lo mejor de lo mejor. – comentó sonriendo.

 

—Son las tres de la mañana, parece que estamos tres horas fuera del plazo estimado. – dijo Bill, bebiendo un poco de agua.

 

—Que importa, de todas maneras será un single millonario. – dijo chulesco y Bill rio.

 

—Y... en caso de que la acepten, nos falta la melodía. Yo... mierda, yo la tengo en mi cabeza, pero no sé cómo expresarla. – dijo frustrado el de largos cabellos negros.

 

—Te entiendo. – aseguró Bushido. —Puedo hablar con los chicos ellos son geniales. Sólo debemos decirle que queremos y ellos tendrán una pista para nosotros.

 

—Estuve pensando... – Bill mordió con timidez su rosado labio inferior y de pronto Bushido se vio atraído por ese gesto. — Tal vez ¿Una guitarra acústica?... Tom... – Bill negó con su cabeza rápidamente. —La banda, nosotros, usualmente la melodía la vamos guiando por la letra y otras veces....

 

Bill no sabía cómo explicar, por qué lo cierto es que Tom y él siempre se conectaban. Fin.

Bill ponía la letra y Tom sabía lo que su gemelo quería. O los cuatro componían y Bill iba cantando como quería y los otros tres se adaptaban y viceversa, todo era tan conectado entre ellos que era sorprendente.

 

—Me gusta esa idea. Me pasa lo mismo con los chicos. Creo que fue mala idea poner a dos cantantes, que no saben ni formar un acorde, a crear una canción. – rio Bushido.

 

—Fue tu culpa, tú dijiste que nosotros lo haríamos todo. ¿Qué haremos? – preguntó Bill, con una sonrisa por lo graciosa que parecía la situación.

 

Todo en sus cabezas, porque Bill sentía que Bushido también seguía la melodía que él tenía, pero sin poder expresarlo.

 

—Creo que... – pasó su brazo por los hombros de Bill y lo atrajo más a él. Bill se sonrojó un poco. Aún no terminaba de adaptarse a esa personalidad de piel que tenía Bushido. — Creo que traeré a Kay y Sido para que nos ayuden, ellos son los mejores en pistas de toda Alemania. Y... ¿Por qué no llamas a David? Pregúntale si la banda puede ayudarnos.

 

— ¿La banda? – Bill se puso pálido.

 

— Si, Gustav, Georg y tu hermano.

 

— ¿Tom?  ¿To-Tom aquí?

 


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